Los murciélagos ven el mundo al revés. Eso al menos pensaba Marcel mientras, colgado boca abajo de un puente metálico, recorría con la mirada la explanada del parque infantil en el que se encontraba. Inexplicablemente estaba desierto. Pensaba en dónde podían haberse metido todos los niños que normalmente lo abarrotaban un sábado por la tarde,cuando, en su campo de visión al revés, descubrió a su amigo Linus. Linus avanzaba hacia él por la explanada, portando una bolsa negra de deporte al hombro, que parecía muy pesada ya que, para ser capaz de transportarla, Linus caminaba con el cuerpo algo combado hacia un lado.Cuando llegó a su altura, Marcel se fijó en las botas de monte de Linus, marrones con cordones rojos y doble suela, ahora que las veía al revés se fijó en que la puntera derecha estaba más desgastada que la izquierda. O al contrario.

  • Hola, qué haces?- Preguntó Linus, mientras dejaba la pesada bolsa en el suelo. Marcel le miró achinando los ojos. Desde esa perspectiva, Linus era mucho más alto.
  • Así duermen los murciélagos, nos lo dijo la Sra. Benz..- Explicó Marcel, para después cruzar sus brazos contra el pecho y cerrar los ojos. Linus se acuclilló ante él ladeando la cabeza contra un hombro.
  • Marcel..
  • Qué..
  • Baja de ahí, que vamos a hacer una cosa…- Marcel abrió los ojos, y se topó con los de Linus que le miraban sin parpadear, exhaló una especie de grito, se tapó la cara con las manos y rio.
  • Ah! tu cara al revés!…qué cosa, Linus?- Se balanceó un par de veces, y, cogiendo impulso alcanzó la barra, después se sentó sobre el puente metálico y se tapó la cabeza con los brazos.- oh!…Linus, mi cabeza hace bumbumbum…-Volvió a reir al tiempo que se daba ligeras palmadas contra la cabeza, Linus empujó la bolsa con un pie.
  • Encontré esto y podemos ir al bosque a jugar a Saturno..- Explicó, Marcel se frotó los ojos y miró hacia la bolsa, después se encogió de hombros.
  • Qué es?-Preguntó al tiempo que estiraba los brazos en el aire y miraba hacia el cielo- Linus, veo puntitos grises, pimpimpim…- Y rio mientras hacía como que tocaba los puntos con el dedo índice de su mano derecha, Linus agarró la bolsa y miró a su alrededor.
  • Baja y te lo enseño..- Dijo, para después colgarse de nuevo la bolsa al hombro. Marcel bajó del puente metálico de un salto y juntos se dirigieron a la casita de madera que había en el centro del recinto de arena. El interior de la casita era todavía lo suficientemente amplio como para albergarles a ambos, así que se metieron dentro y se sentaron frente a frente, con la bolsa en el medio. Linus abrió la cremallera y dejó ver a Marcel lo que contenía. Marcel abrió mucho los ojos, se llevó las manos a la cabeza y por último abrió mucho la boca, luego miró a Linus sin saber salir de su asombro.
  • Buah Linus…dónde encontraste esto?!- Preguntó alzando la voz, Linus le indicó indicó silencio llevándose un dedo a los labios y dándole un ligero empujón.
  • Shhhh…debajo de la cama de mis padres….son de papá…- Le susurró adelantándose hasta casi decírselo al oído, Marcel asintió con los ojos todavía muy abiertos y apretó por un instante los labios, como si con ese gesto sellase en su boca el secreto. Miró a Linus en silencio, sin moverse. Linus suspiró y se rascó la cabeza.- Podemos subir al bosque y jugar a „La gente de Saturno“….- Marcel parpadeó dos veces.
  • Pero para jugar a eso necesitamos la tele, los mandos…y mi papá no puede ahora en casa para…
  • No…podemos jugar de verdad..- Marcel abrió mucho los ojos de nuevo, parpadeó sólo una vez, muy lento y por último frunció el ceño de los que no acaban de entender algo.
  • Pero en nuestro bosque no hay dinosaurios magnéticos ni momias eléctricas..Linus…
  • Ya lo sé…pero podemos jugar igual…de verdad..- Marcel se encogió de hombros.
  • Vale…pero antes tengo que ir a casa, tengo hambre…- Dijo, dispuesto a salir de la casita, Marcel le retuvo y le volvió a sentar.
  • No, después, primero vamos al bosque y después comemos…- Marcel asintió con la cabeza a la idea, y después salieron de la casita.

