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Alquimista de Historias

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Norte/Ponestoaquí

01 sábado Jun 2024

Posted by Alquimista de Historias in Allgemein

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Una historia. Dos versiones.

Norte

Los de las tablets no suben hasta aquí arriba. Suelen ser tres, a veces cuatro, les reconozco porque llevan encima todo el equipo, y brillan, aún siendo pleno día. También porque todos usan gafas. Debe ser muy complicado llegar a ser uno de las tablets, tanto, que se pierde la vista cuando se logra. Yo tengo muy buena vista. Y estoy contento con lo mío. Lo mío ahora son los artesonados. Me gusta la palabra artesonado. Suena bien. La nuestra es la Torre Norte. No sé por qué la llaman Torre Norte si está en el Oeste. Quien le puso el nombre no usó bien la brújula. Me voy a echar unas risas si al final lo graban en mármol en la puerta principal y después tienen que picarlo. Pero ese no es mi problema. Mi problema es la luz que no está. En toda la esquina no hay luz. A ver, luz en si, hay, pero no están los puntos de luz del techo. Faltan 57 puntos. Que ya son puntos para que falten, y, claramente, a oscuras no puedo trabajar, ni yo ni nadie. Estamos esperando que suban los focos portátiles. La culpa fue de Cerebro. Le pusimos ese nombre porque al parecer sabía más que nadie de la luz y esas cosas. Y no te digo yo que no. Pero hacía lo que le daba la puta gana. Un día llegó y les dijo a los de electro que esta esquina se quedaba a oscuras, y como para ellos era algo así como un jefe, pues obedecieron. Y quedó a oscuras. Se armó la de Dios es Cristo. Y él diciendo que nadie entendía su visión. No le echaron porque es primo de alguien. Ahora ya no le llamamos Cerebro, ahora es el Primo. Le enviaron a Color. Ahí su visión causa menos daños. Hoy estoy solo. Abú todavía está de baja. Ya está en casa, pero los médicos no le dejan volver. Y si vuelve no es aquí arriba. Lo de Abú no fue culpa de nadie. En serio. Yo estaba allí. Un golpe de aire aventó el marco de ventana que él tenía que colocar, perdió pie y allá se fue. Ahora sé lo que significa que el corazón te dé un vuelco. Porque es lo que pasa. Da una voltereta en el pecho, y te falta la vida de repente. He visto muchas películas de terror en mi vida, pero el miedo que tuve a asomarme a ver qué había sido de Abú, ninguna lo supera. Yo no creo en Dios, pero si lo hay, debería enviar un cheque regalo, o lo que sea que envíe, al tipo que inventó el arnés de seguridad. Se me dio por llorar. Yo que no lloro nunca. Abú volaba de lado a lado del edificio, colgado del arnés. Tuvo que rescatarle la grúa. Él no se acuerda de nada. Todas las costillas y el susto. Si vuelve, ya no sube aquí arriba. Lo médicos no le dejan.

Yo no sé qué tengo que hacer. Estoy esperando a que los de las tablets decidan qué se hace con la esquina ciega. Supongo que me mandarán más arriba, a las últimas plantas. Si es así, no subo en el ascensor. No me fio de los ascensores de obra. Yo subo y bajo a puro pinrel. Sin darme cuenta me hago varios kilómetros al día. Qué grande suena, pero no lo notaba hasta que me bajé una app que cuenta pasos. Cuando llegue a veinte mil me hago una fiesta. Hoy tiene que venir “Ponestoaquí”. La llamo así porque ella denomina de esa forma su trabajo, cuando la conocí me dijo que ella era la “Ponestoaquí”. Y es verdad. Se pasa el día diciendo eso a los que traen el mobiliario. A su jefa la llamamos “Hazmeelfavor”. Porque ella lo que se dice hacer, no hace nada. A “Ponestoaquí” le encanta el sushi. Tiene una Tablet, pero no lleva gafas, y el aparato le dice dónde van las cosas. Ella me llama “MiguelÁngel”, pero ese no es mi nombre. Tampoco le gustan los ascensores de obra, dice que así hace step. No había dado yo en eso, fíjate. Yo y el fitness. Ella también se subió la app de los pasos. Estamos empatados. Ahora sí. Suben los de las tablets y todos los presuntos implicados. Parecemos un grupo de esos que invocan fantasmas. A oscuras y en círculo. “Ponestoaquí” me dice sólo nos falta la ouija. Hacemos como que nos da la tos. Sólo las tablets dan luz, los focos se perdieron por el camino, alguien los vio en la planta doce, pero no estaba seguro. Los de gafas nos dicen que la esquina está ciega. Hasta ahí llegamos todos. Que al parecer hay que tirar el techo y hacerlo todo de nuevo. “Ponestoaquí” les dice que una opción sería crear un lounge de relax con sofás y cojines, y dejar la esquina a oscuras. Que sólo se necesitarían luces indirectas. Se hace el silencio. No soy yo de lounges. Sólo las de los aeropuertos. Esas están bien a veces. Los jefes le preguntan si tiene un exposé de la idea. Ella se lo envía a la tablet deslizando el dedo por su pantalla. La magia existe y está en sus dedos. Llegan los focos y se hace la luz. Quedamos todos flasheados, literalmente. Zafarrancho. Les pregunto a dos de gafas si hago los artesonados o no. Los tres miramos al techo. Uno de ellos busca algo en su tablet. Pendiente de revisión. Me toca subir de planta. Step. “Ponestoaquí” me invita a brownies de chocolate para celebrar que aceptaron la idea. Los comemos en el que va a ser el despacho del “Mandamás”. Aquí los artesonados van a ser de madera maciza. Hay gente para todo. Desde aquí se ve toda la ciudad y caigo en lo enorme que es. “Ponestoaquí” me señala la zona por la que ella vive. La mía queda en el otro extremo. Pero usamos la misma línea de metro para llegar aquí. Qué cosas. Llega un montón de gente con material. Al tajo. Robus nos ameniza la faena con “Sólo te pido” de Manolo Escobar. Cualquiera diría que es la radio. Pero no, es Robus. Se le escucha a través de todas la plantas . “Hazmeelfavor” dice que qué voces da Nuestro Señor. No es el Señor, es el aparato fonador de Robus. Aparato fonador. El cuerpo humano es un misterio insondable. No lo digo yo, lo escuché en un podcast. El “Mandamás” quiere una piscina en la terraza, con suelo de cristal. Todo será lo que case un sastre, que diría mi abuelo. Coincido con “Pon estoaquí” en el metro al final de la jornada. Se nos puede coger con pinzas. Nos quedamos dormidos y nos pasamos dos paradas. Nos despertamos gracias a un trompetista que entró a tocar por unas monedas. Claramente no era Miles Davies. Volvemos juntos un rato, yo tengo que torcer a la izquierda, ella a la derecha en el cruce de las avenidas. Hasta mañana. Me compro un kebap para cenar. Me ducho. No me acuerdo de haber apoyado la cabeza en la almohada.

El mostrador de recepción parece la barra de un after. Se lo digo a “Ponestoaquí”, y al parecer fue idea del “Mandamás”. Que costó una millonada, porque es vintage. Lo que yo te diga, seguro que fue la barra de un after. Nos reímos. Hace mucho tiempo que no voy a uno, a esas horas ya estoy aquí. Ella tampoco va a esos locales. Va de tranqui. Yo también. Qué prisa hay. Un trailer trae un ejército de guerreros nubios de ébano. Me recuerdan a Abú. Abú. Le echo de menos. El “Mandamás” los quiere repartidos por las plantas. “Ponestoaquí” opina que el “Mandamás” está sembrao. Le buscamos en Google y parece un candidato. No sé a qué, pero un candidato. Se necesitan cuatro tipos para mover un guerrero nubio. Yo sigo con mis artesonados. Robus elige hoy Nino Bravo. Como el sol por la mañana yo soy libre. Yo le digo que debería presentarse a esos programas que buscan gente con voz. Pero él no quiere, dice que cantar le relaja. Pruebo el sushi de “Ponestoaquí”. No está mal. Prefiero mis sándwiches. Le doy la mitad de uno. Dice que debería patentarlos. Comemos mientras observamos cómo veinte tipos descargan los guerreros nubios de un camión.

El ebanista dice que el techo no va a aguantar el peso de la madera maciza. A mí que me registren. Dice también que soy un prodigio del cálculo, porque hago las cuentas de cabeza y de corrido. Puede ser. Robus canta, yo calculo cosas. No nos salen los números. Mañana será otro día. Gran verdad. Mi hermano me envía otro Whatsapp. Y van diez. Voy a tener que contestarle, es capaz de llamar a la Guardia Civil. Él tan correcto. Mi hermana lo intenta por Instagram. Como quien grita en el desierto. Laotra en X, si alguien ve a mi hermano que me avise. Qué agonías. Total pa ná, que diría el otro. Para guinda del pastel, “Ponestoaquí” me pregunta si puedo acompañarle a la boda de su amiga. Yo creo que si me hubiera preguntado si le dono un riñón no me hubiera quedado más quieto. Sin querer. No lo vi venir. Es una boda campera, me explica. Yo le digo que si hay que torear, ni por todo el oro del mundo. Le da la risa. A mí también. No hay etiqueta, sólo cosas camperas, vaqueros y así. Mejor, con lo incómodos que me son los trajes. Le digo que sí. Porompompero. Va por ustedes.

