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Archivos diarios: 8. marzo 2025

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08 sábado Mar 2025

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Dora nunca había sido de camping. Pero lo que Gabriel les había descrito no parecía un camping al uso, así que no tuvo nada en contra. Además siempre era interesante cambiar la cómoda rutina del fin de semana por algo nuevo, y no irían solos, no que la compañía de Gabriel le resultase ya cansina después de tantos años de convivencia o que la química entre ambos se hubiese extinguido, simplemente ellos eran una pareja que disfrutaba de la compañía de sus amigos y solían hacer planes con ellos con relativa frecuencia. Se trataba de otras dos parejas, conformadas por Martín y Loles, y Benito con Montse, cuya amistad se había labrado gracias a ese simple conglomerado formado por trabajo, cercanía domiciliaria y gustos similares. Para llegar hasta el lugar donde se encontraba el camping, habían alquilado entre todos un monovolumen, en el que cargaron las pocas cosas que debían llevar, ya que una de las características del camping era que les suministraría todo lo que necesitasen para su estancia, incluida ropa adecuada para las distintas actividades a las que se hubieran apuntado.

  • La “Ruta de los Castillos” suena bien, al parecer están todos todavía habitados- Comentó Benito mientras leía en su móvil la información dada en la página web de la empresa propietaria.
  • No me quiero ni imaginar lo que debe costar eso en calefacción..- Anotó Montse ampliando las fotos en su pantalla.
  • Yo creo que me voy a animar a asistir a algún taller, este de collares suena bien, relajante..- Decidió Loles mostrándole las fotos a su marido Martín, quien, antes de poder contestar se vio sorprendido por una serie de estornudos muy seguidos.
  • Empezamos bien, el catarrito de los cojones, además se me olvidó comprar el antigripal, y parece que me empieza a doler un poco la garganta…- Se quejó, para después sonarse en un pañuelo de papel. Gabriel, que conducía, le miró por el espejo retrovisor.
  • Seguro que allí algo tienen, y si no nos acercamos al pueblo y listo
  • Qué pueblo? Llevamos kilómetros sin ver uno, me da a mí que va a estar en medio de la nada- Dictaminó Dora, Gabriel sonrió.
  • En el quinto coño de la Bernarda- Supuso, Dora se rio y negó con la cabeza.
  • Tú y tus frases..- Musitó sin tomarle en serio.
  • Pues va a tener razón, fíjate tú, porque cerca hay un paraje que se llama Labernarda, todo junto, cerca de uno de los castillos- Explicó Benito, Gabriel soltó una carcajada y miró fugazmente a Dora.
  • Ves? Todo cuadra- Dora, sin perder la sonrisa, volvió a negar con la cabeza, perdiendo después su mirada en el paisaje que atravesaban.

Al Camping-Spa Tierra y Azul se accedía por el portalón  a una antigua vaquería, reconvertida en hotel y restaurante. Aparcaron el coche en una de las plazas de la explanada asfaltada en uno de los laterales del edificio, y, admirando ya la vistas, entraron en el hotel, un edificio de dos plantas de piedra y madera, con tejado a dos aguas, que no había perdido en la remodelación su alma de vaquería.

  • Por fuera engaña, parece más pequeño..- Comentó Benito al tiempo que admiraba las vigas que cruzaban los altos techos, la recepción era una mesa de madera maciza y oscura, de varios metros de largo, sobre la que había dos jarrones con flores silvestres y montoncitos de postales a la venta.
  • Y cuánta luz..- Advirtió Loles.
  • Bienvenidos a Tierra y Azul, yo soy Herminia- Quien así los saludaba era una mujer joven, de pelo castaño oscuro recogido en una trenza, y ojos negros, con un rostro de tez blanca y facciones pequeñas, en el que se dibujaba una dulce sonrisa.
  • Hola, nosotros somos el grupo a nombre de Gabriel Hernández Ledesma..- Se presentó Gabriel, acercándose a ella dispuesto a mostrarle la reserva en su móvil, Herminia miró fugazmente la pantalla sin perder la sonrisa y asintió, para luego desbloquear un Ipad que llevaba bajo el brazo y deslizar sus dedos sobre la pantalla.
  • Perfecto, todo en orden, seguidme por favor, y por el camino os voy explicando la filosofía de Tierra y Azul- y con un grácil movimiento de mano, les indicó el fondo del amplio recibidor en el que se adivinaba una gran puerta. El grupo la siguió, admirando a su paso la cuidada y sencilla decoración, así como la amplitud de las estancias que recorrían. Herminia les guio hasta una puerta de doble hoja de madera y cristal, que daba paso a una terraza que se abría a un vasto paisaje de prados pulcramente cuidados, sobre los que se distinguían muretes de piedra, zonas en terraza con mesas y sillas, y carpas bajo las que pequeños grupos de gente parecía realizar alguna actividad con un instructor- Desde aquí podéis haceros una idea de lo que os espera en Tierra y Azul, como veis podréis disfrutar de espacio y libertad de movimientos, y por supuesto apuntaros a las actividades que deseéis, no tenemos plazos ni número de participantes, las actividades están listadas en la página según horario y lugar de celebración, si no me equivoco vosotros os quedáis todo el puente, en total cinco días, así que tendréis tiempo de probarlas casi todas, ahora bajamos por aquí y os acompaño a vuestra tienda- El grupo la siguió por un sendero de piedra que cruzaba un prado sobre el que siete personas en ese momento hacía Tai Chi, Dora les observó mientras avanzaba y pensó que definitivamente eso sería una actividad en su lista. Siguieron a Herminia hasta un amplio claro entre encinas, en el que había montadas en círculo seis amplias tiendas tipi de lona beis.
  • Caray, en los videos parecían más pequeñas…- Comentó Gabriel, admirando la altura de las tiendas, Benito se fijó en la calidad de la lona.
  • El material es totalmente resistente al agua y al frío, ahora os enseño el interior de la vuestra- Explicó Herminia, invitándoles a seguirle al interior de una de ellas. El grupo no pudo evitar soltar una exclamación al unísono al ver el equipamiento y cuidada decoración del que iba a ser su alojamiento durante los días siguientes: una superficie circular de suelo de rafia que acababa a una altura aproximada de tres metros con los troncos colocados de forma que la estructura se mantuviera firme y tensa. El centro del tipi lo ocupaban seis colchonetas colocadas en círculo alrededor de una moderna estufa de calor azul redonda, sobre cada una de las colchonetas había un saco de dormir, un conjunto de ropa abrigosa de noche y babuchas forradas de borreguillo.
  • Es increíble…- Alcanzó a decir Loles, para después hacer una foto del conjunto, Montse la imitó.
  • La estufa cómo funciona?- Quiso saber Dora.
  • Es una estufa de calor azul, sin humos ni riesgos, aquí tiene un regulador del calor y podéis ponerlo a la altura que queráis- Explicó Herminia mostrándole cómo se hacía.- En esos arcones de madera podéis meter vuestras cosas, tienen llave para más seguridad cuando no estéis en el tipi, aquí la tenéis, es una llave maestra, una abre todos- Y se la entregó a Dora, quien se la metió en el bolsillo del pantalón.

