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Alquimista de Historias

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Alquimista de Historias

Archivos mensuales: febrero 2019

David

24 domingo Feb 2019

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Yo nunca sería capaz de tomar al asalto una comisaría, ni de hacer una huelga de hambre, o morir por una causa. David sí. Y por eso tenemos lo nuestro. Nos conocimos en la biblioteca. Los dos queríamos el mismo libro de derecho civil, él estaba matriculado en Agrónomos y yo no acabé de entender por qué tenía interés en el mismo libro que yo, que estudiaba Derecho. Decidimos compartirlo. Y ya no nos volvimos a perder de vista. Es el único que me llama Maravillas. Por mi nombre. Porque le gusta. Una vez me dijo que yo parecía la típica rubia que no come, y yo le contesté que él era lo más parecido a un okupa. Pero funciona.

Acabamos a destiempo, en junio terminé yo, y un septiembre después él. Él consiguió una beca en Agricultura y yo empecé a trabajar en el Centro Comercial, en el departamento de perfumería. La primera vez que me vio en uniforme me preguntó desde qué puerta salía el avión para Bilbao. Lo único que es distinto es que mis tacones son más altos. Y a mí no me gusta volar. Yo lo que quiero es ser notario.

El piso lo encontramos por casualidad. Ni muy grande ni muy pequeño, pero con techos altos y ventanales. A los dueños les urgía la venta, y el banco nos facilitó la hipoteca.

Primero llegó Simón y once meses y una semana después Levi. Fue entonces cuando mi madre entró en nuestras vidas. David empezó a trabajar en una empresa de pozos, yo volví enseguida a vestirme de azafata con tacones altos, y alguien tenía que cuidar a los niños. Que conste que ella se ofreció voluntaria a tamaña empresa. Siempre dice que su día estaba vacío, y los niños se lo llenaron.

En un principio, el proyecto iba a dirigirse desde la central en la capital. Pero después cambiaron de opinión y les comunicaron que tendrían que trasladarse con frecuencia a Sudán, para dirigirlo in situ. A mi no me hizo mucha gracia. Me alegré por la gente, que iba a tener después pozos, pero las noticias que leía sobre la zona no me parecían muy alentadoras. David me tranquilizaba, nos contaba que la gente era muy amable y agradecida, y que la zona problemática estaba muy lejos de donde ellos estaban trabajando. La zona siempre estaba lejos.

Primero me llamó mi primo. Y después un ministro. No sé cual. Mi madre dice que empecé a gritar. No me acuerdo. Y la casa se llenó de gente triste, que me agarraba las manos. Y yo les oía como si estuviese tras un cristal. Alguien me dio un vaso de agua. Y me envolvió una profunda tranquilidad. Y me dormí. Horas o días. No lo sé. Según parece asistí al funeral y al entierro. Nadie supo que, tras las enormes gafas oscuras, seguía durmiendo. Todo está fundido en negro. Con voces mate y lejos. Y esa tranquilidad. Esa paz absoluta.

Ni se enteró. Y me lo dijo mirándome fijamente, como para querer convencerme. La Hermana Celeste. En mi tranquilidad artificial se me ocurrió que tenía nombre de grupo indi. Y me dio por reír. Me cogió la mano y me la acarició. No tenía manos de monja. Tenía las manos de mi tío Crisanto. Albañil. Y otra vez la risa. Ella también sonrió. Al menos. Había traído “las cosas”, como ella las llamó, en un macuto enorme de lona azul.

Cuando se fue me quedé mirándolo sin poder siquiera tocarlo. Mi madre lo cogió y despareció con él por el pasillo.

En algún momento me di cuenta de que David no iba a volver. Que no iba a escuchar el ruido de sus llaves en la puerta, ni vaciar sus botas de arena, verle convertir nuestra bañera en una cubeta para el estudio de las olas del mar, escuchar su risa, verle cargar con los niños a la espalda, oir como le llama Beckenbauer a Fran para luego presumir de ser el único hombre sobre la faz de la tierra capaz de robarle el balón, los domingos sin prisa, o saberme poseedora de su total y sincera atención.

Ellos se van, y los que dejan atrás tenemos que volver a construir nuestra vida, como si un inesperado bombardeo la hubiese hecho saltar en mil pedazos.

Volví a trabajar un mes después, para mover mi cabeza hacia algún lado, y ver gente. Volví a funcionar, una nueva rutina sin esperar su vuelta, una rutina para aceptar su ausencia.

Lo encontré un domingo por la mañana. Buscando una bolsa de deporte y guantes de goma para Levi , el lunes tenía una excursión con el colegio y una bolsa de deporte era la mejor opción para meter todo lo que me habían dicho que debía llevar. Estaba en el armario de los productos de limpieza. En la lista, en rojo, habían escrito “Guantes de goma”, me pregunté qué tendría que hacer mi hijo con guantes de goma en Andorra, pero aún así aparté varios cachivaches para alcanzar la bolsa de guantes y allí lo descubrí. Grande y de lona azul. Empotrado contra la pared del fondo. Cogí los guantes y volví a cerrar la puerta como si hubiese visto una bomba a punto de explotar. Tuve un nudo en la garganta todo el día. No se fue ni con un par de chupitos de orujo.

La mejor manera de solucionar un problema es aceptarlo. Así que, en cuanto los niños estuvieron dormidos y mi madre se marchó, volví a abrir la puerta.

Observándolo ante mi, sentada en el suelo, se me ocurrió que tenía algo de macuto de soldado. Pero en azul. Aflojé la apertura superior, y decidí ir sacando las cosas una a una, sin mirar el contenido total, siendo juez y parte de mi propio sorteo.

Una lata con lo que parecían billetes de autobús, papelitos de colores con garabatos escritos a mano, algunos con letras impresas y a un ridículo precio, le gustaba viajar en los medios de transporte público del lugar donde le tocara trabajar, decía que así se podía hacer una idea de la distancia real entre las poblaciones, mejor que en un jeep o en un camión de la Organización. Veinticuatro papelitos de colores en dos semanas. Dejé la lata en el suelo junto a mí. Un paraguas negro plegable, una linterna, tres cuadernos con informes escritos a mano, y medidas, no solía llevar dispositivo electrónico alguno, ya que solía moverse por zonas donde la electricidad era un artículo de lujo y sin conexión a internet, lo documentaba todo por escrito , y una vez en la central lo pasaba al ordenador, sonreí al tratar de entender su letra ilegible, siempre le decía que debería haber sido médico. El me respondía que no le gustaba la sangre. Y otra vez el nudo. Dos cajas de lápices y una de gomas, tres collares de cuentas de madera de colores, su maquinilla a pilas y una bolsa de cuero marrón. Abrí la cremallera despacio, casi temiendo que algo fuese a salir volando de dentro. Su Canon EOS. Perdí mi batalla contra las lágrimas, pero me las borré con la mano. A través de esa cámara había recorrido África de su mano, de cada viaje traía un reportaje gráfico, una especie de diario con el que me explicaba lo que había hecho. A mi propuesta de publicarlas, había contestado que hacerlo sería como vender el alma de aquellos lugares y de sus gentes, las solía revelar él mismo en el trastero. Sin querer, mi mirada vagó hasta una foto que adornaba nuestro salón,y que él había titulado “Cántaros”, una mujer de espaldas con un enorme cántaro sobre la cabeza, una mano lo sujetaba, la otra en la cadera, en un paisaje ocre y marrón, ella misma vestía de naranja.

Volví a borrar las lágrimas y cogí la cámara entre mis manos, alguien la había limpiado, pero aún había restos de algo. Supuse de qué y mi estomago se dobló, me tapé la boca y respiré hondo, cerrando los ojos. Cuando mi estomago volvió a su posición normal, encontré el valor para examinarla.

Todavía tenía batería, así que pulsé un botón y con un breve pitido encendió su piloto verde. En un arranque de valentía toqué el botón para ver las fotos en la pantalla.

Y allí estaba. LA foto. LA última foto. No pude borrar las lágrimas. Me quedé mirando la pantalla, incapaz de moverme.

Cuando pude forzar en mí alguna reacción, apagué la cámara y la devolví a la bolsa de cuero, apretándola contra mi,mirando al vacío, tratando de hilar siquiera un pensamiento. Hacía meses que no lo hacía. Había dejado a otros hacerlo por mi. Noté como me invadía un cansancio casi mineral.

Una a una volví a meter las cosas dentro del macuto. Todo menos la bolsa de cuero. Guardé ambas cosas en las profundidades de una balda con jerseys de invierno.

La primera persona a la que se me ocurrió podría consultar fue Don Robusto, mi antiguo párroco, aunque para nosotros siempre fue Robusto. A secas. Más allá de toda confesión o voto. Pero la última vez que había ido a visitarle, la edad ya había hecho mella y la enfermedad del olvido no le había permitido reconocerme. Así que hube de buscar otra opción.

Si siempre he querido ser notario, ha sido por Don Sisenando. Cada familia tiene un médico de cabecera. Nosotros teníamos un notario. Recuerdo acompañar a mi madre a hacer algún trámite, el despacho estaba en un segundo piso y la escalera era una suerte de ampliación de la sala de espera, donde la gente aguardaba pacientemente ser atendida, respetando el orden de los peldaños a modo de turno. Pacita era entonces la oficial y salía a intervalos regulares a resolver asuntos menores entre los que esperaban. Y a repartir Chupa-Chups. Para nosotros niños no suponía ir a solucionar papeleo. Nosotros íbamos por los Chupa-Chups.

