Laura se despertó antes de que sonara la alarma del reloj. Ella pertenecía a la minoría de gente de su edad que utilizaba un reloj-desperador para salir de las garras del sueño, acostumbraba apagar el teléfono móvil antes de irse a dormir. Antes de apagar la luz leía un rato, no demasiado tiempo, de diez minutos a un cuarto de hora, ahora estaba leyendo uno de un arquitecto de jardines japonés donde explicaba su manera de entender la creación de un jardín. Desde que lo leía tenía sueños tranquilos y musicales, aunque cuando despertaba nunca se acordaba de las melodías. Ella también pertenecía a la minoría de gente que no se desperezaba al despertar, así que salió de la cama y fue directa al baño a darse una ducha. La ducha de la mañana no era larga. Lo justo para despejarse. Solía dejar el uniforme del colegio preparado en un galán de noche que había pertenecido a su abuelo. Su colegio, aunque femenino, daba la opción de usar pantalón de lana gris, y ella solía hacerlo en invierno, chaqueta verde ribeteada en azul con el escudo del colegio en la pechera, camisa blanca, con o sin corbata, ella optaba siempre por una pañoleta, que anudaba al cuello, zapatos negros de cordones. Si de algo tenía mucho, era pelo, abundante, liso y castaño en melena hasta los hombros. Ella no era ella sin su cola de caballo. No necesitaba más. A veces protector labial, por hacer algo.
Camino del comedor de diario, pasó por delante de la habitación de sus padres, la puerta estaba abierta, la habitación seguía tan intacta como los días anteriores. Su padre estaba de viaje, y su madre al parecer también, o no, no estaba segura. De vez en cuando recibía whatsapps de ella, plagados de emoticonos de muñequitos mandándole besos, u osos amorosos bailando. Ella le respondía con un gif de un koala comiendo hojas de eucalipto.
Cuando ella llegaba al comedor de diario, Marita ya le tenía preparado el café con leche en taza pequeña y la tostada con mantequilla que tomaba como desayuno. Eso era lo único que era capaz de tomar a esas horas. No se sentaba, bebía el café y se marchaba al colegio,chal de lana, bolso con libros y carpetas en ristre, tostada en mano.
Su autobús pertenecía a la ruta 5. La parada estaba a diez metros del portal de su casa. Durante mucho tiempo había compartido viaje con Adelaida Vázquez Campa, pero desde que ésta se había mudado a Oslo con su familia, se sentaba junto a Lourdes Paniagua Guzmán, a la que desde siempre habían llamado Lorde, antes de la aparición de la cantante del mismo nombre, como ella gustaba de aclarar, le intersase a su interlocutor o no.
- Mira Lau, Nachete me acaba de enviar una foto…- Informó Lorde mostrándole la pantalla de su móvil, en la que se podía apreciar a un chico haciendo el símbolo de la victoria con ambas manos e imitando una mueca de ganster, sentado en lo que parecía un coche. Lorde negó con la cabeza, como quien da algo por imposible- Fíjate tú qué mérito, una foto desde el asiento de copiloto del coche de su padre a las ocho de la mañana…voy a enviarle una de nosotras aquí, de sufridoras en el bus…bueno, di tú que si aún fuera urbano, calladita estás más guapa Lorde…mi padre dice que a Nachete le falta una bugía, no un hervor…una bugía..y tiene razón…pero por eso funcionamos, porque justo esa bugía la tengo yo…o no?- Y la miró guiñándole un enorme ojo azul tras sus gafas de pasta verde. Lorde llevaba el pelo rubio liso cortado a lo chico, con un flequillo que le caía a uno u otro lado del rostro, según le viniese en gana colocarlo, y que enmarcaba un rostro pequeño y pecoso, como de eterna niña, que rompía el encanto con una voz rota y profunda.- Porque lo que tengo claro es que me voy a casar con Nachete…y ya sé cómo voy a ir, me voy a poner una pamela gigante de paja de estas que llegan hasta el suelo, un vestido lencero y sandalias, así me ahorro peluquería y maquillaje…como no me van a a ver…- Laura soltó una carcajada, sólo de imaginársela, ya que Lorde no se caracterizaba por su altura- crecer aún tengo que crecer…o eso nos dijo el especialista..así que la pamela para entonces me queda de vicio…no como a mi madre, que cuando se pone una parece el sombrero de „El Principito“, no te rías, c´est vrai….- En eso le llegó un mensaje de Whatsapp- hablando de la reina de Roma…“Dónde estás?“…dónde voy a estar mamá…en el puto bus..a ver..“En el bus con Lau“, ponte mona para selfie…- Y se hicieron un selfie sonriendo exageradamente a la cámara- „Llama a tu tía para la merienda“…vale, pero qué tía, tengo ocho, para ser exactos…- Recibe otro Whatsapp- „Hola Lorde, cuando salgas del cole avisame para la merienda y te recojo en la parada, seré la del Mini-Verde.Besousss“…entonces es Irene..qué le envío?- Lorde acarició la pantalla de su móvil en busca de un emoticono.