Después les mostró los servicios, que estaban situados a pocos metros de los tipis, en un bungalow de troncos entre las encinas, que en su interior escondía seis baños completos, cada uno para su tipi correspondiente. Herminia les hizo entrega de seis tarjetas con las que podrían abrir la puerta.

  • Estoy alucinando, en serio, por fuera parece todo más pequeño, y luego dentro flipas con el espacio…- Comentó Gabriel.
  • Y la luz, hay mucha luz…- Anotó Loles.
  • Siguiendo el mismo sendero por el que hemos venido, pero torciendo después de las encinas hacia la derecha llegamos a La Cuadra, bueno lo que en tiempos fue la cuadra- Se explicó Herminia instándoles a seguirla- y allí tenéis servicio de restaurante de seis de la mañana a once de la noche, normalmente hacemos una cena conjunta, pero eso ya lo veréis, es realmente emocionante.

La Cuadra era un edificio de una sola planta en forma de U, en el centro de la cual se extendían mesas y bancos de madera en los que algunas personas ya estaban tomando algún aperitivo, el interior les descubrió una más que espaciosa moderna cocina a la vista que se abría a un ecléctico comedor en el que no había dos mesas iguales, ni en forma, color o tamaño, lo mismo ocurría con las sillas. Uno de los laterales lo conformaba, en toda su longitud, una mesa-buffet con todo tipo de viandas y bebidas, frías y calientes.

  • Bueno, pues esto es Tierra y Azul, si tuvierais alguna pregunta aquí estaremos para responderla- Dijo Herminia regalándoles de nuevo su bonita sonrisa.
  • Muchas Gracias, ya me está encantando y todavía no hemos hecho nada…- Rio Gabriel mientras miraba a su alrededor.
  • Vamos a por las cosas al coche entonces- Comentó Benito, Martín iba a decir algo pero de nuevo un ataque de estornudos se lo impidió.
  • Casi se me olvida, no tendréis Ibuprofeno por ahí?, este hombre viene un poco perjudicado- Bromeó Loles entregándole un Kleenex a su marido, quien negó con la cabeza justo antes de volver a estornudar. Herminia ladeó la cabeza, y su rostro se entristeció al tiempo que entrelazaba las manos.
  • Un mal catarro…- Musitó, el grupo hizo comentarios indistintos al respecto entre bromas, ella suspiró y recuperó su sonrisa, aunque algo más leve.- Por supuesto, os lo traigo enseguida…y bueno, yo me voy ahora, nos vemos más tarde- Y sin más se alejó, abandonando el restaurante por la cocina.
  • Es un poco rara la chica esta- Comentó Loles, Montse hizo una foto del artesonado del techo.
  • Tiene cara de foto antigua, pero debe ser un encanto “mal catarro” lo decía mi abuela- Dijo mientras hacía una foto de una silla en forma de seta.
  • No sé vosotros pero a mi me ha entrado hambre, y todo esto tiene una pinta tremenda- Dijo Dora, que se había acercado con Gabriel al buffet.
  • Unas tapitas no vendrían mal- Apuntó él, tentado a coger una aceituna.
  • Vamos al coche por las cosas?- Insistió Benito.

Una vez hubieron llevado las cosas a la tienda, regresaron a La Cuadra a tomar algo del buffet. Después recorrieron paseando parte del complejo, haciendo fotos del paisaje e interesándose por los distintas actividades al aire libre. Tai Chi, Pilates, Talleres de Alfarería, Talleres de Papirofléxia, Ceremonia del Te, Telares, Factura de Alfombras, Gimnasia Sueca, Danza Experimental, Fabricación de Instrumentos, Crear un Dedal, Contar Pájaros y Fabricar sus Comederos, Canto Gregoriano y el Dolce’Far’Niente actividad esta última que llamó la atención de Gabriel, ya que era una frase que él solía decir muy a menudo, al considerar esa la mejor manera para pasar el tiempo libre, y que consistía en tumbarse en unas camas tipo chill-out redondas con apariencia de huevo a observar el paisaje desde una de las terrazas altas del terreno.