Pero Pacita se jubiló hace años y ya no se reparten turnos por peldaños. Ni Chupa-Chups. Si bien las riendas de la notaría las lleva ahora su hijo, Don Sisenando conserva su despacho. Y de alguna manera el mando. Cuando yo era una niña, el ya era un hombre muy mayor. Cuando el oficial me abrió la puerta de la estancia, se me ocurrió que aún debía ser posible hacer tratos con fuerzas innombrables para detener el paso del tiempo. Y Don Sisenando había firmado uno años atrás, conservándose tal y como le recordaba.

Sentado a su mesa de caoba maciza, levemente encorvado en su impecable traje azul marino con chaleco del que pendía la leontina dorada de su reloj, y corbata con nudo Windsor. Era portador de unas gafas de miope rectangulares, sin pasta y minúsculas, lo que me había llevado muchas veces a pensar que eran totalmente insuficientes para la amplitud de su mirada azul, con la que observaba a su interlocutor por encima de ellas. Tenía menos pelo, muy blanco y bien cortado. La máquina de escribir había sido sustituida por un moderno ordenador portátil con impresora inalámbrica. Único cambio reseñable en la decoración caoba, maciza y profusa. “Eres igual a tu madre” y me señaló con un dedo indice largo y curvo, al tiempo que se incorporaba sin demasiado trabajo, le di dos besos y el me acarició la cabeza, como entonces, intenté no mirarle para no emocionarme, y casi lo logré. El me ofreció su pañuelo de todas formas.

Me volvió a dar el pésame que ya había recibido de su hijo en su momento, y mirándome por encima de sus minúsculas gafas, entrelazó sus largos y abigarrados dedos para preguntarme en qué me podía servir. Yo aferraba la bolsa de cuero contra mi, como si de un salvavidas se tratase y no sabía muy bien por donde empezar. “Lo mejor es empezar siempre desde el principio” y esa frase en su voz como de hojas secas, borró como por pincel mágico mis dudas y empecé desde el principio.

Me situé junto a él y accioné el botón de encendido de la cámara, para luego pulsar la tecla de visionado de fotos en la pantalla. Y allí estaba otra vez. LA foto. Por primera vez en mi vida vi a Don Sisenando ajustarse las gafas al tiempo que guiñaba imperceptiblemente los ojos. Se hizo un silencio que no supe romper. Su mirada azul multiplicada por diez a través de sus lentes rectangulares se encontró con la mía, que por algún motivo no podía parar de parpadear. “Criatura, vamos a necesitar refuerzos”. Mi abuela me había contado una vez que Don Sisenando había sobrevivido al acoso de Belchite, con lo que tras escuchar tal frase de su boca, no pude más que sentarme a esperar.

Llamó a Hernán, su hijo. Y éste a su primo Amable, abogado que tenía su oficina a dos calles, pero que apareció en el despacho apenas Hernán colgó el teléfono.

Los tres contemplaron LA foto en el visor, al tiempo que intercambiaban comentarios a media voz que yo desde mi asiento no podía oir.

Me explicaron, de forma que yo pudiera entenderlo, las diferentes posibilidades que se daban con respecto a LA foto. Me ofrecieron unos días de plazo para pensar. Pero no los necesité. Me decidí por la única opción que para él hubiera sido posible. No podía ser de otra manera.

Doné la foto al Museo de Arte Moderno. Le dedicaron una sala en exclusiva. Los beneficios de cualquier tipo de reproducción se destinaron a la Fundación Silev, una combinación de los nombre de nuestros hijos, destinada a la construcción de pozos. Sus pozos. Ahora nuestros pozos.

A veces me siento en el banco que han situado frente a ella. Y escucho su voz en mi oido. Casi un susurro. Llamándome. Maravillas. Porque es mi nombre.

Tres cucharadas.(Microcuento)

19 martes Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Ha adelgazado mucho. No hay mejor dieta que la preocupación y una criatura agarrada a tu falda. Aún guarda la esperanza de que todo se pueda arreglar, de que él abra la puerta con las llaves que conserva, y todo, como en moviola, vuelva atrás. A antes. Si alguna vez lo hubo.

No es buena cocinera, pero cuando se decide a preparar algo comestible, le reserva su porción. Se la lleva a su lugar de trabajo. Tan alta, tan delgada, tan sola. No tiene apetito, le dice, no es bueno para el colesterol. Pero ella siempre reserva su porción.

Quiere darle tiempo a que vuelva. A que se replantee su decisión. Mide el tiempo. Es como caminar a oscuras sin ser ciego, palpando el aire, temiendo el siguiente paso. Temiendo caer.

Pero ella le reserva su porción.

Como antes.

Sugar,Sugar…

17 domingo Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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-Ahora ya te toca a tí…

-Ponla otra vez, que me quiero cortar las uñas de los pies…

-Pero no te las cortaste en la ducha?

-Ya me lavé los dientes mientras me lavaba el pelo, ya sin suavizante para hacerlo corto, si encima me corto las uñas….

«Sugar, ah honey honey
You are my candy girl
”….

-Tengo que hacer pis….

-Tres minutos….sólo tres minutos….

«And you’ve got me wanting you
Honey, ah sugar sugar»

-Yo ya voy hacia el vater….

-Ay espera….pues sólo me corto las de…espera….
“You are my candy girl
And you’ve got me wanting you
”

-Le gusta más si saltas un poco….

-Tres pasos para adelante,tres para atrás, lado, lado…

-Tú verás….

“I just can’t believe the loveliness of loving you
(I just can’t believe it’s true)
”

-Ves?

-Pues yo salto…y hasta se ríe…

-Todavía no se ríe, Ray, hará una mueca….a ver…acabas?

-Y yo te digo que se ríe….
“
I just can’t believe the one to love this feeling to

(I just can’t believe it’s true)”

(Amago de llanto)

-Cógela que me tengo que vestir….

-Ya te dije yo….

-Pues después salto…ahora me voy a vestir….

When I kissed you, girl, I knew how sweet a kiss could be
(I know how sweet a kiss can be)
Like the summer sunshine pour your sweetness over me
(Pour your sweetness over me)”
..

-Uy…

-Ay!…pues no saltes…no la muevas…aaalaa…todo fuera….te ha puesto fino….

– Pues me voy a tener que duchar….otra vez….no te rías…

-Me visto y…

-Y cómo hacemos?….

-Espera que me pongo algo….tres minutos….

-”Mi vida en tres minutos”…..dónde vas?…shhhhshhhhh….eaeaeaea…ponlo otra vez!…shhhhhshhhhh…yuyuyuyuyu….

«Sugar, ah honey honey
You are my candy girl
”…

-Ya estoy….pásamela así…cuidado con la cabeeeeza….

-Se ha hecho caca….

-Tiene caquita…mi cosita piquiñiiita….qué haces?

-Pues sacarme la ropa vomitada, Maribel, qué voy a hacer….y muévete, que sino…

(llanto)

-Ves?

-Ya…ya….yoyoyoyooyoy…..a ver….a ver…

“When I kissed you, girl, I knew how sweet a kiss could be
(I know how sweet a kiss can be)
Like the summer sunshine pour your sweetness over me
(Pour your sweetness over me)”

(LLANTO)

«Sugar, pour a little sugar on it honey
Pour a little sugar on it baby….”
–
Salta, Maribel…..dónde tengo calzoncillos?

(LLANTO)

-…..

«Sugar, pour a little sugar on it honey
Pour a little sugar on it baby
I’m gonna make your life so sweet, yeah yeah yeah
Pour a little sugar on it oh yeah”

-Calzonzillos?

-En la cesta….shhhhhshhhhh…oooyoyoyoy…..

-Dámela anda….

-Pero vístete….

-Aaaala…..ves?…ya está…. la cosa está en saltar…

-Hay que cambiarla….

-Ponla otra vez entonces….

-Voy….

«Sugar, ah honey honey
You are my candy girl
”….

*»Sugar,Sugar» The Archies, 1969.

Valdeálvaro

14 jueves Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Cuando Remigio Céspedes emergió de detrás del mostrador, Catalina Orihuela ya estaba allí. Con su abrigo de lana de alpaca, su pelo trigueño recogido en un moño- coca y su dulce mirada azul, dedicándole la más bonita de sus sonrisas. Se había decidido finalmente a comprarle a su hijo mayor los gemelos de plata que hacía meses le pedía, y así evitar discusiones familiares absurdas. Sí, definitivamente eso era lo que iba a hacer a primera hora de ese lunes.

-Gemelos de plata?, por supuesto Señora, ahora mismo le muestro tres modelos de corte juvenil…- Contestó Remigio atentamente , sumergiéndose otra vez tras el mostrador, al tiempo que oía una musiquilla como de campanas. Cuando volvió a incorporarse, Catalina Orihuela había desaparecido. Evaporado. Sin dejar más huella que su vacío ante el mostrador. Remigio Cépedes oteó la casi desierta planta de joyería y cosmética. Pero ni rastro de la mujer del abrigo de alpaca.

En la hora de la pausa para comer, Céspedes le pidió el favor a Mario Muerzo, el de seguridad que trabajaba en el cubículo de monitores, de buscar el segmento de las nueve de la mañana. Quería estar seguro de que la mujer del abrigo de alpaca no era un espíritu. Había oído que, a veces, se aparecían ante los que se querían llevar al otro mundo. Y quería estar prevenido.

La noticia sorprendió a Laura Mendoza en plena discusión con su marido. Las monjas habían escrito una nota formal de queja, acerca del largo del uniforme de Laurita. Veintisiete centímetros por encima de la rodilla, era indecente e indecoroso.

