• Cuéntame una historia….

Alquimista de Historias

~ Relatos

Alquimista de Historias

Publicaciones de la categoría: Relatos

ZigZag

22 lunes Dic 2025

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ Deja un comentario

  • Còmo se le saca la tinta a un calamar?
  • Tù còrtalos en taquitos…
  • Y de què forman la tinta..esa es la cuestión..
  • Taquitos, te estoy diciendo
  • Hola gente!
  • Creìamos que no venìas..
  • Y por què no ìba a venir?
  • Cualquier cosa…
  • Los turrones no pueden ir con las almendras
  • Porque tù lo digas..
  • No lo digo yo, lo dice el sentido común…
  • Y con què los pongo?
  • Con los polvorones…
  • Para pelar las patatas usa ese cuchillito de ahì…
  • Y por què no este?
  • Porque parece que nos vas a pelar a nosotros, no las patatas..
  • Y vienes sola? No tienes novio todavía?
  • Pues mira sì, tengo novio..
  • Y quién es èl? A què dedica el tiempo libre?
  • Se llama Eusebio, dedica su tiempo libre a estar conmigo y es reportero de guerra…
  • Què fuerte!
  • Y por què no te lo has traído?
  • Tiene trabajo, pero quedamos en Fin de Año en Lübeck porque nos queda bien a los dos..
  • Està terrible Lübeck! Què peligro quedar allí…
  • Lübeck?
  • Sì, muere gente todos los días…
  • En serio?
  • Mira que si os cae un dron…terrible Lübeck..
  • Lübeck?
  • Y què se hace con la tinta entonces…
  • A mì no me chiringues…
  • Yo chiringo, tù chiringas, èl chiringa…
  • Ay no sè, pregùntale a mamà…
  • Y dónde le conociste? En una trinchera?
  • Nos conocimos en el Tempo2
  • Como Carolina Durante..
  • Quièn?
  • Que no me chiringues, te digo…mamà!
  • Yo un dìa de estos me voy y no vuelvo..
  • Pero hoy no, mamà, tampoco es plan…
  • Plan es el que te voy a dar yo, si no te apartas..
  • Va a venir Carolina…
  • Y esa quién es?
  • No comas pan que te hartas y después no comes lo que hay…
  • Y què hay?
  • Ay no sè, pregúntale a tu tìa….
  • Y no te da miedo que vaya a la guerra?
  • Èl no va a la guerra, èl cuenta lo que pasa en ella, que es distinto…
  • Pero allí tendrá que estar, digo yo, no lo hará en diferido…
  • Èl va de tranqui, y yo también…
  • Caiga quien caiga, cartucho al cañòn…
  • El dìa que encuentre yo las manoplas de horno, lo anunciarè en el periódico..
  • Que no me chiringues!
  • Tù te levantas te hoy, y dijiste, voy a manchar a alguien de tinta…
  • Deja de comer pan…
  • Sabe disparar?
  • Quièn?
  • Tu novio el reportero…
  • Su cámara sì, supongo…
  • Pase lo que pase hay que huir en zig-zag..
  • Y de què vas a huir tù, si puede saberse?
  • Y en zig-zag..
  • Idos todos y dejadme sola con los calamares, os lo pido por favor..
  • Falta la silla de Carolina..
  • Y esa quién es?
  • Id sacando el champàn, que se vaya atemperando
  • A quien hay que atemperar es a tì…
  • Nos vas a dejar sin pan…
  • “No chiringues” quedarìa genial en una camiseta…
  • Te acaba de quedar la cabeza hueca…
  • Correr en zig-zag es complicadísimo…
  • Tu lo has hecho alguna vez?
  • No, pero sólo de pensarlo…
  • Supongo que si te están disparando, pues corres como sea…
  • Pero no en zig-zag..
  • Va a traer Carolina màs pan?

Os deseo a todos una muy Feliz Navidad!

Reset

16 sábado Ago 2025

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ Deja un comentario

Es raro. Ayer estábamos en casa. En la que hasta ayer era nuestra casa. Y hoy estamos aquí. En la que a partir de hoy será nuestro hogar. Hogar. Esa es la palabra que usaron. Hogar. También tenemos nuevos nombres en los pasaportes. En realidad son los mismos, pero cambiados de orden y eliminando el que antes era el primer apellido, lo que hace nuestras señas de identidad más comunes. Ahora, según mi pasaporte, me llamo María Benítez López. Le pregunté al Chat cuánta gente hay con ese nombre en el mundo. Aproximadamente cien millones de personas. No me importa. Nunca me ha gustado ser el centro de atención.

La casa nueva no es tan grande como la anterior. Pero tiene piscina y mucho terreno. Al parecer aquí nieva. La que ahora se llama, según su pasaporte, Josefina, hubiese querido que nos enviasen a un sitio de calor. Como el que estábamos. Pero no. Lleva enfadada desde que le quitaron el móvil. Ya se le pasará. El que ahora se llama, según su pasaporte, Pedro, es feliz. Le han regalado un camión enorme tipo trailer cargado de coches pequeñitos, y se pasa las horas jugando a cargarlos y descargarlos, montando historias de persecuciones. Yo creo que ya se olvidó. O se acuerda menos.

Las personas que ahora se van a hacer cargo de nosotros, se llaman Karen y Steve. No sé si son sus nombres reales, pero sus nombres concuerdan con su aspecto. Al parecer ella no trabaja y él tiene una empresa de publicidad. He decidido no hacer preguntas. Tomo las cosas según vienen. Todavía no vamos a ir al colegio. Algo bueno tenía que salir de todo esto. Mi habitación tiene como ventana un lucernario perfectamente cuadrado. La de Josefina también. Tampoco eso le hizo gracia. Yo creo que lo mejor que pueden hacer Karen y Steve es pedirle dos menús completos de McDonalds con doble de patatas y Milkshake de fresa. Después siempre está encantada de la vida. Me pregunto si aquí habrá MacDonalds, no vi ninguna M amarilla en el trayecto en coche desde el aeropuerto.

Tenemos perro y gato. Kor y Bluf. Kor es un BorderCollie que lo primero que hizo fue poner su cabeza en mi regazo en cuanto me senté. Kor sabe cosas. A Bluf le intuimos.

Según parece tenemos vecinos. Pero las casas quedan alejadas. Una tal Patricia vino a hablar con nosotros, e interesarse por como nos iba. Supongo que será una psicóloga, pero no nos lo dicen para que hablemos con ella. Yo sólo le hablo a Kor. Que sabe cosas. A Patricia le digo lo que quiere oír. Josefina responde con monosílabos. Pedro pinta cuadros de aviones y ballenas.

Tenemos una televisión tan grande como una pantalla de cine. Si en algo estamos de acuerdo Josefina y yo es en seguir viendo “Arrecifes de ambición”. Yo creo que GaelFernando es el amante secreto de Florita, Josefina está convencida de que él a quien realmente quiere es a Claudette.

Tengo un caballo. Se llama Allende. No sé de qué me suena el nombre, en algún lugar lo leí. El de Josefina se llama DoorToAbyssII. No sé quién les pone los nombres a los caballos, pero debe estar muy aburrido. El de Pedro es un ponny. Y él le llama Ponny. Supongo que tendrá otro nombre, tipo PuertaNúmeroDos,o algo así. Pero Ponny se va a quedar. Me gusta salir a montar, a veces viene Josefina, otras no, pero nunca voy sola. Karen me acompaña. Ya tenemos nuestra rutina, y la necesito para tener orden en mi cabeza. Para mirar hacia delante y no hacia atrás. Supongo que eso me lo dijo Patricia, y me gustó.

Josefina quiere volver a tener móvil. Pero no nos dejan. Así que le preguntamos todo al dispositivo que hay en la cocina. Hace de todo, menos llamar por teléfono o enviar mensajes de cualquier tipo. Por supuesto Josefina ya lo intentó. Karen nos explico que, tal como nos habíamos habituado a nuestros nuevos nombres, también nos teníamos que habituar a que todos aquellos que poblaban nuestras redes ya no están. No es que hayan muerto, o algo así, pero para nosotras sí. Y eso Josefina lo lleva mal. Yo no. Yo sólo veía TikTok. Ella tenía un par de crushes por ahí. Yo supongo que, en cuanto volvamos a visitar algún colegio, tendrá otros. Pero hasta ese momento, tendremos que aguantar sus humores.

Karen ha encontrado el sendero al centro del sistema de Josefina. Hoy nos hemos pasado toda la tarde comprando online ropa, accesorios y todo lo que se nos ocurriese que pudiésemos o no necesitar. Nos reímos mucho. Y nos hizo bien. No sé si alguna vez me pondré una balaclava de lentejuelas multicolor forrada de borreguillo lila, o un peto vaquero de color verde, pero ha merecido la pena el buen rato que pasé haciendo el pedido. Después hicimos pizzas y vimos una película de esas que acaban bien.

El colegio al que vamos a ir no tiene uniforme y es mixto. Steve y Karen nos llevarán cada mañana, y nos recogerán cuando finalicen las clases. Al parecer hay un autobús, pero nuestra casa no está en la ruta, o al menos así nos lo han explicado. He de admitir que estoy nerviosa, ya me había acostumbrado a estar en casa, sin hacer nada en especial aparte de montar, ver la tele y comer rico. Josefina ha preparado tres outfits distintos, y no se decide, así vacía su armario una y otra vez, para añadir o quitar algo de los conjuntos. Pedro se pasea por casa con su nueva mochilita. Cada uno está nervioso a su manera.

Nuestro nuevo colegio está dentro de un edificio que parece una mansión de las que aparecen en las series inglesas que tanto le gustan a Karen. Y está literalmente en medio de ninguna parte. Como yo. De alguna forma. Está rodeado de campos y pistas de todo tipo de deportes. Nos recibieron dos señoras muy amables, acompañadas de dos niñas. Viola y Sierra. Ellas van a ser nuestras madrinas. Viola está en mi curso, Sierra en el de Josefina. Viola me cogió de la mano antes de entrar en el edificio, y en ese momento supe que nunca, pasase lo que pasase, nos volveríamos a soltar.

Una vez llegamos a la que sería mi clase, fui recibida como supongo que se recibe a los jefes de estado. Y casi quise llorar. Pero, como siempre, no pude. La Sra. Auchinclos, me pidió que me presentase al grupo. Y yo lo hice.

Mi nombre es María Benítez López. Tengo doce años. Mi perro se llama Kor , mi gato Bluf y mi caballo Allende. Tengo dos hermanos, Josefina y Pedro. Mi comida favorita es la pizza y no me gusta la CocaCola.

Lo que no les dije es que sé cosas. Demasiadas. Y por eso estoy aquí.