  • Yo no sé vosotros, pero a mí me parece todo casi irreal, como hecho a propósito- Comentó Dora mientras se dirigían de nuevo a La Cuadra.
  • Tengo que preguntar si tienen abonos o carnets de socio o algo, porque es como para quedarse a vivir- Rio Montse, Benito la miró escéptico.
  • Bueno, esto a la larga supongo que cansa, vamos digo yo…
  • Ya hombre, es un decir, pero pienso probar todo lo que pueda..
  • Hasta parece que respiro mejor y todo, si no fuera por el dolor de garganta..- Se quejó Martín.
  • La chica dijo que te traería un paracetamol, seguro que ahora la vemos- Recordó Loles.
  • Parece que todo el mundo ha tenido la misma idea, todos van hacia el restaurante- Indicó Gabriel señalando hacia los grupos de gente que, como ellos, se dirigían por los innumerables senderos hacia La Cuadra, que ahora, al atardecer, sembrada de luminarias, brillaba cálida y acogedora.

Decidieron sentarse en el interior, donde un grupo de músicos preparaba sus instrumentos en uno de los laterales.

  • Parece que nos van a amenizar la cena- Dijo Loles
  • Si os digo la verdad, hoy no estoy para discoteques, pero mañana no te digo que no- Comentó Montse, los otros se unieron a su opinión con gestos de cabeza.
  • Parece que no, pero tanto paseíto, después de las horas de coche, se nota en las piernas- Se quejó Dora, Benito consultó su móvil.
  • Este Señor dice que hoy he caminado 4250 pasos, y que he gastado 300 calorías..- Leyó, Montse consultó el suyo.
  • Pues has caminado en otro lugar cari, porque no me he separado de ti y yo al parecer sólo he caminado 2250 pasos- Dijo mostrándole la pantalla.
  • Supongo que depende de la zancada- Se atrevió a decir Martín.
  • Y si llevas “Botas de siete leguas”- Dijo Gabriel, lo que provocó la risa del grupo. En eso estaban cuando Herminia se acercó a la mesa, llevando una cajita en la mano.
  • Buenas Tardes, como lo prometido es deuda, aquí te traigo el Frenadol- Saludó, entregándoselo a Martín, que se lo agradeció de todo corazón- En breve comenzarán a tocar algo para animar la cena, y después habrá un Café Cantante si queréis quedaros un rato- Explicó refiriéndose a los músicos que probaban ya los instrumentos.
  • Seguramente nos vayamos pronto a dormir, para tener energía para mañana- Dijo Gabriel, Herminia suspiró sin perder la sonrisa.
  • Por supuesto, en seguida vienen a pediros la comanda, hoy podréis elegir entre pollo asado con guarnición y patatas, y pastel de verduras con revuelto de champiñones, los postres podéis elegirlos vosotros mismos en el buffet- Enumeró señalando con su grácil gesto la mesa del fondo, e iba a decirles algo más, cuando otra persona se acercó a la mesa, era un hombre alto, de pelo rubio lacio algo largo y gafas de pasta negras cuya graduación agrandaba exageradamente sus ojos azules, vestía una camisa blanca, vaqueros y botas de caña baja de piel negra. Cuando llegó a la altura de Herminia la besó en la frente, y ella le cogió del brazo.
  • Buenas Noches los Señores, permitidme que me presente, yo soy Ernesto Martínez Lacalle, gerente del establecimiento- Se presentó, repartiendo un saludo general con un gesto de cabeza- Mi señora ya os habrá puesto al corriente de todo.
  • Estamos encantados, deseando descubrir todo mañana- Dijo Gabriel, Ernesto asintió con la cabeza.
  • Una pregunta- Se atrevió Benito- Esos tres castillos que aparecen en la página web, se pueden visitar? O al ser privados no se puede..
  • Se pueden visitar, existen horas de visita estipuladas, tenemos panfletos informativos- Explicó Ernesto.
  • Entonces, es verdad, viven familias en ellos- Se sorprendió Montse, Ernesto sonrió.
  • Sí, las familias Gabrez, Viniego y Benimont, con profundas raíces en la zona- Enumeró extendiendo las manos ante él, como quien expande una red.
  • Y alguno de ellos es el “Castillo de Irás y no Volverás”?- Bromeó Gabriel, el grupo rio su ocurrencia, Ernesto levantó las cejas por encima del borde de las gafas y sonrió casi enigmático.
  • Eso nunca se sabe, Gabriel, nunca se sabe- Deslizó, en eso se acercó una camarera para anotar lo que el grupo quería cenar.
  • Os dejamos cenar, para cualquier cosa siempre estamos aquí- Dijo Herminia.
  • En verdad, siempre…porque cuánto tiempo llevamos ya? Una eternidad por lo menos- Apuntó Ernesto, Herminia le miró y le sonrió al tiempo que le colocaba bien las gafas.
  • Tres, Ernesto, ya tres eternidades- Casi susurró, Ernesto asintió dándole la razón.
  • Lo dicho, siempre aquí para atenderos, os dejamos disfrutar de la velada- Y sin más se alejaron hacia la cocina cogidos del brazo.
  • No sé vosotros, pero a mí esta gente me parece muy rara…- Comentó Loles una vez la camarera hubo anotado el pedido y se fue.
  • Ahora que lo dices, un poco sí…- Admitió Benito.
  • Por?- Quiso saber Dora.
  • Mujer…”Café cantante”…- Anotó Loles.
  • O cuando dijo que era “el gerente del establecimiento”. No sé, “el que lleva el cotarro”, “el que está en tó”…- Continuó Benito- Y no sé de que me suena Martínez Lacalle, de algo pero no lo sitúo…no hay una calle? No sé…
  • Lo que está claro es que esto a la larga cansa, porque hablan en “eternidades”- Comentó Martín, Gabriel se encogió de hombros.
  • Lo que tengo claro es que a los castillos voy fijo- Sentenció.
  • Por si son de “Irás y no volverás”?-Preguntó Dora, dándole un codazo cariñoso, Gabriel rio e imitó el gesto con los ojos que antes había hecho Ernesto.
  • Nunca se sabe, Dora, nunca se sabe.