- El Koala comiendo hojas suele gustar- Apuntó Laura, Lorde asintió con la cabeza y se lo envió a su tía como respuesta, quien a su vez le respondió con Jennifer Aniston dando palmas.
La mañana en el colegio transcurrió sin acontecimientos salientables, exceptuando que en la primera pausa, Laura recibió un mensaje de Whatsapp de su modista, con la que aquella tarde, tras el colegio, tenía una cita para probar el vestido que iba a llevar a la boda de su prima. La cita no sería en el taller como de costumbre, sino en otra dirección que le indicaba en el cuerpo del mensaje. Calle Amazonia, Torre 4, Fase 2, Piso 10G. Laura buscó la dirección online. Ni idea de dónde podía ser. Para llegar allí tenía que tomar el autobús de la Zona3.
Ella fue la última en bajar del autobús de la Zona3. El conductor, antes de abrir las puertas del bus, le preguntó si estaba segura de que tenía la dirección correcta, ella se la había enseñado en el mensaje de su modista, y él, aunque no muy convencido,la dejó bajar. Ante ella se abrió entonces un paisaje urbano totalmente desconocido, dominado por la presencia de infinidad de torres de pisos, rodeadas por un complejo entramado de calles. Calle Amazonia, Torre 4. Activó la búsqueda en su móvil, y éste le mostró casi inmediatamente un mapa con el trayecto a seguir. Tuvo que desandar dos veces una calle, y dobló donde no debía, pero por fin llegó a su destino. La Calle Amazonia era idéntica al resto de las calles, estrecha, larga, con torres de pisos a ambos lados y pasarelas de un edificio al otro, tanto aéreas como subterráneas. No tardó en encontrar la Torre 4, pero una vez ante el portal, no supo encontrar la Fase 2.
El portal estaba abierto, así que se decidió a entrar, encontrándose entonces en una especie de patio interior del que partían varios pasillos. Iba ya a llamar por teléfono a su modista, para que la guiase, cuando un chico, portando una pequeña bolsa de deporte negra apareció, caminando hacia ella.
- Hola, perdona, sabrías decirme cómo llegar a la Fase2?- Le preguntó casi sin atreverse, el chico, un tanto contrariado por su pregunta, la miró un instante de arriba a abajo y asintió levemente con la cabeza, para luego indicarle que le siguiese con un gesto desvaido de la mano- Gracias…- El chico no contestó, se limitó a avanzar por el pasillo que les quedaba a la derecha, y ella le siguió.
Llegados al ascensor, él pulsó casi con rabia el botón para llamarlo. Era un chico alto,tenía el pelo muy corto y sus facciones marcadas no disimulaban su mal humor, una cicatriz en su ceja derecha no le daba un aspecto más amable. Llevaba una cazadora de piel vuelta forrada de borreguillo, pantalones vaqueros y zapatillas de deporte, parecía estar convencido de que el ascensor descendería más rápido si mantenía su mirada clavada en los números que se iban sucediendo en el visor sobre la puerta. Laura se colocó mejor su chal de lana, un viento helado se colaba por todas las rendijas, se arrepintió de no haberse puesto un abrigo aquella mañana. Cuando por fin llegó el ascensor, el chico abrió la puerta y la dejó pasar primero. Laura se situó al fondo del habitáculo, él junto al cuadro de botones, sobre el que alguien había pintado un grafiti amarillo.
