Padre dice que él la había encargado en verde. Linica opina que con ese color le iba a localizar cualquiera. Amarillo-chillón, ya lo dice. Ya da igual. Casi no pesa. Padre se parece a uno de los Cazafantasmas cuando la coge en brazos. Se lo digo y nos reímos todos. Linica suelta lo de Ghostbusters y yo hago la musiquita de después. Le hacemos una foto con ella. Sale con cara de velocidad, como en todas la fotos. Linica abre la caja que vino de regalo con la de la máquina. Me dice que es para mi. Es un dron. Nos quedamos los tres mirándolo en silencio, como los Reyes Magos en las estampas. Y luego Linica y padre me miran a mí, como si yo supiese qué se tenía que hacer con aquello. Leemos la nota adjunta. Es una promoción especial, y en resumidas cuentas nos lo regalan. Pues qué bien. Padre me dice que puedo probar para ver si compensa. Vale. Sé como funcionan. Todo será pedir el permiso. Linica no sabía lo del permiso. Padre dice que es por si le cae a alguien en la cabeza o algo así. O algo así. La Guerra de los Mundos. Se lo digo y él me dice que los militares también los usan, Linica me pregunta si es de Tom Cruise o de Tom Hanks. Es de Cruise. Padre dice que la de Hanks es la que que él habla con un balón en una isla. Linica dice que la película no es creíble porque nunca se ve cómo logra cortarse la uñas. Pasa un ángel. Padre se va con la máquina al almacén. Linica busca en Google métodos rudimentarios cortaúñas. Yo me llevo la caja del dron a mi habitación. Genio me manda un Whatsapp para preguntarme si me animo. Pues va a ser que sí. No tengo otra cosa mejor que hacer. Un par de birras y pizzas. Nos sentamos a ver pasar gente. Me subo pronto. Me llama Santos. Que no me olvide de lo de rafting. Para lo de las fotos. Caigo en lo del dron. Le comento. Le parece genial. Me canta la cancioncita. Pongo a cargar el dron. Tiene voz. Me asusto y doy un grito. Linica entra sin llamar armada con un volumen de Derecho Mercantil. Si tiene voz hay que ponerle nombre. Propone Sisebuto. Me quedo con cara de pensar. Fue un rey visigodo, me aclara. Acabáramos. Me quedo dormido viendo los videos de Instagram de una chica que es amiga de un buho. Al ayuntamiento a primera hora para lo del permiso para volar el dron. Rosina me dice que ya se puede pedir online. La próxima vez. Me acerco a lo de Santos. Van a ser tres lanchas completas. Miramos sobre el mapa el mejor lugar para apostarme. Ni muy alto ni muy bajo. Hace tanto calor que sudo a cubos. Dan ganas de ir en pelota. Me conformo con una ducha fría. La segunda. No sé si ir en moto o en coche. Me decido por el coche. Agua y bocatas. Aparco a la sombra entre los árboles. Busco un punto desde el que pueda seguir a las lanchas desde que vienen de arriba hasta que llegan a las aguas calmas. Hago volar un momento a Sisebuto para probar. Me ayudo del visor que hay en los mandos para ver lo que graba. Por un momento envidio a los  pájaros. Santos quedó de mandarme un mensajito cuando saliesen. Me como un bocata. Una avispa lo intenta. Sólo lo intenta. Mejor. Mensajito de Santos. Envío a Sisebuto. Los filmo todavía subiéndose a las lanchas. Santos me saluda. Yo también. Seré tonto?. Allá van. Tres eran tres. Dirijo el dron de forma que los filmo desde todas las perspectivas. Velocidad, agua y baches. Splasch. Subo cuando llegan a la zona honda y más rápida. Ostia. Dos que se quieren matar. Pero qué hacen?. Ostia. Pues ahí saltan. Ay Dios. Bajo el dron. Ahí se quedaron. Me tiemblan las piernas. Pues no. Emergen. Se los lleva la fuerza del agua. Parece que gritan. Yo también. Como si pudieran oírme. Ostia que llegan las barcas y los aplastan?. Lo filmo desde arriba. Santos agarra a uno. Casi vuelcan. El otro es una tía. Se aupa a otra de las lanchas. Ole sus huevos. Baches, espuma, palas y cascos. Me tiemblan las piernas. Llegan a las aguas tranquilas. Subo el dron. Alcanzan la orilla. Santos mira hacia arriba y me hace el gesto de OK con una mano. Me tiemblan las piernas igual. Hago volver el dron. Me siento sobre una piedra. Me tiemblan las manos. Regreso al coche. De repente todo es silencio. No sé qué hacer. Pues lo que tenías pensado, Lucas. Alcanzo el móvil. Abro la app. Subo el video a dónde quería subirlo. No quiero que nadie oiga mis gritos desgañitados. Los callo con música. “Los siete magníficos”. Lucas, dónde ves tu los caballos?. Ya, pero le va. Enter. Me pregunta si quiero poner un enlace en mi Instagram. Sea. Ya no me tiemblan las manos. Localizo en el buscador del coche “Los 7 magníficos” y conduzco de vuelta creyéndome “Yulbriner”, como le llama padre. Caigo en que hace mucho tiempo que no monto. Hoy no. Ya. Tengo que dar un rodeo enorme para llegar a casa. El pueblo está tomado por la policía y la Guardia Civil. Llego por fin. Guardo el dron. No me da tiempo a más. Linica entra en mi habitación seguida de padre. Contentísimos los dos. No entiendo nada. A lo mejor nos tocó la lotería. Padre me da palmadas en el hombro y me llama “Espilberg”. Linica me dice que no me