Azu no podía hablar. Estaba pálida y los ojos grises se le hundían en las cuencas, invadidas de ojeras. Su pelo castaño claro caía despeinado a ambos lados de su demacrado rostro, lo que provocaba pareciese la viva imagen del desamparo. A pesar del calor reinante, un chal de lana fina rodeaba su cuello, y, casi acurrucada en la silla en la que estaba sentada, se abrigaba con una bata de casa acolchada azul cielo. Ante ella había dispuesto una serie de cuartillas de papel y un bolígrafo, con el que jugaba haciéndolo rodar sobre éstas con el dedo índice de su mano izquierda.
-Y además tienes fiebre- Su prima Alicia ocupaba una silla frente a ella, de alguna manera se parecían, si bien el estado de Azu no daba lugar a comparaciones entre ellas, el ovalo de la cara era el mismo y compartían las mismas facciones finas. Alicia tenía el pelo trigueño, los ojos verdes y su tez algo pecosa brillaba saludable en comparación con la enfermiza palidez de su muda interlocutora. Alicia la miraba interpretando sus gestos, como quien intenta comunicarse con un sordomudo. Azu asintió lentamente con la cabeza a la afirmación que había hecho su prima, mientras escribía “39 1/2” con la zurda. Alicia enarcó una ceja- Ya, entonces…qué hacemos?
“Te pones mi uniforme y te presentas allí”- Alicia leyó y la miró abriendo mucho los ojos- Pero van a saber que no soy tú-Azu tragó saliba con suma dificultad- “ Los compañeros te cubrirán, el gefe no se va a dar cuenta….demasiado curro”- “Gefe” es con jota, Azu- Corrigió Alicia, Azu abrió la boca para protestar algo, pero sólo consiguió que su rostro se mudase en una mueca de dolor, corrige la la falta de todas formas- Ya, y qué tengo que hacer?- Azu se encogió levemente de hombros.- “El mini-bus sale de la Plaza del Ayuntamiento a las ocho, llegáis allí a las nueve menos pico, y hay que poner las bandejas y todo allí encima”- Alicia asintió en silencio y se apartó un mechón inexistente de cabello de delante del rostro- Allí dónde?- Azu buscó inspiración en la ventana- “En las mesas del bufé”- Alicia pareció entender entonces lo que quería decir- Y después?- Azu mordió el bolígrafo- “Tu estás allí de pié y miras el panorama”- Alicia sonrió-Y los cuartos te los dan después. O cómo?- Se lo preguntó haciendo el gesto de acariciar el dedo índice y el pulgar de la mano derecha, Azu guiñó un poco los ojos y afirmó con la cabeza- “Juancho coge el sobre por ti, ya lo hablamos”- Alicia se arregló innecesariamente la cola de caballo, en la que llevaba sujeta su abundante melena- Y va mucho pijo?-Bromeó, Azu hizo rolar los ojos y ensayó sin conseguirla una sonrisa- “Mucha pasta y mucha tontería”- Alicia se rio y le cogió el bolígrafo para escribir “Te doy un beso”, Azu hizo una mueca de dolor y sus manos se elevaron en un gesto desvaído que quería ordenarle que cesase la broma, lo que no impidió que Alicia soltase una carcajada.
El sábado, Alicia se levantó a las seis y media. Tras ducharse, aún envuelta en la toalla, se tomó un café con leche y dos tostadas con mantequilla y mermelada de fresas, había optado por hacerlo antes de vestirse el uniforme que le había dado su prima, para no mancharlo. Después se vistió el pantalón negro y la especie de casaca blanca de cuello mao, tuvo que buscar un cinturón para ajustar el pantalón a su talla. El conjunto se completaba con una chapita con el nombre de su prima, sujeta con un imperdible sobre el bolsillo a la izquierda de la pechera de la casaca y una pañoleta azul con el emblema del catering en blanco, que debía de llevar anudada al cuello. Tras peinarse el pelo en una cola de caballo, se sujetó los mechones,que a veces se desprendían de los lados, con varias horquillas color cobre claro y se contempló un instante en el espejo del baño. Ensayó su mejor sonrisa varias veces, y alzó una ceja. Lista. Completó su atuendo con una gruesa chaqueta de lana azul, un bolsito mínimo de cuero marrón, y las deportivas blancas de su prima.
Cuando llegó a la todavía desierta plaza del Ayuntamiento, Juancho le hizo señas desde uno de los laterales. Un grupo heterogéneo de personas, todas vestidas con la misma indumentaria, se entretenían charlando entre si unas, fumando otras, mientras esperaban el microbus.
-Cualquiera diría que sois gemelas…Buenas- Saludó Juancho dándole dos besos, Alicia se encogió de hombros y se arrebujó un poco más en su chaqueta, si bien más tarde, con toda seguridad, haría mucho calor, a esas horas de la mañana una brisa traicionera y fría cruzaba la plaza de parte a parte.- Te explico: De aquí a la finca donde se celebra es una hora más o menos, allí tú no te separes de mi y déjame hablar si el jefe pregunta algo, va a estar tan liado que ni se va a enterar. Primero tenemos que poner las cosas sobre las mesas, esa es la parte divertida, te dan un plano y todo de cómo tiene que lucir, no hay pérdida. Después toca esperar a que llegue la gente, esta boda es de “bufé”, no hay que servir platos y toda la jarana, aquí ellos se lo guisan y ellos se lo comen, literalmente- Y le dio la risa, Alicia asintió y metió las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta- Tú simplemente estás tras tu mesa y miras el panorama, sonríes, les aconsejas si te lo piden , pero normalmente pasan de ti. Mucha tontería, te aviso, pero tu sonríes y ya está…después de un rato se les va a dar por bailar y todo el rollo, y viene la barra libre. Pero de eso ya no nos encargamos nosotros, para eso vienen los otros que ya se quedan hasta que “el último que apague la luz” como quien dice..- Y volvió a darle la risa, Alicia sonrió levemente, Juancho tenía, a su modo de ver, un increíble buen humor a tan tempranas horas de la mañana.
Alasteir Parker-Wyatt y González de Robles se levantó a las ocho de la mañana. Un sábado. De todos los eventos a los que debía acudir, el que más le enervaba era las bodas de mañana los sábados. Los sábados estaban hechos para dormir hasta tarde, una frase que siempre había dicho su padre y que él había hecho suya, si bien no acostumbraba a madrugar nunca. Angelines ya le había dispuesto el desayuno en la antesala de su dormitorio, en la mesa junto a la ventana. Café con leche, cuatro tostadas, un huevo duro y seis tiras de bacon, además de mantequilla y mermelada de fresa. Cogió la taza sin sentarse, y , descorriendo la cortina, miró hacia el exterior. El cielo estaba impecablemente azul, sin atisbo de nube alguna. Sin necesidad de abrir la ventana, sabía que a esas horas aún había brisa fresca, que después desaparecería, para dar paso al calor sofocante. Suspiró y bebió un trago del café. Tras dar buena cuenta del desayuno, se dirigió al baño. Para la ocasión, Amadora le había preparado un traje azul oscuro con chaleco un tono más claro y camisa a juego, la corbata de seda, con finas vetas azules y lilas, completaba el conjunto, los zapatos eran nuevos, negros y de cordones, los gemelos de plata, en forma de elefante. Los últimos que había añadido a su colección, que ya ocupaba tres gavetas de su vestidor. Pensó que tendría que guardarlos de otra forma. Pero aquel no era el momento. En realidad nunca lo era. Y en cuanto abandonó el vestidor, ya lo había borrado de su mente.
Bajó las escaleras, y al llegar al segundo piso se dirigió a un salón, ya inundado de sol que entraba por cuatro grandes ventanales del suelo al techo. Una mujer de larga melena negra, vestida con un vaporoso kimono de seda con motivos florales, estaba de pie ante uno de los ventanales.
-Aún estás a tiempo de venir, Ebra- Anotó él acercándose a una de las cómodas, la mujer se volvió a medias, para volver a mirar hacia el exterior, sin contestar- Como quieras, no creo que vuelva muy tarde- Informó él cogiendo una pitillera de plata de uno de los cajones, luego se dispuso a irse.
-Teir…la camisa va a juego con tus ojos- La voz de ella cruzó el salón casi como una queja, más que una afirmación, él sonrió a medias y abandonó la estancia.
En la iglesia ocupó uno de los últimos bancos. Así podría salir a fumar sin molestar a nadie,si se hacía muy larga, y, cuando todo acabase, se ahorraba tener que tirar arroz o pétalos, o lo que se les hubiera ocurrido tirar al nuevo matrimonio, y llegaba antes al coche. Condujo sin prisa hasta la finca en la que iba a tener lugar la celebración, la familia tenía cuatro hijas, esta era la última que les quedaba por casar, todas las bodas anteriores habían sido celebradas en el mismo lugar. Para él no había ya lugar para las sorpresas. Un aparcacoches le libró de tener que buscar aparcamiento para su Bentley, antes de despedirse le informó que lo aparcaría en la zona verde y le entregó una ficha, él asintió sin prestarle demasiada atención y se dirigió al portón de entrada.
Alicia, desde su posición tras la mesa del buffet, en el segmento de panecillos y cremas para untar, había ya llegado a la conclusión de que todas las mujeres asistentes debían de haberse puesto en contacto previamente a la boda, para no llevar el mismo vestido cocktail. No había una igual a otra. Y luego estaban los zapatos. Los había de todas formas y tamaños, pero todos con, al menos,diez centímetros de tacón. Ella era más de zapato bajo, y por ahora las deportivas les estaban siendo cómodas, aunque ya comenzaba a acusar las horas de pie. Juancho se acercaba de vez en cuando, todavía envuelto en buen humor, y le daba un poco de conversación, pero ella no tenía ganas de romperse la cabeza con nada en aquel momento, bastante tenía con mantener la sonrisa perennemente colgada de sus labios.
-Sabes si este queso tiene lactosa?- La pregunta de una mujer ante ella, la sacó de sus pensamientos, si le hubiera preguntado por la deuda externa de algún país lejano quizás hubiera tenido más idea, se disponía a decirle algo, cuando otra mujer se acercó a la de la lactosa, dando grititos medio histéricos.
-Ven, Ven, tía! Que ya llegó el Dj….está como un queso tía!- Y agarrándola de un brazo se la llevó de allí, Alicia levantó una ceja y miró hacia el fondo del pabellón de carpa, donde parecía estar montándose un alboroto por la llegada de alguien, pero no supo a averiguar quién.
-Ahora van a empezar el bailongo, ya podemos ir recogiendo velas- Juancho se acercó a ella frotándose las manos, ella le imitó y le siguió hacia la salida de la carpa.
Teir observaba a las dos mujeres desde lejos, llevaban un rato queriendo captar su atención. Una movió la melena y se arregló el cinturón del vestido de cocktail, la otra enderezó los hombros y ensayó una sonrisa equívoca, que él interpretó sin tomar en cuenta. Se preguntó si cambiarían alguna vez de estrategia, o si cejarían en su empeño de tratar de sacarle de su obstracismo hacia ellas.
