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Nuevo caso del Subinspector Duarte Naveira. «Nordés» (Primera Parte)

30 jueves May 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Lu

Lu le dio el sobre y le soltó la mano. Ella se dejó resbalar por la tubería y comenzó a correr. Alcanzó a escuchar ruidos, como de detonaciones, pero ya desde el camino de atrás. Trepó por el desmonte y se alejó monte a través, orientándose por el trazado de la carretera. Sin mirár atrás ni detenerse. Aferrando el sobre en su mano. Con las tímidas luces del día alcanzó las primeras casas, dispersas y de labranza, sólo entonces cesó en su carrera. Se escondió en un recodo al paso de un coche, que resultó ser de reparto de leche y aprovechó para mirar el contenido del sobre, arrugado por la presión de su mano. Lu. Tres fajos de billetes grandes y pequeños, una american express black y un pasaporte. Los ojos se le llenaron de lágrimas de repente, y se las borró, el golpe del pómulo le dolió al rozarlo con la palma de su mano, en la que descubrió también rastros de sangre seca, proveniente de la nariz. Ahora se llamaba Lucía Bahón Riquelme. Lu. Borró otra vez las lágrimas,que, impertinentes, brotaban de sus ojos para rodar por su lastimado rostro. Una vez habían hecho bromas con la foto del pasaporte, si la miras rápido puedo ser tu, le había dicho guiñándole un ojo, y se habían reído. Lu. Se volvió a esconder al paso de otro coche, y guardó el sobre en el bolsillo de la sudadera sin soltarlo de la mano.

Llegó a lo que le pareció el centro de un pueblo, que seguramente había visto siempre a través de la ventanilla de algún coche, pero que ahora no reconoció. Al doblar una esquina, se topó con un nutrido grupo de gente que aguardaba la llegada de un autobús en la parada, unos jugaban con sus móviles, otros charlaban animadamente entre si, un par fumaban, ninguno de ellos notó su presencia. Ella se puso la capucha de la sudadera que llevaba, y su rostro se perdió en la sombra. No consultó a dónde se dirigía el autobús. Cualquier destino era bueno. Cuando llegó el autobús, pagó con uno de los billetes pequeños y buscó un asiento al fondo en ventanilla. No se durmió en todo el trayecto. Tenía demasiadas cosas en las que pensar.

La última parada fue una estación de tren de cercanías. Buscó el panel de información de destinos, y no tardó en encontrar el que buscaba. El aeropuerto de Heathrow.

La mujer que atendía el mostrador de venta de billetes „Last-Minute“, le tendió una hoja con una lista de posibles destinos cuyos vuelos salieran con la mayor prontitud. Recorrió la lista con el dedo índice de su mano izquierda, el único con la uña casi intacta, y se detuvo en el destino listado en quinto lugar. Allí no había estado nunca, pero conocía a alguien. El escondite perfecto.

Pagó en metálico un billete sólo de ida, y de la misma manera compró en una de las tiendas dos pantalones vaqueros, varias camisetas, mudas y unas botas, además de una mochila. Se vistió con ropa limpia, y tiró todo lo que había llevado puesto hasta entonces a la basura, incluidas las zapatillas de deporte, que, descubrió, tenían manchas de sangre. Antes de pasar el control de seguridad, utilizó uno de los ordenadores para uso público, y entró en su perfil de Facebook. Tuvo que hacer memoria para acordarse de su contraseña, hacía mucho tiempo que no entraba. El grupo que buscaba lo encontró rápido, recorrió uno a uno los perfiles de la gente que lo formaba, escrutando los rostros ya que no se acordaba del nombre de la persona que le ocupaba. No pudo evitar exhalar un suspiro de alivio cuando la encontró y descubrió que todavía utilizaba Messenger.

„Hola, soy Amanda, te acuerdas de mi?“

 

El porqué de las cosas

Duarte Naveira, apoyado en el cierre de piedra del paseo marítimo, observaba a los surfistas, eran dos y avanzaban contra las olas, bocabajo en las tablas, ayudándose de los brazos para ganar distancia. En un momento se auparon sobre las tablas, y, sin perder el equilibrio, acariciaron con éstas las crestas de las olas, trazando sinuosos caminos en la espuma, para descender después hacia la orilla y dejarse caer en la rompiente, de un gris casi negro a aquellas horas. Nunca lo había intentado. Pachangas con una pelota en el agua, hacer el pino, entrar a la carrera salpicando a diestro y siniestro, sí, ese era más su estilo, pero lo de mantenerse sobre las tablas o esperar horas a que hubiera olas no era para él. No tenía tanta paciencia.

-Ya la van a sacar- La voz de Corcubión le devolvió a la razón por la que estaba allí a aquellas horas de la mañana, se volvió a mirar hacia uno de los portales de la acera de enfrente. Alguien había avisado a la prensa, y dos equipos esperaban en la acera, controlados por varios de sus compañeros. Él no iba a acercarse, ya había visto todo lo que tenía que ver en el quinto derecha durante gran parte de la noche, pero necesitaba hablar con el juez y con el forense de guardia. Optó por llamar a Omar al móvil de servicio, los de la televisión iban a estar bastante rato apostados y no quería hablar con ellos, aún no.

-Todavía estáis arriba?- Preguntó al tiempo que alzaba la vista hasta el quinto piso, ahora con las ventanas abiertas de par en par, Omar se acercó al ventanal de lo que era el salón, aún con mono blanco y mascarilla, y le saludó con la mano.

-La están bajando a pie, no cabe en el ascensor- Su voz sonaba enlatada tras la mascarilla, Duarte asintió con la cabeza.

-El tipo es zurdo, y calza el cuarenta y cinco- Apuntó, Omar le mostró el pulgar de su mano derecha enguantada desde el ventanal.

-Positivo, esta tarde te decimos más- Y desapareció del ventanal hacia el interior de la vivienda, Duarte se volvió hacia Corcubión, que también parecía muy interesado en las maniobras de los surfistas.

-Una vez lo intenté y casi ahogo, llegué a la orilla y la besé como el Papa tío, increíble- Duarte evitó reirse ante la imagen de su compañero besando el arenal, y le indicó el quinto piso con la mano.

-Cuando subas, cierra las ventanas y las persianas, en toda la casa, precintas y dejas a Rubén en la puerta arriba- Ordenó volviendo a meter el móvil en el bolsillo del pantalón, Corcubión asintió y se dispuso a cruzar al otro lado de la calle.

Duarte miró la hora, las nueve en punto. Dudó un instante, entre si ir directamente a comisaría o pasarse primero por casa a darse una ducha y a dormir al menos un par de horas. Se decidió por la segunda opción, y se dirigió despacio hacia el semáforo. Se paró en una de las cafeterías de Rubine a tomar un café con un bocadillo de jamón, dándose cuenta entonces del hambre que tenía, ya que desde la cena no había vuelto a probar bocado. Después de dar buena cuenta del bocadillo, puso rumbo a su casa atravesando la Plaza de Pontevedra. Hacía pocos meses que se había mudado a un piso en el edificio conocido en la ciudad como „Casa Barrié“, un quinto, recién rehabilitado, muy luminoso, que daba a la Plaza de Vigo. Cuatro dormitorios, salón-comedor, una más que espaciosa cocina y dos baños. Le sobraban habitaciones, y todavía no había acabado de amueblarlo, pero era su casa y se sentía a gusto en ella. Además, Gelo, que trabajaba a turnos, justo enfrente, en la lonja, se quedaba muchas veces a dormir o hacía camino por el, de modo que podía decirse que lo compartían.

Cuando llegó a casa, se lo encontró tratando de interpretar las instrucciones de una cómoda de IKEA, ya montada, que tenía ante él, y de la que le habían quedado tres tornillos sobrantes.