- Qué piso?- Preguntó, como de trámite.
- Perdón?
- Que qué piso…
- Ah..décimo, gracias- Él pulsó el botón con el número 10. Le dio entonces la espalda, apoyándo el hombro contra la pared. Laura se arrebujó en su chal, mientras observaba el avance verde de los pisos en los números del visor. Silencio. El ascensor hizo de pronto un ruido extraño. Acto seguido se quedó parado entre el quinto y el sexto. Silencio.
- No grites..- Dijo él entonces sin volverse, Laura aferró sus manos a su bolsa, y le miró con los ojos muy abiertos, sin poder disfrazar su pánico.
- Perdón?..- Él suspiró, y miró hacia arriba, todavía sin volverse, como buscando algo en el techo del habitáculo, si bien lo que parecía buscar era paciencia.
- Que no grites…se ha quedado trabado, suele pasar..
- Y qué…hacemos?- Él se encogió de hombros, y apoyó la espalda contra la pared, luego la miró sin mostrar un ápice de empatía.
- Esperar- Dijo casi irónico, ella miró hacia los botones.
- No hay alarma?- Él ni se dignó a buscar el símbolo en el cuadro, fijando su atención en el móvil que sacó del bolsillo del pantalón.
- No funciona- Informó, sin ánimo de darle conversación. Ella asintió en silencio, y sacó también su móvil, iba a decir algo, pero él se adelantó.
- No hay cobertura- Ella le dio la razón con un leve gesto, y volvió a guardar el móvil en el bolsillo del pantalón. Silencio. Ella se cansó de estar de pie y se sentó. El hizo lo mismo. Silencio. Entonces se fue la luz.
- No grites…
- Yo no..yo no soy de gritar..
- No se va a caer…suele pasar..
- Ya..
- Cómo te llamas?
- Laura…y tú?
- Luz..
- Luz?
- Sí, justo la que ahora no hay- Ella intentó no reirse, quien pareció reirse fue él- Riéte si quieres, no me importa- Su voz sonaba ahora más tranquila.
- Perdona..
- Suele pasar…y qué se te pierde por aquí?
- Mi vestido…quiero decir, mi modista me ha citado aquí..excepcionalmente..
- Modista?
- Sí..Lola Alberdi, 10G..
- Ni idea..
- Vives aquí?
- No, mi primo..
- De visita, entonces..
- No, a recuperar lo mío..
- …
- Se confundió con la bolsa…
- Invirtió mal, o cómo?- Él tardó unos instantes en contestar.
- No, esta que llevo es la suya..se llevó la mía por error, porque son iguales..
- Ah comprendo…
- 10G?
- Sí..por?
- Por nada..
La luz volvió con un topetazo que les asustó a ambos, y con ella el avance del ascensor.
- Si quieres te ayudo a buscar el 10G..- Propuso Luz cuando llegaron al décimo, ella le sonrió sin poder disfrazar su alivio.
- Pues sí…muchas gracias, esto es un laberinto
Salieron del ascensor y se encontraron en un inmenso rellano, del que partían tres pasillos, Luz le indicó que debían seguir el de la izquierda.
- Tu primo vive también en esta parte?- Se interesó Laura, Luz asintió con la cabeza.
- Sí, al dar la vuelta..- Explicó señalándole el final del pasillo por el que avanzaban, que no parecía tener fin. A, B, C, D, E, F. La puerta del apartamento G estaba entrebierta.
- Alberdi, es aquí, mira está abierta…- Dijo Laura, para luego dar dos toquecitos con los nudillos contra la puerta antes de entrar- Lola?…
- Laura…espera..- Advirtió Luz, pero Laura ya había entrado en el apartamento 10G. Alcanzó a avanzar un par de pasos, hasta escuchar un ruido desde algún lugar y darse cuenta de que estaba pisando sobre un rastro de sangre que se perdía en el interior de la vivienda. Una fuerza, que por un instante le recordó al rebufo de un tren de mercancías, tiró entonces de su brazo derecho y la arrastró sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo fuera del apartamento, al tiempo que explotaba lo que a ella le pareció un ráfaga de petardos. La fuerza la hizo recorrer el pasillo a tal velocidad que sus pies no tocaban el suelo, abrió puertas, descendió escaleras sorteando varios escalones a la vez, más petardos, un cristal estalló en algún lugar, más puertas, otro pasillo, más escaleras sin atender a peldaños, gritos, voces, más cristales, más gritos, ráfagas lejanas, más puertas, los petardos fueron quedando atrás, más escaleras, patios oscuros, pasarelas subterráneas, más patios, en un avance infernal que parecía no tener fin y al que sus piernas respondían mecánicamente, sin saber hacía dónde.