Operación Henry

15 martes Jul 2025

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ Deja un comentario

Irving, Eufrasio e Isabel lograron avanzar los metros que les separaban del rincón, en el que se protegían de las ráfagas aleatorias que perforaban las paredes a su alrededor, del pasillo ciego que llevaba a la escalera de servicio C. Rápido, agachados y casi en cuclillas, recorrieron la corta distancia, hasta la pared del fondo, sólo iluminada por la temblorosa luz anaranjada de la señal de salida de emergencia.

  • Y ahora qué?
  • Bajar no es una opción…
  • Hasta la azotea son seis pisos…
  • Podemos pasar al edificio de al lado
  • Yo soy muy mala saltando
  • Se puede pasar sin problemas, hay escaleras, Glen me dijo que una vez habían pasado un piano…
  • Un piano?
  • Sí, lo subieron por la fachada hasta la azotea y …
  • En serio?
  • Bueno gente, da igual, subimos entonces?

Una explosión hizo temblar el edificio y les cubrió de arenilla.

  • Ahora o nunca…
  • Mamá
  • ….
  • Mamá!
  • Qué pasa?
  • Túsabesdóndeestáelpantalóndedeporteazulesquelonecesitoparaentrenarynoloencuentroyseacabaronlosyogurestunosabrássilastiritassedespeganconelsudor?
  • Cómo dices? Yogures hay..
  • QuesisudoalomejorlatiritasecaeymeduelemogollónyyoguresnohaymecomíyolosúltimosRosalindesemudaaCopenague
  • A ver, creo que el azul está a lavar, pero tienes el negro, qué pasa en Copenague?

Subieron la escalera en fila india, tratando de mantenerse lo más pegados posible a la pared y avanzando dos escalones de vez para ganar tiempo al horror que les perseguía. Dos explosiones más les hicieron detenerse por un instante, y les dieron alas para subir más rápido los escalones. A dos pisos de su objetivo, varias puertas de emergencia a distintas alturas, se abrieron de golpe, y un tumulto de gritos envueltos en ráfagas disparadas desde todo tipo de arma tomó la escalera.

  • Son los unos o los otros?!
  • No lo sé! No vamos a parar a preguntarles!
  • 234,236,238,240…arriba, gente, arriba…
  • Nos alcanzan ya!
  • Irving Washington no muere en esta escalera por sus cojones! Arrancad cada uno uno!

Cada uno de ellos arrancó un extintor de la pared, a la orden de Irving desactivaron el seguro, apretaron con fuerza el mecanismo para liberar la espuma, y con toda la furia que pudieron reunir los lanzaron por el hueco de la escalera contra las barandillas, provocando que…

  • Mamá!
  • Ay!
  • Qué te pasa?
  • Qué susto!
  • Mamá..
  • Qué
  • TúteacuerdasdóndepuseelexámendedibujoaqueldelaspirámidesporqunecesitoentregarlofirmadoyyonosabíaquehabíaqueentregarlofirmadoNADIEsabíaquehabíaqueentrgarlofirmadoynosédóndestáyLouloucelebracumpleyquieroregarlealgomedasdinero?
  • Qué pirámides?

Eufrasio recogió el rostro de Isabel entre sus manos, y le secó las lágrimas que brotaban de sus ojos cuan rio con los pulgares, tratando de no derramar las suyas y dibujar algo parecido a una sonrisa, fabricando así una burbuja que les aislara de todo lo que pasaba en aquel momento a su alrededor, un pequeño mundo de dos.

  • No me quiero ir Frasio
  • Tienes que irte Bel, es la única solución
  • Dime que me buscarás
  • Yo siempre estaré ahí, Bel, aunque tú no me veas..
  • Pero yo te quiero ver..
  • Recuerda que siempre nos quedará Corrubedo..
  • Siempre..
  • Siempre…
  • Mamá…estás llorando?
  • Yo? No..por?
  • Es que parecía que estabas teniendo un dolor o algo..
  • Tú sabes dónde está Corrubedo?
  • Corrubedo? Creo que es un sitio donde hay unas dunas increíbles, y se mueven al parecer, a ver por qué no rodaron allí la película esa de TimotéShalamé, Loulou tiene un crush total con TimotéShalamé y yo ni flores claro empezando por el pelo, porque a mí una melena de rizos me queda para darme una del revés, no sé si me entiendes, pero la peli está bien, arena la que quieras…
  • Ya..ay qué tontería..

Un sitio bonito

08 sábado Mar 2025

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ Deja un comentario

Dora nunca había sido de camping. Pero lo que Gabriel les había descrito no parecía un camping al uso, así que no tuvo nada en contra. Además siempre era interesante cambiar la cómoda rutina del fin de semana por algo nuevo, y no irían solos, no que la compañía de Gabriel le resultase ya cansina después de tantos años de convivencia o que la química entre ambos se hubiese extinguido, simplemente ellos eran una pareja que disfrutaba de la compañía de sus amigos y solían hacer planes con ellos con relativa frecuencia. Se trataba de otras dos parejas, conformadas por Martín y Loles, y Benito con Montse, cuya amistad se había labrado gracias a ese simple conglomerado formado por trabajo, cercanía domiciliaria y gustos similares. Para llegar hasta el lugar donde se encontraba el camping, habían alquilado entre todos un monovolumen, en el que cargaron las pocas cosas que debían llevar, ya que una de las características del camping era que les suministraría todo lo que necesitasen para su estancia, incluida ropa adecuada para las distintas actividades a las que se hubieran apuntado.

  • La “Ruta de los Castillos” suena bien, al parecer están todos todavía habitados- Comentó Benito mientras leía en su móvil la información dada en la página web de la empresa propietaria.
  • No me quiero ni imaginar lo que debe costar eso en calefacción..- Anotó Montse ampliando las fotos en su pantalla.
  • Yo creo que me voy a animar a asistir a algún taller, este de collares suena bien, relajante..- Decidió Loles mostrándole las fotos a su marido Martín, quien, antes de poder contestar se vio sorprendido por una serie de estornudos muy seguidos.
  • Empezamos bien, el catarrito de los cojones, además se me olvidó comprar el antigripal, y parece que me empieza a doler un poco la garganta…- Se quejó, para después sonarse en un pañuelo de papel. Gabriel, que conducía, le miró por el espejo retrovisor.
  • Seguro que allí algo tienen, y si no nos acercamos al pueblo y listo
  • Qué pueblo? Llevamos kilómetros sin ver uno, me da a mí que va a estar en medio de la nada- Dictaminó Dora, Gabriel sonrió.
  • En el quinto coño de la Bernarda- Supuso, Dora se rio y negó con la cabeza.
  • Tú y tus frases..- Musitó sin tomarle en serio.
  • Pues va a tener razón, fíjate tú, porque cerca hay un paraje que se llama Labernarda, todo junto, cerca de uno de los castillos- Explicó Benito, Gabriel soltó una carcajada y miró fugazmente a Dora.
  • Ves? Todo cuadra- Dora, sin perder la sonrisa, volvió a negar con la cabeza, perdiendo después su mirada en el paisaje que atravesaban.

Al Camping-Spa Tierra y Azul se accedía por el portalón  a una antigua vaquería, reconvertida en hotel y restaurante. Aparcaron el coche en una de las plazas de la explanada asfaltada en uno de los laterales del edificio, y, admirando ya la vistas, entraron en el hotel, un edificio de dos plantas de piedra y madera, con tejado a dos aguas, que no había perdido en la remodelación su alma de vaquería.

  • Por fuera engaña, parece más pequeño..- Comentó Benito al tiempo que admiraba las vigas que cruzaban los altos techos, la recepción era una mesa de madera maciza y oscura, de varios metros de largo, sobre la que había dos jarrones con flores silvestres y montoncitos de postales a la venta.
  • Y cuánta luz..- Advirtió Loles.
  • Bienvenidos a Tierra y Azul, yo soy Herminia- Quien así los saludaba era una mujer joven, de pelo castaño oscuro recogido en una trenza, y ojos negros, con un rostro de tez blanca y facciones pequeñas, en el que se dibujaba una dulce sonrisa.
  • Hola, nosotros somos el grupo a nombre de Gabriel Hernández Ledesma..- Se presentó Gabriel, acercándose a ella dispuesto a mostrarle la reserva en su móvil, Herminia miró fugazmente la pantalla sin perder la sonrisa y asintió, para luego desbloquear un Ipad que llevaba bajo el brazo y deslizar sus dedos sobre la pantalla.
  • Perfecto, todo en orden, seguidme por favor, y por el camino os voy explicando la filosofía de Tierra y Azul- y con un grácil movimiento de mano, les indicó el fondo del amplio recibidor en el que se adivinaba una gran puerta. El grupo la siguió, admirando a su paso la cuidada y sencilla decoración, así como la amplitud de las estancias que recorrían. Herminia les guio hasta una puerta de doble hoja de madera y cristal, que daba paso a una terraza que se abría a un vasto paisaje de prados pulcramente cuidados, sobre los que se distinguían muretes de piedra, zonas en terraza con mesas y sillas, y carpas bajo las que pequeños grupos de gente parecía realizar alguna actividad con un instructor- Desde aquí podéis haceros una idea de lo que os espera en Tierra y Azul, como veis podréis disfrutar de espacio y libertad de movimientos, y por supuesto apuntaros a las actividades que deseéis, no tenemos plazos ni número de participantes, las actividades están listadas en la página según horario y lugar de celebración, si no me equivoco vosotros os quedáis todo el puente, en total cinco días, así que tendréis tiempo de probarlas casi todas, ahora bajamos por aquí y os acompaño a vuestra tienda- El grupo la siguió por un sendero de piedra que cruzaba un prado sobre el que siete personas en ese momento hacía Tai Chi, Dora les observó mientras avanzaba y pensó que definitivamente eso sería una actividad en su lista. Siguieron a Herminia hasta un amplio claro entre encinas, en el que había montadas en círculo seis amplias tiendas tipi de lona beis.
  • Caray, en los videos parecían más pequeñas…- Comentó Gabriel, admirando la altura de las tiendas, Benito se fijó en la calidad de la lona.
  • El material es totalmente resistente al agua y al frío, ahora os enseño el interior de la vuestra- Explicó Herminia, invitándoles a seguirle al interior de una de ellas. El grupo no pudo evitar soltar una exclamación al unísono al ver el equipamiento y cuidada decoración del que iba a ser su alojamiento durante los días siguientes: una superficie circular de suelo de rafia que acababa a una altura aproximada de tres metros con los troncos colocados de forma que la estructura se mantuviera firme y tensa. El centro del tipi lo ocupaban seis colchonetas colocadas en círculo alrededor de una moderna estufa de calor azul redonda, sobre cada una de las colchonetas había un saco de dormir, un conjunto de ropa abrigosa de noche y babuchas forradas de borreguillo.
  • Es increíble…- Alcanzó a decir Loles, para después hacer una foto del conjunto, Montse la imitó.
  • La estufa cómo funciona?- Quiso saber Dora.
  • Es una estufa de calor azul, sin humos ni riesgos, aquí tiene un regulador del calor y podéis ponerlo a la altura que queráis- Explicó Herminia mostrándole cómo se hacía.- En esos arcones de madera podéis meter vuestras cosas, tienen llave para más seguridad cuando no estéis en el tipi, aquí la tenéis, es una llave maestra, una abre todos- Y se la entregó a Dora, quien se la metió en el bolsillo del pantalón.