-Yo no lo pillo, neno, ya está toda aquelada, si la tocas no se tuerce ni nada….y me sobran estos tres rollos….-Duarte se encogió de hombros, antes de poder contestarle, hubo de bostezar y restregarse los ojos.

-A veces traen de más, de repuesto…

-Puede, pero me raya…no sé, las pongo en un cacharrito, y si veo que tal la deshago….

-Muchas gracias….vamos a dejarla así…y si cae cae…como yo ahora mismo, que ya ni te veo…- Gelo rio, y le dio una palmada en el hombro, que casi le hace perder el equilibrio.

-Vete a sobar…que andas derrengao…- Duarte hubo de darle la razón y se alejó por el pasillo- una cuestión…aquí arriba hay un colegio o algo?-Duarte se volvió, ya con los ojos cerrados, sin comprender lo que quería decir- Sí, neno, encima de ti..no sé dónde…un montón de chavalitos todos calcaos y vestidos igual…

-Ni idea…- Acertó a contestar Duarte y se metió en su habitación, Gelo se encogió de hombros y se dirigió a su vez a la cocina, a dejar las tres tuercas en uno de los cajones de la encimera.

Eusebio Cabanillas tenía un cráneo perfecto. Llevaba el pelo crespo, ya blanco, muy corto, lo que favorecía apreciar su forma. En invierno se cubría la cabeza con una boina negra, cuando el tiempo comenzaba a mejorar la cambiaba por un sombrero tipo Panamá. Si se tuviera que poner un adjetivo a su rostro, rectilíneo con curvas precisas sería el adecuado, tomando como referente su afilada nariz que sostenía unas gafas redondas y metálicas, y su nuez, que, sobresaliendo de su delgado cuello, se movía al ritmo de las palabras que pronunciaba. Muchos le llamaban el „hombre gabardina“, ya que, sin tener en cuenta qué tiempo hiciera, era lo que siempre usaba para abrigarse, cruzada siempre por su sempiterna cartera de cuero, curtida a lo largo de todos los años que llevaba de servicio como forense.

Pero aquella tarde, Cabanillas, no recibió al grupo encargado de la investigación del caso ni con gabardina ni con sombrero Panamá, lo hizo en su uniforme dos-piezas verde, y aún sin haberse sacado la cofia del mismo color de la cabeza. A Duarte y Jon, se habían unido, en el despacho de Cabanillas, el teniente Gutiérrez de la Guardia Civil y Lola Requena, responsable del Grupo de Delitos de Violencia de Género.

-Os entrego el preliminar, ya sabéis como va esto, falta el definitivo, pero lo que sí os puedo decir es que las puñaladas, cinco, le atravesaron el corazon y le causaron la muerte casi en el acto, no hay marcas de defensa…

-No le dio tiempo…- Anotó Lola, Cabanillas levantó las cejas y se encogió levemente de hombros.

-Lo dicho, es el preliminar, mañana a más tardar os doy mayores detalles…

-Violación?- Quiso saber Gutierrez, Cabanillas negó con la cabeza y pasó a entregarles una carpeta azul. Iba comentarles algo más, cuando escucharon unos gritos provenientes del pasillo. Al abrir la puerta para ver lo que estaba pasando, se encontraron con un grupo de personas compuesto por familiares de la chica asesinada y varios psicólogos.

-Por qué!!?Por qué le dejó pasar!!? Por qué!!?

-Cálmate, mamá, por Dios…

-No quiero calmarme!!…No me da la puta gana de calmarme!!…Quiero saber por qué!…Por qué le dejó pasar esa hija mía! Déjame!! – Y la mujer, en la desesperación de su rabia y dolor, se soltó el brazo por el que la tenía agarrada su hija, incapaz a su vez de secarse ya las lágrimas que corrían por su rostro, desencajado e inflamado en llanto. La mujer se acercó a ellos con los puños cerrados, y una expresión de furiosa tenacidad en su encendido rostro.- Por qué!!?Por qué…le dejó pasar!!…- Y clavó sus arrasados ojos en cada uno de ellos, buscando una respuesta.

-No..le dejó pasar…la puerta estaba abierta porque ella, al parecer, iba a bajar la basura…la bolsa estaba junto a ella, alguien debió abrirle la puerta del portal y él subió..- Trató de explicar Duarte, buscando las palabras, Lola salió en su ayuda.

-Seguramente fue una casualidad…- Anotó.

-Este no es de casualidades….es un hijo de su puta madre!, eso es lo que es….y ella a bajar la basura!…y dale, coño!!, y yo a decirle que no la baje por la noche….que por la noche no…que la baje por la mañana….pero no!! Y qué…y qué!!??…Que alguien me explique…por Dios…por Dios que alguien me explique por caridad….!!- Y se derrumbó en llanto en brazos de su hija y de la psicóloga que la había estado acompañando, su marido, testigo mudo de la escena, abrazado a si mismo, tras ella, optó por dejarse caer sobre una silla del pasillo, con la cabeza entre las manos. Por un instante, un halo de profunda tristeza inundó el pasillo, y paralizó a todos los presentes. La llegada de un médico, que alguien había llamado para atender a la madre, hizo que todo volviese a funcionar otra vez. De alguna manera. Casi torpe. Como los que caminan por el pasillo de un tren en marcha.

-Se recorrió la casa entera el tío…no dejó títere con cabeza…y menos mal que salió el vecino y se encontró el percal…

-Aún olía a gas cuando llegué yo…

-Si llega a explotar…mira…no quiero ni pensarlo, mejor no…mal cuerpo ya tengo…sí o sí…

-Lo encontraron en la playa….

-Pero no se tiró a ahogar…a que no?- Y Jon le miró casi furioso, Duarte suspiró y negó con la cabeza, Jon golpeó el volante del coche en el que estaban sentados con las manos y maldijo en vasco- Sí o sí…macho…“por qué?“ preguntaba la amá…eso me gustaría saberlo a mí….- Miró un instante al frente, negando con la cabeza, y luego se pasó las manos por el rostro.- Te acerco a casa?

-Sí…mañana será otro día…

-Ya te digo….con lo bien que íbamos oye….

-Seguro que volvemos a la buena racha…

-Además, ya no llueve..

-No lo digas muy alto…- Jon rio entonces, y, encendiendo el coche, se adentró en el tráfico.

 

La estrategia del erizo

Amanda había decidido bajarse del autobús del aeropuerto en lo que le pareció la entrada a la ciudad, lo último que necesitaba en aquel momento era perderse más de lo que ya estaba. Se había comprado unas gafas oscuras en uno de los Duty Free del aeropuerto, lo suficientemente anchas como para tapar los golpes que jalonaban su rostro y no ser objeto de miradas curiosas. Miró a su alrededor, antes de decidirse a caminar hacia algún lado, necesitaba encontrar un hostal o un hotel donde poder reponer fuerzas y avisar a su amiga Macu de su llegada. La había conocido hacía muchos años en un campamento de equitación en Escocia, en el que habían compartido habitación. Entonces no existía Facebook, pero cuando éste llegó, la cuadra que lo había organizado había invitado a todos aquellos que alguna vez hubieran participado en alguno de sus campamentos a unirse a su grupo, y ella había aceptado gustosa. Le gustaba montar, aunque últimamente no lo hiciese muy a menudo. Macu había respondido a su mensaje casi inmediatamente, se acordaba de ella, y se alegró mucho de que hubiera decidido visitar A Coruña . Habían quedado en que Amanda se pondría en contacto en cuanto llegase. En la parada había un inmenso panel con un mapa de la ciudad, un punto rojo con un „Usted está aquí“ la ayudó a situarse, siguió con un dedo la arteria y encontró lo que buscaba. El Hotel Avenida. Miró a lo lejos, sólo tenía que cruzar al otro lado. No sería muy complicado.

