III- Chisco Valbuena.

Se lo habían dicho ya dentro, pero la voz enlatada de Ginés se lo confirmó por el walky cuando preparaban el transportín para acercarlo al avión. Cancelado por niebla, mejor prevenir, y esas cosas, se iba a montar una buena, pero eso a Chisco no le importaba, después de diez meses en paro le habían llamado para este trabajo y pretendía hacerlo lo mejor posible. Riles, su compañero esa mañana, comprobaba algo en unas hojas que le habían entregado los de equipajes y tarareaba ,como siempre, una canción que Chisco no logró identificar. La niebla había bajado de pronto, como si una mano caprichosa la hubiera arrojado sobre ellos, y ya no se distinguía siquiera la pista.

-Esto no levanta hasta mañana- Dictaminó Riles mirando hacia donde tendría que estar la pista, ahora sólo una pared de niebla densa y blanca, Chisco cargó dos mantas y se puso los cascos para protegerse del ruido. Ambos se subieron al transportín y Riles condujo hasta el lateral del avión, que había sido bautizado con el nombre Magallanes, Chisco se preguntó por qué le habrían puesto el nombre de un marino a una aeronave, Albatros le quedaría mejor, o Tucán, por ejemplo.

-Hay cinco tablas de windsurf con las velas! Son ganas de llevar cosas!- Le gritó Riles separándole uno de los auriculares de los cascos para que pudiera oirle, Chisco se encogió de hombros y sonrió, Riles meneó la cabeza al tiempo que se ajustaba sus cascos.

Riles subió por la rampa sobre la que pondrían los equipajes para pasarlos luego al transportín y se introdujo en la bodega, volvió a aparecer con dos maletas amarillas duras que pasó a poner sobre la rampa, Chisco pulsó entonces el botón rojo para que comenzase a rotar. Colocó esas dos primeras maletas de canto contra una de los laterales del remolque, aunque eran duras, si se ponía demasiado peso sobre ellas podrían romperse, y él no podía permitirse ese error. Él quería hacer su trabajo lo mejor posible. Les siguieron dos juegos de maletas Louis Vuitton, una blanda Samsonite blanca con el emblema del Real Madrid, un trolley azul y dos bolsas de deporte de neopreno verde. Nunca apartaba la vista de la rampa. Pero se volvió a mirar hacia donde debía estar la pista. Nunca supo por qué. Y la vio. La criatura llevaba el pelo en dos coletas y lucía un vestidito de tul verde de manga corta con purpurina, que brillaba según los pliegues que el viento helador brindaba a la tela, llevaba agarrado una especie de perro de peluche que arrastraba por el suelo, deshilando la niebla con pasitos inseguros de charol rojo.

-Esta gente no las piensa….esta gente no las piensa!- Y salió corriendo hacia ella, esquivando apenas el remolque, Riles, ajeno a lo que acababa de ver, recogía en ese momento la primera tabla y al verle salir corriendo casi la deja caer sin dar crédito.

-Eh! Y me como yo las tablas solo…o qué!!- Le gritó, gesticulando nervioso dejando ahora caer sobre la rampa la funda de la tabla de surf.

Pero Chisco no le oía, corría todo lo rápido que le daban las piernas hacia aquella aparición, extendiendo los brazos y gritando, la criatura también extendió sus bracitos hacia él y por un momento le pareció que le sonreía. Alcanzó a agarrarla por debajo de los brazos y la sujetó ante si, casi sin aliento y fijando la vista, para convencerse que era real. Tenía el pelo azul y sus ojos parecían de cristal, trataba de decirle algo y entonces fue cuando se fijó en sus labios morados, sin soltarla se desabrochó la zamarra del uniforme y la abrigó contra él, rodeándola con sus brazos. Mientras volvía sobre sus pasos la sentía tiritar, y se dio cuenta del temblor de sus propias manos, casi incapaces de sostenerla. Acercó su rostro a su carita helada, sintiendo su aliento entrecortado. Y entonces pudo volver a recuperar el suyo.

El teniente Penedo se quitó la gorra reglamentaria y se secó el sudor con una manga, para luego volver a ajustársela a la cabeza, notaba la camisa pegada al cuerpo por debajo de la casaca del uniforme. Lo curioso es que no tenía calor, sólo demasiadas cosas a qué atender. Hasta hacía dos horas el lunes había comenzado como cualquier otro, con la excepción del banco de niebla que se había posado justo encima del aeropuerto y había hecho anular vuelos , eso entraba dentro de lo previsible, y no entraba dentro de sus responsabilidades tener que explicárselo a los perjudicados. Alguna vez alguno alzaba más la voz que el resto, pero todo se mantenía bajo control. Hasta hacía dos horas su mayor preocupación había sido el control de cinco tablas de surf que debían ir como equipaje pesado en el vuelo a Barcelona de las siete. Ahora estaba en una de las dependencias de aduanas, rodeado de un grupo vociferante de agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional que trataba de ponerse de acuerdo en el siguiente paso a seguir. Ya había ordenado silencio varias veces, y hasta dado un puñetazo en la mesa, pero el silencio sólo había durado justo la frase que había querido decir, para desaparecer en una maraña de conversaciones indescifrables. Se fijó entonces en Chisco. El único que estaba en silencio, como él. Sentado a una de las mesas, aferrado a una botella de Aquarius, aún encasquetado en el uniforme de faena y con la mirada perdida en algún lugar, su nerviosismo era patente en el temblor de una de sus piernas que movía sin cesar bajo la mesa.