-Indecoroso- Repetía Luís mientras aventaba la hoja que contenía la queja, como queriendo que su contenido desapareciera en el aire con el gesto. Laura, que llevaba varios minutos sin decir nada, trató de intervenir alegando que la falda le quedaba bastante larga a la niña de todas formas. Luís cesó en su labor de aventar la hoja y la miró, durante un par de segundos, en los que la radio que la empleada tenía encendida en la cocina pudo oirse con nitidez, hasta ese momento había sido una especie de ronroneo de fondo- “De todas formas” dice…- Enlazó Luís haciendo amago de volver a hacer aspavientos con los brazos. Pero Laura ya no le escuchaba. Había entrelazado sus enjoyados dedos, y parecía de pronto concentrada en algo que hacía que sus ojos vagasen inquietos por el salón, mientras murmuraba algo ininteligible.

-Dios Mío Virgen Santa- Musitó por fin, llevándose una mano al pecho, y sus pulseras tintinearon, sacando a Luís del hilo de su monólogo- Dios Mío Virgen Santa- Repitió Laura, y sin dar explicación alguna abandonó el salón casi corriendo. Luís,que seguía sin entender nada, alcanzó a oir la puerta principal cerrarse de un portazo, y se dejó caer en una de los sillones, tratando de encontrar una explicación a la reacción de su mujer.

“….Así pues el proyecto de Valdeálvaro ya es un hecho, pronto el aire fresco de la sierra será asequible para todos aquellos que decidan comprar una de las casas en la futura urbanización Valdeálvaro”

La rutina diaria de Remedios Casanova consistía en levantarse a las cinco y media, encender la cafetera ya preparada de la noche anterior, ducharse, desayunar en ropa interior, ya que,indefectiblemente, si desayunaba ya vestida, se mancharía de café, vestirse, meter las llaves en el bolso y marcharse a trabajar. Entre las seis y media, y las siete y media siempre había un atasco en la circunvalación a la altura de su salida, así que tenía que calcular de una hora a una hora y media más, si quería llegar a tiempo al trabajo.

Aquella mañana la radio se activó automáticamente en el canal de noticias y música que siempre escuchaba. “Quiero una motocicleta, que me sirva para correr/y quiero una camiseta que tenga el número diez”, pues mira, sí, una motocicleta ahora mismo no me vendría mal, pensaba ella observando el lento avanzar del tráfico ante ella.

Cinco minutos más tarde Remedios Casanova se salió por la izquierda de la fila de vehículos, y circuló por el arcén hasta alcanzar las cadenas entre los bloques de cemento que conformaban la mediana. Ante la incrédula mirada de los ocupantes de otros coches, abandonó el suyo y desenganchó la cadena de su sujeción con la mayor autoridad de la que fue capaz. En algo se tenía que notar que ella trabajaba para el Ayuntamiento. Volvió después a su automóvil,y sin más dilación, esperó la oportunidad para incorporarse al tráfico en dirección contraria.

“ ….Valdeálvaro. No se hablará de otra cosa en los próximos meses. Luz, espacio, calidad de vida, vistas. La urbanización del futuro….un proyecto ambicioso. Valdeálvaro..”

-Si toma Ibuprofeno podrá conducir sin ningún tipo de problema…

-Y si lo combino con Tiroxina L?

-Tampoco, no hay problema…

-No sé si llevar también C efervescente…

-Puede combinarlos…

A Majo San Martín, de pronto, algo le llamó la atención en la puerta de su farmacia. Tres mujeres que, a su vez, la miraban a ella sin pestañear y con tenaz concentración.

-Quién ha muerto?- Les preguntó, casi sin voz, llevándose la mano al pecho, como siempre hacía cuando algo la sobrepasaba.

-Vamos a la carcel fijo

-Vamos? A mí no me incluyas…

-Tú fuiste cómplice, no digas que no….

-Ya….

-A lo mejor a estas alturas…ya ni hay nada….

-Algo queda fijo…

-Y saldremos en la tele…..cómo nos llamarán?…”El grupito salvaje”…

-“Las Vengadoras” si te parece…Laura…céntrate…

-Entonces…qué hacemos?

-Nada

-No, algo tendremos que hacer…

-Ya, pero qué?

-Podemos ir….y ver si hay algo…

-O alguien..

-Yo no cavo….nunca….ni en mi jardín…

-No creo que esté enterrado….estará por allí….

-Mira esta…”por allí”….

-Ay hija! Y yo qué sé!

-Majo, tú eres la de los planes….qué se hace?

-Por qué regla de tres?

-Por el Carajo 29…

-Esa boca!

-Lo decía mi padre….pasa algo?

-Veamos….

Estaban sentadas alrededor de una mesa camilla, que ocupaba la casi totalidad de la minúscula rebotica de Majo. De vez en cuando la auxiliar de farmacia asomaba la cabeza entreabriendo la puerta, para preguntar algo, y ellas se callaban, y hacían que hacían, y la auxiliar volvía a desaparecer sin ocultar su escepticismo.

-A tí Rubén nunca te dijo qué hizo con él?….a propósito….cómo sigue?- Y Majo miró a Remedios por encima de las gafas bifocales, apuntándola con el bolígrafo con el que se disponía a trazar un plan sobre una hoja de papel, todavía en blanco, ante ella. Todas miraron entonces a Remedios, que se encogió de hombros.

-Pues no, él me dijo que se había ocupado y punto…..y ahí sigue…todavía en el coma inducido…supongo que un día de estos le despertarán….no sé…- Y se pasó la mano por la cara, Laura le acarició un brazo y ella se lo agradeció con un gesto.

-Y en veinticinco años no se te ocurrió preguntarle?

-Pues no….

-Otras cosas le preguntarías….

-Déjala, bastante tiene ya….

-Lo que está claro es que tú al tipo lo empujaste….

-Y qué iba a hacer?! Se estaba pasando….

-Si! Que lo vi yo! Estaba intentando meter mano ahí!….

-Ahí dónde?- Preguntó Catalina, como perdida en el hilo de la conversación.

-Pues ahí! Cati, hija, dónde sino!- Aclaró Laura,señalando algún lugar impreciso de la falda de la camilla con el dedo índice de su mano derecha, e hizo tintinear con eso sus pulseras.

-Y le empujé….y se cayó a lo oscuro….

-Y palmó…

-Ay Laura, por Dios!

-A callar todas, que tengo que pensar….tiene alguna una aspirina?- Todas la miraron a la vez sin creerse la pregunta, teniendo en cuenta dónde se encontraban- en fin…lo que podemos hacer es lo siguiente…Encarna, tú, como trabajas en el Ayuntamiento, te puedes acercar a las obras y de paso de que te informas sobre cualquier cosa, miras si ves algo…

-Que trabajar en el Ayuntamiento no me da “Patente de Corso” para ir por ahí informándome de nada…

-Pues te lo inventas, seguro que alguna ordenanza habrá que no cumplan….

-Por haber…

-Pues eso, tú vas…y nosotras…

-Seguimos tus movimientos desde el cerro…-Continuó Laura.

-Qué cerro?- Preguntó el resto al coro.

-El Cerro de Valdeálvaro, cuál va a ser?

-Aquello es plano….que yo sepa…

-Pues en Google-maps aparece un cerro…espera…

-Yo podría cogerle los prismáticos a Ernesto….ahora sólo los usa para vigilar a gente desde la azotea…-Comentó Catalina.

-A qué gente?- Se interesó Majo.

-Gente…no sé…lejísimos…ni idea…ya sabes cómo es Ernesto-Majo levantó las cejas, pero se abstuvo de contestar.

-Yo tengo dos sillitas como las de Carlos de Inglaterra…las puedo llevar…- Catalina posó su mirada en Laura, guiñando levemente los ojos, Majo y Remedios se miraron entre si- Las que usa para pintar…monísimas…ya las veréis…las compré en Amazon para cuando fuimos a Roma, con tanto adoquín, al final, se agradecen…- Catalina asintió y se pasó dos dedos por la nariz al tiempo que cerraba brevemente los ojos, Majo pareció querer hilar ideas, sin éxito, e iba a decirle algo, pero Remedios le agarró el brazo con suavidad.

-Buena idea,Laura, tú tráelas….

Al Alto de Valdeálvaro sólo se podía acceder a pie. En realidad era una especie de montículo o protuberancia del terreno, en un paisaje plano y sin demasiada vegetación. Catalina, Laura y Majo dejaron el coche de ésta aparcado detrás de unos palés abandonados, después de dar varias vueltas inútiles buscando un lugar mejor para dejarlo. Catalina, al ver el improvisado sendero,horadado sobre la tierra por el continuo pasar por el mismo sitio de aquellos que subían la pendiente, dijo que ella esperaría al pie y les enviaría un whatsapp si venía alguien, a ella no le gustaba escalar, ni cuando iba a Baqueira, y tampoco había traido los zapatos adecuados. Pero Majo la cogió del brazo y la hizo acompañarlas sendero arriba, haciendo caso omiso de sus quejas. Laura las siguió cargada con dos bolsas de hule y una mochila, contándoles cómo su marido, una vez, había caido ,rodando,tras tropezar, por la Duna de Corrubedo y que un señor alemán le había imitado pensando que era lo que se tenía que hacer, y que ella sólo había tenido miedo de que la Duna se moviese y los aplastase, porque esa Duna es móvil, lo creyeran ellas o no.

-Pero no los aplastó- Sentenció casi sin aliento al llegar a lo alto del promontorio, dejando las bolsas en el suelo y secándose el sudor con un kleenex.

-El qué?-Preguntó Catalina sin apenas voz, sin saber a qué se refería, fijando sus gafas oscuras contra el puente de la nariz, y buscando sentarse sobre un pedrusco.

-La Duna Móvil…

-A quién?- Quiso saber Majo, arreglándose un poco la melena y mirando ya hacia algún lugar en la distancia, Laura comenzó a sacer cosas de las bolsas.

-A Horst y a Luís- Anotó, Catalina repitió ambos nombres para si, tratando de hilarlos con algo,y, dándose por vencida, negó con la cabeza. Majo suspiró e hizo visera con la mano, para ver mejor.