Después les mostró los servicios, que estaban situados a pocos metros de los tipis, en un bungalow de troncos entre las encinas, que en su interior escondía seis baños completos, cada uno para su tipi correspondiente. Herminia les hizo entrega de seis tarjetas con las que podrían abrir la puerta.

  • Estoy alucinando, en serio, por fuera parece todo más pequeño, y luego dentro flipas con el espacio…- Comentó Gabriel.
  • Y la luz, hay mucha luz…- Anotó Loles.
  • Siguiendo el mismo sendero por el que hemos venido, pero torciendo después de las encinas hacia la derecha llegamos a La Cuadra, bueno lo que en tiempos fue la cuadra- Se explicó Herminia instándoles a seguirla- y allí tenéis servicio de restaurante de seis de la mañana a once de la noche, normalmente hacemos una cena conjunta, pero eso ya lo veréis, es realmente emocionante.

La Cuadra era un edificio de una sola planta en forma de U, en el centro de la cual se extendían mesas y bancos de madera en los que algunas personas ya estaban tomando algún aperitivo, el interior les descubrió una más que espaciosa moderna cocina a la vista que se abría a un ecléctico comedor en el que no había dos mesas iguales, ni en forma, color o tamaño, lo mismo ocurría con las sillas. Uno de los laterales lo conformaba, en toda su longitud, una mesa-buffet con todo tipo de viandas y bebidas, frías y calientes.

  • Bueno, pues esto es Tierra y Azul, si tuvierais alguna pregunta aquí estaremos para responderla- Dijo Herminia regalándoles de nuevo su bonita sonrisa.
  • Muchas Gracias, ya me está encantando y todavía no hemos hecho nada…- Rio Gabriel mientras miraba a su alrededor.
  • Vamos a por las cosas al coche entonces- Comentó Benito, Martín iba a decir algo pero de nuevo un ataque de estornudos se lo impidió.
  • Casi se me olvida, no tendréis Ibuprofeno por ahí?, este hombre viene un poco perjudicado- Bromeó Loles entregándole un Kleenex a su marido, quien negó con la cabeza justo antes de volver a estornudar. Herminia ladeó la cabeza, y su rostro se entristeció al tiempo que entrelazaba las manos.
  • Un mal catarro…- Musitó, el grupo hizo comentarios indistintos al respecto entre bromas, ella suspiró y recuperó su sonrisa, aunque algo más leve.- Por supuesto, os lo traigo enseguida…y bueno, yo me voy ahora, nos vemos más tarde- Y sin más se alejó, abandonando el restaurante por la cocina.
  • Es un poco rara la chica esta- Comentó Loles, Montse hizo una foto del artesonado del techo.
  • Tiene cara de foto antigua, pero debe ser un encanto “mal catarro” lo decía mi abuela- Dijo mientras hacía una foto de una silla en forma de seta.
  • No sé vosotros pero a mi me ha entrado hambre, y todo esto tiene una pinta tremenda- Dijo Dora, que se había acercado con Gabriel al buffet.
  • Unas tapitas no vendrían mal- Apuntó él, tentado a coger una aceituna.
  • Vamos al coche por las cosas?- Insistió Benito.

Una vez hubieron llevado las cosas a la tienda, regresaron a La Cuadra a tomar algo del buffet. Después recorrieron paseando parte del complejo, haciendo fotos del paisaje e interesándose por los distintas actividades al aire libre. Tai Chi, Pilates, Talleres de Alfarería, Talleres de Papirofléxia, Ceremonia del Te, Telares, Factura de Alfombras, Gimnasia Sueca, Danza Experimental, Fabricación de Instrumentos, Crear un Dedal, Contar Pájaros y Fabricar sus Comederos, Canto Gregoriano y el Dolce’Far’Niente actividad esta última que llamó la atención de Gabriel, ya que era una frase que él solía decir muy a menudo, al considerar esa la mejor manera para pasar el tiempo libre, y que consistía en tumbarse en unas camas tipo chill-out redondas con apariencia de huevo a observar el paisaje desde una de las terrazas altas del terreno.

  • Yo no sé vosotros, pero a mí me parece todo casi irreal, como hecho a propósito- Comentó Dora mientras se dirigían de nuevo a La Cuadra.
  • Tengo que preguntar si tienen abonos o carnets de socio o algo, porque es como para quedarse a vivir- Rio Montse, Benito la miró escéptico.
  • Bueno, esto a la larga supongo que cansa, vamos digo yo…
  • Ya hombre, es un decir, pero pienso probar todo lo que pueda..
  • Hasta parece que respiro mejor y todo, si no fuera por el dolor de garganta..- Se quejó Martín.
  • La chica dijo que te traería un paracetamol, seguro que ahora la vemos- Recordó Loles.
  • Parece que todo el mundo ha tenido la misma idea, todos van hacia el restaurante- Indicó Gabriel señalando hacia los grupos de gente que, como ellos, se dirigían por los innumerables senderos hacia La Cuadra, que ahora, al atardecer, sembrada de luminarias, brillaba cálida y acogedora.

Decidieron sentarse en el interior, donde un grupo de músicos preparaba sus instrumentos en uno de los laterales.

  • Parece que nos van a amenizar la cena- Dijo Loles
  • Si os digo la verdad, hoy no estoy para discoteques, pero mañana no te digo que no- Comentó Montse, los otros se unieron a su opinión con gestos de cabeza.
  • Parece que no, pero tanto paseíto, después de las horas de coche, se nota en las piernas- Se quejó Dora, Benito consultó su móvil.
  • Este Señor dice que hoy he caminado 4250 pasos, y que he gastado 300 calorías..- Leyó, Montse consultó el suyo.
  • Pues has caminado en otro lugar cari, porque no me he separado de ti y yo al parecer sólo he caminado 2250 pasos- Dijo mostrándole la pantalla.
  • Supongo que depende de la zancada- Se atrevió a decir Martín.
  • Y si llevas “Botas de siete leguas”- Dijo Gabriel, lo que provocó la risa del grupo. En eso estaban cuando Herminia se acercó a la mesa, llevando una cajita en la mano.
  • Buenas Tardes, como lo prometido es deuda, aquí te traigo el Frenadol- Saludó, entregándoselo a Martín, que se lo agradeció de todo corazón- En breve comenzarán a tocar algo para animar la cena, y después habrá un Café Cantante si queréis quedaros un rato- Explicó refiriéndose a los músicos que probaban ya los instrumentos.
  • Seguramente nos vayamos pronto a dormir, para tener energía para mañana- Dijo Gabriel, Herminia suspiró sin perder la sonrisa.
  • Por supuesto, en seguida vienen a pediros la comanda, hoy podréis elegir entre pollo asado con guarnición y patatas, y pastel de verduras con revuelto de champiñones, los postres podéis elegirlos vosotros mismos en el buffet- Enumeró señalando con su grácil gesto la mesa del fondo, e iba a decirles algo más, cuando otra persona se acercó a la mesa, era un hombre alto, de pelo rubio lacio algo largo y gafas de pasta negras cuya graduación agrandaba exageradamente sus ojos azules, vestía una camisa blanca, vaqueros y botas de caña baja de piel negra. Cuando llegó a la altura de Herminia la besó en la frente, y ella le cogió del brazo.
  • Buenas Noches los Señores, permitidme que me presente, yo soy Ernesto Martínez Lacalle, gerente del establecimiento- Se presentó, repartiendo un saludo general con un gesto de cabeza- Mi señora ya os habrá puesto al corriente de todo.
  • Estamos encantados, deseando descubrir todo mañana- Dijo Gabriel, Ernesto asintió con la cabeza.
  • Una pregunta- Se atrevió Benito- Esos tres castillos que aparecen en la página web, se pueden visitar? O al ser privados no se puede..
  • Se pueden visitar, existen horas de visita estipuladas, tenemos panfletos informativos- Explicó Ernesto.
  • Entonces, es verdad, viven familias en ellos- Se sorprendió Montse, Ernesto sonrió.
  • Sí, las familias Gabrez, Viniego y Benimont, con profundas raíces en la zona- Enumeró extendiendo las manos ante él, como quien expande una red.
  • Y alguno de ellos es el “Castillo de Irás y no Volverás”?- Bromeó Gabriel, el grupo rio su ocurrencia, Ernesto levantó las cejas por encima del borde de las gafas y sonrió casi enigmático.
  • Eso nunca se sabe, Gabriel, nunca se sabe- Deslizó, en eso se acercó una camarera para anotar lo que el grupo quería cenar.
  • Os dejamos cenar, para cualquier cosa siempre estamos aquí- Dijo Herminia.
  • En verdad, siempre…porque cuánto tiempo llevamos ya? Una eternidad por lo menos- Apuntó Ernesto, Herminia le miró y le sonrió al tiempo que le colocaba bien las gafas.
  • Tres, Ernesto, ya tres eternidades- Casi susurró, Ernesto asintió dándole la razón.
  • Lo dicho, siempre aquí para atenderos, os dejamos disfrutar de la velada- Y sin más se alejaron hacia la cocina cogidos del brazo.
  • No sé vosotros, pero a mí esta gente me parece muy rara…- Comentó Loles una vez la camarera hubo anotado el pedido y se fue.
  • Ahora que lo dices, un poco sí…- Admitió Benito.
  • Por?- Quiso saber Dora.
  • Mujer…”Café cantante”…- Anotó Loles.
  • O cuando dijo que era “el gerente del establecimiento”. No sé, “el que lleva el cotarro”, “el que está en tó”…- Continuó Benito- Y no sé de que me suena Martínez Lacalle, de algo pero no lo sitúo…no hay una calle? No sé…
  • Lo que está claro es que esto a la larga cansa, porque hablan en “eternidades”- Comentó Martín, Gabriel se encogió de hombros.
  • Lo que tengo claro es que a los castillos voy fijo- Sentenció.
  • Por si son de “Irás y no volverás”?-Preguntó Dora, dándole un codazo cariñoso, Gabriel rio e imitó el gesto con los ojos que antes había hecho Ernesto.
  • Nunca se sabe, Dora, nunca se sabe.