Robus se hace viral. Está por todas partes. Hace llorar al país con su versión de “Para que no me olvides”. Incluso yo, que no lloro nunca. A parecer alguien le descubrió. Es La Voz. Ya se lo decía yo. Otro que ya no sube hasta aquí. Llegan los de la piscina. Hablan en hectolitros. “Ponestoaquí” y yo buscamos el regalo de la boda en la lista online. Su amiga se llama Catalina, y la llamaban Cati. Pero ahora quiere que la llamen “Keit”, como en inglés. “Ponestoaquí” le sigue llamando Cati. Pues muy bien. Nos decidimos por una máquina para hacer zumos. Ahora tenemos que pensar cómo llegamos al medio de la nada campera. Sí o sí hay que ir en coche. Conducir no es lo mío, pero si hay que ir se va. Por algo fui exprofeso a Texas a sacar el carnet. Reservo un Land Rover como un mundo. Ya puestos. Supongo que a una boda campera hay que ir en vaqueros y con botas. Camisa. No deja de ser una ceremonia. Y una chaqueta que se olvidó mi hermano, que es informal a la par que elegante, un poco como él, sólo que él de informal tiene poco, y además abriga. Porque en la nada campera, llegará un momento que hará rasca. Vamos digo yo. Me llevo las dos mantas que compré en Escocia. Y un termo con dos litros de agua. Vas a una boda, no a una expedición. “Ponestoaquí” lleva un vestido de flores con botas camperas y una chaqueta larga de lana. También una sombrerera con una pamela. Al parecer pertenece al “dress code”. Yo la mía la olvidé. Nos da un ataque de risa. Vamos que nos vamos. La señora del navi nos guía. “Ponestoaquí” me pone al corriente de quién es quién en la boda, a qué se dedican, en qué lugar se enamoraron y a qué dedican el tiempo libre. Me da la impresión de que está un poco nerviosa, pero no sé porqué. A lo mejor porque tiene que leer. Enciendo la radio. Nos adentramos en la nada. Rectas y campos amarillos. Empieza a sonar “Poupée de cire, poupée de son”, subo el volumen. La canto a voz en cuello. Como maman entonces. Y nosotros con ella. Suis-je meilleure,suis-je pire qu’une poupée de salon?Je vois la vie en rose bonbon poupée de cire, poupée de son. Tamborileo el volante con la parte de la percusión. Hacía mucho tiempo que no la escuchaba. Maman. Cuando acaba entra una cuña de un negocio de muebles, y eso me da tiempo a tragar el nudo. Me cuesta. Carraspeo. La señora dice que tenemos que torcer a la izquierda. “Ponestoaquí” se ha quedado muda. Me mira como esperando una explicación. Yo nunca las doy. Todo a su tiempo. Alguien ha colocado a un lado de la carretera carteles en forma de flecha con “Boda de Kate y Sanchete” en letras rojas. Sanchete. Bueno, el mío tampoco es muy pa’llá. Según la señora hay que torcer a la derecha, pero las flechas dicen que hay que seguir recto. Las flechas nos llevan a un cercado con burros. Al querer dar la vuelta nos damos cuenta de que no somos los únicos en caer. De la nada aparece una chica con vestido de flores lila y pamela a juego, con una carpeta en la mano. Se presenta como la “wedinplaner”. Nos dice que tenemos que ir por donde nos decía la señora. Se ha formado un atasco. Conducir no es lo mío. Me da la impresión de que vamos en un tanque. Me meto campo a través. Llegamos a la era habilitada como aparcamiento. Pamelas de todos los colores. Me alegro de haber traído las botas. “Ponestoaquí” me presenta como su amigo “MiguelAngel”. Caigo en la cuenta que todavía no le he dicho mi nombre. Yo nunca la llamo por el suyo. Todo a su tiempo. Bañeras de hielo con cervezas, cortadores de jamón, mesa de chuches. Otra “wedinplaner” reparte cámaras polaroid. La mía es verde. La primera foto se la hago a “Ponestoaquí” sin que se de cuenta. Son las mejores. Además la luz era perfecta. Han puesto hileras de bancos de madera a ambos lados de un alfombra verde que lleva a lo que supongo es el altar. Pero no es el altar. Es una sofá. Antes de que comience nada voy a uno de los que corta jamón. Le pido un bocata. No tiene pan. Sólo puede darme lonchas en un plato en forma de hoja. Yo con hambre soy insufrible. Me da muchas lonchas. Me agencio crackers y aceitunas. Algo es algo. “Ponestoaquí” tiene uvas y taquitos de queso. Otra amiga suya croquetitas y gildas. Nos sentamos en unas rocas y hacemos picnic. Hay tanta gente como en una romería. “Ponestoaquí” me presenta gente. Las “wedinplaners” avisan por megáfono de que va a llegar la novia y que tenemos que sentarnos en los bancos. Desbandada es una palabra muy gráfica. Nos sentamos por el medio. Una mujer empieza a cantar acompañada de un hombre a la guitarra. Se arranca por “Contigo aprendí”. Le digo a “Ponestoaquí” que bien hubieran podido contratarme a mí. Tiene que hacer esfuerzos ímprobos por no reírse. No lo consigue. Le hago una foto. La novia llega acompañada de un señor con frack. Ella es un tul andante portando un ramo de lilas. Yo supongo que como nosotros se sintieron los del sermón de la montaña. No me entero de nada. Alguien le da a “Ponestoaquí” un micrófono y ella lee lo que tiene que leer. De amistad, tiempo, vivencias, años, risas, llantos y esas cosas. Me vuelve el nudo. Yo que no lloro nunca. Nos dan un pañuelo lila a cada uno. Cuando acaba la ceremonia, los novios recorren el pasillo central dando saltos de alegría con los brazos en alto, mientras la multitud agita los pañuelos y corea los que el público en los estadios. Como si acabasen de ganar la Copa de Europa. Ver para creer. Al parecer hay cordero a la parrilla para los que comen carne y un buffet variado para los que no. No quiero pensar en cuántos corderos han hecho falta. Buenas noches, Clarice. Han extendido mantas y alfombras por la era, para que cada uno se siente donde quiera. “Ponestoaquí” y yo pasamos cerca de una hora llenando el plato. Las colas son interminables. Su amiga y ella me piden que las acompañe a vigilar que nadie mire cuando hacen pis tras unos arbustos. Las oigo reírse a carcajadas. Me recuerda a aquel campamento de verano al que nos apuntaron un año. A mi me siguen gustando las albóndigas con tomate, y esté dónde esté siempre sé dónde está el norte sin necesidad de brújula. Mi hermano, desde entonces, de poder, se movería por el mundo de liana en liana, aunque nunca lo admita. Mi hermana aprendió a tocar el uquelele. Y Laotra, te dice la hora sólo con mirar al sol. No nos queríamos ir. Esto ya es otra cosa.

Tanta gente y tantos pies, al final se levanta una polvareda. Y el viento viene sur. Empiezan a volar pamelas. Hago un par de fotos. Han traído una orquesta para amenizar. “A mi manera” por bulerías. Más polvo. Un grupo de personas se separa, y en el claro que deja, descubro a León. Y él me descubre a mí. En situaciones como estas nos sentimos Judas. Siempre hacemos que no nos conocemos. Ni me saluda. Yo bebo un trago del refresco que tengo en la mano y miro al cielo. Recibo un Whatsapp:

  • Me he perdido varios capítulos. Qué carajo haces aquí?
  • Soy el plus1 de esta chica a mi vera
  • Estáis?
  • Si estamos dónde…
  • Alma de cántaro, si las miradas hablasen..
  • …
  • Tienes dos opciones, o capiscas o te tiro una piedra..

Miro a “Ponestoaquí”, que a su vez me está mirando a mí. Me doy cuenta de que me mira como si yo fuese el Santo Grial. Capisco. Yo es que no lo veo venir. O quizás sí. Yo qué sé. Sí que sabes. Es tu miedo al socavón. A dar el paso y pero tío qué haces. Dar el paso y te presento a mi novio. Dar el paso y no sé qué te has montado en la cabeza pero no. Que nunca nadie te ha dicho. Pero siempre hay una primera vez. Y te quedas in albis. Y entonces mejor te quedas como estás. Y no ves. No ves. O no quieres ver.

  • No disparen.
  • Aleluya!

León no está solo. León nunca está solo. Siempre tiene novia. Siempre son lo más parecido a Miss Universo, guapas por fuera y por dentro. Ingenieras de minas, farmacéuticas, médicos, comandante de submarinos, arquitectas, notarias. León es Doctor en Filosofía y Doctor en Filología Clásica, ambas Cum Laude y premio extraordinario. No es alto, no se molesta en hacer ejercicio, tiene poco pelo, y el que tiene es rojo, yo siempre digo que tiene cara de monje medieval dormitando y es miope. Pero si vas con él a cualquier reunión, se marchará con la mujer bandera. Y cuando se dejan, le siguen adorando. Le invitan a sus bodas. Es amigo de sus maridos. Yo creo que el secreto está en la risa. León tiene el don de regalar risa, y, eso, le hace especial. Hoy está con una chica de melena castaña, cara de muñeca y vestido de alta costura, que le pasa el brazo por el hombro, ya que le saca una cabeza.

  • Sólo dime si es Miss Universo
  • Se llama Virtudes, es jueza de la audiencia nacional..
  • Tenemos que vernos..
  • Ya nos estamos viendo..
  • Idiota..
  • Localizo a Jacobo y monto algo..
  • OK
  • Y lánzate a la piscina! Mivida!
  • Yo también te quiero..