La mujer que la atendió en la recepción no le pidió que se sacase las gafas oscuras cuando le entregó el pasaporte. Eso la tranquilizó, de esa forma ella era prácticamente una fotocopia de Lu. Lu. Pensar en ella y formársele un nudo en la garganta era uno. Carraspeó. Pagó en metálico una noche por adelantado, ya que no sabía cuándo vería a Macu. Su habitación estaba en el primer piso, nada más entrar cerró las cortinas y se sentó sobre la cama. Si bien estaba agotada, sabía que no sería capaz de dormir. Ni de relajarse y descansar. Todavía no podía respirar hondo. Todavía no entendía qué le estaba pasando. Y sobre todo, porqué. Decidió darse una ducha, eso la ayudaría a encontrar un poco de calma. En la ducha descubrió otros golpes que no sabía que tenía, en los costados, los brazos, y los muslos. Vístete, le había apremiado Lu en mitad de la noche y le había entregado un chandal y unas zapatillas, rápido no es coña, ella le había preguntado qué pasaba, se asustó al escuchar tiros, ven, no te sueltes y habían salido corriendo del cuarto. Sólo se acordaba de que eran dos hombres enormes y que de repente ella había volado contra uno de los aparadores de la porcelana, mientras Lu trataba de neutralizar al otro, después el tipo la había vapuleado como un pelele y por último propinado varios puñetazos, hasta que Lu le voló los sesos tras hacer lo propio con el otro. Lu. Salta y corre, no pares de correr. Y eso es lo que llevaba haciendo desde entonces. Sin saber porqué. Prefería no pensar en Eric. El nudo se le hacía entonces demasiado grande. Todo a su tiempo. Se cambió de ropa, y bajó a recepción a preguntar si podría utilizar un ordenador.

“Hola Macu! Ya estoy aquí!“ – Macu le contestó casi inmediatamente.

„Hola Amanda! Qué alegría! Dónde estás?“

„Estoy en un hotel, el „Hotel Avenida“ „

„El del Pasaje?“

„Supongo…:) „

„Me pilla de paso, paso a buscarte en cuanto acabe aquí, dentro de dos horas…te viene bien?“

„Perfecto, aquí estaré! :)“- Macu le contestó con un corazón, ella sonrió levemente y se lo devolvió.

Intentó tumbarse en la cama, pero no era capaz de relajarse, se sentó en el borde y encendió la televisión. Zapeó un poco entre canales y se decidió por un canal multitienda, en el que en ese momento explicaban cómo utilizar un artilugio que transformaba una piña común y corriente en una figura con forma de erizo, con ojos de uva. El erizo. Pensó en su estrategia de defensa, y decidió que la adoptaría a partir de ese momento. Siempre lo había encontrado un animalito fascinante.

Macu seguía igual. Ahora llevaba el pelo, castaño y liso, en una melena hasta los hombros, entonces la había tenido más larga, pero su rostro pecoso de facciones pequeñas dominadas por unos curiosos ojos verdes, era el mismo, ahora sonriéndole al tiempo que abría los brazos de par en par para invitarla a un abrazo, que, sinceramente, ella necesitaba más que ninguna otra cosa en el mundo.

-Sólo tienes esta mochila?

-Sí…nada más…

-Pues nada…te vienes a casa y arreglado..

-Si te viene mal yo…

-Qué va! A a mi no me visita nunca nadie…no sabes la ilusión que me hace verte…ven, dejé el coche en „clientes“…no creo que…en fin…

-Podemos irnos…ya pagué..

-Ah!…pues vamos pues….

El Opel-Corsa de Macu olía tanto a Lavanda, que tenían que circular con las ventanillas bajadas. Las culpables eran unas cestas con esa planta, que ocupaban el asiento de atrás y el maletero.

-Es que trabajo para una empresa que organiza bodas….y no las querían…no te imaginas lo que llega a tirar la gente después de una boda… hija…las cestas son monísimas y…bueno ya pensaré qué hago con la lavanda…- Le explicó alzando la voz para hacerse entender por culpa del ruido que entraba por las ventanillas, Amanda se volvió para ver las cestas y hubo de darle la razón, eran de bambú azul.

-Vives sola?

-No! Vivo con mi hijo, Lois…el niño más guapo del universo!- Y volvió a reir, Amanda asintió, pero no preguntó más.- Tiene papá…no creas!…si es lo que estás pensando…pero no está por la labor…bueno..está…cuando le apetece y no tiene otra cosa que hacer….ya sabes…hombres!- E hizo un gesto desvaido con la mano, Amanda sonrió- Hoy por ejemplo lo tiene él….me lo devuelve mañana…y entonces lo conoces….- Amanda, distraida con el ruido, el olor de la lavanda, y lo que veía a través de la ventanilla, no entendió lo que había dicho- Digo que ya lo conocerás mañana!- Repitió Macu alzando un poco más la voz, Amanda alzó las cejas y volvió a la ventanilla. Mañana. Le gustaba aquella palabra.

Era un espacio de tiempo en el que todo podía ocurrir.

 

V.

Comienzan hablando en kazajo, el otro cambia al inglés, no le hace gracia pero lo acepta, no le gusta el inglés. Demasiado simple.

-Ha visitado Facebook. Aún está viva.

-La policía hace esas cosas.

-Se ha movido en el tiempo. Buscó a una persona. Eso no lo hace la policía.

-A quién? Y dónde?

-Te lo mando por mensaje.

-Y él?

-Negativo. Tiene que ser ella.

-Ok.

Focus

24 viernes May 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Ser valiente. Asumir la cobardía. Asomarse al borde. O no. Poder o no. Ser capaz de. Tratar de no querer. Tratar de no sentir. Siempre son otros, nunca uno mismo. Otro no duerme, otro no puede pensar. Fue lo mejor. Fue lo mejor para todos. Tratar de no querer. Tratar de hilar un pensamiento. Tratar de dormir. No querer. No sentir. Conversación ausente. Creer las propias mentiras. Creer las mentiras de otros. Mentir. Esconder el dolor. No llorar más. Para qué. Volver en ti. Breve despedida. Ya está.

Nekane Johnson

19 domingo May 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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De ir a algún sitio, Irving quería ir a Las Vegas. Podrían perdirle a su primo Larry la caravana, y hacer el viaje en ella. Casi setecientas millas. Si las hicieran de una vez les llevaría nueve horas, pero podrían hacerlo en tres tramos. Ida y vuelta. Nekane no tenía nada en contra de Las Vegas, pero prefería ir en avión. Ahorraban tiempo y el dinero de la gasolina. Se suponía que el viaje de luna de miel tenía que ser inolvidable, y ella no quería asociarlo con horas y horas de contemplación del desierto de Utah. Pero Irving ya había comenzado a hacer planes de horarios de pausas y a buscar trayectos alternativos que quizás les ahorrasen un poco de tiempo, y ella le dejaba. En algo tenía que ocuparse. Ella ya tenía bastante con sus gafas. Siete dioptrías en el ojo derecho y ocho en el izquierdo. Había intentado usar lentillas, pero le habían provocado una alergia tal, que había tenido que andar con gafas de sol graduadas durante varias semanas hasta que sus ojos dejaron de parecer los de un campeón de pesos pesados justo después de ganar el último round. Su oculista, el Dr. Silverman, le había explicado que era posible una operación de reducción de las dioptrías,pero que en su caso conllevaba riesgo debido a una deformación en la córnea. O eso es lo que ella había entendido. Y eso que el Dr. Silverman se lo había explicado en la figura de un ojo de plástico que se podía deshacer en sus diferentes partes, y que a ella le había dado un poco de grima. Pero no había dicho nada. Se había limitado a asentir y darle la razón con lo de la córnea. El caso era que su prima Meredith opinaba que una novia no podía llevar semejantes gafas de pasta negras en su día. Que o bien las cambiaba por un modelo más liviano o ese día iba sin ellas. A lo que Nekane le había respondido que la segunda opción no era negociable, ya que sin gafas era lo más parecido a un topo, y no quería perderse su propia boda por no poder ver lo que pasaba a su alrededor. Así que Meredith, cada vez que iba de visita, le llevaba varios modelos de gafas para probar, que le suministraba su amigo Corey quien trabajaba en una óptica en Colorado Springs. Solían entonces pasar todo el tiempo de la visita discutiendo sobre qué par le quedaba mejor, pero hasta ahora no había encontrado uno que reuniese las condiciones adecuadas. Mientras tanto ella seguía usando sus gafas de pasta negras. Las mismas que usaba desde los quince años. La anteriores, de pasta irisada en rosa, se las había aplastado Reverendo con la pezuña de su pata posterior derecha. Reverendo era el caballo de su tío Cliff. Y no había tenido la culpa. Ella había dejado las gafas sobre un montón de paja, no se acordaba muy bien porqué, y Reverendo pasó por allí. En fin. Que fueran o no a Las Vegas de viaje de novios, ella tenía más cosas de las que ocuparse.