-Hola moreno- Saludó zalamera la más alta, y, adelantándose a darle dos besos, apoyó sus manos en los antebrazos de él, rozándole las mejillas. Él se anticipó a la otra y la besó en el aire. Ellas miran a su alrededor, distraidamente, como para asegurar su territorio. Él sacó un pitillo de la pitillera, les ofreció, la una aceptó gustosa, la otra lo quiere dejar. Llevaban demasiado perfume y él no entiende cómo pueden conservar el maquillaje con el calor reinante- No se te ve por el club- Anotó la menuda, sus ojos le escrutan sin querer perder un detalle de sus gestos, él expulsó el humo hacia un lado y eligió una excusa de su lista.
-Muy ocupado últimamente, ya sabéis, aquí y allá- Explicó moviendo el cigarrillo en el aire, mientras buscaba a alguien hacia donde huir, hubo sin embargo de rendirse a su destino, y les ofreció una sonrisa casi amable, pero sólo casi, tampoco había que exagerar.
-Ebra no ha venido- Se lo afirman, pero se lo preguntan, a pesar de que su ausencia era obvia, como siempre. Él negó con la cabeza, y tomó una calada, pero no les explicó nada. No hay razón. Se hizo un silencio entonces, en el que los tres miraron hacia algún lado.- Te vas a pasar por Madrid?- Avanzó la alta, tendiendo un puente. Él se encogió levemente de hombros, a veces se pasa por Madrid, pero no piensa desvelarles cuándo.
-De vez en cuando, tú también?- Ella se retocó la flor que llevaba junto a la oreja, dejando ver sus desmesurados pendientes, le sonrió de nuevo equivocamente y le arregló la pechera, de por si impecable, él quiso apartarse, pero optó por tomar una calada y expulsar el humo hacia arriba.
-Creo que aún tienes mi teléfono, no?- Él asintió, y saludó a alguien invisible en la distancia. Se disculpó.
-Ya nos vemos entonces- Y se alejó hacia la zona del bar, aún sintiendo sus miradas a su espalda. La voz de su primo Teo le sacó del hilo de sus pensamientos, encaminados a abandonar ya la fiesta.
-Impresentable- Le insultó plantándose delante de él, como el Capitán América o cualquier superhéroe capaz de aparecer de pronto ante una persona como por arte de mágia. Él casi se asustó. Pero se alegró de verle. Siempre se alegra de verle, aunque no se lo demuestre.
-Tratante de mulas- Le responde, Teo arqueó una de sus cejas tras sus gafas de concha, y fingió un gesto de contricción, para luego quitarle el pitillo y robarle una calada, se lo devolvió mirando a su alrededor, como cuando eran chicos- Elvira está dentro, quieres uno?- E hizo ademán de ofrecerle la pitillera. Teo negó con las manos mirando hacia la carpa, y Teir sonrió para si. Teo es asmático, y tiene facultativamente prohibido fumar, ni por activa ni por pasiva. Su mujer, Elvira, le vigilaba como un cancerbero. Como antes había hecho su madre. Pero Teo siempre le robaba caladas a su primo, sabiéndole su aliado en todas las batallas.
-Vamos a traer dos yeguas de allá,tienes que venir a verlas- Le anunció, señalándole con el dedo índice de la mano derecha. Si había algo que irritara a Alasteir Parker- Wyatt era que le dijesen lo que tenía que hacer. Le daba la impresión de ser tratado como un niño pequeño. Miró a su primo un instante, y optó por alejarse de él sin decir nada, no tenía ganas de discutir. Teo le siguió pertinaz, como siempre, como de chicos- El jueves a las tres, te paso a buscar- Dio por sentado siguiéndole el paso, Teir se paró y quiso decirle algo, pero Teo dio una palmada y sonrió triunfante, sólo que Teir no sabía qué premio acababa de entregar- Dos y cuarto entonces….las Hernández- Prieto están por ti….qué envidia….y si te vas espérame que yo también me voy, caballero sin espada….- E hizo un gesto marcial de su mano contra su frente, para luego darle una palmada en el hombro y alejarse acomodándose la chaqueta del traje. Teir le siguió un momento con la mirada. Definitivamente se quería ir.
Eran ocho. Arturo, uno de los organizadores de la boda, les había indicado que debían esperar el microbus de regreso al pueblo en uno de los laterales de la finca, junto al muro. Llevaban allí ya cerca de una hora, la tarde había empezado ya a caer, y todavía no había rastro del microbus. Juancho había intentado localizar a Alfredo, el encargado de la empresa de catering y su jefe, pero al parecer estaba fuera de cobertura.
-Sin cobertura le iba a dejar yo….
-Me parece rarísimo, normalmente esto no pasa….
-Dale otro toque a ver….
-A lo mejor por Instagram…
-Me matan los pies, la próxima vez me muevo un poco más…
-Es que no tengo red…
-Qué red…
-Y mañana el bautizo, no, si voy sobrao este fin de semana…
-Vamos a esperar- Alicia había optado por sentarse en una piedra que sobresalía del muro, y asistía a la conversación sin tomar parte, desde algún lugar llegó el eco de música y los gritos de los invitados.
-El que pincha…es verdad que es Dj Jones?
-Dj Jones?….pero cuánto dinero tiene esta gente?- Antes de que nadie pudiese contestar, vieron acercarse a Alfredo. Venía corriendo, y parecía muy contrariado.
-Gente! Los del autobús…los del autobús han llamado, que ni para delante ni pa trás….que no arranca!…- El desánimo se abrió paso entre el pequeño grupo, ya que eso suponía que tendrían que llamar taxis, y aunque Alfredo les prometió que les devolvería el dinero después, no todos estaban conformes. Estando en medio de la discusión, sobre quién llamaba al taxi, y cuánto dinero ponía quién, un Bentley Bentayga negro con lunas tintadas y un Range Rover azul de alta gama se detuvieron junto a ellos. Y se hizo el silencio. El primero de ellos bajó la ventanilla del copiloto.
-Me han comentado algo de un autobús estropeado, son ustedes los afectados?- Preguntó una voz de hombre desde el interior, ninguno de ellos pudo distinguir de quién se trataba, la luz del día comenzaba ya a bajar y el hombre sólo era una sombra al volante, Alfredo se asomó a la ventanilla para explicarle la situación, tras lo cual los seguros de las puertas se abrieron automáticamente. De segundo coche salió otro hombre, en mangas de camisa y si corbata, que se acercó al primero. Tras una corta conversación, rodeó el vehículo y se acercó al grupo, era un hombre de mediana edad, con el pelo negro muy corto y gafas de concha.
-Yo puedo llevar a cuatro de ustedes en mi automóvil, en este pueden ir los otros cuatro…y el problema estaría solucionado- Explicó señalándoles el Range Rover, todos estuvieron de acuerdo, y decidieron entre ellos quién irían con quién, al tiempo que Alfredo se deshacía en agradecimientos.
A Alicia le tocó ir en el asiento del copiloto del primer coche, detrás se sentaron dos compañeros más y Juancho, quien al entrar no pudo evitar soltar un silvido al descubrir el lujoso y amplio interior.
-Muchas Gracias, Señor, nos ha sacado usted de un gran problema- Agradeció uno de los chicos, al tiempo que se ajustaba el cinturón de seguridad, el conductor del coche le miró fugazmente por el espejo retrovisor.
-Encantado de poder ayudar- Contestó sin darle mayor importancia, Alicia se quitó la pañoleta, y se ajustó también el cinturón.
-El asiento, bien?- Le preguntó el hombre antes de arrancar, ella le miró y sonrió levemente como respuesta, el le correspondió y se incorporó después a la carretera.
El trayecto transcurrió en silencio, sólo roto en algún momento por la radio, que el conductor del coche encendía de vez en cuando para escuchar la situación del tráfico. Poco antes de abandonar la autovía para dirigirse a la carretera de acceso al pueblo, se interesó por los respectivos domicilios, si bien le ofrecieron que les dejase en la plaza del Ayuntamiento, él insistió en llevarles, ya que, según su opinión, un favor se hace completo o no se hace. A lo cual, hubieron de darle la razón.
El primero en bajar fue Juancho, los otros dos se bajaron juntos, ya que eran vecinos. Alicia se quedó sola entonces, por un momento pensó en bajarse ella también, pero después lo pensó mejor. Para una vez que alguien la acercaba en un coche como ese a algún sitio, tenía que aprovecharla.
– Esta señorita nos dirá la ruta…si quiere…veamos- Indicó el hombre al volante al tiempo que deslizaba sus dedos por la pantalla del navegador- Camino del Río 54?- Alicia asintió afirmativamente y él pulsó un último botón- Allá vamos pues…- Y la voz femenina del navegador dio la primera instrucción- Trabajas desde hace mucho es esto del catering?- Preguntó él, Alicia se decidió a mirarle por fin, le recordaba a alguien, pero no sabía a quién, tenía el pelo castaño oscuro y los ojos claros, y una expresión seria, le pareció que casi triste, pero lo achacó al cansancio propio de todo aquel que acaba de asistir a una boda.
-Yo no trabajo en esto, sustituí a mi prima Azu, que está enferma, esta es mi primera boda en mucho tiempo…
-Pues yo tengo invitaciones a bodas cada fin de semana hasta octubre, hay uno en que incluso tengo dos, además de bautizos,cumpleaños, pedidas de mano…juntas de accionistas…
-Juntas de accionistas?- Y casi le dio la risa, él también sonrió a medias y la miró fugazmente.
-Son insufribles….en serio….de una boda te escabulles mejor- Y a ella le dio la risa, él se decidió a sonreir.- Yo me llamo Teir…bueno, Alasteir…pero nadie me llama así nunca, y tú?.
-Alicia, Alicia Gómez Reino..
-Alicia Gómez Reino….bonito nombre
-Gracias..
-No hay de qué, las cosas como son…- E hizo un gesto explicativo con su mano derecha, fingiendo seriedad, y ella rio otra vez, nunca le habían dicho tal cosa. La voz de mujer del navegador indicó que faltaban cincuenta metros para llegar a destino. Ya habían casi abandonado el pueblo, y se adentraban en unas calles de casas bajas y aceras casi inexistentes, carentes de alumbrado publico y con tramos sin asfaltar,
-Aquí es
-Espera que doy las largas, para que veas algo más…
-Gracias, y que te sea leve con tus juntas…- Él sonrió y meneó negativamente la cabeza, como dándolo por imposible, ella volvió a reir y salió del coche. Él esperó a verla desaparecer tras la puerta de una de las casas bajas y se alejó calle abajo.
El martes Teir se despertó a las nueve. Amadora descorrió las cortinas del cuarto y abrió las ventanas de par en par, su método particular para despertarle desde que era niño, no contenta con eso le retiró las mantas de la cama y las arrojó al suelo.
-El almuerzo ya está , niño, ducha y puerta, que tienes muchas cosas que hacer- Sentenció , Teir protestó algo ininteligible desde debajo de la almohada bajo la que había escondido la cabeza- Y no me hables en inglés, que sabes que no te entiendo- y desapareció en el baño, donde abrió el agua de la ducha.
Bajó las escaleras, recién duchado ,vestido,desayunado y no de muy buen humor, media hora después. En el segundo piso, le salió al paso Ebra, peinándose su larga melena con un cepillo, descalza y envuelta en una bata de seda azul que tenía como motivo mariposas verdes.
-Buenos Días…te has caido de la cama?- Preguntó irónica clavando en él su intensa mirada verde, él le quiso dirigir una mirada a la altura, pero, incapaz, negó con la cabeza y soltó un buche de aire, mientras continuaba bajando las escaleras.