Lo que desde allí se divisaba era un inmenso areal tomado por grúas y escavadoras, sembrado de desmontes, antigüos caminos, montañas de escombros, aparejos de obras, camiones y containers de oficinas, en el centro del cual todavía resistía un edificio cuadrado y macizo de cinco plantas,ya casi desprovisto de paredes y que, en tiempos, había sido una construcción espantosa, a la que el abandono no había hecho ningún favor. Para ser una mañana de entre semana, no había demasiado movimiento de obreros y las máquinas estaban paradas.

-Ahí llega- Anunció Majo, al divisar el Golf de Remedios acercarse a uno de los accesos, Laura le pasó unos prismáticos de considerables dimensiones y de color camuflaje, que pesaban tanto que a Majo casi se le caen al cogerlos, Catalina, ya sentada en una de las sillitas de pintor amateur que había traido Laura,se encogió de hombros e hizo un gesto desvaído con la mano al respecto.

-Os hago un sandwich? Tengo fuet…- Preguntó al tiempo que sacaba dos tuppers y un envase de Pan Bimbo de una de las bolsas, Catalina, sin ocultar su asombro se atrevió a asomarse a la bolsa para saber qué contenía, Majo declinó la invitación y trató de ajustar los prismáticos.

-Ah, qué horror!

-Qué pasa!

-Tan cerca lo puse…que le veo los pelos de la nariz a alguien….

Remedios salió del coche y respiró dos veces hondo, después sujetó la carpeta con documentos que llevaba contra si y se mesó la nuca para arreglar, innecesariamente, su peinado, de pelo rojizo corto estilo chico. Después oteó la distancia, sin encontrar lo que buscaba, y se dirigió al acceso de la obra. Dos hombres con casco le salieron al encuentro, ambos en vaqueros y forro polar verde, portaban unos planos bajo el brazo.

-Tú dirás- Invitó el que se había presentado como ingeniero a cargo del proyecto, Remedios abrió su carpeta y sacó varios papeles grapados.

-Vengo por el alicatado del suelo- Y se los entregó, ambos hombres se miraron un instante, y el ingeniero hojeó los documentos tratando de leer a qué se refería.- Es un alicatado hidráulico muy antiguo, y debe ser restaurado.

-Pero ya tenemos permiso de demolición….- Apuntó el otro, que se había presentado como jefe de obra, Remedios carraspeó y sacó otro papel.

-Nuestros técnicos vendrían a extraerlo y llevarlo, después el edificio es todo vuestro….

-Y eso cuándo sería…- Remedios miró fugazmente el reloj, como si eso le fuese a dar una idea de lo que tenía que contestar y luego señaló el edificio ante el que se encontraban.

-Necesito ver el estado en que se encuentra, si no os importa- Decidió, ambos hombres se encogieron de hombros y la invitaron a seguirles.

Tras proporcionarle un casco, la guiaron a través del destartalado coloso, surcado en su medio por un hueco de grandes dimensiones, que, en tiempos, le explicaron, había dado cabida a un ascensor industrial. En un momento del paseo, estando en el tercer piso, Remedios se asomó al hueco. En el fondo sólo pudo discernir escombros.

– Y ese escombro?

– Cuando desaparezca esta preciosidad, se lo llevarán. No contiene amianto ni nada peligroso…si es a lo que te refieres- Explicó el ingeniero asomándose junto a ella, Remedios se sujetó el casco y trató de sonreír.

-Entonces….cuándo dices que vienen a por el alicatado?- Se interesó el jefe de obra deslizando un dedo por una tablet, Remedios volvió a mirar el reloj y soltó un buche de aire, maquillado en un suspiro.

-Mañana.

 

 

-Y no viste nada, una calavera, un femur….

-Ay, por Dios, Laura!- Exclamó Catalina haciendo girar los ojos, Remedios tomó un sorbo de café.

-Qué?! Pues en CSI siempre aparecen huesos….

-Sólo escombro…y escombro, nada más.

Volvían a estar reunidas en la rebotica, alrededor de la mesa camilla, Majo les sirvió un trozo de bizcocho de zanahorias y nueces a cada una.

-Pues hay que ir otra vez, con el cuento no pego ojo…- Dijo, para tomar después una cucharada del suyo.

-Yo-no-vuelvo…..las vueltas de papeleo que tuve para que fuesen a buscar el dichoso alicatado….y aún me queda elucubrar dónde lo ponen…yo, lo dicho, no-vuelvo….- Sentenció Remedios moviendo el dedo índice de su mano derecha en el aire y meneando a la vez negativamente la cabeza para hacer más énfasis.

-Pues vamos al hospital y despertamos a Rubén….-Decidió Catalina sirviendose un café, Remedios soltó una especie de chillido.

-Tú estás loca! Ya le despertarán….esto es cosa nuestra…

-A ver por qué tuviste tú que empujar a nadie….- Recordó Majo, Remedios se limitó a suspirar.

-Catalina….podemos ir tú y yo a pasear con Tor, y mientras él hace sus cositas, nosotras buscamos el cadaver..- Sugirió Laura cortándose otro trozo de pastel, Catalina dejó a medio camino una cucharada entre el plato y su boca, y parpadeó varias veces, sin acertar a contestar.

-Quién es Tor?-

-El perro de Catalina….más rico….tan simpático…- Explicó Laura ondulando la voz, como quien habla de un bebé, Majo y Remedios se miraron entre si y luego a Catalina, quien parecía muy concentrada en encontrar las nueces perdidas en su trozo de bizcocho.

-Desde cuándo tenéis perro?

-Cosas de Ernesto….a ver…la niña me estaba enseñando un video de perros de esos de Instagram….y yo dije “Qué bonito!” pero en plan…a ver….como si hubiera dicho “Llueve!”, sabéis?…y va Ernesto, al día siguiente me trae un cachorro de Setter clavado al del video….y bueno, pues se llama Tor.- Majo se llevó una cucharada grande de bizcocho a la boca, Remedios levantó las cejas.

-Yo creo que si esta le dice a Ernesto, “Tírate por la ventana” va él…y se tira- Zanjó Laura, Catalina hizo girar los ojos y negó con la cabeza.

-Pues vais con Tor….en serio, Tor a un Setter?

-Majo…ya sabes cómo es Ernesto…

-Y le dejamos suelto, que corra, y con la excusa de buscarle, pues buscamos huellas….

-Tanto como huellas, Laura…

-A lo mejor lo encuentra ya él….- En eso se abrió la puerta de la rebotica y entró un chico joven, alto, con una cazadora de motorista negra con adornos verdes y un casco en el brazo, tenía el pelo castaño claro algo largo y sus ojos, en combinación con su sonrisa, iluminaron aquel reducido espacio.

-Rubénhijo!

-No lo puede negar- Dictaminó Majo a la vista del chico, Remedios sonrió orgullosa al tiempo que se acomodaba mejor en el asiento.

-Supuse que estarías aquí….Buenas Tardes Señoras!- Saludó Rubénhijo acercándose a la camilla y comenzando a repartir besos, su madre le arregló un poco el pelo, él le regaló otra sonrisa.

-Lo dicho….ni aunque quiera…- Apuntó Majo, Remedios le dio un codazo.

-Sólo decirte que me voy a….- Comenzó Rubenhijo, pero antes de que pudiese continuar, la puerta se volvió a abrir y apareció una chica, de melena castaña y cara pecosa,con un abrigo azul y unos libros bajo el brazo.

-“El Camarote de los Hermanos Marx”- Dijo divertida, soltando una carcajada después.

-Hola Ana, cuánto tiempo!- Saludó Rubénhijo dándole dos besos, ella volvió a reir.

-Rubenhijo!Lo mismo digo!Mamá…que me voy a la Biblioteca, vuelvo para la cena…

-A la Biblioteca?Me coje de camino y tengo otro casco, si eso te acerco…

-No!- El veto en las voces al unísono de las mujeres sentadas a la mesa camilla, hizo que ambos jóvenes las mirasen más que sorprendidos.

-Lo que ….queremos decir es…ponte el casco, Anita, eh?, póntelo…- Acertó a salvar la situación Catalina con la más dulce de sus sonrisas, los dos asintieron y tras despedirse salieron juntos de la rebotica. Remedios iba todavía a decirles algo, pero Majo le cogió la mano y la miró por encima de las gafas.

-Llevan casco.

Laura eligió para la ocasión el conjunto que se había comprado cuando a Luís se le había dado por el senderismo de montaña. Compuesto por unos pantalones verdes elásticos que se metían por dentro de una botas de montaña beig, un jersey de cuello vuelto negro y una chaqueta acolchada, verde musgo, tipo amazona con coderas de pana, todo ellos azicalado con un sombrero tirolés que su cuñada le había traido de recuerdo de un viaje, lo que la hacía parecer una suerte de guardabosques bajito, sin bosque que guardar. Catalina había optado por un mono tipo chandal, un abrigo de lana rojo hasta los tobillos, zapatillas de deporte y un gorro de uno sus hijos, también de lana, que le tapaba la cabeza casi por completo. Esta vez aparcaron el coche un poco más cerca de la obra, detrás de un galpón para materiales. Habían elegido las últimas horas de la tarde para llevar a cabo su plan, así que la obra estaba desierta de obreros y sus accesos cerrados. Ellas, sin embargo, se dirigieron a un camino que la bordeaba y que en algunos tramos se perdía en ella, entre vallas y muros móviles. Tor trotaba ante ellas, sujeto a la correa que llevaba Catalina de la mano.