El bosque les recibió con el derroche de tonos rojizos que le regalaba el recién empezado otoño, que ya se hacía presente en la gran cantida de hojas que alfombraban sus caminos. Decidieron adentrarse lo suficiente para poder jugar con tranquilidad.

  • Aquí está bien…no pasa nunca nadie..- Decidió Linus dejando caer por fin la bolsa al suelo, sobre la mullida cama de hojas, Marcel miró a su alrededor.
  • No hay nadie..- Confirmó, Linus se acluclilló junto a la bolsa y él le imitó, luego suspiró- Tengo sed..- Linus abrió la cremallera.
  • Un rato sólo…y después ya bajamos a casa..- Dijo sin mirarle, Marcel asintió en silencio sin dejar observar lo que Linus hacía con la bolsa. Linus ensanchó un poco la apertura, y, con ambas manos, sacó de la bolsa el contenido. Un fusil de asalto con mira telescópica.
  • Buahhh..- Exhaló Marcel abriendo mucho los ojos al poder por fin adminar la pieza en toda su plenitud, Linus sonrió.
  • Son dos, coge el tuyo..- Invitó, Marcel no dudó en hacer lo que su amigo le había ordenado y se hizo con el otro fusil de asalto con mira telecópica. Permanecieron así unos instantes. Acuclillados y en silencio, admirando boquiabiertos aquello que sostenían en sus brazos.
  • Por ahí arriba vienen los DinosauriosMagnéticos!!PiumPiumm!ZschhhZschhh!!- Gritó Linus apuntando con el fusil, que era casi tan grande como él, hacia algún lugar en la espesura, Marcel apuntó en dirección contraria.
  • Las MomiasEléctricas vienen por allá!! Ftschhh Ftschhh!!! PiumPiumm!!- Gritó mientras hacía que afinaba la puntería a través de la mira. Linus se adelantó unos pasos corriendo.
  • Hemos pasado de fase!! Ahora atención a los CocodrilosZombie!! TraaaTraa PiumPiumm…Polvo sideraal!!ZschhhZschhh!!
  • Polvo Sideraal!!FtschhhFtschhh!! Los cocodrilos y las momias huyen!!!
  • Bieeennn!!!

En eso, un ruido tras ellos les hizo volverse. Eran dos hombres montados en sendos caballos, ambos, equinos y monturas, les miraban en silencio, y por la expresión de los jinetes, sin dar crédito a la escena.

  • Qué estáis haciendo?- Acertó a preguntar uno de los jinetes, incorporándose levemente en su montura para verles mejor, su compañero le imitó.

Linus se adelantó un paso y quiso mostrarles su fusil. Al alzarlo, sin querer, su dedo índice de la mano derecha apretó el gatillo. La potencia de la ráfaga le arrojó hacia atrás, y ambos jinetes se vieron impelidos de la cabalgadura al suelo por una cantidad ingente de bolas de pintura azul y amarilla que impactaron en sus rostros y pechos. En cuanto fueron capaces de incorporarse, convertidos en dos peleles embadurnados en una mezcla pegajosa y gelatinosa de pintura y polvo, sin pararse a pensar en qué les acababa de ocurrir, casi trompicones, huyeron dando gritos monte abajo. Marcel, que había sido testigo mudo de la escena, permaneció anclado en el mismo punto y en la misma postura, con los ojos tan abiertos como la boca, sin entender nada de lo ocurrido. Linus, se incorporó trabajosamente, aún aferrado a su fusil, y se unió al silencio de su amigo y de los dos caballos, que abandonados a su suerte parecían también aguardar su reacción.