-Cálzate, Ebra…te vas a enfriar…
-Andar descalzo es bueno…no sé para qué…pero es bueno…lo leí en el Telva!…- Le aclaró ella a través del hueco de la escalera, sin dejar de peinarse sus largos mechones.
-Niña, no grites, que no es de recibo…- Acarició la voz de Amadora ya junto a ella, Ebra, se volvió y ladeó la cabeza, pero permaneció en silencio- Ven, que te hago la trenza, que ya pareces El Último Mohicano…
-Daniel Day Lewis y Madeleine Stowe…una película preciosa..
-Ya, tú ven- Y ,del brazo, bajaron juntas las escaleras.
Teir, entretanto, ya estaba en el garaje, a punto de salir con el coche. Tenía que ir a la capital a una junta de accionistas y a la comida posterior, maldecía para si mientras acomodaba un portadocumentos sobre el asiento del copiloto, cuando algo llamó su atención en el suelo. Era una pañoleta azul, con un monograma en blanco, por un momento no supo cómo podía haber llegado aquello a su coche. Entonces se acordó de Alicia. Se le tenía que haber caído cuando la había llevado a casa. Dobló la pañoleta y la colocó sobre el portadocumentos. Luego se mesó el cabello aún húmedo.
-Alicia Gómez Reino- Musitó para si. Sin saber por qué sonrió. Accionó el contacto y acarició la pantalla del navegador con un dedo, para acceder a la dirección.- Alicia Gómez Reino.
-Comprar un lavavajillas sería una estupenda idea- Paco González Reino, primo de Alicia y hermano de Azu, estaba sentado a la mesa de la cocina tomando un café solo, de pie junto a las alacenas,su compadre Moisés, que pasaba más tiempo en aquella casa que en la suya propia,le miró sin dar crédito.
-Y quién lo agencia? Tú?- Preguntó irónico, al tiempo que liaba un cigarrillo, tenía el pelo pelirrojo, muy rizo, y los bucles le caían por delante del rostro. Paco se encogió de hombros y tomó otro sorbo de café, luego guiñó levemente sus ojos azules y alzó las cejas.
-A lo mejor..de segunda mano- Ideó, Moisés meneó negativamente la cabeza y ligó el papel del cigarrillo con la lengua.
-Siempre salen malos…por algo las gente los da- Paco hubo de darle la razón y meneó la cabeza, aún tratando de encontrar una solución.
Entonces sonó el timbre de la puerta, ambos se miraron, y Moisés se escabulló hacia las habitaciones de atrás. Todos los conocidos de la gente de la casa sabían que la puerta estaba siempre abierta, ya que la cerradura estaba estropeada. Todo aquel que llamaba al timbre significaba algún problema. Paco se incorporó entonces cuan largo era y se dispuso a enfrentar el problema, fuese cual fuese, con la taza de café en la mano.
-Buenos Días, qué se le ofrece?- Saludó al ver a Teir, quien en ese momento daba al seguro de su coche con el mando a distancia, al haberse dado cuenta, poco a poco, de a dónde había ido a parar. Luego se volvió,todavía un tanto confundido, hacia Paco,.
-Buenos Días, mi nombre es Teir Parker…y…- Comenzó, sin saber muy bien cómo continuar, con la pañoleta en una mano y las llaves del coche en la otra. Paco tomó un sorbo de su café y asintió con la cabeza.
-Supongo que usted viene de parte del casero, por lo de la parte de atrás- Supuso Paco, dándole paso, Teir carraspeó y casi sin atreverse entró en el reducido y oscuro recibidor, presidido por un enorme cuadro de un ciervo que saltaba una valla, Paco, al notar la expresión de Teir al verlo, lo señaló con un vago gesto de la mano.
-Este no es nuestro, ya estaba aquí- Explicó, Teir parpadeó varias veces y volvió a carraspear, sin saber qué comentar al respecto, Paco le indicó que le siguiese al interior.
-No…yo, en realidad,venía…- Comenzó otra vez Teir, que tropezó entonces con dos pares de botas de goma de caña alta, Paco levantó las cejas contrariado.
-Son las botas de Berta, de cuando iba a las salinas, quedó de venir a buscarlas y ahí siguen…si le interesan…- Ofreció señalándolas, Teir declinó el ofrecimiento amablemente y Paco le dejó entrar primero en la cocina.- He hecho café, no está mal, creo que es etíope, o algo así, quiere una taza?- Ofreció cogiendo ya la cafetera italiana, Teir pensó que, otro café no le iría mal si después quería aguantar despierto una eterna junta de accionistas, así que aceptó la invitación gustoso- Siéntese por ahí, esa azul cojea mucho, el resto van- Invitó señalándole las sillas que rodeaban la mesa de la cocina, Teir optó por quedarse de pie, había tenido que agacharse para pasar por debajo del dintel de la puerta, al igual que Paco, y la estancia era tan reducida, y tan llena de cosas, que no salía de su asombro de todo lo que aquella cocina contenía en tan poco espacio.- Lo quiere solo?- Teir asintió con la cabeza, mientras observaba las alacenas, llegando a la conclusión de que en realidad no eran alacenas de cocina, sino pequeñas mesillas de noche de madera, bien cuadradas unas contra otras- Es usted del Ayuntamiento?- Preguntó Paco, tratando de localizar a Teir en alguno de los problemas que podían llamar a la puerta, Teir guardó las llaves del coche en el bolsillo de su americana y le agradeció la taza de café humeante.
-No, yo he venido a devolver algo a su propietaria- Explicó al fin, tomando un sorbo, tuvo que admitir que estaba realmente bueno.
-Su propietaria?….créame, ninguno de nosotros posee nada en especial, está seguro de que no se ha confundido de calle?- Preguntó irónico Paco volviéndose a sentar en la silla de antes, Teir se estaba preguntando lo mismo, pero su sistema de navegación era el más caro del mercado, no había lugar a dudas. Iba a explicarle el motivo de su visita, cuando escucharon abrirse la puerta de la calle. La persona que entró también tropezó con las botas de Berta.
-Pero bueno! Estas botas un día desaparecen…- Casi maldijo la voz de Alicia, quien apareció después en la puerta de la cocina, su cola de caballo casi deshecha, con una blusa verde agua y vaqueros gastados, su mínimo bolso de cuero en bandolera, parecía tener un largo camino tras si, habida cuenta de su expresión de cansancio. Sus ojos no pudieron abrirse más de sorpresa al descubrir a Teir en la cocina, éste sonrió al verla.
-Et voilá- Dijo señalándosela a Paco con la taza, Paco guiñó levemente los ojos y bebió un sorbo de café, tratando de entender lo que estaba pasando, Alicia no salía de su asombro y miró a Paco buscando una explicación, éste optó por alzar las cejas y mantenerse al margen- Yo soy Teir, el que te trajo la otra noche, y tú eres Alicia Gómez Reino- Y se adelantó a darle dos besos, que ella correspondió con una atónita sonrisa, Paco se acomodó en su asiento, como quien se dispone a ver por fin el final de una película de suspense. Teir le mostró a Alicia la pañoleta y ella dio una palmada al reconocerla.
-Concho!Pensé que la había perdido!, muchas gracias!- Agradeció tomándola de sus manos, Teir no pudo evitar reir, y cayó en la cuenta de que hacía mucho tiempo que no lo hacía.
-Perdona el retraso…la descubrí hoy- Se disculpó, ella hizo un gesto con su mano, quitándole importancia.
-Está bueno el café? Creo que hay galletas en alguna parte- Indicó ella tratando de corresponder de alguna manera, Paco le señalo una de las alacenas y ella sacó de ella un paquete empezado de galletas de nata, Teir observaba sus movimientos en silencio, incapaz de desterrar la sonrisa.- Por favor, siéntate, la azul cojea…- Invitó liberando un poco la pequeña mesa, Teir se sentó entonces junto a Paco, quien seguía intentando encontrar el posible universo paralelo en el que aquellos dos podían haber coincidido, Alicia colocó las galletas en un plato y lo puso sobre la mesa, luego se volvió para preparar otra cafetera.
-Pues qué bien…- Acertó a decir, poniéndola sobre el fuego. – Y cómo diste con esto otra vez?
-Mi navy, este fue el último destino- Explicó Teir, Paco le miró y parpadeó lento, para luego concentrarse otra vez en su café- Desde entonces no volví a coger el coche…pero hoy tengo una cita en la capital…y por eso…
-Con el médico?
-No, junta de accionistas, nada de particular- Paco y Alicia le miraron en silencio, cada uno sacando sus própias conclusiones, hasta que la cafetera anunció que el café ya estaba listo.
-De quién va a ser el coche sino? Es del Gumer fijo…
-Pues ha debido robar un banco, o dos, o algo así…porque el que tenía era un corsa, y viejo….
-O eso o algo del Moisés….
-Y viene a buscarle el ministro de justicia en persona….pues ya le vale….
-Ay!…estas botas…si veo a la Berta se las tiro, así, ves? Tras!
-Quién abrió ya el café etíope? Que lo tenía para…- Azu y su madre Camelia se quedaron clavadas en el umbral de la puerta de la cocina. Camelia cogió de la mano a su hija y se llevó la mano al pecho, al ver a Teir sentado en su cocina, quien se incorporó automáticamente al verlas.
-Teir Parker…mi tía Camelia y mi prima Azu..- Presentó Alicia, Teir les ofreció la mano y ellas se la estrecharon, sin todavía poder articular palabra.
-Nada me gustaría más que quedarme, pero me tengo que ir, muchas gracias por el café….etíope dijísteis?, realmente riquísimo- Comentó Teir, el grupo murmuró algo indistinto y Alicia se dispuso a acompañarle a la puerta.
-Gracias otra vez..- Musitó ya en la calle, sin saber qué hacer con las manos, Teir sacó las llaves del coche de la americana y abrió el seguro sin volverse.
-Gracias por el café y las galletas….dónde las comprásteis?- Se interesó, de repente sus ganas de asistir a la junta de accionistas eran mínimas, si por el fuera se quedaría toda la mañana allí tomando café y comiendo galletas de nata, se mesó el cabello para intentar apartar la idea, sin conseguirlo del todo.
-En el super, 1,20 € un pack de tres- Y por un instante se quedaron en silencio, ella se apartó un mechón inexistente de delante del rostro, y él hizo amago de ir hacia el coche.
-Pues nada, hasta luego- Se despidió él yendo hacia el coche como quien aún quiere decir algo, pero no sabe qué.
-Cuidado en la carretera…- Anotó ella, él se volvió y sonrió.
-Lo tendré, gracias Alicia- Y metiéndose en el coche, tras arrancar se marchó calle abajo, no sin antes dar un golpe de claxon como despedida.
Alicia volvió a entrar en la casa, y se encontró a toda su familia, incluido Moisés, reunida en la cocina. A su entrada, su tía volvió a cogerle la mano a Azu y se llevó la mano al pecho.
-Pero niña…tú qué hiciste?
Ginebra Parker-Wyatt y González de Robles entró midiendo sus pasos en el salón de la planta baja. Éste se extendía en tres amplias estancias acristaladas, que se abrían a una de las terrazas, protegida del sol por toldos de lino ocre. Las tres estancias estaban decoradas en tonos y estilos combinados, que iban del marrón al beij claro, traducidos en sofás, sillones, butacas ,sillas y mesas bajas, que se repartían con mano maestra, de forma que al entrar daba la impresión de atravesar un paisaje de dunas. Teir estaba sentado en un butacón al fondo, en la zona marrón, junto a la ventana. No la había visto entrar, así que se sorprendió un poco al oir su voz.
