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ZigZag

22 lunes Dic 2025

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  • Còmo se le saca la tinta a un calamar?
  • Tù còrtalos en taquitos…
  • Y de què forman la tinta..esa es la cuestión..
  • Taquitos, te estoy diciendo
  • Hola gente!
  • Creìamos que no venìas..
  • Y por què no ìba a venir?
  • Cualquier cosa…
  • Los turrones no pueden ir con las almendras
  • Porque tù lo digas..
  • No lo digo yo, lo dice el sentido común…
  • Y con què los pongo?
  • Con los polvorones…
  • Para pelar las patatas usa ese cuchillito de ahì…
  • Y por què no este?
  • Porque parece que nos vas a pelar a nosotros, no las patatas..
  • Y vienes sola? No tienes novio todavía?
  • Pues mira sì, tengo novio..
  • Y quién es èl? A què dedica el tiempo libre?
  • Se llama Eusebio, dedica su tiempo libre a estar conmigo y es reportero de guerra…
  • Què fuerte!
  • Y por què no te lo has traído?
  • Tiene trabajo, pero quedamos en Fin de Año en Lübeck porque nos queda bien a los dos..
  • Està terrible Lübeck! Què peligro quedar allí…
  • Lübeck?
  • Sì, muere gente todos los días…
  • En serio?
  • Mira que si os cae un dron…terrible Lübeck..
  • Lübeck?
  • Y què se hace con la tinta entonces…
  • A mì no me chiringues…
  • Yo chiringo, tù chiringas, èl chiringa…
  • Ay no sè, pregùntale a mamà…
  • Y dónde le conociste? En una trinchera?
  • Nos conocimos en el Tempo2
  • Como Carolina Durante..
  • Quièn?
  • Que no me chiringues, te digo…mamà!
  • Yo un dìa de estos me voy y no vuelvo..
  • Pero hoy no, mamà, tampoco es plan…
  • Plan es el que te voy a dar yo, si no te apartas..
  • Va a venir Carolina…
  • Y esa quién es?
  • No comas pan que te hartas y después no comes lo que hay…
  • Y què hay?
  • Ay no sè, pregúntale a tu tìa….
  • Y no te da miedo que vaya a la guerra?
  • Èl no va a la guerra, èl cuenta lo que pasa en ella, que es distinto…
  • Pero allí tendrá que estar, digo yo, no lo hará en diferido…
  • Èl va de tranqui, y yo también…
  • Caiga quien caiga, cartucho al cañòn…
  • El dìa que encuentre yo las manoplas de horno, lo anunciarè en el periódico..
  • Que no me chiringues!
  • Tù te levantas te hoy, y dijiste, voy a manchar a alguien de tinta…
  • Deja de comer pan…
  • Sabe disparar?
  • Quièn?
  • Tu novio el reportero…
  • Su cámara sì, supongo…
  • Pase lo que pase hay que huir en zig-zag..
  • Y de què vas a huir tù, si puede saberse?
  • Y en zig-zag..
  • Idos todos y dejadme sola con los calamares, os lo pido por favor..
  • Falta la silla de Carolina..
  • Y esa quién es?
  • Id sacando el champàn, que se vaya atemperando
  • A quien hay que atemperar es a tì…
  • Nos vas a dejar sin pan…
  • “No chiringues” quedarìa genial en una camiseta…
  • Te acaba de quedar la cabeza hueca…
  • Correr en zig-zag es complicadísimo…
  • Tu lo has hecho alguna vez?
  • No, pero sólo de pensarlo…
  • Supongo que si te están disparando, pues corres como sea…
  • Pero no en zig-zag..
  • Va a traer Carolina màs pan?

Os deseo a todos una muy Feliz Navidad!

Reset

16 sábado Ago 2025

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Es raro. Ayer estábamos en casa. En la que hasta ayer era nuestra casa. Y hoy estamos aquí. En la que a partir de hoy será nuestro hogar. Hogar. Esa es la palabra que usaron. Hogar. También tenemos nuevos nombres en los pasaportes. En realidad son los mismos, pero cambiados de orden y eliminando el que antes era el primer apellido, lo que hace nuestras señas de identidad más comunes. Ahora, según mi pasaporte, me llamo María Benítez López. Le pregunté al Chat cuánta gente hay con ese nombre en el mundo. Aproximadamente cien millones de personas. No me importa. Nunca me ha gustado ser el centro de atención.

La casa nueva no es tan grande como la anterior. Pero tiene piscina y mucho terreno. Al parecer aquí nieva. La que ahora se llama, según su pasaporte, Josefina, hubiese querido que nos enviasen a un sitio de calor. Como el que estábamos. Pero no. Lleva enfadada desde que le quitaron el móvil. Ya se le pasará. El que ahora se llama, según su pasaporte, Pedro, es feliz. Le han regalado un camión enorme tipo trailer cargado de coches pequeñitos, y se pasa las horas jugando a cargarlos y descargarlos, montando historias de persecuciones. Yo creo que ya se olvidó. O se acuerda menos.

Las personas que ahora se van a hacer cargo de nosotros, se llaman Karen y Steve. No sé si son sus nombres reales, pero sus nombres concuerdan con su aspecto. Al parecer ella no trabaja y él tiene una empresa de publicidad. He decidido no hacer preguntas. Tomo las cosas según vienen. Todavía no vamos a ir al colegio. Algo bueno tenía que salir de todo esto. Mi habitación tiene como ventana un lucernario perfectamente cuadrado. La de Josefina también. Tampoco eso le hizo gracia. Yo creo que lo mejor que pueden hacer Karen y Steve es pedirle dos menús completos de McDonalds con doble de patatas y Milkshake de fresa. Después siempre está encantada de la vida. Me pregunto si aquí habrá MacDonalds, no vi ninguna M amarilla en el trayecto en coche desde el aeropuerto.

Tenemos perro y gato. Kor y Bluf. Kor es un BorderCollie que lo primero que hizo fue poner su cabeza en mi regazo en cuanto me senté. Kor sabe cosas. A Bluf le intuimos.

Según parece tenemos vecinos. Pero las casas quedan alejadas. Una tal Patricia vino a hablar con nosotros, e interesarse por como nos iba. Supongo que será una psicóloga, pero no nos lo dicen para que hablemos con ella. Yo sólo le hablo a Kor. Que sabe cosas. A Patricia le digo lo que quiere oír. Josefina responde con monosílabos. Pedro pinta cuadros de aviones y ballenas.

Tenemos una televisión tan grande como una pantalla de cine. Si en algo estamos de acuerdo Josefina y yo es en seguir viendo “Arrecifes de ambición”. Yo creo que GaelFernando es el amante secreto de Florita, Josefina está convencida de que él a quien realmente quiere es a Claudette.

Tengo un caballo. Se llama Allende. No sé de qué me suena el nombre, en algún lugar lo leí. El de Josefina se llama DoorToAbyssII. No sé quién les pone los nombres a los caballos, pero debe estar muy aburrido. El de Pedro es un ponny. Y él le llama Ponny. Supongo que tendrá otro nombre, tipo PuertaNúmeroDos,o algo así. Pero Ponny se va a quedar. Me gusta salir a montar, a veces viene Josefina, otras no, pero nunca voy sola. Karen me acompaña. Ya tenemos nuestra rutina, y la necesito para tener orden en mi cabeza. Para mirar hacia delante y no hacia atrás. Supongo que eso me lo dijo Patricia, y me gustó.

Josefina quiere volver a tener móvil. Pero no nos dejan. Así que le preguntamos todo al dispositivo que hay en la cocina. Hace de todo, menos llamar por teléfono o enviar mensajes de cualquier tipo. Por supuesto Josefina ya lo intentó. Karen nos explico que, tal como nos habíamos habituado a nuestros nuevos nombres, también nos teníamos que habituar a que todos aquellos que poblaban nuestras redes ya no están. No es que hayan muerto, o algo así, pero para nosotras sí. Y eso Josefina lo lleva mal. Yo no. Yo sólo veía TikTok. Ella tenía un par de crushes por ahí. Yo supongo que, en cuanto volvamos a visitar algún colegio, tendrá otros. Pero hasta ese momento, tendremos que aguantar sus humores.

Karen ha encontrado el sendero al centro del sistema de Josefina. Hoy nos hemos pasado toda la tarde comprando online ropa, accesorios y todo lo que se nos ocurriese que pudiésemos o no necesitar. Nos reímos mucho. Y nos hizo bien. No sé si alguna vez me pondré una balaclava de lentejuelas multicolor forrada de borreguillo lila, o un peto vaquero de color verde, pero ha merecido la pena el buen rato que pasé haciendo el pedido. Después hicimos pizzas y vimos una película de esas que acaban bien.

El colegio al que vamos a ir no tiene uniforme y es mixto. Steve y Karen nos llevarán cada mañana, y nos recogerán cuando finalicen las clases. Al parecer hay un autobús, pero nuestra casa no está en la ruta, o al menos así nos lo han explicado. He de admitir que estoy nerviosa, ya me había acostumbrado a estar en casa, sin hacer nada en especial aparte de montar, ver la tele y comer rico. Josefina ha preparado tres outfits distintos, y no se decide, así vacía su armario una y otra vez, para añadir o quitar algo de los conjuntos. Pedro se pasea por casa con su nueva mochilita. Cada uno está nervioso a su manera.

Nuestro nuevo colegio está dentro de un edificio que parece una mansión de las que aparecen en las series inglesas que tanto le gustan a Karen. Y está literalmente en medio de ninguna parte. Como yo. De alguna forma. Está rodeado de campos y pistas de todo tipo de deportes. Nos recibieron dos señoras muy amables, acompañadas de dos niñas. Viola y Sierra. Ellas van a ser nuestras madrinas. Viola está en mi curso, Sierra en el de Josefina. Viola me cogió de la mano antes de entrar en el edificio, y en ese momento supe que nunca, pasase lo que pasase, nos volveríamos a soltar.

Una vez llegamos a la que sería mi clase, fui recibida como supongo que se recibe a los jefes de estado. Y casi quise llorar. Pero, como siempre, no pude. La Sra. Auchinclos, me pidió que me presentase al grupo. Y yo lo hice.

Mi nombre es María Benítez López. Tengo doce años. Mi perro se llama Kor , mi gato Bluf y mi caballo Allende. Tengo dos hermanos, Josefina y Pedro. Mi comida favorita es la pizza y no me gusta la CocaCola.

Lo que no les dije es que sé cosas. Demasiadas. Y por eso estoy aquí.

Operación Henry

15 martes Jul 2025

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Irving, Eufrasio e Isabel lograron avanzar los metros que les separaban del rincón, en el que se protegían de las ráfagas aleatorias que perforaban las paredes a su alrededor, del pasillo ciego que llevaba a la escalera de servicio C. Rápido, agachados y casi en cuclillas, recorrieron la corta distancia, hasta la pared del fondo, sólo iluminada por la temblorosa luz anaranjada de la señal de salida de emergencia.

  • Y ahora qué?
  • Bajar no es una opción…
  • Hasta la azotea son seis pisos…
  • Podemos pasar al edificio de al lado
  • Yo soy muy mala saltando
  • Se puede pasar sin problemas, hay escaleras, Glen me dijo que una vez habían pasado un piano…
  • Un piano?
  • Sí, lo subieron por la fachada hasta la azotea y …
  • En serio?
  • Bueno gente, da igual, subimos entonces?

Una explosión hizo temblar el edificio y les cubrió de arenilla.

  • Ahora o nunca…
  • Mamá
  • ….
  • Mamá!
  • Qué pasa?
  • Túsabesdóndeestáelpantalóndedeporteazulesquelonecesitoparaentrenarynoloencuentroyseacabaronlosyogurestunosabrássilastiritassedespeganconelsudor?
  • Cómo dices? Yogures hay..
  • QuesisudoalomejorlatiritasecaeymeduelemogollónyyoguresnohaymecomíyolosúltimosRosalindesemudaaCopenague
  • A ver, creo que el azul está a lavar, pero tienes el negro, qué pasa en Copenague?

Subieron la escalera en fila india, tratando de mantenerse lo más pegados posible a la pared y avanzando dos escalones de vez para ganar tiempo al horror que les perseguía. Dos explosiones más les hicieron detenerse por un instante, y les dieron alas para subir más rápido los escalones. A dos pisos de su objetivo, varias puertas de emergencia a distintas alturas, se abrieron de golpe, y un tumulto de gritos envueltos en ráfagas disparadas desde todo tipo de arma tomó la escalera.

  • Son los unos o los otros?!
  • No lo sé! No vamos a parar a preguntarles!
  • 234,236,238,240…arriba, gente, arriba…
  • Nos alcanzan ya!
  • Irving Washington no muere en esta escalera por sus cojones! Arrancad cada uno uno!

Cada uno de ellos arrancó un extintor de la pared, a la orden de Irving desactivaron el seguro, apretaron con fuerza el mecanismo para liberar la espuma, y con toda la furia que pudieron reunir los lanzaron por el hueco de la escalera contra las barandillas, provocando que…

  • Mamá!
  • Ay!
  • Qué te pasa?
  • Qué susto!
  • Mamá..
  • Qué
  • TúteacuerdasdóndepuseelexámendedibujoaqueldelaspirámidesporqunecesitoentregarlofirmadoyyonosabíaquehabíaqueentregarlofirmadoNADIEsabíaquehabíaqueentrgarlofirmadoynosédóndestáyLouloucelebracumpleyquieroregarlealgomedasdinero?
  • Qué pirámides?

Eufrasio recogió el rostro de Isabel entre sus manos, y le secó las lágrimas que brotaban de sus ojos cuan rio con los pulgares, tratando de no derramar las suyas y dibujar algo parecido a una sonrisa, fabricando así una burbuja que les aislara de todo lo que pasaba en aquel momento a su alrededor, un pequeño mundo de dos.

  • No me quiero ir Frasio
  • Tienes que irte Bel, es la única solución
  • Dime que me buscarás
  • Yo siempre estaré ahí, Bel, aunque tú no me veas..
  • Pero yo te quiero ver..
  • Recuerda que siempre nos quedará Corrubedo..
  • Siempre..
  • Siempre…
  • Mamá…estás llorando?
  • Yo? No..por?
  • Es que parecía que estabas teniendo un dolor o algo..
  • Tú sabes dónde está Corrubedo?
  • Corrubedo? Creo que es un sitio donde hay unas dunas increíbles, y se mueven al parecer, a ver por qué no rodaron allí la película esa de TimotéShalamé, Loulou tiene un crush total con TimotéShalamé y yo ni flores claro empezando por el pelo, porque a mí una melena de rizos me queda para darme una del revés, no sé si me entiendes, pero la peli está bien, arena la que quieras…
  • Ya..ay qué tontería..

Un sitio bonito

08 sábado Mar 2025

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Dora nunca había sido de camping. Pero lo que Gabriel les había descrito no parecía un camping al uso, así que no tuvo nada en contra. Además siempre era interesante cambiar la cómoda rutina del fin de semana por algo nuevo, y no irían solos, no que la compañía de Gabriel le resultase ya cansina después de tantos años de convivencia o que la química entre ambos se hubiese extinguido, simplemente ellos eran una pareja que disfrutaba de la compañía de sus amigos y solían hacer planes con ellos con relativa frecuencia. Se trataba de otras dos parejas, conformadas por Martín y Loles, y Benito con Montse, cuya amistad se había labrado gracias a ese simple conglomerado formado por trabajo, cercanía domiciliaria y gustos similares. Para llegar hasta el lugar donde se encontraba el camping, habían alquilado entre todos un monovolumen, en el que cargaron las pocas cosas que debían llevar, ya que una de las características del camping era que les suministraría todo lo que necesitasen para su estancia, incluida ropa adecuada para las distintas actividades a las que se hubieran apuntado.