-Quieres otro?- Preguntó ofreciéndole otra botella de la bebida isitónica, Chisco pareció sobresaltarse al oir su voz, le miró casi asustado y asintió con la cabeza.

-Pero la niña está bien, no?- Quiso saber al tiempo que hacía ceder la rosca del Aquarius, Penedo hizo un leve movimiento de cabeza que denotaba sus dudas.

-Allá se la llevaron a mil por hora, estaba ya azul la pobre, menos mal que tu la encontraste- Y le dio una palmada en el hombro, Chisco se llevó la botella a la boca y bebió un trago largo, sólo tenía sed, y el estomago revuelto, daría cualquier cosa por fumar un pitillo pero justo en la pared de enfrente colgaba un cartel en cuatro idiomas que lo prohibía.- Y ahora qué tengo que hacer- Y miró a Penedo con la expresión de aquel que espera la solución absoluta a su problema en la respuesta del otro.

-Eso mismo me gustaría saber a mi- Suspiró Penedo dándole otra palmada en el mismo hombro, Chisco dibujo un gesto de escepticismo y volvió a la pared del Prohibido Fumar.

Naveira entró al poco acompañado de Jon, llevaba en una mano un móvil de servicio que estaba sonando,mientras con la otra atendía una llamada por otro. Recorrió los rostros de todos los presentes y se paró en Chisco, sin dejar de atender la llamada, le indicó algo a su compañero con una gesto y éste se acercó a la mesa.

-Francisco Valbuena?- Preguntó, Chisco se incorporó como un resorte cuan alto era y asintió con la cabeza- Te importaría acompañarnos?- Chisco miró a Penedo como pidiéndole permiso y éste se lo confirmó con una leve sonrisa.

-Y entonces qué se hace aquí? -Preguntó uno de los presentes dirigiéndose a Naveira, éste levantó las cejas sin dejar la llamada que atendía y volvió a desaparecer, antes llamó a Penedo con la otra mano.

-El perímetro ya lo cerrásteis, ya lo vi , nadie sale y nadie entra, los que estén aquí para volar los trasladáis a Santiago, ya hablé con Mariñas, los autobuses están de camino, el resto se cancela hasta nueva orden. Ahora os toca la prensa, te aviso…- Detalló, Penedo se pasó la mano por la cara y carraspeó.

-Qué tal está la niña?-

-En la U.C.I, pero estable- Penedo respiró hondo y llevándose la mano derecha recta a la gorra ,a modo de despedida,volvió a entrar en la estancia de aduanas.

Escoltado por los dos policías, Chisco recorrió un par de pasillos por los que nunca había pasado y le hicieron entrar en otra estancia. Otra vez, como antes había tenido que hacer para para la Guardia Civil, repitió lo que había hecho desde que se había levantado esa mañana a las cinco, cómo Charo la de Cafetería le había recogido delante de la estación de tren, ya que él no tenía carnet, y a ella le pilla de paso. Explicó que él vivía en Los Mayos, ambos policías parecieron comprenderlo, Jon escribía lo que les iba contando en una tablet. Naveira, silenció los dos móviles, que no habían parado de sonar, desde que había recibido el primer aviso; Jon le había pasado a recoger con un coche y a golpe de sirena habían realizado el trayecto desde la ciudad hasta el aeropuerto en un tiempo record. Chisco les explicó que su turno había comenzado a las seis, y su compañero fue Roberto Pérez, al que todos conocían bajo el apodo de Riles, no sabía por qué, primero habían dicho que el avión iba a salir, pero según la niebla se fue poniendo peor, fue un ir y venir, hasta que les habían mandado volver a sacar el equipaje otra vez, y en eso estaban cuando había visto a la cría, pensó que veía mal o que era una muñeca, y después ya había corrido a auxiliarla.

-Está bien? Quiero decir…en serio, es que pensé que se me moría en los brazos- Y se pasó las manos por la cabeza mesándose el cabello,negro y algo largo, su mirada vagaba de uno a otro esperando una respuesta, Naveira se fijó en el color de sus ojos, solía hacerlo, como otras personas se fijan en las manos, los de Chisco Valbuena eran difícil de dilucidar, se decantó por el azulmarino,si bien era un color poco común, y algo rasgados, lo que no restaba fuerza a su mirada, tensa, a tenor de la situación que acababa de vivir.