  • Buaah…Linus…qué fue eso?- Acertó a preguntar Marcel, sin moverse aún, y casi sin alzar la voz. Linus, se encogió de hombros y se pasó la mano por la cabeza, manchada ahora de polvo del camino.
  • No lo sé…pero yo ahora tengo cien puntos, ok?- Sentenció acercándose lentamente a él, Linus le miró, parapadeó lento y asintió con la cabeza.
  • Y ahora qué hacemos?- Quiso saber, Marcel suspiró y miró a su alrededor.
  • Ven…nos montamos en los caballos y seguimos…- Decidió, acercándose a los caballos, Marcel, que ya no sabía muy bien cómo sostener su fusil, expulsó un buche de aire y meneó la cabeza contrariado.
  • Pero yo no sé andar a caballo…y tengo hambre, y mucha sed, Linus, y…Linus? cuando digo mucha es super mucha…y además en Saturno no hay caballos…- Protestó, Linus negó con la cabeza.
  • Sí que hay caballos en Saturno…cuestan veinte céntimos si quieres añadirlos…pero ya no tenemos más dinero para añadir cosas..y…y..y mi abuelo me los va a regalar por Navidad o así…pero..pero..yo los quiero con alas..estos no tienen pero da igual, Marcel…- Aclaró, Marcel levantó la cejas sorprendido, pero no dijo nada- Ven, sube…
  • Y cómo se hace?….Linus?…Cómo es?- Linus le ayudó a auparse a la silla, y después él mismo se aupó a la de la otra montura. Por un momento los dos tuvieron vértigo.
  • Cuélgate el coso, Marcel…así, ves? Y después agarras estas tiras con las manos..- Explicó Linus colocándose al mismo tiempo el fusil en bandolera, Marcel lo imitó y después ambos agarraron las riendas.
  • Y ahora qué, Linus?…cómo funcionan?…-Linus se encogió de hombros, y casi sin atreverse le dio una palmadita a su cabalgadura, y el caballo comenzó a avanzar, Linus rio y Marcel hizo lo mismo con el suyo.
  • Si tuvieran alas, Marcel…imagínate…gruammmmhhffff!!…

A trote lento, casi cansino, fueron avanzando por el camino del bosque, los caballos, que parecían conocer la ruta eligieron por ellos las sendas, mientras que sus dos pequeños jinetes se entretenían inventando batallas siderales con caballos alados, sin atender a que el sol, poco a poco, iba ya perdiendo altura.

(- Antes de nada, me interesaría saber por qué tiene usted armas al alcance de menores, desde ya le advierto que es constitutivo de delito…- El capitán Schröeder miró alternativamente a la mujer y al hombre sentados frente a él, nerviosos y asustados, pero no a partes iguales, no sabían qué hacer con las manos.