-Pues yo soy más de reguetón, fíjate…

-Nada, yo tengo que cantar a voz en cuello, porque voz tengo, ya sabes que la eduqué…

-…

-No me mires así, Cati, que bien sabes que canté en el coro y la Hermana Ginesa siempre me decía “Da el tono Laurita” y yo lo daba…

-Ya…pero tanto como “educar”…

-“Yo te doy, toda mi vida y hasta más quisieraaaaa, sabes bien que soy tannn tuuuya hasta que un díaaa me mueraaaaa!!!!”

-Laurita por Dios!!

-Doy el tono..o no?

-Das, das…Jesús…qué dices…lo dejamos que corra entonces?- Preguntó Catalina mirando a su alrededor, un inhóspito lugar de zanjas, caminos de tierra y vallas, Laura se encogió de hombros y ella dio via libre a Tor, que, acto seguido salió disparado,y, salvando grácilmente un vadén, se adentró sin dejar de correr en la zona de zanjas. Catalina se llevó las manos a la cabeza, Laura soltó una media carcajada.

-Ven, que sé como hacen unos del ejército inglés en la tele….- Y a paso vivo se acercó al badén y comenzó a trepar por él, para desaparecer después tras él con un chillido, Catalina parpadeó varias veces.

-Pues…si hay que ir…se va- Y la siguió.

-Tú qué dices?….bajamos y las ayudamos, o dejamos pasar la cosa…

-Es que….qué hacen?

-El chucho, que saltó a la poza gigante esa que se forma cuando llueve… sabes?

-No sé….

-Es que la gente no las piensa…

-O sí, vete tú a saber….- Los dos vigilantes de la obra, observaban desde una de las terrazas que hacía el terreno, cada uno con un café en la mano, cómo dos mujeres,desde lo alto de un talud, habían tratado de convencer a un perro de abandonar la poza, en la que el animal parecía pasárselo muy bien nadando, la mujer que llevaba un sombrero había tratado entonces de bajar hacia la poza, había resbalado y caido medio dando volteretas al agua, la otra ,al asustarse, había caído del talud hacia el lado contrario y tras trepar otra vez, había tirado un tablón al agua, asustando entonces al perro, que había huído hacia el fondo del areal dando aullidos. La mujer del gorro había intentado salir de la poza sin conseguirlo, al tener las ropas completamente empapadas, la otra entonces había accedido a bajar a ayudarla, para acabar ella misma hundida en el barro que rodeaba la poza.

-Pero mi amor, si querías venir a ver el Chalet Piloto, me lo podrías haber dicho, y veníamos juntos…- Ernesto Sáenz, marido de Catalina, se lo decía mientras conducía su coche de vuelta a la ciudad, junto a él, en el asiento del copiloto, Catalina, arrebujada en una manta, se había calado la cabeza por completo en el gorro y no había dicho una palabra en lo que llevaban de trayecto, bajo la manta, sólo llevaba la ropa interior, lo que antes había llevado puesto, Ernesto había tenido que meterlo en una bolsa de basura en el maletero.

-No quiero volver allí jamás en la vida!- Masculló bajo el gorro.

-Piloto….te voy a dar a tí yo Pilotos- Protestó la voz de Laura desde el asiento trasero, también envuelta en una manta y acariciando la cabeza de Tor, que, más un ser de barro que un perro, se había acostado contra ella, y dormía plácidamente.

-Nada, ahora a casa, os preparo un baño relajante y como nuevas, mañana puedo llamar a Jiménez y que nos los enseñen sobre plano, como inversión o así….- Continuó Ernesto con calma, Catalina pareció patalear bajo la manta.

-No quiero volver jamás!Jamás Nunca!!

-Nunca Jamás, amor..

-Como sea!!

-Sobre plano, dice…..

-Laura, por Dios!!

El hombre del tiempo había anunciado chubascos moderados, pero se habían quedado en un par de nubarrones que se habían ido deshilando en el cielo con ayuda del viento a lo largo de la mañana, hasta dejar un cielo casi despejado, que ahora contemplaban cuatro mujeres sentadas en cuatro sillas de camping sobre el Alto de Vadeálvaro, al que, además de las sillas, habían subido dos neveras portátiles, varias bolsas de hule, cuatro mochilas y dos paragüas tipo sombrilla.

-Tenéis que admitir que no se está tan mal- Anotó Remedios cerrando los ojos contra el cielo.

-Yo después no quiero volver más nunca…

-No era “Jamás Nunca”, Cati?

-Dejadme en paz…- Y ella también cerró los ojos, apoyando la cabeza en el respaldo de la silla.

-A y media acaban con él…

-Con quién?

-Con quién va a ser Remedios? Con el edificio…

-Mira que si nos pasa como en Fukushima….

-Y de dónde nos iba a venir la ola? Laura…piensa…

-O nos afecta la onda…

-Estamos a cinco kilómetros….voy ir sacando las copas…

-Qué copas?

-Ay, esto lo vamos a bañar en Gin-Tonic…

-Y quién conduce de vuelta, rica?

-Llamamos a Ernesto, y en paz…

-Señor…por qué yo?

-Podemos hacerlo más veces…

-Aqui?

-No, dónde nos dé la gana.

-Además, ahora que Anita y Rubenhijo se van a ver más…

-Y tú eso cómo lo sabes??…

-La experiencia es un grado….

-Qué ha sido eso?

-Un bombardeo…

-Laura!

-Ya empiezan….ay qué emoción…

-No sé vosotras, pero yo estoy nerviosísima…

-Ay Reme, un poco de por favor….

-Sonreid!!…#alabimalabamalimbambuuum la cuelgo y nos hacemos virales…

-Yo sólo quiero llorar….

-Ay Cati por Dios, toma el Gin y calla….

-Estoy segura de que con estos prismáticos, si los ajustas de alguna manera, es posible leer los pensamientos de la persona que observas…..

-Por…

-Este, claramente, se depila las cejas…

-Majo!

-Ahí van, ahí van….niñas las copas!

-Pam!

-Salud!

-Y porque sigamos juntas!

-Eso!

-Dónde nos dé la gana!

-Y cómo nos dé la real!

-Cuando nos salga de ahí!

-Laura!

-Por Jamás Siempre!

-Siempre Jamás, Cati…

-Como sea!

RUBÉN

Sé que viene porque huelo su perfume. Sigue usando el mismo, Eau de Courreges. La de veces que tengo ido al Corte Inglés a hacerme con tiritas de prueba, las llevaba en el bolsillo y me daba la impresión, que, de alguna forma, también la llevaba a ella. No me habla, sólo está ahí. A veces la oigo llorar, pero muy bajito, se suena casi sin hacer ruido. Antes de irse, me acaricia la cabeza, como entonces. Yo no puedo hacer nada. Sólo hilar mis pensamientos y recuerdos, que dan vueltas en mi cabeza sin encontrar salida alguna. No me puedo mover. Tampoco hablar. Ni abrir los ojos, y aunque pudiera, no lo haría, estoy mejor así. Rubénhijo viene también. Ha salido a mí. También es terrible. Se lleva a las enfermeras de calle. La manzana no cae muy lejos del árbol, se dice, no?. Y listo como su madre. Me lee el periódico, el fútbol y los sucesos. Pero sólo los sucesos graciosos. Los que leíamos juntos. Sólo que ahora sólo se puede reír él. Yo ni siento ni padezco. A veces me duele algo, pero no sé exáctamente qué. Y enseguida vienen, y el dolor se va como vino. Toda la vida montando a caballo, y me caigo de una mula terca. Sólo me acuerdo de llegar a la finca de Pancho. No sé cuándo. Desde entonces estoy aquí. He intentado moverme o dar alguna señal, pero no he sido capaz. Sólo puedo oir y oler.

Hoy ha venido a última hora. Eau de Courreges. Mi niña. Porque para mi siempre será mi niña. Y sé que a ella le gusta que la llame así. Aunque diga que no. Por llevarme la contraria. Y me ha contado una retaíla de cosas. Ella que sólo lloraba bajito. Me he perdido por la mitad. Algo con las otras chavalas y una urbanización. Hace mucho que no tengo que pensar, debe ser por eso. Se fue apuradísima. Eso sí, me acarició la cabeza.

Me ha contado el segundo capítulo de su retaíla. Y ya sé de qué me habla. Valdeálvaro. Allí estaba la fábrica de neumáticos del padre de mi amigo Martín. Que después se casó de penalti con aquella. Cómo se llamaba?. La fábrica cerró que yo sepa. Y es un monumento ruinoso al feísmo. La de parrandas que hemos tenido allí. Y de eso iba la retaíla. De una de las parrandas. Aquella del hueco del montacargas. Me acuerdo de que vinieron a buscarme medio histéricas, porque Reme había empujado a un chico al hueco. Porque se estaba pasando. Y estaban convencidas de que se había matado. Porque estaba muy oscuro, decían, y no respondía. Yo era terrible. Jugaba a ser el heroe o el perdonavidas. Según cuadrase. Y me cuadró el héroe. Hice como que iba a mirar y les dije que yo me ocupaba. Y le di un beso, la llamé „mi niña“, la abracé y se las encargué a Javi y Marcos para que las llevasen a casa. Mi palabra la ley. Faltaría más. Yo era terrible. Me quedé solo. Y bajé a los almacenes. No era un montacargas. Era una especie de contenedor gigante que subía y bajaba los neumáticos. Ahora estaba abajo. Hasta arriba de llantas. Trepé y allí estaba. Cómo se llamaba?. Abelardo. Eso. Abelardo Conesa. Durmiendo la curda como un bendito sobre las llantas. Le desperté y le ayudé a bajar. Luego le llevé a casa en mi moto. Se fue al poco a Suiza a trabajar para la Nestlé. O algo así. Y allí sigue,que yo sepa. Pero muerto no está. Fijo. Le dije a Reme después que yo me había encargado de todo, que se olvidase del asunto. Yo era ahora su héroe en carne y hueso. Nunca le conté la verdad. Y estas montándose la película. Las estoy viendo. En la rebotica. Como antes. Si sólo pudiera reirme. A ver la que lían. Lo que daría por volver a ser el héroe. Pero para eso tendría que salir de aquí. Pero cómo. Ya lo he intentado todo.