  • La “Ruta de los Castillos” suena bien, al parecer están todos todavía habitados- Comentó Benito mientras leía en su móvil la información dada en la página web de la empresa propietaria.
  • No me quiero ni imaginar lo que debe costar eso en calefacción..- Anotó Montse ampliando las fotos en su pantalla.
  • Yo creo que me voy a animar a asistir a algún taller, este de collares suena bien, relajante..- Decidió Loles mostrándole las fotos a su marido Martín, quien, antes de poder contestar se vio sorprendido por una serie de estornudos muy seguidos.
  • Empezamos bien, el catarrito de los cojones, además se me olvidó comprar el antigripal, y parece que me empieza a doler un poco la garganta…- Se quejó, para después sonarse en un pañuelo de papel. Gabriel, que conducía, le miró por el espejo retrovisor.
  • Seguro que allí algo tienen, y si no nos acercamos al pueblo y listo
  • Qué pueblo? Llevamos kilómetros sin ver uno, me da a mí que va a estar en medio de la nada- Dictaminó Dora, Gabriel sonrió.
  • En el quinto coño de la Bernarda- Supuso, Dora se rio y negó con la cabeza.
  • Tú y tus frases..- Musitó sin tomarle en serio.
  • Pues va a tener razón, fíjate tú, porque cerca hay un paraje que se llama Labernarda, todo junto, cerca de uno de los castillos- Explicó Benito, Gabriel soltó una carcajada y miró fugazmente a Dora.
  • Ves? Todo cuadra- Dora, sin perder la sonrisa, volvió a negar con la cabeza, perdiendo después su mirada en el paisaje que atravesaban.

Al Camping-Spa Tierra y Azul se accedía por el portalón  a una antigua vaquería, reconvertida en hotel y restaurante. Aparcaron el coche en una de las plazas de la explanada asfaltada en uno de los laterales del edificio, y, admirando ya la vistas, entraron en el hotel, un edificio de dos plantas de piedra y madera, con tejado a dos aguas, que no había perdido en la remodelación su alma de vaquería.

  • Por fuera engaña, parece más pequeño..- Comentó Benito al tiempo que admiraba las vigas que cruzaban los altos techos, la recepción era una mesa de madera maciza y oscura, de varios metros de largo, sobre la que había dos jarrones con flores silvestres y montoncitos de postales a la venta.
  • Y cuánta luz..- Advirtió Loles.
  • Bienvenidos a Tierra y Azul, yo soy Herminia- Quien así los saludaba era una mujer joven, de pelo castaño oscuro recogido en una trenza, y ojos negros, con un rostro de tez blanca y facciones pequeñas, en el que se dibujaba una dulce sonrisa.
  • Hola, nosotros somos el grupo a nombre de Gabriel Hernández Ledesma..- Se presentó Gabriel, acercándose a ella dispuesto a mostrarle la reserva en su móvil, Herminia miró fugazmente la pantalla sin perder la sonrisa y asintió, para luego desbloquear un Ipad que llevaba bajo el brazo y deslizar sus dedos sobre la pantalla.
  • Perfecto, todo en orden, seguidme por favor, y por el camino os voy explicando la filosofía de Tierra y Azul- y con un grácil movimiento de mano, les indicó el fondo del amplio recibidor en el que se adivinaba una gran puerta. El grupo la siguió, admirando a su paso la cuidada y sencilla decoración, así como la amplitud de las estancias que recorrían. Herminia les guio hasta una puerta de doble hoja de madera y cristal, que daba paso a una terraza que se abría a un vasto paisaje de prados pulcramente cuidados, sobre los que se distinguían muretes de piedra, zonas en terraza con mesas y sillas, y carpas bajo las que pequeños grupos de gente parecía realizar alguna actividad con un instructor- Desde aquí podéis haceros una idea de lo que os espera en Tierra y Azul, como veis podréis disfrutar de espacio y libertad de movimientos, y por supuesto apuntaros a las actividades que deseéis, no tenemos plazos ni número de participantes, las actividades están listadas en la página según horario y lugar de celebración, si no me equivoco vosotros os quedáis todo el puente, en total cinco días, así que tendréis tiempo de probarlas casi todas, ahora bajamos por aquí y os acompaño a vuestra tienda- El grupo la siguió por un sendero de piedra que cruzaba un prado sobre el que siete personas en ese momento hacía Tai Chi, Dora les observó mientras avanzaba y pensó que definitivamente eso sería una actividad en su lista. Siguieron a Herminia hasta un amplio claro entre encinas, en el que había montadas en círculo seis amplias tiendas tipi de lona beis.
  • Caray, en los videos parecían más pequeñas…- Comentó Gabriel, admirando la altura de las tiendas, Benito se fijó en la calidad de la lona.
  • El material es totalmente resistente al agua y al frío, ahora os enseño el interior de la vuestra- Explicó Herminia, invitándoles a seguirle al interior de una de ellas. El grupo no pudo evitar soltar una exclamación al unísono al ver el equipamiento y cuidada decoración del que iba a ser su alojamiento durante los días siguientes: una superficie circular de suelo de rafia que acababa a una altura aproximada de tres metros con los troncos colocados de forma que la estructura se mantuviera firme y tensa. El centro del tipi lo ocupaban seis colchonetas colocadas en círculo alrededor de una moderna estufa de calor azul redonda, sobre cada una de las colchonetas había un saco de dormir, un conjunto de ropa abrigosa de noche y babuchas forradas de borreguillo.
  • Es increíble…- Alcanzó a decir Loles, para después hacer una foto del conjunto, Montse la imitó.
  • La estufa cómo funciona?- Quiso saber Dora.
  • Es una estufa de calor azul, sin humos ni riesgos, aquí tiene un regulador del calor y podéis ponerlo a la altura que queráis- Explicó Herminia mostrándole cómo se hacía.- En esos arcones de madera podéis meter vuestras cosas, tienen llave para más seguridad cuando no estéis en el tipi, aquí la tenéis, es una llave maestra, una abre todos- Y se la entregó a Dora, quien se la metió en el bolsillo del pantalón.

Después les mostró los servicios, que estaban situados a pocos metros de los tipis, en un bungalow de troncos entre las encinas, que en su interior escondía seis baños completos, cada uno para su tipi correspondiente. Herminia les hizo entrega de seis tarjetas con las que podrían abrir la puerta.

  • Estoy alucinando, en serio, por fuera parece todo más pequeño, y luego dentro flipas con el espacio…- Comentó Gabriel.
  • Y la luz, hay mucha luz…- Anotó Loles.
  • Siguiendo el mismo sendero por el que hemos venido, pero torciendo después de las encinas hacia la derecha llegamos a La Cuadra, bueno lo que en tiempos fue la cuadra- Se explicó Herminia instándoles a seguirla- y allí tenéis servicio de restaurante de seis de la mañana a once de la noche, normalmente hacemos una cena conjunta, pero eso ya lo veréis, es realmente emocionante.

La Cuadra era un edificio de una sola planta en forma de U, en el centro de la cual se extendían mesas y bancos de madera en los que algunas personas ya estaban tomando algún aperitivo, el interior les descubrió una más que espaciosa moderna cocina a la vista que se abría a un ecléctico comedor en el que no había dos mesas iguales, ni en forma, color o tamaño, lo mismo ocurría con las sillas. Uno de los laterales lo conformaba, en toda su longitud, una mesa-buffet con todo tipo de viandas y bebidas, frías y calientes.

  • Bueno, pues esto es Tierra y Azul, si tuvierais alguna pregunta aquí estaremos para responderla- Dijo Herminia regalándoles de nuevo su bonita sonrisa.
  • Muchas Gracias, ya me está encantando y todavía no hemos hecho nada…- Rio Gabriel mientras miraba a su alrededor.
  • Vamos a por las cosas al coche entonces- Comentó Benito, Martín iba a decir algo pero de nuevo un ataque de estornudos se lo impidió.
  • Casi se me olvida, no tendréis Ibuprofeno por ahí?, este hombre viene un poco perjudicado- Bromeó Loles entregándole un Kleenex a su marido, quien negó con la cabeza justo antes de volver a estornudar. Herminia ladeó la cabeza, y su rostro se entristeció al tiempo que entrelazaba las manos.
  • Un mal catarro…- Musitó, el grupo hizo comentarios indistintos al respecto entre bromas, ella suspiró y recuperó su sonrisa, aunque algo más leve.- Por supuesto, os lo traigo enseguida…y bueno, yo me voy ahora, nos vemos más tarde- Y sin más se alejó, abandonando el restaurante por la cocina.
  • Es un poco rara la chica esta- Comentó Loles, Montse hizo una foto del artesonado del techo.
  • Tiene cara de foto antigua, pero debe ser un encanto “mal catarro” lo decía mi abuela- Dijo mientras hacía una foto de una silla en forma de seta.
  • No sé vosotros pero a mi me ha entrado hambre, y todo esto tiene una pinta tremenda- Dijo Dora, que se había acercado con Gabriel al buffet.
  • Unas tapitas no vendrían mal- Apuntó él, tentado a coger una aceituna.
  • Vamos al coche por las cosas?- Insistió Benito.

Una vez hubieron llevado las cosas a la tienda, regresaron a La Cuadra a tomar algo del buffet. Después recorrieron paseando parte del complejo, haciendo fotos del paisaje e interesándose por los distintas actividades al aire libre. Tai Chi, Pilates, Talleres de Alfarería, Talleres de Papirofléxia, Ceremonia del Te, Telares, Factura de Alfombras, Gimnasia Sueca, Danza Experimental, Fabricación de Instrumentos, Crear un Dedal, Contar Pájaros y Fabricar sus Comederos, Canto Gregoriano y el Dolce’Far’Niente actividad esta última que llamó la atención de Gabriel, ya que era una frase que él solía decir muy a menudo, al considerar esa la mejor manera para pasar el tiempo libre, y que consistía en tumbarse en unas camas tipo chill-out redondas con apariencia de huevo a observar el paisaje desde una de las terrazas altas del terreno.

  • Yo no sé vosotros, pero a mí me parece todo casi irreal, como hecho a propósito- Comentó Dora mientras se dirigían de nuevo a La Cuadra.
  • Tengo que preguntar si tienen abonos o carnets de socio o algo, porque es como para quedarse a vivir- Rio Montse, Benito la miró escéptico.
  • Bueno, esto a la larga supongo que cansa, vamos digo yo…
  • Ya hombre, es un decir, pero pienso probar todo lo que pueda..
  • Hasta parece que respiro mejor y todo, si no fuera por el dolor de garganta..- Se quejó Martín.
  • La chica dijo que te traería un paracetamol, seguro que ahora la vemos- Recordó Loles.
  • Parece que todo el mundo ha tenido la misma idea, todos van hacia el restaurante- Indicó Gabriel señalando hacia los grupos de gente que, como ellos, se dirigían por los innumerables senderos hacia La Cuadra, que ahora, al atardecer, sembrada de luminarias, brillaba cálida y acogedora.

Decidieron sentarse en el interior, donde un grupo de músicos preparaba sus instrumentos en uno de los laterales.

  • Parece que nos van a amenizar la cena- Dijo Loles
  • Si os digo la verdad, hoy no estoy para discoteques, pero mañana no te digo que no- Comentó Montse, los otros se unieron a su opinión con gestos de cabeza.
  • Parece que no, pero tanto paseíto, después de las horas de coche, se nota en las piernas- Se quejó Dora, Benito consultó su móvil.
  • Este Señor dice que hoy he caminado 4250 pasos, y que he gastado 300 calorías..- Leyó, Montse consultó el suyo.
  • Pues has caminado en otro lugar cari, porque no me he separado de ti y yo al parecer sólo he caminado 2250 pasos- Dijo mostrándole la pantalla.
  • Supongo que depende de la zancada- Se atrevió a decir Martín.
  • Y si llevas “Botas de siete leguas”- Dijo Gabriel, lo que provocó la risa del grupo. En eso estaban cuando Herminia se acercó a la mesa, llevando una cajita en la mano.
  • Buenas Tardes, como lo prometido es deuda, aquí te traigo el Frenadol- Saludó, entregándoselo a Martín, que se lo agradeció de todo corazón- En breve comenzarán a tocar algo para animar la cena, y después habrá un Café Cantante si queréis quedaros un rato- Explicó refiriéndose a los músicos que probaban ya los instrumentos.
  • Seguramente nos vayamos pronto a dormir, para tener energía para mañana- Dijo Gabriel, Herminia suspiró sin perder la sonrisa.
  • Por supuesto, en seguida vienen a pediros la comanda, hoy podréis elegir entre pollo asado con guarnición y patatas, y pastel de verduras con revuelto de champiñones, los postres podéis elegirlos vosotros mismos en el buffet- Enumeró señalando con su grácil gesto la mesa del fondo, e iba a decirles algo más, cuando otra persona se acercó a la mesa, era un hombre alto, de pelo rubio lacio algo largo y gafas de pasta negras cuya graduación agrandaba exageradamente sus ojos azules, vestía una camisa blanca, vaqueros y botas de caña baja de piel negra. Cuando llegó a la altura de Herminia la besó en la frente, y ella le cogió del brazo.
  • Buenas Noches los Señores, permitidme que me presente, yo soy Ernesto Martínez Lacalle, gerente del establecimiento- Se presentó, repartiendo un saludo general con un gesto de cabeza- Mi señora ya os habrá puesto al corriente de todo.
  • Estamos encantados, deseando descubrir todo mañana- Dijo Gabriel, Ernesto asintió con la cabeza.
  • Una pregunta- Se atrevió Benito- Esos tres castillos que aparecen en la página web, se pueden visitar? O al ser privados no se puede..
  • Se pueden visitar, existen horas de visita estipuladas, tenemos panfletos informativos- Explicó Ernesto.
  • Entonces, es verdad, viven familias en ellos- Se sorprendió Montse, Ernesto sonrió.
  • Sí, las familias Gabrez, Viniego y Benimont, con profundas raíces en la zona- Enumeró extendiendo las manos ante él, como quien expande una red.
  • Y alguno de ellos es el “Castillo de Irás y no Volverás”?- Bromeó Gabriel, el grupo rio su ocurrencia, Ernesto levantó las cejas por encima del borde de las gafas y sonrió casi enigmático.
  • Eso nunca se sabe, Gabriel, nunca se sabe- Deslizó, en eso se acercó una camarera para anotar lo que el grupo quería cenar.
  • Os dejamos cenar, para cualquier cosa siempre estamos aquí- Dijo Herminia.
  • En verdad, siempre…porque cuánto tiempo llevamos ya? Una eternidad por lo menos- Apuntó Ernesto, Herminia le miró y le sonrió al tiempo que le colocaba bien las gafas.
  • Tres, Ernesto, ya tres eternidades- Casi susurró, Ernesto asintió dándole la razón.
  • Lo dicho, siempre aquí para atenderos, os dejamos disfrutar de la velada- Y sin más se alejaron hacia la cocina cogidos del brazo.
  • No sé vosotros, pero a mí esta gente me parece muy rara…- Comentó Loles una vez la camarera hubo anotado el pedido y se fue.
  • Ahora que lo dices, un poco sí…- Admitió Benito.
  • Por?- Quiso saber Dora.
  • Mujer…”Café cantante”…- Anotó Loles.
  • O cuando dijo que era “el gerente del establecimiento”. No sé, “el que lleva el cotarro”, “el que está en tó”…- Continuó Benito- Y no sé de que me suena Martínez Lacalle, de algo pero no lo sitúo…no hay una calle? No sé…
  • Lo que está claro es que esto a la larga cansa, porque hablan en “eternidades”- Comentó Martín, Gabriel se encogió de hombros.
  • Lo que tengo claro es que a los castillos voy fijo- Sentenció.
  • Por si son de “Irás y no volverás”?-Preguntó Dora, dándole un codazo cariñoso, Gabriel rio e imitó el gesto con los ojos que antes había hecho Ernesto.
  • Nunca se sabe, Dora, nunca se sabe.

Después de cenar se dirigieron a su tienda, dejando atrás un animado ambiente en La Cuadra. Donde el grupo de músicos hacía ya bailar a los clientes a ritmo de swing.

