II-Habituales
-Ricardo Rivas Ponte, alias “Palito”, y Deodato Rodríguez Hoz, alias “Deos”, ya no están entre los vivos, uno hace dos años, el otro el verano pasado, los otros seis son otra historia. Pallarés cumple en Alicante, Landero y Brañas están localizados en Barcelona y Canle sigue en Conxo, nos quedarían Quintans y Lérez que están por aquí, según el último informe – Duarte leía y repartía los papeles según la situación del sospechoso, fallecidos a la derecha, localizados a la izquierda, pendientes encima de la carpeta. Alrededor de la mesa de reuniones se sentaba el que él consideraba su equipo, formado por Jon Lerchundi, que había venido destinado desde Bilbao hacía cinco años, Luís Meizoso, al que todos llamaban Corcubión, si bien era natural de Oza de los Ríos, y él lo achacaba a bromas del colegio que no llegaba nunca a explicar con claridad, Mariola Alcalde, única mujer que integraba el equipo, que había cambiado las filas de infantería por las de la policia sin que nadie le hubiera pedido razones, ni ella las había aclarado, fiel a su carácter discreto y observador, y Manu Boutureira , informático de carrera, quien había dedicado muchos años de su vida a opositar y había aprobado las del cuerpo de policía cuando ya iba a tirar la toalla y poner rumbo a Alemania.
-No me parece que sea cosa de Quintans, su tipo son niños casi adolescentes, once, doce….suena mal diga como lo diga, “su tipo”, pero ya me entendéis- Apuntó Jon,pasando la palma de su mano derecha por el folio en blanco que tenía ante si, Corcubión se adelantó en la silla y apoyó los antebrazos sobre la mesa.
-Y el de Lérez, sin bien son niñas, no tan pequeñas pero aún no adolescentes, no sé vosotros, pero a mi los casos de este tipo me ponen mal cuerpo…- Y se pasó las manos por el rostro como para apartar ideas inconvenientes, Duarte asintió con la cabeza y se sentó entrelazando las manos sobre los informes.
-Paula sólo sufrió principio de hipotérmia,no hay delito sexual, y según los padres se comporta de una forma normal, de todas formas les hemos enviado a Paz y su gente, para tratar de saber más- Explicó, a Manu se le escapó la risa sin querer, pero todos parecieron entenderlo.
-Una psicóloga infantil que se llama Paz, no sé, me hace gracia, y además ella es tan, como lo digo tan…
-Aplacada- Anotó Mariola casi irónica, pero sin dar cabida a la broma, Manu hizo sonar el dedo anular y el pulgar de su mano izquierda y la señaló con el índice, un gesto muy suyo que le hacía parecerse a un presentador de concursos.
-Hete aquí, aplacada. Paz- Y pintó un punto en el aire, para sonreir después meneando la cabeza y abrir el ordenador portátil que tenía ante si.
-Les hemos pedido a los padres discreción, a lo mejor es un hecho puntual , no queremos crear alarma, por ahora se atienen a su palabra- Continuó Duarte, abriendo una carpeta- Jon, tu y yo vamos a hacerle una visita a Quintans, Mariola y Corcubión hacéis lo propio con Lérez, lo haremos al mismo tiempo, para que no se avisen, ya sabéis como son, Manu, tengo esto para ti- Y le pasó varias fotografías de un perro de peluche beig y un lápiz de memoria, Manu se puso entonces sus gafas, que sólo usaba cuando no quería perder detalle alguno de lo que debía ver- Paula no se separa de él, ni de día ni de noche, Paz opina que no sería bueno quitárselo, así que lo fotografiamos desde todos los ángulos posibles, incluida la solapa de la marca. Necesitamos fabricante, distribuidor y puntos de venta. La científica ya sacó lo que pudo, osea, nada.
-Se hará lo que se pueda- Suspiró Manu, al tiempo que se fijaba con más atención en las fotos.
-Y Regueira?- La pregunta de Jon quedó en el aire de pronto, Duarte entrelazó las manos de nuevo.
-Nos ha dado via libre, le mantendremos informado, él está liado con los okupas- El resto del equipo dejó exhalar un bufido indistinto, que Jon acompañó de una carcajada, Corcubión agitó las manos como quien aparta algo de si y Mariola enarcó las cejas como toda muestra de opinión, Manu les miró achinando levemente los ojos tras las gafas sin entender muy bien a qué se referían.
Jon y Duarte decidieron utilizar uno de los coches que normalmente se usaban para vigilancia, para acercarse al último domicilio conocido de Quintans en A Silva. No querían levantar alertas innecesarias, al fin y al cabo sólo querían hacerle un par de preguntas. Siempre que tenía que ir a A Silva, a Duarte le parecía que abandonaba la civilización para sumergirse en un paisaje de campos valdíos, casas viejas de planta baja, huertas y carreteras estrechas, si bien se encontraba a escasa media hora de la ciudad.
