No puedo más. Se me cierran solos los ojos. Mis párpados no reaccionan a mis esfuerzos por mantenerlos abiertos. Me pesan un mundo. Lo he intentado todo. Dos cafés, hacer estiramientos, repetir una y otra vez la lista de las preposiciones, contar los agujeritos de los plafones del techo, cambiar de postura, beber agua, mirar a la lejanía por la ventana, parpadear rápido, tratar de recordar todas las capitales del mundo, escribir lo que pienso. Me rindo. No hay solución posible. Sólo que esto llegue a su fin. Los párpados se me cierran. No hago nada por evitarlo. Adiós Madrid….”

Desconocemos la autoría del texto, si se trata de una persona que se denomine hombre, o una persona que se denomine mujer. Existen estudios que lo datan en los albores de la Inteligencia Artificial, cuando ésta todavía existía, si bien no fue creado por ella. Otros por el contrario lo sitúan en el Tiempo con Tiempo, opinión no compartida por la mayoría. Después de un análisis minucioso de su contenido, se ha llegado a la conclusión de que se trata de un escrito de despedida. La persona intenta retrasar ese momento y hace referencia a algo denominado “café”, término este que está todavía siendo objeto de estudio al no tener referencias de su existencia. La persona observa su mundo, que describe con términos recogidos en el Apéndice 2, y se despide de él, abandonándose a una suerte que desconocemos. Algunos investigadores señalan que “Madrid” podría haber sido un lugar, otros por el contrario mantienen la teoría de que se trata de alguien de quien la persona se despide de forma específica, usando para ello el término “Adiós”, el cual se explica en el Apéndice 3 de la Relación de Hechos. Todos los expertos coinciden en dar a este testimonio la denominación de “Despedida Consciente”, ya que claramente la persona se entrega a la evidencia.