-Alasteir?- Preguntó, sólo le llamaba así cuando le quería pedir una favor grande, Teir le respondió con un sonido ininteligible sin levantar sus ojos de los papeles que le ocupaban- Tienes algo que hacer hoy?- Teir la miró entonces, estaba impecablemente vestida con un traje pantalón de lino azul y deportivas del mismo color. Amadora le había peinado una trenza que le alcanzaba la media espalda. Teir le mostró los papeles que tenía en la mano.
-Estoy muy ocupado, Ebra, no lo ves?- Dijo queriendo resultar convincente, sin conseguirlo. Ebra se sentó frente a él en un reposapiés y permaneció en silencio sin apartar sus enormes ojos verdes de él. Teir parapadeó varias veces y miró hacia la ventana, suspiró, no tenía uno de sus mejores días, y lo último que necesitaba era una discusión con su hermana, que, igual cómo, no llevaría a ninguna parte.- Qué quieres, Ginebra María del Perpétuo Socorro?- Claudicó, dejando los papeles a un lado, Ebra pareció alegrarse de ser por fin centro de su atención.
-Tengo cita en el fisio, y necesito que me lleves- Explicó arreglándose un poco la blusa.
-Aún mantenemos a Paulo, que te lleve él….
-Pero es que hoy quiero que me lleves tú.- Teir miró al techo buscando paciencia y se incorporó, ella le imitó y le arregló el cuello de la camisa, para después acariciarle la cara. Teir sonrió a medias y se alejó entonces hacia una de las puertas, atravesando la zona beij.
-Diez minutos- Le oyó decir antes de que abandonara el salón. Ebra se colocó mejor tres cadenitas que llevaba al cuello y ensayó algo parecido a una sonrisa. Luego volvió a sentarse en el reposapiés a esperar.
La carretera discurría entre los olivares, se extendían hasta donde alcanzaba la vista,rudos, y en perfectas hileras. “Qué vamos a hacer con esto”, la voz de Ebra rompió el silencio en el coche, y, por un instante, él,no supo a qué se refería, ni se molestó en mirar, quiere responderle que mandará talarlos ,donará la madera para leña y aplanará los terrernos con bulldozers. Pero guardó silencio. Se limitó a encogerse de hombros y poner la radio. No tenía un buen día. Ella tampoco.
La dejó delante de la puerta de la consulta del fisioterapeuta, antes de salir del coche ella le dice que pase a recogerla en dos horas, el trato era llevar nada de recoger, pero ella se alejó antes de que pudiera protestar. No le compensaba volver a la casa, así que decidió acercarse a la tienda donde tenían la lista de boda los Remirez- de las Cuevas, tenían plazas de aparcamiento para clientes y se ahorraba dar vueltas. Titina le recibió como si no le hubiera visto en años, si bien había visitado la tienda hacia dos semanas por el mismo motivo, pero para otra boda.
-Tienen unos candiles preciosos y muy bien de precio- Él se preguntó para qué necesitaría nadie un candil, pero asintió y la siguió por la tienda sin mirar los muebles y todo tipo de objetos decorativos que casi la abarrotan, por encima del hilo musical hizo su aparición el ruido de una aspiradora, Titina se disculpó- Perdona, pero es que prefiero estar yo cuando vienen a limpiar, la anterior no paraba de romperme cosas y no era plan- se arregló un poco el pelo, ya de por si arreglado, y le sonrió, el intentó localizar la aspiradora, pero los muebles se lo impidieron- Este buzón es ideal- Es una caja rectangular de madera azul con tapa en su parte superior y la palabra Post labrada en rojo , el la examinó escéptico,Titina lo volvió a poner donde estaba y continuó su periplo por la tienda explicandole cosas. Y allí estaba la aspiradora. En la zona de aparadores y cómodas, aspirando con cuidado entre dos mesitas de te. La chica estaba de espaldas, el pelo trigueño en una cola de caballo, pantalones vaqueros y camiseta azul, no notó su presencia, estaba a lo suyo. Titina quiso explicarle algo, pero el ruido lo hace imposible y se acercó enervada a la chica- Alicia, Alicia!..por Dios!, tengo una lista, haz el favor de pasar el plumero por la porcelana anda-casi le rogó acariciandose una sien, como si el ruido le fuese a provocar dolor de cabeza, la chica asintió y se volvió. Entonces Teir la reconoció. Alicia Gómez Reino.
-Hey, tú aqui?-Se descubre a si mismo preguntándoselo al tiempo que se acerca, Alicia le miró y sonrió, hace un gesto explicativo con las manos- Trabajo aqui-y extendió sus brazos a los lados como quien abre un cortinaje, Titina les miraba a ambos sin saber en qué contexto aunarlos. Por un momento se quedan los tres en silencio. Titina rio un tanto forzada dando una especie de palmada y le tomó del brazo- Ven, los mosaicos están aqui detrás- Teir se soltó con delicadeza – Creí que trabajabas en catering- Alicia negó con la cabeza al tiempo que recogía el cable de la aspiradora- Sustituí a mi prima, estaba pachucha, lo mio es esto…-explica señalando la aspiradora con un gesto con los ojos. Los tiene verdes. Teir asintió y notó la ligera crispación de Titina- Creo que me llevaré un jarrón- concedió, Titina levanta las cejas y esconde un mechón de pelo tras una oreja- Ahora te busco algo- Y se aleja tras mirar de forma sesgada a Alicia quien seguía en su labor de recoger el cable. Él iba a comentarle algo, pero Titina apareció ante él con un pesado candelabro con infinidad de brazos.
-Estos candelabros de plata de ocho brazos, por ejemplo, con peana de marmol rosa- Y se lo entregó para que pudiera apreciar a qué se refería- Quinientos la pieza, nada mal.- Alicia, a la espalda de Titina, miró entonces a Teir abriendo mucho los ojos, queriendo así desaconsejarle semejante compra, y le señaló disimuladamente, haciendo como que pasaba un paño, una caja-joyero de madera rojiza y brillante, que, como único adorno tenía una bonita cerradura de plata con una llave de la que colgaba un bordón dorado.Teir entendió lo que quería decirle y dejó el candelabro a un lado.
-Muy bonito, pero…quizás esta caja- Decidió cogiéndola de encima de la mesa, Titina arqueó una ceja y se colocó bien las pulseras.
-Como quieras…no es mucho…
-Lo importante es el gesto, no?…pues ya está…- Terminó Teir entregándosela, Titina maquilló una leve sonrisa y se alejó con la caja. Teir aprovechó para acercarse a Alicia.
-Muchas gracias….al final siempre acabo comprando jarrones- Admitió casi disculpándose, ella sonrió y se apartó un mechón invisible de delante del rostro, guardándolo tras una oreja..
-“Una caja así viste una mesa”, no es mía, lo leí en algún sitio- Delató sin apenas alzar la voz y pendiente del posible regreso de Titina, él también miró en la dirección por la que se había alejado.
-Para la próxima encomienda, te pido consejo- Anunció, ella rio y se tapó la boca para no llamar la atención, él asintió fingiendo seriedad- En serio, no se hable más- En eso regresó Titina, con una tarjeta para adjuntar al regalo. Alicia hizo como que recogía el cable de la aspiradora.
-Alicia, arriba habría que deshacer cajas, Carmen ya está en ello….si pudieses ayudarla- Comentó Titina, sin dedicarle siquiera una mirada, Alicia contestó que sin problema, y se alejó con la aspiradora en la mano. Teir la siguió con la mirada, e iba a decirle algo, pero Titina reclamó su atención.- He de insistirte en que es poco….pero tú verás.
Él cogió el bolígrafo que le ofrecía, y, apoyando la tarjeta sobre una cómoda, escribió la frase que siempre rezaba en sus tarjetas de regalo. “Os desean lo mejor, Teir y Ebra Parker-Wyatt G.d.R.”
-Buenas tardes, Beautiful, te puedo acercar a algún sitio?
Alicia soltó una especie de chillido y se apartó automáticamente de un salto del borde de la acera por la que caminaba hacia casa, cuando alzó la vista y descubrió a Teir al volante del coche del que provenía la voz, no pudo sino reirse. Él abrió la puerta del copiloto para dejarla entrar.
-Si me dices que me estás siguiendo, me bajo y llamo a la Guardia Civil… -Anunció ella antes de ponerse el cinturón, él sonrió y dudó un instante.
-Yo sólo pasaba por aquí….- Argumentó levántando las manos abiertas en el aire, como muestra de su inocencia, ella le miró y arqueó una ceja, para después concederle también una sonrisa y apartarse una mechón invisible de delante del rostro.
-Tengo otra encomienda..
-Qué raro!
-Una comunión, gemelos..
-Niños o Niñas?
-Niñas…
-Si les compras dos casas de la Barbie, le da un disgusto a la madre..- Él rio y le señaló la guantera.
-En la guantera está la lista…
-Ah! Hasta tienen lista…acabáramos!- Y ella hizo un falso gesto de sorpresa, antes de abrir la guantera, él negó con la cabeza y le volvió a dar la risa. Había olvidado dónde la había guardado, y ahora la volvía a encontrar. Alicia Gómez Reino, pensó.- “Estancia de dos semanas de campamento en Irlanda..”, “Dos juegos completos de desayuno de Villeroy & Boch”….parece la lista de regalos de los premios Nescafé….
-Tal cual…
-Pues casi me inclino por las casas de las Barbies, fíjate…
-Pues sea….y eso dónde se compra?
-En Sánchez Juguetes, tú dale que yo te guío…- Él volvió a reir, y se incorporó a la carretera.
Comenzó entonces una colaboración eficaz y bien orquestada. Las celebraciones a las que Teir estaba invitado y para las que necesitaba regalo estaban planeadas con meses de antelación, con lo cual hicieron una lista de prioridad temporal, que iban trabajando a medida que iban comprando el presente correspondiente. En un principio quedaban una vez a la semana, pero después la frecuencia fue aumentando hasta encontrarse casi todos los días, Teir le mandaba un mensaje por Whatsapp para saber dónde tenía que pasar a recogerla, según dónde ella estuviese trabajando o no, y juntos iban a los negocios donde estuviera la lista, excepto a Titina, donde iba él solo y ya con la pieza escogida de antemano.
-Hoy no te viene a recoger Kennedy?- Preguntó su tía Camelia, Alicia y Azu sentadas junto a ella a la sombra de la parte de atrás de la casa, hojeaban un catálogo de muebles de jardín, Alicia la miró y sonrió.
-No, hoy no….y por qué le llama Kennedy, tía?
-Porque se le da un aire….sólo que en alto, el Kennedy otro no era alto- Puntualizó Camelia levantando el dedo índice de la mano derecha, Alicia rio y pasó otra hoja.- Vive en la casa grande del alto del olivar?-Alicia asintió con la cabeza, y Camelia se santiguó dos veces besando después la cruz de oro que llevaba al cuello en una cadena, Alicia la miró sin esconder su sorpresa.
-Ay tía…y por qué se santigua usted?-Indagó, Camelia levantó las cejas, pero guardó silencio.