Después de cenar se dirigieron a su tienda, dejando atrás un animado ambiente en La Cuadra. Donde el grupo de músicos hacía ya bailar a los clientes a ritmo de swing.

Gabriel se encargó de encender la calefacción, y entre risas se vistieron con la ropa de noche que les habían dispuesto sobre los sacos de dormir, consistente en un dos piezas de algodón gris. Para recordar la ocasión se hicieron varios selfies en diferentes poses y formaciones. Después apagaron la luz, y cada uno ocupó su saco. No tardaron en quedarse dormidos.

Dora se despertó por si misma y sin esfuerzo alguno. Tuvo la sensación de haber dormido profunda y tranquilamente durante tantas horas que no había resquicio de pereza o cansancio en ella. Se incorporó todavía metida en su saco, dispuesta a darles los Buenos Días al resto, pero se encontró sola en la tienda. Los sacos dispuestos en círculo a su alrededor estaban vacíos. Se sentó mejor, para fijarse con más atención, pero sólo pudo confirmar lo evidente, que los demás no estaban. Lo primero que pensó fue que la habían visto tan dormida que les había dado pena despertarla, y se habían marchado a desayunar sin ella. Pero pronto abandonó esa idea. Al fijarse en la ropa de cada uno de ellos, pulcramente doblada la noche anterior sobre uno de los bancos, y en los zapatos colocados en fila. Se pasó las manos por el rostro, y le dio la risa. Se habían marchado sin ella, en pijama y descalzos. Se puso en pie. También sin móviles. Estaban todos sobre la caja autónoma de carga. Cogió el suyo y consultó la hora. Eran sólo las ocho de la mañana. Suspiró, sin poder explicarse que hubieran madrugado tanto. Abrió la cremallera de la tienda, y se asomó al exterior, por si se les hubiera dado por sentarse fuera a tan temprana hora. Pero el exterior estaba desierto. Todavía dormido en la niebla.

Buscó una muda de ropa en la bolsa de viaje que había traído, y salió hacia el bungalow de las duchas. Tampoco estaban allí. Tras la ducha volvió a la tienda a dejar el neceser y el pijama. Y no supo qué hacer. Si quedarse a esperarles o salir en su busca. Se decidió por lo segundo, ya que a lo mejor estaban ya en La Cuadra desayunando, pues qué bien, y a mí no se me avisa siquiera, oye Dora ven a desayunar, por muy dormida que estuviese. En fin.

  • ¿A tí también te desveló el buho?- La voz de hombre vino desde su izquierda, y la hizo dar un respingo del susto, a ambos les dio la risa.- Siento el susto, llevo despierto desde las cinco- Quien así se explicaba era el hombre que ocupaba la tienda casi contigua a la suya, todavía en pijama, sentado en una silla de lona y fumado un pitillo. Dora, sorprendida, automáticamente miró hacia las copas de las encinas cercanas.
  • Pues no…dormí del tirón, un buho dices?- Preguntó achinando los ojos, para intentar ver algo entre las ramas.
  • Ya se ha debido de ir el tío. Pero qué varas…mi mujer ni flores. Como un tronco, ahí sigue…vas a desayunar? bueno, perdona. Soy Amadeo- Se presentó alzando el pitillo a modo de saludo.
  • Yo soy Dora, sí voy hacia La Cuadra..tú no habrás visto a un grupo de gente salir de nuestra tienda?- Preguntó, Amadeo dibujó un gesto  de sincera ignorancia en su rostro y se encogió de hombros.
  • No, lo siento, acabo de sentarme hace cinco minutos, antes todavía hacía demasiada rasca- Se disculpó.
  • Gracias, pues nada me voy que a lo mejor ya están desayunando, nos vemos luego- Se despidió Dora, para después dirigirse al camino que llevaba a La Cuadra. Volvió  a pasar por el lugar en el que un grupo de personas hacía ya Tai-Chi, les observó mientras avanzaba, todos moviéndose a la par, como a cámara lenta, y se descubrió volviendo a plantearse la inscripción en el grupo, pero primero desayunar y encontrar a los otros, o al revés, da igual. Se arrepintió de no haber cogido una chaqueta.

La cuadra le recibió acogedora, decorada con las risas y animadas conversaciones de varias mesas que ya disfrutaban del desayuno. Recorrió con la mirada el local, y se adentró hasta el fondo, pero su grupo no estaba allí. Sintió un ligero punto de angustia, una especie de eco, que desapareció después de que hubo respirado hondo dos veces.

  • Buenos Días Dora- La voz amable de Herminia le sacó de sus pensamientos, su sonrisa le hizo sonreír también.
  • Buenos Días Herminia, ¿has visto a Gabriel y los otros por aquí? No los encuentro- Preguntó mientras miraba a su alrededor, por si fuera el caso, y no se hubiera dado cuenta, Herminia negó con la cabeza.
  • No, llevo aquí desde las seis, y no han venido- Explicó, Dora volvió a suspirar.
  • ¿Tú también eres del Club de la Seis? Es que es mi hora de levantarme normalmente, pero hoy he dormido tan bien como hacía mucho tiempo que no hacía- Dijo, Herminia le acarició brevemente un antebrazo sin perder la sonrisa- Y ahora tengo hambre, mucha hambre.

Se preparó un plato completo en el buffet, acompañándolo con un bol de açai y un vaso de zumo de naranja, ocupó una mesa junto a la ventana, para  verles llegar.

Toma de declaración de Herminia López de Miranda y Ernesto Martínez Lacalle. Administradores de “Tierra y Azul”. 28 y 32 años. Matrimonio. Residentes en la propiedad. Agentes: Ignacio Flores y Balduino Sevilla.

  • ¿ En qué relación se encuentran ustedes con “Tierra y Azul”? (Agente Sevilla)
  • Nosotros constamos como administradores, ya que de facto la finca y el negocio pertenecen a la familia Gabrez. (Ernesto Martínez Lacalle)
  • ¿Desde hace cuánto tiempo? (Agente Flores)
  • ¿Cómo dice joven? (Martínez Lacalle)
  • El Sr. Agente quiere saber el tiempo que llevamos ocupándonos del negocio, Ernesto. (Herminia López de Miranda. Su marido la mira alzando las cejas, apoya los codos sobre la mesa y cruza los dedos de las manos entre si. Sopesa su respuesta. Expulsa un buche de aire. Regresa al Agente Flores)
  • El tiempo, joven, el tiempo es algo relativo, ahora no puedo recordar quién lo dijo, pero no falta a la verdad, aproximadamente diez años, no sabría decirle con exactitud. (Se quita las gafas. Su mujer asiente para confirmar el dato)
  • ¿Conocían ustedes de antes a los ahora desaparecidos? Es decir, les une a ellos algún grado de amistad o parentesco?. (Agente Sevilla)
  • No (Contestan los dos a la vez. Sin atisbo de titubeo o duda)
  • ¿Cuándo fue la última vez que les vieron? (Agente Flores)
  • A la hora de la cena, le di a uno de ellos una solución catarral, porque se sentía febril. (Herminia López de Miranda)
  • Perdón, qué dice que le suministró a quién? (Agente Flores. No parece haber entendido a la interrogada.  Herminia López tampoco parece entender a qué se refiere con su pregunta)
  • Mi Señora quiere decir que uno de ellos tenía mal cuerpo, y le suministramos algo para mejorar su estado (Ernesto Martinez Lacalle resuelve el malentendido)
  • ¿Qué le suministraron exactamente? (Agente Sevilla. Los interrogados se miran. Herminia López de Miranda contesta)
  • Son unas recetas de color blanco y rojo, bebibles en solución, saben ligeramente a naranja. (Herminia López de Miranda se explica ayudándose de las manos. Agentes Sevilla y Flores asienten)
  • ¿En qué momento tuvieron ustedes conocimiento de su desaparición?. (Agente Flores)
  • Al caer la tarde, Dora expresó su deseo de llamarles a ustedes, y obramos acorde (Ernesto Martínez Lacalle. Se quita las gafas y las limpia con una pulcra bayeta que saca de un bolsillo de su chaqueta. Mira hacia los agentes y achina los ojos. ) Un gran invento estas bayetitas, ahorran mucho en pañuelos a los cortos de vista como yo…cómo se llama ahora lo que padezco, Herminita?
  • Miopía y Astigmatismo, Ernesto (Herminia López de Miranda contesta solícita)
  • As-tig-ma-tis-mo , qué cosas verdad? (Ernesto Martínez Lacalle se vuelve a poner las gafas. Mira a los agentes alternativamente sin perder su amable sonrisa)
  • Sí, qué cosas (Herminia López de Miranda comenta)

Dora dedicó la mañana a recorrer la propiedad y visitar una por una las actividades ofertadas, con la esperanza de encontrar al grupo o al menos a alguno de sus integrantes, de vez en cuando regresaba a la tienda por si hubieran ido por alguna ruta alternativa, llegó un momento en que le dio la risa boba ya que dio en pensar que estaba haciendo honor al nombre que compartía con DoraDoraDora Exploradora, e incluso tatareó la cancioncilla de marras mientras subía hacia las terrazas del Dolce´Far´Niente. Dos hombres y dos mujeres tocaban la guitarra, sentados sobre mantas “Llevaba el vestido más triste de todo Madrid/guardaba en el bolso un pedazo de mar y un delfín/le dije al oído la noche que nos conocimos/que nos case el dj ahora mismo si dices que sí…”. Se sentó con ellos un rato, cantar le vino bien para relajarse un poco y olvidarse de lo que la ocupaba. Cantó un par de temas más con ellos, y después se despidió para continuar su búsqueda. Recorrió la parte del recinto que le quedaba por visitar, participo en una actividad consistente en rallar jabón y rellenar con él bolsitas de tela para dar olor en armarios o cómodas, hizo gimnasia sueca, asistió a un taller de factura de dulce de membrillo, y al mediodía ayudó a hacer una ensalada para veinte personas. Comió poco, le daba la impresión de que se le estaba formando un nudo en la boca del estómago, que no dejaba pasar ni agua. Entretuvo la tarde leyendo el periódico, y asistiendo sin interés a varias actividades de las que no guardaría recuerdo alguno, pendiente en todo momento de mirar a su alrededor con la esperanza de descubrirles entre la gente.