Después de cenar se dirigieron a su tienda, dejando atrás un animado ambiente en La Cuadra. Donde el grupo de músicos hacía ya bailar a los clientes a ritmo de swing.

Gabriel se encargó de encender la calefacción, y entre risas se vistieron con la ropa de noche que les habían dispuesto sobre los sacos de dormir, consistente en un dos piezas de algodón gris. Para recordar la ocasión se hicieron varios selfies en diferentes poses y formaciones. Después apagaron la luz, y cada uno ocupó su saco. No tardaron en quedarse dormidos.

Dora se despertó por si misma y sin esfuerzo alguno. Tuvo la sensación de haber dormido profunda y tranquilamente durante tantas horas que no había resquicio de pereza o cansancio en ella. Se incorporó todavía metida en su saco, dispuesta a darles los Buenos Días al resto, pero se encontró sola en la tienda. Los sacos dispuestos en círculo a su alrededor estaban vacíos. Se sentó mejor, para fijarse con más atención, pero sólo pudo confirmar lo evidente, que los demás no estaban. Lo primero que pensó fue que la habían visto tan dormida que les había dado pena despertarla, y se habían marchado a desayunar sin ella. Pero pronto abandonó esa idea. Al fijarse en la ropa de cada uno de ellos, pulcramente doblada la noche anterior sobre uno de los bancos, y en los zapatos colocados en fila. Se pasó las manos por el rostro, y le dio la risa. Se habían marchado sin ella, en pijama y descalzos. Se puso en pie. También sin móviles. Estaban todos sobre la caja autónoma de carga. Cogió el suyo y consultó la hora. Eran sólo las ocho de la mañana. Suspiró, sin poder explicarse que hubieran madrugado tanto. Abrió la cremallera de la tienda, y se asomó al exterior, por si se les hubiera dado por sentarse fuera a tan temprana hora. Pero el exterior estaba desierto. Todavía dormido en la niebla.

Buscó una muda de ropa en la bolsa de viaje que había traído, y salió hacia el bungalow de las duchas. Tampoco estaban allí. Tras la ducha volvió a la tienda a dejar el neceser y el pijama. Y no supo qué hacer. Si quedarse a esperarles o salir en su busca. Se decidió por lo segundo, ya que a lo mejor estaban ya en La Cuadra desayunando, pues qué bien, y a mí no se me avisa siquiera, oye Dora ven a desayunar, por muy dormida que estuviese. En fin.

  • ¿A tí también te desveló el buho?- La voz de hombre vino desde su izquierda, y la hizo dar un respingo del susto, a ambos les dio la risa.- Siento el susto, llevo despierto desde las cinco- Quien así se explicaba era el hombre que ocupaba la tienda casi contigua a la suya, todavía en pijama, sentado en una silla de lona y fumado un pitillo. Dora, sorprendida, automáticamente miró hacia las copas de las encinas cercanas.
  • Pues no…dormí del tirón, un buho dices?- Preguntó achinando los ojos, para intentar ver algo entre las ramas.
  • Ya se ha debido de ir el tío. Pero qué varas…mi mujer ni flores. Como un tronco, ahí sigue…vas a desayunar? bueno, perdona. Soy Amadeo- Se presentó alzando el pitillo a modo de saludo.
  • Yo soy Dora, sí voy hacia La Cuadra..tú no habrás visto a un grupo de gente salir de nuestra tienda?- Preguntó, Amadeo dibujó un gesto  de sincera ignorancia en su rostro y se encogió de hombros.
  • No, lo siento, acabo de sentarme hace cinco minutos, antes todavía hacía demasiada rasca- Se disculpó.
  • Gracias, pues nada me voy que a lo mejor ya están desayunando, nos vemos luego- Se despidió Dora, para después dirigirse al camino que llevaba a La Cuadra. Volvió  a pasar por el lugar en el que un grupo de personas hacía ya Tai-Chi, les observó mientras avanzaba, todos moviéndose a la par, como a cámara lenta, y se descubrió volviendo a plantearse la inscripción en el grupo, pero primero desayunar y encontrar a los otros, o al revés, da igual. Se arrepintió de no haber cogido una chaqueta.

La cuadra le recibió acogedora, decorada con las risas y animadas conversaciones de varias mesas que ya disfrutaban del desayuno. Recorrió con la mirada el local, y se adentró hasta el fondo, pero su grupo no estaba allí. Sintió un ligero punto de angustia, una especie de eco, que desapareció después de que hubo respirado hondo dos veces.

  • Buenos Días Dora- La voz amable de Herminia le sacó de sus pensamientos, su sonrisa le hizo sonreír también.
  • Buenos Días Herminia, ¿has visto a Gabriel y los otros por aquí? No los encuentro- Preguntó mientras miraba a su alrededor, por si fuera el caso, y no se hubiera dado cuenta, Herminia negó con la cabeza.
  • No, llevo aquí desde las seis, y no han venido- Explicó, Dora volvió a suspirar.
  • ¿Tú también eres del Club de la Seis? Es que es mi hora de levantarme normalmente, pero hoy he dormido tan bien como hacía mucho tiempo que no hacía- Dijo, Herminia le acarició brevemente un antebrazo sin perder la sonrisa- Y ahora tengo hambre, mucha hambre.

Se preparó un plato completo en el buffet, acompañándolo con un bol de açai y un vaso de zumo de naranja, ocupó una mesa junto a la ventana, para  verles llegar.