-No nos deje así, madre…qué pasa?- Insistió Azu, pero Camelia , que tenía una revista de crucigramas en el regazo, se puso las gafas y volvió a ellos.
Alicia cerró el catálogo y se volvió en la silla hacia ella, para insistir, pero le sonó el móvil.Sonrió al ver el número y deslizando el dedo sobre la pantalla entró en la casa para contestar.
-Digamelo, madre, ahora que no está….qué pasa?- Camelia guiñó los ojos para leer mejor algo.
-“Dícese del que sufre”….”sufridor” de toda la vida…por mucho que en la radio digan “sufriente”…- Y dio por terminada el turno de preguntas, Azu negó con la cabeza. En eso, Alicia regresó arreglándose la cola de caballo y ya con el bolso en bandolera.
-Pues al final sí…..que no fue a la capital- Explicó.
-Viene hasta aquí?- Ella asintió, y las dos mujeres se incorporaron casi a la vez, ella rio.- Es que nunca nos lo perdemos, verdad, madre?.
El Bentley negro paró delante de la casa apenas veinte minutos después, Teir se bajó y le abrió a Alicia la puerta del copiloto, dándole paso al coche con una leve reverencia imitando a un lacayo, ella soltó una carcajada y se subió, antes de rodear el coche para volver a subir, Teir se despidió con la mano de las dos personas que observaban la escena desde el interior de la casa, a través de la ventana de la cocina, luego el coche desapareció calle abajo.
-Y esto cómo acaba, madre?
-Como tenga que acabar.
Las dos semanas que siguieron, no hubo compras, ya que Teir tuvo que ausentarse a arreglar asuntos a Madrid y Valencia. Alicia, repartió su tiempo entre los trabajos de limpieza de locales y ayudar en el cuidado de su primo Juanlu, quien, tras un accidente de trabajo, yacía en la cama sin poder moverse. Su mujer, Flori, para solventar su ya de por si precaria situación económica, había comenzado a trabajar de interna en una casa en el pueblo vecino, y la famila, a turnos, se ocupaba del cuidado de Juanlu y de los dos hijos.
-Si lo giras hacia ahí, yo lo aguanto por aquí, a la de tres y yo estiro- Explicaba Paco, él y Alicia estaban en los lados opuestos a la cama dónde se encontraba Juanlu, le acababan de lavar y cambiar el pijama, ahora se disponían a mudar las sábanas, Alicia se separó un mechón rebelde que le caía por delate de la cara con un soplido y asintió- A la de tres? Venga va….con cuidado- Ella entonces giró a Juanlu, que gimió quedo y Paco estiró la sábana mientras le sujetaba la espalda con la otra mano, luego volvieron a acostarle con suma lentitud, lo que no evitó que Juanlu se quejara otra vez- Listo, limpio como una patena- Sentenció Paco, limpiándose el sudor con un kleenex, Alicia recogió la ropa del suelo y salió del cuarto para poner la lavadora, Paco entreabrió la ventana y corrió la cortina, para tamizar el sol.Luego la siguió.
-Después vuelvo y la cuelgo, que en nada se seca- Dijo Alicia, mientras metía la ropa en la lavadora, Paco se apoyó en el quicio de la puerta del cuarto de baño.
-Alicia, yo quiero que sepas que por mi no hay problema- Ella le miró y se apartó el pelo de delante de la cara, sin saber a qué se refería, él alzó las cejas- “el inglés” me refiero, la gente va diciendo cosas, que ni les van ni les vienen…y yo quiero que tú lo sepas, que por mi aquí paz y después gloria…- Ella se recogió los mechones tras las orejas, y frunció algo el ceño.
-Primero que no es “inglés”, y segundo que ayudar a elegir regalos no es nada malo…pero gracias Paco, ya sé lo que me quieres decir…- Paco sonrió y sacó una cajetilla de tabaco blanda del bolsillo del pantalón.
-Las que tú tienes, salgo al vicio y hacemos la cocina?- Ella cerró la puerta de la lavadora y dio una vuelta a la rosca del programa, luego pulsó la tecla para que comenzase a lavar. Acto seguido, dio una palmada y le sonrió, Paco le correspondió con un beso en el aire y ambos salieron del cuarto de baño.
Después de arreglar la cocina, se sentaron a la sombra a esperar la llegada de Azu, quien tomaría el relevo. Alicia se fue en cuanto su prima llegó, Titina le había pedido a Alicia si podía ayudarles a desembalar cajas y no quería llegar tarde.
-Hola Beautiful- Su voz desde la oscuridad la asustó al salir del negocio, ya de noche, y ella se llevó la mano a la boca para reprimir mal un grito, le adivinó apoyado contra la pared.
-Y a tí qué se te ha perdido a estas horas aquí?- Preguntó a media voz, acercándose a él, y mirando al tiempo a su alrededor, la calle estaba desierta. Él le tomó una mano y la atrajo hacia si con suavidad. Sin darle tiempo a reaccionar, la buscó.
-Esto- Dijo, como respuesta a su pregunta,mientras escondía el rostro de ella entre las manos, ella acertó a sonreir y se las acarició, buscándole entonces a su vez.
– Siempre pensé que érais seres especiales, que no teníais que ver con la gente de este planeta – Musitó ella, casi hablándole a la penumbra, envuelta en una fina manta que cubría su denudez, medio acurrucada en una de la butacas junto a la terraza, Teir descalzo y sólo vestido con los vaqueros, se sentó junto a ella en la otra butaca al tiempo que le entregaba una cerveza helada.
-Pues no, también vamos al vater por la mañana y nos duelen los pies- Aclaró recostándose en la butaca y tomando un trago de la cerveza, ella le miró y rio, con su risa de catarata, que contagió en él una franca sonrisa.
-Y también os gusta hacerlo a horas intempestivas…
-Si, pero sólo con rubias pecosas…- Y otra catarata cruzó la penumbra.
-Y este es tu picadero…o qué?- Comentó ella tras un largo trago, él alzó las cejas un instante y, cerrando los ojos, se pasó la botella helada por la frente.
-No…los compramos sobre plano, una inversión como otra, en total cuatro, este es el único amueblado- Explicó, concentrado en sentir como su frente se enfriaba por momentos.
-Te duele la cabeza?
-No, es la manera más rápida de resfrescar las ideas- Alicia sonrió y le imitó, descubriendo la peculiar sensación. Permanecieron un rato así, pasándose las cervezas por la frente, en silencio.
-Si nos ve alguien…nos toman por una secta- La voz de ella rompió la oscuridad que se había apoderado del salón, Teir soltó una carcajada, hacía tanto tiempo que no lo hacía que después hubo de toser y beber lo que quedaba de la cerveza.
-Beautiful?
-Dime, Kennedy…
-Nos tenemos que ir…
La dejó en la puerta de su casa casa entrada la noche. Él acaricia el volante con la palma de la mano derecha. Ella le pregunta si pasa algo. El niega con la cabeza, sus ojos en algún punto de la oscuridad. Se decide a mirarla y ella a él. Silencio. No necesitan explicarse nada. A ella le da la risa. Él vuelve a menear la cabeza. Sonríe. Y apoya la cabeza sobre el volante, como dándose por vencido. Ella ríe y le acaricia la espalda. Hasta mañana. Él le da un último beso. Hasta por la tarde. Ella salió entonces del coche, y él esperó a verla desaparecer en la casa, antes de seguir camino.
-Pues sí que estaba sucia la tienda…- La voz de Azu la recibió desde la puerta de la cocina, ella sonrió y se apartó un mechón invisible de delante de la cara- Espera…espera una momento, déjame que te vea, niña…-Y cogiéndola de la mano, la hizo entrar en la cocina, dando la luz. Ninguna de las dos pudo contener la risa.-Tú has salido hoy por la Puerta Grande- Alicia quiso soltar una carcajada, pero se tapó la boca, Azu hizo lo mismo.-
-Tanto se nota?- Preguntó Alicia, sin saber muy bien qué hacer con las manos.
-Te tiene camelada, no lo puedes negar…- Azu le dio un azote cariñoso, y Alicia rio escondiendo la boca, para no despertar a nadie, luego ambas salieron de la cocina hacia su cuarto.- y él….dio la vuelta al ruedo?
-A hombros!- Y entonces si que no pudieron callar la risa, y al ver encenderse la luz bajo la puerta de su tía, se apuraron a entrar en su habitación.
-Y tú?….de dónde vienes?- Preguntó la voz de Ebra desde la oscuridad del salón principal, Teir dio la luz del recibidor y dejó las llaves sobre la cómoda, mientras se dirigía hacia las escaleras.
-De por ahí….con Miguel y estos…- Mintió como explicación, subiendo ya las escaleras, Ebra salió al recibidor entonces, el kimono hoy era rojo con gruyas amarillas, estaba descalza, como de costumbre y su larga melena negra caía en cascada sobre sus hombros. Cruzó los brazos y le siguió un trecho escaleras arriba, guiñando los ojos inquisitivamente.
-En Londres?- Preguntó irónica, a sabiendas de que el tal Miguel se encontraba en la capital inglesa, él cesó un instante en su ascensión, pero continuó sin volverse.
-Ebra….- Advirtió cuando ya alcanzaba el segundo tramo de la escalera, de peldaños alfombrados en verde.
-Ebra, qué?!….Si yo me fuera a ir por ahí una noche…te avisaría…no?- Su voz retumbó en todas las paredes, Teir se frotó los ojos con las palmas de las manos y se volvió.
-Tú nunca te vas una noche, Ebra, y si así fuese, y no me llamases…no te haría una escena, Buenas Noches- Y a buen paso la dejó tras de si, desapareciendo en sus dependencias del tercer piso. Ebra le siguió con la mirada, y esperó un instante a verle aparecer de nuevo, para disculparse, como normalmente solía ocurrir. Pero Teir no regresó. Ella bajó entonces la escalinata de nuevo, lentamente, y sacando un peine de uno de los bolsillos del kimono comenzó a peinarse uno de los largos mechones mientras dirigía sus pasos de nuevo al salón.
-“Una escena” dice….el tiempo que hace que no hago yo “escenas”…
Lo primero que hacía Teir nada más despertarse era llamar a Alicia. Normalmente pasaba a buscarla hacia el mediodía, así que Alicia había acabado por acudir a sus labores de limpieza en las primeras horas de la mañana, para poder estar con él el resto del día. Iban a la capital a resolver los encargos correspondientes y después regresaban al apartamento, lejos de miradas curiosas y comentarios que ya empezaban a inundar el pueblo, algunos más benignos que otros, pero que todavía no habían llegado a más y ellos procuraban no alimentar, llevando su relación de la forma más discreta posible.
-Me tengo que ir…- Alicia se levantó de la butaca junto a la terraza, y se arregló la blusa, dispuesta ya a colgarse el bolso, habían pasado toda la mañana eligiendo una vajilla en la capital, y después se habían traido un menú chino para comer en el apartamento. Teir, recostado en la butaca vecina, la miró contrariado.
-A dónde? No tenías hoy el día libre?- Alicia se calzó las zapatillas de deporte y se arregló la cola de caballo.
-A casa de mi primo Juanlu, desde lo de la obra no se puede mover y, como Flori no está en toda la semana, nos turnamos entre todos…. hoy me toca a mí- Se lo explica sin darle importancia, como a todas las cosas buenas o malas que le pudieran pasar. Teir se incorporó en su asiento y tardó un instante en reaccionar. Parpadeó. Alicia sonrió para si, sabe que cuando Teir no entiende algo parpadea varias veces, como si hacerlo aclarase sus dudas.