-Yo creo que las perlas en rojo te quedarían mejor, por el negro del pelo, digo….

-Tú crees…?

-Las perlas blancas las lleva todo el mundo, pero el recogido con los tirabuzones y con perlas rojas sería algo nuevo…

-No sé qué decirte de los tirabuzones…

-Si no quieres que te caigan por el lado, te los subimos un poco y listo…- Nekane se contempló en el espejo, Brittney le había peinado con el recogido que llevaría a la boda, para verlo hecho y hacerse una idea, un tinglado de tirabuzones y perlas blancas, varios de los cuales le caían enmarcando el lado derecho de la cara, menuda y de facciones finas, presidida por las gafas de pasta, que hacían parecer enormes sus ojos marrones tras los lentes. No pudo evitar un gesto de escepticismo, y luego sonrió, acariciando las perlas que adornaban los tirabuzones.

-Y dices que nadie las lleva, rojas, me refiero…

-No, todas las llevan blancas, o beis…

-Ya….le preguntaré a Irving a ver qué le parece…

-Pero sólo de las perlas…- Bromeó Brittney guiñándole un ojo en su reflejo del espejo, Nekane asintió con la cabeza y le devolvió el gesto.

De vuelta a casa, encontró a Irving apoyado en la encimera de la cocina, tomando a morro una cerveza, todavía vestido con el uniforme de vigilante de prisiones. Irving trabajaba como vigilante en la prisión del estado, de seguridad media, que estaba a las afueras del pueblo. Con el fin de ponerse en forma para la boda, había decido ir y volver andando al trabajo, otros dos colegas se habían unido a su causa, y otros tres se lo estaban pensando. Se estaban planteando hacerse una camiseta con “Equipo Irving” como lema. Pero sólo era una idea.

-Hombre…no sé…en rojo parecerá que te has caido en una cuba de uvas…en blanco es más….liviano…

-Liviano…

-Te queda bien, cariño…te sientes bien con él?

-Sí…

-Pues es lo más importante, cariño, en rojo o en blanco, estarás preciosa…

-Irving…me voy a poner colorada..- Irving le dio un sonoro beso en la frente,y dejó la cerveza vacía sobre la encimera.

-Me voy a la ducha….que hay de cena?

-Pollo con verduras…..tengo que caber en un vestido…- Irving sonrió

-Haremos dos camisetas “Equipo Irving” y “Equipo Nekane”….- Rio antes de dirigirse al baño, Nekane alcanzó a darle un azote en el culo, al que Irving protestó entre risas.

El supermercado donde trabajaba Nekane abría a las siete de la mañana. Pero ella entraba a la seis y media. Así ayudaba a Travis, el encargado, a reponer las cosas que habían quedado pendientes del día anterior o colocar lo que hubiera quedado descolocado. No era un supermercado grande, pero tenía de todo, y era el único del pueblo. El siguiente estaba en el Centro Comercial, a cien kilómetros de distancia. Ella se ocupaba de la caja, Jonathan se encargaba del mantenimiento y Travis lo supervisaba todo.

Los primeros clientes solían aparecer a las siete y media, las madres con los bebés llegaban a eso de las nueve, después empezaban a llamar los de los ranchos para hacer sus encargos, que Jonathan se encargaría de repartir al mediodía. A veces venían turistas, pero no a menudo. Solían quedarse en los moteles más cercanos a los cañones y al río Gunnison, donde, con la llegada del buen tiempo, se podía hacer rafting. Por eso le sorprendió la presencia de los dos hombres que hicieron su entrada a las once, y que claramente no eran vecinos del pueblo. Vestían ropa deportiva, botas de montaña y portaban sendas mochilas. Hablaban entre si en un idioma que ella no entendía y dieron varias vueltas al establecimiento antes de decidirse a comprar nada. Llegaron a la caja portando una garrafa de dos litros de jugo de naranja, dos cajas de donuts y dos tazas tipo termo que estaban de oferta.

-Kaixo, zer moduz?- Nekane pasó la garrafa por el escaner sin atender a lo que el hombre acababa de decir, pensando que estaría hablando con su amigo, pero el hombre insistió en repetir la misma frase, esta vez rozándole levemente un brazo- Zer moduz?- Nekane le miró abriendo mucho los ojos, ya de por si agrandados, tras los cristales de sus gafas y parpadeó dos veces, sin entender lo que le estaba preguntando.

-Perdón…?

-Zer moduz, ni Haritz naiz…- Nekane, por un momento pensó que había perdido la facultad de entender lo que decían las personas, como había oído que les pasaba a aquellos justo antes de tener un ictus. E iba a decir algo al respecto, cuando ambos hombres sonrieron.- Te pregunto cómo estas, me llamo Haritz…- Aclaró ya en inglés el que se encontraba frente a ella, señalándose a si mismo y luego a su amigo- Este se llama Eneko- Nekane sonrió, sin saber muy bien por qué, la voz de Travis tras ella la hizo volverse.

-Te están molestando, Nekane?- Se interesó, poniendo el tono más serio que conocía en la voz, ella negó con la cabeza, aún adornada con tirabuzones y perlas, e hizo un gesto desvaido con la mano, quitándole importancia a lo que estaba pasando.

-No, Travis, sólo estamos charlando…- Travis asintió sin apartar la vista de los dos turistas y después volvió a desparecer tras los estantes de patatas fritas.

-Tienes un nombre en nuestro idioma, por eso pensé que lo hablabas…

-Qué idioma?

-El idioma de nuestro país, el País Vasco, tu nombre en nuestro idioma significa Dolores…

-Dolores?

-Sí…sería la traducción aproximada, la del mio, Haritz, es Roble…este se llama Eneko…y dicen que es Ignacio…pero no sé yo…- El otro rio e hizo como que le empujaba en broma, Nekane también rio y pasó el resto de productos por el escaner, el hombre que se llamaba Eneko le entregó el dinero para pagar.- Pues nada, ya nos vamos, precioso esto…pero tenemos que seguir ruta..

-Muchas Gracias…

-Agur, guapetona…- Se despidió el hombre llamado Haritz antes de abandonar el supermercado, Nekane se despidió con la mano.