  • Es que son casi de juguete…no pensé…- Se atrevió él, ella iba a decir algo, opta por callar.
  • Ya, no pensó…usted..ya, „de juguete“ ..posee usted algún otro tipo de arma?
  • Pues…no..
  • Sí…sí que la tienes..el arpón..- Se atrevió ella, él se pasó las manos por la cabeza.
  • Arpón?-Quiso saber Schröeder.
  • Bueno…sí…de cuando quise hacer pesca submarina…un arpón..de..bueno..pesca submarina…
  • Y dónde se encuentra?- El hombre y la mujer se miran interrogantes, ella vuelve a Schröder.
  • En algún lugar del sótano…créame…allí no se puede encontrar nada…- Casi bromeó, Schröeder no hizo visos de querer ni sonreír.
  • Dónde estaban ustedes cuando su hijo abandonó el domicilio familiar con las armas?
  • Yo..verá usted…nosotros tenemos cuatro hijos…quince, trece, once…y Linus con ocho…antes de irme a la compra les dije a los mayores que le echasen un ojo…y me dijeron que lo harían…
  • Por qué no llevó al niño con usted?- La mujer abrió mucho los ojos .
  • A la compra?…voy siempre sola…si quiere saber dónde estaba mi marido ya se lo digo yo….tenía cita en el taller para poner los neumáticos de invierno al coche…- En eso desde algún lugar llega el llanto desesperado de varios bebés, acompañado de desorden de voces que desembocó en la apertura de la puerta de la sala que de pronto se vio tomada por un gigantesco buggy-gemelar de color malva, un hombre y una mujer que hablaban a la vez mientras cargaba cada uno de un bebé gritón y varios colegas que ayudaban a portar dos bolsas-nursery, dos mochilas y un bolso de mano. La pareja interrogada se unió al jaleo al incorporarse a saludar efusivamente a los recién llegados. El capitán Schröeder se apretó el puente de la nariz con los dedos „Después de la tormenta siempre viene la calma/ pero sé que después de ti, después de ti no hay nada…“ le gustaba mucho esa canción, sólo se sabía esa frase, por lo de la „calma“ y el „después de tí no hay nada“. Calma y nada. Lanzarote. Ese era su refugio mental. Dónde acudía en momentos como ese. Lanzarote.
  • Cuándo se dieron cuenta de que su hijo Marcel había desaparecido?…
  • En realidad…cuando vinieron ustedes…- El hombre sostenía a uno de los bebés mientras le daba un biberón de té, su mujer hacía lo mismo con el otro bebé. Eran dos niñas, gemelas idénticas. El hombre y la mujer le miraban con la expresión de aquellos que salen de un after-hours, pero sin la palidez correspondiente.
  • Las niñas tienen diarrea…las dos…desde ayer…y en esto no hay turnos de ahora tú y ahora yo…es una labor de equipo…y en eso estábamos cuando me parece que nos dijo algo así como „mamá, voy al parque a jugar“ o „Me voy a jugar…“, no?- Explicó ella, que también le daba un biberón al otro bebé, el hombre asintió.
  • Y ustedes no se preocuparon por ir a ver si se encontraba allí…- La mujer levantó una ceja y parpadeó varias veces, el hombre suspiró.
  • Pues mire…no, Marcel es un niño muy tranquilo, en eso estábamos mal acostumbrados…y si dice que va al parque…pues va al parque y luego vuelve…y esas cosas…
  • Qué llevaba puesto?
  • Encontré su chaqueta en el buggy…así que se fue sin chaqueta…vaqueros y jersey supongo, no me acuerdo..- Rememoró ella, en eso la niña que tenía en brazos acabó el biberón y acto seguido comenzó a llorar, la otra al escucharla soltó la tetina y la retó a competir a quién alcanza la nota más alta. Schröeder suspiró. Calma y Nada. Lanzarote“)
  • Mira Marcel…ahí, ves? es una casa…podemos entrar y comer algo..- Linus señalaba una casa semioculta entre la arboleda, ya casi había anochecido, y ya había luces en las ventanas, pequeñas luminarias adornaban los árboles que rodeaban el jardín delantero.
  • Yo quiero irme a casa, Linus, quiero ver a mi mamá…y tengo super mucha sed…- La voz de Marcel casi era un puchero, Linus se bajó de un salto del caballo, y luego se acercó al de Marcel para ayurdarle a bajar a él.
  • Seguro que tienen chocolate…y agua, todo el mundo tiene agua…-Marcel asintió en silencio, y le siguió hacia el jardín; éste no era muy grande, y servía de exposición a numerosas esculturas de piedra tallada con formas de animales mitológicos.
  • A lo mejor es una bruja…Linus…o algo..- Susurró Marcel al observar las esculturas, Linus se encogió de hombros.
  • Pero nosotros tenemos superpoderes, Marcel…- Aseguró para tranquilizarle, Marcel no contestó.