  • Herminia, creo que necesito vuestra ayuda- Encontró a Herminia en la recepción del hotel, ordenando los montoncitos de postales, al escuchar lo que le decía se acercó a Dora y le cogió con suavidad las manos, sin poder ocultar su sincera preocupación.
  • Por supuesto, qué te ocurre?- Quiso saber, Dora respiró hondo para evitar que las lágrimas le viniesen a los ojos, fruto de una mezcla de cansancio y ansiedad, pero no en la misma medida.
  • Les he buscado por todas partes, créeme que por todas, sólo me falta la ruta esa de los castillos pero no me atrevo sola, no están, no aparecen…y no se han llevado ni el móvil, ni la ropa ni nada, yo ya no sé…- Y sin poder aguantar más rompió a llorar, Herminia se unió a su tristeza y la abrazó con todo el cariño que pudo reunir, acariciándole la cabeza.
  • Criatura, criatura, no te preocupes, nosotros nos encargamos de todo- Susurró sin dejarla de su abrazo, en el que Dora por fin dejó fluir la angustia que llevaba atesorando todo el día.

Cinco no desaparecen si uno no quiere, eso lo tengo claro. Competencias. Diligencias. Quién desapareció, cuándo, dónde. Uno, vale, pero cinco ya pasa de castaño oscuro. Estaturas, pesos, edades, lugares de nacimiento, marcas corporales, enfermedades mentales. Sí, por supuesto, no dejamos nunca nada al azar, el azar en el casino, las cosas como son. Por la noche nunca se encuentra nada. Cuando desaparecieron fue por algo, alguna cosa habrán hecho. Esos seguro que fueron a donde no tenían que ir, hay gente muy terca. Mi hermana no tenía ganas de venir, y aquí estamos ahora. Helicópteros, batidas, qué grupo hace qué y dónde, Guardia Civil, Policía Nacional, Grupo de Desaparecidos, voluntarios. Aquí a mis espaldas se encuentra el Camping-Spa Tierra y Azul, que desde primeras horas de esta mañana se ha convertido en un hervidero de gente… Esperar. Buscar. Esperar.

  • ¿Tendríais algo en contra si os acompaño?- Dora se extrañó de escuchar su propia voz, desde que el dispositivo de búsqueda se había puesto en marcha, no había sido capaz de hablar, más allá de contestar a las preguntas iniciales, se había mantenido en un silencio cómodo, desde el que observaba el devenir de las cosas, siempre acompañada por Herminia y Ernesto, que la protegían cuan cancerberos de todo aquello ajeno a lo que importara en cada momento. También de las familias de los otros. Que tú no hayas notado nada. Pues muy profundo sueño tienes. Ella había llamado por teléfono a su hermano a Cádiz. Desde allí poco podía hacer. De vez en cuando él le enviaba un cómo estás.
  • Por supuesto, si te sientes con fuerzas..- El Agente Sevilla controlaba, junto con un compañero, el funcionamiento de unos walkie-talkies. Ella se encogió de hombros.
  • Es que no sé, a lo mejor veo algo que no se haya visto…o me viene a la cabeza algún detalle que haya olvidado..tú qué dices Herminia?- Herminia, siempre a su lado, pero en un discreto segundo plano, asintió con la cabeza.
  • Te vendrá bien, yo también iré- Dijo, y acercándose a ella le rodeó un hombro con el brazo, Dora casi sonrió.

No eran un grupo numeroso. Eran seis, a Dora, Herminia y el agente Sevilla, se les unieron un guía conocedor de la zona y dos voluntarios, según el plan recorrerían una de las denominadas “Rutas de los Castillos” hasta alcanzar el Castillo de Gabrez. A medida que iba avanzando, Dora notó que el hecho de salir de la propiedad le había liberado de mucha sensación de angustia, el viento, el ruido de sus botas al pisar las piedras de las pistas sin asfaltar, las nubes dispersas contra el cielo azul, la multitud de matices en los colores del paisaje, le hicieron olvidar por un instante el motivo de su paseo.

  • Podemos hacer pausa en “Hasta aquí llegué”, está justo a mitad de camino- Comentó Julián, el guía, señalando un punto ante ellos en la distancia, Dora no supo si era el momento adecuado para reírse, pero de todas formas lo hizo ante el nombre del lugar.
  • ¿“Hasta aquí llegué”? – Preguntó casi descreída, Julián sonrió.
  • Se conoce bajo ese nombre desde hace siglos, ahora lo verás y te explico- Dijo.

“Hasta aquí llegué” se encontraba a un lado de la pista que recorrían, justo en el punto en el que esta comenzaba a ascender hacia el Castillo de Gabrez, que desde allí ya era visible en la distancia. Consistía en una piedra grande y oval colocada sobre otras cuatro talladas de forma que se clavaran en el suelo, el conjunto estaba protegido por una valla metálica de cerca de tres metros de altura, y una placa anexa explicaba su historia.

  • Es un banco- Dijo Dora, sin entender muy bien la importancia que podía tener, Julián asintió.
  • Sí, pero no cualquier banco, es el primer banco del que hay datos, es decir, antes de este banco, no existían, ahora está protegido por esta valla para evitar vandalismo – Explicó, el grupo observó el banco de piedra en silencio, Dora seguía viendo sólo un sencillo banco de piedra, pero no le dio más vueltas, su cabeza no estaba para buscar explicaciones a más cosas de las que ya tenía que encontrar.- Y si os fijáis, tiene un grabado, se cree que es una especie de cama, pero todavía está en estudio- Continuó Julián, señalando algo que estaba grabado sobre la piedra, todos se acercaron a ver.
  • Parece las camas que anuncian los hoteles en los carteles de las autopistas – Dijo el agente Sevilla, Julián se colocó mejor las gafas y se acercó más a la valla.
  • Pues sí, algunos expertos incluso dicen que puede ser una letra, todavía no saben cuál…- Dudó, Dora y Herminia se miraron pero no dijeron nada, uno de los voluntarios sacó una foto con su móvil.

El Castillo de Gabrez se alzaba cuan magnífico e imponente gigante pedernal dominando el paisaje. La pista sin asfaltar desembocaba en un empinado camino de losas de piedra oscura, gastadas por los siglos y las inclemencias del tiempo, que llevaban hasta el portón de entrada, situado en lo alto del mismo. Dora alzó la vista hacia los torreones, almenas y murallas, y se sintió sumamente pequeña, para después dar en pensar en dónde habría encontrado aquella gente tanta piedra y, sobre todo, cómo las habían llevado hasta allí, suspiró hondo, ya que, de pronto, echó de menos a Gabriel, él lo hubiera sabido.

Las hojas del portón comenzaron a abrirse lentamente con un ruido hidráulico cuando el grupo todavía no había alcanzado ni la mitad de la subida, y un hombre joven en vaqueros, deportivas y sudadera azul salió a su encuentro.

  • Buenos Días, vosotros sois el grupo de búsqueda del cuadrante 4, yo soy Martín Gabrez, encantados de ayudar, seguidme, por favor- Se presentó, para después animarlos a seguirle cuesta arriba.

Lo que Dora esperaba encontrarse al atravesar la puerta de entrada, no correspondió en absoluto con lo que ella y los demás pudieron admirar. Entraron en una amplia estancia blanca de techos y paredes altos, culminadas estas por unas vidrieras de vivos colores que regalaban una agradable luz al vasto espacio, cuyos suelos de piedra estaban protegidos por dos alfombras y las paredes engalanadas por varios tapices de diferentes tamaños. Todo el grupo estaba mirando hacia las vidrieras sin poder salir de su asombro, cuando una voz proveniente de una escalera lateral les hizo volverse a la vez.

  • Buenos Días, bienvenidos a nuestra casa, siento mucho la ocasión que lo merece, pero estaremos encantado de colaborar en lo que sea necesario- Quien así les recibía era un hombre alto, de complexión ancha y pelo castaño ondulado, en vaqueros, camisa y una chaqueta de lana gris con ribetes verdes, que se acercó al grupo ofreciéndoles afectuosamente la mano. Por un momento fugaz Dora creyó reconocerlo, de algo le conocía, quizás, pero abandonó la idea tan rápido como había aparecido en su abrumada cabeza.- Mi nombre es Benito Gabrez, en qué puedo ayudarles?
  • Mi nombre es Balduino Sevilla, responsable del cuadrante cuatro, y, bueno, en el marco de la búsqueda, nos interesaría saber si las personas desaparecidas hubieran podido llegar hasta su propiedad- El agente Sevilla le hizo entrega de un dispositivo en el que Benito Gabrez y su hijo pudieron ver las fotos de las personas buscadas con solo deslizar el dedo por la pantalla, ambos negaron con la cabeza sin poder evitar un eco de pena en el gesto.
  • Lo sentimos, pero no los hemos visto- Dictaminó Benito Gabrez devolviéndole el dispositivo, el grupo aceptó la respuesta en silencio, que Gabrez evitó que se hiciera incómodo con una agradable propuesta- Ya que han subido hasta aquí, permítanme ofrecerles la posibilidad de conocer nuestra casa y de paso un refrigerio, que siempre es bueno para cuerpo y alma en estas circunstancias- Ofreció señalándoles la escalera por la que él había bajado antes.
  • Señor Gabrez, aprovechando la ocasión, si me permite, podría usted aclararnos los grabados de las vidrieras? Me consta existe abundante documentación, pero vistos ahora, con esta luz, verdaderamente impresionan..- Comentó el guía al tiempo que ya miraba hacia las cristaleras, Benito Gabrez asintió encantado.
  • La vidrieras son obra del Maestro Lefevre y su escuela, y cuentan la historia de la familia Gabrez, desde la llegada a esta tierra de Gabrez y los Caminantes, que como pueden observar, de ellos descienden la familia Viniego y la familia Benimont, unidas las tres por fuertes vínculos desde entonces..- Explicó señalando con el dedo las etapas de su narración, Dora siguió su explicación con atención, y volvió a tener la sensación de que de algo le conocía, pero no conseguía saber de dónde, en eso Herminia la cogió del brazo y le acarició la mano, regalándole su tranquilizadora sonrisa, y Dora también intentó sonreír, sin conseguirlo.- El castillo tardó cerca de dos siglos en ser construido, de ahí su mezcla de estilos, y siempre ha estado habitado, el padre de mi bisabuelo fue el que tuvo la idea de remodelar el interior, de forma que, exceptuando el patio y otras estancias que permanecieron intactas, podría decirse que es una vivienda normal de monumentales dimensiones, una casa dentro de un castillo, por así decirlo..- Continuó explicando Benito Gabrez, mientras el grupo hacía fotos y asentía admirado. Tras dar un par de detalles más sobre los tapices y las alfombras, les invitó a seguirle por la escalera al interior del castillo. Fueron obsequiados con un abundante aperitivo, servido en uno de los comedores, inundado de luz a través de lucernarios y decorado con una alegante y ecléctica mezcla de muebles antiguos con modernos.
  • De verdad no quieres nada? Aunque no sientas hambre has de comer, y siempre beber, aunque sea traguitos- Le susurró al oído Herminia a Dora, que se habían sentado una junto a la otra, al tiempo que le ofrecía un vaso de agua, Dora, que estaba entretenida admirando la altura a la que estaban los lucernarios, regresó a ella y por un momento no supo a qué se refería, sólo al ver el vaso cayó en la cuenta y aceptó beber un par de tragos, Herminia sonrió y le acarició la espalda con cariño. En eso estaban cuando, desde algún lugar, les llegó el eco de un coro de voces cantando.
  • Ah! El coro..hoy comienzan los ensayos, se me había olvidado completamente, en unas semanas tendrá lugar un encuentro de escolanías y varias de ellas ensayan aquí- Comentó Benito Gabrez, las voces se hicieron con la estancia el entonces en un canon envolvente, ante el que sólo cabía la posibilidad de cerrar los ojos y dejarse llevar.
  • Herminia..- Susurró Dora
  • Dime, Dora- Respondió de la misma forma Herminia.
  • Soy yo… o están cantando “Yellow Submarine”?-Preguntó Dora un tanto confundida, Herminia abrió mucho los ojos y parpadeó dos veces, luego sonrió con su dulzura habitual y le cogió la mano.
  • No, Dora querida, es un Cantar de Gesta después te digo el siglo..- Aclaró con suavidad, Dora alzó las cejas y asintió sorprendida, hubiera jurado que se trataba de de “Yellow Submarine”, suspiró casi hondo, claramente en su cabeza sólo había una nada muy confundida.