-Adiós, muchas gracias, feliz viaje…

Nada más llegar a casa esa tarde, Nekane se sentó ante el ordenador y buscó “Pais Vasco” en Google. En eso estaba cuando llegó Irving, luciendo su recien estrenada camiseta gris con el lema “EQUIPO IRVING” a la altura del pecho, regalo de sus compañeros de la carcel, también le habían regalado una con el lema “EQUIPO NEKANE”, ésta en rosa con el lema en rojo.

-Qué miras?

-Hoy un turista que pasó por el super, me dijo que mi nombre en el idioma de su país significaba Dolores…

-Dolores?…y qué país es?

-El País Vasco…

-Dolores Johnson….no suena mal, como a actriz…

-Irving…- Y se puso colorada, Irving se sentó junto a ella y sacó su telefono móvil.

-Vamos a ver….País Vasco…ni idea…

-Mira ves?….la capital es Vitoria, y hay otra ciudad que se llama Bilbao….es bonito…

-Hombre…bonito…mira estas fotos de aquí….de cosas ardiendo..

-Ya…pero miras las fechas Irving….ves?

-Ah…pues si….

-Mira Irving…en Bilbao hay un museo que se llama Guggenheim…

-No quiero ser yo el que camine por esas placas de metal un día de agosto, cariño…

-Pues es bonito….

-De qué me suena a mí Guggenheim?

-Tiene mar…

-Aquí dice que corren delante de toros por las calles…

-No Irving, eso es en Navarra, eso es otro sitio, más abajo…en Bilbao no corren delante de toros…

-Y también se filmó “Juego de Tronos”…

-En Bilbao?…- Y le miró con los ojos muy abiertos, Irving amplió algo en la pantalla de su móvil y dibujó un gesto de escepticismo.

-En un acantilado…o algo así…pero como siempre está tan oscuro, pueden rodarlo en nuestro patio que no lo reconoceríamos, cariño…

-Ya…

-San Juan de Gazte….San Juan de Gazte… da igual…..qué hay de cena?

-Filetes de pavo con ensalada….Podríamos ir a Bilbao de luna de miel?- Irving la miró sorprendido.

-A dónde?

-A Bilbao…bueno, al País Vasco….al fin y al cabo mi nombre es de allí…

-No sé yo, cariño…

-Miré también el tuyo, y significa “Agua Fresca” en escocés…

-Escocés?….

-Sí…y mira, los hombres de las fotos son pelirrojos como tú Irving…

-Yo sólo toqué el tamborín en el instituto….de gaitero tengo poco, cariño…- Nekane rio y apagó el ordenador.

-Pones tú la mesa?

El viernes decidieron ir al cine, que estaba en el Centro Comercial. Irían a la última sesión, antes pasearían por la zona de tiendas y cenarían algo en uno de los restaurantes. Apenas encontraron tráfico, la carretera dibujaba una linea recta que dividía el agreste paisaje en dos.

-Le pregunté a mamá por qué se había decidido a llamarme Nekane, y me dijo que cuando estaba embarazada de mi había visto a una mujer en la tele que se llamaba así…y le había gustado…

-Dolores Johnson….podrías cambiarlo….suena bien…como a actriz…

-Irving….un anotador de la NBA se llama como tú…y un escritor…

-En serio?

-El turista se llamaba Haritz…que significa Roble, me gusta…

-No sé yo…”Roble, ven aquí…”….

-Mira…Hunter ya ha colocado el arco nuevo con el nombre del rancho en rojo…le ha quedado bien…

-Le conté a mi tío lo de los toros…ya sabes, lo de correr delante y eso,y me dijo que hace poco se le escaparon dos de los sementales y tuvo que venir la guardia nacional…bueno un par o así…porque llegaron a la carretera…

-Qué horror!

-Sí….a uno lograron cogerlo..pero al otro tuvieron que pegarle un tiro…

-Ay no..

-Es que les venía encima a todo dar….una mole de una tonelada, cariño….ahí no corre ni la guardia nacional, sabes?

-Ya…

-Pero aún tiene chuletones….le dije que nos los guardase para después de la boda, que ahora estamos a plan…

-Es que tenemos que caber en los trajes, Irving…

-Claro, cariño….y las perlas rojas te van a quedar muy bien….como todo

-Irving…

Meses más tarde, después de sopesar las distintas opciones para el viaje de luna de miel, se decidieron por viajar a Nueva York.

Allí también había un Museo Guggenheim.

S3

10 viernes May 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Gottfried Kirchner pone todos los días el despertador para las cinco, aunque en realidad se levante a las cinco y diez. Si se levantase a las cinco en punto, según suena la alarma, le sobrarían entonces diez minutos y no sabría exactamente en qué ocuparse durante ese preciso lapso de tiempo. Si se levantase a las cinco, se ducharía hasta las cinco y diez, dejaría la ropa preparada de víspera , así que se vestiría a las cinco y quince, de cinco y veinte a cinco y cuarenta desayunaría su té con leche y dos panecillos con miel y mantequilla, y estaría preparado para salir de su casa a las cinco y cincuenta. Llegaría a la estación a las seis y dos minutos, y tendría que esperar todavía cerca de doce minutos hasta la llegada de su tren. Levantándose a las cinco y diez, sale de su casa a las seis en punto y llega a la estación a las seis y doce minutos. El S3 llega a esa hora siempre puntual. En caso de retraso, suele ser sólo de tres minutos.

Llega a la estación de destino a las seis cuarenta y cinco, y recorre a pie la distancia entre la estación y el recinto perteneciente a Rothkirch. De diez a quince minutos de paseo diario. Si nieva, diez, ya que suele apurar el paso.

Gottfried Kirchner trabaja en el departamento de calidad de Congelados Rothkirch. Desde hace veinticinco años. El veinte de abril. Entonces había caído en viernes, seguramente un fallo en el departamento de personal. Los nuevos contratados en Congelados Rothkirch siempre empiezan en lunes.

Llega a su despacho a las siete y cinco, y abre la ventana, cuelga su abrigo, y la vuelva a cerrar. Después enciende su ordenador y comienza con las carpetas que ha de repasar hasta las once y media, hora a la que baja a la cantina a comer.

Aquel día comió con Schroeder y Kröpke, no hablaron de nada en particular, Kröpke acabó antes y no tomó café, tenía que enviar dos Emails urgentes. Schroeder y él tomaron café, mientras leían distraídamente las hojas del periódico local, que alguien se había olvidado sobre la mesa. Cuando Schroeder se fue, él volvió a hojear el periódico, le había parecido ver algo en la sección de esquelas. Y allí estaba. Marlis Gießkanne*. Marlis. Tenía que ser ella. Su inseparable compañera de colegio y después en el instituto. La casa de ella colindaba con la suya entonces, y había formado parte de su infancia y juventud. Una chica guapa y de agradable conversación. Después le había perdido la pista. Sus caminos se habían separado en algún momento y nunca más la había vuelto a ver. Hasta hoy. Había fallecido hacía tres días. Sintió un eco de tristeza, al rememorar su tiempo juntos. Le sobrevivía su hijo, Kevin Gießkanne. No se nombraba marido ni más familia. No habría funeral, el sábado a partir de las doce,aquellos que quisieran, podían pasar al domicilio familiar a presentar su respetos a los allegados. Decidió que iría. Al menos llevar un ramo de flores y darles el pésame.

El sábado amaneció soleado, pero frío. Los sábados solía levantarse a las nueve, desayunar sin prisa e ir a la compra, era el único día en que utilizaba su coche. No solía comprar demasiadas cosas, pero detestaba caminar cargado con bolsas. Compró un ramo de flores en el que predominaban el lila y el verde, que le pareció lo suficientemente sobrio para la ocasión. Marlis había vivido un pueblo más lejos, tan cerca y sin embargo no la había visto nunca, pensó, mientras conducía hacia la dirección que se había dado en el periódico.