La puerta de la casa estaba abierta, Linus sólo tuvo que empujarla y se encontraron en la cocina, un espacio pequeño y acogedor, de muebles de madera y repleto de ramos de flores secas colgados del techo y de los aparadores, dos lámparas de sal sobre la mesa, con su luz anaranjada, le daban el ambiente de un escenario de cuento. Linus abrió la puerta de la nevera, para ver qué podía encontrar, Marcel miraba al techo con la boca abierta, admirando el tapiz de flores secas. En eso estaban cuando Cordelia Karpinski apareció de pronto desde detrás de una cortina. Cordelia Karpinski era, además de una virtuosa de la escultora, amante de los animales, vegana, violinista ocasional, florista de formación y viajera incansable, una mujer muy valiente.

  • Os cogí!!- Gritó separando la cortina teatralmente, al tiempo que daba una zancada hacia la cocina. No le dio tiempo a decir nada más. Marcel, que hasta ese momento había sostenido indolentemente su fusil con las manos mientras observaba las flores del techo, se asustó tanto con la aparición inesperada, que, gritando él mismo, pulsó involuntariamente el gatillo de su fusil al tiempo que levantaba los brazos. Una ráfaja de bolas de color verde alcanzó a Cordelia Karpinski de lleno en el rostro y la arrastró al suelo, donde se quedó tumbada cuan larga era. La potencia del disparo catapultó a Marcel contra una encimera y luego al suelo.
  • Ah! Linus!….está muerta!- Exclamó Marcel al incorporarse y observar que Cordelia Karpinski no se movía, Linus se acercó a ella, y, agachándose, pasó el dedo índice de su mano derecha por la masa verde que cubría la cabeza de la mujer.
  • No…no está muerta, Marcel…es sólo verde…- Aclaró, luego se incorporó.- Ahora tienes tú también cien puntos Linus…y..Linus?….no tiene agua…ni chocolate..ni nada….
  • A…lo mejor es una bruja…o algo…
  • Ven…vámonos…

Cuando salieron de nuevo ya era de noche. Los caballos no se habían movido de donde les habían dejado, pero no se volvieron a montar en ellos, decidieron avanzar por el camino, hacia algún lugar, arrastrando los fusiles, los caballos les siguieron , lo que regaló al grupo el aspecto de último contingente de un ejército derrotado.

  • Tengo frío, Linus…y me duele la cabeza, quiero irme a casa…- Casi susurró Marcel al rato, Linus lo cogió de la mano y escudriñó en la casi absoluta oscuridad, luego salió del camino y se adentró en el bosque,los caballos les siguieron. No tardó en encontrar lo que buscaba, un árbol con una raices lo suficientemente prominentes como para ampararles a los dos. Y allí, se acurrucaron.
  • Ya verás como vienen a buscarnos…Marcel..
  • Quién…Linus?- La voz de Marcel no era ni un susurro.
  • La Gente de Saturno….tenemos muchos puntos, Marcel…seguro que nos ayudan…
  • …..
  • Marcel?…no hay que tener miedo…aunque no se vea el sol está ahí, lo sabías?…nos lo dijo la Sra Benz…Marcel?…hoy no hay estrellas…- En eso algo llamó su atención a lo lejos, una linea de luces azules en el oscuro horizonte, que se movía hacia ellos entre los árboles, escuchó también ladridos de perros, y voces que llamaban sus nombres- Marcel? Marcel! Ves?…ya te lo dije…han venido por nosotros! Marcel despierta!…Yupiyeiii!!!
  • Están aquí!! Aleluya!! Luz! Mantas!!….
  • Hola…yo sabía que vendríais…Marcel no me creía, se ha dormido…
  • Pues claro, campeón, ya está despierto otra vez , ves?….rápido!!…
  • Te puedo preguntar una cosa?
  • Claro, campeón, tú no pares de hablar, tú habla, amigo…cuéntame cosas…
  • En vuestro planeta….tenéis chocolate?