La huída cesó como había empezado, de golpe. Y se vio acurrucada contra la puerta de una sala de calderas, incapaz de respirar bien, aferrando con una mano su bolsa, y con la otra la mano de Luz, quien junto a ella, había apoyado la cabeza contra la puerta, y, con los ojos cerrados, trataba de volver a respirar con normalidad.
- Luz..
- …
- Luz..- Luz se volvió hacia ella, y la abrazó en silencio.
- Laura…- Susurró aún casi sin encontrar su voz, luego le acarició el rostro con suavidad- Laura..no grites…-Ella negó con la cabeza, pero no pudo evitar que un llanto descontrolado manase de sus ojos, él tragó saliba y la volvió a abrazar.
- Por..qué..me dices..siempre..que no grite..?- Articuló ella contra él, Luz la apartó un instante y la miró, su rostro había perdido todo rastro de dureza, ahora sólo había tensión y miedo, Laura fijó sus ojos en los de él, eran color miel, y sintió que allí estaba a salvo, sólo allí
- – Porque si gritas..tú, entonces también grito yo…entiendes, Laura?…y eso no lleva a nada…ahora tenemos que…
No le dio tiempo a acabar la frase. Una explosión hizo retumbar el suelo, y todo se vio envuelto en una nube de polvo, humo y cristales. Después se hizo un silencio de plomo.
- Qué hacemos ahora, Luz?
- Ir a buscar a mi tío…él sabrá que hacer.
Buscando siempre la protección de los edificios, y cerciorándose de que, en el caos que siguió a la explosión, nadie se fijaba en ellos, se alejaron del lugar. La zona de polígonos industriales se encontraba casi anexa, comunicada con el área de viviendas por varias calles, que ahora eran un hervidero de policía, bomberos, guardia civil, ambulancias, y gente que trataba de huir, o de buscar a familiares. Luz y Laura lograron acceder a través de una pasarela subterránea, desde los sótanos de una de las torres. El tío de Luz poseía una nave industrial, en la que guardaba lo que que había sido su medio de vida durante cerca de cuarenta años: dos plataformas de coches de choque. Su hijo no había querido continuar con el negocio, y ahora todo estaba guardado bajo polvorientas lonas. Luz accedió a la nave por una pequeña puerta lateral. No encendió los neones. Laura buscó sentarse sobre unos sacos, le daba impresión de haber estado corriendo toda la vida. Luz sacó su móvil del bolsillo, y le envió un mensaje a su tío diciéndole que se precisaba su presencia en la nave, una mentira a medias.
Clemente Barbera Fernández, tardó menos de diez minutos en presentarse en la nave. Entró por la portezuela del portón principal, y encendió los neones. Era un hombre muy parecido a su sobrino, con el pelo blanco. Luz y Laura le esperaban ante las lonas que tapaban los coches, cogidos de la mano, única manera con la que Laura dejaba de temblar, aún cuando Luz ya le había dejado su chaqueta.
- Luz?..Si es una broma, me cago en tu madre Dios la tenga en su Gloria…- Espetó Barbera, nada más descubrirles, Luz negó con la cabeza.
- No tío…no es una broma…es..es..muy complicado…- Comenzó Luz, sin saber cómo explicarse, Barbera se acercó despacio a ambos.
- Tiene que ver con la explosión de gas?- Luz y Laura asintieron en silencio- Y este bebé quién es?- Quiso saber Barbera señalando a Laura con las llaves.
- Soy Laura
- Se llama Laura
- Hasta ahí llegamos todos….llamamos a Tito y no responde, dejé a tu tía con un ataque de ansiedad, lo que tengas que contarme tiene que estar a la altura…
- Nosotros fuimos los que iniciamos todo…quiero decir…ella tenía una cita en el 10G, yo la ayudé a buscar el piso..ya sabes como es aquello….la puerta estaba abierta…y ella entró, claro, qué vas a pensar…vi la sangre, escuché el click y salimos por patas…- Barbera le escuchó con atención, y se pasó la mano por la cabeza y el rostro.