Toma de declaración de Herminia López de Miranda y Ernesto Martínez Lacalle. Administradores de “Tierra y Azul”. 28 y 32 años. Matrimonio. Residentes en la propiedad. Agentes: Ignacio Flores y Balduino Sevilla.

  • ¿ En qué relación se encuentran ustedes con “Tierra y Azul”? (Agente Sevilla)
  • Nosotros constamos como administradores, ya que de facto la finca y el negocio pertenecen a la familia Gabrez. (Ernesto Martínez Lacalle)
  • ¿Desde hace cuánto tiempo? (Agente Flores)
  • ¿Cómo dice joven? (Martínez Lacalle)
  • El Sr. Agente quiere saber el tiempo que llevamos ocupándonos del negocio, Ernesto. (Herminia López de Miranda. Su marido la mira alzando las cejas, apoya los codos sobre la mesa y cruza los dedos de las manos entre si. Sopesa su respuesta. Expulsa un buche de aire. Regresa al Agente Flores)
  • El tiempo, joven, el tiempo es algo relativo, ahora no puedo recordar quién lo dijo, pero no falta a la verdad, aproximadamente diez años, no sabría decirle con exactitud. (Se quita las gafas. Su mujer asiente para confirmar el dato)
  • ¿Conocían ustedes de antes a los ahora desaparecidos? Es decir, les une a ellos algún grado de amistad o parentesco?. (Agente Sevilla)
  • No (Contestan los dos a la vez. Sin atisbo de titubeo o duda)
  • ¿Cuándo fue la última vez que les vieron? (Agente Flores)
  • A la hora de la cena, le di a uno de ellos una solución catarral, porque se sentía febril. (Herminia López de Miranda)
  • Perdón, qué dice que le suministró a quién? (Agente Flores. No parece haber entendido a la interrogada.  Herminia López tampoco parece entender a qué se refiere con su pregunta)
  • Mi Señora quiere decir que uno de ellos tenía mal cuerpo, y le suministramos algo para mejorar su estado (Ernesto Martinez Lacalle resuelve el malentendido)
  • ¿Qué le suministraron exactamente? (Agente Sevilla. Los interrogados se miran. Herminia López de Miranda contesta)
  • Son unas recetas de color blanco y rojo, bebibles en solución, saben ligeramente a naranja. (Herminia López de Miranda se explica ayudándose de las manos. Agentes Sevilla y Flores asienten)
  • ¿En qué momento tuvieron ustedes conocimiento de su desaparición?. (Agente Flores)
  • Al caer la tarde, Dora expresó su deseo de llamarles a ustedes, y obramos acorde (Ernesto Martínez Lacalle. Se quita las gafas y las limpia con una pulcra bayeta que saca de un bolsillo de su chaqueta. Mira hacia los agentes y achina los ojos. ) Un gran invento estas bayetitas, ahorran mucho en pañuelos a los cortos de vista como yo…cómo se llama ahora lo que padezco, Herminita?
  • Miopía y Astigmatismo, Ernesto (Herminia López de Miranda contesta solícita)
  • As-tig-ma-tis-mo , qué cosas verdad? (Ernesto Martínez Lacalle se vuelve a poner las gafas. Mira a los agentes alternativamente sin perder su amable sonrisa)
  • Sí, qué cosas (Herminia López de Miranda comenta)

Dora dedicó la mañana a recorrer la propiedad y visitar una por una las actividades ofertadas, con la esperanza de encontrar al grupo o al menos a alguno de sus integrantes, de vez en cuando regresaba a la tienda por si hubieran ido por alguna ruta alternativa, llegó un momento en que le dio la risa boba ya que dio en pensar que estaba haciendo honor al nombre que compartía con DoraDoraDora Exploradora, e incluso tatareó la cancioncilla de marras mientras subía hacia las terrazas del Dolce´Far´Niente. Dos hombres y dos mujeres tocaban la guitarra, sentados sobre mantas “Llevaba el vestido más triste de todo Madrid/guardaba en el bolso un pedazo de mar y un delfín/le dije al oído la noche que nos conocimos/que nos case el dj ahora mismo si dices que sí…”. Se sentó con ellos un rato, cantar le vino bien para relajarse un poco y olvidarse de lo que la ocupaba. Cantó un par de temas más con ellos, y después se despidió para continuar su búsqueda. Recorrió la parte del recinto que le quedaba por visitar, participo en una actividad consistente en rallar jabón y rellenar con él bolsitas de tela para dar olor en armarios o cómodas, hizo gimnasia sueca, asistió a un taller de factura de dulce de membrillo, y al mediodía ayudó a hacer una ensalada para veinte personas. Comió poco, le daba la impresión de que se le estaba formando un nudo en la boca del estómago, que no dejaba pasar ni agua. Entretuvo la tarde leyendo el periódico, y asistiendo sin interés a varias actividades de las que no guardaría recuerdo alguno, pendiente en todo momento de mirar a su alrededor con la esperanza de descubrirles entre la gente.

  • Herminia, creo que necesito vuestra ayuda- Encontró a Herminia en la recepción del hotel, ordenando los montoncitos de postales, al escuchar lo que le decía se acercó a Dora y le cogió con suavidad las manos, sin poder ocultar su sincera preocupación.
  • Por supuesto, qué te ocurre?- Quiso saber, Dora respiró hondo para evitar que las lágrimas le viniesen a los ojos, fruto de una mezcla de cansancio y ansiedad, pero no en la misma medida.
  • Les he buscado por todas partes, créeme que por todas, sólo me falta la ruta esa de los castillos pero no me atrevo sola, no están, no aparecen…y no se han llevado ni el móvil, ni la ropa ni nada, yo ya no sé…- Y sin poder aguantar más rompió a llorar, Herminia se unió a su tristeza y la abrazó con todo el cariño que pudo reunir, acariciándole la cabeza.
  • Criatura, criatura, no te preocupes, nosotros nos encargamos de todo- Susurró sin dejarla de su abrazo, en el que Dora por fin dejó fluir la angustia que llevaba atesorando todo el día.