-Lo de la obra? Qué obra?- Alicia intentó resumir toda la historia en su cabeza, y abrió las manos en el aire, buscando como empezar al tiempo que buscaba las palabras en algún lugar de la lejanía. Suspiró al fin y dejó caer los brazos, dándose por vencida, sin llegar siquiera a intentarlo. Teir la miró, y alzó las cejas, dejándole tiempo.
-Trabaja en la construción?- Preguntó finalmente, Alicia asintió y, lentamente, se volvió a sentar.
-Él andaba a las obras, y hace un año se cayó por el hueco de un ascensor…bueno, me explico, por donde tendría que haber estado el ascensor, cinco pisos….- Y dejó caer la palma de su mano sobre su rodilla, en caida libre, como lo había hecho su primo. El ruido de la palmada sobre la piel, disgustó a Teir, quien torció el gesto, al imaginarse la escena.
-Pero esas cosas las hace el seguro, lo de mandar una persona que ayude y eso…por qué tienes que ir tú?- Quiso saber, sacando su pitillera del bolsillo, para encender luego un pitillo, que movió en el aire con un gesto desvaido al tiempo que expulsaba el humo- Y, además, supongo que habrá tenido una indemnización- Su mirada encontró la de Alicia, errante por las montañas que se distinguían a lo lejos, con los ojos un poco guiñados, como tratando de distinguir algo impreciso en la distancia. Negó lentamente con la cabeza, para luego inclinarla y arreglarse la bastilla de la falda con la punta de los dedos.
-Cómo que no…?Sean cuales fueran las circunstancias, estuviese o no allí el ascensor, se trata de un accidente laboral claro- Explicó Teir, moviendo el pitillo a la vez que hablaba y expulsando el humo hacia arriba, Alicia se encogió de hombros y entrelazó las manos contra la rodilla, mirándole de soslayo.
-Le dijeron que nones- Su frase quedó suspendida en el aire por un momento, en el que Teir la miró sin comprender, mientras parecía recorrer de memoria todos los artículos legales que aún tenía atesorados en algún lugar de su cabeza.Tomó otra calada y soltó el humo despacio. Alicia le miró casi sin atreverse, la mirada de él estaba clavada en algún lugar de la terraza. Sin parpadear.
-Estaba en nómina?- Ella respondió afirmativamente con la cabeza.
-Bueno, me explico….creo que estaba en una de esas empresas que mandan gente a otra empresa y….- Teir tomó ora calada del cigarrillo y asintió sin dejarla terminar.
-Una subcontrata- Aclaró y apagó el cigarrillo contra un cenicero en el suelo, Alicia se encogió de hombros. Teir se levantó de la butaca y le ofreció la mano, ella se la cogió y él la ayudó a incorporarse.- Cómo dices que se llama tu primo?- Alicia le miró sin saber a dónde quería llegar.
-Hola,soy yo, necesito un pasante
-Para?
-Para qué voy a necesitar un pasante………..?Para bailar un tango?
-Podía ser, tengo una ahora, la hija de Silvestre Aguilar el que se casó con la pequeña de…
-No me importa quién es, sólo que trabaje rápido.
-Qué tienes entonces?
-Te envío a Paulo, mañana a las ocho.
-La dejarás desayunar…
-A las ocho
Y le colgó el teléfono a su primo Teo sin despedirse, para continuar con la labor de separar los papeles en distintas pilas encima de la mesa del comedor. Contratos, subcontratos, pólizas, circulares, cartas, recibos, recetas, volantes , atestados e informes médicos, además de tres montones de tarjetas telefónicas prepago, billetes de autobús, facturas de productos de higiene y fotos. Cuando lo tuvo todo organizado, abrió uno de los aparadores y fue sacando piezas de una colección de dragones de porcelana china, que fue colocando sobre los distintos montones a modo de pisapapeles. Luego sacó un pitillo de la pitillera y, tras encenderlo, expulsó el aire despacio recorriendo la mesa con la mirada. Volvió a coger el móvil.
-Hola Satur, soy Teir……….., ya, bien, te llamo por el siguiente tema:Tu sigues haciendo peritajes?
-Déjale en paz- La voz cargada de insulto y desfachatez, hizo que Alicia se volviese, pero no le dio el gusto de alterarse, se limitó a alzar una ceja y enderezar los hombros, la mujer la miró aviesamente, con un gesto de desprecio tenaz- Te crees que le importas? No eres más que un pasatiempo, cuando se canse te dejará, como tiene que ser. Él tiene ya bastante con lo suyo, como para perder el tiempo contigo. Este es un primer aviso, no me hagas darte un segundo- Y la señaló con un dedo largo y delgado del que pendían varios anillos, Alicia no cambió un ápice su expresión ni se molestó en hacer uso de su voz, pero le mantuvo la mirada hasta que la otra no tuvo otra opción sino apartar la suya,y, con un golpe de su profusamente enlacada melena se alejó, castigando las baldosas del hall de entrada del edificio de oficinas en el que se encontraban en la capital para entregar documentos del caso de Juanlu. Alicia la siguió con la mirada, hasta que desapareció por la puerta, pensando en todas las cosas que podía haberle dicho, cuando la voz de Teir interrumpió su retaíla mental.
-No te preocupes por ella, Beautiful, su marido tiene otro desde hace años, y está amargada, yo también lo estaría…la verdad- Comentó mientras ordenaba una serie de papeles de colores, Alicia sonrió levemente, todavía ordenando sus ideas- Creo que voy a mandar a Marta, porque hay que volver….tú sabías que todavía hay que entregar cosas por triplicado y en persona?
-Pues claro, tú en qué mundo vives?- Él casi le dio la razón con un gesto y le ofreció su brazo.
-Y ahora a comer…no tienes hambre? Una hora esperando….yo no me explico- Ella le miró incrédula y negó con la cabeza dándole por imposible.
-A ti te pasa algo y no me lo quieres decir…- Comentó él ya en el coche de vuelta, ella continuó mirando por la ventanilla.
-A mí? No….qué me va a pasar?- Preguntó sin dejar de mirar el paisaje.
-Si has dicho cinco palabras desde que salimos del restaurante ya son muchas- Ella se aparató un mechón invisible de la cara y cruzó los brazos en silencio- Beautiful….?
-La tipa esa…me dijo que “ya tenías bastante con lo tuyo”….mira Kennedy, si es que estás casado o algo así….me bajo aquí mismo, sabes?….yo…- Las facciones de Teir se endurecieron por un instante, luego la miró fugazmente.
-Nadie te ha contado aún nada de “lo mío”?- Ella negó con la cabeza casi asustada.
-Pues entonces, te lo cuento yo.
-Mis padres, mi mujer Carmen, su hermana Laura, su marido Guillermo con sus hijos Álvaro y Manuel, mi hermano Oliver, su mujer Paula con sus hijos Carlota y Ben, y mi cuñado Pedro con sus hijos Juan y Jacobo. Ebra fue la única del grupo que sobrevivió…yo, tenía que hacer unas llamadas, iba a subir más tarde, lo último que me dijo Carmen fue “No te olvides los guantes”…lo guantes…Y les vi irse hacia los telesillas, tirándose bolas de nieve y riendo. En las películas se oye un estruendo, o vibran cosas….allí no. Cuando bajé a recepción había una mujer gritando fuera de si….aún tengo sus gritos en la cabeza,…y el personal del hotel corría de un lado a otro, como pollos sin cabeza. Preguntas qué pasa y te dicen que un accidente. No te preocupas. Entonces un señor inglés, lívido como una sábana te dice la palabra que lo explica todo. Avalancha. Me quedé clavado. Como en una campana de vacío. Sin poder moverme. Y acto seguido piensas que ellos seguro que no estaban allí, ellos seguro que no. Pero sí. Nos llaman “esa gente”, como si fueramos de otro planeta, como dijiste tú. Pero no tienen ni idea.Y “esa gente”soy yo. Que qué llevaban puesto. Alguna característica especial?. Y tú no te acuerdas si el pantalón de esquí de tu sobrino pequeño era verde o lila. O si tu madre llevaba gafas. Si el reloj de tu mujer era Tissot o Longines, si tu hermano tenía un lunar en la palma de la mano…No te los dejan ver. Sólo polaroids de cosas. De dedos con anillos y cascos rotos. Catorce cadáveres. Catorce autopsias. Y regresas en un avión con catorce ataudes. Ebra estuvo en coma mucho tiempo, rota, tiene clavos por todo el cuerpo. La nieve se llevó a sesenta. Sólo sobrevivieron cuatro. De alguna forma…Ebra se quedó allí también…Pasó dos años enteros sin decir una palabra. Deshice casas. Vendí coches. Compré guardamuebles. Doné ropa. Mis suegros convirtieron la que había sido mi casa en una especie de mausoleo…así que me mudé aquí. Era la casa matriz de mi padre. Nunca la habíamos usado, así que no nos recuerda a nada ni a nadie. Y allí estamos Ebra y yo desde entonces, con la buena de Amadora. Ellos se van….y nos dejan con sus recuerdos. Siempre están ahí. Aunque los quieras olvidar…..No es fácil convivir con fantasmas.- Se lo explicó con calma, estaban sentados en un banco en un alto del olivar, desde el que se divisaba el imponente paisaje de árboles y el pueblo, casi escondido en un rincón del valle, Alicia le había cogido una mano y se secaba las lágrimas de las mejillas con la otra, incapaz de cesar el llanto, él la atrajo hacia si y le besó la cabeza, ella apoyó la cabeza en su hombro cerrando los ojos.
-Y tú?- Preguntó él después de un rato en silencio, ella le miró y volvió otra vez a cerrar los ojos.
-A mí….me dejó por otra…- Dijo recogiéndose un mechón tras la oreja, él alzó la cejas sorprendido, acariciándole la cabeza.
-Imposible…en serio?- Ella le miró otra vez y asintió sonriendo levemente, callando que la otra venía en bolsitas de gramo a gramo, y una de aquellas bolsitas había sido la de más, de alguna forma ella también era viuda, pero su duelo ya se había ido hacía mucho tiempo, sólo le había quedado el recuerdo de algo que había sido y después no fue, aquel tiempo de muerte lenta. Sacudió la cabeza por un instante y entrelazó sus dedos con los de él. Él le levantó la barbilla con suavidad y le secó las últimas lágrimas con la palma de la mano.
-Ven, vamos, te voy a presentar “lo mío”.
Encontraron a Amadora tratando con la cocinera la cena en la cocina, amplia y bañada en la luz del porche al que daba, al verles entrar la cocinera se fue. Teir presentó a las dos mujeres, y luego se marchó a buscar a Ebra. Amadora llevaba un vestido mandilón negro y unas zapatillas planas del mismo color, el pelo cano lo recogía en un moño mínimo en la nuca. En cuanto se quedaron solas, Amadora la observó desde el extramo de la cocina, con las manos entrelazadas contra el vientre, sin apartar un ápice la mirada. Alicia, cabizbaja, se separó un par de mechones invisibles y respiró hondo ensayando una sonrisa, al alzar la vista se encontró con la sonrisa de Amadora, leve, pero amable.