Ya lo tengo.

Riesgo Calculado (Microcuento)

08 viernes Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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El baúl de los juguetes está cada vez más vacío. El primero en marchar fue Pancho, se aupó sobre Splash y saltó al suelo, ni adiós dijo. Lucas y Esmeralda, al menos, avisaron la noche anterior, Sam les prestó su escalera. Los dos caballos, la vaca y el elefante optaron por evadirse durante la visita diaria al parque, cruzarían el lago, por la parte de los juncos. El Hombre Araña se encaramó al borde de la cómoda, de ahí al pomo de la puerta y desapareció. Gran Héroe Volador arriesgó por el resquicio de la ventana. Sam, como buen capitán, se irá el último. Hoy toca baño. En contacto con el agua me haré invisible, y me iré, como vine. Sin hacer ruido.

 

Subinspector Naveira. „Tengo una muñeca“(V y Final).

03 domingo Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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V- Manhattan

-Y como verás, tienes unas vistas espectaculares- El hombre de la inmobiliaria le presentó lo que se veía a través de la ventana del salón con un gesto teatral de la mano, como si Naveira, a través de esa ventana,fuera a presenciar, en cuanto se asomase, un número de circo. Pero no. La ventana se abría a un patio de luces, ni grande ni pequeño, de paredes de cemento y tendales de ropa, Naveira se volvió tratando de entender la broma, pero la convincente sonrisa del comercial le dio a entender que se lo decía en serio. Buscó sonreír también, y se asomó otra vez para mirar hacia el trocito de cielo que se podía divisar desde esa altura.

-Va a llover otra vez- Dictaminó, y cerró la ventana, el de la inmobiliaria le guió hacia la siguiente estancia, que también daba a ese patio, y, según él, no necesitaría siquiera calefacción porque le daba el sol todo el día. Iba a decirle lo que pensaba a cerca de esa afirmación, cuando le sonó el móvil, al ver quién le llamaba sonrió y luego fingió falsa seriedad al dirigirse al comercial- No sabes lo que lo siento, pero me tengo que ir, ya te llamo para ir a los otros cuando pueda, de acuerdo?- Y le ofreció la mano, el otro asintió y se la aceptó, para pasarle después una hojas con fotos de pisos a todo color.

-Nada, ya me dices, sin compromiso…- Anotó como despedida.

Naveira marcó rellamada en cuanto llegó a la calle, enclavada en la laberíntica barriada colindante con El Corte Inglés.

-Alégrame el día neno…

-Esa sería mi frase

-Siempre quise decirla, debe molar mazo con la pipa..

-No creas…qué me queres amor?*

-Contarte mi vida…en serio, tengo que narrarte rollos…

-Cuándo te va?

-A las dos en el Manhattan?

-No te pilla mejor por el puerto?

-Non ho…que las paredes tienen ojos neno…flipas …

-Oidos

-Bueno, pasa mía, tu ya me pillaste…en el Manhattan?

-Va

-Aburiño*

José Ángel Núñez Abuín, Gelo, siempre había sido un niño alto y flaco. Con el tiempo, sin embargo, había evolucionado hasta convertirse en un coloso, de espaldas del ancho de un armario y brazos de remo que se desplazaba sobre unas piernas tan largas y fuertes como troncos. Trabajaba como estibador en la lonja del puerto, y, según él no necesitaba otra cosa para mantenerse en forma. Naveira le divisó ya desde el momento en que dobló la esquina desde Juan Florez hacia la Plaza de Pontevedra, se había decidido por acudir a la cita dando un paseo, por hacer algo de ejercicio, ya que si bien pagaba regularmente las cuotas de un gimnasio, hacía mucho tiempo que no iba y caminar le ayudaba a pensar. Gelo y él se habían criado juntos, ya que habían vivido en la misma calle en Montealto. Juntos también al colegio y después al instituto, después sus caminos se habían bifurcado, Naveira había sido admitido en la Escuela Nacional de Policía y Gelo había tirado hacia la mecánica, para después recalar en el puerto, como antes lo había hecho su padre. No se veían con frecuencia, pero el vínculo seguía siendo el mismo.

-Siempre que entro aquí me parece que voy romper algo neno…no sé por qué…- Comentó Gelo cuando ocuparon una mesa en la cafetería Manhattan, a Naveira le dio la risa.

-Es que casi se ruega etiqueta..

-Ya lo notara ya…

-Qué es de tu vida? Tus mujeres bien?

-De sultán tengo poco eh?…

-El bellezón de tu hermana…?

-Tu no sabes la frase “Tropecé de nuevo con la misma piedra”…bueno, pues ella lo hizo no una, flipa, sino dos veces, neno….y claro, ahora tenemos dos piedras preciosas en casa, ella se fue de cocinera allá arriba a una plataforma petrolífera y está con un galés que también está allí….

-Un galés…

-Una chorba* de Montealto y un galés se encuentran en una plataforma petrolífera….suena a coña de chiste…pero no, es lo que hay…

-Y tu madre?

-De mi vieja va el rollo que te tengo que narrar..- Naveira dejó de remover el café que les acababan de servir y se le quedó mirando sin entender a dónde quería llegar.- No me junes así, neno, que yo también flipé…

-Sorpréndeme….

-Pues resulta que mi vieja cholla para una gente de guita del 15004*, lo típico, la de Mosquera, en fin, que esa purila tiene una hermana que está pa llá…pero pa llá total, no rige…creo, y el cuento es que mi vieja ahora salió con que la tipa que está pa llá es la que birló a la chavala del aeropuerto…ahí la tienes báilala, como dice el otro- Y se bebió de un trago el resto de su café solo, Naveira, que le había escuchado atentamente, miró fugazmente hacia el exterior, y se bebió él mismo su café de un trago.

-Y en qué se basa?

-La Mosquera se fue fuera una semana, y dejó a mi vieja a cargo de la que está pa llá, pero se le fue…y justo coincidió con lo de la chavala, y con que no sé qué rollo de muñecas rotas y ataques de pánico…una muvi* total, lo dicho…y ella no quiere achantar después con el marrón, entiendes?- Naveira se pasó una mano por el rostro y maduró la información unos instantes.

-No te puedo contar nada, pero desde que apareció Rebeca…la niña, se llama así, no avanzamos ni un ápice ni llegamos a ninguna conclusión….así que me vendría de perlas hablar con tu madre, primero extraoficialmente…porque si es humo…es humo….pero si no lo es…

-Pues te pasas por “territorio enemigo” esta noche si puedes y listo….- Naveira rio descreido y miró hacia el exterior.

-Viven allí todavía?

-Se llamará Fe tu ex, pero a tí no te tenía ninguna eh? je,je  Neno….es lo que hay…siguen, siguen…y no me entrará nunca, neno, porque tú no sólo tienes pelasso, eres guapo del copón que decía mi hermana- Naveira soltó una carcajada y negó con la cabeza, para mesarse el pelo después imitando los anuncios de champús.

-Es que yo lo valgo…

-Lo copas, neno, total…

-Le viene bien a tu madre a las siete?

-Allí estaremos.

Xoxón Mosquera llamo a su hijo Amadeo, que estudiaba en Madrid, por video-llamada de Whatsapp, nada más sentarse a desayunar, Amadeo le cogió el teléfono a punto de hacer exactamente lo mismo.

-Buenos Días, corazón!Te desperté?-Amadeo se ajustó las gafas de pasta y alejó un poco el teléfono, para poder verla mejor, luego sonrió.

-Qué va!…tengo clase dentro de una hora…

-Te llamo para darte una alegría…

-Papá vuelve a tocar la harmónica…- Xoxón rio con ganas.

-No, Gracias a Dios…verás…te damos nuestro Audi!- Amadeo guiñó levemente los ojos, y acercó un poco más el móvil.

-El qué?…creo que no te oigo….

-El Audi, corazón, te damos el Audi!- Exclamó Xoxón, llamando entonces la atención de su marido, quien entraba en el comedor en ese momento, y se sentó junto a ella, sin entender a qué se refería.

-Pero qué dices?- Susurró Pancho haciéndole gestos con las manos.

-Mira! Papá está aquí! Te lo lleva hoy mismo, y él vuelve con el Ford K…

-Pero es que con el jaleo que hay por lo del centro….- Quiso objetar Amadeo, buscando a su padre en la pantalla.

-Sale esta misma tarde, y vuelve, ida por vuelta….y nos haces un inmenso favor, mi vida….

-Bueno, vale…pero el seguro y todo eso….

-De eso no te preocupes, ya hablo yo después….

-Y cuándo dices que llega?…yo tengo clases hasta…

-Cuando llegue te llama y ya está…- Pancho frunció el ceño y negó con la cabeza, incapaz de seguirla.

-Ok….gracias!

-De nada, corazón, ya te digo cuando sale…adiós- Y le envió un beso, que Amadeo respondió con otro, antes de poner fin a la llamada.

-Pero nena! Qué está pasando!?- Exclamó Pancho incorporándose, más confundido que enfadado, Xoxón alzó su mirada inundada de lágrimas hacia él, para luego sepultar el rostro entre sus manos, y dar rienda suelta al llanto.

Naveira cumplió su promesa, y acudió a la cita pactada con la madre de Gelo. Cuando llegó, se la encontró ya vestida y arreglada para salir, Gelo se limitó a encogerse de hombros.

-Hay otra persona que te puede contar más que yo, ya la llamé y nos está esperando….no sabes lo que te lo agradezco filliño…es que no pego ojo con la trécola*…ven, vamos, vive en Adelaida Muro…- Y sin darle tiempo siquiera a darle las buenas tardes, lo cogió del brazo y les guió calle abajo.