Cinco no desaparecen si uno no quiere, eso lo tengo claro. Competencias. Diligencias. Quién desapareció, cuándo, dónde. Uno, vale, pero cinco ya pasa de castaño oscuro. Estaturas, pesos, edades, lugares de nacimiento, marcas corporales, enfermedades mentales. Sí, por supuesto, no dejamos nunca nada al azar, el azar en el casino, las cosas como son. Por la noche nunca se encuentra nada. Cuando desaparecieron fue por algo, alguna cosa habrán hecho. Esos seguro que fueron a donde no tenían que ir, hay gente muy terca. Mi hermana no tenía ganas de venir, y aquí estamos ahora. Helicópteros, batidas, qué grupo hace qué y dónde, Guardia Civil, Policía Nacional, Grupo de Desaparecidos, voluntarios. Aquí a mis espaldas se encuentra el Camping-Spa Tierra y Azul, que desde primeras horas de esta mañana se ha convertido en un hervidero de gente… Esperar. Buscar. Esperar.

  • ¿Tendríais algo en contra si os acompaño?- Dora se extrañó de escuchar su propia voz, desde que el dispositivo de búsqueda se había puesto en marcha, no había sido capaz de hablar, más allá de contestar a las preguntas iniciales, se había mantenido en un silencio cómodo, desde el que observaba el devenir de las cosas, siempre acompañada por Herminia y Ernesto, que la protegían cuan cancerberos de todo aquello ajeno a lo que importara en cada momento. También de las familias de los otros. Que tú no hayas notado nada. Pues muy profundo sueño tienes. Ella había llamado por teléfono a su hermano a Cádiz. Desde allí poco podía hacer. De vez en cuando él le enviaba un cómo estás.
  • Por supuesto, si te sientes con fuerzas..- El Agente Sevilla controlaba, junto con un compañero, el funcionamiento de unos walkie-talkies. Ella se encogió de hombros.
  • Es que no sé, a lo mejor veo algo que no se haya visto…o me viene a la cabeza algún detalle que haya olvidado..tú qué dices Herminia?- Herminia, siempre a su lado, pero en un discreto segundo plano, asintió con la cabeza.
  • Te vendrá bien, yo también iré- Dijo, y acercándose a ella le rodeó un hombro con el brazo, Dora casi sonrió.

No eran un grupo numeroso. Eran seis, a Dora, Herminia y el agente Sevilla, se les unieron un guía conocedor de la zona y dos voluntarios, según el plan recorrerían una de las denominadas “Rutas de los Castillos” hasta alcanzar el Castillo de Gabrez. A medida que iba avanzando, Dora notó que el hecho de salir de la propiedad le había liberado de mucha sensación de angustia, el viento, el ruido de sus botas al pisar las piedras de las pistas sin asfaltar, las nubes dispersas contra el cielo azul, la multitud de matices en los colores del paisaje, le hicieron olvidar por un instante el motivo de su paseo.

  • Podemos hacer pausa en “Hasta aquí llegué”, está justo a mitad de camino- Comentó Julián, el guía, señalando un punto ante ellos en la distancia, Dora no supo si era el momento adecuado para reírse, pero de todas formas lo hizo ante el nombre del lugar.
  • ¿“Hasta aquí llegué”? – Preguntó casi descreída, Julián sonrió.
  • Se conoce bajo ese nombre desde hace siglos, ahora lo verás y te explico- Dijo.

“Hasta aquí llegué” se encontraba a un lado de la pista que recorrían, justo en el punto en el que esta comenzaba a ascender hacia el Castillo de Gabrez, que desde allí ya era visible en la distancia. Consistía en una piedra grande y oval colocada sobre otras cuatro talladas de forma que se clavaran en el suelo, el conjunto estaba protegido por una valla metálica de cerca de tres metros de altura, y una placa anexa explicaba su historia.

  • Es un banco- Dijo Dora, sin entender muy bien la importancia que podía tener, Julián asintió.
  • Sí, pero no cualquier banco, es el primer banco del que hay datos, es decir, antes de este banco, no existían, ahora está protegido por esta valla para evitar vandalismo – Explicó, el grupo observó el banco de piedra en silencio, Dora seguía viendo sólo un sencillo banco de piedra, pero no le dio más vueltas, su cabeza no estaba para buscar explicaciones a más cosas de las que ya tenía que encontrar.- Y si os fijáis, tiene un grabado, se cree que es una especie de cama, pero todavía está en estudio- Continuó Julián, señalando algo que estaba grabado sobre la piedra, todos se acercaron a ver.
  • Parece las camas que anuncian los hoteles en los carteles de las autopistas – Dijo el agente Sevilla, Julián se colocó mejor las gafas y se acercó más a la valla.
  • Pues sí, algunos expertos incluso dicen que puede ser una letra, todavía no saben cuál…- Dudó, Dora y Herminia se miraron pero no dijeron nada, uno de los voluntarios sacó una foto con su móvil.

El Castillo de Gabrez se alzaba cuan magnífico e imponente gigante pedernal dominando el paisaje. La pista sin asfaltar desembocaba en un empinado camino de losas de piedra oscura, gastadas por los siglos y las inclemencias del tiempo, que llevaban hasta el portón de entrada, situado en lo alto del mismo. Dora alzó la vista hacia los torreones, almenas y murallas, y se sintió sumamente pequeña, para después dar en pensar en dónde habría encontrado aquella gente tanta piedra y, sobre todo, cómo las habían llevado hasta allí, suspiró hondo, ya que, de pronto, echó de menos a Gabriel, él lo hubiera sabido.