Después del aperitivo, el grupo se despidió de Benito y Martín Gabrez, quienes les desearon una pronta resolución del caso. Hicieron el camino que ya habían recorrido antes, pero en dirección contraria, Dora, del brazo de Herminia, en un momento miró hacia atrás para admirar de nuevo el castillo, y casi sonrió al dar en pensar que, tal vez, aquel era el “Castillo de Irás y No Volverás”, notó un nudo en la garganta, que logró deshacer apartando la vista del castillo, haciéndola navegar por el horizonte, al tiempo que aligeraba un poco el paso.

Toma de declaración de Dora Herrán Díaz. 30 años. Cónyuge de Gabriel Hernández Ledesma. Huésped en “Tierra y Azul” en el momento de los hechos. Agentes: Ignacio Flores y Balduino Sevilla.

La idea fue de Gabriel. Para hacer algo nuevo, todos juntos, porque por horarios u otras cosas no siempre coincide que podamos todos al mismo tiempo, y como esta vez cuadraba, pues nos pareció una buena forma de pasar el puente. Gabriel trabaja de conductor de autobús en la Compañía de Tranvías, ahora tiene la línea 6, que es la más larga, pero no le importa porque dice que es como hacer una ruta turística gratis, él siempre buscando el lado positivo de las cosas…en fin..que? sí, Gabriel es una persona muy positiva, le gustan los refranes, los cuentos antiguos, las películas de suspense, Los Beatles y cocinar potaje con tiempo y calma…cocinar en general….entre otras muchas cosas, así es él. Como en su momento no pudo estudiar una carrera, se matriculó en la Universidad a Distancia en Historia, va curso por año, como se solía decir antes, porque le encanta, por eso creo que eligió el lugar, por los castillos y esas cosas. Yo? Yo hice un grado administrativo, pero trabajo en hostelería, en el “ El Bar Bar”, empecé por horas, pero ahora soy fija y estoy muy contenta la verdad, buenos jefes y compañeros, no se puede decir de todas partes…Loles trabaja conmigo, si quieres saber dónde está algo pregúntale a Loles….es nuestra broma en el bar…y bueno… a través de ella conocí a Martín que es su marido, que trabaja de ordenanza en el Ayuntamiento. Benito es amigo de Gabriel desde el instituto, trabaja en el Centro Comercial, en la sección de caballero y Montse también, ella es “modista” que es como a ella le gusta llamarse, porque ya lo era su madre, y hace los arreglos necesarios en las prendas que la gente compra…también cose por encargo ella por su cuenta…pero no sé si eso debería decirlo..y bueno, hacemos pandilla, y nos llevamos muy bien. No entiendo la pregunta…si noté algo fuera de lo común, nunca había estado allí antes, así que todo era fuera de lo común para mi, no sé si me explico, y no pude disfrutarlo como debiera porque desde que me desperté el primer día y no les encontré, ya todo dejó de tener un sentido, quiero decir…todo es fuera de lo común. Herminia y Ernesto son mis Ángeles de la Guarda, sin ser yo demasiado creyente, dicho sea de paso, porque no me han dejado ni un momento, sobre todo Herminia, no sé que habría sido de mi sin ella estos días, y no, no les conocía de antes. El plan era empezar la estancia juntos, y disfrutar de las actividades, no había otro plan…ni creo que Gabriel lo tuviera y no me dijese nada…los otros? Tampoco, la verdad. Martín estaba muy acatarrado, a Benito no me lo imagino tomando la iniciativa para hacer una cosa así, en plan…vamos a desaparecer un rato, no es él así, y las chicas, la verdad es que tampoco.

Lo peor es no saber. No tener información, ni para bien ni para mal. Nada. Eso es lo peor. Me han dado algo para la ansiedad, disculpad si estoy lenta o así, pero a veces la situación me sobrepasa, y no sé qué es mejor, si dejar que me sobrepase y desesperarme, o tomarme la pastilla mágica y que todo me de igual. No lo sé. Lo peor es despertarme por las mañanas, y, por unos segundos creer que todo lo que ha pasado fue un sueño. Pero sólo son unos segundos. Después ya llega ella…quién? La realidad.

El tiempo pasa. Las noticias que un día fueron primera plana, desparecen de las páginas de los periódicos, los telediarios dedican sus espacios a otra actualidad, aquellos que una vez tuvieron algún interés, lo pierden, y los que dejaron de estar, siguen ausentes, a pesar de todo. El tiempo también pasó para Dora Herrán Díaz, rehízo su vida, se casó, tuvo hijos, cambió dos veces de continente, seis de casa, tres de trabajo, de talla, de corte de pelo, de tamaño de bolso y gustos culinarios. Hasta una tarde de abril, a eso de las seis, en la que alguien llamó al timbre, y ella abrió la puerta.

Por Herminia López de Miranda y Ernesto Martínez Lacalle no había pasado el tiempo, y a su gesto de sorpresa respondieron con la más bonita de sus sonrisas.

  • Dora, querida, ha llegado el momento de que sepas algo.

Man on a mission

23 lunes Dic 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ 2 comentarios

  • Se puede saber qué haces?
  • Quiere imitar a Tom Crus
  • En serio?
  • No mires al techo…no es esa, es en la que hace malabarismos con las botellas
  • Del año del rey que rabió…quieres parar? Con tanta voltereta no se van a poder abrir las CocaColas…
  • Que alguien vaya llenando los boles con las patatas fritas
  • Dónde está Guillermo?
  • Te imaginas? Estar en la oficina tranquilamente, mirar hacia al techo y encontrarte un tipo colgado ahí, espiándote…
  • Quién mete las anchoas en las aceitunas? Una persona o una máquina?
  • Loli, cada tres un cuenco de aceitunas, no hay más..
  • Quién te va a espiar a tí en Concentración Parcelaria?
  • Menos mal que son de plástico, si llegan a ser de cristal…
  • Vísteis a Guillermo?
  • Quién te dice? A uno le encargan una misión, y tiene que hacerla a cojones, y ya está…
  • En Concentración Parcelaria…
  • Para con las botellas, concho!
  • Mamá, si freímos las patatas ahora, cuando cenemos están frías..
  • Fría estás tú, pon la freidora..
  • Mamen trajo la erfraier
  • Como si trajo a Kissinger, pon la freidora…
  • Se encargan misiones o sólo en las películas? Porque a mí nadie me ha dicho nunca “tengo una misión mañana”, por ejemplo…
  • Guillermo! Sal de ahí!
  • Los mormones se van de misión…
  • No hay aceitunas negras con anchoa, pero sí con ajo..
  • Yo creo que vamos a necesitar la mesita supletoria…
  • Jorge, tengo una misión para ti, cortar el pan..
  • Tom Crus no es mormón, es de los científicos..
  • Científico te voy a poner yo a ti si no paras con las botellas..
  • Los intérpretes de la Comisión se van de misión..
  • Mamá, dónde pusiste las alcaparras?
  • Las qué?
  • Las alcaparras…
  • Tú me ves cara a mi de comprar alcaparras?
  • Dónde está Guillermo?
  • Hombre, Julián, ya creíamos que no venías..
  • Es que aparcar hoy, por esta zona, es misión imposible
  • Sincronicemos los relojes..
  • Tanta vuelta me ha dado sed..
  • Toma, aquí tienes CocaCola..
  • Guillermo!

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo a tod@s!

Pogo (Dedicada a María R., Eva G. y José T.)

14 jueves Nov 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ 4 comentarios

Era jueves. Tuvo que ser un jueves, porque, por aquel entonces, algunos institutos tenían, dos veces por semana, clases también por las tardes, y nosotros los jueves por la tarde teníamos Historia y Gimnasia. En este orden. Era un jueves como cualquier otro. Historia y Gimnasia. Sin embargo, cuando la profesora llegó a la clase, sin dar más explicaciones, nos mandó recoger las cosas y que le siguiéramos al gimnasio, alguien preguntó si es que íbamos a cambiar el orden de las asignaturas, pero no recibió respuesta. Al salir al pasillo nos unimos a un rio de gente que, como nosotros, seguían a los profesores respectivos en nuestra misma dirección. Ocho clases de tercero de B.U.P, con una media de cuarenta alumnos, portando mochilas, carpetas y abrigos, en ordenado desorden y jolgorio. Una vez alcanzamos la puerta de acceso, según íbamos entrando, dos profesores nos entregaron a cada uno una CocaCola, de aquellas pequeñas, de pesado cristal verde y con la marca grabada en blanco. Del tiempo. Pero eso en aquel momento no nos importó. Una CocaCola de gratis un jueves por la tarde. Algo no cuadraba. Lo descubrimos al entrar al recinto, en el medio del cual habían instalado un escenario cuadrado de madera sobre el que se movían varias personas vestidas de negro poniendo en orden varios instrumentos, micrófonos y amplificadores. El gimnasio no era muy grande, así que pronto se llenó de una multitud expectante, aferrada a una CocaCola. Y esta gente quién es, me preguntó José y yo me encogí de hombros, van a tocar o así conjeturó Eva tratando de ver mejor lo que pasaba sobre el escenario, María se rio y me ofreció un brindis con las botellas. ChinChín. Silencio. Silencio. Tschh eh!. Silencio. Un profesor habló entonces. Desde algún lugar. Pudo haber recitado el MioCid. O el Sermón de la Montaña. Nadie entendió nada.  Alguien aplaudió. Una de las personas vestidas de negro cogió un micrófono, y antes de que pudiese decir nada, un pitido feroz nos perforó los tímpanos. Sin que pudiésemos recuperarnos, con la boca muy pegada al micrófono pronunció algo parecido a unas palabras. Y estalló el ruido.