La casa de Marlis era la última de una serie de casas adosadas y de idéntico aspecto, casas construidas en los cincuenta, de tejados a dos aguas y dos plantas, pintadas de un color que alguna vez había sido beis, zócalo marrón, ventanas con contras de madera. Cuando llegó, no tuvo que buscar mucho para saber cuál era, la puerta estaba abierta y un grupo de gente se entretenía delante, charlando en la acera. Se fijó en que, en su mayoría, era gente joven, alguno no alcanzaba los veinte años.

-Buenos Días…es esta la casa de Marlis Gießkanne?- Preguntó inseguro al llegar hasta ellos, los chicos asintieron y le señalaron la puerta abierta.

-Si, pase por favor, Kevin está dentro…- Indicaron amablemente, Gottfried entró entonces en la casa. El angosto recibidor daba paso a un pasillo, del que partía una escalera, y se adentraba hacia lo que supuso eran el salón y la cocina, de donde provenían voces enfrascadas en una conversación.

Se quedó en el umbral de la estancia que era la sala, sin atreverse a entrar, un grupo de chicos y chicas estaban sentados en el sofá y varias sillas, si bien se dieron cuenta de su presencia, continuaron con su conversación, mientras bebían de sus tazas o comían de sus platos, sin prestarle demasiada atención. Uno de los chicos se incorporó de su asiento, y se acercó a él. Era alto y delgado, tenía el pelo negro rizo corto y la piel cetrina, sus facciones finas y nariz recta en perfecta conjunción con unos penetrantes ojos castaños le hicieron recordar a Gottfried a uno de los guías que había tenido una vez en un viaje a Túnez, hacía muchos años. El chico le ofreció la mano y una franca sonrisa.

-Hola, Buenos Días, soy Kevin, muchas gracias por venir- Se presentó estrechándole la mano.

-Yo soy Gottfried Kirchner, siento mucho la muerte de tu madre, fuimos vecinos y amigos de jóvenes, me enteré por el periódico…- Explicó entregándole las flores, Kevin asintió y sonrió levemente.

-Muchas gracias, es muy bonito…un momento…Jessika?- Una chica que estaba sentada en una de las sillas se acercó entonces, estaba completamente vestida de negro, a conjunto con su larga y lacia melena, que llevaba con raya al medio y caía en cascada enmarcando un rostro maquillado en un tono de maquillaje muy pálido,casi blanco, con labios también negros, tenía los ojos verdes pulcramente ribeteados de kajal, sonrió al ver las flores, y también le ofreció la mano, manicurada en lila.

-Buenos Días, yo soy Jessika, muchas gracias por venir…y por las flores, son preciosas, las pondré en un jarrón…- Y cogiendo el ramo se alejó por el pasillo.

-Le puedo ofrecer café, te, cerveza…también hay bizcochos…venga, por favor..- Explicó Kevin y le indicó que le siguiese hasta la anexa cocina, ahora habilitada como bufet para la recepción.

-Tomaría un café, gracias- Kevin sonrió y se dispuso a preparárselo- Te importa si te pregunto de qué murió tu madre?- Kevin le miró fugazmente, mientras preparaba la cafetera.

-Cancer linfático…hace dos años que la diagnosticaron, fue muy rápido…pero nunca se espera, la verdad- Cortó un trozo de una tarta de queso, y poniéndolo sobre un plato, se lo entregó. Gottfried levantó las cejas y se lo agradeció- Lo hizo Jessika…está buenísimo.- Tras el primer bocado, Gottfried no pudo sino darle la razón, Kevin esbozó un gesto de orgullo y asintió con la cabeza.

-Y tú vivías con ella?

-Sí, acabé mi formación profesional hace un año, justo después ella empezó a empeorar y me dediqué a cuidarla…no pude enviar curriculums ni mirar nada, lo haré ahora, supongo…

-Qué hiciste?

-Técnico de Laboratorio….

-Y en qué querrías trabajar?

-En realidad me da igual…hombre, igual no, pero poner pie en algún sitio y avanzar, no sé….lo tengo difícil porque voy con un poco de retraso…todo se andará…

-Ya…me consta que me acabas de conocer, pero cuenta conmigo para lo que necesites, apreciaba mucho a tu madre…- Kevin le sonrió agradecido y se dispuso a servirle el café, que Gottfried quiso con leche y sin azucar. En eso hizo su entrada un chico negro de enormes ojos azules, vestido con el uniforme de la compañía de tranvías, portando dos bandejas tapadas con papel de estraza.

-Mi madre viene después con el resto….me ha dado esto, cuidado aún quema un poco- Advirtió entregándole su carga a Kevin quien soltó un silbido.

-Tenemos comida para meses…

-Ya conoces a mamá….tiene miedo de que te mueras de inanición…- Bromeó el chico del uniforme, quien advirtiendo a Gottfried le ofreció su mano.

-Hola, yo soy Reinhardt Mgabe..- Gottfried se presentó también- Antes de irme te robo un trozo de la tarta de Jessi…tienes sirope de choco?- Kevin le entregó un plato con un trozo y una botella de sirope, Reinhardt hizo girar los ojos después del primer bocado- Debería ponerle copyright….esto no es de este mundo…- Y aún alabando el pastel se fue a la sala.

-Otro café?

-Pues sí, mira, y, si puede ser otro trozo de tarta….

-Ya le dije que era de impresión- Y Kevin le sirvió otro café acompañado de tarta de queso.

-Y ahora…estás solo?…quiero decir…

-Sí…mi madre, como sabrá, era hija única y mis abuelos murieron hace mucho tiempo, sólo éramos ella y yo…solo, lo que se dice solo, no me quedo, Jessika y yo llevamos ya cuatro años juntos y como puede ver…amigos no me faltan..- Y extendió las manos en el aire, como para abarcar a toda la gente que iba llegando a la reunión y de la cual oían ya las voces en el pasillo, Gottfried sonrió y asintió con la cabeza, e iba a decir algo, pero dos mujeres y un hombre, portando bandejas, entraron en la cocina.

-Kevin!…Deja que te abrace!- Exclamó emocionada una de las mujeres ,y, tras depositar la bandeja sobre una encimera, engulló a Kevin en un sentido abrazo. Gottlieb aprovechó para abandonar la cocina, a la que entraba ya más gente llevando comida, y se quedó en medio del pasillo, saboreando el trozo de tarta, entre un ir y venir de aquellos que ya estaba en la casa y los que iban llegando, la mayoría chicos y chicas jóvenes, muchos de ellos acompañados de sus padres. Quiso devolver el plato y la taza a la cocina, pero ésta estaba tomada por una multitud, al igual que la sala. Optó por dejarlo sobre una cómoda del pasillo, y dirigirse a la salida, donde se encontró con Jessika, ocupada en recibir y despedir a los asistentes.

-Muchas gracias por todo, aquí os dejo mi tarjeta para lo que necesitéis….volveré en otro momento..despídeme de Kevin, por favor- Se despidió, y le entregó su tarjeta, Jessika le estrechó la mano y dibujó una cálida sonrisa en sus labios negros.

-Gracias a usted por venir, y por las flores…- Y le señaló un jarrón, que ahora adornaba la mesa del recibidor.

Esa noche, Gottfried soñó que regresaba a Túnez.Pero no era Túnez. Era un lugar sin contornos ni formas por el que paseaba, en compañía de gente que no conocía pero con la que hablaba distendidamente y con la que, en algún momento, se sentó en una playa, que no era playa, a comer un sabroso trozo de tarta de queso. Se despertó antes de que sonara el despertador, con una única idea en la cabeza.

