La Señorita Pérez pegó por fin el último pompón y suspiró satisfecha. En realidad su nombre era Isabel, pero desde hacía treinta años era llamada Señorita Perez. Desde hacía treinta años era profesora de infantil en el mismo colegio, muchos de los que una vez habían sido sus alumnos traían ya a sus hijos a que ella les diese clase, y eso la llenaba de orgullo. Un orgullo como ahora sentía por si misma al observar el mural de cartulinas de colores repletas de pompones de lana también multicolor, que quería representar la primavera. Se ajustó las gafas y sonrió. Ya se podía ir a casa. Los niños se iban a llevar una sorpresa cuando entrasen en la clase al día siguiente. Alcanzó su bolso, se lo puso al hombro y abandonó el aula. Avanzaba por el pasillo mirando distraida hacia las ventanas que daban al patio, cuando escuchó una especie de quejidos, que parecían provenir del cuarto del bedel al final del corredor, apuró un poco el paso hasta alcanzar la puerta, abierta de par en par.
- Hanibal?….Qué le ocurre?- Preguntó preocupada al descubrir a Hanibal Yáñez, el bedel del centro, apoyado contra uno de los armarios y abrazado a si mismo, presa de lo que parecía un intenso dolor.
- La puñetera piedra…- Alcanzó a articular, la Señorita Pérez se ajustó las gafas y entró en el cuarto, mirando a su alrededor.
- Qué piedra?- Quiso saber, mirando también hacia el techo, Hanibal negó con la cabeza.
- La del riñón…que se ha vuelto a mover…ya viene la Libertad…
- La Libertad?
- Mi mujer…ya está de camino, vivimos aquí al lado…- Hanibal apretó mucho los ojos y dejó exhalar un gemido de dolor.
- Necesita usted algo…?- Se interesó la Señorita Pérez, sin saber muy bien qué hacer, Hanibal asintió con la cabeza y le señalo la mesa con un gesto desvaido.
- La llave…necesito que entregue usted la llave..- La Señorita Pérez se fijó en que sobre la mesa había una llave prendida a un llavero de plástico con la forma de una pera azul.- Necesito que la entregue usted en los edificios azules que están en la perpendicular….me ocupo a veces del mantenimiento…
- Los de tejados tan altos…
- Exacto…la puerta es también azul, muy grande, no tiene pérdida…
- Y a quién se la entrego?
- A cualquiera…ellos ya saben qué es…diga que la manda Hanibal….- Dicho esto, Hanibal dejó escapar un nuevo gemido de dolor.
- Ay Hanibal…está usted seguro que…
- La Libertad está a llegar….usted vaya…vaya…- La Señorita Pérez cogió la llave y la metió en su bolso, después se ajustó las gafas.
- Pues nada…espero que no sea nada…me voy pues..- Se despidió, Hanibal asintió sin abrir los ojos, concentrado en su dolor.
La Señorita Pérez salió del colegio y mientras atravesaba el patio para salir del recinto, sacó su móvil del bolso para llamar a su marido.
- Hola Gerónimo, soy yo…
- Hola, dime..
- Sólo es para decirte que a lo mejor me retraso un poco, porque tengo que hacer un recado…
- Qué recado?…
- No..nada, una cosa sin importancia…y quería decirte que la cena está ya en el horno, sólo tenéis que calentarla calor arriba y abajo, a 150 y pongamos buenos cuarenta minutos…también hay natillas…
- Tanto vas a tardar?..
- Qué va…es para que ya vayáis empezando, yo llego enseguida..
- Perfecto….un beso..
- Dos…
No le resultó difícil encontrar los edificios que le había dicho Hanibal, tampoco la puerta azul. Tras abrir la puerta y entrar, se encontró en un recibidor de suelo de goma y paredes amarillas al fondo del cual había otra puerta. Se disponía a avanzar hacia ella, cuando un hombre, que parecía tener mucha prisa por la velocidad de sus pasos,con unos enormes auriculares en la cabeza y un portafolios en las manos apareció desde algún lugar y se acercó a ella con cara de pocos amigos.
- Hola Buenas Tardes…..- Comenzó la Señorita Pérez, el hombre negó con la cabeza, como el que está a punto de perder la paciencia.
- Por fin!ya era hora…dónde se había metido usted?!
- Pues mire, es que yo…
- Yo no miro nada, venga por aquí…
- Es que…
- Tschhhh!
- Yo me llamo…
- Tschhh!Le estoy diciendo, yo no puedo saber quién es usted, eso sería un desastre…yo soy Remigio, eso es todo lo que tiene que saber…
- Remigio?
- Sí, por?
- Por nada, es que…
- Tschhhh! Venga por aquí…- Y le indicó le siguiese, cosa que ella hizo sin atreverse a soltar palabra. Remigio abrió una puerta, recorrieron juntos un corto pasillo y abrió otra a la derecha.
- Leire! Aquí la tienes…
- Ya le estaba yo poniendo a usted las mantas en el hospital…es que vamos…a mí no me pagan para estos picos de stress..- Quien así los recibió era una chica pelirroja, con el pelo recogido en un complicado moño y que lucía un ajustado vestido de lamé dorado. Pero eso no fue lo que sorprendió a la Señorita Pérez al entrar en la estancia, lo que le hizo ajustarse las gafas para asegurarse de que estaba viendo bien ,y, sin querer, abrir la boca, fue un peludo y gigantesco muñeco en forma de folívoro en pijama que dominaba el espacio.
- Pero esto…- Acertó a decir, señalándolo con un dedo, Leire suspiró impaciente y parpadeó varias veces con sus enormes pestañas postizas de purpurina.
- Bueno..ya…desnudese…- La Señorita Pérez la miró sin dar crédito a sus palabras.
- Yo?..pero…
- Yo pero nada…usted viene a lo que viene, no?
- Sí..pero..
- Venga, todo menos el sujeta y las bragas…no voy a flipar…rápido!- Y Leire dio una palmada, tras la cual la Señorita Pérez dejó el bolso sobre una mesa y comenzó a sacarse la ropa que llevaba ese día: un traje chaqueta de lana fina marrón, una blusa de cuello barco beis, camiseta interior tipo spencer, medias y zapatos de medio tacón también marrones. Leire, que había ido doblando la ropa dentro de una caja de cartón, no se paró a mirarla y se dirigió todo lo rápido que le permitía el ajustado traje de lamé y los zapatos de tacón que llevaba hacia la parte de atrás del gigantesco muñeco.
- Uy! casi se me olvida! Apague el teléfono móvil y métalo ahí dentro…rápido!…a mi no me pagan para esto, de verdad…ya está?..pues nada…adentro…- Y abrió una especie de compuerta,de la que salió una escalerita,en la espalda del peludo folívoro, la Señorita Pérez se colocó mejor las gafas.
- Adentro dónde…?
- Aquí dentro „adentro“…dentro de Foli…venga…métase y ya le explico cómo funciona- Apremió Leire, la chica en lamé. La Señorita Pérez, ataviada sólo con sujetador, spencer y braga, obedeció y se introdujo dentro del gigantesco animal . Leire cerró la compuerta tras ella, y, pulsando tres botones, pasó un cerrojo electrónico pulsando una combinación en una especie de tablet.
La Señorita Pérez se vio entonces en lo que a ella le pareció el interior de una nave espacial, o al menos lo que de ellas se veía en documentales o películas. Estaba en un habitáculo oval, solo iluminado por la luz tamizada que entraba por una rejilla muy tupida a la altura de su cabeza. Ante ella encontró un cuadro de mandos con dos pantallas y multitud de botones y clavijas, dos portabebidas con sendos botellones de dos litros de agua, y a sus pies dos compuertas con la forma de un pie. Antes de que pudiese decir nada, la voz de Leire le llegó desde algún lugar.
- Vamos a ver…frente a usted tiene dos pantallas..pulse el botón verde a la derecha de cada una..- La Señorita Pérez así hizo, en la pantalla de la derecha apareció el rostro de Leire, que achinaba los ojos tras las pestañas de purpurina como el que trata de ver algo careciendo de gafas,en la pantalla de la izquierda el borde del vestido de lamé de Leire y la punta de sus zapatos- A la derecha ahora me ve a mí, a la izquierda el suelo, así cuando avance sabrá por donde anda…ahora…vamos a ver…accione la clavija con el número 1- La Señorita Pérez así hizo- Diga algo…
- Yo querría…
- Tschhh…por favor, no me desconcentre…que después pasa lo que pasa y la culpa es mía, encima…no sabe?…a ver…la clavija 1 es su voz de verdad, que no podrá usar bajo ningún concepto, después le diré la excepción…accione la clavija 2- La Señorita Pérez obedeció- Diga algo..
- Yo no sé…- Su voz sonó como la de un ser que hablase mientras bosteza y ella no pudo evitar reirse, su risa sonó como un bostezo corto, Leire asintió con la cabeza.
- Esta es la voz que ha de utilizar todo el rato…conmigo, con Remigio, con todo quisqui vamos…nunca su voz real, estamos?…a ver..a sus pies hay dos siluetas de pies, para avanzar con Foli pulsa usted el botón amarillo y las dos siluetas descenderán por las piernas…es como hacer step..un paso cada vez, y usted puede agarrarse a esas dos barras y..despacito se llega a todos lados, las palancas a los lados son para los brazos, por si quisiera moverlos…Foli también parpadea y gira la cabeza, los botones tienen el símbolo…para no estar todo el rato de pie, si se cansara usted, acciona usted el boton 3 y aparecerá un asiento desde un lado…si quisiera ir al baño, me lo dice y yo la llevo, tiene usted cuatro litros de agua…si precisase más..pídala ..qué más?…Usted es Foli, nada de nombres, estados sociales o datos comprometedores, estamos?…estoy segura de que se me olvida algo..en fin..- En eso sonó un timbre muy potente, Leire se asustó, la Señorita Pérez también, pero Foli no se movió un ápice- Ay!…que ya empieza..venga usted…las pantallas ya están, botón amarillo y marchando..-
La Señorita Pérez pulsó el botón amarillo, y, efectivamente, las dos siluetas se hundieron en las piernas del muñeco, tal como le había explicado Leire, comenzó a pedalear muy lentamente, al tiempo que se agarraba a las barras laterales, y Foli comenzó a moverse, sin querer exhaló un casi grito de satisfacción por haberlo logrado, que hacia el exterior sonó como un sonoro bostezo. Muy lentamente siguió a Leire, que, a su vez tampoco podía caminar muy rápido por culpa del vestido y los tacones, por varios pasillos, hasta que la chica en Lamé, abrió un portalón negro. Ambas accedieron entonces a una especie de hangar, por el que muchas personas que a la Señorita Pérez le parecieron técnicos se movían de un lado a otro. Pero eso no fue lo que le hizo abrir mucho los ojos y dejar de avanzar. Aquel hangar estaba tomado por muñecos gigantescos, tan grandes como el de ella o de más envergadura, en colores y formas cada cual más llamativa. Escarabajos rojos , pingüinos amarillos, pulpos irisados, avestruzes rosas, gallinas de fieltro verde, armadillos carmesí, leopardos azules, búfalos de plata….Leire la guió hasta un grupo de estos muñecos, que parecían charlar entre si, cada uno en su voz enlatada.
- Pues ya estaría…ahora a esperar que la llamen…ya sabe como funciona…usted sale por ese portón, da lo mejor de usted…si bien entra usted por el mismo portón…si mal…pues Remigio le dirá…
- Y cuándo uso mi voz de verdad entonces?-Se atrevió a preguntar la Señorita Pérez con su voz de bostezo perezoso, Leire parpadeó varias veces y sus pestañas de purpurina brillaron a la luz.
- Pues para cantar, Foli…para cantar…sólo para eso..no lo olvides…
- Y…qué canto?
- Eso es Remigio….yo me tengo que ir….mucha mierda!- Y sin más, Leire se alejó a pasos cortos por entre técnicos y muñecos, tratando de no pisarse el vestido.
- Y tú quién eres?- Preguntó una voz nasal engolada, la Señorita Pérez se movió un poco hacia la derecha, hasta poder ver en su pantalla a su interlocutor, una especie de calamar gigante con plumas vestido con frack.
- Yo soy Foli..- Contestó, el calamar hizo mover una plumas que tenía sobre la cabeza, y acto seguido produjo un extraño ruido, como de tren al expulsar vapor.
- Yo Tintu…tienes que discupar…es que soy alérgico al marabú…
- Como Ginger Rogers!…Ay pobre…- Y la Señorita Pérez hizo parpadear lento a Foli.
- De todas las plumas…tenía que ser marabú…en fin…no sabía que Ginger Rogers fuese alérgica también…
- Ella odiaba el marabú…
- Yo cuando todo esto acabe también..- Y volvió a producir el extraño ruido de tren al expulsar vapor, Remigio se presentó entre ambos con una hojas y sin decir palabra alguna las introdujo dentro de los muñecos por una ranura invisible, para después volvera desaparecer en la multitud. La Señorita Pérez recogió la hoja y se ajustó las gafas.
- Yo tengo que cantar „La Puerta de Alcalá“ de Ana Belén…pues ya leeré la letra porque más allá del „miralamirala…“ no me acuerdo… y tú?- Tintu hizo arquear una ceja.
- Yo una de DJPeque…
- Es un niño?
- No, es su nombre artístico…y tengo que cantar su rap, ese del desierto „Soy el zorro del desierto y me convertiré en leyenda..“..
- Pues mira que dedicarle un Rap a Rommel…ya no saben qué inventar.
- A quién?
- A Rommel, el „Zorro del Desierto“y leyenda es sobre todo su muerte, le asesinaron, claramente, pero…
- Terroristas o cómo?…ay vaya, dónde?..
- No, su propia gente…
- Qué gente?
- Los Nazis, Tintu, los Nazis, qué gente va a ser?
- Ay! Y a mí cómo nadie me avisa!
- ….
- Yo no canto una cosa así…ya tengo yo bastante , como para que encima me acusen de enaltecer a gente…y ahora qué hago?
- „Bella Ciao“
- Qué?
- El „Bella Ciao“ siempre queda bien…bodas, bautizos, manifestaciones, series…
- Pues ya está…Remigio!!..Remigio!!- Y Tintu se alejó todo lo rápido que le permitía su personaje. La Señorita Pérez accionó la clavija que le facilitaba un asiento, y se sentó a leer la letra de la canción que tendría que cantar. Si había algo que le encantaba era cantar. Sus alumnos acababan el curso sabiendo un montón de canciones. MiralaMiralaMiralaMirala….La Puerta de Alcalá…
Una voz desde un altavoz ordenó silencio. Y se hizo el silencio. Llegó entonces el eco de las palmas de un público entregado, y una potente voz de hombre, en algún lugar, entonó „Alguien cantó“.
A la Señorita Pérez le llegó el turno cerca de una hora después, para entonces ya había refrescado la letra y estaba segura de poder hacer un buen papel donde quisiera que tuviera que cantarla.
- Esto es así..usted sale por ese portalón, blablí-blabló-blablí-blabló…risitas aquí y allá..y usted canta…que no la eliminan vuelve para aquí por el mismo portalón…que la eliminan, pues entonces va por el otro lado sin desvelar en ningún momento quién es usted..ha entendido ?- Remigio le hablaba desde algún lugar fuera de pantalla.
- Cuántas rondas hay?- Quiso saber, un ojo de Remigio la miró entonces a través de la pantalla.
- Ve usted todos estos gigantes o cabezudos?…pues hasta que queden sólo tres…échele..- La Señorita Pérez hizo parpadear lento a Foli y ella misma se ajustó las gafas, definitivamente no iba a llegar a la cena.
El público la recibió con un suspiro de cariño, y ella hizo que Foli les enviase un adormilado beso, no fue hasta que avanzó un poco por el gigantesco escenario que se dio cuenta de que estaba participando en un programa de televisión, se alegró de estar metida en aquella especie de mecano, no se podía imaginar voladura mayor que salir en ropa interior en la hora de más audiencia. Y la Señorita Pérez cantó. Al final de su actuación se había metido al público de tal manera en el bolsillo, que como un solo hombre se levantó para ovacionarla en pie. Consiguió su pasaporte a la ronda siguiente y regresó al hangar aún enviando adormilados besos al público.
Mientras esto sucedía, Florita Ramos, La Chanteclera, antigua vedette y reina del espectáculo, que había planeado su regreso a los escenarios con una actuación sorpresa en un nuevo programa de televisión en el que la identidad de los participantes permanecía oculta bajo una máscara, asistía a la misma desde la cama de la clínica donde esa tarde había tenido que acudir de urgencia al haber sufrido un nuevo ataque de ciática. Nadie sabía que estaba allí, ni nadie sabía que ella tendría que haber ido al programa, ni su agente, que ni siquiera sabía que estaba de nuevo en el país. Ella misma sólo sabía que su máscara iba a ser un oso folívoro.Había intentando llamar sin al teléfono que le habían dado, sin éxito. También marcó el número de su ex, le saltó el buzón de voz. Al menos eso, su voz. Respiró tranquila en su nebulosa de calmantes. Ahíestáahíestá viendo pasar el tiempo la Puerta de Alcalá. Cómo seguía?.
La Señorita Pérez se sentó por fin y se bebió, con ayuda de una pajita, lo equivalente a tres vasos de agua. Allí dentro reinaba una temperatura más que agradable, pero cantar le había dado sed. Suspiró. Pues si hay que cantar, se canta. Antes de que pudiese perderse en sus pensamientos, una vocecita como de muñeca la hizo mirar a la pantallita.
- Hola soy Gambi, La has bordado…yo salgo después del segundo corte para publicidad, qué canción te toca después?- Quien así le hablaba era una gamba gigante, envuelta en un vestido palabra de honor rosa y rojo, de la cabeza, de purpurina y lentejuelas, le salían dos antenas al final de las cuales había dos ojos verdes con grandes pestañas, que parpadeaban rápido. La Señorita Pérez sonrió e hizo que el muñeco también lo hiciese pulsando el botón adecuado.
- Todavía no lo sé…y tú?- La gamba agitó las antenas en el aire.
- „Corazón Contento“…pero no tengo yo el cuerpo para contenturas…
- Por?
- Mi novio…hace días que no me llama, ni contesta a mis mensajes, ni nada…he tenido que dejar el móvil allá atrás, no sé si me habrá contestado, pero no creo…la culpa es mía…porque después me viene con „estaba muy liado, lo siento tanto“ y caigo otra vez…
- No, la culpa no es tuya….el que no llama es él, no?, y está claro que tú sientes algo por él, y que le perdones…
- Yo digo que lo nuestro es como un chicle, que se estira y se estira…
- Hasta que se rompe – Gambi pareció asentir con su enorme cabeza e hizo girar sus antenas en el aire.
- Pero no sé cómo…- La Señorita Pérez hizo que el folívoro se rascase la cabeza y parpadease lento.
- Pues díselo cantando…
- Y cómo?
- „Se acabó“ de María Jiménez, y se la dedicas „va dedicada a mi futuro ex“ o algo así…y creas intriga por saber quién eres…
- Es que además yo no canto, yo hago hago otras cosas…
- Por eso, la gente se va a romper la cabeza y después…
- Después la que no le llama soy yo…-Gambi hizo brillar los ojos, Foli parpadeó lento.- Y a quién tengo que decir la canción?
- Remigio..
- Es verdad…SuperRemigio…- Y Gambi se rio con una risa enlatada de muñeca- Gracias..quien quiera que seas..suerte después, voy a buscarle- Se despidió haciendo brillar los ojos verdes y se alejó lentamente para ir a buscar a Remigio. La Señorita Pérez se quedó otra vez sola. Y se acordó de su marido. Sonrió. Seguro que cuando recuperase el teléfono tendría varias llamadas y mensajes de él y de sus hijos, preguntándole dónde se había metido. Y por lo minutos del horno. Los platos hondos o llanos. La ensalada con aceitunas o mejor queso fresco. En la mesa o en bandejas. Se ajusto las gafas y suspiró. Ya se las arreglarían. En eso una hoja de papel se coló por una ranurita. Ella la recogió y al leer el título levantó las cejas. „Como tu mujer“ en la versión de Rocío Durcal. Pena no tener un vestido maravilloso para defenderla. Se hará lo que se pueda.
La llamaron al poco para que volviese al plató. El público la recibió con gritos de „Foli,Foli!“, de pie y aplaudiendo. El presentador era otro, este tenía un objeto volador no identificado sobre la cabeza. O era un tupé. O exceso de laca. No se paró a averiguarlo. Respondió a sus preguntas de la forma más diplomática posible, es decir, hablando mucho sin decir nada y dejando buena impresión. El escenario es tuyo, le dijeron. Y cuan „Porta Gayola“ ella se dispuso a defender la pieza. Pena de vestido maravilloso, pensó cuando entró la música. Y la defendió hasta las últimas consecuencias, poniendo el alma en cada reproche. Cuando acabó, el plató vibró con la explosión del público. Su actuación se hizo viral en minutos. Cuando entró de nuevo en el hangar el resto de monstruos y muñecos la recibieron con un concierto de lo que para ellos, cada uno en su disfraz, fue una ovación en toda regla, si bien fue un compendio de bocinazos, grititos, alaridos, bufidos, carcajadas nerviosas y ruídos extraños, como el que hacen los trenes al expulsar vapor.
Florita Ramos, La Chanteclera, bajo los efectos de una nueva tanda de antiinflamatorios y calmantes, tras ver la actuación volvió a llamar a su ex, y esta vez tras el pitido le recordó que aquella vez en Teruel no había sentido en su vida tanto frío, pero no por la nieve, si no por su desdén, y que sin embargo te quiero hijo de tu madre que no tiene culpa ninguna la pobre que bastante tiene con lo que tiene que sólo lo sé yo porque yo y tu madre estamos así, así como te lo digo y ella no se lo explica y yo no sabía que los folívoros fueran osos siempre pensé que eran monos fíjate y porque lo miré en gogle. Fin de mensaje. Suspiró y dejó caer el teléfono sobre la cama. Pues mira tú, cómo te ríes, cómo juegas tú…con la esperanza que yo he puesto en tí…nananá..hijo de tu madre..
Esta vez la Señorita Pérez se tuvo que beber el equivalente a cuatro vasos de agua, y Leire la acompañó al baño. Ahora Leire llevaba un vaporoso vestido de tul gris, que más parecía nube que vestido, del que emergía la cabeza de Leire con el pelo recogido en un moño coca y los ojos en look smokey. La Señorita Pérez la ayudó también a hacer pis, ya que a Leire le era totalmente imposible dominar tal cantidad de tul, aprovechó también para preguntarle qué era exactamente lo que llevaba el presentador en la cabeza y Leire le confesó que nadie lo sabía ni se atrevía a preguntarlo, que ya había aparecido así de casa. Ella suponía un viaje a Turquía fallido, o algo así. La Señorita Pérez le dio la razón, si bien no supo en aquel momento hilar qué tenía que ver viajar a Turquía con peinarse raro.
Después regresaron al hangar, charlando sobre lo bonito que es el Jerte en primavera.
- Yo en cualquier momento salgo por peteneras-Dijo de pronto una voz como de misterioso tunel, la Señorita Pérez miró hacia las dos pantallas, pero no vio a nadie.
- Pónte delante, es que si no me tengo que girar y es un lío..- Dijo con su voz de eterno cansancio, ante ella en la pantalla se presentó entonces un montruo que era la perfecta mezcla entre un rinoceronte y un cocodrilo, ataviado con uniforme de piloto.
- Yo soy Hastaluegococodrilo así todo junto…ni idea de quién piensa los nombres..
- Yo Foli..
- Según parece vas de primera con diferencia, yo de quinto…pero es que me quiero ir a llorar en paz..- La Señorita Pérez hizo parapadear lento a Foli y con uno de sus brazos logró acariciar las solapas del uniforme de Hastaluegococodrilo , este le enseñó su flamante dentadura.- Ayer tuve que despedirme de mi perro, ya era muy mayor y no podía más y el veterinario me dijo que era lo mejor…pero aún así,aún así…- Y exhaló una especie de bufido-rugido que sonó como lo hacen los retretes de los aviones.
- Vaya hombre…cuánto lo siento..
- Tienes mascotas?
- Tenemos un pez, Blub..
- Pues entonces ya te haces una idea del disgusto..- La Señorita Pérez se ajustó las gafas, aquel Blub ya era su quinto Blub, pero era verdad que le tenía cariño.
- En algún lado leí que, al parecer, existe el Cielo de los perros…estoy segura de que está allí..- Consoló parpadeando lento, Hadtaluegococodrilo volvió a soltar su bufido-rugido.
- Ya…pero entonces ni allí lo voy a volver a ver, yo no soy un perro…ay qué llorera!
- Ya verás como al cantar se te pasa..
- Mi próxima canción es „Cae la nieve“ de Adamo…piensa tú positivo con esa..
- Pues canta otra, se pueden cambiar…
- En serio?…pues no sé…
- „La Romería“ de Victor Manuel…más alegre que esa…
- Tienes razón…además yo canto justo después del „Porompompero“ del marciano bicéfalo, y pasa bien..dónde está Remigio?
- Eso ya…es brujo quien lo sepa..
- Verdad? Ese hombre es como el 3 en uno…
- O el Reflex en spray…
Y llegó el momento de verdad. La final. Y la Señorita Pérez estaba en ella. Alguien, en quien ella supuso a Remigio, le coló la hoja con la canción. Ella se ajustó las gafas y achinó los ojos para leer bien el título, luego echó un buche de aire y suspiró. Por un momento pensó en cambiarla, buscar a Remigio y elegir otra. Pero después cambió la idea. Aquella era una canción de Final. Para bien o para mal. Sonó el timbre y con el corazón en la garganta se dirigió despacio al plató, recibiendo a su paso palmadas de ánimo y suerte, alguno ya la llamaba campeona. No te lo creas Isa, que aún tienes que dar el do de pecho, literalmente. Nada más acceder al plató la recibió un ya entregado público con pancartas y coreando su nombre. Si hay que cantar, pues se canta Isa, que todo sea eso. La conversación con el presentador fue breve. Se hizo el silencio. Y la orquesta entonó los primeros acordes de „Himno al amor“ de Mireille Mathieu.
Cuando la orquesta remató el final, no quedaba un ojo seco en todo el plató, ni manos sin agarrar, ni pañuelos de papel que prestar, el presentador, por primera vez en su carrera se quedó sin palabras, Leire arruinó a gusto sus ojos smokey, Remigio la cantó para si en francés, el público aupó a Foli al estatus de leyenda en su ovación posterior y Florita Ramos, la Chanteclera, llamó a su ex para confesarle que le había amado, le amaba y le amaría por siempre jamás, dijera lo que dijera la gente, y que si nunca había dicho quién era el padre de su hijo era porque era clavado a él y que si la gente no lo notaba pues qué sabe nadie y te llevo en la cartera y todavía guardo aquel billete de tren a Burgos que nos dejó tirados te acuerdas pero yo estaba contigo y todo me daba igual ni vi la catedral, mi vida!que me van a operar y si no te vuelvo a ver al menos ya lo sabes todo,mi perdición de ojos verdes!.
Por unanimidad y con una sideral diferencia en puntos con los otros dos finalistas, Foli fue desvelada como la ganadora del concurso „No es monstruo todo lo que parece“ y llegó el momento entonces de desvelar su identidad, extremo que se llevó a cabo abriendo justo una ventana a la altura de la cabeza de la Señorita Pérez.
De toda una nación, sólo doscientas cincuenta personas reconocieron a la Señorita Pérez. Que era la gente que conocía a la Señorita Pérez. Entre ellos su marido y sus dos hijos, a lo que se les cayó el tenedor de la mano al plato al descubrir a su esposa y madre tras Foli, y no tuvieron tiempo ni de reaccionar ya que acto seguido se vieron abrumados por un alud de llamadas al teléfono fijo, whatsapps a los tres móviles, y el timbre de la puerta. También los alumnos de Infantil B, que habían clamado durante todo el programa que aquella era la voz de su Señorita, pero nadie les había hecho caso. Florita Ramos, la Chanteclera, se enteró al día siguiente de boca de su ex, quien se presentó en la clínica con un enorme ramo de flores como propósito de enmienda.
La Señorita Pérez, en cuanto pudo dominar su emoción y desbordante alegría, anunció que donaría el dinero que le correspondía de premio al colegio para renovar el gimnasio.
Y entonces alguien abrió las puertas de los hangares, y el plató se llenó de monstruos y muñecos, que fueron la señal para dejar caer millones de globos y bombas de confetti, y la Señorita Pérez recordaría aquel momento como uno de los más felices de su vida.
Y, por supuesto, después entregó la llave.
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Muchas Gracias, Xoana! Bicos a moreas!
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