Lo único que nunca podrá ser tu hija es guía indio, que son los que apoyan la oreja en el suelo y calculan a cuántas millas está la caballería, por lo demás vida normal, sólo tres cosas son contraproducentes: bucear, usar Walkman y situarse demasiado cerca de bafles. Cuan sargento mi madre siempre vigiló desde la orilla que no bucease, nunca me gustaron los Walkman y durante mucho tiempo no supe qué era un bafle. Hasta ese jueves por la tarde. Tras la explosión de ruido, percibía todo lo que sucedía como supongo que lo hacen los astronautas desde el interior de las escafandras. Con la salvedad de que el ruido no cesaba. No estaba sola en mi situación. A mi alrededor, la única manera que tenían todos los presentes para comunicarse entre si era con gestos o gritándose con la boca pegada al oído. YO ME VOY. Casi me asusté. Era María que me explicó algo más, que sólo pude traducir con sus gestos. Vale. Como pudimos nos hicimos paso hasta la puerta, ante la que estaba un profesor, que movió negativamente la cabeza y le vimos mover los labios en aquella densa nube de ruido. María también los movió. El profesor volvió a negar con la cabeza. NO OS PODÉIS IR, ES HORARIO LECTIVO. Horario lectivo. Como me había pasado con los bafles, esa fue la primera vez que supe de su existencia. María me señaló el fondo del gimnasio. A lo mejor allí. Junto a las colchonetas. Después de un rato, un grupo de chicos colocó varias colchonetas seguidas y dieron comienzo a un campeonato de volteretas. Ganaba el que, tras la voltereta consiguiese incorporarse de vez. PERO QUÉ ESTÁIS HACIENDO?. VOLTERETAS. PONED LAS COLCHONETAS EN SU SITIO Y ESTAD TRANQUILOS. María y yo nos sentamos junto a Eva contra la pared. Eva tenía los ojos cerrados. José y otros dos trepan por las colchonetas e intentan alcanzar una ventana. PERO BUENO.BAJADDEAHÍAHORAMISMO. José se sentó junto a mi. TÚ CREES QUE NOS DEJARÁN JUGAR AL BRILÉ?. Mi cabeza está llena de ruido. No sé. Parecemos una concentración de almas en pena.

El ruido cesó de repente. Abandonamos el gimnasio en desordenado orden, pero sin jolgorio. Y, dentro de mi escafandra, se instaló mi primer dolor de cabeza. Recuerdo llegar a casa, y decírselo a mi abuela, que se preocupó muchísimo, ya que, a esas edades, se supone, no se puede tener dolor de cabeza. Una aspirina y a la cama. Dormí del tirón hasta el día siguiente. Que era viernes.

  • Sirva esta historia como pequeño homenaje a “Los Diplomáticos de Montealto”, banda que ha evolucionado hasta convertirse en un referente en el panorama musical gallego

·

 

Corazón de cristal

12 martes Nov 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ Deja un comentario

Cada uno es cada uno. Y lucha sus batallas a su manera. No iba a ser él el primero en decir algo en contra. Aferrado a su móvil, Aquilino Montes observaba la escena tratando de permanecer impasible, de no moverse, de ser invisible, de pensar en blanco. Ritmo tenía, y gusto en sus movimientos, piernas y brazos se movían en perfecta coreografía, girando, a veces saltando, deslizándose en el silencio pedernal que les rodeaba, con los ojos cerrados, imitando a veces a los patinadores sobre hielo en sus figuras, recorriendo el espacio casi etéreo, ajeno a tiempos y límites. Aquilino se atrevió a tragar saliva. Aquello sólo podía acabar para él de dos maneras. O bien salía por la Puerta Grande a hombros, o al día siguiente a primera hora se tendría que presentar en una de las filiales de McDonalds a buscar su suerte. Visto así, sería como cerrar un círculo, acabar dónde todo había empezado. No te pongas muy poético, Lino, que si te da por llorar entonces no paras, y ahora no es el momento. Tú como los japoneses. Ya tendrás tiempo después. Después. Pues tú sigue estoico. Piensa en blanco. Ritmo tiene. Eso es incontestable. Ya va parando.

La muda coreografía cesó en un último gesto. El de aquel que intentase alcanzar sin éxito las estrellas. Sólo entonces miró a Aquilino con una expresión de exultante felicidad y se dirigió despacio hacia él, al tiempo que extraía los earpods de los oídos. Aqulino no se atrevió a tragar saliva. En realidad, no sabía que tenía que hacer.

  • Tiene usted que patentar esta idea, Montes…
  • Por supuesto, Sr. Atkinson..
  • Tome sus earpods, mil gracias, lo primero es reservar esta sala para el resto del año, ponga sólo mi nombre, eso bastará..
  • Así haré, Sr. Atkinson..
  • Ahora a por ellos, que supongo que ya estarán esperando…
  • Aún faltan diez minutos, Sr. Atkinson..
  • Perfecto, Montes…
  • Gracias, Sr. Atkinson…
  • Gracias a usted, Montes, tiene usted algo que hacer a la hora de la comida?

Abandonaron entonces la inmensa y vacía sala de reuniones, cerrando la puerta tras si.

Punto de inflexión

11 lunes Nov 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ Deja un comentario

  • Entonces dices que está bien?
  • Sí, es muy entretenida
  • De qué va?
  • Pues de un chico que trabaja para una agencia y tiene que buscar una cosa..
  • De publicidad..
  • Sin publicidad, ahora no hay anuncios apenas..
  • No, si la agencia era de publicidad, la del chico..
  • No, verás, es que él va a una ciudad que después se da la vuelta, se hace más pequeña y la cosa se pierde…
  • Qué cosa?
  • El punto de inflexión con la cosa lo da un chino, que muy chino no es, y que vive antes, y que el chico este encuentra en un avión que se estrella…
  • Y mueren…
  • No, por la chica, que es harina de otro costal la tía, porque vuelve la ciudad gris y más grande…
  • Y el avión?
  • Qué avión?
  • El que no se estrella
  • No existe, es todo por la inflexión del chino, si no DiCaprio ganaría como siempre…
  • El chico es DiCaprio..
  • No,se llama John, o Michael…bueno como en todas…
  • Y la chica?
  • Qué chica?
  • La del avión?
  • Se va en algún momento y todo se vuelve pequeño…
  • Pues qué bien..
  • Y tú? Qué viste?
  • Nosotros volvimos a ver “Sentido y Sensibilidad”, nos encanta la campiña inglesa y Mari se inspira para los disfraces de las niñas…
  • Ya

Laguna

18 domingo Feb 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ Deja un comentario

El color del agua cambia según el día. Se lo había dicho con tanta ilusión, que ella no se había atrevido a decirle que en realidad eso ocurría con todas las masas de agua expuestas al aire libre. Además le enseñó fotos en el móvil, de aquel lugar paradisíaco, con la mezcla perfecta de eterno verano, agua y calor, y ella había aceptado su propuesta de ir allí en el bloque de vacaciones pendientes que la empresa de él le había instado a coger antes de que acabase el año. Además es temporada baja, vamos a estar prácticamente solos, le dijo. Prácticamente solos. En aquel momento, esa definición se quedó revoloteando unos instantes en su cabeza, como algo que no tuviera sentido o escapase a su entendimiento, pero se fue como vino, sin más. Dejar por unos días las tormentas de nieve, el ruido de la gran ciudad y la rutina extenuante del trabajo no le pareció, al fin y al cabo, tan mala idea.

El vuelo les salió muy bien de precio, y no tuvieron problema a la hora de reservar habitaciones de hotel. Se decidieron por la opción que ofertaba la posibilidad de hacer una ruta de hotelitos situados en la zona que iban a visitar, siempre muy cerca de la laguna, de la que no encontraron el nombre, ya que siempre había sido llamada así por los lugareños.

Al poner el primer pie fuera del avión, su país de destino les recibió con un abrazo de calor húmedo, intenso y absorbente, del que no fueron capaces de desembarazarse y que desde el primer momento les provocó una insaciable sed. Para tener libertad de movimientos, alquilaron un coche tipo utilitario, ni grande ni pequeño, con el que llegaron sin problemas a la zona en la que tenían puestas todas las esperanzas de unos días de desconexión, relax y almacenaje natural de vitamina D.

El primer hotelito, una construcción de dos plantas rodeando un patio alicatado de baldosas y con una fuente de piedra azul, les recibió casi dormido en un mediodía aplastado por el sol. Su habitación daba a uno de los laterales, en aquel momento en sombra, cosa que agradecieron, y estaba provista de justo lo necesario para su bienestar, una cama amplia y limpia, una mesa, dos sillas, y un baño completo con ducha, también limpio, y con toallas metidas en una bolsa sellada al vacío. Después de darse un ducha fría, decidieron salir a dar un paseo y quizás comer algo. Dos CocaColas y dos raciones de una especialidad de la zona con pollo y patatas asadas con una salsa densa, les costó lo equivalente a un billete de autobús en su ciudad, y les dio la risa. Después se acercaron hasta la laguna, ese día el agua era azul turquesa. Sumergirse en sus aguas, frías y transparentes, les regaló energía y consiguió desterrar el cansancio del viaje. Volvieron caminando despacio al hotel, de la mano, sin prisa, hablando de cualquier cosa. La noche cayó de repente, y ellos con ella, bajo la mosquitera y con el rurún del ventilador del techo.

Con las primeras luces del día, se buscaron y follaron con calma, como hacia tiempo que no hacían, y darse cuenta les animó a más. Café y pan recién hecho de desayuno, frutas frescas, jugo de naranja, agua helada. Después dieron un paseo por el pueblo, ella se compró un collar de piedritas azules, él una pulsera de cuero. Se bañaron de nuevo en la laguna, esta vez el agua era verde aguamarina.

El segundo hotelito estaba a veinte minutos en coche del primero, y era muy parecido, solo que no tenía fuente en el patio interior y su habitación daba al frente. Agua helada con limón y menta, cabrito asado con guarnición, un grupo de música tocó en directo, canciones locales con guitarras y percusión. El agua de la laguna era azul cielo, buceando encontraron piedritas azules. Cenaron en un restaurante pescado a la brasa, con ensalada y otras especialidades de la zona, y lo bañaron todo con cerveza helada. Hicieron de follar con calma su deporte vacacional.