Gabriel se encargó de encender la calefacción, y entre risas se vistieron con la ropa de noche que les habían dispuesto sobre los sacos de dormir, consistente en un dos piezas de algodón gris. Para recordar la ocasión se hicieron varios selfies en diferentes poses y formaciones. Después apagaron la luz, y cada uno ocupó su saco. No tardaron en quedarse dormidos.

Dora se despertó por si misma y sin esfuerzo alguno. Tuvo la sensación de haber dormido profunda y tranquilamente durante tantas horas que no había resquicio de pereza o cansancio en ella. Se incorporó todavía metida en su saco, dispuesta a darles los Buenos Días al resto, pero se encontró sola en la tienda. Los sacos dispuestos en círculo a su alrededor estaban vacíos. Se sentó mejor, para fijarse con más atención, pero sólo pudo confirmar lo evidente, que los demás no estaban. Lo primero que pensó fue que la habían visto tan dormida que les había dado pena despertarla, y se habían marchado a desayunar sin ella. Pero pronto abandonó esa idea. Al fijarse en la ropa de cada uno de ellos, pulcramente doblada la noche anterior sobre uno de los bancos, y en los zapatos colocados en fila. Se pasó las manos por el rostro, y le dio la risa. Se habían marchado sin ella, en pijama y descalzos. Se puso en pie. También sin móviles. Estaban todos sobre la caja autónoma de carga. Cogió el suyo y consultó la hora. Eran sólo las ocho de la mañana. Suspiró, sin poder explicarse que hubieran madrugado tanto. Abrió la cremallera de la tienda, y se asomó al exterior, por si se les hubiera dado por sentarse fuera a tan temprana hora. Pero el exterior estaba desierto. Todavía dormido en la niebla.

Buscó una muda de ropa en la bolsa de viaje que había traído, y salió hacia el bungalow de las duchas. Tampoco estaban allí. Tras la ducha volvió a la tienda a dejar el neceser y el pijama. Y no supo qué hacer. Si quedarse a esperarles o salir en su busca. Se decidió por lo segundo, ya que a lo mejor estaban ya en La Cuadra desayunando, pues qué bien, y a mí no se me avisa siquiera, oye Dora ven a desayunar, por muy dormida que estuviese. En fin.

  • ¿A tí también te desveló el buho?- La voz de hombre vino desde su izquierda, y la hizo dar un respingo del susto, a ambos les dio la risa.- Siento el susto, llevo despierto desde las cinco- Quien así se explicaba era el hombre que ocupaba la tienda casi contigua a la suya, todavía en pijama, sentado en una silla de lona y fumado un pitillo. Dora, sorprendida, automáticamente miró hacia las copas de las encinas cercanas.
  • Pues no…dormí del tirón, un buho dices?- Preguntó achinando los ojos, para intentar ver algo entre las ramas.
  • Ya se ha debido de ir el tío. Pero qué varas…mi mujer ni flores. Como un tronco, ahí sigue…vas a desayunar? bueno, perdona. Soy Amadeo- Se presentó alzando el pitillo a modo de saludo.
  • Yo soy Dora, sí voy hacia La Cuadra..tú no habrás visto a un grupo de gente salir de nuestra tienda?- Preguntó, Amadeo dibujó un gesto  de sincera ignorancia en su rostro y se encogió de hombros.
  • No, lo siento, acabo de sentarme hace cinco minutos, antes todavía hacía demasiada rasca- Se disculpó.
  • Gracias, pues nada me voy que a lo mejor ya están desayunando, nos vemos luego- Se despidió Dora, para después dirigirse al camino que llevaba a La Cuadra. Volvió  a pasar por el lugar en el que un grupo de personas hacía ya Tai-Chi, les observó mientras avanzaba, todos moviéndose a la par, como a cámara lenta, y se descubrió volviendo a plantearse la inscripción en el grupo, pero primero desayunar y encontrar a los otros, o al revés, da igual. Se arrepintió de no haber cogido una chaqueta.

La cuadra le recibió acogedora, decorada con las risas y animadas conversaciones de varias mesas que ya disfrutaban del desayuno. Recorrió con la mirada el local, y se adentró hasta el fondo, pero su grupo no estaba allí. Sintió un ligero punto de angustia, una especie de eco, que desapareció después de que hubo respirado hondo dos veces.

  • Buenos Días Dora- La voz amable de Herminia le sacó de sus pensamientos, su sonrisa le hizo sonreír también.
  • Buenos Días Herminia, ¿has visto a Gabriel y los otros por aquí? No los encuentro- Preguntó mientras miraba a su alrededor, por si fuera el caso, y no se hubiera dado cuenta, Herminia negó con la cabeza.
  • No, llevo aquí desde las seis, y no han venido- Explicó, Dora volvió a suspirar.
  • ¿Tú también eres del Club de la Seis? Es que es mi hora de levantarme normalmente, pero hoy he dormido tan bien como hacía mucho tiempo que no hacía- Dijo, Herminia le acarició brevemente un antebrazo sin perder la sonrisa- Y ahora tengo hambre, mucha hambre.

Se preparó un plato completo en el buffet, acompañándolo con un bol de açai y un vaso de zumo de naranja, ocupó una mesa junto a la ventana, para  verles llegar.

Toma de declaración de Herminia López de Miranda y Ernesto Martínez Lacalle. Administradores de “Tierra y Azul”. 28 y 32 años. Matrimonio. Residentes en la propiedad. Agentes: Ignacio Flores y Balduino Sevilla.

  • ¿ En qué relación se encuentran ustedes con “Tierra y Azul”? (Agente Sevilla)
  • Nosotros constamos como administradores, ya que de facto la finca y el negocio pertenecen a la familia Gabrez. (Ernesto Martínez Lacalle)
  • ¿Desde hace cuánto tiempo? (Agente Flores)
  • ¿Cómo dice joven? (Martínez Lacalle)
  • El Sr. Agente quiere saber el tiempo que llevamos ocupándonos del negocio, Ernesto. (Herminia López de Miranda. Su marido la mira alzando las cejas, apoya los codos sobre la mesa y cruza los dedos de las manos entre si. Sopesa su respuesta. Expulsa un buche de aire. Regresa al Agente Flores)
  • El tiempo, joven, el tiempo es algo relativo, ahora no puedo recordar quién lo dijo, pero no falta a la verdad, aproximadamente diez años, no sabría decirle con exactitud. (Se quita las gafas. Su mujer asiente para confirmar el dato)
  • ¿Conocían ustedes de antes a los ahora desaparecidos? Es decir, les une a ellos algún grado de amistad o parentesco?. (Agente Sevilla)
  • No (Contestan los dos a la vez. Sin atisbo de titubeo o duda)
  • ¿Cuándo fue la última vez que les vieron? (Agente Flores)
  • A la hora de la cena, le di a uno de ellos una solución catarral, porque se sentía febril. (Herminia López de Miranda)
  • Perdón, qué dice que le suministró a quién? (Agente Flores. No parece haber entendido a la interrogada.  Herminia López tampoco parece entender a qué se refiere con su pregunta)
  • Mi Señora quiere decir que uno de ellos tenía mal cuerpo, y le suministramos algo para mejorar su estado (Ernesto Martinez Lacalle resuelve el malentendido)
  • ¿Qué le suministraron exactamente? (Agente Sevilla. Los interrogados se miran. Herminia López de Miranda contesta)
  • Son unas recetas de color blanco y rojo, bebibles en solución, saben ligeramente a naranja. (Herminia López de Miranda se explica ayudándose de las manos. Agentes Sevilla y Flores asienten)
  • ¿En qué momento tuvieron ustedes conocimiento de su desaparición?. (Agente Flores)
  • Al caer la tarde, Dora expresó su deseo de llamarles a ustedes, y obramos acorde (Ernesto Martínez Lacalle. Se quita las gafas y las limpia con una pulcra bayeta que saca de un bolsillo de su chaqueta. Mira hacia los agentes y achina los ojos. ) Un gran invento estas bayetitas, ahorran mucho en pañuelos a los cortos de vista como yo…cómo se llama ahora lo que padezco, Herminita?
  • Miopía y Astigmatismo, Ernesto (Herminia López de Miranda contesta solícita)
  • As-tig-ma-tis-mo , qué cosas verdad? (Ernesto Martínez Lacalle se vuelve a poner las gafas. Mira a los agentes alternativamente sin perder su amable sonrisa)
  • Sí, qué cosas (Herminia López de Miranda comenta)

Dora dedicó la mañana a recorrer la propiedad y visitar una por una las actividades ofertadas, con la esperanza de encontrar al grupo o al menos a alguno de sus integrantes, de vez en cuando regresaba a la tienda por si hubieran ido por alguna ruta alternativa, llegó un momento en que le dio la risa boba ya que dio en pensar que estaba haciendo honor al nombre que compartía con DoraDoraDora Exploradora, e incluso tatareó la cancioncilla de marras mientras subía hacia las terrazas del Dolce´Far´Niente. Dos hombres y dos mujeres tocaban la guitarra, sentados sobre mantas “Llevaba el vestido más triste de todo Madrid/guardaba en el bolso un pedazo de mar y un delfín/le dije al oído la noche que nos conocimos/que nos case el dj ahora mismo si dices que sí…”. Se sentó con ellos un rato, cantar le vino bien para relajarse un poco y olvidarse de lo que la ocupaba. Cantó un par de temas más con ellos, y después se despidió para continuar su búsqueda. Recorrió la parte del recinto que le quedaba por visitar, participo en una actividad consistente en rallar jabón y rellenar con él bolsitas de tela para dar olor en armarios o cómodas, hizo gimnasia sueca, asistió a un taller de factura de dulce de membrillo, y al mediodía ayudó a hacer una ensalada para veinte personas. Comió poco, le daba la impresión de que se le estaba formando un nudo en la boca del estómago, que no dejaba pasar ni agua. Entretuvo la tarde leyendo el periódico, y asistiendo sin interés a varias actividades de las que no guardaría recuerdo alguno, pendiente en todo momento de mirar a su alrededor con la esperanza de descubrirles entre la gente.

  • Herminia, creo que necesito vuestra ayuda- Encontró a Herminia en la recepción del hotel, ordenando los montoncitos de postales, al escuchar lo que le decía se acercó a Dora y le cogió con suavidad las manos, sin poder ocultar su sincera preocupación.
  • Por supuesto, qué te ocurre?- Quiso saber, Dora respiró hondo para evitar que las lágrimas le viniesen a los ojos, fruto de una mezcla de cansancio y ansiedad, pero no en la misma medida.
  • Les he buscado por todas partes, créeme que por todas, sólo me falta la ruta esa de los castillos pero no me atrevo sola, no están, no aparecen…y no se han llevado ni el móvil, ni la ropa ni nada, yo ya no sé…- Y sin poder aguantar más rompió a llorar, Herminia se unió a su tristeza y la abrazó con todo el cariño que pudo reunir, acariciándole la cabeza.
  • Criatura, criatura, no te preocupes, nosotros nos encargamos de todo- Susurró sin dejarla de su abrazo, en el que Dora por fin dejó fluir la angustia que llevaba atesorando todo el día.

Cinco no desaparecen si uno no quiere, eso lo tengo claro. Competencias. Diligencias. Quién desapareció, cuándo, dónde. Uno, vale, pero cinco ya pasa de castaño oscuro. Estaturas, pesos, edades, lugares de nacimiento, marcas corporales, enfermedades mentales. Sí, por supuesto, no dejamos nunca nada al azar, el azar en el casino, las cosas como son. Por la noche nunca se encuentra nada. Cuando desaparecieron fue por algo, alguna cosa habrán hecho. Esos seguro que fueron a donde no tenían que ir, hay gente muy terca. Mi hermana no tenía ganas de venir, y aquí estamos ahora. Helicópteros, batidas, qué grupo hace qué y dónde, Guardia Civil, Policía Nacional, Grupo de Desaparecidos, voluntarios. Aquí a mis espaldas se encuentra el Camping-Spa Tierra y Azul, que desde primeras horas de esta mañana se ha convertido en un hervidero de gente… Esperar. Buscar. Esperar.

  • ¿Tendríais algo en contra si os acompaño?- Dora se extrañó de escuchar su propia voz, desde que el dispositivo de búsqueda se había puesto en marcha, no había sido capaz de hablar, más allá de contestar a las preguntas iniciales, se había mantenido en un silencio cómodo, desde el que observaba el devenir de las cosas, siempre acompañada por Herminia y Ernesto, que la protegían cuan cancerberos de todo aquello ajeno a lo que importara en cada momento. También de las familias de los otros. Que tú no hayas notado nada. Pues muy profundo sueño tienes. Ella había llamado por teléfono a su hermano a Cádiz. Desde allí poco podía hacer. De vez en cuando él le enviaba un cómo estás.
  • Por supuesto, si te sientes con fuerzas..- El Agente Sevilla controlaba, junto con un compañero, el funcionamiento de unos walkie-talkies. Ella se encogió de hombros.
  • Es que no sé, a lo mejor veo algo que no se haya visto…o me viene a la cabeza algún detalle que haya olvidado..tú qué dices Herminia?- Herminia, siempre a su lado, pero en un discreto segundo plano, asintió con la cabeza.
  • Te vendrá bien, yo también iré- Dijo, y acercándose a ella le rodeó un hombro con el brazo, Dora casi sonrió.

No eran un grupo numeroso. Eran seis, a Dora, Herminia y el agente Sevilla, se les unieron un guía conocedor de la zona y dos voluntarios, según el plan recorrerían una de las denominadas “Rutas de los Castillos” hasta alcanzar el Castillo de Gabrez. A medida que iba avanzando, Dora notó que el hecho de salir de la propiedad le había liberado de mucha sensación de angustia, el viento, el ruido de sus botas al pisar las piedras de las pistas sin asfaltar, las nubes dispersas contra el cielo azul, la multitud de matices en los colores del paisaje, le hicieron olvidar por un instante el motivo de su paseo.

  • Podemos hacer pausa en “Hasta aquí llegué”, está justo a mitad de camino- Comentó Julián, el guía, señalando un punto ante ellos en la distancia, Dora no supo si era el momento adecuado para reírse, pero de todas formas lo hizo ante el nombre del lugar.
  • ¿“Hasta aquí llegué”? – Preguntó casi descreída, Julián sonrió.
  • Se conoce bajo ese nombre desde hace siglos, ahora lo verás y te explico- Dijo.

“Hasta aquí llegué” se encontraba a un lado de la pista que recorrían, justo en el punto en el que esta comenzaba a ascender hacia el Castillo de Gabrez, que desde allí ya era visible en la distancia. Consistía en una piedra grande y oval colocada sobre otras cuatro talladas de forma que se clavaran en el suelo, el conjunto estaba protegido por una valla metálica de cerca de tres metros de altura, y una placa anexa explicaba su historia.

  • Es un banco- Dijo Dora, sin entender muy bien la importancia que podía tener, Julián asintió.
  • Sí, pero no cualquier banco, es el primer banco del que hay datos, es decir, antes de este banco, no existían, ahora está protegido por esta valla para evitar vandalismo – Explicó, el grupo observó el banco de piedra en silencio, Dora seguía viendo sólo un sencillo banco de piedra, pero no le dio más vueltas, su cabeza no estaba para buscar explicaciones a más cosas de las que ya tenía que encontrar.- Y si os fijáis, tiene un grabado, se cree que es una especie de cama, pero todavía está en estudio- Continuó Julián, señalando algo que estaba grabado sobre la piedra, todos se acercaron a ver.
  • Parece las camas que anuncian los hoteles en los carteles de las autopistas – Dijo el agente Sevilla, Julián se colocó mejor las gafas y se acercó más a la valla.
  • Pues sí, algunos expertos incluso dicen que puede ser una letra, todavía no saben cuál…- Dudó, Dora y Herminia se miraron pero no dijeron nada, uno de los voluntarios sacó una foto con su móvil.