- Yo ahora lo que necesito es un SolySombra joder…
- Yo he pensado que…
- Ah..has podido pensar..qué suerte chaval!…
- Que podrías llamar a Rincón…
- Rincón?…ya no está en primera linea, está jubilado…
- Ya, pero cómo quieres que me explique..que nos expliquemos…va a ser más fácil si ya vamos con él…- En eso a Barbera le sonó el móvil, tras responder, se llevó la mano libre al rostro, después suspiró y se santiguó dos veces, se despidió con un monosílabo, por último se apretó los lagrimales y les miró a ambos.
- Han encontrado al Tito, de esta sale…lo han llevado volando…literalmente, ya no sé ni lo que digo….Clemente céntrate…
- Rincón..
- Eso.. Rincón…
Manuel María Rincón Acevedo se había jubilado como inspector de policía hacía cinco años. Primero habló por teléfono con Barbera, después con Luz y por último con Laura, quien pálida, engullida en la chaqueta de Luz y sin soltarle de la mano, repitió lo que ya Luz le había contado, además de darle el dato del cambio repentino de emplazamiento de su cita con la modista. Se marchó de su casa sin dar explicación alguna a su mujer, y haciendo caso omiso a señales de tráfico y límites de velocidad, llegó derrapando hasta la puerta de la nave industrial. No se bajó del coche. Tras una perdida a Barbera, éste Luz y Laura salieron del edificio y se metieron en el coche, que salió a toda velocidad en dirección a la ciudad.
- Y estos?…Los amantes de Teruel, o qué?- Salinas observaba a Luz y Laura a través del espejo de la sala de interrogatorios, ella apoyada en su hombro,la cola de caballo casi deshecha, pálida, con los ojos cerrados, agarrada de su mano, medio hundida en el borreguillo de la chaqueta, alguien le había puesto delante un café que ni siquiera había probado, Luz parecía hablarle con suma tranquilidad, y de vez en cuando le acariciaba la cabeza, él mismo parecía tenso, y exhausto, pero no a partes iguales. La inspectora Leguineche sonrió levemente a las palabras de Salinas, y negó con la cabeza, para después apoyarse en la mesa ante ella.
- Ante tí tienes al minuto 0 del desastre de Amazonia 4: Luciano Gómez Barbera, 22, estudiante de Grado de Informática de Gestión en la Complutense por el día, trabajador en la Planta de Reciclaje de cristal Pristec en turno de noche, y Laura Montaner de Garza y Gómez de Lanera, 16, cuarto de ESO en el Colegio WITEC- Explicó con calma, Salina alzó las cejas.
- Y se han encontrado en un universo paralelo, justo en Amazonia 4…
- Algo así, él es sobrino del mejor amigo de Rincón….Laura tenía una cita hoy con su modista, y ésta le envió un mensaje de Whatsapp esta mañana cambiando la localización, del atelier de costumbre, a Amazonia 4, hasta ahí todo sería correcto, si no fuera porque hemos encontrado muerta a Lola Alberdi en su atelier y suponemos que llevaba muerta desde ayer, quien quiera que le envió el mensaje a Laura le tenía una trampa muy bien preparada…
- Y algo salió mal….
- Con el gas borraron qué salió mal exactamente….pero no saben que nosotros lo sabemos…
- Están los padres de camino?..
- Ilocalizables, en domicilio familiar atiende la mujer de servicio….
- Y qué se hace?
- Luciano sólo vio una sombra y escuchó un click, ella ni eso…pero los otros sí les vieron a ellos…sabemos que al menos uno murió en la explosión, el otro huyó a tiros y robó un coche, quien se toma tanta molestia para conseguir borrar rastros no va dejando cabos sueltos…
- Crees que volverán a por ellos…
- No si podemos evitarlo, ellos no saben que les tenemos, y lo más importante, no saben que hemos descubierto el plan de secuestro, si realmente tienen interés en Laura volverán a intentarlo…
- Y entonces seremos nosotros los que hagamos trampa…
- Salinas, a veces eres brillante…pero sólo a veces, no te lo vayas a creer. La inspectora Leguineche explicó a Luz y Laura el plan a seguir. Luz se quedaría en las dependencias policiales donde se podría velar mejor por su seguridad, Laura haría creer que regresaba sola a casa, cuando en realidad lo haría acompañada de la propia Leguineche y su gente. Laura retomaría al día siguiente su vida normal, nada podía desvelar el plan. Luz tuvo que despedirse de ella en el pasillo, Laura se negaba a soltarle la mano.