-Está estable, no se va morir, tranquilo.

-Cómo se llama?

-Pues eso nos gustaría saber a nosotros, te dijo algo?, su nombre, o el nombre de alguien?

-No, creo que no, sólo temblaba

-Ya,y no viste a nadie más merodeando…

-No, todo estaba cubierto de niebla, sólo la vi a ella

-Bueno, pues, por nuestra parte ya está, pero los compañeros de la Guardia Civil también quieren que les contestes una cosas, ahora llamo a Penedo y vas a tener que contarlo otra vez…- Chisco se encogió de hombros y casi dibujó una sonrisa en su rostro de facciones marcadas, en el que se empezaba a acusar cansancio, se pasó una mano por él y carraspeó.

-No hay problema

Un coche patrulla le dejó delante de su edificio a las seis de la tarde. Una vez delante del portal le dio la impresión de que había salido hacía días de casa, todavía llevaba el uniforme fluorescente de faena, que de pronto le pareció pesara toneladas.

-Y luego que te pasó para que te trajese la poli?- La voz de Chente, el dueño del bar del mismo nombre que había en el bajo de su casa, le sacó de su ensimismamiento, echó un soplido y se pasó la mano por la cara.

-Es que hubo un problema, pero ya está- Resumió, Chente se mostró escéptico con la explicación, pero volvió a entrar en el bar sin preguntar nada más, Chisco a su vez entró en el portal.

Llevaba todo el día explicando lo mismo, primero a la policía, después a la Guardia Civil y cuando ya creía que podía irse, a los periodistas que estaban apostados tras el cerco, y fotos, muchas fotos, y cámaras de televisión, llegó un momento que no sabía a dónde tenía que mirar ni a quién contestar, le iba a agradecer toda la vida a Penedo que llegara para sacarlo de allí, sino aún estaría atrapado entre micrófonos.

En su casa no había nadie, como siempre, pero la tele estaba encendida, señal de que su primo Pedro había pasado por allí. La apagó y se sacó la casaca de faena, que tiró sobre el único sofá que había en la sala, pequeña y casi sin muebles, a excepción del sofá, una mesa de centro y la televisión sobre una estantería baja. La nevera para variar estaba vacía, pero alguien había dejado un post-it pegado sobre una tartera grande sobre la cocina“Lentejas con chorizo, bon proveito!”, sonrió, su primo Pedro trabajaba en un mesón y a veces traía comida que sobraba. Supo el hambre que tenía cuando acabó el segundo plato y bebió, en total, cuatro vasos de agua. Camino de su habitación se despojó del pantalón y las botas y se tiró tal cual sobre la cama.

-Chisco! Chisco, joder, despierta!- La voz de Pedro le sonó lejos, se incorporó incapaz de abrir los ojos- A ver hombre!- Su primo Pedro le tiró del brazo y le hizo levantar.

-Pero qué pasa? Déjame tio, no puedo con el culo…

-El culo se te va a caer cuando veas esto, veña!- Chisco le siguió aún con los ojos cerrados hasta la sala, donde de nuevo la televisión estaba encendida.

– Sales en todas, tío, hasta dicen que en Estados Unidos, un tipo te hizo una foto cuando corrías a por la chavalita, toda la serie, en plan desde que corres hasta que la aquelas contra ti…casi lloro…y tu no dices nada- Y le dio un empujón, Chisco guiñó un poco los ojos y se vio a si mismo en la pantalla, en medio de un mar de micrófonos, y la foto de él corriendo hacia la niña, y él en primer plano, y otra foto protegiéndola contra si, ahora sí que se le revolvía el estomago, buscó sentarse en el sofá.

-Fue una movida de tres pares de cojones,ya te contaré con calma, pensé que se me moría, pobriña- Y mesándose el pelo, se tumbó hacia atrás cerrando los ojos- ahora sólo quiero dormir.

-Ahora vas a ser famoso y todo

-Ya, seguro, de momento tengo libre toda la semana, flipa, hasta tengo baja…por no sé qué emocional….la coña – Pedro sacó un pitillo y le ofreció a él, que aceptó gustoso y lo encendió, mientras su primo iba cambiando de canal, Chisco y su hazaña copaban la parrilla.- Qué hora es?

-Las diez

-No trabajas hoy?

-Tuve comidas, por eso las lentejas, y ahora tengo que volver a recoger, hoy hay costilletas de cordero..

-Si puedes traes patatas fritas porfa..

-Quién te verá en Ana Rosa “Pues mira AnaRosa yo es que te soy moi neneiro…”- Chisco le dio un empujón de lado y soltó una carcajada, Pedro se incorporó y le pasó el mando.-Marcho que teño que marchar.