El Castillo de Gabrez se alzaba cuan magnífico e imponente gigante pedernal dominando el paisaje. La pista sin asfaltar desembocaba en un empinado camino de losas de piedra oscura, gastadas por los siglos y las inclemencias del tiempo, que llevaban hasta el portón de entrada, situado en lo alto del mismo. Dora alzó la vista hacia los torreones, almenas y murallas, y se sintió sumamente pequeña, para después dar en pensar en dónde habría encontrado aquella gente tanta piedra y, sobre todo, cómo las habían llevado hasta allí, suspiró hondo, ya que, de pronto, echó de menos a Gabriel, él lo hubiera sabido.

Las hojas del portón comenzaron a abrirse lentamente con un ruido hidráulico cuando el grupo todavía no había alcanzado ni la mitad de la subida, y un hombre joven en vaqueros, deportivas y sudadera azul salió a su encuentro.

  • Buenos Días, vosotros sois el grupo de búsqueda del cuadrante 4, yo soy Martín Gabrez, encantados de ayudar, seguidme, por favor- Se presentó, para después animarlos a seguirle cuesta arriba.

Lo que Dora esperaba encontrarse al atravesar la puerta de entrada, no correspondió en absoluto con lo que ella y los demás pudieron admirar. Entraron en una amplia estancia blanca de techos y paredes altos, culminadas estas por unas vidrieras de vivos colores que regalaban una agradable luz al vasto espacio, cuyos suelos de piedra estaban protegidos por dos alfombras y las paredes engalanadas por varios tapices de diferentes tamaños. Todo el grupo estaba mirando hacia las vidrieras sin poder salir de su asombro, cuando una voz proveniente de una escalera lateral les hizo volverse a la vez.

  • Buenos Días, bienvenidos a nuestra casa, siento mucho la ocasión que lo merece, pero estaremos encantado de colaborar en lo que sea necesario- Quien así les recibía era un hombre alto, de complexión ancha y pelo castaño ondulado, en vaqueros, camisa y una chaqueta de lana gris con ribetes verdes, que se acercó al grupo ofreciéndoles afectuosamente la mano. Por un momento fugaz Dora creyó reconocerlo, de algo le conocía, quizás, pero abandonó la idea tan rápido como había aparecido en su abrumada cabeza.- Mi nombre es Benito Gabrez, en qué puedo ayudarles?
  • Mi nombre es Balduino Sevilla, responsable del cuadrante cuatro, y, bueno, en el marco de la búsqueda, nos interesaría saber si las personas desaparecidas hubieran podido llegar hasta su propiedad- El agente Sevilla le hizo entrega de un dispositivo en el que Benito Gabrez y su hijo pudieron ver las fotos de las personas buscadas con solo deslizar el dedo por la pantalla, ambos negaron con la cabeza sin poder evitar un eco de pena en el gesto.
  • Lo sentimos, pero no los hemos visto- Dictaminó Benito Gabrez devolviéndole el dispositivo, el grupo aceptó la respuesta en silencio, que Gabrez evitó que se hiciera incómodo con una agradable propuesta- Ya que han subido hasta aquí, permítanme ofrecerles la posibilidad de conocer nuestra casa y de paso un refrigerio, que siempre es bueno para cuerpo y alma en estas circunstancias- Ofreció señalándoles la escalera por la que él había bajado antes.
  • Señor Gabrez, aprovechando la ocasión, si me permite, podría usted aclararnos los grabados de las vidrieras? Me consta existe abundante documentación, pero vistos ahora, con esta luz, verdaderamente impresionan..- Comentó el guía al tiempo que ya miraba hacia las cristaleras, Benito Gabrez asintió encantado.
  • La vidrieras son obra del Maestro Lefevre y su escuela, y cuentan la historia de la familia Gabrez, desde la llegada a esta tierra de Gabrez y los Caminantes, que como pueden observar, de ellos descienden la familia Viniego y la familia Benimont, unidas las tres por fuertes vínculos desde entonces..- Explicó señalando con el dedo las etapas de su narración, Dora siguió su explicación con atención, y volvió a tener la sensación de que de algo le conocía, pero no conseguía saber de dónde, en eso Herminia la cogió del brazo y le acarició la mano, regalándole su tranquilizadora sonrisa, y Dora también intentó sonreír, sin conseguirlo.- El castillo tardó cerca de dos siglos en ser construido, de ahí su mezcla de estilos, y siempre ha estado habitado, el padre de mi bisabuelo fue el que tuvo la idea de remodelar el interior, de forma que, exceptuando el patio y otras estancias que permanecieron intactas, podría decirse que es una vivienda normal de monumentales dimensiones, una casa dentro de un castillo, por así decirlo..- Continuó explicando Benito Gabrez, mientras el grupo hacía fotos y asentía admirado. Tras dar un par de detalles más sobre los tapices y las alfombras, les invitó a seguirle por la escalera al interior del castillo. Fueron obsequiados con un abundante aperitivo, servido en uno de los comedores, inundado de luz a través de lucernarios y decorado con una alegante y ecléctica mezcla de muebles antiguos con modernos.
  • De verdad no quieres nada? Aunque no sientas hambre has de comer, y siempre beber, aunque sea traguitos- Le susurró al oído Herminia a Dora, que se habían sentado una junto a la otra, al tiempo que le ofrecía un vaso de agua, Dora, que estaba entretenida admirando la altura a la que estaban los lucernarios, regresó a ella y por un momento no supo a qué se refería, sólo al ver el vaso cayó en la cuenta y aceptó beber un par de tragos, Herminia sonrió y le acarició la espalda con cariño. En eso estaban cuando, desde algún lugar, les llegó el eco de un coro de voces cantando.
  • Ah! El coro..hoy comienzan los ensayos, se me había olvidado completamente, en unas semanas tendrá lugar un encuentro de escolanías y varias de ellas ensayan aquí- Comentó Benito Gabrez, las voces se hicieron con la estancia el entonces en un canon envolvente, ante el que sólo cabía la posibilidad de cerrar los ojos y dejarse llevar.
  • Herminia..- Susurró Dora
  • Dime, Dora- Respondió de la misma forma Herminia.
  • Soy yo… o están cantando “Yellow Submarine”?-Preguntó Dora un tanto confundida, Herminia abrió mucho los ojos y parpadeó dos veces, luego sonrió con su dulzura habitual y le cogió la mano.
  • No, Dora querida, es un Cantar de Gesta después te digo el siglo..- Aclaró con suavidad, Dora alzó las cejas y asintió sorprendida, hubiera jurado que se trataba de de “Yellow Submarine”, suspiró casi hondo, claramente en su cabeza sólo había una nada muy confundida.

Después del aperitivo, el grupo se despidió de Benito y Martín Gabrez, quienes les desearon una pronta resolución del caso. Hicieron el camino que ya habían recorrido antes, pero en dirección contraria, Dora, del brazo de Herminia, en un momento miró hacia atrás para admirar de nuevo el castillo, y casi sonrió al dar en pensar que, tal vez, aquel era el “Castillo de Irás y No Volverás”, notó un nudo en la garganta, que logró deshacer apartando la vista del castillo, haciéndola navegar por el horizonte, al tiempo que aligeraba un poco el paso.

Toma de declaración de Dora Herrán Díaz. 30 años. Cónyuge de Gabriel Hernández Ledesma. Huésped en “Tierra y Azul” en el momento de los hechos. Agentes: Ignacio Flores y Balduino Sevilla.

La idea fue de Gabriel. Para hacer algo nuevo, todos juntos, porque por horarios u otras cosas no siempre coincide que podamos todos al mismo tiempo, y como esta vez cuadraba, pues nos pareció una buena forma de pasar el puente. Gabriel trabaja de conductor de autobús en la Compañía de Tranvías, ahora tiene la línea 6, que es la más larga, pero no le importa porque dice que es como hacer una ruta turística gratis, él siempre buscando el lado positivo de las cosas…en fin..que? sí, Gabriel es una persona muy positiva, le gustan los refranes, los cuentos antiguos, las películas de suspense, Los Beatles y cocinar potaje con tiempo y calma…cocinar en general….entre otras muchas cosas, así es él. Como en su momento no pudo estudiar una carrera, se matriculó en la Universidad a Distancia en Historia, va curso por año, como se solía decir antes, porque le encanta, por eso creo que eligió el lugar, por los castillos y esas cosas. Yo? Yo hice un grado administrativo, pero trabajo en hostelería, en el “ El Bar Bar”, empecé por horas, pero ahora soy fija y estoy muy contenta la verdad, buenos jefes y compañeros, no se puede decir de todas partes…Loles trabaja conmigo, si quieres saber dónde está algo pregúntale a Loles….es nuestra broma en el bar…y bueno… a través de ella conocí a Martín que es su marido, que trabaja de ordenanza en el Ayuntamiento. Benito es amigo de Gabriel desde el instituto, trabaja en el Centro Comercial, en la sección de caballero y Montse también, ella es “modista” que es como a ella le gusta llamarse, porque ya lo era su madre, y hace los arreglos necesarios en las prendas que la gente compra…también cose por encargo ella por su cuenta…pero no sé si eso debería decirlo..y bueno, hacemos pandilla, y nos llevamos muy bien. No entiendo la pregunta…si noté algo fuera de lo común, nunca había estado allí antes, así que todo era fuera de lo común para mi, no sé si me explico, y no pude disfrutarlo como debiera porque desde que me desperté el primer día y no les encontré, ya todo dejó de tener un sentido, quiero decir…todo es fuera de lo común. Herminia y Ernesto son mis Ángeles de la Guarda, sin ser yo demasiado creyente, dicho sea de paso, porque no me han dejado ni un momento, sobre todo Herminia, no sé que habría sido de mi sin ella estos días, y no, no les conocía de antes. El plan era empezar la estancia juntos, y disfrutar de las actividades, no había otro plan…ni creo que Gabriel lo tuviera y no me dijese nada…los otros? Tampoco, la verdad. Martín estaba muy acatarrado, a Benito no me lo imagino tomando la iniciativa para hacer una cosa así, en plan…vamos a desaparecer un rato, no es él así, y las chicas, la verdad es que tampoco.

Lo peor es no saber. No tener información, ni para bien ni para mal. Nada. Eso es lo peor. Me han dado algo para la ansiedad, disculpad si estoy lenta o así, pero a veces la situación me sobrepasa, y no sé qué es mejor, si dejar que me sobrepase y desesperarme, o tomarme la pastilla mágica y que todo me de igual. No lo sé. Lo peor es despertarme por las mañanas, y, por unos segundos creer que todo lo que ha pasado fue un sueño. Pero sólo son unos segundos. Después ya llega ella…quién? La realidad.

El tiempo pasa. Las noticias que un día fueron primera plana, desparecen de las páginas de los periódicos, los telediarios dedican sus espacios a otra actualidad, aquellos que una vez tuvieron algún interés, lo pierden, y los que dejaron de estar, siguen ausentes, a pesar de todo. El tiempo también pasó para Dora Herrán Díaz, rehízo su vida, se casó, tuvo hijos, cambió dos veces de continente, seis de casa, tres de trabajo, de talla, de corte de pelo, de tamaño de bolso y gustos culinarios. Hasta una tarde de abril, a eso de las seis, en la que alguien llamó al timbre, y ella abrió la puerta.

Por Herminia López de Miranda y Ernesto Martínez Lacalle no había pasado el tiempo, y a su gesto de sorpresa respondieron con la más bonita de sus sonrisas.

  • Dora, querida, ha llegado el momento de que sepas algo.

Man on a mission

23 lunes Dic 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ 2 comentarios

  • Se puede saber qué haces?
  • Quiere imitar a Tom Crus
  • En serio?
  • No mires al techo…no es esa, es en la que hace malabarismos con las botellas
  • Del año del rey que rabió…quieres parar? Con tanta voltereta no se van a poder abrir las CocaColas…
  • Que alguien vaya llenando los boles con las patatas fritas
  • Dónde está Guillermo?
  • Te imaginas? Estar en la oficina tranquilamente, mirar hacia al techo y encontrarte un tipo colgado ahí, espiándote…
  • Quién mete las anchoas en las aceitunas? Una persona o una máquina?
  • Loli, cada tres un cuenco de aceitunas, no hay más..
  • Quién te va a espiar a tí en Concentración Parcelaria?
  • Menos mal que son de plástico, si llegan a ser de cristal…
  • Vísteis a Guillermo?
  • Quién te dice? A uno le encargan una misión, y tiene que hacerla a cojones, y ya está…
  • En Concentración Parcelaria…
  • Para con las botellas, concho!
  • Mamá, si freímos las patatas ahora, cuando cenemos están frías..
  • Fría estás tú, pon la freidora..
  • Mamen trajo la erfraier
  • Como si trajo a Kissinger, pon la freidora…
  • Se encargan misiones o sólo en las películas? Porque a mí nadie me ha dicho nunca “tengo una misión mañana”, por ejemplo…
  • Guillermo! Sal de ahí!
  • Los mormones se van de misión…
  • No hay aceitunas negras con anchoa, pero sí con ajo..
  • Yo creo que vamos a necesitar la mesita supletoria…
  • Jorge, tengo una misión para ti, cortar el pan..
  • Tom Crus no es mormón, es de los científicos..
  • Científico te voy a poner yo a ti si no paras con las botellas..
  • Los intérpretes de la Comisión se van de misión..
  • Mamá, dónde pusiste las alcaparras?
  • Las qué?
  • Las alcaparras…
  • Tú me ves cara a mi de comprar alcaparras?
  • Dónde está Guillermo?
  • Hombre, Julián, ya creíamos que no venías..
  • Es que aparcar hoy, por esta zona, es misión imposible
  • Sincronicemos los relojes..
  • Tanta vuelta me ha dado sed..
  • Toma, aquí tienes CocaCola..
  • Guillermo!

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo a tod@s!

Pogo (Dedicada a María R., Eva G. y José T.)

14 jueves Nov 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Era jueves. Tuvo que ser un jueves, porque, por aquel entonces, algunos institutos tenían, dos veces por semana, clases también por las tardes, y nosotros los jueves por la tarde teníamos Historia y Gimnasia. En este orden. Era un jueves como cualquier otro. Historia y Gimnasia. Sin embargo, cuando la profesora llegó a la clase, sin dar más explicaciones, nos mandó recoger las cosas y que le siguiéramos al gimnasio, alguien preguntó si es que íbamos a cambiar el orden de las asignaturas, pero no recibió respuesta. Al salir al pasillo nos unimos a un rio de gente que, como nosotros, seguían a los profesores respectivos en nuestra misma dirección. Ocho clases de tercero de B.U.P, con una media de cuarenta alumnos, portando mochilas, carpetas y abrigos, en ordenado desorden y jolgorio. Una vez alcanzamos la puerta de acceso, según íbamos entrando, dos profesores nos entregaron a cada uno una CocaCola, de aquellas pequeñas, de pesado cristal verde y con la marca grabada en blanco. Del tiempo. Pero eso en aquel momento no nos importó. Una CocaCola de gratis un jueves por la tarde. Algo no cuadraba. Lo descubrimos al entrar al recinto, en el medio del cual habían instalado un escenario cuadrado de madera sobre el que se movían varias personas vestidas de negro poniendo en orden varios instrumentos, micrófonos y amplificadores. El gimnasio no era muy grande, así que pronto se llenó de una multitud expectante, aferrada a una CocaCola. Y esta gente quién es, me preguntó José y yo me encogí de hombros, van a tocar o así conjeturó Eva tratando de ver mejor lo que pasaba sobre el escenario, María se rio y me ofreció un brindis con las botellas. ChinChín. Silencio. Silencio. Tschh eh!. Silencio. Un profesor habló entonces. Desde algún lugar. Pudo haber recitado el MioCid. O el Sermón de la Montaña. Nadie entendió nada.  Alguien aplaudió. Una de las personas vestidas de negro cogió un micrófono, y antes de que pudiese decir nada, un pitido feroz nos perforó los tímpanos. Sin que pudiésemos recuperarnos, con la boca muy pegada al micrófono pronunció algo parecido a unas palabras. Y estalló el ruido.

Lo único que nunca podrá ser tu hija es guía indio, que son los que apoyan la oreja en el suelo y calculan a cuántas millas está la caballería, por lo demás vida normal, sólo tres cosas son contraproducentes: bucear, usar Walkman y situarse demasiado cerca de bafles. Cuan sargento mi madre siempre vigiló desde la orilla que no bucease, nunca me gustaron los Walkman y durante mucho tiempo no supe qué era un bafle. Hasta ese jueves por la tarde. Tras la explosión de ruido, percibía todo lo que sucedía como supongo que lo hacen los astronautas desde el interior de las escafandras. Con la salvedad de que el ruido no cesaba. No estaba sola en mi situación. A mi alrededor, la única manera que tenían todos los presentes para comunicarse entre si era con gestos o gritándose con la boca pegada al oído. YO ME VOY. Casi me asusté. Era María que me explicó algo más, que sólo pude traducir con sus gestos. Vale. Como pudimos nos hicimos paso hasta la puerta, ante la que estaba un profesor, que movió negativamente la cabeza y le vimos mover los labios en aquella densa nube de ruido. María también los movió. El profesor volvió a negar con la cabeza. NO OS PODÉIS IR, ES HORARIO LECTIVO. Horario lectivo. Como me había pasado con los bafles, esa fue la primera vez que supe de su existencia. María me señaló el fondo del gimnasio. A lo mejor allí. Junto a las colchonetas. Después de un rato, un grupo de chicos colocó varias colchonetas seguidas y dieron comienzo a un campeonato de volteretas. Ganaba el que, tras la voltereta consiguiese incorporarse de vez. PERO QUÉ ESTÁIS HACIENDO?. VOLTERETAS. PONED LAS COLCHONETAS EN SU SITIO Y ESTAD TRANQUILOS. María y yo nos sentamos junto a Eva contra la pared. Eva tenía los ojos cerrados. José y otros dos trepan por las colchonetas e intentan alcanzar una ventana. PERO BUENO.BAJADDEAHÍAHORAMISMO. José se sentó junto a mi. TÚ CREES QUE NOS DEJARÁN JUGAR AL BRILÉ?. Mi cabeza está llena de ruido. No sé. Parecemos una concentración de almas en pena.

El ruido cesó de repente. Abandonamos el gimnasio en desordenado orden, pero sin jolgorio. Y, dentro de mi escafandra, se instaló mi primer dolor de cabeza. Recuerdo llegar a casa, y decírselo a mi abuela, que se preocupó muchísimo, ya que, a esas edades, se supone, no se puede tener dolor de cabeza. Una aspirina y a la cama. Dormí del tirón hasta el día siguiente. Que era viernes.

  • Sirva esta historia como pequeño homenaje a “Los Diplomáticos de Montealto”, banda que ha evolucionado hasta convertirse en un referente en el panorama musical gallego

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Corazón de cristal

12 martes Nov 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Cada uno es cada uno. Y lucha sus batallas a su manera. No iba a ser él el primero en decir algo en contra. Aferrado a su móvil, Aquilino Montes observaba la escena tratando de permanecer impasible, de no moverse, de ser invisible, de pensar en blanco. Ritmo tenía, y gusto en sus movimientos, piernas y brazos se movían en perfecta coreografía, girando, a veces saltando, deslizándose en el silencio pedernal que les rodeaba, con los ojos cerrados, imitando a veces a los patinadores sobre hielo en sus figuras, recorriendo el espacio casi etéreo, ajeno a tiempos y límites. Aquilino se atrevió a tragar saliva. Aquello sólo podía acabar para él de dos maneras. O bien salía por la Puerta Grande a hombros, o al día siguiente a primera hora se tendría que presentar en una de las filiales de McDonalds a buscar su suerte. Visto así, sería como cerrar un círculo, acabar dónde todo había empezado. No te pongas muy poético, Lino, que si te da por llorar entonces no paras, y ahora no es el momento. Tú como los japoneses. Ya tendrás tiempo después. Después. Pues tú sigue estoico. Piensa en blanco. Ritmo tiene. Eso es incontestable. Ya va parando.

La muda coreografía cesó en un último gesto. El de aquel que intentase alcanzar sin éxito las estrellas. Sólo entonces miró a Aquilino con una expresión de exultante felicidad y se dirigió despacio hacia él, al tiempo que extraía los earpods de los oídos. Aqulino no se atrevió a tragar saliva. En realidad, no sabía que tenía que hacer.

  • Tiene usted que patentar esta idea, Montes…
  • Por supuesto, Sr. Atkinson..
  • Tome sus earpods, mil gracias, lo primero es reservar esta sala para el resto del año, ponga sólo mi nombre, eso bastará..
  • Así haré, Sr. Atkinson..
  • Ahora a por ellos, que supongo que ya estarán esperando…
  • Aún faltan diez minutos, Sr. Atkinson..
  • Perfecto, Montes…
  • Gracias, Sr. Atkinson…
  • Gracias a usted, Montes, tiene usted algo que hacer a la hora de la comida?

Abandonaron entonces la inmensa y vacía sala de reuniones, cerrando la puerta tras si.

Punto de inflexión

11 lunes Nov 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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  • Entonces dices que está bien?
  • Sí, es muy entretenida
  • De qué va?
  • Pues de un chico que trabaja para una agencia y tiene que buscar una cosa..
  • De publicidad..
  • Sin publicidad, ahora no hay anuncios apenas..
  • No, si la agencia era de publicidad, la del chico..
  • No, verás, es que él va a una ciudad que después se da la vuelta, se hace más pequeña y la cosa se pierde…
  • Qué cosa?
  • El punto de inflexión con la cosa lo da un chino, que muy chino no es, y que vive antes, y que el chico este encuentra en un avión que se estrella…
  • Y mueren…
  • No, por la chica, que es harina de otro costal la tía, porque vuelve la ciudad gris y más grande…
  • Y el avión?
  • Qué avión?
  • El que no se estrella
  • No existe, es todo por la inflexión del chino, si no DiCaprio ganaría como siempre…
  • El chico es DiCaprio..
  • No,se llama John, o Michael…bueno como en todas…
  • Y la chica?
  • Qué chica?
  • La del avión?
  • Se va en algún momento y todo se vuelve pequeño…
  • Pues qué bien..
  • Y tú? Qué viste?
  • Nosotros volvimos a ver “Sentido y Sensibilidad”, nos encanta la campiña inglesa y Mari se inspira para los disfraces de las niñas…
  • Ya

Procesionaria

20 sábado Jul 2024

Posted by Alquimista de Historias in Allgemein

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  1. Iba sola. En un principio cree que se ha confundido de persona, es casi imposible que uno se pueda cruzar con ella. Si no se mueve en coche con chofer, va en el medio de una nube de guardaespaldas que la rodean los pocos metros que recorre entre el coche y el edificio en el que quiera entrar, la mayor parte de las veces entra directamente al garaje, lo que dificulta mucho a  los periodistas tomarle una foto. Decidió seguirla a una distancia prudencial, sin caer en la tentación de acercarse a preguntarle si podía hacerle alguna pregunta. Ya había vivido la experiencia con otros famosos, de verse de pronto en el suelo bajo cuatro gorilas esposándole las manos a la espalda. Miró a su alrededor, ella caminaba sola, y ningún coche de alta gama negro la seguía rodando a poca marcha por el arcén muy cerca de la acera. Caminaba a buen paso, llevaba el pelo castaño claro recogido en una cola de caballo desecha, y se abrigaba de la ya fresca brisa de septiembre con una amplia gabardina marrón anudada de cualquier manera, pantalones vaqueros, botas negras de piel, bolso en bandolera, manos en los bolsillos de la gabardina. Tenía un rostro peculiar, de facciones finas, nariz recta y grandes ojos verde musgo, que recordaba a las litografías de las damas antiguas, aunque ella no era tan pálida, tenía una tez casi pecosa, hoy iba sin maquillar, y tampoco llevaba sus famosas gafas oscuras. No se fijaba en los escaparates a su paso, ni tampoco parecía estar buscando un portal. Ella caminaba sola. Había irrumpido en el mundo del famoseo cuando se casó con uno de los hombres más poderosos del país, de eso hacía casi ya quince años, y si por algo se caracterizaban era por su hermetismo mediático. Lejos de quedarse tranquilamente a descansar a su sombra, ella había abierto su propio negocio con considerable éxito, situándose en poco tiempo entre las empresas sin ánimo de lucro más rentables del país. De esa unión habían nacido cuatro hijos. Según se decía. Porque algunos habían llegado a dudar de su existencia. Se decían muchas cosas de ella, que en ningún momento se desmentían o admitían. Pero ella ahora caminaba sola. Y él la podía seguir sin ser advertido. Tenía verdadera curiosidad de saber a dónde podía querer ir un día de semana a media tarde. Volvió a cerciorarse de que no había guardaespaldas. Ella entró en la boca del metro, y él no perdió su estela. Tomó la línea más larga, la que cambian de denominación cada poco, añadiéndole números o letras, dependiendo de los cambios de trayecto que se realicen. El vagón iba casi vacío, así que pudo sentarse cerca de ella, quien se limitó a mirar por la ventanilla y de vez en cuando apartarse un mechón de pelo de delante de la cara. Cuando él ya pensaba que iba, por primera vez en su vida, a llegar a la estación final de la línea, ella se incorporó y abandonó el vagón. Él tuvo que leer dos veces el nombre de la parada, para saber dónde estaba, pero no le ayudó en absoluto. Ella subió a la calle a buen ritmo por las escaleras, con lo que él tradujo como una excelente forma física, ya que él llegó al final del tramo casi sin resuello, y ella continuó camino como si nada hubiera pasado. Estaba perdido. Era un barrio muy barrio, de casas desiguales y multitud de negocios en cada bajo, trató de encontrar alguna placa con el nombre de la calle, pero por intentarlo casi la pierde, así que optó por seguir en la ignorancia. Pasaron por delante de una droguería con infinidad de productos expuestos en su exterior, dentro de bidones de plástico de todos los colores. Gel de ducha 4×1, 3,50. Cepillos de dientes 6×1, 2,50. Cuando esta aventura acabase, tenía que entrar en esa droguería con un carrito.

Ella va a buen paso, sabe exactamente a donde va, porque no se entretiene con nada. A medida que avanza tras ella por las calles, se convence de que va a tener que pedir un Uber para la vuelta. Hacía mucho tiempo que no se perdía. La última vez en Garmisch-Partenkirchen. Por eso odia la nieve. Pero ahora no nieva. Y va detrás de una historia que dará aire fresco a su columna. Su columna. Aquel lugar en la página doce de la sección de cultura y espectáculos, reservado para temas de sociedad y su fauna, como él acostumbraba a llamarles. Aún recibía muchos clicks online. Por eso existía todavía. Lo que estaba claro era que tenía que apuntarse a un gimnasio. Esta gente tiene entrenador personal, sin lugar a dudas. Camisetas con lentejuelas de colores y purpurina, dos 10,50. Para qué quieres tú camisetas de lentejuelas. Fondo de armario. Primero ordénalo. Respira por la nariz, expira por la boca en dos veces. Aspira, expira dos veces. Ni que estuvieses dando a luz. Y ahora dónde se mete?. Tampoco iba a entrar justo detrás. Echando el pulmón por la boca. Esperó a que entrasen dos chicas, que parecían tener mucha prisa por entrar en el local. El local. Era una cafetería pequeña, sin nada en su exterior que delatase lo que escondía. Sólo un rótulo: Solveig’s. Solveig. Después miraría que significaba. Entró por fin. No era un local grande, cabían exactamente cuatro mesas, y tenía una barra en el ventanal que daba a la calle, con dos taburetes altos, en uno de los cuales, de refilón, la descubrió a ella, ante una taza de lo que le pareció un capuccino y un plato con una generosa porción de tarta de queso. Se dirigió al mostrador, con dos expositores de tartas y pasteles. La chica tras el mostrador le recibió con una sonrisa, que le invitó a sonreír a él también. Iba a decirle ponme lo mismo que a la chica de la ventana. Pero se frenó a tiempo. Una porción de tarta de queso y un capuccino. Ya estaba pensado que seguramente se iba a dejar el sueldo en ese tentempié, cuando la chica le reveló un precio que le hizo creer otra vez en la humanidad. Se sentó en una de las mesas libres, de forma que podía observar al objeto de su seguimiento de espaldas. Las otras dos chicas estaban sentadas en mesas diferentes, también mirando hacia el ventanal. También con tarta de queso. Debe ser un club o algo, dio en pensar. Y casi le da la risa. Ahora a recuperar todo lo que perdiste en la persecución. Casi exhala un grito al probar la tarta. Casi. Era la tarta de queso más sabrosa que hubiera probado jamás. Tomó un sorbo del capuccino. Cerró los ojos, casi en oración. Ese local debería ser lugar de peregrinación. Pero sólo para iniciados. Solveig. El camino del sol. No podía tener un nombre mejor. Miró hacia el objeto de su aventura, que parecía disfrutar de su tarta y su café, tranquilamente, mientras observaba el pasar de la gente. Y dio en pensar que, aunque lo tengas todo, como era el caso de ella, también guardas una parcelita sólo para ti. Con tarta de queso y café. Se sintió guardián de un secreto. Ahora sólo tenía que encontrar la manera de narrarlo sin mostrar las bazas. Respiró hondo y tomó otro trozo de tarta. No iba a pedir un Uber para la vuelta. Haría camino al andar. Qué poético te pones. No te olvides del gel. Tendría que llamar a mi madre. Y la traes aquí. Eso también. El objeto de su aventura se incorpora, lleva taza y plato al mostrador. La dueña y ella se conocen, un abrazo dos besos, hablan de algo que él no puede oír bien desde su mesa. Y se va, colocándose mejor el bolso en bandolera. Él no la sigue. Quien se va casi al mismo tiempo que ella es una de las chicas que había entrado antes que él. La otra está concentrada en su móvil mientras come la tarta. Ahora él pertenece a la Orden de la Tarta de Queso. Y tiene que rendirle todavía culto al trozo que tiene delante. Y ya tiene su historia. Sólo tiene que darle forma.

2. Hashtag Laveoynolocreo. Hashtag Quieroesagabardina. Primero pensé que sería una tipa imitándola. Pero no. Es ELLA. Y va sola. Normalmente lleva un séquito de gente alrededor, y va del coche al edificio. Sólo cuando va a algún evento, entonces sí que podemos verla con detenimiento, y admirar sus looks. Nunca repite y siempre sorprende. Ella y su marido nunca posan en los fotocalls. Su marido. Hashtag SexyintheForbes Hashtag Laeleganciatieneunnombre. Pero ella siempre marca tendencia. Se ponga lo que se ponga le queda bien. Por ejemplo su pelo. Es casi imposible hacerse el moño bajo despeinado como ella. Y el tono. La voy a seguir a ver dónde va. Espera que a lo mejor me viene un señor de traje negro, muy educado, y me dice que buena idea pero mejor no. Pues parece que va sola. Debe tener prisa, porque va a buen paso. El bolso en bandolera. Comodidad ante todo. No puedo ver la marca. Yo debería hacerle caso a Lita y hacer Syclo. La voy a perder por no seguirle el paso. Ella seguro que tiene entrenador personal diario, que además es fisio o algo así. Al parecer tiene cuatro hijos. Que nadie ha visto nunca. Hay podcast acerca del tema. Que si son adoptados. Que si en realidad no pueden tener hijos. Que si sólo es uno. Yo personalmente creo que sí que los tiene. Tengo una foto de ella acudiendo a una gala con un vestido muy abullonado, que no deja lugar a dudas. Yo me voy a apuntar a Syclo, pilates y a la media maratón. Lo que tiene que hacer una por el engagement. Voy a hacerle una foto. Movida. Da igual. Algo es algo. Se baja al metro. Hashtag Altasociedadenelmetro. Llegar y llenar. Creía que esta línea estaba en obras. La tengo a dos metros. Hashtag Nomelocreoniyo. Sigo sin ver la marca del bolso, pero lo quiero en mi haber. Cuadrado de piel marrón con hebilla. Si lleva maquillaje ni se le nota. Definitivamente tiene los ojos verdes. Que si miel. Que si pardos. Verde oscuro, pero verde. No es un moño, es una cola de caballo baja. La gabardina es de hombre. Será una de Sexyintheforbes?. No creo. Le tendría que quedar enorme. Y le queda perfecta. Como a desgana. Pantalón vaquero y bota negra. Hashtag Conbotanegratodoesbien. No tengo cobertura. Si le hago una foto a lo mejor se da cuenta y la asusto. Como pasa con los pájaros. No tengo cobertura. Mi teléfono ha muerto. Justo ahora. No funciona la cámara. Da igual. Lleva dos anillos. Muy sencillos. Mujer, no va a ir con tiara por ahí. Dónde guardará esta gente esas tiaras?. En el banco?. Está como pensativa. La princesa está triste, qué tendrá la princesa?. Princesa no es. Pero poco le falta. Lleva pendientes mínimos, pero presentes. Hashtag Minimalismaximal. Ni idea de a dónde vamos. Al parecer tiene casas repartidas por todo el mundo. La mía está, ahora mismo, vete tú a saber dónde. No es lo mismo. Se va. Como la pierda me da algo. Prisa no tiene. Lo que tiene es buena zancada. Ni que fueses comentarista deportivo. Yo ni con las botas de siete leguas. Las escaleras mecánicas no funcionan. Qué novedad. StepStepStep. Tengo que dejar de fumar. En teoría no fumas. Todo muy healthy. Mueve el culo y apura. Dónde coño estoy?. Ni placa de calle hay. Pasta de dientes 3×2, 2,50. Dos albornoces a 10. Ahora no me paro. Lo que tengo que hacer son los entrenos que hace esa chica online, cómo se llama?. Ahora toda tu concentración está en tus piernas, nena, no pidas peras al olmo. La que ya sólo de verla te agotas. Bueno da igual. Ahora apura. Camisetas de lentejuelas y brillibrilli. Mucho BrilliBrilli. Hashtag Brillibrilliesbien. Ideales para ir a ver a Taylor Swift. En tus sueños, quieres decir. Sólo quedan entradas para Tokyo. A lo mejor en reventa. En algún momento saca documental en Netflix y listo. Japón. Mira que está lejos Japón. Y ahora dónde se mete?. Mira que si es una peluquería y tengo que dejar lo que no tengo para que me corten las puntas. O un masaje tailandés. Esta gente lo tiene todo en casa. Las peinan en casa, no van a las peluquerías como el resto de los mortales. Ya, y también tiene un tailandés pululando por ahí. Tu entra y ya está. Que si no te sientas ahora mismo, te va a salir el corazón por la boca. Una cafetería. Acabáramos. Sentarse está infravalorado. Hashtag Sentarseesbien. Lo que pida ella lo pido yo. Una tarta y un café. Me veo pidiendo un crédito. No me creo que haya pasado por mi lado. Momento fan. Creo que me ha sonreído. Es más guapa en directo dónde vamos a parar. Hashtag Medaalgo. No tienen Matcha. Un trozo de tarta de queso y un café con leche pequeño. Los ricos también van a sitios baratos. Era “Los ricos también lloran”. Ya, pero cuadra. Esta tarta merece una estatua ecuestre. Esto es café, lo demás son comparsas. Voy a hacer una foto del conjunto. Sigue sin funcionar. Ay no sé. Ella tan tranquila, comiendo su tarta y mirando la gente pasar. Pues tú haz lo mismo, tonta. Más tarde con calma, lo explicas todo en un storie, y listo. Y si no te creen, pues que no te crean, como dice el chico ese de melena tan simpático. En esta cafetería el tiempo no existe. Se incorpora a llevar ella misma el plato y la taza al mostrador. Debe conocer a la dueña. Se va. No la sigo. Me voy a pedir otro trozo de tarta. Abracadabra me vuelve a funcionar el móvil. Pues hago una foto del taburete donde estuvo sentada. Algo es algo. Y de la tarta, por supuesto. Hashtag  Detartasyotrasefemérides.    

3. Soy la mujer invisible. Y usted de qué trabaja? Pues, verá usted, yo soy mujer invisible. Y cómo consigue ser invisible, cuál es su secreto? Si se lo digo, tendré que matarle. Y, créame, no se imagina el jaleo burocrático que eso significa. No es fácil llegar a ser invisible. No es como en la películas, que alguien se pone una capa y desaparece. Yo no tengo capa. A mí, simplemente, nadie me ve. Soy la mejor mujer invisible. Y por eso hoy tengo misión. No tengo este tipo de misiones a menudo. Una vez al mes. O cada dos. Me envían “Código Estepa” al móvil de servicio y actúo en consecuencia. Elegimos “estepa” por los lobos esteparios. Porque van solos. Como ella. A veces. Bueno, ella cree que va sola, pero estoy yo. No sé si me explico. Pero como soy invisible, no sabe de mi existencia. Hoy salió por la puerta de entrega de paquetes. Nada original, la verdad. Según enfiló la calle ya supe a dónde iba, no suele haber sorpresas. Al tipo del periódico lo localicé sin más. No hizo nada por esconderse. No hizo fotos ni nada por el estilo. Labores de seguimiento, como yo. A la otra la localicé ya en el metro. La conozco por redes. Pertenece a nuestros sospechosos habituales. Uno de los poderes que te da la invisibilidad es dejar sin cobertura teléfonos ajenos. Deslizas el dedo y chas, no les funciona el aparato. Me hizo mucha gracia verle cómo buscaba cobertura alzando el teléfono sobre su cabeza. Pero la tenía yo. Así que no pudo grabar nada. Yo estoy convencida de que, en algún momento, con esa línea de metro se podrá llegar a Australia. Pero haciendo escala en Paris. Pensé que iba a ir hasta la última parada, lo que constituiría un cambio total de plan y pedida de refuerzos. Por desconocimiento de lo que pueda haber en la superficie. Pero siguió el plan de costumbre. El tipo del periódico intentó encontrar el nombre de la calle. El asunto ya está sobre la mesa del concejal de urbanismo. Es imposible que una calle no tenga nombre. Droguería. Geles, pasta de dientes, agua de colonia. Agua de colonia. La de las redes intenta filmar. Maldice. Adoro mi trabajo. Al tipo del periódico le cuesta seguirla. En algo se tienen que notar los quince kilómetros diarios que ella se hace en la máquina. Ella y su marido. Porque entrenan juntos. Hay muy pocas cosas que no hacen juntos. Eso simplifica nuestro trabajo. Otra cosa son los cuatro elementos. Ellos no tienen el don de la invisibilidad. Nosotros se lo prestamos. Por ahora funciona. Existe la leyenda urbana de que en realidad no existen. Nosotros la extendimos. Y la gente se la cree. Porque hay que creer en algo, supongo. Solveig’s. Hay que mirar las cosas siempre desde el lado positivo. Si alguna vez me caso, la tarta será la de queso de Soveig’s. Cinco pisos de ella. Una porción con un café solo. La de redes se pide un matcha, no tienen, entonces capuccino. Beber matcha es como beber hierba. Café solo. Perfecto. El tipo del periódico saca un cuadernito y comienza a escribir. Nunca hace fotos. Sólo escribe. Me gusta su columna. Siempre le doy like. La de redes sigue buscando cobertura. La que todos seguimos, come su tarta y bebe su café. Con toda su calma. Es la tranquilidad hecha persona. Sólo la vi una vez nerviosa, y fue cuando no encontrábamos al elemento 4. Fue la primera vez, desde que le conozco, que vi a su marido gritar. Gritar el nombre del elemento 4. Ese día llegué a creer en los extraterrestres. Cuando apareció, me tuve que sentar en el suelo del alivio. Los elementos llevan ahora unas pulseritas de abalorios que no son abalorios, tan chulas como indestructibles. No hay más desapariciones. Tampoco extraterrestres. Sólo organigrama. Ellos hacen su vida. Nosotros nos ceñimos al organigrama. Cenas, comidas, entregas de premios, inauguraciones, juntas de accionistas, cumpleaños, bodas, bautizos, funerales, partidos de futbol, teatros y conciertos. Todo está en el organigrama. También esto. No se deja nada al azar. Ser invisible agota. Por eso compensan los períodos de vacaciones. Esos pertenecen a otro organigrama. Al mío. Entonces me vuelvo visible y me recorro el país en coche. Sin plan ni mapa. Siguiendo sólo la línea blanca de la carretera. Escuchando la radio. Pensando en nada. Céntrate que recoge ya el plato. Tres minutos de ventaja. Devuélvele la cobertura a la de redes. Listo. Camino a la inversa. Camisetas de lentejuelas y purpurina. Ella geles y pasta de dientes. Yo, agua de colonia. Reporte en destino.

4. Necesito pensar. Pensar ya piensas, pero no a conciencia. Le dije a Vincent que hoy me iba con Florence. Florence. Otro nombre no se te ocurrió. No existe, así que da igual. Así no me espera de vacío en el garaje. No me puedo creer que vaya sola. No hay máquina que se pueda comparar a una buena caminata a buen ritmo. Y pensar. Y dale con pensar. Veinte cómodas Luís XVI. Una vale, dos, pero veinte, y en la misma casa. No me sale de la cabeza. A estas alturas de la película te queda poco por ver en esas casas. Ya, pero Luís XVI. Ni idea de a dónde podemos donarlas. Mañana será otro día. Acuérdate de Scarlett. Mañana, ese lugar. Hasta parece que puedo respirar hondo, di tú que hoy tampoco fue un día tranqui. Me di cuenta de que tenía que salir por peteneras en medio de la tercera videoconferencia. Me fui mentalmente a los pantalones de pana negros del mayor. No quiere ponerse otros. No hay manera. El Morrosko convence diariamente a mucha gente de hacer muchas cosas. Pero con su hijo no es capaz. Si aún tuvieran marca. Pero es que no la tienen. Ni idea de dónde los compré. Cuatro tallas consecutivas, como siempre. El último pantalón superviviente. En la etiqueta Carretera del Cueto 4. Pero no pone el nombre de la empresa. Es que hasta los lava él mismo, para que no desaparezcan. Dí tú que ahora sabe cómo funciona una lavadora. Va a acabar pareciendo el guitarrista de AC/DC cuando ya no le sirvan. No te rías, que es cosa seria. Todo será cuestión de que el Morrosko y yo hagamos un video pidiendo la colaboración ciudadana: Si alguien sabe qué fábrica de pantalones hay en Carretera del Cueto, y lo más importante, en qué país, no dude en ponerse en contacto con nosotros. Se llevará de regalo una cómoda Luís XVI. Qué maravilla. Esperar a que cambie un semáforo. Ni que fueras un extraterrestre. Pues casi. Bueno y a dónde vas, que esa es otra. Solveig es siempre una opción. Lo que une un curso de preparación al parto no lo separa ni tiempo ni espacio. Además tengo que coger el metro. Qué ilusión. Tonterías las mínimas. A ver, cuándo fue la última vez que fuiste en metro. Vamos a dejarlo. Aquellas mudanzas en metro. Otro día me decido a ir hasta el final de la línea. Si lo tiene. Sé en qué parada tengo que bajarme por el color de las paredes. Lila. Cada vez tiene un nombre distinto. Mirar por la ventanilla me relaja. Antes siempre me quedaba dormida. Debería volver a hacerme la cola de caballo, pero no tengo ganas. Por las mañanas salgo de casa monísima, que diría mi prima Puri, con el pelaso en su sitio. Y a medida que avanza el día voy del moño a la cola de caballo, según la goma va resbalando. Hasta que la pierdo. Ahora el pianista no quiere cortarse el pelo. Se da un aire a LuisMiguel cuando lo llevaba largo, yo le digo que ahora sólo le falta cantar. Si nos dejan, te llevo de la mano, corazón, y ahí nos vamos. Lo suyo el piano. Si por él fuese tocaría día y noche. A otros niños hay que llevarles a rastras a clase de música, nuestro problema es el contrario. Hay que convencerle para que pare. El Morrosko dice que al menos no es un trombón de varas. O un flautín. A veces tocan a cuatro manos. Yo lo único que supe tocar jamás fue el triángulo, y a la orden. Ahora, y yo daba el toque. En fin. Lila. Allá voy. La escalera sigue sin funcionar. Mejor. No hay dolor. Aquí siempre hace más frío, no sé porqué. Esta gabardina me da la vida. Alguien se la olvidó en casa. Ni idea quién. Y ahora es mía. Champú 4×2 4.50. Pasta de dientes 3×2 3,50. Después arramblo con todo. Yo creo que alguien vacía las botellas por el desagüe. Si no no me lo explico. Bueno y que todos tenéis pelaso. Eso sí es verdad. Camisetas de lentejuelas y brillibrilli arcoíris. No pienso ir hasta Japón a ver a la Swift, ya dará algún concierto por aquí cerca en otro momento cualquiera. Tres minutos. En tres minutos se agotan las entradas. Increíble. Pero las camisetas las compro igual. Nunca se sabe. Además a Koala le hará ilusión. Koala. Con el nombre tan bonito que tiene, y le llamamos Koala. Es que de bebé era tu koala, día y noche, ella responde no?, así que no importa. Cuando no lleva los cascos. Son más grandes que su cabeza. Cuando desapareció. Ay cuando desapareció. Una cosa tan inocente como jugar al escondite en casa. Qué puede pasar?. No me quiero acordar. La casa llena de gente, y la niña desaparece. Mamá no encontramos a Koala. seiscientos metros de casa. Seiscientos. En dos plantas. Busca tú un escondite. Yo creí que el Morrosko iba a perder la razón, llamándola a gritos. Los de seguridad por todas partes.Y yo llorando, no podía parar de llorar. Estaba convencida de que se había caído por algún conducto o por una ventana. Tú es que ves demasiados videos de Youtube de gente que desaparece. Ya, pero siempre desaparece otra persona, no tu hija pequeña. Dentro del armario de las almohadas. Durmiendo como una bendita. Y porque al Morrosko se le ocurrió dar un porrazo a lo que creíamos era una pared. Armarios trampantojo. Trampantojo le voy a dar al que se le ocurrió instalarlos cuando sepa quién es, porque nosotros no fuimos. Abracadabra, y ahí se abrió el armario. La pobre se llevó un susto tremendo. Gané? papá, gané?. Bueno, no te pongas estupenda. Ahora todos los armarios con cristal y llave. Y unas pulseritas monísimas que nunca dirías que son lo que son. Ya no hay más trampantojos. Solveig. Mi retiro particular. No hace falta ni que le diga lo que quiero. Tenemos que organizar otra reunión del grupo. Dime cuándo y dónde y allí estaré. Tarta de queso y capuccino. En la ventana. Cierro los ojos. Respiro hondo. Viva yo. Hoy el Morrosko está en Toronto. Le envío un mensaje con TorontontónTorontontero. Porque para nosotros Toronto es Totontontero. Me envía de vuelta el gif de un oso panda encaramado a un árbol que, tratando de alcanzar un bambú, se cae sobre una montaña de nieve. Ay tía yo creo que está por ti, me diría ahora mi prima Puri. Tú eres boba. De regalo de cumpleaños, me regaló mi nombre en un barco petrolero gigantesco. Yo lo boté. Nadie se imagina lo que cuesta romper la botella contra el casco. El MAGDALENA. Yo a él un portadocumentos de talabartero con sus iniciales. Del mismo que me hizo este bolso. Talabartero. Es una palabra preciosa. Este café me está dando la vida. A propósito café, este sábado nos toca a nosotros llevar el café al partido de la liguilla de nuestra delantera centro. Ni ballet ni gimnasia rítmica. A ella le gusta el futbol. Pues sea. Y allí vamos todos a animar. El “fuera de juego” todavía se me resiste, pero del resto estoy al día. El Morrosko y yo tenemos nuestro grupito de mamás y papás de borde de banda. Nuestra delantera centro y su discalculia. Una cosa compensa la otra supongo. Pero ella es feliz, y eso es lo importante. Tengo que comprar gomas de pelo y diademas elásticas. Yo creo que nos compensa comprar una factoría de ellas. Voy a decirle a Solveig que me mande dos tartas para el domingo. Va a haber peleas. Recapitulemos. Gel de ducha, pasta de dientes, y camisetas de purpurina pa tó quiski. Y veinte cómodas Luís XVI. No se han ido, maja. Siguen ahí. Mañana. Código Scarlett. Ahora recoges velas, encargas las tartas y regresas por donde has venido. Pero no te emociones con las botellas, porque cargar no es lo tuyo. En todo caso llamo a Vincent. Pero ya en el otro lado, porque ni idea de cómo se llama esta calle. Puedo respirar hondo. La Felicitá. É tenersi per mano, andare lontano, la Felicitá… Cómo era la letra alternativa? Tengo que preguntarle a Puri. Tarararararará la Felicitaaá. Por dónde andará ahora el MAGDALENA?.

5.

  • Visita al café de costumbre, Señor, nada fuera de lo común.
  • Ok, perfecto.
  • También compró geles, pasta de dientes en una droguería y camisetas con purpurina
  • Camisetas de purpurina? Ah, sí, ya sé…
  • Todo en orden Señor
  • Algo nuevo sobre Calle del Cueto?
  • Seguimos trabajando en ello, Señor..
  • Gracias
  • A sus ordenes

Prudence

30 domingo Jun 2024

Posted by Alquimista de Historias in Allgemein

≈ 2 comentarios

Paulina

Wal impone. Pero es galería. Es realmente divertido. Le gusta bailar y no canta mal, en el colegio tocaba la guitarra, dónde estará, por cierto, seguramente en Hamptons, como todo, en fin. Mi hermano ( suspira y sonríe, colocándose mejor la melena castaña oscura lisa, del mismo tono que su hermano, y dejando a la vista unos delicados pendientes con un solo brillante engarzado, busca su discurso paseando su mirada azul por el techo, carraspea), de niños le encantaba hacerme rabiar, Elliot y él me hacían la vida imposible, y me la siguen haciendo, no me toman en serio (se ríe), yo lloraba y lloraba, el único que me comprendía era padre que les ponía en su sitio con un par de gritos marciales, madre pasaba de mí, aún sigue pasando hoy (se ríe). Es muy guapo, con esos ojos de color gris oscuro, aunque en el pasaporte dice azul, yo los tengo claramente azules, los de él son gris oscuro, en fin, no es que sea su hermana….es guapo, siempre hizo mucho deporte, tiene don de gentes, no como yo, que tiendo a ser una jirafa torpe. Y además es un coco, porque se tiende a pensar que la gente guapa es tonta, pero no, Wal tiene mucha cabeza, nunca le hicieron pruebas, pero yo estoy convencida de que tiene un coeficiente más alto que el resto de los mortales, que usa a su antojo. Él ve las cosas antes. No sé. Por eso es quien es, no sé cómo decirte. El punto de inflexión lo tuvimos con Prudence, y digo “tuvimos” porque nos afectó a mucha gente de una manera brutal. Prudence (Suspira. Expulsa el aire. Se coloca un mechón invisible). Bueno, pues allá voy. Wal y Prudence se conocieron en el colegio al que íbamos, y comenzaron a salir..bueno, salir como salían los adolescentes entonces, todo muy naif, cine, pizza, paseos, nuestros padres eran amigos, así que ella pasaba mucho tiempo en mi casa y nosotros en la suya. Wal vivía sólo para ella y ella para él, la típica pareja ideal, porque Prudence era muy mona, alegre, estudiosa como él, bromista, no me hacía rabiar, a mí, sólo por eso, me caía bien. En fin. Estuvieron juntos todo el colegio, y llegó el último curso antes de ir a la universidad. Prudence cumplía dieciocho años justo cuando se acababa el curso, y sus padres montaron una fiesta bombástica en el Plaza, imagínate. Era hija única, petróleo y transportes…bueno ya conoces el círculo en el que nos movemos. Fue una fiesta como no ha habido otra, hasta vino a cantar un ídolo juvenil de aquel año…no me preguntes el nombre, seguramente un “onehitwonder” o algo así, globos por todas partes, cientos de personas, bombas de pétalos de rosa….yo he olvidado muchas cosas, pero en el Plaza no he vuelto a poner pie, ni yo ni ninguno de nosotros, me parecería fantástico si lo cubrieran con una lona de esas de Christo y lo hicieran desaparecer(suspira, mira al techo). En fin, terminó la fiesta, yo volví con mis padres a casa, soy dos años más joven, así que gracias que pude quedarme hasta tan tarde, y Wal se fue con Elliot y otros dos a terminar la noche. A la mañana siguiente la policía invadió la casa de mis padres, que son ocho plantas, así que imagínate el contingente, venía con ellos el padre de Prudence, acusando a Wal de haber hecho desaparecer a su hija. En mi recuerdo es como una pesadilla. Peor, una película de horror. Se llevaron esposado a Wal, que hasta aquel momento dormía plácidamente la juerga, mi padre llamó a su ejército de abogados, conociéndole fue capaz de hasta llamar al mismo presidente, madre se quedó como catatónica, y yo, bueno, yo no podía parar de llorar. Le acusaban de haber sido la última persona en ser vista con Prudence, y que ésta había desaparecido, por ende, Wal la había matado y escondido el cadáver. Le mantuvieron cinco días detenido, sin fianza ni nada, mi padre casi pierde la razón, a mi madre su médico le inyectó un calmante, yo me refugié en Camille, que era mi nanny, sí, yo seguía teniendo nanny (levanta las cejas). Al quinto día, le dejaron libre, sin más. Y entonces nos vino la ola por el otro lado, qué le había hecho Wal, para que ella hubiera hecho semejante cosa. Acoso y derribo. El ejército de abogados consiguió que los padres de Prudence publicasen una nota informativa en todos los medios del país, anunciando la decisión de su hija, para así, limpiar el nombre de Wal y de nuestra familia. Además les puso una demanda millonaria por el daño sufrido esos días. Y ganó. Como siempre. Donó el dinero a una asociación de ayuda a jóvenes reinsertados, y de ahí surgió la Fundación Thumberland que ayuda jurídicamente a menores y jóvenes adultos sin medios, y fomenta su reinserción. Ahí entró Hunter en nuestras vidas, y pasamos de ser dos a ser tres hermanos, porque Hunter es nuestro hermano, también legalmente (se emociona, carraspea).  Si no llega a ser por él, Wal no sobrevive esos cinco días y lo que vino después…él también estaba detenido, por entrar en una casa abandonada a pasar la noche, y los metieron juntos. Wal, Elliot y Hunter, WEH, te suena? (sonríe, levantando las cejas, ironizando a cerca del nombre del Fondo de Inversión ) y con Hunter también vinieron Washington, Rigoberto y  McMillan, quien hoy es mi marido…se llama Lawrence, pero siempre le han llamado McMillan ( sonríe y juega con su anillo, pierde la mirada en algún lugar, aún sonriendo, regresa todavía ensoñada)y que es el amor de mi vida, y yo de la suya, desde que nos vimos por primera vez…pero esa es otra historia. Mi hermano. Después de eso se fue a Yale con Elliot, Hunter fue un poco más tarde. No sé si Wal sigue yendo a terapia, pero la necesitó. Yo odié a Prudence mucho tiempo. Porque si Prudence se hubiera muerto, por ejemplo, en un accidente o de enfermedad, pues bueno, la entierras, la lloras y sigues con tu vida. Pero lo que hizo no tiene nombre. Su madre murió de un infarto poco después, y su padre padeció una demencia galopante que también le llevó a la tumba, además su mejor amiga se mató en un accidente de coche, yo estoy convencida de que buscó acabar con su vida. No sé si ella es consciente de todo eso. Pero si lo es, y vive tranquila, maldita sea. Tal como te lo digo.  

Hunter Smith

Odio Los Angeles. Esa sensación de que, pase lo que pase, cuando te despiertes brillará el sol puede conmigo. Yo soy nacido y criado en Nueva York, me trasplantas y muero (se ríe, y se pasa las manos por el cabello, castaño oscuro y algo largo, nos mira sin perder la sonrisa, tiene un rostro que no delata la edad que tiene, licencia que no tienen sus ojos). Pero vivo aquí por mi hijo, y por él vivo en dónde sea. Por dónde queréis que empiece?. Por dónde quiera, pues sí que me lo ponéis complicado (vuelve a reír, mira hacia algún lugar, y vuelve a nosotros). Voy a empezar por la noche de marras, porque si no no terminamos hoy.

Washington, Rigoberto y yo, siempre nos dicen que tenemos nombre de grupo alternativo, pero no es mérito nuestro al fin y al cabo (suelta una carcajada), en fin, los otros dos y yo tuvimos la brillante idea de entrar en una casa que sabíamos abandonada a pasar la noche, se nos había hecho muy tarde, y volver caminando de noche atravesando según qué zonas no nos apetecía, así que entramos por la puerta del sótano, que estaba abierta, no tuvimos ni que forzarla, y ese es un dato importante a recordar (nos avisa levantando su dedo índice, y mirándonos imitando a cómo lo haría un maestro de primaria) y subimos al primer piso. Rigoberto encendió la televisión, alguien debía pagar todavía el cable, la luz y el agua, porque en la nevera había sodas frías, y nos sentamos a ver un partido de baloncesto en los sofás que había. Un vecino vio el resplandor de la tele y sombras moviéndose, y llamó a la policía. Nos dieron un susto tremendo al entrar, a gritos y apuntándonos con pistolas. Nos sacaron de allí como si hubiéramos cometido una masacre o algo así. Yo lo primero que pensé es que ya teníamos dieciocho, y nos iban a meter con los tipos malos de verdad, por así decirlo, y me entró un poco de miedo…porque en juveniles ya habíamos estado, siempre por escaparnos de los hogares de acogida o cosas así. Pero por alguna razón, tuvimos suerte y nos llevaron otra vez a juveniles. Pijama lila y adentro. Nos separaron, y a mí me dieron un cubículo doble para mí solo. Recuerdo que pensé que era porque me iban a trasladar, mi único miedo era cruzar la línea a la cárcel de adultos, para mí era lo más parecido a ir al infierno, y lo sigue siendo, por eso me dedico a lo que me dedico. Con todo el traqueteo, estaba agotado, así que me acosté en una de las literas y me olvidé de todo. Normalmente, a primera hora de la mañana, solía aparecer alguien de menores a informarse de qué coño haces allí, o los del hogar de acogida de turno aparecían y te montaban un cristo. Pero no. Quien apareció fue un chico al que traían entre dos, esposado de pies y manos, y al que dejaron sentado en la litera inferior. Así se quedó. Como si se hubiera vuelto de piedra. Yo esperé que se levantase, y se presentase o me mandara a la mierda, o me pegase, o cualquier reacción típica. Pero no. Así que como prevenir es mejor que curar, me levanté yo. Y allí estaba. Los pijamas que dan son tipo, es decir, por talla, pero no los hacen a medida, pues bien, aquel chico parecía salido de un anuncio de pijamas (se ríe, extendiendo teatralmente sus manos hacia los lados). Lo primero que pensé es que era una cámara oculta. Después le pregunté su nombre, y lo entendí mal. Entendí Walter, y recuerdo que se me dio por reír, porque no le pegaba nada. Era Walker. Y no era su apellido. Todo muy raro para mí. Él seguía sin moverse, ni se atrevía a mirarme, y hablaba tan bajito que ni le podía oír. Me senté a su lado. Y le dije, mira Walker, no te preocupes, seguro que ahora mismo viene alguien a por ti, siempre viene alguien, esa puerta no va a estar cerrada eternamente. Él me miró y supe que la razón de su inmovilidad era el pánico. Estaba tieso de miedo. No se atrevía ni a mirarme. Entonces di en pensar que seguramente había matado a alguien o algo así. Aunque no me podía imaginar cómo. Y le pregunté. Porque allí dentro no es un tabú. Si acabas allí, es que algo has hecho, o no, pero la sospecha existe. Consiguió encontrar su voz, y me dijo que Prudence había desaparecido, yo le pregunté si era su abuela o algo, por el nombre, y me dijo que era su novia. Le dije que con ese nombre no me extrañaba en absoluto que hubiera desaparecido, que yo de ella hubiera elegido la opción muchísimo antes. Y nos reímos. Fue como si se rompiese un bloque de hielo. No podíamos parar de reírnos. Me contó lo que había pasado. Entonces yo comencé a arrojarle causas posibles: Otro tío. No. La dejaste embarazada. No. Está embarazada y no es tuyo. No. Quiso matarse. No. Quiso matarte. No. Papá se la llevó. No. Mamá se la llevó. No. El tío John se la llevó. No. Otra tipa se la llevó. Me miró como si no supiera de qué estaba hablando. En su mundo, entonces, todo eso no existía. Me quedé sin ideas. En mi mundo esas eran todas las posibilidades, muchas veces relacionadas entre si. Le dije que no se preocupase, que seguro que había una explicación. Ya, pero cuál. Me dijo. Y era verdad. Una persona no desaparece así como así. Aunque se llame Prudence. Y nos volvimos a reír. Nos abrieron la puerta y pudimos ir a desayunar. Allí encontramos a Washington y Rigoberto, se los presenté y les puse al tanto. Me di cuenta de que Walker iba a durar allí lo mismo que un pastel a la puerta de un colegio si le dejábamos a su suerte, así que me convertí en su escudo humano con la ayuda de los otros dos. En cinco días se lo llevaron para interrogarle varias veces, incluso sin abogado, y cada vez volvía peor, él juraba y perjuraba que la había dejado bailando en un mar de globos en El Plaza. Una imagen mental ideal. Como todo en su mundo hasta ese momento. Se corrió la voz de que un “niño bonito” se había perdido por allí, y los otros dos y yo les explicamos al resto lo que pasaba para evitar bullas incontrolables, y muchos se acercaron a él a contarle qué les había llevado allí, para bien o para mal, algunos, como él, injustamente, otros aceptando su error, Walker les escuchaba y eso parecía darle la fuerza necesaria para no hundirse. Le enseñamos a jugar de veras al baloncesto, a hacerse pasar por manco, a mentir de verdad, un curso intensivo de la vida a pie de calle, le explicamos cosas de tipas, de tipos, de tipas con tipas y tipos con tipos, y a veces cruzados. Las horas dentro pasan muy lento. Y cualquier cosa es buena para no pensar en el motivo por el que estás allí.

Cuando vinieron a buscarle, pensamos que era porque se lo querían llevar al otro lado, y casi se arma una bulla grande, porque Walker, ahora, era uno de nosotros. Pero alguien explicó que todo se había aclarado y que se iba a casa, y nos alegramos todos, y entonces él hizo algo que en aquel momento nos dejó en el sitio, con la calma que le caracteriza dijo que él no se iba sin nosotros tres. Se hizo un silencio como nunca lo he vivido después. Los tipos que se lo tenían que llevar le dijeron que vale, pero otro día. Pero él no se movió un ápice. Entonces alguien fue a hablar con otro alguien, que a su vez, ahora sé, habló con William Thumberland, que era el padre de Walker y efectivamente, regresó con la orden de nuestra inmediata puesta en libertad (Carraspea. Mira hacia alguna parte).

Desde entonces tengo el honor de ser su hermano, también legalmente, y los Thumberland -Lacombe mi familia. Mi hijo se llama William por algún motivo. Soy abogado y me ocupo de la Fundación Thumberland en su filial de Los Angeles, para menores y jóvenes sin recursos dentro y fuera del sistema penitenciario.

Prudence (mira al techo, enarca la cejas). Lo que hizo fue como lanzar una bomba, que, al estallar, causa una onda expansiva. No la conozco personalmente, y prefiero que eso se mantenga así.

Walker

Dicen que nunca me rio. Yo no estoy de acuerdo. Considero que un día sin risa, es un día perdido, como dijo Charles Chaplin, y las cosas y las personas me preocupan. Da igual qué cosas y qué personas. Lo que pasa es que nunca puedes actuar a gusto de todos, y en lo que me dedico, menos. Me considero amigo de mis amigos y todos formamos una familia (me mira sin saber si lo estoy entendiendo, tiene una mirada muy peculiar, a veces gris oscuro, a veces azul, dependiendo de cómo le de la luz), creo que ya has conocido a un par de miembros (sonríe, y se sienta mejor). Si he aceptado a venir aquí es porque me lo pidió mi mujer, y creo que es lo correcto. Hay páginas que hay que pasar, como dice ella, y esta es una de ellas. Y si lo he conseguido es en gran parte gracias a ella, así que aquí estoy. Prudence. La primera en la frente (lo dice en español. Se mesa el cabello con las manos, y respira hondo). Prudence Potter-Doyle fue una persona con la que yo mantuve una relación amistosa sentimental cuando ambos éramos adolescentes. Esto no lo he pensado yo, es lo que llevo diciendo desde entonces al respecto según el consejo de mis abogados. Y es la verdad. Mi vida en aquel momento era la vida típica de un adolescente en el círculo en el que mi familia se movía. Mi hermana y yo tuvimos la enorme suerte de crecer entre algodones y comer de cuchara de oro, como suele decirse. La realidad estaba en otra parte. Y no importaba en absoluto, porque no nos atañía. Una de las cosas que dominaron mi infancia y juventud fue hacer la vida imposible a mi hermana (sonríe casi canalla), y se la sigo haciendo, es algo que no va a cambiar, me es imposible tomarla en serio. Madre tampoco la toma en serio. Así que no estoy solo en la labor. Pero si algo tiene mi hermana es un gran corazón y mucho sentido del humor, así que no le importa. La otra cosa que marcó mi juventud es haber conocido a Prudence. Mi vida transcurría según libreto hasta la noche de la fiesta de su dieciocho cumpleaños. La celebró en el Plaza, lugar que evito desde entonces, para desesperación de mi chofer porque no soporto ni pasar por delante. En fin. Invitó a media ciudad, y la otra mitad se apostó delante para vernos entrar. Me hicieron repetir tantas veces, minuto a minuto, el desarrollo de la fiesta y quién hacía qué cuando y porqué, que ahora sólo les diré que fue una fiesta casi atómica. Con muchos globos, y pétalos de rosa, y purpurina, y un cantante que hizo gritar a las chicas como si fueran los Beatles, y comida, y bebida, sin alcohol, por supuesto, y gente, mucha gente. Y Prudence. En un vestido de alta costura hecho a medida para la ocasión, y que hoy recuerdo como un soufflé azul (casi sonríe, y niega con la cabeza). En fin. Después de medianoche, cuando la gente ya se iba, la busqué y la encontré bailando consigo misma, en el medio de un mar de globos de colores mientras aún caía purpurina desde algún lugar. Seguramente para ustedes ahora mismo una postal mental. Hasta hace poco he tenido todavía pesadillas con eso (carraspea, mira hacia algún sitio, se calma). Lo siento. Le pregunté si venía con Elliot y otros dos a dar una vuelta por ahí, antes de volver a casa. Prudence me contestó que estaba muy cansada y que se iba a ir a casa, que estaba esperando a su chofer, le dije que entonces esperaría con ella a que él llegase, pero me dijo que no, a todo esto, sin dejar de bailar una especie de vals consigo misma, que me fuese con mis amigos, que su chofer llegaría enseguida, y que nos veríamos al día siguiente en la cena que había organizado mi madre. No lo encontré raro. Entonces. Y me fui con Elliot y otros dos a dar una vuelta. Elliot se acuerda mejor que yo, pero al parecer fuimos a un local cercano todavía abierto a comer algo, y después cada uno a su casa. Yo llegué a la mía a las dos, y lo sé porque el reloj de péndulo que había en el rellano del tercer piso dio la hora justo cuando pasé por delante y me asustó.

A las siete de la mañana mi casa parecía el asedio de Troya. Con el padre de Prudence como lugarteniente. A las nueve estaba sentado en la litera inferior de un habitáculo de un correccional de menores. Acusado de haber hecho desaparecer a Prudence. Y allí entró Hunter en mi vida, para salvármela. Hunter, Washington y Rigoberto. Los tres. Si no hubiese sido por ellos, yo no hubiera sobrevivido los cinco días, con sus noches, que pasé allí dentro. Esos cinco días dieron un vuelco a mi existencia. Y a la de ellos también. Cuando la autoridad pertinente vino a decirme que me podía ir, no puse un pie fuera sin esos tres. McMillan se unió después. Y eso no ha cambiado hasta hoy. Somos familia.

Pasar página sí, pero perdonar no. No sé por qué Prudence hizo lo que hizo. Ni lo quiero saber. Es ella la que tiene que vivir con ello, no yo. Ya no.

Margaret

Yo siempre creí. Quiero decir, siempre he sido una persona de iglesia, de vivir la iglesia. Solía ir todos los días a misa, ayudaba en la catequesis, asistía en la parroquia, ayudar al prójimo para ayudarme a mí misma y así honrar al Señor, era mi lema. Así que nadie se extrañó cuando anuncié que quería meterme monja, mis padres quizás, me pidieron que me lo pensara un poco, pero después entendieron que era lo que quería hacer, y respetaron mi decisión. Elegí una congregación de vida contemplativa, sin contacto con el exterior, pero que ayudaba a la comunidad, sobre todo con encargos gastronómicos, como bizcochos y tartas para celebracionesy labores de bordado o costura. Esto último era a lo que me dedicaba yo. Siempre me gustó bordar y coser, así que para mi no significaba trabajo, lo hacía con gusto y así también me sentía cerca del Señor. Durante un tiempo atendí el teléfono y el portón de guardia. Porque que llevásemos una vida contemplativa, no significa que no hablásemos por teléfono o no supiésemos qué era un Email (se ríe con tal dulzura, que nos hace reír a nosotros también) y por supuesto también recibíamos correo y paquetes con cosas que llegaba al portón, y entonces el cartero o el mensajero tocaba el timbre y ponía su carga dentro de un torno, y yo lo recogía (levanta una mano antes de que me de tiempo a preguntárselo, y sonríe apenas), sé lo que me va a preguntar, sí, ha habido ocasiones en que en lugar de una carta o un paquete, lo que encontrábamos era una criatura, eso es algo que siempre ha pasado en los conventos, afortunadamente no fueron muchos, en esas ocasiones llamábamos a la oficina del sheriff, y venían de inmediato a recogerles con los servicios sociales (se observa un instante las manos, y luego vuelve a nosotros, parpadeando lento), no era fácil decirles adiós. También había ocasiones, en que la que venía era una joven embarazada buscando ayuda, antes de tener que, más tarde, entregarlo en el torno, y en esos casos también teníamos teléfonos a los que llamar, siempre según el deseo de la madre (levanta un dedo, y frunce el ceño, para intentar dar más autoridad a sus palabras), porque era algo que para la superiora era muy importante…más tarde supe por qué, pero eso ahora no importa, el caso es que siempre les preguntábamos qué es lo que querían hacer con la criatura una vez llegase al mundo, porque la mayoría nos llegaban a punto de dar a luz, y para cada decisión, pues había un número de teléfono, no?, como en todo en esta vida (sonríe encogiéndose de hombros). En una de esas ocasiones en la que tenía guardia, muy avanzada la noche, sonó el timbre, y yo pensé que sería algo de lo que les he contado antes, pero al darle la vuelta al torno, no encontré nada, así que abrí la trampillita de la puerta, para ver quién podía ser. Era una chica muy joven, con un vestido de tul azul muy ostentoso bajo un abrigo corto gris, que me sonrió al darle las Buenas Noches y el AveMaríaPurísima. Esa era Prudence (de su rostro se aleja todo rastro de sonrisa, casi se endurece). La dejé pasar, y le hice la pregunta de rigor, a lo que me contestó que ella no estaba embarazada, que lo que quería era entrar de monja en el convento. Yo me quedé un poco perpleja, la verdad, las chicas que habían venido, siempre venían acompañadas de su familia, o venían solas, pero por el día, no en medio de la noche y con vestido de fiesta. Me dijo que había meditado mucho la decisión, y me rogó que no se lo comunicase a nadie, que nadie debía saber que estaba allí, que era su decisión y que nadie debía entrometerse, sólo el Señor (Carraspea, mira hacia algún sitio en la lejanía, su expresión es aún dura). Y yo la creí. Porque no tenía motivos para no creerla. Yo todavía creía en la buena voluntad de las personas. Resumiendo un poco, le di ropa de cama para que se cambiase el atuendo y a Prima, avisé a la superiora, en nuestra congregación no observábamos maitines ni laudes, nos reuníamos para Prima. La superiora no tuvo nada en contra, y así se quedó Prudence entre nosotras (se muerde los labios, y se observa las manos, luego respira hondo y vuelve a nosotros). Así como teníamos teléfono y un ordenador, también teníamos televisión. Pero no en un salón, como en las casas de familia. Teníamos una pequeña, en el obrador, junto a la radio. A algunas les gustaba escuchar la radio mientras hacían los encargos, otras en cambio preferían la televisión, pero siempre nos poníamos de acuerdo. Una familia nos había encargado pastitas de almendra para un bautizo, y esa es mi especialidad, así que el jueves siguiente…sé que era jueves porque vendrían a recogerlas el viernes por la mañana, y mi receta necesita tiempos de reposo entre medias, así que siempre las hago con tiempo suficiente, me puse a hacerlas. En fin. Yo pertenezco al equipo televisión, así que  la encendí según entré en el obrador, porque iba a estar sola, las otras tenían otras ocupaciones. Estaba buscando los ingredientes, y tarareando kiries, cuando lo escuché “sigue la búsqueda desesperada de la joven socialité Prudence Potter-Doyle, la policía ha detenido a su novio Walker Thumberland-Lacombe, heredero de las dos dinastías con mayor peso económico y político del país, como presunto culpable de su desaparición durante la noche del sábado al domingo….” A mi se me cayeron todas las almendras al suelo. Y debió de subirme la tensión de repente, porque se me puso todo negro delante de los ojos y casi me caigo redonda. Como pude fui en busca de la superiora, y le dije lo que había pasado. Fue ella quien llamó por teléfono a la oficina del sheriff, y les dijo que Prudence se encontraba a salvo en nuestra Casa. Lo que pasó después fue muy perturbador para la paz a la que estábamos acostumbradas. Vinieron sus padres, a los que ella no quiso ver, la prensa se apostó delante de nuestra puerta, demasiada atención. Pero a Prudence no parecía importarle nada. Ella siguió haciendo la vida que le habíamos indicado que debía hacer, como si todo aquello no tuviese nada que ver con su persona (Se mira las  manos , luego se muerde los labios, mira hacia algún lugar y vuelve a nosotros). Sólo en una ocasión, cuando estábamos a solas en el refectorio, preparando la mesa, me dijo que no entendía por qué habíamos llamado a la policía para aclarar que estaba con nosotras, que me había dicho explícitamente que no quería que lo supiese nadie, yo le contesté que en las noticias habían dicho que la policía la estaba buscando y que habían detenido a un chico inocente acusándole de su desaparición, que por supuesto había sido necesario avisar de su presencia, a lo que ella me respondió dando una airada media vuelta y abandonando el refectorio furiosa. Yo no supe qué hacer. Eso era nuevo para mi. No era algo que me hubiera pasado nunca con alguien. Se lo confié a la superiora, y me recomendó leer el libro de Hob (Nos mira y alza las cejas, luego observa sus manos, frunce el ceño, suspira y regresa a nosotros). Fue poco después cuando la familia Sullivan me rogó si podía bordar el velo de novia de su hija, y eso me llenó de ilusión, porque bordar es algo que da alegría a mi corazón, no sé cómo explicarlo. Era un velo antiguo, que pertenecía a la familia Sullivan desde hacía generaciones, la novia deseaba un bordado de hojas por el borde, y buscamos juntas motivos que pudieran pasar con el tejido y que se acomodase a su gusto. Encontró lo que buscaba en un catálogo antiguo de bordado, unas hojas de hiedra entrelazadas entre si. Una auténtica delicadeza. Dediqué los siguientes cuatro meses, dedicándome a esa labor, incluso adaptaron para mi un lugar con un lámpara especial y una mesa de bordado. Cuando estuvo listo, colgamos el velo de un soporte especial que había traído la familia Sullivan, y nos reunimos todas a admirarlo, incluso el diácono vino a verlo, y me felicitó, no me gusta ser vanidosa, pero realmente era una obra de arte. (Se mira las manos, se muerde los labios, arquea una ceja, vuelve a nosotros). Entonces apareció Prudence, portando la jarra con el chocolate que habían preparado para la merienda con el diácono y la familia Sullivan, que estaba a llegar. Se acercó a donde estaba el velo, hizo como que tropezaba y derramó la jarra sobre él (Mira hacia el techo, respira hondo). Yo me olvidé de mi, y me fui a por ella, la agarré de la toca, se la arraqué, le atenacé el pelo con las dos manos, y tiré, tiré y tiré, le di bofetadas, y más bofetadas, y golpes, y puñadas, y puntapiés, y la arrojé al suelo, y yo gritaba mientras, fuera de mi, varias hermanas trataron de hacerme parar, el diácono, el Señor Sullivan y su hijo, pero yo me había convertido en una furia desalmada, que sólo quería acabar con Prudence costase lo que costase. Cuando consiguieron apartarme entre seis, ella me miró y, aún con la cara ensangrentada, comenzó a reírse a carcajadas. Yo me desmallé.

La familia Sullivan consiguió lavar el velo, y que no quedase rastro de chocolate, la novia lució espléndida. Lo sé porque acudí a la boda, pero no como monja, si no como una mujer como las demás. Dejé los hábitos, porque fui incapaz de perdonar a Prudence. Volvería a hacerlo ahora mismo. La madre superiora pasó dos meses en un retiro espiritual en Luisiana, el diácono se fue a hacer una peregrinación a España, y a Prudence la relegaron a cuidar de las hermanas mayores. Según supe, el resto de las hermanas evitaba su presencia. Yo volví a casa de mis padres, y gracias a la familia Sullivan abrí una mercería donde además enseño a bordar y hacer patchwork (Nos mira sonriente y orgullosa, haciendo como que cose). Allí conocí a Leander, que es viajante de hilos y también le encanta bordar, y tenemos dos hijas (Nos mira y sonríe con ternura).

Años después de aquello me decidí a ir a visitar a la familia Thumberland- Lacombe, sentía la necesidad de explicarles lo que había pasado. La Señora Thumberland-Lacombe, CarolAnn, que no Caroline, que la gente se confunde (se rie), nos recibió con mucho gusto, lamentablemente su marido para entonces ya había fallecido, y cuando le conté todo, me confió que exactamente eso es lo que ella llevaba años queriendo hacer con Prudence, y que nunca se había atrevido a confesárselo a nadie. Esa imperiosa necesidad de dar tirones de pelo. No sé. Nos entendimos a la perfección. Y mantenemos un trato cercano y de amistad. Esas cosas unen (Sonríe y entrelaza los dedos con fuerza, como para dar ejemplo de sus palabras). Ahora estoy trabajando en un edredón de cuna para su próximo nieto.

Según he sabido, la diócesis decidió que el edificio del convento necesitaba una reforma integral, así que las hermanas que todavía continuaban allí, fueron trasladadas a Canadá a otro convento, más moderno. Parece que Prudence no estuvo de acuerdo, y dejó la congregación. Al parecer ha recuperado para si el fondo que sus padres una vez habían planeado para ella, y que engordaba en algún banco, y hace su vida como si nada, no en Nueva York, no me han sabido decir dónde. Pero yo no quiero saberlo. Prefiero pensar que Prudence no existe. Me da paz mental.

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