La orquesta entona “Me gustas mucho”. Me doy por aludido. Sin más miedo al socavón cojo a “Ponestoaquí” de la mano y la saco a bailar. Porque bailar bailo bien. Que conste.

Va cayendo la tarde. Cambia el viento. Viene la rasca. Las mantas escocesas hubieran cumplido su misión. Pero las dejé en el coche. Fin de fiesta. Para la vuelta no somos dos, somos seis. Localizar el coche está a punto de convertirse en un misterio sin resolver. Parecemos los de Scoobydoo, sólo nos falta el perro. Dos cosas tenemos todos en común: necesitamos urgentemente un baño y tenemos un hambre voraz. La señora del navegador nos guía hasta un McDonalds. Regalan vasos de colores por Menú. Reunimos una cristalería. Es una sensación extraña cuando por fin te has decidido a algo con otra persona, esa persona también está dispuesta a algo contigo, y estáis atrapados en la sinergia de un grupo de gente con la que no queréis compartir vuestro secreto. Voy dejando a cada mochuelo en su olivo. Hasta que volvemos a ser dos. Aparco en el primer hueco que encuentro. Bajo del coche. Le abro la puerta. La cojo de la mano. No sé a dónde quiero ir. Me paro. Ella no entiende nada. Dicen que es como andar en bicicleta. Lo mejor es empezar por el principio.

  • Hola Buenas, se está quedando buena noche…
  • Sí..
  • Tendrías la amabilidad de decirme tu nombre?
  • Me llamo Guiomar, y tú?
  • Yo me llamo Kilian..
  • Hola Kilian..
  • Pero nadie me llama así, me llaman Bo..
  • Bo..
  • Sí, sólo Bo.

Ponestoaquí

Mi cuñada es boba. Pero tiene buen fondo. No dudó en darme trabajo y con ella sigo desde entonces. Ha sido mi primer y único trabajo, todo hay que decirlo. Me paga bien, y tengo para mis gastos, qué más puedo pedir. Podría pedir irme a vivir sola, pero para tanto no me da. Así que todavía vivo con mis padres. Me consuela saber que no soy la única. Ella es propietaria de una empresa de reformas y decoración de interiores, mayoritariamente a nivel industrial, como pueden ser cadenas de hoteles, edificios de oficinas, centros oficiales y grandes superficies. Yo soy su “ponestoaquí”, que no es otra cosa que la persona encargada de señalar a las personas encargadas de llevar el mobiliario al objeto, dónde han de situar la pieza. Nada más. No tiene más complicación. Sí que es verdad, que muchas veces el mueble o pieza en cuestión viene embalado y yo me ocupo también de sacar el embalaje. Mi rutina de trabajo consiste en levantarme por la mañana cuando todavía no están puestas las calles, desayunar, mientras desayuno consulto dónde he de dirigir y qué muebles, ducha, arreglada pero informal, sobre todo cómoda de pies. Y allá me voy. Ahora mismo estamos en un edificio de catorce plantas, que, cuando esté listo, que será en breve, será la sede de una multinacional americana. Y mi razón para levantarme cada mañana, se llama “MiguelAngel”. Bueno, no se llama MiguelAngel, yo le he puesto el nombre, porque se pasa el día trabajando en los artesonados del techo. Como al parecer dicen hacía MiguelAngel el pintor. Por eso y porque está muy bueno. Hablando en plata. No a todo el mundo le queda bien el pelo al tres. Yo digo que tiene ojos como de Disney. Grandes, verdemusgo y que, sin palabras, dicen todo. Al principio pensaba que no hablaba español, porque le había escuchado hablar con Abú en francés. Y yo de idiomas poco. Pero no. Coincidimos un día en una de las plantas ya completas, él dando los últimos retoques, yo supervisando los armarios empotrados, y trabamos conversación. Trabamos no. Trabé. Para qué nos vamos a engañar. Por esos días pasó lo de Abú. Cada vez que me acuerdo hiperventilo. Una cosa es ver a Wesley Snipes saltar agarrado a un cable desde un edificio como el nuestro, y aterrizar como si nada sobre un tren en movimiento. Y otra cosa es ver como una persona cae trece pisos. Pero no cayó. Quedó colgando del arnés. “MiguelAngel” y yo lo pasamos juntos. Recaímos en fumar. Porque después de una cosa así lo único que entra es un piti. La cosas como son. Además se paró todo y estuvimos sentados charlando. Después el trato se hizo más fluido. A ninguno de los dos nos gustan los ascensores de obra, así que recorremos el edificio de arriba abajo a pie. Encontramos una app que cuenta pasos. Estamos empatados. Él dice que a los veinte mil monta una fiesta. Yo me apunto, buscas fiesta en el diccionario y yo aparezco como definición. En fin. Mi cuñada se llama Valentina. Ella responde a Titina. Pero en la obra le llaman “Hazmelefavor”, porque es su muletilla. Yo creo que ella lo sabe, pero no le importa. Por su buen fondo. Su amiga Lulú tiene un primo al que necesitaba enchufar en algún sitio, y Titina sin más complicación le enchufó en la empresa constructora. Le pusieron de supervisor. Trató de supervisar lo que yo hago y decirme cómo hacerlo mejor. Le dije que la próxima vez que se atreviese a decirme cómo tengo que hacer la cosas iba a seguir el mismo camino que Abú. Pero sin arnés. Desde entonces me evita. Mejor. Yo con esa gente sigo la estrategia de Harry el Sucio. Por su cuenta y riesgo les dijo a los de electro que dejasen toda una esquina de la planta once sin focos de luz. Ciega. 57 puntos faltan. La que se montó no está en los escritos. “MiguelAngel” y yo asistimos a los dimes y diretes tomando un café con donuts. Como si fuera una obra de teatro. No sé quién es el marido de Lulú, pero gracias a él no le echaron. Ahora está en Color. Pero la esquina sigue ciega. Nos reunimos para ver qué se hace. Sólo nos falta la ouija. Y se lo digo a MigueAngel. Un grupo de gente en círculo, a oscuras y mirando al techo. MiguelAngel se ríe. Yo hago como que toso. Yo a los que llevan la obra les llamo los “Biutifulminds”. Según ellos, básicamente, habría que tirar toda la planta y hacerla de nuevo. Me acordé de una idea que se ocurrió. Porque a veces tengo ideas. Lo que no sé si buenas o no, porque no llego nunca a realizarlas. Las guardo en una carpeta bajo el nombre Mementos. Como estamos a oscuras y nadie va a notar lo colorada que me voy a poner, me atrevo a decirles otra opción. Y sería dejar la esquina ciega, dejándola como lounge, con lámparas indirectas. Se hace el silencio. La oscuridad hace que no quiera que me trague la placa sobre la que estamos. Uno de los “biutifulminds” me dice que le envíe el exposé. Se lo envío y por bajini le pongo una vela a mi Santa. De pronto flash. Nos quedamos ciegos. Uno de los “Biutifulminds” me da el OK para la lounge. De poder daría saltitos diciendo yesyesyes. Pero sólo sonrío y le doy la gracias. A ti, me contesta. Casi lloro. Se lo digo a Titina por Whatsapp. Me contesta con Rachel de Friends agitando pompones. Yo soy más de osos pandas dando volteretas. Bajo a por brownies para celebrarlo. Lo celebro con MiguelAngel en la pausa. Desde donde estamos sentados se ve la ciudad entera. Él y yo vivimos en puntos opuestos, pero tomamos la misma línea de metro para venir aquí. Sólo te pido, sólo te pido, que me hagas la vida agradable, si decides vivirla conmigo. Gran Verdad. Robus es un portento. Tanta gente dando el cante, literalmente, y él con esa voz está aquí. Titina y yo somos fan. Cuando canta dejamos lo que estamos haciendo y le escuchamos. Después aplaudimos. Él se ríe y sigue a lo suyo como si nada. Coincido con MiguelAngel camino del metro al final de la jornada. Podríamos formar parte del elenco de The walking dead. Me ofrece su brazo. Mejor. Me despierta un trompetazo. Me quedé dormida contra el hombro de MiguelAngel y él contra la ventanilla del metro. Dos eran dos. Nos separamos en el cruce de las avenidas. Hasta mañana. Estoy tan cansada que no tengo fuerzas ni para ponerme triste al verle alejarse.

Mi amiga Rita me apunta a su clase de Ciclo. En qué momento. Yo no se lo pedí. Es que era un dos por uno. Como si yo fuera un cocktail. Los sábados por la mañana son para dormir. Debería estar en la constitución. Mi padre se parte el eje y me ofrece el café del desayuno. Voy a mandar mi propuesta al defensor del pueblo durmiente. Me voy jurando en arameo. Veinte tías sobre bicicletas estáticas, a oscuras, pedalean al ritmo de una música infernal siguiendo las indicaciones a gritos de una tipa con micrófono en el moflete. Después Rita y yo fuimos directamente a una farmacia a comprar ibuprofeno. No me sentía tan mal desde aquella excursión a los Lagos de Covadonga en pleno agosto. Qué mal. Le cuento a Rita de MiguelAngel. Que me da la impresión que pasa un poco. Pues no le gustarás, no eres una croqueta. Rita y sus frases lapidarias. Caso me hace, eso no es. A lo mejor le agobio o algo. A lo mejor es gay. Removemos el café en silencio. No sé. O tiene novia. El nombre es bonito. Le explico que no sé su nombre, que sólo le llamo así. Rita me mira como cuando le dije no me gustaba el pan de plátano. Si le digo que él tampoco sabe el mío, se levanta, se va y me retira el saludo. Así que opto por no decírselo. Pues estará a otra cosa. Bueno, la ilusión por verle hace las cinco de la mañana menos cuesta arriba. Rita abre los ojos como platos. Rita trabaja en Cortefiel. A las cinco de la mañana todavía está en fase REM.