La casa donde supuestamente residía Quintans, era una casa de dos plantas de cemento visto y ventanas de aluminio, alguna grieta jalonaba ya su fachada , floreada de humedades, y todas las cortinas, de un indescifrable color oscuro, estaban echadas, a pesar de que el día estaba nublado. Estaba rodeada de una franja de tierra con matojos de hierba a ratos y de un murete bajo hecho de bloques de ladrillo con una cancela que pretendía cerrar el acceso, si bien carecía de manilla y colgaba de un gozne. Lo que impedía realmente el acceso a la casa era un dogo argentino blanco, sentado ante la puerta y que alzó las orejas al verles aparecer.
-Seré muchas cosas, pero kamikaze no – Apuntó Jon sin perder de vista al perro, Duarte alzó las cejas y miró hacia las ventanas, ya que le había parecido ver moverse una de las cortinas del piso de arriba.
-Ya nos vieron- Una cortina se descorrió a medias y una silueta abrió la ventana, una mujer de pelo blanco en una cola de caballo y mandil de cuadros se asomó, no parecía muy contenta por la inesperada visita.
-Os perdisteis luego?- Preguntó, para después secarse la nariz con un pañuelo.
-Buenos Días, querríamos hablar con Manuel Quintans Reboredo – Informó Duarte, la mujer volvió a secarse la nariz.
-Y luego que le queréis?- Quiso saber, el dogo argentino se incorporó entonces y ambos hombre dieron un paso atrás al mismo tiempo.- No hace nada…
-Sólo queremos preguntarle unas cosas…y puede que no haga nada, pero podría prenderlo por favor?- Instó Duarte, la mujer se apartó de la ventana y la volvió a cerrar. Poco después la puerta de aluminio y celosías se abría, la mujer salió con una correa en la mano, ajustó el enganche al collar del perro y se sonó la nariz.
-Entrar, que ya se levantó- Invitó, perdiéndose con el perro en el interior de la casa, Duarte y Jon traspasaron la cancela y la siguieron.
El interior de la casa estaba en penumbra, si bien el exterior dejaba mucho que desear, una vez dentro les recibió un orden y limpieza que no se esperaban, las ventanas hacia la parte de atrás tenían las cortinas descorridas de modo que a medida que avanzaban hacia el interior la penumbra desapareció. De algún lugar les llegaron los ladridos del perro, al que la mujer había encerrado en alguna habitación. Manuel Quintans les esperaba de pie en la cocina, era un hombre de mediana estatura de pelo algo largo castaño, ataviado con un chandal dos piezas verde con franjas blancas a intervalos y unas zapatillas de felpa marrones, cuando ellos entraron en la cocina se disponía a preparar café.
-Buenos Días Manuel- Saludó Duarte desde el umbral de la puerta, Manuel se volvió a medias y dio lumbre al hornillo de gas.
-Hombre! Buenos Días Naveira y…compañía, queréis café?- Preguntó, tenía la voz algo cascada y con un tono nasal causado por un catarro más que evidente en la rojez de su nariz.
-No gracias, ya llevamos varios hoy- Declinó Jon mientras se apoyaba en el marco de la puerta, Duarte entró en la amplia y recogida cocina, Quintans se apuró entonces a ofrecerle la mano a ambos, y les invitó a tomar asiento a la mesa, Jon optó por quedarse en la puerta, Duarte aceptó la invitación.
-Y qué es lo que me queréis?- Preguntó Quintans, sacando un pañuelo de papel del bolsillo del chandal y sonándose con estruendo. Duarte sacó un sobre del bolsillo interior de su chaqueta, y de él una fotografía 13×18 de una niña morena, de pelo castaño en media melena recogido a un lado por una ebilla con forma de pez y grandes ojos negros que sonreía a la cámara.
-La conoces?- Preguntó Duarte deslizándola sobre la mesa hacia él, Quintans se secó los ojos acuosos con el pañuelo y acercó un poco más la foto.
-No,de nada, quién es?- Duarte miró fugazmente a Jon, quien a su vez le miró a él, para después volver a observar la vista al patio que ofrecía la ventana.
-Paula Covas Laiño, tiene tres años – Informó, Manuel hizo un gesto de escepticismo y volvió a deslizar la foto hacia Duarte.
-De nada, de verdad, qué le pasó?- Quiso saber, para luego verse presa de una ataque de tos bronquial, del que acabó librándose tras varios carraspeos- Perdonar, no me lo quito de encima.
-Alguien quiso llevársela del Marineda el sábado por la tarde- Quintans alzó la cejas y volvió a toser, para luego negar con la cabeza.
