He olvidado muchas cosas. Supongo que el cerebro, en algún momento, para seguir funcionando, se libra de lastre, y ahí se pierden lugares, gentes, nombres y caras. Pero a Reni no la olvido. Renata Salvatierra Alnés, Reni, era mi mejor amiga. Yo supongo que llegamos a ese estatus porque éramos totalmente opuestas, lo que nos hacía complementarnos a la perfección. A eso ayudaba que íbamos al mismo colegio, nuestros padres eran amigos y vivíamos a dos casas de distancia en la misma urbanización, con lo cual pasábamos la mayor parte del tiempo juntas. Reni siempre tenía claro lo que debía hacerse en cada momento y yo la seguía, nunca tenía nada mejor que hacer.

  • Lo que tienes que hacer es cortarte el pelo como la de “Friends”
  • Quien?
  • La de “Friends”, la serie esa….la ex de Brad Pitt…
  • Angelina Jolie?
  • Boh…la otra…la rubia, espera que la busco…esta…Jennifer Aniston…
  • Ah! Pues ya se la enseñaré a la peluquera…no sé…- Mi pelo abundante, liso y rubio tenía mucho volumen, vida propia y era ingobernable, así que yo siempre optaba por llevarlo en cola de caballo o sujeto con diademas elásticas, como aquel día era el caso.
  • Bueno da igual, ahora vamos a mi casa y preguntamos si puedo quedarme en la tuya….con Oliver no hay problema…

La casa de los Salvatierra era más grande que la mia, y su jardín más extenso, pero eso a mi, en aquel momento no me llamaba la atención. Para mi ir a casa de los Salvatierra tenía como único aliciente tener la posibilidad de ver a Oliver, el hermano mayor de Reni.

Cuando entramos en el salón Oliver estaba recostado en uno de los sofás, leyendo una hojas, estaba tan concentrado que no nos escuchó llegar. Aproveché que no estaba mirando para observarle, su pelo castaño oscuro fuerte y algo largo, su perfecta nuca y el ángulo de su mandíbula, sus facciones de estatua helénica estaban tensas debido a la concentración con la que leía los papeles y esto le hacía fruncir el ceño, al tiempo que sus ojos de color indefinible recorrían lo que ponía el papel achinándose a momentos. El hermano mayor de Reni era mi amor platónico. Lo que provocaba que sólo su presencia me causara un mutismo automático y temblor de piernas incontrolable. Pero eso Reni no lo sabía. No lo sabía nadie. Me gustaba observar sus andares, de hombre alto que entonces acababa de cumplir los veintidós, sus hombros anchos  y las explicaciones sucintas que daba con sus manos, de dedos largos, capaces de abarcar un balón de baloncesto. Para él Reni y yo éramos „las niñas“, ya que nos sacaba seis años y a nuestros dieciséis en aquel momento era lo que realmente éramos.

  • Oliver, puedo dormir hoy en casa de María?- Oliver nos miró fugazmente y alzó las cejas un tanto escéptico.
  • No lo sé Reni, pregúntale a papá…
  • Está por ahí de negocios…
  • „por ahí de negocios“?- Y casi rió, sin apartar los ojos del papel- Pues a Asun…
  • Y tú no puedes?
  • Si no puedo qué?
  • Darme el permiso…- Oliver, a la vista de que no iba a poder continuar con su lectura, suspiró y, dejándola a un lado nos miró a ambas al tiempo que cruzaba los brazos, que a mí me parecían dos remos, sobre el pecho, al verme me sonrió a modo de saludo y yo me quise convertir en planta ornamental, o en caracol, o en columna, pero sólo logré apoyarme en una mesita y tratar de no parecer idiota.
  • No, no puedo, eso es de papá o de Asun….además es miércoles…
  • Y?
  • Que si vas a casa de María no duermes fijo y aún tenéis colegio hasta el viernes…
  • No es verdad…venga Oli…porfa..- Y Reni comenzó a ponerse melosa, como sólo ella sabía hacerlo, Oliver se incorporó de vez y yo casi di un respingo.
  • Nop…pero…os apetece pizza?- Preguntó al tiempo que se desperezaba, lo que provocó que el jersey y la camiseta que llevaba se elevaran y dejaran a la vista su vientre y los músculos que lo adornaban. Yo opté por sentarme en una silla y aferrarme a mi mochila, tratando de mirar al techo, o a un aparador, la alfombra, o hacia algún lugar donde no tuviera que verle.
  • María…
  • ….
  • María…Tierra llamando a María..- Entonces me di cuenta que él se estaba dirigiendo a mí, y me puse tan colorada que si alguien me hubiera tocado la frente hubiera podido asegurar que tenía fiebre. Él sonrió y ladeó la cabeza, como siempre hacía cuando se dirigía a mí, no sé por qué- Si quieres llamo a tus padres y les digo que te quedas a cenar…- Yo asentí, incapaz de encontrar mi voz.- Muy bien…pues pido cuatro estaciones, funghi con jamón y cuatro quesos…
  • Ala! Exagerao! Qué sólo somos tres!- Exclamó Reni, Oliver negó con la cabeza al tiempo que deslizaba los dedos por la pantalla de su móvil.
  • No señorita, Roberto y Dani vienen también…- Reni soltó un suspiro agónico, ella siempre tan dramática.
  • Señor…por qué yo?- Preguntó quejosa, yo me limité a jugar con la cremallera de mi mochila. Oliver salió del salón mientras me pareció que hablaba con mi madre.- Dani aún bueno…pero Roberto es insoportable…pero qué le vamos a hacer…todo sea por la pizza- Dictaminó Reni incorporándose- Ven, vamos a dejar las cosas en mi habitación.

Llegaron las pizzas. También Roberto y Dani, que hacían causa común con Oliver en no tomarnos en serio y no desperdiciaban ocasión para meterse con nosotras por una u otra cosa. Reni nos defendía a las dos, mientras yo me limité a comer mi pizza y beber mi Coca-Cola, tratando de conseguir el don de la invisibilidad, ya que Oliver, por algún motivo que escapaba a mi comprensión, había decidido sentarse a mi lado. Risas, discusiones absurdas, pizzas, Coca-Cola y Oliver Salvatierra. No se le podía pedir más a un miércoles.

Si en aquel momento alguien me hubiera dicho que, no mucho tiempo después, Reni y Roberto habrían desaparecido, Dani estaría muerto y que Oliver y yo, como matrimonio, trataríamos de atravesar clandestinamente el país a pie para alcanzar la frontera con Portugal, le hubiera tomado por loco.