Hoy han traído el mostrador de recepción. En el momento que lo desembalaron, me teletransporté. Fue cuestión de segundos, pero volví allí. Al after fin de fiesta. La pitstop antes de enfilar hacia casa. RonCola barato y música indefinida. A cuando salir era mi razón de ser. Cualquier cosa con tal de no estar entre los muros del colegio o de casa. Bares qué lugares. Disco queen. Repetí todo lo repetible. Varias veces. De colegio en colegio y tiro porque me toca. Mi problema no era de capacidad intelectual. Yo era vaga. No me daba la gana. Huelga de boli caído. Yo sólo quería estar por ahí. Por ahí siempre había planes. Mucho mejores que estudiar geografía. La noche y sus misterios lo eran todo. Llegado un momento, mis padres concluyeron que no tenía sentido insistir más. Y comencé a trabajar para Titina. Y ahora me pregunto para qué me compensó todo aquello. Ahora. Qué le dirías a tu yo de trece años, es la pregunta de moda. Yo la levantaría a las cinco de la mañana, la llevaría de obra en obra de ocho a diez horas al día a mover muebles y desempaquetar armarios. Ahora me doy cuenta de mis límites. Me estoy planteando sacar el bachiller por libre. Nunca es tarde para recapacitar. Y aún así, como los exfumadores pueden recrear en su cabeza la sensación de la primera calada de un cigarrillo, yo también lo hago con el primer halo de la mágica mezcla de calor humano, sudor, humo, ruido y perfume que te envuelve al entrar en una discoteca. Y a eso huele ese mostrador.

Se lo comento a MiguelAngel y me da la razón. Él también iba a esos locales. Me tranquiliza saber que no era sólo cosa mía. Al parecer el mostrador costó un dineral. Ganas de gastar dinero. Como con los guerreros. Titina tuvo que recurrir a un tratante uzbeco de arte especializado en figuras guerreras. Guerreros nubios. Pesan un quintal, literalmente, y hemos tenido que contratar personal extra para moverlos. Al parecer el “Mandamás” los quiere repartidos por todo el edificio. La gente tiene ideas. Tiene casi veinte años y ya está cansado de soñar, pero tras la frontera está su hogar, su mundo y su ciudad. Robus for president. Hoy he traído sushi que sobró de la cena de ayer. Mi madre encargó sushi para un regimiento. MiguelAngel tiene sándwiches. Compartimos. Le digo que debería patentarlos. Él se ríe y prueba el sushi con gambas. 

Rita me llama para preguntar qué hacemos con la boda de Cati. Con el jaleo de los nubios se me había olvidado. Quedamos. Lo que está claro es que es campera y que hay que llevar pamela. Hasta ahí llegamos. Lo que ya no tenemos tan claro es dónde es y cómo llegar, si bien el mapa está incluido en la invitación. Rita va con Imanol y sus hermanos. Yo puedo pedirle a mi padre si me acerca, pero después cómo vuelvo. Revolvemos el café en silencio. Oye y si le preguntas al MiguelAngel. De repente tengo quince años y me da mucho palo. El no ya lo tienes. Ya y del chasco que me puedo llevar me sacas tú, o cómo. Quién no arriesga no encuentra árbol que le cobije. Ya. Otra cosa, se pueden alquilar pamelas?. Rita me pasa un link de unas pamelas de Shein a buen precio y que dan el pego. Y como dice mi abuela, después la tiras y dices que la perdiste. Ahora sé de dónde saca Rita sus frases.

Harry el sucio. Corto y sin dolor. A bocajarro. Le pregunto a MiguelAngel si me acompaña a la boda. Los tres segundos que tarda en contestar me parecen las campanadas. Cuando me dice que sí, por dentro soy July Andrews rotando por una pradera austríaca. Buscamos juntos el regalo de boda. Una máquina para hacer zumos. No me complico.

Han descubierto a Robus. Para que no me olvides, ni siquiera un momento, y sigamos unidos los dos, gracias a los recuerdos…Titina y yo nos marcamos una llorera de campeonato cuando lo vemos en la tele. Robus for president.

Me compro un vestido de flores y lo combino con una chaqueta muy larga, vuelvo a ponerme las botas camperas. Meto en el bolso un montón de tiritas, por si acaso me hacen daño. La pamela me queda como a un Cristo dos pistolas, según mi madre. Y tiene razón. Pero sólo es por un rato. En la peluquería me han recogido dos mechones pelo en una hebilla atrás, y me han maquillado un poco, pero tampoco mucho. Ahora sólo falta la carroza.

La carroza viene en forma de un Land Rover negro inmenso. Mi chofer se baja a abrirme la puerta del copiloto. Please MyLady. Que alguien me pellizque. Me pregunto que colonia se ha puesto. Me dice que él se ha olvidado su pamela. La risa rompe el hielo. No sé qué hacer con las manos. Le miro y no puedo más que confirmarme que he caído sin remedio. De todo su conjunto. Incluida su colonia. Se me tiene que notar en algo. Es más que evidente. Decido huir hacia delante y, como si me dieran cuerda, le cuento cosas. El va pendiente del tráfico, a veces sonríe como respuesta. Yo sigo con la vida y milagros de los novios. Entonces de repente, sube el volumen de la radio y se pone a cantar a voz en cuello una canción en francés, tamborileando el volante, yo encuentro fascinante su nivel de francés, en realidad, en estos momentos, todo en él me parece fascinante. No sé cómo decirte. Cuando la canción acaba, me parece que tiene lágrimas en los ojos, pero a lo mejor sólo fue la luz. Yo sigo estupefacta. Ya estamos llegando a la inmensa nada. Los carteles están mal puestos. Se confunden más coches. Aparece una tipa con pamela diciendo que giremos. MiguelAngel hace caso omiso y se mete campo a través. Aparcamos en medio de un campo. Me da la impresión de que somos miles de personas. MiguelAngel me ofrece el brazo. Tenemos hambre y sed. Las colas para conseguir algo me recuerdan a las de los conciertos para ir al baño. Nos encontramos a Rita, que ha perdido a Imanol. Hacemos picnic sentados sobre unas rocas. De poder tiraría ya la pamela. Rita mira a MiguelAngel de hito en hito. Él está muy entretenido haciendo bocadillitos de crakers con jamón que después reparte entre los tres platos en forma de hoja. Rita levanta una ceja. Yo me como una gilda. De repente dos tipas dicen algo que yo no entiendo por megáfono. Estampida. Aparece Imanol. Parece un huido de una zona en guerra. Rita se ocupa. Nos sentamos en un banco por el medio. Una persona empieza a cantar, y pareciera que la están despiezando. MiguelAngel me hace reír. Cati parece la novia de la curva.  Si alguien allá delante dijese que en dos minutos va a caer un meteorito yo no me enteraría de nada. Una de las tipas que organiza el sarao me entrega un micrófono, por un segundo creo que tengo que cantar también. Me había olvidado que tengo que leer algo. Leo lo mejor que puedo. MiguelAngel me aplaude y me felicita. Creo ver lágrimas otra vez, pero quizás es sólo la luz. Los novios han ganado la copa de  la UEFA y todos tenemos que celebrarlo. Nunca lo entenderé. Cordero asado. No quiero pensar en cuántos han hecho falta. Logramos no morir de inanición. Me entran ganas de hacer pis. Pruebo todos los trucos que conozco. O mear o la muerte.  Le pedimos a MiguelAngel que vigile que nadie nos mire y Rita me acompaña a un lugar en la espesura. Nos meamos de risa literalmente.

Socializar en la nada campera es complicado e incómodo. Empieza a tocar la orquesta, y todo se llena de una polvareda marrón. Vuelan pamelas. No sé dónde dejé la mía. MiguelAngel está pendiente de su móvil. Le llegan muchos mensajes. Si se tiene que ir, malo será que yo no encuentre sitio en otro coche para volver. O me voy con él. Querrá irse solo, supongo. Nena, has caido con todo el equipo. A ver cómo sales. De repente me mira, y me descubre mirándole  en medio de mis elucubraciones. Su expresión cambia, y me sonríe. Y yo le sonrío de vuelta. Entonces me coge de la mano y sin más se adentra conmigo en la multitud danzante. Yo no he perdido la esperanza, de tenerte entre mis brazos y ese día ha de llegar, desde hace mucho que me gustas, y lo que me gusta obtengo con toda seguridad. Y bailamos como si nadie estuviera mirando. Sin tapujos o miedo a hacer el ridículo. No puedo parar de reír. July Andrews rota y rota sobre la hierba austríaca.