- – Luz…no entiendo nada…- Laura entrelazó sus dedos con los de él, y miró a su alrededor sin ocultar su miedo.
- Ya somos dos…pero ahora tienes que irte con la inspectora Leguineche, todo va a salir bien, ya verás…- Aseguró Luz con toda la calma que pudo reunir.
- Y tú? Qué vas a hacer?…- Luz le levantó con suavidad la barbilla y le hizo mirarle a los ojos, ella casi sonrió. Allí estaba segura. Sólo allí.
- Yo me quedaré aquí, no me pasará nada…sólo espero que en algún momento se les ocurra darme de cenar- Susurró casi en confidencia, logrando así que ella, al menos, se riera, después desenlazó con cuidado sus dedos de los de ella y le dio un último abrazo. La inspectora Leguineche la tomó del brazo y la guió por el pasillo hacia la salida. Laura se volvió una vez , antes de cruzar la puerta, pero Luz ya había desaparecido.
Laura no se despertó antes de que sonara la alarma. Fue la inspectora Leguineche quien la arrancó de las garras de un sueño profundo en el que había entrado de golpe, gracias a una pastillita mágica que una de las personas que había invadido su casa la noche anterior le había dado para que pudiera descansar mejor. Por primera vez en su vida, sintió la imperiosa necesidad de desperezarse, después se dió una ducha larga y muy caliente, bajo la que se lavó el pelo. Tuvo que buscar el uniforme de repuesto en el armario, no se paró a buscar pañoleta. Tampoco se hizo una cola de caballo. Se puso un abrigo. Marita le había preparado su café y su tostada, pero sólo consiguió beber un trago. Su casa seguía tomada por un montón de gente.
- Laura, cuando salgas por esa puerta has de hacerlo como todos los días, como si no hubiera pasado nada, no has de tener miedo, no nos vas a ver, pero nosotros estaremos ahí en todo momento, de acuerdo? Ten siempre el móvil a mano- La inspectora Leguineche se lo explicó con la tranquilidad necesaria como para infundirsela, Laura sonrió levemente y se ajustó su bolsa al hombro, para después abandonar la vivienda.
Hoy Lorde llevaba una diadema de flores de colores.
- Mi tía me la trajo de México, me queda como a un Cristo dos pistolas, pero le dije que me la pondría hoy, y es lo que estoy haciendo, a ver, prueba gráfica- Se hizo un selfie sonriendo feacientemente a la cámara- ala ya está, la quieres?…ay hija que sosa estás hoy..tienes mala cara, „estás en tus días“? Cómo dice mi abuela?-recibe un Whatsapp- Nachete me quiere, qué bonito, le envío el koala, gracias por el consejo, arrasa el dichoso koalita…te has enterado del desastre? El del gas de ayer? Hay dos desaparecidos, no me extraña…tú viste cómo quedó todo?…zona catastrófica nada más y nada menos…y por supuesto mi madre ya loca con el gas…y nosotros no tenemos gas en ninguna parte, pero ella ya hasta olía gas- Laura sonrió levemente, pero continuó mirando por la ventana, aferrada a su móvil, Lorde levantó las cejas- Tú te has tragado un sable..- En eso a Laura le llegó una notificación al móvil, lo que la asustó, Lorde rio, era una notificación de Instagram, tenía un nuevo seguidor, ahora tenía doce- A ver? Quién es? John Light, sólo tiene una foto y sólo te sigue a tí…bloquéalo ya, no traen más que spam..- Laura abrió el perfil de su nuevo seguidor, y pulsó la foto, era de un amanecer con niebla, en tonos lilas, sonrió y se relajó al leer el único hashtag que jalonaba la instantánea: #nogrites