-Y tú qué quieres, corazón?-La dependienta de la confitería se dirigió a él apoyándose en el mostrador y haciéndose ver entre los botes de piruletas que coronaban las vitrinas, Wenceslao también trató de verla, pero las piruletas entorpecieron cada uno de sus intentos.

-Pues verás…

-Profiteroles, recién salidos del obrador….

-Ya,es que…

-Además están de oferta, compras ocho y sólo pagas seis…

-La verdad es….

-Variados, corazón? Te los pongo en una cajita monísima, como tú- Y le guiñó un ojo, para después ir escogiendo profiteroles de las bandejas que llenaban el expositor, Wenceslao asintió sin decir nada más, y la observó en su labor- Son seis cincuenta….- Él le pasó el dinero por entre las piruletas- Si vas a ir hacia el otro lado es mejor que vayas por dentro….se está formando una buena por arriba…o eso me han dicho unas clientas…- Wenceslao la miró sin comprender a qué se refería y cogió la cajita de profiteroles- Según sales , la primera perpendicular y después a la derecha…así no tendrás problemas corazón- Wenceslao asintió y le dio las gracias, para abandonar la confitería después. Le hizo caso y tomó la perpendicular, si bien no sabía qué podía estar pasando arriba ,como había dicho ella, prefirió no tentar a la suerte. Tomó después la primera a la derecha, un callejón con puertas de garajes y contenedores de basura.

Y nada más abandonarlo sucedió.

Una turba diluviana de gente, pancartas, palos, altavoces, gritos, alaridos, insultos, pelotas de goma, cascos, escudos plásticos, puños, patadas, botas militares, empujones,caidas, llantos, botellas de cristal, manos, pies, cuerpos entrelazados y golpes, le arrastró como si de una ola de un mar embravecido se tratase. Sin saber todavía qué estaba pasando, dos antidisturbios le sujetaron en volandas, sin que sus pies rozasen siquiera el suelo ni poder hacerse oir entre aquel ruido infernal y a rastras le empujaron sin miramientos al interior de un furgón, para después cerrar la puerta. Se vio entonces en una habitáculo reducido y oscuro, rodeado de un grupo heterogéneo de personas que vociferaban consignas y golpeaban con manos y pies las paredes del vehículo, se gritaban entre si, llegaban a las manos, se empujaban e insultaban, él,aún aferrado a su cajita de profiteroles, no se pudo mover, atenazado en una posición imposible entre un hombre que golpeaba el techo dando alaridos y una mujer de pelo blanco que portaba un paraguas rojo y que profería insultos que nadie podía escuchar excepto él, ya que la boca de ella coincidía con su oído. En el momento en que el furgón se puso en marcha, todos los allí encerrados se vieron impelidos en todas las direcciones como si de una lavadora se tratase. Él acabó acurrucado al fondo, sujetando la cajita, como si de un salvavidas se tratase.

-Qué llevas ahí tío?!

-Eh?…yo!?…

-No será un bomba!

-Un bomba!

-No..es que !…

-Dame eso!!

-Per…

-DAME ESO COÑO!….- Pero antes de que pudiese dársela voluntariamente, el furgón dio un frenazo y el resto de los ocupantes se les vinieron encima. Las puertas se abrieron y de nuevo varios antidisturbios se ocuparon de desalojarles, llevándoles en volandas hacia el interior de un edificio, que, en el fragor de la situación, él, no supo identificar. Le llevaron a través de varios pasillos atestados de gente vociferante, y lo arrojaron sobre una silla de plástico.

-Y calladito!- Le advirtió el más alto señalándole con un dedo de su mano enguantada, él asintió en silencio y el otro se alejó por el pasillo, a su lado depositaron a la señora del paraguas rojo.

-Esto es denunciable! De-nun-cia-ble! Que no se va a poder ir a comprar pan tranquila en este país! Denunciable es esto!- Y se arreglaba la gabardina y el pelo, sin poder todavía controlar su furia, aferrada a su paraguas, él también aprovechó para arreglarse su chubasquero, en el que descubrió un desgarro, se mesó el cabello y se sorprendió al ver su mano manchada de pintura verde. Junto a la señora del paraguas, depositaron a una chica con la cara pintada de blanco con zetas azules vestida con lo que parecía un disfraz de oso.

– Pues te vas a ver buena para quitarte ese mejunje de la cara….

-Verdad? Ya me está picando a rabiar…

-Espera, que siempre llevo toallitas…

-Ay qué amable, no tiene por qué…

-Nada mujer, mira, aquí las tengo….menos mal que siempre llevo riñoneras sino…

-Muchas gracias….

-A ver que te ayudo….después agua y jabón…

-Y crema, no?

-Eso también, pero déjala respirar…Caudalie, la mejor..

-Verdad? Y el serum es increíble…- Wenceslao asistía a la conversación, cuando un policía se presentó ante él.

-Y tú qué?

-Yo?

-Si tú…qué es eso? No será una bomba…

-Eh?No…es que..

-Chitón. Dame…- Y cogiéndole la cajita se alejó por el pasillo sin decir una palabra más.

-Si te soy sincera de jovencita me la lavaba con Jabón Lagarto….porcelana, te diré…

-Y aún se vende?

-Si, en cualquier super…

Un antidisturbios y el policía que se había llevado la cajita volvieron de nuevo y les señalaron a los tres.

-Arreando que hay falta de sitio….

-Yo?

-Quién va a ser? Sí…vosotros tres…a casita…ya llegó de protestas hoy….

-Oiga, que yo…!-Comezó la señora del paraguas rojo

-Yo y Yo y Yo!….fuera todo quisqui!….- Wenceslao se incorporó, al tiempo que las otras dos mujeres.

-Si vas para abajo vamos ya juntas…

-De perlas…- Wenceslao las siguió por el pasillo, pero sin poder apurarse, le parecía que le hubieran pegado una paliza con un saco de patatas.

Salió del edificio, aún tomado por manifestantes, antidisturbios y todo tipo de fuerzas del orden, y agradeció el aire fresco. Se acordó entonces de Ginés. Y del café al que estaba invitado en su casa. Miró el reloj. Había quedado a las tres y eran las seis. Decidió ir de todas formas. La casa de su amigo sólo le quedaba a dos calles desde allí.

-Hombre, Wences! Qué bien que has venido!

-Si, yo…

-Nada, aún falta gente..

-Ya, es que…

-No te preocupes si no traes nada, Ana ha traido dos cajas de profiteroles….

-Ya, yo…

-Estás como cansado no? Y eso del pelo qué es?

-Si, es que yo…

-Hombre Wences! De la que te has librado macho! La que se ha armado allá arriba!

-Ya, buff…

-Es que no vamos ni poder ir a comprar pan….