-Pues yo no fui,como dijo el otro, porque el sábado por la tarde tuve que ir a la Residencia que me ahogaba, no me dejaron allí de milagro- Explicó incorporándose y se acercó a la cocina para apartar la cafetera que acababa de anunciar que el café ya estaba listo- No queréis no?Lo compra mi hermana en Froiz, no tiene nada que evidiar al caro- Duarte negó con la cabeza, Jon se limitó a cambiar de postura.
-Y cuándo dices que fuiste a la Residencia?
-Cuando me levanté eran las once y ya pitaba, a las doce y pico ya mi madre llamó al 112, porque ni sprays ni hostias, con perdón, así que a diez por minuto me chimparon para allá, de mucho no me enteré, pero sería la una cuando entré y me dejaron ir ya de noche a las diez o así, querían dejarme allí, pero yo no quise…- Y un nuevo ataque de tos le hizo apoyarse e una alacena, se limpió los ojos con un pañuelo y abrió la alacena para coger una taza- Así que,como dijo el otro, yo no fui.
-Y tampoco oíste nada
-Qué iba a oir? Si estuve aquí todo el tiempo, voy de cama a la tele y a veces ni eso, Qué iba a oir?- Insistió Quintans mientras se servía un café solo largo.
-Si llegases a enterarte de algo, ya sabes dónde estamos…
-Sé, sé…si tal no os preocupéis que ya os digo, pero a mi que me registren, como dijo el otro..- Anotó Quintáns tomando un sorbo del humeante café, Duarte se incorporó y volvió a guardar la foto en su pechera.
-Pues nada, que te mejores
-Se intentará, se intentará Naveira, perdonar si no os acompaño, pero no puedo estar al frío- Y les miró por encima de la taza, al tiempo que les guiñaba uno de sus ojos acuosos, Jon y Duarte asintieron y abandonaron la cocina hacia la puerta de salida. Cuando la puerta se cerró tras ellos, la mujer de mandil entró en la cocina con el dogo agarrado a la correa.
-E logo que che querían eses?*
-Mamai…*
-Mellor calare logo…*
-Eso- Y la mujer se alejó por el pasillo seguida del dogo, perdiéndose ambos en la penumbra.
Jon y Naveira regresaron a comisaría. Mariola y Corcubión estaban también de vuelta, habían traido detenido a Lérez y el Grupo de Menores se estaba haciendo cargo de una niña, casi adolescente, que, un tanto confundida, no parecía saber lo que estaba pasando.
-Al parecer es su sobrina, que está de visita…- Explicó Corcubión, Naveira le miró descreido, Jon soltó una falsa carcajada.
-Visitar una niña a Lérez, justo a él..
-Ya, por eso está aquí
-Y la niña qué dice?
-Nada, se la llevan ahora, pero llegamos a tiempo…- Naveira meneó la cabeza, Jon se alejó por el pasillo maldiciendo en vasco y Corcubión volvió a su ordenador para seguir con su informe. Manu llamó a Naveira desde la puerta de la sala de ordenadores.
-Ya revisamos las grabaciones de las cámaras de vigilancia del Marineda- Anotó invitándole a pasar. Naveira se sentó junto a él para ver las imagenes- Efectivamente la madre entró en la confitería, con los cuatro, Paula iba de su mano, el mayor va suelto, el pequeño dormido, y Germán cogido de la silla. Ella compra los bollos de leche, y se los va pasando al mayor, aquí entra un grupo de chicos haciendo el monas. La madre coge el carrito, y sale. Pero Paula ya no está. Lo ves?. Hemos mirado desde todas las perspectivas posibles. Y he repetido la escena, una y otra vez. Paula parece haberse desintegrado en el aire. No la vemos. Tampoco en el aparcamiento. La persona que lo haya hecho sabía dónde están las cámaras. Una obra maestra de secuestro…
-Vio que la buscábamos y tuvo que dejarla, mira a ver si consigues alguna vista general de la plaza…
-Ya lo hice, demasiado oscura, demasiada gente, filtré gente bajita y niños, pero ni rastro…
-Gracias, sigue intentándolo, a ver si hay suerte…- Manu asintió y se puso manos a la obra.
-Por la tarde te podremos decir más del perrito de marras, por ahora sólo te puedo asegurar que no se comercializó en España, es de factura y distribución polaca…
-Polaca?…- Manu se encogió de hombros y volvió a sus cámaras del Marineda.
Naveira miró el reloj, eran casi las dos, decidió que iría a casa a comer algo y por la tarde volvería para ver lo del peluche y hacerle un par de preguntas a Lérez.