Lo primero que hizo al llegar a su despacho, tras abrir la ventana y volverla a cerrar, y aún antes de leer sus Emails, fue consultar la Intranet de la empresa. Encontró lo que buscaba después de dar varias vueltas. Ernest Melb. Su secretaria le comunicó que éste estaba en un congreso en Burdeos, y que regresaría el viernes.Nunca antes le había parecido a Gottfried que los días de una semana pudieran pasar con tanta lentitud. Pero al fin llegó el viernes. Y con él Melb. Le encontró en uno de los laboratorios, haciendo inventario.Le explicó su idea y Melb le dijo que, por su parte,no habría problema.

Cuando salió del trabajo, en lugar de tomar el S3 hacia su casa, lo tomó en dirección contraria. Se había olvidado de preguntarle Kevin por un teléfono de contacto, así que se había decidido por acercarse de nuevo hasta su casa para hablar con él del tema, y así, después, poder pensar en otra cosa, ya que desde su visita del sábado, le había sido imposible.

Jessika salió a abrir la puerta, con la melena recogida en un moño alto, mandil de cocina y las manos protegidas con guantes de horno, sin dejar de lado el kajal, esta vez sus labios eran lilas. Cuando sonrió al verle,arqueando una ceja, Gottfried supo a quién le recordaba, a Yvonne DiCarlo en su papel por excelencia. Él también hubo de sonreír a su ocurrencia, siempre le había gustado esa serie.

-Hola Gottfried! Qué sorpresa!…pase…estoy ultimando la cena, Kevin está en el sótano…- Y le invitó a pasar, fuese lo que fuese que estuviera cocinando, la casa estaba invadida por un olor delicioso.

-Qué bien huele…

-Guiso de venado, lo hay esta semana en el Aldi, llega justo a tiempo para quedarse a cenar…

-No os sintáis obligados…- Jessika le miró desoslayo mientras revolvía algo en una tartera e hizo un gesto desvaido con la otra mano, aún enguantada. Kevin entró portando una pesada caja repleta de artilugios de metal, y tras dejarla en el suelo, le estrechó la mano a Gottfried.

-Estaba en el sótano, tengo que desmontar la casa, mi casero quiere renovarla…no sé ni por dónde empezar…Llega a usted a tiempo para cenar…

-No era mi intención importunar, yo sólo quería…

-Importunar? Me hace usted un favor, Jessi ha hecho guiso de venado como para invitar a toda la calle…- Exageró Kevin abriendo los brazos como queriendo abarcar la cocina y todo lo que ella contenía, Jessika rio y le echó la lengua.

-No sé cocinar para dos….qué quieres que haga?…- Kevin se encogió de hombros y le envió un beso aéreo, para luego dirigirse a Gottfried, que asistía a la escena sonriendo para si, sin decidirse a participar, aún aferrado a su cartera de mano y vistiendo su abrigo.

-Deme el abrigo y la cartera, póngase cómodo, enseguida cenamos…- Invitó Kevin, animándole a entregarle el abrigo y la cartera, que después colocó en un armario del pasillo.

Entre los dos pusieron la mesa para cenar en la misma cocina, Kevin abrió una botella de vino para la ocasión.

-Pues usted dirá…- Animó Kevin, una vez le hubo servido una buena porción de venado acompañado de bolas de puré de patata y col roja.

-Muchas gracias….verás…la última vez que nos vimos, me comentaste que estabas buscando trabajo en lo tuyo, y, bueno, yo trabajo en Rothkirch, seguro que nos conoces…pues bien, si hay algo en Rothkirch son laboratorios y pensé que quizás…en fin, que me informé, y efectivamente hay todavía una plaza vacante de empleado en prácticas en el Laboratorio de Verduras…y bueno, he venido a preguntarte si estarías interesado en ocuparla- Se lo explicó con tranquilidad, como solía hacer la cosas, mirándoles alternativamente en su discurso. Kevin y Jessika siguieron su explicación sin atreverse a llevarse a la boca el bocado que tenían ya preparado en sus tenedores, y casi sin parpadear.

-Yo?…quiero decir…una plaza en prácticas para mi?- Acertó a preguntar Kevin, como temiendo haber malinterpretado lo que acababa de escuchar, Gottfried asintió con la cabeza y tomó un primer bocado del guiso, Jessika y Kevin se miraron sorprendidos, a Kevin casi le dio la risa- Pues…sí, claro…muchísimas gracias por pensar en mi Gottfried, muy amable de su parte…- Gottfried hizo un gesto con la mano en el aire y sonrió.

-Nada que agradecer, es lo mínimo….y, por favor, tratadme de tú, compartís conmigo mesa y vino, no cabe el usted….a propósito…en mi vida he probado un venado tan exquisito…es..magia hecha carne..- Jessika se llevó las manos a las mejillas, que aún maquilladas en pálido se habían sonrojado, Kevin alzó su vaso de vino y Gottfried le imitó, ella, hizo lo mismo casi sin atreverse.

-Por la magia y sus misterios!- Y los tres rieron su ocurrencia, para después dar buena cuenta del asado.

La entrevista se fijó para el martes siguiente, y Kevin comenzó a trabajar como empleado en prácticas para Congelados Rothkirch el lunes. Como era norma para los nuevos empleados. Coincidía con Gottfried siempre en la pausa del mediodía, en la que compartían mesa y pormenores del día, Kevin le iba informando del lento desmantelamiento de su casa, para el que no había prisa, ya que su casero no la tenía, pero era algo que ocupaba todo su tiempo tras el trabajo, Gottfried acordó con él ayudarle los sábados que necesitase, cuando había tenido que desmantelar él solo la casa de sus padres se le había hecho eterno. De vez en cuando Kevin le traía un tupper en el que cabían dos porciones de lo que se le hubiese ocurrido guisar a Jessika, que si bien hacía virguerías en la cocina, había comenzado a hacer prácticas como diseñadora gráfica en Heidelberger Druckmaschinen.

-El Sr. Schubert quiere verte en su despacho- Le anunció la voz de Petra Schilling, secretaria de la dirección, al responder a la primera llamada de la mañana, Gottfried sintió como de repente se le abría un abismo inmenso en el estómago.

-A mí?…por qué?

-No lo sé…sólo se me ha dicho que te avise…

-Ahora mismo?

-A poder ser, sí…- Y colgó. Gottfried hizo lo mismo. Antes de incorporarse se sirvió un vaso de agua, la boca se le había vuelto de pergamino.

Seguro que es por Kevin, pensaba mientras se dirigía a la dirección, situada en el edificio anexo al suyo, qué habrá hecho el chico? O qué no habrá hecho? Seguro que no le quieren renovar el contrato de prácticas, después de tres meses es lo normal, pues a ver por qué…será porque se llama Kevin, y qué culpa tiene él de llamarse así, si además está en el santoral, y el apellido es el de su madre, que buen trabajo hizo, ella sola, para sacarlo adelante después de todo lo que le pasó, y qué otro apellido iba a tener, vamos a ver…y sí, parece uno recién llegado de por allá, pero no lo es, vamos, sólo hay que escucharle hablar, es que la gente no escucha o qué?….y lo pienso decir, sea lo que sea lo que tengan que decirme, yo me pondré de su parte, qué pueden hacerme a mí?…les saldría por una fortuna despedirme, y además, cómo van a despedirme por dar mi opinión, vivimos en democracia…vamos digo yo…..con la ilusión que tienen los dos, porque es una delicia verles….ella tan gótica y sus tartas de queso….porque vamos a ver, la compañía de tranvías confía un autobús lleno de personas a Reinhardt, y es más negro que el betún, y no pasa nada……no, no puedes conducir el autobús porque eres negro…no, eso no se lo dijeron los de Tranvías…pues eso.. a ver por qué le van a decir a Kevin que no puede seguir aquí porque se llama como se llama y encima es como es….un argelino desplazado, como dice él…no hay derecho. No pasarán. Bueno Gottfried, no te embales.