-Tú eres la de Antonio el de los Cuencos- Dictaminó sin más, Alicia suspiró otra vez, ahora de alivio, y sonrió ante el recuerdo de su abuelo.
-Falta desde hace dos años…- Comentó con el respeto debido, Amadora asintió y se colocó bien una de las ebillas, tenía unas manos anchas y fuertes , pero bien cuidadas. Se acercó a ella despacio, hasta tenerla ante si, y le cogió una mano con suavidad, sus ojos negros, pequeños y audaces escrutaron los de Alicia, sin mudar el gesto.
-Escondió a mi padre….y nos dio su pan- Su voz queda deshizo algo en la garganta de Alicia, quien se llevó las manos a la mejilla, Amadora le recogió un mechón tras la oreja casi como una caricia- Tienes sus ojos- Y asintió como confirmándose algo a si misma, las voces de Ebra y Teir en el pasillo hicieron que se apartara, no sin antes apretarle levemente la mano, sin apartar sus ojos de ella, transmitiendole algo que sólo ellas entendieron y sellaron con lágrimas que no llegaron a derramar.
– Hola Alicia…yo soy Ebra- Hoy la bata era de seda amarilla con nenúfares verdes y azules, la melena en cascada, los pies descalzos, ladeó levemente la cabeza y pareció querer sonreir, luego se acercó a ella y la cogió del brazo- Ven, que te enseño nuestro casoplón….que este es un soso…- Y abandonó con ella la cocina, Amadora y Teir se miraron sin ocultar su asombro de ser testigos de volver a ver a Ebra mostrar interés por algo, y se dispusieron a seguirlas.
Un vehículo especial para transporte de minusválidos aparcó delante de la casa de Juanlu y Flori a la hora acordada. Tres hombres le sacaron de la casa en una silla de ruedas adaptada, y la rampa del coche hizo el resto. Flori se había puesto el vestido de flores que había llevado a la boda de su hermana, y una de sus sobrinas le había dejado unos zapatos salón que casaban con los pétalos azules del vestido, Azu le había hecho el pelo y las uñas. Escogió una cartera de mano, para después decantarse por un bolso charol, que dejó sobre la cama para elegir un bolso grande gris, Alicia acabó por entregarle un bolso cuadrado negro de piel, y, cogiéndola del brazo la guió fuera de la casa. Ella misma se había decidido por un camisero y sandalias blancas. Teir les abrió la puerta de su coche, y la comitiva se puso en camino al despacho de su primo Teo, que también era el suyo, donde iba a tener lugar la reunión con “la otra parte”, como habían acabado por definirlos.
El encuentro entre las partes iba a tener lugar en la sala de reuniones más grande de las que contaba el despacho, presidida por una larga mesa de caoba rodeada de doce sillas. Tras las debidas presentaciones, Teir se sitiuó en su lado de la mesa junto a Marta, la chica que le había servido de pasante durante la preparación del caso y Juanlu en su silla de ruedas, los cuatro letrados de la parte contraria se acomodaron frente a ellos. Alicia, Flori y Teo se sentaron en tres butacas a cierta distancia, de forma que podían presenciarlo todo como si estuvieran sentados en un teatro.
Lo que sucedió durante la hora siguiente, se podría describir como una opera en tres actos. En el primer acto, Teir, con el aplomo y minuciosidad de un experto narrador de historias, detalló los hechos que les ocupaban sin olvidar dato alguno, y blindó su versión de forma que la otra parte sólo pudo asentir visiblemente incómoda. En el segundo acto se fraguó un ataque masivo, contundente y por varios frentes, como el arranque de las sinfonías, sin alzar un momento la voz ni perder la calma mientras con batuta maestra les robaba los argumentos que habían pensado esgrimir en su defensa,antes siquiera de que pudieran hacer uso de ellos. En el tercero, un invisible ejército avanzó a paso seguro, desmontando todo halo de argumento, defensa o protesta a su paso, y sin tomar prisioneros, hasta que no quedó nada más que admitir, sino el triunfo de su verdad. En ese momento, Teo, se hubiera incorporado de su asiento y aplaudido mientras gritaba la bravura de la acción, como haría cualquier espectador extasiado ante un final sublime, pero se limitó a sonreir más que feliz y a dar una única palmada; Alicia sintió de pronto que su corazón no le cabía en el pecho y por un momento fue incapaz de moverse, ya que temió que, si lo hiciera, le saldría por boca, así que se la tapó con la mano; Flori,llegado ese momento, sólo pudo hundir el rostro entre sus manos, y romper por fin a llorar.
-Perroflauta- Le alcanzó junto al buffet de golosinas, Teir se dirigía hacia el exterior a fumar. Le había prometido al padre de la novia que se quedaría al discurso de los postres, pero después se iría. Teo le tiró de la levita del chaqué, él por un momento no supo si enervarse o imitarle.
-AmanteBandido- Le soltó buscando la pitillera, Teo le miró un tanto confundido, la última vez que se le hubiera podido tachar de algo semejante quedaba casi veinticinco años atrás, Carolina Revuelta Ortiz, ella tenía entonces diecisiete años y había contado con su total consentimiento, se preguntó cómo Teir podía saberlo. Teir sacó un pitillo y,sin ofrecerle, salió a la terraza.
-Deberías plantearte volver por el despacho, qué pena no haberlo grabado….nos alegraste el día….sin contar la nueva cartera de clientes que nos ha traido el caso- Teo se apoyó en la balaustrada y cruzó los brazos, mirándole un tanto espectante, Teir soltó el humo despacio y se encogió de hombros.
-Sabía que Juanlu tenía razón. Otros no tienen tanta- Sentenció mientras observaba a los niños de arras jugando a pillar por el jardín, uno se resbaló entonces en la hierba y todos estallaron en risas, Teir también sonrió levemente, Teo iba a decirle algo, pero él se le adelantó- Sé lo que vas a preguntar, Alicia está conmigo. Nada más que añadir.- Teo, que no había llegado ni a abrir la boca, se pasó la mano por el cabello ralo y rio, Teir le pasó el pitillo- Elvira está al fondo- Anotó sin mirarle, Teo echó un rápido vistazo al interior de la sala y apuró una calada, expulsando el humo hacia arriba.
-Parece una chica seria- Teir le volvió a coger el pitillo y asintió en silencio.
Y compartieron silencio y pitillo. El llanto de un niño de arras les hizo volver a la realidad. Para sorpresa de Teo, fue Teir el primero en reaccionar y bajar la escalinata de dos en dos para acercarse a la criatura que lloraba sin consuelo tirada sobre uno de los caminos de grabilla. Teo le observó cogerle en brazos e inspeccionar la lastimada rodilla, algo debió de decirle al niño, porque paró de llorar y rodeó su cuello con sus bracitos mientras lo acercaba a la casa. Hacía unos meses ni se hubiera inmutado. Algo había cambiado en su primo, y se alegró de volver a tenerle. Como antes.
Tras los discursos, como había prometido, Teir se fue de la boda. Había quedado con Alicia de pasar a buscarla por la tarde, pero antes quería pasar por casa a cambiarse el chaqué, del que ya se quitó la levita y el chaleco antes de entrar en el coche.
-La Ebra se ha ido- Amadora no esperó a que entrase en la casa, salió a recibirlo casi corriendo en la medida que le permitían las piernas, el nerviosismo en su voz se traducía en su gesto, una mezcla de preocupación y profunda pena. Teir no cerró la puerta del coche, se mesó el pelo con las manos y miró al cielo, tratando de mantener la calma- Se llevó el coche, niño, Virgen Santísima!…cuando quise ver ya iba lanzada por ahí abajo- Se explicaba al borde de las lágrimas, señalando hacia algún lugar en la distancia, Teir se borró el sudor de la frente con una manga y le cogió las manos a Amadora con delicadeza.
-Llama al Dr. Bohórquez…yo la busco- Y volviendo a meterse en el coche, se marchó de nuevo, dejando a Amadora con las manos entrelazadas contra el pecho.
“La Repleta” es una maciza construcción blanca en forma de U que se eleva como única nota de color en el paisaje marrón y beig, en parte está rodeada por un muro blanco y en etapas por empalizadas. Cuando Teir llegó, el portón de acceso a la propiedad por su lado norte está abierto de par en par, confirmando sus sospechas. La calzada que llevaba a la plaza en semicírculo que se abría ante la puerta principal de la casa, ha sido invadida por las malas hierbas y tierra que lleva y trae el viento. Con algún desconchado, la fachada del edificio se yergue blanca e imponente,aún con los postigos cerrados,ante el visitante.
Un Audi está aparcado en el centro de la plaza. Cuando sale de su coche le recibe el silencio. Incómodo y con su peso específico. No hay brisa, y el sol cae a plomo. Cerró la puerta del coche y se atrevió a afrontar la casa. Por un instante la angustia vuelve. Respiró hondo y se frotó los ojos con las palmas de las manos, obligándose a dirigir sus pasos hacia ella.
La puerta sólo estaba echada, el silencio del exterior se extendía hacia el interior. Como un amusoleo de paredes blancas y ralas, con suelos de cerámica de gres ocre. Lentamente cruzó el amplio recibidor, para subir la antaño majestuosa escalera bifurcada con pasamanos de madera labrada, que aún conserva su alfombra roja. Se detuvo en la bifurcación a la derecha, y se apoyó un instante en el pasamanos para secarse el sudor de la frente con la otra manga, la camisa ya se le ha pegado a la espalda y siente que le cuesta respirar. Respiró hondo y encaró el resto de los alfombrados peldaños. En la planta principal se paró a escuchar, un suave ronroneo lejano rompía el silencio pertinaz, dirigió sus pasos por un ancho pasillo que rodeaba el balcón a la escalera y abriendo una puerta de dos hojas, avanzó por una amplia estancia de suelos de madera y vigas artesanadas. El suelo cruge bajo sus pies, en la penumbra de los postigos echados. En el otro lado abre otra puerta de doble hoja y avanza por otro largo pasillo de suelos ocre y paredes blancas desnudas. Se detuvo a escuchar. El ronroneo es ahora más cercano. Se obligó a continuar, y tras borrarse de nuevo el sudor con la manga, se mesó el cabello. Se detuvo en un pequeño recibidor con tres puertas. Logró distinguir de dónde provenía el ronroneo y se decidió por la puerta a su izquierda.
Ebra estaba sentada en el suelo dándole la espalda, abrazada a si misma y meciéndose de lado a lado, parecía repetir una y otra vez la misma frase, como si fuera una oración que sólo ella pudiera entender. Teir se quedó en el umbral, incapaz de dar un paso más. Ella había abierto los postigos de las ventanas y la luz inundaba la amplia estancia, vacía como las otras.
-Mira lo que hago mamá mira loque hago mamá mira lo que hago mamá mira lo que hago mamá…- El llanto no interrumpe su cantinela, Teir miró hacia algún lugar, tratando de contener el suyo y se frotó los ojos con las palmas de las manos. La llama, casi en susurro, pero ella no le escucha, sigue meciéndose y repitiendo su oración. La vuelve a llamar, esta vez alza un poco más la voz, pero con cuidado, como si se fuera a romper. Ella se detiene un instante y ladea la cabeza, para continuar en su movimiento, pero ahora en silencio. Teir avanzó un paso y buscó ponerse en cuclillas.
-Ven conmigo Ebra- Su voz en un ruego, Ebra se detuvo de nuevo, y se volvió a medias, él no podía ver su rostro.