Hermosinda Tren López, Sinda, en su juventud había sido una mujer alta, muy rubia y de enormes ojos azules. Ahora, superados los ochenta y cinco años, el pelo rubio se adivinaba en las ligeras vetas que jalonaban su impecable pelo corto y blanco, los ojos azules, sin embargo, grandes y despiertos seguían iluminando su rostro, casi libre de arrugas. Les recibió sentada a la mesa del comedor, en la que su hija Lina había dispuesto una merienda que bien podría saciar a un batallón, presidida por un gigantesco bizcocho borracho. Después de las consabidas presentaciones, servidos el café y el bizcocho, Piluca pidió a Sinda que le contase a Naveira lo que sabía de la familia Mosquera.

– Á Santa puxo-a así o pai, non por nada…veulles des anos despois da Xoxón, polo menos, xa non contaban e veu ela. „Culo veo, culo quiero“, mercaballe o de Dios es Cristo con perdón. E eles cartos tiñan e teñen a mansalva. Ela era mais ghuapa ca outra. Tiña os ollos do color de aquela actriz, cómo se chama Lina?, si muller, a da pelicula aquela tan longha, que puxeron ambigú e todo no meio, boeno, aghora non me ven, pero son dunha cor rara. Eles xa as levaban sempre moi ben vestidas, os calcetís cos lazos, os abrighos cos ghuantes…deso era á Fina, qué rolliño lle daban, e daquela có almidón, si muller, que despois casou có de Cortizo. Bonecas pa parar un tren, teñenme dado bonecas por un tubo, escusaba mercar. Alghunhs sen abrire. Si casou Santa? Sí, él era dos Dapena, un rapaz moi bo, pirlouse por ela, e ela por él…boeno, en Santa non se sabe, como é así, o mellor non, pero boeno. O vestido trouxeronllo de Madrid, aquelo foi unha apoteosis, que di meu neto. Ainda teño por ahí o recordatorio, mira na comoda Lina. Foranse vivir ó pazo alá a Alvedro, cando Alvedro era aló no quinto pino. Quería que fose con ela, pero quedeime na Barrié….eu qué facía alí?..Ainda hoxe é incómodo. E eu xa o dicía, pero….Non durou nen dous anos. Por ahí, dous anos cortos. Ela volteu pa casa e él foise. Tivo que irse. Porque ela presentabase-lle onde el vivía, e tal, como se non pasara nada, ela era como é. Eu coido que non o aceptou nunca eso. O caso é que el foise, non sei a donde, pero lonxe. A Felisa, a do Cosme, traballaba nos pais del, contoume que él seica volveu casar, pero non volveu por aqui, iban eles….a Felisa? A Felisa xa morreu muller, onde vai, era maior ca min. A preghunta de Santa de pequena era „Sinda por qué no andan? Por qué no andan y hablan mis muñecas?“a sua cousa era que quiría que a bonecas falasen e se movesen…e…como no o facían rompía con elas. Unhas perrenchas!. Pero nada…traían novas e listo. Qué dis? Si, colleu unha nena do xardín….Ay pero eso foi terrible, calaron á xente con cartos, muitos, e non se soupo nada por fora. Colleu-na, e levou-na a un piso que tiñan na Falperra, …alá se fora o pai. E daquela con Franco….calaron a xente con cartos, e ninghién dixo nen pio. Mandarana a un sanatorio en Suiza seica…pero nada. Santa é así, hay que querela como é, che mira con eses ollos…e xa perdiches.*

Naveira y Jon observaban desde la acera de enfrente la entrada al Parking situado debajo de la Plaza de Vigo, sin decidirse a entrar a cotejar una sospecha que a Naveira se le había ocurrido tras escuchar el relato de Sinda. Se lo había contado todo a Jon a primera hora de la mañana, y desde hacía un cuarto de hora sopesaban pros y contras.

-Entramos, miramos si el coche está y por las ventanillas por si hay algo a la vista…..si no está pues ya es otra cosa…

-Ya, pero con qué derecho inspeccionamos el coche, sólo tenemos la sospecha de Piluca y lo que me contó ayer Sinda…el coche es de la hermana.

-Pues ya es algo…llevamos dando palos de ciego casi dos semanas….

-Vamos pues….

Atravesaron hacia el parking, Piluca le había dicho que el coche era un Audi A6 de color gris metálico y le había dicho la letra y el número de plaza. Cuando la alcanzaron, se encontraron ante un Ford K blanco.

-Empezamos mal- Comentó Jon y trató de distinguir algo del interior haciendo visera contra una de las ventanillas traseras.

-Subimos y preguntamos…..- Decidió Naveira, y a paso vivo abandonaron el aparcamiento.

Santa

A veces se acordaba de Carlos. Y de la forma que tenía de afeitarse. Trazando surcos perfectamente verticales con la maquinilla en la espuma de las mejillas. Para luego limpiarla en el agua del lavabo. La miraba a través del espejo, y le guiñaba un ojo. Y ella a él. Pero sólo a veces. Tenía más cosas de las que acordarse. Listas enteras. Que iba escribiendo en libretas. Nadie podía leerlas. A nadie le gusta que escudriñen en su vida. A ella tampoco. Por eso las escondía. Y sólo ella sabía dónde. Como el manojo de llaves. Ellos creen que ella no se da cuenta. Pero ella lo nota. Ella sabe perfectamente lo que hace, y cómo. Otra cosa es que se lo diga a ellos. Sólo a papá, pero él ya no estaba. Como Carlos. Le gusta volverse invisible. Es fácil. Es cuestión de prática. El mundo está lleno de cosas obvias de las que nadie se da cuenta. Lo había leido en alguna parte. Y era verdad. La gente mira sin ver. Y eso jugaba a su favor. Ya no llovía. Sus ojos, de delicado color lila, acariciaron la niebla de cubría el puerto a la primeras luces del día, y sus facciones, de pálida filigrana, normalmente impasibles, se asustaron levemente con el eco de una sonrisa. Ahora voy, mi vida. Ahora voy.

Blanca y radiante va la novia…

Piluca les abrió la puerta, pero su cara de preocupación no les hizo augurar nada bueno.

-Al Señor le dio un infarto ayer cuando volvió de Madrid….se cayó redondo en el portal, menos mal que estaba el portero sino….

-De Madrid?

-Con todo el jaleo no te lo pude decir….fue a llevar el Audi…

-Y traer un Ford K blanco?-Preguntó Naveira, sacando ya su móvil de servicio del bolsillo de su cazadora

-El de Amadeo..-Confirmó Piluca retorciéndose ya las manos- Ay Dios Mío….

-Dónde está la señora?- Preguntó Jon adentrándose en la casa, Piluca le siguió ya muy nerviosa.

-En la Residencia….digo…el CHUAC*…se fue con él en la ambulacia….y no volvió…

-Y Santa?- Quiso saber Naveira, Piluca hizo un gesto con la mano señalando el pasillo que llevaba hacia la puerta que unía los pisos, y los dos policías se adentraron en él casi a la carrera. El piso anexo estaba a oscuras, como de costumbre, Piluca dio la luz y la llamó, pero sólo les respondió el silencio, Jon y Naveira recorrieron todas las estancias de la vivienda, pero Santa no estaba, Piluca se sentó en una butaca y se llevó una mano a la boca.

-Ay, Dios Mío- Naveira marcó un número en su móvil, y se agachó ante Piluca cogiendole una mano.

-Necesito que nos digas la matrícula del Audi y la dirección de Amadeo……nos ayudaste mucho Piluca…no te preocupes- Piluca asintió sin poder borrar la preocupación de su rostro, y se incorporó para ir a buscar los datos que necesitaban.

Una vez Naveira los tuvo, dio la orden de localizar el coche en Madrid e inspeccionarlo. Después, ya camino de la calle, llamó a Corcubión, para que pidiese una orden de registro mientras él y Jon iban al CHUAC a hacerle un par de preguntas a Xoxón Mosquera.

-Como comprenderán no estoy en condiciones de atenderles- Espetó Xoxón, abrazada a sí misma, viva imagen del cansancio, desmadejada y lejos de querer ser amable, después de una noche en vela en la Unidad de Cuidados Intensivos, en la que su marido estaba ingresado.

-Sentimos mucho lo que le ha pasado a su marido, Sra Mosquera, pero necesitamos que nos de razón de un par de cosas…- Comenzó Naveira, Xoxón le lanzó una mirada furiosa.

-Diga usted una palabra más y la próxima „razón“ que escuche usted por mi parte será una demanda de mi abogado….

-Díganos al menos si sabe el paradero de su hermana….- Xoxón cerró fuertemente los ojos tratando de frenar el llanto y dándoles la espalda, se alejó por el pasillo sin contestar.

-Pues si que ha sido de mucha ayuda…- Comentó Jon siguiéndola con la mirada.

-Volvamos a Barrié…

Atravesaban el Puente del Pasaje cuando casi simultaneamente, recibieron dos llamadas, la primera desde Madrid, el Audi había sido ya localizado, y en su interior habían encontrado, entre otras cosas, restos de purpurina, que coincidían con las muestras tomadas a Rebeca. La segunda desde la central, la voz de Regueira, entrecortada y casi sin aliento, sonaba como si estuviese hablando al mismo tiempo que se moviese a gran velocidad.

-Hay otra….hay otra….le dio un golpe a la madre y se… llevó a la cría en el coche……ahora sólo saber a dónde…- Naveira, que iba de copiloto, abrió la ventanilla, colocó la sirena sobre el capó,la accionó y no dejó acabar a Regueira.