Cuando llegó a la antesala del despacho del director, Petra, sentada tras su mesa escribiendo algo en su ordenador, le indicó con un gesto de la mano que podía pasar, sin levantar la vista de loque estaba haciendo. Gottfried respiró hondo, y, tras llamar a la puerta, entró en el despacho.

-Kirchner! Gracias por venir tan pronto…sin cita previa…- Saludo el Sr. Schubert incorporándose de su sillón para estrecharle la mano, frente a él, junto a la mesa de despacho estaba sentado Ernest Melb, quien imitó al director y también se incorporó para saludarle, su presencia hizo que el abismo estomacal de Gottfried tomase dimensiones de agujero negro, buscó respirar hondo, pero no lo consiguió.

-Siéntese, por favor…quiere usted beber algo?Agua, zumo…- Ofrecio el Sr. Schubert, un hombre corpulento y de pelo crespo blanco, encasquetado en un traje azul cobalto con corbata gris, Gottfried se fijo en sus zapatos, y se preguntó cómo había podido atarse unos cordones tan finos, se pasó la mano por el rostro para despejar semejantes ideas, que no supo de dónde podían venirle, seguramente producto del nerviosismo.

-Agua, un vaso de agua…gracias- Acertó a decir, Melb fue el encargado de servírsela y se la entregó acompañando el gesto con una amable sonrisa, Gottfried trató de corresponderle sin conseguirlo, el agujero negro había cobrado vida propia y se movía a una velocidad trepidante por su abdomen.

-Pues verá, Kirchner, si le hemos hecho venir, es para darle las gracias- Comenzó Schubert elocuentemente extendiendo sus manos en el aire mientras Melb asentía sin perder su franca sonrisa, Gottfried se sintió en ese momento como aquel que gana metros para tomar impulso con el fin de derribar una puerta con el hombro, y justo en el momento del impacto, ésta se abre. Y sólo pudo toser. Y con la tos se vació su cabeza. De palabras e ideas. Se quedó en blanco.

-Queríamos agradecerle personalmente su descubrimiento, porque el Sr. Gießkanne, es un descubrimiento…

-Un diamante en bruto…- Anotó Melb

-Viniendo de usted no podíamos esperar otra cosa…

-Resumiendo….no vamos a correr el riesgo de que la competencia nos lo quite a la primera de cambio…así que no vamos a esperar más y le vamos a hacer fijo…

-Hoy en día, las noticias vuelan, y una persona de la valía de Gießkanne puede recibir ofertas tentadoras…y no nos lo podemos permitir…

-Hacía muchos años que no tenía la suerte de contar con una persona así en mi equipo….tan…exacto…sí, esa es la palabra…exacto…sin un pero en sus acciones….

-Lo dicho, Kirchner, muchas gracias….hemos pensado en cómo agradecérselo…

-Y hemos llegado a la conclusión de que con seguridad le hará a usted mucha ilusión participar en el Congreso Internacional de Calidad Congelada en Barbados…

-Barbados…- Repitió Gottfried, quien como por arte de ensalmo encontró de nuevo su voz, al no encontrar la relación entre los congelados y las Islas Barbados.

-En Junio….Petra le dará detalles….gran nivel…

-Ya…

-De nuevo, eternamente agradecidos…

-La aguja en el pajar.

Gottfried salió del despacho con la sensación de que caminaba como los astronautas lo habían hecho sobre la luna. Sin ser muy consciente de alcanzar con los pies la pulcra moqueta. De haber tenido un superpoder en aquel momento, le hubiera gustado poder volar.

Kevin Gießkanne pone el despertador todos los días para las cinco. Se da una ducha corta, se viste con la ropa que deja preparada del día anterior y despierta a Gottfried. Mientras éste se ducha, él prepara el té, pone el café y le da el primer aviso a Jessika. Después Gottfried y él desayunan cada uno su té y su café, con un trozo del bizcocho que Jessika haya horneado. A las seis menos dos minutos, Kevin le da el segundo aviso a Jessika. Gottfried y él salen de casa a las seis en punto. Llegan a la estación a las seis y doce minutos.

El S3 llega a esa hora siempre puntual.

En caso de retraso, suele ser sólo de tres minutos.

*Gießkanne → Regadera en alemán.

Principio y Final

03 viernes May 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Estábamos todos dentro. De eso me acuerdo. Porque al salir de clase para la pausa, no se podía dar un paso por la gente que había en el pasillo. Supongo que llovía o hacía frío. O ambas cosas. July me dijo de bajar al hall. Y bajamos. July era rubia, de ojos claros, con pelo muy rizo y pecosa, yo también tenía el pelo rizo, pero era su opuesto. Quizás por eso nos hicimos amigas. Había nacido en Londres, donde sus padres habían emigrado y todavía residían. Ella cursaba conmigo primero de BUP. Nunca me explicó el porqué, ni yo se lo pregunté. Esas cosas, entonces, carecían de total importancia.

El hall estaba repleto de gente. Ni ella ni yo teníamos hambre, así que no nos dirigimos a la cafetería, deambulamos un rato entre la multitud y después nos acercamos a la zona del mural. Era un mural del “Guernika” que ocupaba toda una pared, a lo largo de la cual había un banco. Para nuestra sorpresa todavía había sitio, justo en el centro. Y nos sentamos.

Les descubrimos antes que ellos a nosotras. Eran cuatro. De COU. Desde mi perspectiva de primero de BUP, eran cuatro hombres hechos y derechos, altos, fornidos y con aquel atractivo que desprende lo inalcanzable. Dos ya fumaban, sin querer hacerse los interesantes, simplemente lo eran, al menos a mis ojos, con sus cazadoras de cuero y sus plumíferos JHayber en rojo y azul. Hablaban y reían sin hacernos caso. Ni nosotras lo pedíamos, de hecho, teníamos nuestra propia conversación. No me acuerdo sobre qué. Pero era nuestra.

-Y tú cómo te llamas?

La pregunta vino de la nada. Y allí se quedó. Al no saber nosotras a quién iba dirigida.

-eh! Tú cómo te llamas?

Esta vez July y yo alzamos la vista. El de la cazadora de cuero, se lo preguntaba a July, mostrando gran interés.

-Yo?…July-

-Julia

-No, Julia no….July

-July

-Sí

Y entonces. Sin más. Los cuatro a la vez comenzaron a cantar, dando palmas.

-“ERES TÚ MI RAZÓN MI VERDAAAD, Y POR ESO TE QUIERO CANTAAAR,MI CANCIÓN ES SENCILLA Y SINCERAA NADA MÁAAS…OHOH JULY TE QUIERO CANTAAAR, TÚ HAS SIDO PRINCIPIO Y FINAAAL, EL PRINCIPIO DE MI NUEVA VIDA…EL FINAL DE MI SOLEDAAAD…OHOH JULY…!…

Repitieron la secuencia otra vez, demostrando unas inusitadas dotes vocales a capela, y lo coronaron todo con una tanda de aplausos a si mismos entre risas. Y sonó el timbre. Y con la desbandada, se perdieron en la multitud. July y yo nos quedamos sentadas. July me miró con los ojos muy abiertos, y la expresión de aquel que descubre que le ha tocado la lotería. Yo no sabía que decirle.

-Tú oíste?

-Sí…

-Desde luego….

-Ya..

-Habrá que subir…

-Habrá…

Al año siguiente July regresó a Londres. Nunca supe porqué, ni ella pudo explicármelo. El de la cazadora de cuero, se casó mucho después con Laura la de C.

Pero esa ya sería otra canción.

*“OhOh July” Los Diablos (1972)

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