Cuando fueron a pagar a la hora de abandonar este segundo hotel, el recepcionista, un hombre sumamente amable con sonrisa perenne, se interesó por su próximo destino, al conocerlo, asintió con la cabeza, y sin perder la sonrisa les advirtió que ese pueblo estaba a más de una hora y que tendrían que atravesar zonas de cultivos desiertas, y carreteras secundarias. No es una ruta fácil, les advirtió, mi sobrino les puede acompañar si lo desean, estaría incluido en el precio, faltaría más, pero ellos declinaron el ofrecimiento, si bien ella, insegura, le preguntó porqué no era fácil, el hombre alzó las cejas y su sonrisa desapareció por un instante fugaz, para luego brillar de nuevo, nada en especial, anotó, sólo les diría que no parasen hasta llegar a destino, ni tampoco ayudasen a nadie por el camino, ni abandonasen el vehículo, de una vez hasta el otro pueblo y nada más, ellos se lo agradecieron y sin más abandonaron el hotel.

Es pleno día, el sol brilla y tenemos GPS en el coche y en los móviles, qué nos puede pasar?. Y mientras lo decía, se reía, ella le miró, y sonrió, el sol de aquellos días le había tostado la piel, y la tranquilidad relajado su gesto, reía y los ojos le brillaban, sus dedos tamborileaban el volante, y ella le dio la razón, qué podía pasar.

Los campos de labor no delataban sus frutos, eran vastos y verdes, se alternaban con zonas de selva tupida. La carretera serpenteaba, y tenía zonas asfaltadas y zonas de tierra pisada. Ningún otro coche además del suyo. Me estoy meando. La frase la sacó de los pensamientos deshilados mientras contemplaba el paisaje, y la hizo sentarse mejor. Llevamos media hora, nos queda otra media aproximadamente, no puedes esperar?. No, si no meo exploto, qué tontería, debí de ir en el hotel. Selva densa, campos baldíos. Él pone el intermitente, pero qué haces, paro un momento y ya está, aquí no hay ni un alma, pues date prisa, tú quédate dentro y pon el seguro, pero vamos mear y volver. Sale del coche y avanza unos metros hasta un árbol. A ella le llega un mensaje al móvil, el primero en días, extrañada lo saca del bolso, desliza el dedo, sonríe, es un whatsapp de su compañera de oficina, la que salía de cuentas, Uma ya está aquí, hermosura de criatura, ahora se explica el barrigón, le envía un emoji de un corazón, Bienvenida Uma. Mira hacia donde él había ido, no le ve. Pasan cinco minutos. Sigue sin verle. Opta por apretar el claxon. Tres veces. Tres minutos. Baja la ventanilla. Le llama, estás bien?. Le llama más alto. Silencio y viento. De repente se pone muy nerviosa. Qué exagerada eres, estará haciendo una foto. Se fija en que el móvil de él está sobre el salpicadero. Respira hondo. Se pasa al asiento del conductor, pase lo que pase no paren, ni abandonen el vehículo, no abandonen el vehículo, lo dice en alto, no sabe porqué, hace mucho que no conduce, para qué si su vida funciona con el metro, le tiemblan las manos, arranca el coche y se le cala, apoya la frente en el volante, está sudando y deja una marca húmeda, vuelve a intentarlo, ahora sí que funciona, avanza sin marcha los pocos metros hasta el árbol donde supuestamente él iba a orinar. Pero no está. No abandonen el vehículo. Le llama otra vez, esta vez a gritos. Silencio, viento y dos pájaros que, asustados salen volando desde algún arbusto. Se asusta. Tiene ganas de llorar. No seas histérica, a lo mejor tenía que hacer popó. Hacer popó. Por Dios. Cálmate. No, no salgas del coche, ya te lo dijo el señor, a ver por qué coño no fue en el hotel. Tanto no bebió. Sólo un vaso de agua. O fueron dos. Respira hondo. Vuelve a pulsar el claxon. Lo mejor es que vuelvas y des parte. Pero y si está ahí? Si le ha dado algo?. Pues ya le encontrarán. Solo puede respirar entrecortadamente, pero al menos respiras, y poco a poco comienza a maniobrar para girar el coche al sentido contrario. Se le cala dos veces, pero lo consigue. Antes de emprender la marcha, vuelve a gritar el nombre de él y esta vez pulsa el claxon muchas veces. Silencio y viento. Y abandona el lugar.

Patrullas de búsqueda. Peinados de la zona, ella insiste en que él se bajó a orinar, llega a dudar del punto exacto, la selva es toda igual llegado un momento. El consulado envía una persona, que la ayuda con la burocracia, lo mejor es que regrese y espere noticias. Silencio, viento, calor y sol. Pero ni un rastro.

Observar el caer de la nieve la calma. Eso y hacer collares de abalorios de colores. Los guarda en cajas especiales de almacenaje en el sótano. No los vende, ni los regala, los confecciona con paciencia y entrega, para después guardarlos cuidadosamente en su departamento dentro de la caja. La nieve cae despacio. La noticia del día era que en las profundidades de una laguna, en el corazón de un país de sol y color, se habían encontrado las ruinas de una civilización extinta. Dio en preguntarse qué color tendría la laguna esos días. Mamá sabes dónde están mis guantes? Los dejé aquí, pero al parecer mi hermana me los robó, no es verdad, yo no robo guantes, tu tienes memoria de pájaro, ese es tu problema, memoria de pájaro de dónde sacas esas cosas, mamá, mamá. El agua no tiene color.

Víctor y las anchoas

16 viernes Feb 2024

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ Deja un comentario

Arréglate rápido que llegamos tarde. A dónde. Venga ponte pendientes y píntate los labios. No pienso hacer tal cosa, pero a dónde vamos?. Te peinarás por lo menos. Eso lo vi lógico, no sé por qué. Y vas así?. Si eso una chaqueta o algo, no sé. Los niños ya están?. Y los niños están, vestidos, limpios, y formalitos, algo no cuadra. Espera que les corto las uñas. Ahora? Pero por qué?. Apura que se nos echa el tiempo encima. Salimos por la puerta y nos unimos a una multitud de gente. Tanta gente que parece una manifestación. Una mujer se nos acerca. Lleva el pelo rubio en un moño italiano muy historiado, y un abrigo de visón impresionante. Es bellísima. La reconozco después de fijarme mejor. Es la mujer que siempre va conmigo en el bus. La que llegó huyendo de una guerra. Y se le notaba tanto. Pero ahora está bellísima. Lo que hace el arreglo, pienso. El arreglo. Ya verás qué bien te lo vas a pasar, es un clásico. Nos movemos. Vamos en un autobús. O en un tranvía. Nos movemos. Pero como hay tanta gente no nos caemos. Qué clásico, a dónde vamos. La mujer bellísima me mira asombrada y suspira sin entender mi confusión. Lo que hace el arreglo. Vamos al musical, ya te lo dije, pero como tú no escuchas. Musical? Dónde? Ahora?. De repente me entra una pereza terrible a ir a un musical. Pereza y cansancio absoluto, pero no me puedo sentar, hay demasiada gente. Vamos a “Victor y las anchoas”, el clásico, al que se va siempre en estas fechas. “Victor y las anchoas”? Y de quién es? Cómo es? En la vida escuché tal cosa. Los niños gritan ilusionadísimos “Victor y las anchoas”! Sí!! Qué bien!, y dan saltitos. Pero bueno, tú no sabes lo que es un musical?. Mujer, sí, “Chicago”, “Los Miserables”, “Rent”…pero “Victor y las anchoas”… . De verdad que usted no conoce la obra? Quien esto me pregunta es un hombre que se parece mucho a Alain Delón pero en feo y que trabaja en el Ayuntamiento. Me sorprendo de verle allí. Le confieso que en la vida había escuchado semejante cosa. El autobús, o el tranvía, se para, y la multitud nos empuja hacia las puertas. De lejos nos llega una musiquilla. Apúrate, Apúrate, que ya empieza.

Reír a carcajadas a las cinco de la mañana regala años de vida.

← Entradas anteriores

Abonnierte Blogs

Avatar de Desconocido
Avatar de Desconocido
Avatar de Desconocido

Entradas recientes

  • ZigZag
  • Reset
  • Operación Henry
  • Un sitio bonito
  • Man on a mission
  • Pogo (Dedicada a María R., Eva G. y José T.)
  • Corazón de cristal
  • Punto de inflexión
  • Procesionaria
  • Prudence
  • Norte/Ponestoaquí
  • Laguna
  • Víctor y las anchoas
  • Sopor
  • Intrusa
  • Piscolabis
  • ChinChín
  • María,Reni y los demás.
  • Marge
  • Non-Stop

Mi Calendario

diciembre 2025
L M X J V S D
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
293031  
« Ago    

Blog de WordPress.com.

NESKA

Mi mundo chocando con los demás

Armi Messenger

News

Rafalé Guadalmedina

Relatos empolvados e infames bocachancladas en el filo entre la gloria y la vergüenza ajena.

INGENIERA DE VIAJES

Relatos

Better World 🌎

Educación, reflexiones y cultura general.

Cuadernos negros

Un lugar para el relato breve.

Irreflexiones

sergio rozalen

El PROFE

Encuentra tu voz

"La mujer que lee, almacena su belleza para la vejez''.

Rec. al alba

Poesía y recuerdos

MISTERIOS Y LEYENDAS DE GALICIA Y ASTURIAS

MISTERIOS Y LEYENDAS DE GALICIA Y ASTURIAS

Tinta en caída libre

Ink in free-fall

Mi primer sitio WordPress

Lo irremediable

Cultura accesible a todos @conejoexistencial

Tablaturas de mis pasos

Unas cuantas palabras y fotos para los lugares que me hacen feliz.

Trust and Believe In The Unseen

Live with More Light & Faith by CM.

EvidenceMutumbu

Kingdom marriages,business and lifestyle

Poemas del Alfalfa

de José Bustamante y Espinoza

IMPREINT journal

The official bulletin of the artist IMPREINT created to repost excerpts from 'En plein air'.

Más y todo libros

Blog de literatura para conocer, leer y comentar libros

  • Suscribirse Suscrito
    • Alquimista de Historias
    • Únete a otros 131 suscriptores
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Inicia sesión.
    • Alquimista de Historias
    • Suscribirse Suscrito
    • Regístrate
    • Iniciar sesión
    • Denunciar este contenido
    • Ver el sitio en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra