Procesionaria
Jon la localiza a las once, cuando ella sale de casa. Lleva una bolsa de tela. Gafas oscuras. Sube la calle, cruza y se mete por la peatonal. Él lo hace un coche después. Ella entra en una panadería, él hace que mira un escaparate de un negocio de telas. Dos metros, tres euros. Ella compra una barra y lo que parecen dos croissants. Sigue por la peatonal. Se pasa por una papelería. El País, Diez Minutos, dos piruletas. Jon cuenta los pares de zapatillas de deporte falsas que un „mantero“ africano coloca con toda parsimonia sobre una sábana. Veinte. Ella tuerce a la izquierda y enfila hacia la mercería. La tercera vez aquella semana. La anterior habían sido sólo dos. Siempre seguía el mismo esquema, ella entraba en la mercería, le pedía a la dependienta dos bragas Norma, talla S, de color rosa, que la dependienta tenía que coger de una caja que estaba en la estantería del suelo al techo de detrás del mostrador. La caja estaba en el estante más alto. La dependienta no ponía pegas. Él sólo había entrado dos veces, aprovechando dos ocasiones de una mayor afluencia de público, y su presencia pasó desapercibida.
Ella pagaba y después se iba, doblaba otra vez hacia la peatonal y se encaminaba a su casa, de la que no salía hasta el día siguiente a la misma hora.
Habían recibido la orden de seguirla, y le había tocado a él. No les habían explicado porqué. Al parecer su ex-novio andaba metido en jaleos en Sevilla, y querían saber si ella tenía algo que ver. Pero ella sólo compraba bragas. Casi todos los días. Norma, S, de color rosa.
-Pero vamos a ver…Mariola..tú, cuántas bragas tienes?- Mariola miró a Jon y levantó las cejas, sonrió levemente e hizo como que hacía memoria.
-Oscila…unas veinte, o así..
-Veinte?
-Sí, veinte…pero oscila, ya te digo..
-„Oscila“ dice…- Mariola le regaló una franca sonrisa, Jon suspiró y ordenó las fotos de la mujer, la dependienta y la mercería que tenía delante de él.
-Le pregunté a Lara y me contestó lo mismo „depende“…ella calculó veinticinco…y yo me tengo que conformar con diez tristes calzones, oye…- El resto del equipo, sentado alrededor de la mesa estalló en carcajadas.
-En serio…diez tristes calzones…
-Lo que está claro es que tiene que ver con las bragas…- Anotó Mariola, Jon asintió.
-Sí…hasta ahí llegué yo, pero qué..venta clandestina? Al por menor…con las vecinas..?- Supuso Jon.
-En Ebay, a lo mejor las vende en Ebay…- Apuntó Boutureira, al tiempo que tecleaba algo en su portatil, todos le miraron sin ocultar su extrañeza, Boutureira asintió con la cabeza varias veces- En serio, a lo mejor no se fabrican en todas partes igual…pasa con las tetinas de los biberones de cero a tres meses-Levantó la vista y descubrió a los otros mirándole a su vez, en silencio, sin creerse del todo lo que él acababa de decir- En serio, mi sobrino sólo quería beber de las que se fabricaban en Corea…
-Pues mira ahí dónde fabrican las bragas Norma, a lo mejor son „virales“ y no lo sabemos- Concluyó Corcubión.
-Y siempre le atiende la misma dependienta?- Quiso saber Duarte
-Sí, es una mercería grande, hay tres dependientas, pero hasta ahora sólo la atendió una de ellas…
-La próxima vez voy yo contigo, a ver si también me las vende a mí- Comentó Mariola, Jon la miró con interés.
-Qué quieres decir?
-Si siempre le atiende la misma persona y compra el mismo producto…algo no cuadra..
-Mañana, sin ir más lejos…
-No vayáis juntos… a lo mejor ya está sobre aviso- Comentó Duarte.
-Cómo se llama la mercería?- Se interesó Mariola.
-„Cuca“- Respondió Jon, todos le miraron a la vez e iban a decir algo, pero Jon levantó el dedo índice de su mano derecha, conteniendo a penas la risa.
-Coñas las justas, por favor.
Jon siguió a la mujer como de costumbre, y ésta volvió a repetir el mismo patrón. Esta vez, mientras ella entraba en la mercería, él entró en un bazar chino que se encontraba justo enfrente , desde donde podía observar lo que ocurría en el mostrador. Misma dependienta. Misma caja en lo alto de la estantería. Después de comprar lo que supuso eran las bragas, la mujer salió del establecimiento y volvió a la zona peatonal mientras fumaba un pitillo. Jon le dio media calle de ventaja, y la siguió. Se cruzó con Mariola, quien no le concedió ni un soslayo.
Mariola también se ayudó del bazar. La dependienta que siempre atendía a la mujer todavía estaba en el mostrador, las otras dos, seguramente, al fondo de la tienda.
Un grupo de chicas con sus madres entraron al rato en la mercería. Mariola, en el bazar, haciendo como que contrastaba dos llaveros de la Torre de Hércules que al parecer brillaban en la oscuridad, pudo observar que la chica del mostrador, ante la demanda de una de las clientas, se ausentaba hacia el almacén. Mariola, aprovechó la ocasión, y cruzó.
Cada vez que entraba un cliente, se activaba una campanita con la escala musical „doremifasol“. Mariola pensó que ella sería incapaz de trabajar si tuviera que escucharla todo el día una y otra vez. Se ajustó las gafas oscuras, se repasó el ya de por si tirante cabello negro sujeto en una cola de caballo, y se acercó al mostrador. Bingo. Otra de las dependientas se acercó solícita a ayudarle.
-Dime
-Yo quería unas bragas…
-De qué tipo?
-Norma, talla S, rosa…de las que están en la segunda caja por la izquierda, en el último estante- Precisó señalando la caja exacta con el dedo. La dependienta levantó mucho las cejas y alzó la vista hacia donde ella le indicaba.
-Ya, pero Norma también tenemos…
-No, gracias, a mí me dan especialmente gracia las que están ahí..- La chica asintió, y alcanzó una escalera a la que se subió para coger la caja.
-Cuántas quieres?
-Me vas a dar cuatro..
-Sólo rosa?..las tenemos monísimas en azul y en coral..
-Pues una de cada..
-Son comodísimas…vendemos muchas..
-Me consta.
Cuando Duarte llegó esa tarde al portal de su casa, pensó, por un instante, que había una reunión de vecinos y que a él, por alguna razón, se le había olvidado. Además de Indalecio, el portero, se encontraban una mujer bajita, y que parecía peruana, vestida con un uniforme rosa palo y mandil blanco de organdí, tratando de plegar un cochecito gemelar, una chica con cola de caballo, ataviada con una cazadora de forro polar y vaqueros, con un niño que no llegaba a los tres años de la mano y que le indicaba a la otra cómo tenía que hacer, y Gelo, éste con un bebé en brazos, tratando de mantener controlados a otros cinco chavales en uniforme de colegio, que se divertían saltando de escalón en escalón por la escalera del portal.
-Buenas..pasó algo?- Preguntó Duarte, sin saber a dónde atender. Gelo cambió de brazo al bebé, que parecía encantado de estar a tales alturas, y sujetó con suavidada uno de los niños que amenazaban con salir a la calle.
-Nada…circulen, circulen…y a patas, que tenemos copao el eleveitor..- Explicó optando por situarse en el umbral del portal para evitar más fugas. Los otros tres, ocupados en plegar el coche gemelar, le saludaron sin prestarle demasiada atención, y Duarte se dispuso a subir los cinco pisos a pie.
Después, Gelo le explicó que hacía un par de días había coincidido con la chica que se ocupaba de cuidar a los niños, siete, de la familia que había comprado los pisos de Xoxón*. La había ayudado en la labor de subir a los niños en el ascensor, y, desde entonces, aprovechaba cada ocasión para estar con ella.
-Una forma muy peculiar de ligar- Opinó Duarte, medio recostado en el sofá haciendo zapping con el mando de la tele, Gelo, junto a él, en la misma posición le miró de soslayo.
-Es que es como la película „300“…pero con chavales, neno, no los controlas…y la pobriña achantando con todo…buah..no me da el alma, neno..es muy riquiña..
-Cómo se llama?
-Susa
-De Jesusa..
-No, neno, de Susanita…como la del ratón, no sabes?
No Signal
-Sabían las claves de acceso, no dio tiempo a nada, entraron a tiros.
-Cómo está Amanda?
-…..
-Dónde está Amanda?!
-No lo sé, Eric, cuando yo llegué la policía había tomado el lugar…..han muerto todos, menos Tadic, que está en coma….
-Pudiste ver los cadáveres?
-Si…..pero ella no estaba entre ellos, sólo Lu,..pensé que era ella …pero era Lu….
-Estaré ahí en menos de veinticuatro horas…
-No te muevas, no es seguro…
-Encuéntrala.
-No me llames, yo te busco.
V.
El coche era azul y automático. Había dejado al navegador guiarle, sólo había hecho una pausa, no le gustaba perder el tiempo. La voz artificial del aparato le explicó qué desvío debía tomar, y se descubrió en la arteria de entrada a una ciudad. Se sentó mejor y agarró el volante con las dos manos enguantadas, al verse de pronto en uno de cuatro carriles, por los que circulaban cientos de otros coches que cambiaban de vial a toda velocidad, no siempre usando intermitente. Tras un cambio de rasante, la ciudad se abrió a él en la lejanía. Maldijo a W.. Aquello no era un „pequeño pueblo de pescadores“. Dejó la arteria en una de las salidas hacia algún lugar, y buscó un sitio donde aparcar el coche. Lo dejaría abandonado. Como de costumbre. Encontró una plaza en lo que parecía el aparcamiento de un edificio oficial, no supo identificar de qué. Si había algo que no soportaba eran los imprevistos. Y aquel era uno. Llegas, te ocupas y desapareces, le había dicho W. Un plan simple. En un pueblo de pescadores, quizás. Pero no allí. En un kiosko compró un mapa de la ciudad y lo abrió sobre un banco. Estaba en una península. En una ciudad grande. Todo menos sencillo. Sacó casi con rabia su móvil del bolsillo del pantalón. Esta vez, no claudicó al inglés.
-Es una puta península
-Y qué puedo hacer yo para cambiarlo?
-Dame los datos
-Todavía no los tengo
-No tengo todo el tiempo del mundo
-Macu Efe. Estamos descifrando.
-Foto?
-Positivo. Te la envío.
-Esto cambia las condiciones
-Ocúpate de ella. No del dinero.
-Eres un hijo de puta
-Lo sé, ella misma me lo dijo.
De flamencos y hombres
Lorenzo Carreira era muy guapo y encantador. Y eso era todo lo que se podía decir de él. Además era el padre de Lois, el hijo de Macu. Habían empezado la relación como adolescentes, y hacía cinco años había llegado Lois. Antes de que el niño cumpliera un año, la relación se había roto. Por desgaste, y la negativa de Macu a seguir tirando sola del carro de la vida de ambos, ya que Lorenzo, si algo no hacía, era trabajar, ya que vivía de las rentas de sus padres.
-Entonces mañana lo recoges de judo..
-Mañana?…pues no puedo..
-Por?
-Quedé con estos, para arreglar un asunto y va a coincidir…
-„Con estos un asunto“….y qué asunto, si puede saberse?
-Macu…
-Bueno, vale…pues no lo recoges, pero me das los veinte euros que te corresponden para la excursión..
-Veinte?
-Sí, Loren, veinte…fiftyfifty que dicen los ingleses, y no digas que no tienes porque te pongo un pleito…
-Me encanta cuando sacas las cosas de quicio…- Sentenció Lorenzo, dedicándole la mejor de sus sonrisas y un guiño, al tiempo que sacaba la cartera del bolsillo del pantalón. Macu optó por respirar hondo y arreglarse la melena.
Amanda, que asistía a la escena sentada en el sofá del salón, hojeando el periódico, sonrió, pero continuó en silencio. Desde que había llegado a casa de Macu, se había ofrecido voluntaria para hacerse cargo de Lois. Macu vivía bastante céntrica, por lo que había podido observar hasta ahora, en una de las calles que desembocaban en el estadio de fútbol de la ciudad, muy cerca de un colegio religioso, cuyo uniforme le recordó al que había tenído que llevar ella de niña en el suyo. Lois, sin embargo, no iba a ese colegio, él iba a uno llamado Eusebio da Guarda, en una plaza enorme, no muy lejos. Ella le recogía y le llevaba a las actividades que tenía por las tardes, mientras Macu estaba trabajando. Lorenzo siempre tenía cosas mucho más importantes que hacer, y la madre de Macu se había ido de excursión con el Inserso a Tenerife. A Coruña era más grande de lo que había pensado. Y pasaban cosas. Acababa de leer en el periódico, que la policía había desarticulado una red de tráfico de drogas que camuflaba la cocaína impregnándola en ropa interior femenina, que después distribuía a través de una mercería. No pudo sino maravillarse de las ideas a las que llegaba la gente para tales tratos.
-„Sacar las cosas de quicio“ dice, porque quiero la fiesta en paz…si no…- La voz de Macu apenas podía maquillar su ira, tras acompañar a Lorenzo a la puerta y volver al salón.
-Qué tiene que hacer?- Se interesó Amanda, dejando el periódico a un lado.Macu hizo girar los ojos.
-Nada, ese es el problema, Loren no hace nada…por eso me revienta los nervios, él se relaciona y pasea, nada más…
-Y de qué vive?
-De la madre que lo parió y del padre que lo hizo..- Sentenció Macu abandonando el salón al tiempo que soltaba un bufido, Amanda iba a comentarle algo, pero se quedó sin palabras al verla aparecer de nuevo con un brazado de cartulinas rosas con flamencos dibujados y dos bolsas con plumas verdes imitando marabú.
-Qué es eso?
-La deco de la próxima boda…
-Y tienen que ser flamencos?- Amanda cogió entre las manos un puñado de plumas , sin ocultar un gesto de escepticismo, Macu se sentó en el suelo y comenzó a recortar la figura de uno de los cartones con unas tijeras de tamaño considerable.
-Sí, al parecer se conocieron en un sitio donde había muchos y quieren que sea igual- Contestó mientras cortaba con precisión milimétrica el flamenco, Amanda se sentó junto a ella en la postura del sastre, y comenzó a pegar las plumas sobre el flamenco que ya estaba recortado, Macu la miró sorprendida.- No te preocupes, ya lo hago yo…
-Así acabas antes, flamencos…a quién se le ocurre?- Y pegó unas cuantas plumas, Macu se encogió de hombros.
-Demasiado dinero, por eso se les ocurre- Amanda pegó unas cuantas plumas más y le dedicó una mirada fugaz.
-Demasiada tontería, hay mejores cosas en que invertir „demasiado dinero“ Macu, créeme- Macu le dio la razón mientras pensaba en qué invertiría ella si tuviese dinero, meneó la cabeza rechazando la idea y volvió a centrarse en el flamenco.
-El aloe te está haciendo bien en la cara, pues sí que debió ser bueno el accidente…- Le comentó apartándole un mechón rubio del rostro, Amanda sonrió levemente.
-Siniestro total…- Mintió pegando con cuidado un par de plumas, Macu levantó las cejas.
-Y de verdad no quieres ir al médico…
-No, no hace falta…es eso purpurina?
-Sí hija mía, quieren también „brilli-brilli“…
-Pues lo hacemos en la bañera, porque si no acabamos las dos como bolas de discoteca…- Macu no pudo evitar soltar una carcajada, Amanda la imitó y lanzó al aire un puñado de plumas.
Nunca pasa nada
Cuatro brazos cargan más que dos. Y si además, dos de los brazos eran de Gelo, más que mejor. Duarte, aprovechando que tenía la tarde libre y que Gelo prácticamente se había mudado a su casa, decidió acercarse con él al supermecado que quedaba al lado para hacer una compra. En un principio querían hacerse con básicos, como leche y pan de sandwich, pero acabaron cada uno empujando un carro lleno.
-No pilles de esas, que tienen el aceite de palma de los cojones….
-Aceite de palma?…son galletas…
-Ya pero mira..ves?…por todas partes, nos envenenan neno, es lo que hay..
-Estas no tienen…y viene en pack-ahorro..
-Dalle…
-Vamos a pasar de largo de las patatas fritas….que la última vez nos cundieron de aquí hasta el portal…
-Ay yo me pillo las Bonilla….tú haz lo quieras…
-Una cosa…entonces esa gente cuántos son?…porque yo ya perdí la cuenta..
-Qué gente?
-„La que frecuentas“ que diría mi madre…- Gelo sonrió y metió dos bolsas de magdalenas a su carro.- Cuando hay sonrisitas….
-A ver cómo te explico, neno, „esa gente“ son ellos dos, la pareja, y luego la chavalada, que son siete…u ocho, como lo veas, porque viene otro al parecer-Duarte soltó un silbido y cogió un tarro de mermelada de fresa.- Si, neno, flipa…pueden montar ellos su propio cole…
-Y tú eres un „cooperador necesario“..
-No hagas coñas que sí, a ver cómo te explico…es que pavo, yo me jayo, neno, Susa es sola para los chavalitos y Hemérita…se llama Hemérita la pava, en fin, pues eso, que Hemérita es para la casa y cocinar, pero no dan, neno, no les da la vida…porque ellos ni un dedo eh?…cuidadito, no se vayan a herniar…
-Ya sólo lavadoras..supongo, no sé..a propósito, necesitamos suavizante…
-No lo compres con olor a maracuyá…que vas oler a combinado de puticlú, o eso dice mi vieja..- Duarte le miró con los ojos muy abiertos.
-„Combinado de puticlú“?
-A ver cómo te explico…mismamente, y planchan con almidón..que yo ni flores de que aún existía eso, y luego está el agua bendita por el cogote, no te partas el eje que es cierto, neno, que me muera aqui mismo de un parraque, que el domingo de librar nada, todos a rezar…bueno, todos, menda no…ellos van a darse golpes de pecho..ah claro, pero Susa y Hemérita tienen que ir para apancar con la chavalada y uniformadas, no te lo pierdas, que ellos ni un moco suenan eh?…y claro después se van al „vermú“, que ella es de los Madriles y allí hacen eso, no sabes?
-De „vermú“?
-Como lo oyes y te lo narro, neno, pero Susa y Hemérita no eh? Cuidadito, ellas apancan con la chavalada de vuelta pa casa…y a todo esto, Hemérita es evangélica, pero tiene que ir a darse golpes de pecho con ellos también a Santa Lucía…
-Hemérita? De dónde es?….paso de coger verdura, patatas si eso, tú qué dices?
-Patacolas? Te traigo yo un saco de un pavo de Coristanco…la pava es de Perú, y ya me dijo que ella apanca porque le están haciendo los papeles y porque manda dinero a dos chavalitos que tiene allá..que si no no la volvían a ver…
-Pero se los están haciendo, o dicen que se los hacen…porque esa es otra…Pimientos de Padrón, trae pa cá…
-Sí, en eso le tienen ley, que ya tuvo que ir a hacer rollos ella y tal…pero es que mira…son ellas dos, para el caso Indalecio y menda…y es un no parar…
-Te veo muy puesto en la materia…Donetes, qué sería de mi sin Donetes…
-Por lo que me conviene, neno, que a Susa yo ya le tengo ley, entiendes?
-Pero hay tomate?
-Orlando, si te parece…julay, le di un pico y flipé neno…que se caiga la Torre si miento joder…que morí..con un pico, neno, „tomate“ dice el pavo…
-Bueno, hombre, un pico en Flandes..- Y no pudo evitar reirse, al tiempo que le lanzaba un paquete de Donuts de chocolate, Gelo le miró haciendose el ofendido.
-Y tu madre qué tal mea?…no te partas el eje, que tú también achantas en dique seco..
-El desierto del Goby..
-Chamalle X…
Riesgo Calculado
El sábado amaneció con sol y un cielo sin una nube. Macu se había tenido que marchar temprano a una de sus bodas, y Amanda se había quedado a cargo de Lois. Desayunaron juntos Colacao con galletas María, combinación insuperable a su modo de ver y que ella ya había catalogado como manjar, que superaba con creces todo lo que había podido desayunar alguna vez antes. En vista del buen día, decidió salir con Lois de paseo, sin rumbo fijo, así continuaría descubriendo la ciudad y de paso aprovecharía para hacer una compra pequeña, si pasaran por delante de algún supermercado. Lois recibió la noticia dando saltos de alegría, como si llevara meses encerrado en una celda de incomunicación, Amanda no pudo sino reir, ya no le dolían los músculos de la cara al hacerlo y los moretones ya habían desaparecido, pero en algún momento tendría que visitar un dentista ya que estaba segura de haber perdido una muela. Otra cosa era su pelo, abundante, rubio y lacio, que siempre llevaba en un corte en capas y que, ahora caía en desigual melena hasta sus hombros, con una especie de flequillo, sonrió a su imagen en el espejo y se lo peinó lo mejor que pudo. También peinó a Lois, con agua de colonia y raya al lado, lo que le regaló un aspecto de lord inglés en miniatura.
Cogieron el autobús en la parada junto al Estadio de Riazor. Ella se sentó en un asiento de ventanilla y a Lois en su regazo, entreteniéndole en hacer que contase coches rojos, su color favorito. El autobus atravesó la Plaza de Pontevedra y continuó por la Calle San Andrés, zona que ya había recorrido en sus primeros días, al ir a recoger a Lois al colegio. Decidió continuar ruta un rato más, después volverían caminando y comerían en algún lugar, respiró hondo y besó a Lois en la cabeza. Al menos eso. Poder respirar hondo. Lois le regaló un sonoro beso y una sonrisa que la hizo reir.
Se bajaron del autobús a la altura del Teatro Colón, y, de la mano, tras cruzar hacia Los Cantones, se adentraron sin prisa en la Calle Real. Lois, fiel a su costumbre, se paró delante de todos los músicos callejeros que encontraron a su paso, y a todos quiso dejarles una moneda. Toda la ciudad parecía haber salido a la calle aquella mañana, aprovechando el primer día de sol en mucho tiempo, sólo enturbiado por el viento, aún frío, que se colaba traidor por las bocacalles. Una vez llegaron a la altura del Teatro Rosalía, Amanda se decidió por bajar hasta La Marina, antes, le compró a Lois un perrito de peluche que ladraba y saltaba dando una voltereta en el aire, a un chico negro que los vendía sobre una manta tendida en el suelo.
Avanzaban despacio por delante de las terrazas de La Marina, cuando Lois le señaló un parque de juegos infantiles al otro lado de la explanada, que no era tal, ya que, como pudo observar, pasaban coches. Aún preguntándose a quién se le habría ocurrido situar justo allí el parque de juegos, cruzó la supuesta explanada. Lois se soltó entonces de su mano y corrió a hacerse con un columpio que había quedado libre. El parque estaba muy visitado, y los niños corrían jugando de un lado a otro en alegre algarabía, salpicada de llantos e infantiles discusiones sobre quién subía primero a qué tobogán, todo bajo la más o menos atenta mirada de numerosos adultos, emparentados o no con los niños, y que se entretenían charlando en grupos, muchos acunando a bebés todavía en cochecito de capacho. Amanda empujó varias veces a Lois, que se cansó pronto del columpio, y quiso jugar con su perrito. Mientras él se entretenía en hacer ladrar y saltar al perrito, Amanda se fijó en el puerto colindante, y los barcos de pesca atracados, que ya había visto en postales, pensó que, después, podrían pasar por delante y verlos de cerca, se estaba preguntando dónde estaría ahora atracado su yate, cuando Lois llamó su atención.
-Mira Manda! Si tiro de aquí salta dos veces!- Exclamó maravillado, Amanda sonrió y se agachó para ver lo que era capaz de hacer el perrito.
Y entonces sucedió. Amanda escuchó lo que le pareció fuera el intento inutil de alguien de hacer explotar una bolsa plástica llena de agua, y el hombre que hasta ese momento había estado de pie tras ella, charlando animadamente con un amigo, se desplomó al suelo exhalando un grito de dolor y salpicando en su caida a su alrededor con chorros de sangre que provenía de una herida en su pecho, que la alcanzaron a ella,a Lois y al hombre con el que estaba hablando. Amanda agarró entonces del brazo a Lois,y salió corriendo. Dejando atrás los gritos desesperados de todos los presentes, cruzó la explanada sin mirar, sólo concentrada en alcanzar más velocidad de la que sus piernas podían darle, respira Amanda, respira, solía repetirle su entrenador personal, y eso hacía, respiraba y corría, ajena a los frenazos que generó a su paso a ciegas, a la gente que empujaba, en su desesperada huida a lo largo de La Marina. Sin ni siquiera mirar hacia los lados, alcanzó el Casino, dobló hacia Rua Nova, haciendo caso omiso de las protestas de la gente con la que chocaba a su paso, sin bajar un ápice su ritmo de zancada. Alcanzó San Andrés, que cruzó tan rápido, que los conductores apenas tuvieron que frenar, para recorrer después la Rua Alta y tras ella cruzar hacia el Paseo Marítimo. Respira, Amanda, respira. Y continuó corriendo, zancada tras zancada. Fue entonces cuando escuchó una especie de gemidos junto a ella. Lois. Había llevado todo el tiempo a Lois aferrado de un brazo, y él no había hecho otra cosa que intentar rozar el suelo con sus pies y seguirla, atenazando el perrito contra él. Lois. Amanda, sin encontrar apenas aliento con el que respirar, incapaz de contener las lágrimas, le cogió en brazos y lo abrazó contra si, llamándole quedo mientras le acariciaba la cabeza.
-Y no me caí…Manda…no me caí….- Repetía el niño abrazándola a su vez, sin entender el porqué de su llanto.
Cuando entraron en casa, Macu ya había regresado de su evento, y les recibió dando una teatral vuelta sobre si misma en un vaporoso vestido de tul azul cielo, con una falda con mucho vuelo.
-UUUy qué maravilla….como la Cenicienta…me lo dio Cami, era de una que no lo quiso…- Y volvió a girar sobre si misma, al cesar en el giro, reparó en el aspecto que ambos traían. Bañados en sudor, claramente agotados y con las ropas salpicadas de algo rojo, que quiso pensar no era la sangre de ninguno de ellos.
-Al señor se le cayó pintura….mamá…por todas partes….pintura roja….y…Manda sabe volar…y mira, si tiro de aquí el perrito salta dos veces…- Aclaró Lois mostrándole el perrito, Macu se llevó la mano a la boca, y antes de que pudiera reaccionar, Amanda se desplomó desmayada al suelo
V.
Había dejado entrar a dos personas al autobús antes de entrar él. No se sentó, permaneció en el espacio del medio, atento a lo que Amanda pudiera hacer. Ella jugaba con el niño a contar coches. El niño. No entraba en el encargo. Pero suponía otro problema. Vas, te encargas y desapareces, le había dicho W. Pero no iba a ser tan sencillo. Siempre llevaba su mochila colgada al pecho. Esperando la ocasión. Cuando W. se había decidido a enviarle los datos que necesitaba para localizarla, lo había hecho sin problema. Hasta ahora no había tenido ocasión para llevar a cabo el encargo. Había alquilado una habitación en un hostal en los alrededores de la estación de autobuses. Sin papeles ni preguntas. No tenía pensado quedarse demasiado tiempo.
La chica decidió apearse en una especie de parque, él no se apeó enseguida, dejó salir a otras personas antes. No era tonta, siempre iba mirando a su alrededor, atenta a aquellos que se acercaban demasiado, evitando multitudes. Nunca sola. Le resultó difícil seguirla entre la gente, el niño se paraba cada poco ante los músicos callejeros, o quería juguetes. Él hacía como que miraba escaparates, o que consultaba su móvil. Pero no la perdía de vista. Él nunca perdía de vista su objetivo. Cuando ella decidió abandonar la calle peatonal, él se alejó media calle. Cuando alcanzó La Marina, casi le dio la risa. Campo abierto. Ella cruzó la explanada, que no era una explanada, porque pasaban coches, para ir al parque infantil. Campo abierto. Sólo tenía que buscar dónde apostarse. Sacó unos pequeños prismáticos del bolsillo de su cazadora, y oteó en la distancia. Sonrió. Si hoy hubiera jugado a la lotería, a lo mejor le hubiera podido tocar. Pero, para él, ese era el mejor premio.
El CarracedoII no era un barco grande. Pero tenía el techo de la cabina del puente de una sola pieza de madera y éste tenía la altura perfecta. No había vigilantes, así que no le resultó complicado entrar. Ya sobre su atalaya, montó el arma y paró su cronómetro, cuarenta segundos, cuatro segundos más rápido que con la anterior. Calidad y precio. Sólo metió un proyectil. No iba a necesitar más. Te encargas y desapareces, se dijo. Campo abierto. Sólo el viento. Noreste. A rachas. Y allí estaba. Mirando hacia los barcos. Parecía que le mirara a él, sonriéndole con sus infinitos ojos azules. Adiós rubita. Y apretó el gatillo. Maldijo. Se maldijo. Maldijo al niño. Los niños siempre eran un problema. Cuando volvió a su mira telescópica, ella se había esfumado. El blanco equivocado estaba con vida. La próxima vez apuntaría al corazón.
-Pódese saber que busca usté ahí?*- Ya había guardado su equipo, ahora estaba de rodillas sobre el puente, tratando de enviar un mensaje a W. La voz del hombre, que parecía querer preguntarle algo desde la puerta del puente, le distrajo. No entendía lo que le estaba preguntando.- A ver qué vai ser esto….faltaría mais…aghora subensenos ós barcos para ás fotos…manda truco…- V. le miró y parpadeó lento. Si le eliminaba, tendría que hacerle desaparecer. A él y al barco. Y no tenía tiempo para tonterías. Así que, sin más, le sonrió y enfocándole con su móvil, le hizo una foto con un potente flash.- Arre coño!….e encima me fai unha foto o tio!….esto é a repanocha!…pero boeno.!…Oiches Tito!…hay que mandar orden de que poñan vixilancia eh…Tito!- El tal Tito, que estaba en el barco vecino le miró sin entender.
-Qué che pasa..ho…tanto berro!
-Non viches? Tiña a un enriba do ponte fasendo fotos…
-Qué dis?!
-Ese tío…
-Qué tío..- Cuando el patrón del CarracedoII miró a su alrededor, V ya había desaparecido.
- Xoxón: Personaje que aparece en el primer caso del Subinspector Naveira.
- Se puede saber qué busca usted ahi?/ A ver que va a ser esto, ahora se nos suben a los barcos, manda truco/Y encima me hace una foto el tío, esto es lo más, oiste Tito? Hay que mandar a decir que pongan vigilancia que nos entran en los barcos/Qué te pasa…tanto grito?/ No viste?Tenía a uno encime del puente haciendo fotos/Qué dices?