Las hojas del portón comenzaron a abrirse lentamente con un ruido hidráulico cuando el grupo todavía no había alcanzado ni la mitad de la subida, y un hombre joven en vaqueros, deportivas y sudadera azul salió a su encuentro.

  • Buenos Días, vosotros sois el grupo de búsqueda del cuadrante 4, yo soy Martín Gabrez, encantados de ayudar, seguidme, por favor- Se presentó, para después animarlos a seguirle cuesta arriba.

Lo que Dora esperaba encontrarse al atravesar la puerta de entrada, no correspondió en absoluto con lo que ella y los demás pudieron admirar. Entraron en una amplia estancia blanca de techos y paredes altos, culminadas estas por unas vidrieras de vivos colores que regalaban una agradable luz al vasto espacio, cuyos suelos de piedra estaban protegidos por dos alfombras y las paredes engalanadas por varios tapices de diferentes tamaños. Todo el grupo estaba mirando hacia las vidrieras sin poder salir de su asombro, cuando una voz proveniente de una escalera lateral les hizo volverse a la vez.

  • Buenos Días, bienvenidos a nuestra casa, siento mucho la ocasión que lo merece, pero estaremos encantado de colaborar en lo que sea necesario- Quien así les recibía era un hombre alto, de complexión ancha y pelo castaño ondulado, en vaqueros, camisa y una chaqueta de lana gris con ribetes verdes, que se acercó al grupo ofreciéndoles afectuosamente la mano. Por un momento fugaz Dora creyó reconocerlo, de algo le conocía, quizás, pero abandonó la idea tan rápido como había aparecido en su abrumada cabeza.- Mi nombre es Benito Gabrez, en qué puedo ayudarles?
  • Mi nombre es Balduino Sevilla, responsable del cuadrante cuatro, y, bueno, en el marco de la búsqueda, nos interesaría saber si las personas desaparecidas hubieran podido llegar hasta su propiedad- El agente Sevilla le hizo entrega de un dispositivo en el que Benito Gabrez y su hijo pudieron ver las fotos de las personas buscadas con solo deslizar el dedo por la pantalla, ambos negaron con la cabeza sin poder evitar un eco de pena en el gesto.
  • Lo sentimos, pero no los hemos visto- Dictaminó Benito Gabrez devolviéndole el dispositivo, el grupo aceptó la respuesta en silencio, que Gabrez evitó que se hiciera incómodo con una agradable propuesta- Ya que han subido hasta aquí, permítanme ofrecerles la posibilidad de conocer nuestra casa y de paso un refrigerio, que siempre es bueno para cuerpo y alma en estas circunstancias- Ofreció señalándoles la escalera por la que él había bajado antes.
  • Señor Gabrez, aprovechando la ocasión, si me permite, podría usted aclararnos los grabados de las vidrieras? Me consta existe abundante documentación, pero vistos ahora, con esta luz, verdaderamente impresionan..- Comentó el guía al tiempo que ya miraba hacia las cristaleras, Benito Gabrez asintió encantado.
  • La vidrieras son obra del Maestro Lefevre y su escuela, y cuentan la historia de la familia Gabrez, desde la llegada a esta tierra de Gabrez y los Caminantes, que como pueden observar, de ellos descienden la familia Viniego y la familia Benimont, unidas las tres por fuertes vínculos desde entonces..- Explicó señalando con el dedo las etapas de su narración, Dora siguió su explicación con atención, y volvió a tener la sensación de que de algo le conocía, pero no conseguía saber de dónde, en eso Herminia la cogió del brazo y le acarició la mano, regalándole su tranquilizadora sonrisa, y Dora también intentó sonreír, sin conseguirlo.- El castillo tardó cerca de dos siglos en ser construido, de ahí su mezcla de estilos, y siempre ha estado habitado, el padre de mi bisabuelo fue el que tuvo la idea de remodelar el interior, de forma que, exceptuando el patio y otras estancias que permanecieron intactas, podría decirse que es una vivienda normal de monumentales dimensiones, una casa dentro de un castillo, por así decirlo..- Continuó explicando Benito Gabrez, mientras el grupo hacía fotos y asentía admirado. Tras dar un par de detalles más sobre los tapices y las alfombras, les invitó a seguirle por la escalera al interior del castillo. Fueron obsequiados con un abundante aperitivo, servido en uno de los comedores, inundado de luz a través de lucernarios y decorado con una alegante y ecléctica mezcla de muebles antiguos con modernos.
  • De verdad no quieres nada? Aunque no sientas hambre has de comer, y siempre beber, aunque sea traguitos- Le susurró al oído Herminia a Dora, que se habían sentado una junto a la otra, al tiempo que le ofrecía un vaso de agua, Dora, que estaba entretenida admirando la altura a la que estaban los lucernarios, regresó a ella y por un momento no supo a qué se refería, sólo al ver el vaso cayó en la cuenta y aceptó beber un par de tragos, Herminia sonrió y le acarició la espalda con cariño. En eso estaban cuando, desde algún lugar, les llegó el eco de un coro de voces cantando.
  • Ah! El coro..hoy comienzan los ensayos, se me había olvidado completamente, en unas semanas tendrá lugar un encuentro de escolanías y varias de ellas ensayan aquí- Comentó Benito Gabrez, las voces se hicieron con la estancia el entonces en un canon envolvente, ante el que sólo cabía la posibilidad de cerrar los ojos y dejarse llevar.
  • Herminia..- Susurró Dora
  • Dime, Dora- Respondió de la misma forma Herminia.
  • Soy yo… o están cantando “Yellow Submarine”?-Preguntó Dora un tanto confundida, Herminia abrió mucho los ojos y parpadeó dos veces, luego sonrió con su dulzura habitual y le cogió la mano.
  • No, Dora querida, es un Cantar de Gesta después te digo el siglo..- Aclaró con suavidad, Dora alzó las cejas y asintió sorprendida, hubiera jurado que se trataba de de “Yellow Submarine”, suspiró casi hondo, claramente en su cabeza sólo había una nada muy confundida.