-Has tirado…sus cosas, has …tirado sus cosas….ya no me queda nada de ellos…cómo has podido?- Le echó en cara rota en llanto, casi sin articular las palabras, gime, y se encoge como presa de un dolor, Teir negó con la cabeza y acarició el suelo con los dedos.
-No es verdad…Ebra, todo está guardado, aún lo tienes si lo quieres- Se lo dice con cuidado, buscando las palabras, midiendo su propio dolor, Ebra gime de nuevo y vuelve a encogerse.
-Mira lo que hago mamá….hacían ángeles sobre la nieve…sobre la nieve mira lo que hago mamá…ángeles sobre la nieve…hacían ángeles…- Y lo repite meciéndose de nuevo de lado a lado, Teir se incorporó y se acercó a ella, sentándose a su lado. El rostro de ella es una máscara de llanto, arrasado y ausente, Teir la rodea con un brazo y la atrae hacia si con cuidado, ella se deja abrazar, pero no le mira.
-Quieres tener sus cosas?- Le preguntó besándole la cabeza, Ebra asintió y cerrando los ojos con fuerza dejó libre un gemido casi animal, al tiempo que se encogía contra él. Teir escondió la cabeza de ella bajo su mano y se la acarició, cerrando los ojos a su vez.
Alicia estaba ya pagando la compra en el supermercado del pueblo con Azu, cuando recibió el mensaje de Whatsapp. Sin dar explicación alguna a su prima, salió casi corriendo del establecimiento, Azu cogio las dos bolsas que habían comprado y la siguió asustada.
-Pero qué pasa?…no me asustes….- Advirtió, Alicia deslizó un dedo por la pantalla del móvil para hacer una llamada, pero antes de que pudiera hablar con nadie , el coche de Teir apareció ante ellas y mal aparcó en la acera de enfrente- Pero…qué pasa?…- Alicia cruzó la calle, con el corazón en la garganta, Teir salió del coche y buscó su abrazo, ella le miró un instante y le acarició el rostro, viva imagen del cansancio y la tristeza- Todo bien?- Le pregunta casi en susurro, él asiente sin hablar, y,sin soltarla, tarda en responder- Ven- Susurra casi sin voz, y vuelve a coche, ella lo rodeó y abrió la puerta del copiloto. El coche desapareció entonces a gran velocidad calle arriba. Azu, que había observado la escena, miró a su alrededor sin saber muy bien qué hacer, y cogiendo las bolsas decidió poner rumbo a casa.
Teir conducía en silencio, con la mano iquierda, mientras mantenía cogida la de Alicia con la derecha. Alicia no apartaba su mirada de él, como quien observa una bomba de relojería, tratandode adivinar qué puede haber pasado.
-Está bien?- Se atreve a preguntar, él niega con la cabeza.
-Ella…nunca va estar bien…- Concede, casi diciendolo para si.
-A dónde vamos?
-A visitar fantasmas.
El guardamuebles se encontraba en una nave industrial a pocos kilometros del pueblo. El encargado les salió al paso en cuanto Teir aparcó el coche delante del edificio, con ayuda de dos operarios ya había localizado las cajas que Teir quería recuperar. Eran seis. Tres cajas de cartón con una E pintada y tres contenedores grandes de plastico, uno con la letra P y los otros dos con una J. Entre todos cargaron el coche con las cajas que cupieron, el encargado les seguiría en el suyo con el resto.
Ebra dormía cuando llegaron a la casa, entre los dos hombres dejaron las cajas en el salón del segundo piso, para que pudiera verlas cuando despertara. Después Teir, acompañado de Alicia, se retiró al tercer piso, a darse una ducha, y, tratar por fin de encontrar algo de calma.
-Mi primo Henry se casa el sábado doce- Se lo dijo mientras encendía un pitillo, era el cuarto del día, claramente estaba bajando el ritmo, Alicia, que hojeaba un catálogo de armarios chinos sentada en el sofá, no le mira, algo había llamado su atención.
-Veinte mil pavos por un armario rojo, que no digo que no sea bonito, pero bueno, en aquel otro sitio al que fuimos costaban muchísimo menos….- Y pasó la hoja, Teir expulsa el humo despacio.
-Quiero que vengas conmigo
-A dónde?- Compara escéptica armarios en diferentes hojas, Teir sonrió para si.
-A la boda de Henry- Alicia levantó la vista de los armarios, la dejó vagar un momento por la mesa de centro y la alzó incrédula, como si hubiera escuchado mal. Silencio. Teir le sostuvo la mirada. Y ella supo que no bromeaba.
-Contigo juntos?- En su voz casi la risa, Teir toma una nueva calada y expulsa el humo hacia arriba, como ella sabe que hace cuando algo le apremia y no sabe como solucionarlo.
-Es ridículo continuar así. Estamos juntos y punto….creo que está más que claro, al menos para mi…y quiero que lo esté también para el resto- No gesticulaba, se explicaba con calma, sin apartar su mirada de ella, percibe su miedo como en ráfagas, él sabe que Alicia nunca se pone nerviosa, pero ahora respiraba más rápido. Ella desvió la mirada hacia algún lugar y volvió a él, pero continúa en silencio.
-Y Ebra?- Su voz casi un susurro, como si hubiera pensado en alto, Teir no contestó, sólo se encogió de hombros, y toma una larga calada, el humo se perdió hacia la terraza, buscando salida por el ventanal abierto.
-Vienes o no?- Alicia se incorporó y se colgó el bolso, no sabe qué hacer con las manos.
-No lo sé..
-Cómo que no lo sabes?
-No lo sé…la gente…
-La gente, la gente….siempre la gente, estoy hasta los cojones de la gente…- Alzó la voz, y casi se exasperó, ella se alejó hacia la puerta- Beautiful…Alicia…ven, perdona, dime si vienes o no…espera..- Su voz casi un ruego, Alicia se volvió, un tanto confundida, aún sin saber qué hacer con sus manos, frunce fugazmente el ceño.
-No lo sé- Y abriendo la puerta se fue, cerrandola con cuidado tras si.
Teir se quedó solo. Miró al techo y respiró hondo. Luego se acercó a la ventana de la terraza, buscando algo sin distinguir nada. Volvió entonces al salón midiendo sus pasos y mirándose los pies. Escuchó el silencio. Su mirada vagó otra vez hacia el exterior. Parpadeó levemente. Sus facciones se relajaron entonces por un momento ante el escarceo de una sonrisa.
Alicia enfrentó los días siguientes como un autómata. Se levantaba temprano, ponía el café, le abría la puerta al perro, ponía la lavadora, tendía lo que se habia lavado por la noche, despertaba a Paco, le llevaba los polvos de la tensión a su tía y le daba el primer aviso a su prima. Ningún mensaje en el móvil. Ni ella mandaba alguno. Intentó hacer la vida que hasta hacía no tantos meses había sido la suya, sin cambios resaltables y en su orden. Sin embargo había un vacío, imposible de llenar con nada, que se llevaba toda su energía, y le regalaba los síntomas de una gripe de verano, sólo quesin fiebre ni dolor de cuerpo.
-El Kennedy….se ha esfumado ya?- Acertó a preguntar su tía una mañana, mientras pelaba patatas sentada a la mesa de la cocina. Alicia, que leía el periódico sin leer, negó con la cabeza para luego incorporarse y abandonar la cocina. Su tía la siguió con la mirada y alzó las cejas, formando un rictus escéptico con la boca.
-Pues será que sí…- Supuso, cogiendo otra patata.
-Me han llamado de arriba, la Ebra quiere que la peine el sábado, porque le gustó cómo la dejé la última vez- Alicia no había visto a su prima Azu tan entusiasmada desde que, con quince años, Jano el de Picos la había llevado a dar una vuelta en moto. Asintió con la cabeza, y continuó sacandolas hojas secas a los geranios de la ventana. Azu se le acercó un poco más.
-Pero a tí qué te pasa? Ni sí, ni no, ni todo lo contrario….pareces un fantasma…te ha hecho algo?- Y la cogió de las manos, que habían comenzado a sacar hojas sin tino.- Alicia, corazón, mírame…- Y Alicia por fin se rindió y la miró con ojos vidriosos.
-Es que no lo sé, Azu, no lo sé…- Azu la miró sin comprender, pero antes de que Alicia pudiese explicarse, una furgoneta de reparto de Mensajería Grenoble, aparcó junto a la casa.
-Alicia Gómez Reino?- Las dos mujeres,aún cogidas de la mano, le miraron extrañadas y le confirmaron que era la dirección que buscaba. El chico abrió la puerta trasera de la furgoneta y sacó dos cajas blancas con lazada roja, con las que se acercó a ellas.
-Envío urgente…si haces el favor…- Y les indicó con los ojos una máquina de acuse de recibo portátil. Azu salió de una vez de su asombro y le cogió las cajas, que, aunque grandes, apenas pesaban, Alicia alcanzó la centralita y firmó con el bolígrafo que pendía del ella- Gracias guapísimas, hasta más ver…- Y a paso vivo, volvió a subirse a la furgoneta y desapareció.
Azu llevó las cajas al interior de la casa, y las posó sobre una de las camas gemelas de su habitación, Alicia se rodeó el vientre con los brazos sin apartar sus ojos de las cajas, de un blanco inmaculado y con un meticuloso lazo rojo. Azu acarició el discreto logo grabado en negro en uno de los vértices y se volvió hacia ella sin poder contener la emoción.
-Blanco y en botella….leche.
Alasteir Parker-Wyatt y González de Robles llevaba cerca de veinte minutos sin apartar la vista del fondo de la plaza. Había intentado matar el tiempo charlando con otros invitados, controlando sus mensajes de Whatsapp, fumando su ya décimo cigarrillo del día y contando los pasos que había desde su posición hasta la puerta de la iglesia. Pero ahora miraba hacia el fondo de la plaza, sin permitirse apenas parpadear. Y entonces la vio. Al fin. Se había puesto el traje y los zapatos que él le había enviado. Su prima le había arreglado el pelo en un moño bajo. Sin saber muy bien qué hacer con ella, llevaba en la mano la cartera a juego con el traje y los zapatos de tacón. Avanzó sin prisa, con la mirada fija en él, hasta que le alcanzó.
-Hola Kennedy
-Buenas, Beautiful…
-Y tú?…Cómo has acertado mi talla?
-Es que yo, entre otras cosas, soy experto en pesos y medidas- Contestó él, arreglándole con delicadeza un detalle de la manga, Alicia se apartó un mechón invisible de la frente e iba a decirle algo, cuando la voz de Ebra la hizo volverse.
-Alicia!- y casi se le cae la cartera de la mano, que finalmente se colocó bajo el brazo, y notó como un calor insólito le subía a la cara y le pareció que muchos mechones se apostaran de una vez sobre su frente, robándole el don de la palabra- Qué bien que has venido…me encanta tu cocktail, ven, que te presento…que este es un soso…- Ebra llevaba el pelo en una media melena medio recogida a un lado con un bonito tocado de plumas y lucía un traje azul cobalto, sin mediar más palabra la cogió del brazo y la guió hacia la iglesia.
Teir las observó perderse en el interior del templo, y, tras ajustarse mejor los gemelos de la camisa, las imitó, alegrándose, por primera vez en mucho tiempo, de asistir a una boda de mañana.