-Llama a Penedo, ellos están más cerca, que vayan al viejo Pazo de los Mosquera, colinda con el Aeropuerto…nosotros vamos para allá- Jon, al oir esto, y sin previo aviso hizo un giro de U hacia la izquierda entre crugir de ruedas y bocinazos de los coches que circulaban a su alrededor en ambas direcciones, Naveira aferró una mano a la puerta y la otra al techo , una vez hubo estabilizado de nuevo el vehiculo en el carril de dirección contraria, Jon soltó una especie de grito vaquero al tiempo que golpeaba el volante con la palma de su mano derecha.

-Siempre había querido hacer esto, macho!! Vamooos, Vamoos!!- Y pisó todavía más a fondo el acelerador, Naveira le miró todavía recuperándose del medio trombo, tratando de que su estomago volviese a su sitio.

Saltándose todos los límites de velocidad, llegaron a la zona del aeropuerto del Alvedro. Tras las diferentes ampliaciones del aeropuerto, las casas que colindaban con él, abandonadas y tapiadas, habían quedado en parte sin acceso directo desde la carretera, hayandose algunas ya dentro del recinto vallado del aeropuerto, otras del otro lado. El antiguo pazo de los Mosquera pertenecía a las segundas, en otro tiempo imponente edificio señorial de piedra y madera, ahora abandonado invadido por maleza y escombro. Jon y Naveira se guiaron por las luces de las sirenas de los coches de la Guardia Civil. Un agente les salió al paso en la carretera que circundaba el aeródromo haciendo aspavientos.

-Hay que ir a pie…- Alcanzó a decirles, tras salir del coche, le siguieron adentrándose en la hierba alta y maleza, tras recorrer medio centenar de metros, llegaron al que había sido el portalón de entrada a la propiedad, cerrado con tres gruesas cadenas oxidadas. Penedo y otros tres agentes ya estaban allí, Naveira descubrió con asombro a Xoxón Mosquera, sentada sobre una piedra, custodiada por uno de ellos.

-Cuando llegamos trataba de abrir el portón…- Explicó Penedo, Naveira se acercó a ella, Xoxón evitó mirarle.

-No…responde al teléfono..-Susurró ella, casi sin voz, mirando, rendida, hacia algun lugar. Naveira se dirigió entonces a Penedo.

-Tiene que haber otro acceso…- Desde lo profundo de la maleza, otro de los agentes llamó su atención.

-Aquí!!….- Todos, incluida Xoxón, siguieron su llamado. El agente había dado con una pequeña cancela a la que se accedía por un sendero de graba proveniente de una servidumbre de paso que daba acceso a una de las casetas de trabajo de Obras Públicas, junto a la que estaba aparcado un coche. Mientras dos de ellos se dirigieron a inspeccionar el vehículo, Naveira y Jon, seguidos de Penedo, Xoxón y otro agente cruzaron la cancela.

No hizo falta llave para abrir la antigua puerta del servicio, ya que estaba entornada. Les recibió el rumor de música, desde algún lugar y el eco de una voz infantil que parecía cantar. El grupo se adentró en la casa, sumida casi en la oscuridad, ya que la mayoría de sus ventanas estaban tapiadas, hasta alcanzar lo que había sido el salón. Una criatura vestida con una vestido azul de tul y descalza jugaba a recorrer la enorme y destartalada estancia con un triciclo, mientras hacía volar dos globos de helio en forma de unicornio rosa que estaban sujetos a una de sus muñecas. Cuando les vio, cesó en su carrera, y su boquita se frunció en un puchero, Jon se acercó a ella y la cogió en brazos.

-Traed mantas! Está helada!- Grito abrazándola contra si, mientras otro agente corría en busca de las mantas, Naveira, Penedo y Xoxón subieron las escaleras que llevaban al primer piso, de donde provenía la música que les guió hasta lo que había sido el dormitorio principal.

El cuarto estaba iluminado por innumerables pequeños quinqués de colores en los que ardían velas, colocados sobre los restos de los viejos muebles, la música provenía de un radiocassette a pilas, que envolvía la estancia con „La Flauta Mágica“ de Mozart. Y en el centro, presidiéndola, una cama de dosel de madera azul cielo y ajados cortinajes morados, sobre la que yacía Santa, recostada sobre un cojín sobre el que se extendía su cabello caoba, ataviada con un camisón de tul blanco que la cubría hasta los tobillos, sus pies en unas sabrinas de charol rosa, sus manos descansaban sobre su vientre, y sus inmensos ojos lila, sin luz, miraban al vacío. Xoxón se acercó despacio a la cama, ya incapaz de contener el llanto, Naveira la detuvo con suavidad.

-Déjeme al menos..cerrarle los ojos.

-Sabe que no puedo.

Piluca le abrió la puerta. Esta vez le regaló una sonrisa y le abrazó, le guió hasta el salón, ahora ya casi desmantelado, y con cajas de madera y de cartón apiladas a lo largo de las paredes. Xoxón estaba junto a la ventana, se volvió levemente a oirle entrar, pero continuó mirando hacia el exterior. Libre con cargos, sólo debía presentarse una vez al mes en comisaría. Piluca les dejó solos.

-Muchas gracias por venir, Sr. Naveira.

-Gracias a usted por la invitación, no creí que quisiera volver a verme…

-Le debo una disculpa, a veces, se dicen cosas que no ha lugar.- Naveira asintió, pero optó por el silencio.- El viernes estará todo listo.

-Piluca ya me dijo que se mudaban a Madrid.

-Ya no hay nada que me ate aquí, Sr. Naveira, y esta casa es demasiado grande…

-Su marido?

-Mejor, gracias, él ya está allí…necesita tranquilidad..no una mudanza- Y casi sonrió, Naveira la secundó.-Tengo una propuesta que hacerle, Sr. Naveira

-Usted dirá…

-He oído que busca piso…

-Ha oido bien…

-Por supuesto este es demasiado grande para usted, pero sé que dentro de poco quedará otro libre, yo podría hablar por usted para que se lo concedan…

-Muchas Gracias…pero por qué quiere usted ayudarme?

-Algo bueno tiene que salir de todo esto, Sr. Naveira- Y posó en él una mirada tranquila y sin acritud.

-Esperemos.

-Esperemos.

 

 

*Qué me queres amor?: Qué me quieres amor? (Es también un libro de Manuel Rivas)

*Trécola:Según la Real Academia da Lingua Galega „Razoamentos empregados para defenderse dunha acusación, para non comprometerse nunha resposta ou promesa ou para librarse de algo.“, también se utiliza para definir algo complicado o de difícil factura.

*Gelo: El personaje de Gelo se expresa en Koruño, forma de hablar o variedad idiomática utilizada en A Coruña, recomiendo este enlace para entender los términos: http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Koru%C3%B1o .

*CHUAC : Complexo Hospitalario Universitario A Coruña, antes conocido como Juan Canalejo y que en A Coruña se conoce también como “La Residencia”.

*Sinda: Se expresa en gallego, aquí la traducción:

“ A Santa la puso así el padre, no por nada….les vino diez años después de la Xoxón, por lo menos, ya no contaban y vino ella. “Culo veo, culo quiero”, le compraba lo de Dios es Cristo con perdón. Y ellos cuartos tenían y tienen a mansalva. Ella era más guapa que la otra. Tenía los ojos del color de aquella actriz, cómo se llama Lina?, si mujer, la de la película aquella tan larga, que pusieran ambigú y todo en el medio, bueno, ahora no me viene, pero son de un color raro. Ellos ya siempre las llevaban muy bien vestidas, los calcetines con los lazos, los abrigos con los guantes….de eso se ocupaba la Fina, qué rollo le daban con eso!, y entonces con el almidón!, si mujer, que después se casó con el de Cortizo. Muñecas para parar un tren, me tienen dado muñecas por un tubo, ya ni compraba. Algunas sin abrir. Si se casó Santa? Sí, él era de los de Dapena, un chico muy bueno, se enamoró perdidamente de ella, y ella de él….bueno, en Santa no se sabe, como es así, a lo mejor no, pero bueno…El vestido se lo habían traido de Madrid. Aquello fue una apoteosis, como dice mi nieto. Aún tengo por ahí el recordatorio, mira en la cómoda Lina. Se fueron a vivir al pazo allá a Alvedro, cuando Alvedro era allá en el quinto pino. Quería que me fuese con ella, pero me quedé en la Barrié…qué iba a hacer yo allí?. Aún hoy es incómodo. Yo ya decía, pero…No duró ni dos años. Por ahí, dos años cortos. Ella volvió para casa y él se fue. Tuvo que irse. Porque ella se le presentaba donde él vivía, y tal, como si no hubiera pasado nada…ella es como es. Yo creo que nunca aceptó eso. El caso es que él se fue, no sé a dónde, pero lejos. La Felisa, la del Cosme, trabajaba en la de los padres de él, me contó que al parecer él se volvió a casar, pero no volvió por aquí, iban ellos….la Felisa? La Felisa ya murió mujer, dónde va ya!, era mayor que yo. La pregunta de Santa de pequeña era “ Sinda, por qué no andan?, Por qué no andan y hablan mis muñecas?” su cosa era que quería que sus muñecas hablasen y se moviesen….y…como no lo hacían las rompía. Unos berrinches!. Pero nada….le traían nuevas y listo. Qué dices? Sí, cogió una niña del jardín….Ay pero aquello fue terrible, callaron a la gente con cuartos, muchos, y no se supo nada por fuera. La cogió, y la llevó a un piso que tenían en la Falperra,….y allá se había ido el padre….Y en aquel tiempo…con Franco…callaron a la gente con cuartos, y nadie dijo ni pío. La mandaron a un sanatorio a Suiza al parecer….pero nada. Santa es así, hay que quererla como es, ella te mira con esos ojos….y ya perdiste”

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