Todo tiene un final. Y las orquestas también hacen descansos. Y justo cuando, cogidos del talle, íbamos hacia ningún sitio en concreto, aparecieron Rita e Imanol, acompañados de Lorena y Marcos. Los hermanos de Imanol se han ido sin ellos, el coche de Marcos no arranca y no es la batería. Nunca encontrar un coche fue tan complicado. Todos tenemos hambre, sed y necesitamos un baño. El navi nos marca la ruta a un McDonalds. MiguelAngel pone la radio. Cantamos a voz en cuello los “gritishits” que van saliendo. AyAyAyAy, qué dolor , qué dolor, una mujer en el armario, qué dolor, qué dolor. Nada más llegar corremos al baño. Rita, Lorena y yo casi no llegamos. Pedimos mil cosas. Ganamos una cristalería. Es difícil guardar distancias cuando lo que quieres es estar lo más cerca posible del otro. Casi duele. Va dejando a cada uno de los otros pasajeros en sus respectivas calles. La última soy yo.  Busca aparcar en un hueco que encuentra. Sale del coche. Abre la puerta del copiloto. Me ayuda a salir y me coje de la mano. Caminamos unos pasos. Se para. Mi corazón me sale por la boca. Y ahora seguro que me dice mira es que me caso en verano. O Me mudo a Australia y no quiero ataduras. Me mira muy serio.

  • Hola Buenas, se está quedando buena noche…
  • Sí..
  • Tendrías la amabilidad de decirme tu nombre?
  • Me llamo Guiomar, y tú?
  • Yo me llamo Kilian..
  • Hola Kilian..
  • Pero nadie me llama así, me llaman Bo..
  • Bo..
  • Sí, sólo Bo.

Y entonces por fin ocurre. Lo que sólo pasaba en mi cabeza. Nos buscamos a la vez. Y me olvido de todo. Nos volvemos uno. No existe nada más. Sólo Bo.

Laguna

18 domingo Feb 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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El color del agua cambia según el día. Se lo había dicho con tanta ilusión, que ella no se había atrevido a decirle que en realidad eso ocurría con todas las masas de agua expuestas al aire libre. Además le enseñó fotos en el móvil, de aquel lugar paradisíaco, con la mezcla perfecta de eterno verano, agua y calor, y ella había aceptado su propuesta de ir allí en el bloque de vacaciones pendientes que la empresa de él le había instado a coger antes de que acabase el año. Además es temporada baja, vamos a estar prácticamente solos, le dijo. Prácticamente solos. En aquel momento, esa definición se quedó revoloteando unos instantes en su cabeza, como algo que no tuviera sentido o escapase a su entendimiento, pero se fue como vino, sin más. Dejar por unos días las tormentas de nieve, el ruido de la gran ciudad y la rutina extenuante del trabajo no le pareció, al fin y al cabo, tan mala idea.

El vuelo les salió muy bien de precio, y no tuvieron problema a la hora de reservar habitaciones de hotel. Se decidieron por la opción que ofertaba la posibilidad de hacer una ruta de hotelitos situados en la zona que iban a visitar, siempre muy cerca de la laguna, de la que no encontraron el nombre, ya que siempre había sido llamada así por los lugareños.

Al poner el primer pie fuera del avión, su país de destino les recibió con un abrazo de calor húmedo, intenso y absorbente, del que no fueron capaces de desembarazarse y que desde el primer momento les provocó una insaciable sed. Para tener libertad de movimientos, alquilaron un coche tipo utilitario, ni grande ni pequeño, con el que llegaron sin problemas a la zona en la que tenían puestas todas las esperanzas de unos días de desconexión, relax y almacenaje natural de vitamina D.

El primer hotelito, una construcción de dos plantas rodeando un patio alicatado de baldosas y con una fuente de piedra azul, les recibió casi dormido en un mediodía aplastado por el sol. Su habitación daba a uno de los laterales, en aquel momento en sombra, cosa que agradecieron, y estaba provista de justo lo necesario para su bienestar, una cama amplia y limpia, una mesa, dos sillas, y un baño completo con ducha, también limpio, y con toallas metidas en una bolsa sellada al vacío. Después de darse un ducha fría, decidieron salir a dar un paseo y quizás comer algo. Dos CocaColas y dos raciones de una especialidad de la zona con pollo y patatas asadas con una salsa densa, les costó lo equivalente a un billete de autobús en su ciudad, y les dio la risa. Después se acercaron hasta la laguna, ese día el agua era azul turquesa. Sumergirse en sus aguas, frías y transparentes, les regaló energía y consiguió desterrar el cansancio del viaje. Volvieron caminando despacio al hotel, de la mano, sin prisa, hablando de cualquier cosa. La noche cayó de repente, y ellos con ella, bajo la mosquitera y con el rurún del ventilador del techo.

Con las primeras luces del día, se buscaron y follaron con calma, como hacia tiempo que no hacían, y darse cuenta les animó a más. Café y pan recién hecho de desayuno, frutas frescas, jugo de naranja, agua helada. Después dieron un paseo por el pueblo, ella se compró un collar de piedritas azules, él una pulsera de cuero. Se bañaron de nuevo en la laguna, esta vez el agua era verde aguamarina.

El segundo hotelito estaba a veinte minutos en coche del primero, y era muy parecido, solo que no tenía fuente en el patio interior y su habitación daba al frente. Agua helada con limón y menta, cabrito asado con guarnición, un grupo de música tocó en directo, canciones locales con guitarras y percusión. El agua de la laguna era azul cielo, buceando encontraron piedritas azules. Cenaron en un restaurante pescado a la brasa, con ensalada y otras especialidades de la zona, y lo bañaron todo con cerveza helada. Hicieron de follar con calma su deporte vacacional.

Cuando fueron a pagar a la hora de abandonar este segundo hotel, el recepcionista, un hombre sumamente amable con sonrisa perenne, se interesó por su próximo destino, al conocerlo, asintió con la cabeza, y sin perder la sonrisa les advirtió que ese pueblo estaba a más de una hora y que tendrían que atravesar zonas de cultivos desiertas, y carreteras secundarias. No es una ruta fácil, les advirtió, mi sobrino les puede acompañar si lo desean, estaría incluido en el precio, faltaría más, pero ellos declinaron el ofrecimiento, si bien ella, insegura, le preguntó porqué no era fácil, el hombre alzó las cejas y su sonrisa desapareció por un instante fugaz, para luego brillar de nuevo, nada en especial, anotó, sólo les diría que no parasen hasta llegar a destino, ni tampoco ayudasen a nadie por el camino, ni abandonasen el vehículo, de una vez hasta el otro pueblo y nada más, ellos se lo agradecieron y sin más abandonaron el hotel.

Es pleno día, el sol brilla y tenemos GPS en el coche y en los móviles, qué nos puede pasar?. Y mientras lo decía, se reía, ella le miró, y sonrió, el sol de aquellos días le había tostado la piel, y la tranquilidad relajado su gesto, reía y los ojos le brillaban, sus dedos tamborileaban el volante, y ella le dio la razón, qué podía pasar.

Los campos de labor no delataban sus frutos, eran vastos y verdes, se alternaban con zonas de selva tupida. La carretera serpenteaba, y tenía zonas asfaltadas y zonas de tierra pisada. Ningún otro coche además del suyo. Me estoy meando. La frase la sacó de los pensamientos deshilados mientras contemplaba el paisaje, y la hizo sentarse mejor. Llevamos media hora, nos queda otra media aproximadamente, no puedes esperar?. No, si no meo exploto, qué tontería, debí de ir en el hotel. Selva densa, campos baldíos. Él pone el intermitente, pero qué haces, paro un momento y ya está, aquí no hay ni un alma, pues date prisa, tú quédate dentro y pon el seguro, pero vamos mear y volver. Sale del coche y avanza unos metros hasta un árbol. A ella le llega un mensaje al móvil, el primero en días, extrañada lo saca del bolso, desliza el dedo, sonríe, es un whatsapp de su compañera de oficina, la que salía de cuentas, Uma ya está aquí, hermosura de criatura, ahora se explica el barrigón, le envía un emoji de un corazón, Bienvenida Uma. Mira hacia donde él había ido, no le ve. Pasan cinco minutos. Sigue sin verle. Opta por apretar el claxon. Tres veces. Tres minutos. Baja la ventanilla. Le llama, estás bien?. Le llama más alto. Silencio y viento. De repente se pone muy nerviosa. Qué exagerada eres, estará haciendo una foto. Se fija en que el móvil de él está sobre el salpicadero. Respira hondo. Se pasa al asiento del conductor, pase lo que pase no paren, ni abandonen el vehículo, no abandonen el vehículo, lo dice en alto, no sabe porqué, hace mucho que no conduce, para qué si su vida funciona con el metro, le tiemblan las manos, arranca el coche y se le cala, apoya la frente en el volante, está sudando y deja una marca húmeda, vuelve a intentarlo, ahora sí que funciona, avanza sin marcha los pocos metros hasta el árbol donde supuestamente él iba a orinar. Pero no está. No abandonen el vehículo. Le llama otra vez, esta vez a gritos. Silencio, viento y dos pájaros que, asustados salen volando desde algún arbusto. Se asusta. Tiene ganas de llorar. No seas histérica, a lo mejor tenía que hacer popó. Hacer popó. Por Dios. Cálmate. No, no salgas del coche, ya te lo dijo el señor, a ver por qué coño no fue en el hotel. Tanto no bebió. Sólo un vaso de agua. O fueron dos. Respira hondo. Vuelve a pulsar el claxon. Lo mejor es que vuelvas y des parte. Pero y si está ahí? Si le ha dado algo?. Pues ya le encontrarán. Solo puede respirar entrecortadamente, pero al menos respiras, y poco a poco comienza a maniobrar para girar el coche al sentido contrario. Se le cala dos veces, pero lo consigue. Antes de emprender la marcha, vuelve a gritar el nombre de él y esta vez pulsa el claxon muchas veces. Silencio y viento. Y abandona el lugar.