Después de que Fe, su ex-novia, decidiera que él ya no formaba parte de su vida y se quedara en el piso que habían compartido durante cuatro años, él había tenido que buscar otro lugar dónde,al menos,dejar sus cosas, y había alquilado un apartamento en la zona de A Gaiteira. De eso hacia un año, y todavía tenía muchas cosas en cajas de mudanza, de vez en cuando se decidía a deshacer una. Pero sin demasiado empeño. Al principio había abrigado la esperanza de que Fe se replantease su decisión, pero poco a poco había tenido que rendirse a la evidencia. Fe amaba ahora a una mujer. Pero él, tenía que admitirlo, la seguía queriendo a ella. Su nudo gordiano particular, que intentaba sobrellevar lo mejor que podía. Cuando se lo había contado a Jon, éste le había dicho que podía darse con un canto en los dientes, ya que a él la suya, entonces, le había dejado por una idea, al menos tienes algo físico al que culpar. Y había conseguido hacerle reir.
Encontró en el correo una carta informativa del jefe de su comunidad de vecinos , en la que le comunicaba el reciente hallazgo de asbesto es los materiales con los que estaba construido su edificio, y se le instaba a buscar otra vivienda con la mayor prontitud, para facilitar las futuras obras que se tenían que realizar en el inmueble para combatir el nocivo mineral, como habían dado en llamarle. Él se dejó caer sobre el sofá del salón, único mueble en toda la estancia y recorrió el techo con la mirada, buscando infructuosamente alguna señal externa que delatase el peligro que le acechaba. En eso estaba cuando le sonó el móvil de servicio.
-Hola, soy Paz. Te necesitamos aquí.
-No hay problema, dime dónde es aquí..
-Ya, perdona, en casa de Paula..
-Conseguisteis algo?
-Tú ven..
La casa de Paula era un piso en el, a su modo de ver, complejo entramado de calles y bloques que conformaban Matogrande, todas las casas le parecían la misma y daban a la misma plaza. Estaba a punto de llamar a Paz para preguntarle otra vez el número de bloque, cuando atisbó la figura de Jon haciéndole aspavientos desde un portal al otro lado de una de las plazas.
-No se separa del perrito, ni de día ni de noche, y pinta, ya pintaba antes, pero ahora es distinto, todo es lila…- Paz le hablaba en susurro, en el recibidor de la vivienda.- Tienes mi permiso y el de los padres para hacerle preguntas…pero te aviso…es muy suya.- Naveira la siguió al salón, una estancia amplia pero atestada de muebles, o al menos eso le pareció a él, teniendo en cuenta que el suyo estaba vacío. Paula dibujaba arrodillada ante la mesa de centro en la zona de sofás. Llevaba el pelo castaño oscuro en dos coletas a los lados de la cabeza, adornadas por sendos lazos verdes, y le habían puesto un mono de forro polar rojo demasiado abrigoso. No levantó la vista de lo que estaba haciendo cuando Naveira buscó sentarse en el sofá frente a ella. Los padres y Jon optaron por manterse cerca de la puerta, para no entorpecer la entrevista, Paz ocupó una de las butacas .
-Hola Paula, te acuerdas de mi?
-No, quién elles?- y continuó coloreando la hoja con un lapicero lila.
-Yo me llamo Duarte Naveira, y quiero saber cómo estás, ya no tienes frío?
-No, que quielles?… ahora estoy pintando, no lo ves?, mira, es el cielo y esto es el sol y aquí es el campo…
-Qué bien pintas!, pero me estoy fijando en tu perrito, y es precioso, me lo dejas?
-No, es mío, cómpiate tú uno si quielles, pero este no…- Y eligió otro lapicero en otro tono de lila, sin regalarle ni el atisbo de una mirada.
-Y quién te lo dio a ti, Paula? Quién te dio el perrito?…
-Ella- Paz abrió mucho los ojos un instante y se incorporó en su asiento.
-Ella…es una señora?- Se atrevió a intervenir, articulando la frase con suma prudencia. Paula retocó el cielo con otro lapicero lila.
-Ella es no es una señolla, ella es mi amiga no tuya…
-Y cómo era tu amiga? Nos lo puedes decir?- La niña ladeó levemente la cabeza, mientras parecía observar su obra, sin coger otro lapicero, en silencio- Nos la puedes pintar, Paula?
-Clallo, mira…- La niña cogió una hoja nueva y un lapicero lila claro, con mano segura pintó toda la hoja de ese color, sin dejar un resquicio de blanco.
-Muy bien, Paula…y por qué es lila?- Preguntó Naveira, Paula levantó la vista y clavó en él su profundos ojos negros.
-Porque ella mira así.
*-Qué querían esos de ti?
*-Mamá
*Mejor callar,entonces
Sigue la intriga. Besos
Mercedes
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Eso que no falte ;). Muchas Gracias, Mercedes!. Un beso!
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