Siempre que vuelve vuela a Houston y luego alquila un coche. Podría coger un vuelo interestatal, pero suelen ser aviones pequeños y le reconocerían en seguida. Prefiere recorrer la 10 sin prisa, escuchando la radio y descubriendo los cambios que se han podido dar en el trayecto desde la última vez. En Weimar hace parada, come algo sin salir del coche y estira las piernas, antes de continuar por la 77. En uno de los tramos unos caballos galopan al otro lado de un cercado, como queriendo hacer competencia a los coches, sonríe, se acuerda de cuando se desplazaba en uno, de la sensación de libertad y de las galopadas sin rumbo fijo, los rodeos y las fiestas en los graneros. Lilly-Mae. El suyo corría siempre más rápido, y ella reía saludándole desde lejos con el sombrero, enderezándose en la silla, sacudiendo la melena negra con sus carcajadas. Lilly-Mae. Cascabel. La había conocido el día que su madre la había traido al mundo, ya que la suya le había traido a él en la habitación contigua. No se habían vuelto a separar. Se habían casado nada más acabar el instituto, nada grande, los de siempre y una barbacoa, ella llevó un vestido mexicano blanco con bordes azules y una botas de montar rojas, había hecho todo el camino hasta San Antonio para encontrarlas, pero así era Lilly-Mae, lo que se proponía lo conseguía. Él había comenzado a trabajar en el negocio de repuestos de BigJoe y ella en la tienda de Leslie-Ann. PapaRay, el padre de ella, consiguió un trailer a buen precio y lo colocó junto al suyo para ellos. Una mañana LittleJoe le buscó en la parte de las llantas, había venido corriendo y llevaba el sombrero en la mano. Lilly-Mae. Corre, chico, corre. Primero la llevaron al dispensario del Dr. Willson. Pero nada más llegar, el Dr. Willson había llamado a la ambulacia de los bomberos de Wallace. Él llegó justo a tiempo de que le empujaran a la parte de atrás y la ambulancia saliese como una bala hacia el hospital del condado. Lilly-Mae sangraba a borbotones por la nariz y un oido. Y el Dr. Willson gritaba que tenía que ser posible ir más rápido. Y él gritaba también. Porque la llamaba y ella no se despertaba. Le cogió la mano hasta que el Dr. Willson y dos enfermeras tuvieron que impedirle atravesar la puerta a la U.C.I. Infarto Cerebral.
Tres días y tres noches después entró en coma. Él no se movió de su lado en todo el tiempo, incapaz de soltar su mano. Primero les dijeron que era posible que no despertara nunca. Después que si lo hacía, sería con daños irreparables. Lilly-Mae abrió los ojos un lunes de octubre, y se quedó con ellos mirando al vacio, sin parpadear. Él había abrigado la esperanza de llegar un día y encontrarla sentada en la cama, peinándose la melena y preguntándole por qué había tardado tanto. Pero ese día no llegó. Y ella seguía mirando al vacio. Para entonces habían comenzado a llegar facturas que él no podía pagar. La familia vendió un par de cosas. Pero no llegó ni para empezar. BigJoe le dijo que su cuñado Vaughn conocía a un tipo que necesitaba gente para un nuevo centro comercial en Austin, que pagaban bien. Comenzó recogiendo los carros de compra abandonados, más tarde cambió a la sección de deportes. Y allí le había encontrado Randall Cooper, apertrechándose para ir a hacer Rafting en Colorado con su entonces novio Neill. Le hizo fotos con una polaroid que compró in situ y le dio su tarjeta. Dos días después volvió acompañado de Marge. Ella no tenía intención de hacer rafting. Una semana más tarde se mudaba a New York. En nada su rostro apareció en las pantallas de Times-Square. Pagó sus deudas e hizo trasladar a Lilly-Mae a un sanatorio especializado, lo suficientemente cerca, para que la familia pudiera ir de visita. Como centro de operaciones eligió Londres, lejos de todo aquello que representaba su vida anterior. Y allí había conocido a Cynthia Watson, con la que mantenía una extremadamente discreta relación desde entonces.Lo que Lilly-Mae se proponía, lo conseguía, y se había propuesto continuar viva.
No se sorprendió al encontrar a papaRay cuando entró en la habitación que ocupaba Lilly-Mae, la enfermera que se encargaba de ella le había dicho que, desde que se había jubilado un par de años atrás, se pasaba el día sentado en una butaca junto a ella, leyendo el periódico y haciendo crucigramas, antes de que anocheciera se marchaba a casa y volvía a primera hora de la mañana. Levantó la mirada del periódico al verle, y sonrió, hizo amago de levantarse pero él se adelantó a abrazarle, mira quién ha venido Lilly-Mae, tu chicoguapo, todo el camino desde Londres sólo por verte, comentó con voz queda dejando el periódico y las gafas sobre la mesa camilla que hacía de mesilla. Él miró a Lilly-Mae, ahora tenía el pelo muy corto, una sonda se perdía en su nariz, se sorprendió de ver dos goteros, tiene bronquitis, le informó papaRay antes de que pudiera decir nada, casi sin atreverse le acarició una mano, cerrada entorno a una férula, ni fría ni caliente, su mirada perdida en su infinito, inamovible. Le pregunta por los conocidos, todos bien, tu madre tiene una cadera nueva y ya vuelve a bailar otra vez, él sonríe, ya lo sabía, pero se hace de nuevas, el otro día movió un dedo, el médico dice que no, pero te juro chicoguapo que lo movió, verdad Lilly-Mae?, él asiente y la mira, y por un instante espera que pase algo, pero sabe que no va a suceder. Su Lilly-Mae ya no está. Se fue hace mucho tiempo. Tengo que hablar con el Dr. Willms, papaRay, te puedo llevar a casa si quieres, papaRay piensa un instante y asiente, Ok, él mira a Lilly-Mae otra vez. Su Lilly-Mae. Y le aparta con ternura un mechón de la frente, para luego acariciar con los dedos la mejilla. Dónde estás?, piensa,dónde estás?,intenta respirar hondo y se dirige a la puerta.
El Dr. Willms no le cuenta nada nuevo, sólo que podría ser posible que papaRay haya comenzado con episodios seniles, él acepta su propuesta de tomar cartas en el asunto, y añade que se hará cargo también, sin reparar en gastos, el Dr. Willms asiente aliviado, de vez en cuando es agradable no tener que discutir sobre según qué temas.
PapaRay le da un beso en la frente a Lilly-Mae antes de apartarse de la cama, él acaricia el cobertor, hasta pronto Cascabel piensa, y siente un nudo en el pecho, carraspea para deshacerlo y le ofrece a papaRay su brazo, juntos abandonan el cuarto.
PapaRay vivía en una casa de planta baja que él le había comprado, a diez minutos del sanatorio, poco antes del traslado de su hija. Le acompaña hasta la puerta y se la abre, quieres pasar?, mejor no, ya me voy, cuídate chicoguapo, tu también papaRay lo intentaré, y se abrazan en el umbral, él se aleja despacio sin conseguir siquiera respirar, ella lo sabe y lo entiende, chicoguapo, y te quiere igual, la voz de papaRay le hizo volverse sin poder retener las lágrimas y alcanzó a ver como la puerta se cerraba con queda lentitud.