Patrullas de búsqueda. Peinados de la zona, ella insiste en que él se bajó a orinar, llega a dudar del punto exacto, la selva es toda igual llegado un momento. El consulado envía una persona, que la ayuda con la burocracia, lo mejor es que regrese y espere noticias. Silencio, viento, calor y sol. Pero ni un rastro.

Observar el caer de la nieve la calma. Eso y hacer collares de abalorios de colores. Los guarda en cajas especiales de almacenaje en el sótano. No los vende, ni los regala, los confecciona con paciencia y entrega, para después guardarlos cuidadosamente en su departamento dentro de la caja. La nieve cae despacio. La noticia del día era que en las profundidades de una laguna, en el corazón de un país de sol y color, se habían encontrado las ruinas de una civilización extinta. Dio en preguntarse qué color tendría la laguna esos días. Mamá sabes dónde están mis guantes? Los dejé aquí, pero al parecer mi hermana me los robó, no es verdad, yo no robo guantes, tu tienes memoria de pájaro, ese es tu problema, memoria de pájaro de dónde sacas esas cosas, mamá, mamá. El agua no tiene color.

Víctor y las anchoas

16 viernes Feb 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Arréglate rápido que llegamos tarde. A dónde. Venga ponte pendientes y píntate los labios. No pienso hacer tal cosa, pero a dónde vamos?. Te peinarás por lo menos. Eso lo vi lógico, no sé por qué. Y vas así?. Si eso una chaqueta o algo, no sé. Los niños ya están?. Y los niños están, vestidos, limpios, y formalitos, algo no cuadra. Espera que les corto las uñas. Ahora? Pero por qué?. Apura que se nos echa el tiempo encima. Salimos por la puerta y nos unimos a una multitud de gente. Tanta gente que parece una manifestación. Una mujer se nos acerca. Lleva el pelo rubio en un moño italiano muy historiado, y un abrigo de visón impresionante. Es bellísima. La reconozco después de fijarme mejor. Es la mujer que siempre va conmigo en el bus. La que llegó huyendo de una guerra. Y se le notaba tanto. Pero ahora está bellísima. Lo que hace el arreglo, pienso. El arreglo. Ya verás qué bien te lo vas a pasar, es un clásico. Nos movemos. Vamos en un autobús. O en un tranvía. Nos movemos. Pero como hay tanta gente no nos caemos. Qué clásico, a dónde vamos. La mujer bellísima me mira asombrada y suspira sin entender mi confusión. Lo que hace el arreglo. Vamos al musical, ya te lo dije, pero como tú no escuchas. Musical? Dónde? Ahora?. De repente me entra una pereza terrible a ir a un musical. Pereza y cansancio absoluto, pero no me puedo sentar, hay demasiada gente. Vamos a “Victor y las anchoas”, el clásico, al que se va siempre en estas fechas. “Victor y las anchoas”? Y de quién es? Cómo es? En la vida escuché tal cosa. Los niños gritan ilusionadísimos “Victor y las anchoas”! Sí!! Qué bien!, y dan saltitos. Pero bueno, tú no sabes lo que es un musical?. Mujer, sí, “Chicago”, “Los Miserables”, “Rent”…pero “Victor y las anchoas”… . De verdad que usted no conoce la obra? Quien esto me pregunta es un hombre que se parece mucho a Alain Delón pero en feo y que trabaja en el Ayuntamiento. Me sorprendo de verle allí. Le confieso que en la vida había escuchado semejante cosa. El autobús, o el tranvía, se para, y la multitud nos empuja hacia las puertas. De lejos nos llega una musiquilla. Apúrate, Apúrate, que ya empieza.

Reír a carcajadas a las cinco de la mañana regala años de vida.

Sopor

08 jueves Feb 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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“No puedo más. Se me cierran solos los ojos. Mis párpados no reaccionan a mis esfuerzos por mantenerlos abiertos. Me pesan un mundo. Lo he intentado todo. Dos cafés, hacer estiramientos, repetir una y otra vez la lista de las preposiciones, contar los agujeritos de los plafones del techo, cambiar de postura, beber agua, mirar a la lejanía por la ventana, parpadear rápido, tratar de recordar todas las capitales del mundo, escribir lo que pienso. Me rindo. No hay solución posible. Sólo que esto llegue a su fin. Los párpados se me cierran. No hago nada por evitarlo. Adiós Madrid….”

Desconocemos la autoría del texto, si se trata de una persona que se denomine hombre, o una persona que se denomine mujer. Existen estudios que lo datan en los albores de la Inteligencia Artificial, cuando ésta todavía existía, si bien no fue creado por ella. Otros por el contrario lo sitúan en el Tiempo con Tiempo, opinión no compartida por la mayoría. Después de un análisis minucioso de su contenido, se ha llegado a la conclusión de que se trata de un escrito de despedida. La persona intenta retrasar ese momento y hace referencia a algo denominado “café”, término este que está todavía siendo objeto de estudio al no tener referencias de su existencia. La persona observa su mundo, que describe con términos recogidos en el Apéndice 2, y se despide de él, abandonándose a una suerte que desconocemos. Algunos investigadores señalan que “Madrid” podría haber sido un lugar, otros por el contrario mantienen la teoría de que se trata de alguien de quien la persona se despide de forma específica, usando para ello el término “Adiós”, el cual se explica en el Apéndice 3 de la Relación de Hechos. Todos los expertos coinciden en dar a este testimonio la denominación de “Despedida Consciente”, ya que claramente la persona se entrega a la evidencia.

Intrusa

01 jueves Feb 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Vuelve siempre a deshora. Abre la puerta con las llaves, se le caen dos veces, porque tiene los brazos ocupados con todas las cosas que ha comprado de camino a casa. Empuja la puerta con un pie, y una vez dentro, la cierra de la misma manera, y anuncia su llegada con un Hola casi cantarín, en altavoz, alargando la última vocal. Como los presentadores de esos programas infantiles, que siempre irradian optimismo. Y yo no me muevo. Anquilosado en mi estupefacción. Ella deposita todo lo que lleva en las manos y los brazos sobre la mesa del comedor, al tiempo que suspira aliviada, para después mirarme con una sonrisa expectante, esperando una reacción por mi parte, que no llega. Qué pasa, quiere saber, y ríe mientras comienza a desabrocharse el abrigo y se saca las botas. Articulo su nombre, y ella vuelve a reír, presente, me dice, imitando la escuela, vuelve a suspirar, poniendo sus brazos en jarras contra las caderas, no te imaginas la de gente que hay hoy por la calle, casi tuve que pelearme para entrar en el metro, y se ríe, y me mira parpadeando rápido, qué pasa, estás ahí de jueves, y yo articulo su nombre, y doy un paso hacia ella, pero me paro, intento encontrar palabras en mi cabeza, pero sólo consigo mover las manos ante mí, como aquel que intenta con ellas expresar lo que piensa sin dar precio a su boca. Y otra cosa, tengo que hablar con el de la Comunidad por la cerradura del portal, la llave vuelve a no entrar bien, eso es que intentan entrar, fijo, después subo y se lo digo, me dice, señalando el techo, y yo consigo decir algo, y es que no, no hace falta que vayas, y ella me mira escéptica, no entiende mi posición, después de cenar subo y ya está, la cerradura está mal, es una hecho, ya, le replico, pero no es necesario, de verdad, y suspira, tú sabrás, después no protestes si nos roban, hay bandas por ahí que ya buscan portales como el nuestro, y se queda en silencio, y yo también, en fin, hoy comemos quiche de cena, Quiche Lorraine, y lo repite exagerando el acento francés mientras hace un gesto desvaído con la mano, y se ríe, mi franchute es impecable no me digas, haces tú la ensalada?, y yo encuentro el valor, y digo que sí, claro, sin saber muy bien qué hacer, ella me sonríe, y mira la hora, pues mientras tú la haces yo subo y le digo lo del portal, y entonces me decido de una vez y le digo que de verdad no hace falta, y ella, ya camino de la puerta, se vuelve, un tanto contrariada, no abre bien, a la larga se estropea del todo, le digo que me consta pero que no es necesario que suba, que de verdad que no, y ella frunce el ceño, y ladea la cabeza, no me entiende, se encoge de hombros, pero por qué? Subo y punto, y yo hago el amago de acercarme a ella, mis manos se explican antes que mi boca, no, no subas, no hace falta, créeme, la lechuga está en la bolsa azul, me dice, y avanza hacia la puerta.

Y entonces me despierto. Gritando ese No, que tanto había repetido antes. Que no, vuelvo a gritar. El corazón me late en la garganta, sudor frío y desazón. Desazón por no atreverme todavía. No ser capaz de decírselo. Porque creo que ella todavía no lo sabe. Porque ella no se da cuenta. Que está muerta.

Piscolabis

30 martes Ene 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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  • Pero qué te pasa?
  • Que no encuentro mi móvil…
  • No me extraña, pareces un..una, un…mira no sé lo que pareces…
  • Parece que va a desactivar una bomba…
  • No, parece aquel de aquella película que pasase lo que pasase siempre estaba lo mismo…
  • Puede alguien hacerme una perdida?
  • Tú estás mal…
  • “El día de la marmota”?…
  • No mujer, ese es el que se fue a Japón con Johansson…
  • Pero qué haces?
  • MHDGGRTDDDMMMFFF…
  • Aquí a mis espaldas se encuentra el punto exacto en el que un sobretodo-informe se tragó a una mujer…
  • Quién es Johansson?
  • Yo lo metí por aquí…
  • La que después se divorció en otra del malo de la “Guerra de las Galaxias”….
  • La princesa Leia…
  • Hacedme una perdida..
  • Esto es absurdo, la gente nos está mirando..
  • Mira que si nos filman y somos virales…
  • Boh, mujer…la que el malo es negro y llueve todo el rato, y él se cae a una piscina después de un accidente de tren….
  • Soy yo o está sonando “Paquito el chocolatero”…
  • Ah!…está por atrás, está por atrás…
  • En serio? Tú estás mal…
  • Que hay una especie de cyborg que al final muere y dice una frase categórica..?
  • Ay por Dios!…espera que miro…no, no sé cual dices pero no…
  • Es que tiene un bolsillo en el cuello, y lo debí de meter y se coló hacia abajo, o algo…
  • Un bolsillo en el cuello…
  • Es que creí que era la manga, ayúdame aquí…
  • Dónde…
  • No te rías, por ahí hay un bosillito, lo ves?…
  • Id apurando que la reserva es a las nueve…
  • Me voy a mear…
  • Pero antes abre el bolsillito, por tu madre…
  • “Umbreakable”…
  • No, en “Las Encinas”…
  • En la boda de mi prima sonó otra, también de un torero…
  • “Francisco Alegre”
  • No, es de Bruce Willis…

ChinChín

23 sábado Dic 2023

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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  • Vete pelando ya las patatas
  • Con esta lechuga qué se hace?
  • Tirarla por la ventana, si te parece
  • Mamá…
  • Yo mientras tanto voy haciendo las gambas
  • Las aceitunas mejor sin hueso..
  • Si ponemos patatas fritas nos ahorramos tanta fritanga..
  • Fritanga estás tú, vete pelando las patatas..
  • Pon el horno ya para el pollo..
  • Mi madre siempre cocía el pollo antes de asarlo…
  • Tu madre ni de lejos vio nunca una gallina..
  • Mamá…
  • Pues ella lo hacía así..
  • Muchas cosa hacía ella sí..
  • Abriremos un vinito, no?
  • Nos va a hacer falta perejil
  • El Banda Azul no, que es para Fin de Año…
  • Beber se va a beber igual, dale ahí…
  • Papá cortaba siempre las patatas en taquitos..
  • Sí, muy taquito fue siempre tu padre..
  • Mamá..
  • Mamá qué, no me des codazos que es verdad..
  • Y a ti qué te pasa?
  • No sé qué puedo hacer
  • Coger el culo y dejarlo caer…
  • Pon la mesa
  • Ya está..
  • Pues pon las CocaColas…
  • Y dónde están?
  • Es brujo quien las encuentre, búscalas…
  • Qué haces con la empanada?
  • Cortarla, qué voy a hacer?
  • Llaman a la puerta..
  • Nena, abre…
  • Así no, en cuadraditos..
  • Cuadrada te dejo yo a ti, quita
  • Quien así timbra es que lleva mucho peso…
  • O quiere hacer pis…
  • También..
  • Nena, abre, pero qué haces ahí?
  • Buscar las Cocas..
  • Ay yo creo que con la fuente de turrones y los polvorones es suficiente, no? Las Cocas mejor mañana..
  • Falta perejil..
  • Quién era?
  • Maruja..
  • Y qué quiere?
  • Qué va a querer, mamá, cenar..
  • Ay no sé, vosotras sabréis, qué quieres?
  • Busco un cuchillo..
  • Bueno, pero ahora yo estoy aquí..
  • Dónde está el maíz?
  • Por Castilla campos enteros…
  • Nena, vete a la tienda por ajos..
  • AsíDiosmesalve! ahí los tienes..
  • Este vino tiene cuerpo caray
  • Mamá..
  • Qué? Yo no dije nada..
  • Hay que ir por perejil

Felices Fiestas!

María,Reni y los demás.

22 martes Ago 2023

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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He olvidado muchas cosas. Supongo que el cerebro, en algún momento, para seguir funcionando, se libra de lastre, y ahí se pierden lugares, gentes, nombres y caras. Pero a Reni no la olvido. Renata Salvatierra Alnés, Reni, era mi mejor amiga. Yo supongo que llegamos a ese estatus porque éramos totalmente opuestas, lo que nos hacía complementarnos a la perfección. A eso ayudaba que íbamos al mismo colegio, nuestros padres eran amigos y vivíamos a dos casas de distancia en la misma urbanización, con lo cual pasábamos la mayor parte del tiempo juntas. Reni siempre tenía claro lo que debía hacerse en cada momento y yo la seguía, nunca tenía nada mejor que hacer.

  • Lo que tienes que hacer es cortarte el pelo como la de “Friends”
  • Quien?
  • La de “Friends”, la serie esa….la ex de Brad Pitt…
  • Angelina Jolie?
  • Boh…la otra…la rubia, espera que la busco…esta…Jennifer Aniston…
  • Ah! Pues ya se la enseñaré a la peluquera…no sé…- Mi pelo abundante, liso y rubio tenía mucho volumen, vida propia y era ingobernable, así que yo siempre optaba por llevarlo en cola de caballo o sujeto con diademas elásticas, como aquel día era el caso.
  • Bueno da igual, ahora vamos a mi casa y preguntamos si puedo quedarme en la tuya….con Oliver no hay problema…

La casa de los Salvatierra era más grande que la mia, y su jardín más extenso, pero eso a mi, en aquel momento no me llamaba la atención. Para mi ir a casa de los Salvatierra tenía como único aliciente tener la posibilidad de ver a Oliver, el hermano mayor de Reni.

Cuando entramos en el salón Oliver estaba recostado en uno de los sofás, leyendo una hojas, estaba tan concentrado que no nos escuchó llegar. Aproveché que no estaba mirando para observarle, su pelo castaño oscuro fuerte y algo largo, su perfecta nuca y el ángulo de su mandíbula, sus facciones de estatua helénica estaban tensas debido a la concentración con la que leía los papeles y esto le hacía fruncir el ceño, al tiempo que sus ojos de color indefinible recorrían lo que ponía el papel achinándose a momentos. El hermano mayor de Reni era mi amor platónico. Lo que provocaba que sólo su presencia me causara un mutismo automático y temblor de piernas incontrolable. Pero eso Reni no lo sabía. No lo sabía nadie. Me gustaba observar sus andares, de hombre alto que entonces acababa de cumplir los veintidós, sus hombros anchos  y las explicaciones sucintas que daba con sus manos, de dedos largos, capaces de abarcar un balón de baloncesto. Para él Reni y yo éramos „las niñas“, ya que nos sacaba seis años y a nuestros dieciséis en aquel momento era lo que realmente éramos.

  • Oliver, puedo dormir hoy en casa de María?- Oliver nos miró fugazmente y alzó las cejas un tanto escéptico.
  • No lo sé Reni, pregúntale a papá…
  • Está por ahí de negocios…
  • „por ahí de negocios“?- Y casi rió, sin apartar los ojos del papel- Pues a Asun…
  • Y tú no puedes?
  • Si no puedo qué?
  • Darme el permiso…- Oliver, a la vista de que no iba a poder continuar con su lectura, suspiró y, dejándola a un lado nos miró a ambas al tiempo que cruzaba los brazos, que a mí me parecían dos remos, sobre el pecho, al verme me sonrió a modo de saludo y yo me quise convertir en planta ornamental, o en caracol, o en columna, pero sólo logré apoyarme en una mesita y tratar de no parecer idiota.
  • No, no puedo, eso es de papá o de Asun….además es miércoles…
  • Y?
  • Que si vas a casa de María no duermes fijo y aún tenéis colegio hasta el viernes…
  • No es verdad…venga Oli…porfa..- Y Reni comenzó a ponerse melosa, como sólo ella sabía hacerlo, Oliver se incorporó de vez y yo casi di un respingo.
  • Nop…pero…os apetece pizza?- Preguntó al tiempo que se desperezaba, lo que provocó que el jersey y la camiseta que llevaba se elevaran y dejaran a la vista su vientre y los músculos que lo adornaban. Yo opté por sentarme en una silla y aferrarme a mi mochila, tratando de mirar al techo, o a un aparador, la alfombra, o hacia algún lugar donde no tuviera que verle.
  • María…
  • ….
  • María…Tierra llamando a María..- Entonces me di cuenta que él se estaba dirigiendo a mí, y me puse tan colorada que si alguien me hubiera tocado la frente hubiera podido asegurar que tenía fiebre. Él sonrió y ladeó la cabeza, como siempre hacía cuando se dirigía a mí, no sé por qué- Si quieres llamo a tus padres y les digo que te quedas a cenar…- Yo asentí, incapaz de encontrar mi voz.- Muy bien…pues pido cuatro estaciones, funghi con jamón y cuatro quesos…
  • Ala! Exagerao! Qué sólo somos tres!- Exclamó Reni, Oliver negó con la cabeza al tiempo que deslizaba los dedos por la pantalla de su móvil.
  • No señorita, Roberto y Dani vienen también…- Reni soltó un suspiro agónico, ella siempre tan dramática.
  • Señor…por qué yo?- Preguntó quejosa, yo me limité a jugar con la cremallera de mi mochila. Oliver salió del salón mientras me pareció que hablaba con mi madre.- Dani aún bueno…pero Roberto es insoportable…pero qué le vamos a hacer…todo sea por la pizza- Dictaminó Reni incorporándose- Ven, vamos a dejar las cosas en mi habitación.

Llegaron las pizzas. También Roberto y Dani, que hacían causa común con Oliver en no tomarnos en serio y no desperdiciaban ocasión para meterse con nosotras por una u otra cosa. Reni nos defendía a las dos, mientras yo me limité a comer mi pizza y beber mi Coca-Cola, tratando de conseguir el don de la invisibilidad, ya que Oliver, por algún motivo que escapaba a mi comprensión, había decidido sentarse a mi lado. Risas, discusiones absurdas, pizzas, Coca-Cola y Oliver Salvatierra. No se le podía pedir más a un miércoles.

Si en aquel momento alguien me hubiera dicho que, no mucho tiempo después, Reni y Roberto habrían desaparecido, Dani estaría muerto y que Oliver y yo, como matrimonio, trataríamos de atravesar clandestinamente el país a pie para alcanzar la frontera con Portugal, le hubiera tomado por loco.

Marge

05 sábado Ago 2023

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Margaret Parker-Lee se había reído por última vez el jueves veinte de mayo de 1982. Se acordaba de que era jueves porque era el día de la semana que había elegido para hacerse la manicura. Después había quedado con su amiga Peggy para ir de compras y celebrar su contrato con Courreges. Peggy le contó que Alfie aquella mañana se había ido al trabajo en zapatillas y había tenido que volver desde la estación para ponerse los zapatos, y que ella casi se había hecho pis de la risa, pero Alfie no le había encontrado la gracia, y las dos se habían reído a carcajadas. Entonces habían aparecido Reginald y Timothy junto a la mesa, en uniforme de ceremonia y las gorras bajo el brazo, sin decir una palabra. Y todo se volvió negro.

Graham no podía haber muerto en las Malvinas. Se habían despedido tres días antes, al pie del coche que le iba a llevar a dirigir maniobras a algún lugar de Gales. Eso es lo que le había dicho. Voy a hacer maniobras con un grupo de tipos en Gales. Y se había reído con su risa de gigante, y la había alzado en el aire al abrazarla. Un último beso. Y se había ido. Pero no iba a Gales. Se iba a una guerra absurda en unas islas de las que ella no había sabido de su existencia hasta hacía pocas semanas. Reginald le dijo que Graham no había querido preocuparla. Él sólo iba a labores de observación.

Ella dejó de sentir. Si bien seguía respirando, y su cuerpo se movía y actuaba con normalidad, algo había dejado de funcionar. Como si alguien hubiese accionado un interruptor. Podía hablar, escuchar lo que se le decía, dar opiniones, comer, dormir y beber. Pero no podía expresar sentimiento alguno. Hizo muchas campañas después, se sumergió en una vorágine de trabajo, que la hizo dar la vuelta al mundo varias veces. Lo había dejado cuando todavía estaba en la cumbre. Y cambió de bando. El mundo de la moda masculina estaba en ciernes por aquel entonces y ella, poco a poco, se hizo un nombre como agente. El mundo de la moda era un mundo frio, muy poco humano y ella encontró el medio adecuado en el que moverse.

Cuando conoció a Rodrigo, éste era un adolescente de pueblo poseedor involuntario de una belleza fuera de lo normal. Un diamante en bruto que ella había pulido hasta convertirlo en lo que hoy era. El hombre más deseado del planeta. El número uno. El mejor. Nunca había sentido la necesidad de ser madre y nunca se había sentido la madre de ninguno de sus chicos. Pero con Rodrigo era distinto. Durante demasiado tiempo habían estado los dos solos. Se habían tenido el uno al otro, nada más. Rodrigo había conseguido aflojar su interruptor. Por eso se sorprendió al sentir una especie de eco de alegría cuando le presentó a Cari. Ella había encontrado por fin a alguien en quien poder delegar algunas cosas. Rodrigo, el punto de apoyo que hacía girar su mundo.

Nunca se había mudado del apartamento que Graham había comprado para los dos. No estaba en el barrio más chic. Ni era muy grande. Tampoco pequeño. Era la que ella consideraba su casa. A la que siempre volvía por más vueltas al mundo que emprendiese. Y allí estaba ahora. Recostada en el sofá observando los reflejos que la luz de la ventana hacía en el vaso de whisky, y cómo variaba el color ámbar del líquido según moviese la mano. Hoy era también jueves. Y Margaret Parker- Lee se permitió sonreír.

Non-Stop

28 miércoles Jun 2023

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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“Y es que me lo pruebo y no me sienta….Lo que tienes que hacer es subir hasta el tercero y timbrar donde pone Rolf…Ya te dije que no te compro un helado y no llores….Sometimes less is more, others you need a lot of stoff…No sé si tal o no, si eso te doy un toque…”

Si le hubiera contestado todo lo que tenía que contestarle, me llevan presa. Después sólo hay mal rollo y miraditas torvas cuando nos cruzamos. Tampoco Sí y Amén, pero algo le dije. Que si tienes que defender tus derechos. Que si tú vales más que él y eso le jode. Que si dile, que si dale. Pero el que sube como la espuma es él, y servidora ahora mismo espera en un semáforo. Pues sí que tarda. Estará estropeado?. Pues yo no cruzo, como para que justo ahora me arrolle un camión. Mátame camión. Justo. Sí me rio señora, y qué. Amargá, que es usted una amargá. Verde. La de tropa que me viene de frente. Todos a una Fuenteovejuna.

“ What I saw was a cylindrical object…Awqaf as-sayara wa istijadem faramilatil-yad ….Mejor cogemos un bus Manfred, ven….Entonces aprietas con los pulgares los omóplatos, al tiempo que masajeas el antebrazo….eh! eh! Pero de qué vas! Chill man!…No estoy de acuerdo con la intermitencia de turnos nocturnos no sé si me entiendes…Pero entonces lo dejásteis o no?…E se sube terá que baixar digho eu….”

Lechuga. Lechuga, leche, yogures, pan, queso de untar. Para, que después vas de mula de carga. Lechuga, pan y leche. Y el queso pa cuándo. Eh?. El pan a secas o qué. Pues sea. Todo al 70%. Ay qué mono todo. Que ya tienes. Cuál es el 70% de 50?. La capital de Gambia es Banjul. Ea. Con esa falda sólo te falta saber bailar el “Baile del Sombrero”. Y altura, tú, no tienes. Una mesa camilla resultona. Leggins de cuadros escoceses. No me marees. “Ay,Hola!”.

De todos los negocios, tenías que venir a este. “Cuánto tiempo! Qué haces?”  Plantearme aprender el “Baile del Sombrero”. Nada. No hago nada que te importe. “ Yo también. Tienen cosas preciosas, y tus niños ? Dónde están?” Tienen el don de la invisibilidad. Están justo a tu lado, pero no los puedes ver. Mensch!. “Claro,Claro, ya son independientes” Sí, con hipoteca y 2,3 hijos. Independencia para Moruxo. Moruxo!. No te rías. “Qué gracia..”. La de Andalucía en Feria. “Y ahora a dónde vas?”. Algo tedioso, complicado y sin alicientes. “Al urólogo! Estás mala?”. Ahí está el borde de la muerte, y aquí estoy yo. Fíjate lo que te digo. “Pues nada, bebe mucha agua!Ciao!” .Y no olviden vitaminarse y mineralizarse. Vai!.

“ Yo le dije no, y él me dijo entonces qué y yo le dije rollo tal y él…A su izquierda pueden ver la facultad de…Mamaaaá!Mamaaá!…c’est magnifique la…Lonely rivers flow to the sea, to the sea, to the open arms of the sea, yeah, I’ll be coming home, wait for me oooh myyyy daaarlinnng my daaarliinng…”

Cuánto lloré con la película. Total pa qué. Emosido Engañado. No es tal. Di tú que la energía aquella. Lechuga. Tú querías comprar lechuga. Hete aquí. No plastics. No, No. Elsewhere. Enfin. Quieres caldo? Pues dos tazas. Ya no una bolsa. Dos, Señoras y Señores. Lo que cuenta es que comemos, no?. Pues ya está. “Titaaantoos Eeeurooos!!!”. Me parece que el señor aquel del fondo no se ha enterado del precio de mi compra, usa el megáfono. Mensch!. Vaya dónde vaya, vaya en autobús. Y, si puede, sentado.

“Luise no participa porque es vegana…Pero pollo comerá o no?…A Roger le operaron el menisco pero nada, quedo igual, camina así como zambo…shen abtobuc dyshe malenki, tyt bce malo….creo que vamos en dirección contraria loco….”

La mujer que bajó una colina, y subió una montaña. Pero sin Hugh Grant. Bienaventurado sea aquel que hizo operativo el bus de montaña. Oh Secret Valley,Oh Secret Valley tatatií tatatíi. Australia. Qué grande es Australia. Tú ya estás cayendo en barrena. No te rías. Vamos que nos vamos. Como El Almendro, llego a casa para cenar.

“Mamápuedobajrconestosqueyaestánenlaplaza?….Mamácomprastepan?….Mamáaprobéingléspuedojugarconlaconsola?…Mamá mañana tengo que llevar un sombrero de copa verde…”

Sólo uno? Les vale en azul?

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