Después del aperitivo, el grupo se despidió de Benito y Martín Gabrez, quienes les desearon una pronta resolución del caso. Hicieron el camino que ya habían recorrido antes, pero en dirección contraria, Dora, del brazo de Herminia, en un momento miró hacia atrás para admirar de nuevo el castillo, y casi sonrió al dar en pensar que, tal vez, aquel era el “Castillo de Irás y No Volverás”, notó un nudo en la garganta, que logró deshacer apartando la vista del castillo, haciéndola navegar por el horizonte, al tiempo que aligeraba un poco el paso.

Toma de declaración de Dora Herrán Díaz. 30 años. Cónyuge de Gabriel Hernández Ledesma. Huésped en “Tierra y Azul” en el momento de los hechos. Agentes: Ignacio Flores y Balduino Sevilla.

La idea fue de Gabriel. Para hacer algo nuevo, todos juntos, porque por horarios u otras cosas no siempre coincide que podamos todos al mismo tiempo, y como esta vez cuadraba, pues nos pareció una buena forma de pasar el puente. Gabriel trabaja de conductor de autobús en la Compañía de Tranvías, ahora tiene la línea 6, que es la más larga, pero no le importa porque dice que es como hacer una ruta turística gratis, él siempre buscando el lado positivo de las cosas…en fin..que? sí, Gabriel es una persona muy positiva, le gustan los refranes, los cuentos antiguos, las películas de suspense, Los Beatles y cocinar potaje con tiempo y calma…cocinar en general….entre otras muchas cosas, así es él. Como en su momento no pudo estudiar una carrera, se matriculó en la Universidad a Distancia en Historia, va curso por año, como se solía decir antes, porque le encanta, por eso creo que eligió el lugar, por los castillos y esas cosas. Yo? Yo hice un grado administrativo, pero trabajo en hostelería, en el “ El Bar Bar”, empecé por horas, pero ahora soy fija y estoy muy contenta la verdad, buenos jefes y compañeros, no se puede decir de todas partes…Loles trabaja conmigo, si quieres saber dónde está algo pregúntale a Loles….es nuestra broma en el bar…y bueno… a través de ella conocí a Martín que es su marido, que trabaja de ordenanza en el Ayuntamiento. Benito es amigo de Gabriel desde el instituto, trabaja en el Centro Comercial, en la sección de caballero y Montse también, ella es “modista” que es como a ella le gusta llamarse, porque ya lo era su madre, y hace los arreglos necesarios en las prendas que la gente compra…también cose por encargo ella por su cuenta…pero no sé si eso debería decirlo..y bueno, hacemos pandilla, y nos llevamos muy bien. No entiendo la pregunta…si noté algo fuera de lo común, nunca había estado allí antes, así que todo era fuera de lo común para mi, no sé si me explico, y no pude disfrutarlo como debiera porque desde que me desperté el primer día y no les encontré, ya todo dejó de tener un sentido, quiero decir…todo es fuera de lo común. Herminia y Ernesto son mis Ángeles de la Guarda, sin ser yo demasiado creyente, dicho sea de paso, porque no me han dejado ni un momento, sobre todo Herminia, no sé que habría sido de mi sin ella estos días, y no, no les conocía de antes. El plan era empezar la estancia juntos, y disfrutar de las actividades, no había otro plan…ni creo que Gabriel lo tuviera y no me dijese nada…los otros? Tampoco, la verdad. Martín estaba muy acatarrado, a Benito no me lo imagino tomando la iniciativa para hacer una cosa así, en plan…vamos a desaparecer un rato, no es él así, y las chicas, la verdad es que tampoco.

Lo peor es no saber. No tener información, ni para bien ni para mal. Nada. Eso es lo peor. Me han dado algo para la ansiedad, disculpad si estoy lenta o así, pero a veces la situación me sobrepasa, y no sé qué es mejor, si dejar que me sobrepase y desesperarme, o tomarme la pastilla mágica y que todo me de igual. No lo sé. Lo peor es despertarme por las mañanas, y, por unos segundos creer que todo lo que ha pasado fue un sueño. Pero sólo son unos segundos. Después ya llega ella…quién? La realidad.

El tiempo pasa. Las noticias que un día fueron primera plana, desparecen de las páginas de los periódicos, los telediarios dedican sus espacios a otra actualidad, aquellos que una vez tuvieron algún interés, lo pierden, y los que dejaron de estar, siguen ausentes, a pesar de todo. El tiempo también pasó para Dora Herrán Díaz, rehízo su vida, se casó, tuvo hijos, cambió dos veces de continente, seis de casa, tres de trabajo, de talla, de corte de pelo, de tamaño de bolso y gustos culinarios. Hasta una tarde de abril, a eso de las seis, en la que alguien llamó al timbre, y ella abrió la puerta.

Por Herminia López de Miranda y Ernesto Martínez Lacalle no había pasado el tiempo, y a su gesto de sorpresa respondieron con la más bonita de sus sonrisas.

  • Dora, querida, ha llegado el momento de que sepas algo.

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