-Lleva llaves

-Ya, lo que voy a fardar…bue!

-Vai de ahí- Pedro se ríó y le revolvió exageradamente el pelo, para después irse, aún riendo.

Se despertó por el ruido de algo que no pudo identificar, y que resultó ser el telefonillo, volvió a hundir la cabeza en la almohada y miró de reojo la hora, las nueve de la mañana, pensó en no abrir, Pedro tenía llaves, y no solían tener visitas, pero quién quiera que fuese insistía. Se levantó sin gana.

-Francisco?- Nadie le llamaba Francisco, a veces ni reaccionaba al nombre.

-….

-Somos de La Voz, tienes tiempo?- Chisco carraspeó y se presionó el puente de la nariz.

-Si….esperadme en el Chente, ahora bajo- Se apuró a escoger una muda de ropa y se dio una ducha rápida, no se paró a afeitarse, sólo se arregló un poco el pelo en el espejo, si algo no era, era ser presumido.

 

 

-Rebeca González Rey, el mes que viene cumplirá tres años, ingresó en nuestro centro hace seis meses, para resumir las causas diré que por abandono, está a la espera de entrar en el plan de acogida familiar. El sábado se celebró en Santiago el Festival Internacional de Marionetas y el Ayuntamiento nos invitó formalmente a asistir con todos nuestros niños….bueno, a nosotros y a todas las instituciones como la nuestra de Galicia….lo aclaro para que se hagan una idea de la cantidad de personas que había entre menores y responsables, nosotros fuimos en dos autobuses. Los nuestros llevaban un gorro verde fosforito y un cartelito identificativo a la vista, con su nombre y el centro al que pertenecían…por si acaso alguno se perdía….- Áurea Blanes paró un instante en su explicación, para pasarse una mano por los ojos, Naveira, sentado junto a ella, le pasó un vaso de agua, que ella aceptó y del que bebió un par de sorbos, luego carraspeó y se arregló, con mano casi temblorosa, el flequillo- Perdón…nuestro espectáculo tuvo lugar en la Praza da Quintana vimos tres funciones, unos gigantes con zancos se pasearon por entre el público, vinieron cabezudos…en fin, todo precioso, y los niños encantados…qué les voy a contar…después volvimos a los autobuses…y ahí fue cuando, al contarlos, la echamos de menos….y ya…- Se volvió a pasar la mano por los ojos y carraspeó, tratando de no perder la compostura- el resto ya lo saben…

Los integrantes del grupo llamado a investigar el caso, se habían reunido en una de las salas de reunión de la Comandancia de la Guardia Civil, un grupo mixto conformado por agentes de ambos cuerpos de La Coruña y venidos desde Santiago, además, debido a la notoriedad que había alcanzado, habían llegado mandos de Madrid y un equipo especial de policía científica. Todos ellos escuchaban en silencio la explicación de Blanes, que era la directora del centro de acogida de menores, dependiente de la Xunta de Galicia, que era el responsable de Rebeca. Por un instante nadie se atrevió a romper el silencio que se instaló en la sala.

-Rebeca está estable, pero faltó muy poco,de verdad, muy poco, para que ahora estuviesemos investigando su muerte…..todavía no sabemos cómo llegó a Coruña, dónde estuvo retenida, ni cuánto tiempo estuvo expuesta al frío, pero lo que es seguro es que fue el suficiente como para provocarle neumonía, os hice una copia del informe médico inicial, para que os hagáis una idea, también le dieron un perro de peluche, pero es distinto al de Paula y de otra marca, además como veis en las fotos, fue maquillada, se le pintó el pelo de azul y…llevaba puestas lentillas de color lila…alguien quiso hacer de ella una muñeca…y lo consiguió…- Naveira accionó el botón del mando del beamer entonces, que proyectó las fotos que se le habían hecho a Rebeca aún disfrazada y después las de su atuendo y complementos, ya analizados individualmente.

-Ya visionamos todas las cámaras de vigilancia posibles…..nada, como si se la hubiera tragado la tierra…-Comentó uno de los guardias civiles provenientes de Santiago.

-Sabemos que posiblemente es una mujer, y que tiene los ojos lila…-Informó Naveira

-O azul claro…-Anotó otro

-Paula insiste con el lila, es un color raro….pero se da…

-Como los de aquella actriz…cómo se llamaba?- Supuso alguien al fondo, pero nadie supo encontrar respuesta a su pregunta. El responsable de la unidad de policía científica se levantó entonces, miró a su alrededor, como buscando un interlocutor, y pareció encontrarlo en Regueira, que se había mantenido en un más que discreto segundo plano, y en el coronel de la guardia civil sentado a su lado.

-Entonces..ahora, por dónde empezamos?- Y su pregunta se quedó, por un instante, suspendida en el aire.