preocupe, que ya se encargó de los derechos. Yo sigo sin entender nada. Los dos se miran y luego me miran a mí. Pasa otro ángel. Linica desbloquea su móvil, va a Youtube. Me vuelven a temblar las piernas. Mi video ya ha sido visto por tres millones de personas. Es hilo en Twitter. Meme en Instagram y TikTok. No puedo pensar. Me suena el móvil y recibo incontables mensajes de todo tipo. También suena el fijo. Alguien llama al timbre. Empieza el Carnaval. Los dos que saltaron eran un director de cine y su novia. Él me llama al móvil y me agradece el video. De nada. Que me quiere en su equipo. Todo se andará. Me dice que estamos en contacto. Todas la televisiones del mundo quieren entrevistarme. Accedo a atender a unos de la Sexta, que me llamaron antes y no se presentaron porque sí. Doy la vuelta al mundo con mi explicación de los hechos. Santos también. Nos hacen una foto juntos. Me llaman de “Las Tardes con Verónica”. Nadie entiende que no quiera ir a hablar con la tal Verónica. No quiero ir a ninguna televisión a hablar de nada. Mi video tiene vida propia. Acepto ir a la radio a la capital. Todo pagado. Me llevo a Linica. Es otra cosa. Estoy tranquilísimo. Coincido con Chisco Valbuena, al que también van a entrevistar por otro asunto. Los modelos son tipos normales. Al menos este. Es el único que conozco. Supongo que habrá más. Chisco y yo hacemos buen binomio. Somos de la misma quinta. Se cae el servidor de llamadas. Nos preguntan si querríamos venir más a menudo. Todo se andará. A la salida nos encontramos con Linica. Se queda de piedra al ver a Chisco. Una cosa es seguirle en redes. Otra tenerle delante. Por primera vez en su vida Linica no tiene palabras. Después se da cuenta de que es un tio normal y se le pasa. Pasamos el día por ahí. Es increíble la cantidad de semáforos que hay en la capital. En el pueblo hay dos. Chisco y su gente nos adoptan. Vamos a cenar a un sitio que parece un bosque. Me presentan a Fernanda. Cuadramos bien. Linica me guiña un ojo. Que no se rompa la noche, por favor que no se rompa. Volvemos a casa sin voz pero felices. Tenemos línea directa con Chisco Valbuena. Y con Fernanda. El país no funciona sin mi. Estoy en todas las salsas. Como el perejil. Padre es un “empresario del sector agrícola”. El dice que al menos no le tachan de “potentado”. Yo según ellos soy ingeniero agrónomo. Estudio el último curso del Grado de Técnico en Explotaciones Agrícolas Intensivas. Que piensen lo que quieran. Santos sale en la portada de Men’s Health. Publican una foto mía sentado sobre el techo de un RangeRover. La casa Rover me envía recuerdos y el último modelo de regalo. Ya tenemos dos. Este sería el tercero. Decidimos que sea para Linica. Uno para cada uno. Alguien saca lo de Madre. Nos cerramos en banda. Esa puerta no se abre. Silencio. Nadie dice nada. Se van de vacío. Mejor. Me siguen cientos de miles de personas en Instagram. La dejo a barbecho. Sólo miro los videos de la chica del buho. Me dan paz.

Me quieren entrevistar en el podcast “Un Pimm’s con…”. Yo, porno, como que no. Es el nombre de un cocktail inglés. Sea. Soy un profesional de la entrevista. El dichoso Pimm´s está buenísimo. Me pregunto dónde se consigue. Alguien lee mis pensamientos. Al día siguiente nos llegan a casa tres cajas y un kit para hacer cocktails. Padre nos dice que un buen combinado de vez en cuando no hace mal. Genio y yo hacemos mezclas. No comment. Fernanda. Es vernos y ofuscarnos. Tenemos que quedar a escondidas. Nos hacen fotos en la cascada de arriba. No me explico desde dónde. Descubro que Fernanda es Grande de España. Ella me dice que hay Grandes de España anónimos, y que ella es uno de ellos. Hasta ahora. Pues hágase la luz. Somos mayores de edad y en pleno uso de nuestras facultades. Eso lo dijo Linica. Padre la encuentra muy simpática. Yo también. Salimos en el Hola. Están por todas partes. Como la CIA. Chisco sale en nuestra ayuda y nos invita a Londres. Padre decide irse a la casa del tío a Fuerteventura. Cerrado por vacaciones. Vamos al concierto de Cold Play. A la boda de alguien en un castillo en Escocia, con banda de gaitas y fuegos artificiales. Linica se lía con uno de la Cámara de los Lores. Se llama James. Definitivamente no soy de té. Harrods no se ve en un día. Fernanda se compra una casa. Como quien se compra un billete de autobús. Encarga a unos que se la amueblen. Nos vamos con Chisco, su gente y James a Liverpool. We all live in a yellow submarine. Me da la impresión de que estoy viviendo en una vorágine sin orden ni concierto. Los de la Rover me quieren de imagen. La gente de Chisco me asesora. Sea. Ya que estoy me hacen fotos. Con Fernanda. Salimos en el Vogue. La casa de Chisco es un oasis de tranquilidad. Como él. En algún momento esta burbuja va a explotar. El final del verano, llegó y tú partirás. Duermo por primera vez en mi cama desde lo que me parece una eternidad. No me acuerdo de haber apoyado la cabeza en la almohada. Me despierta el traqueteo de un tractor en algún lugar. Todo bien. Me suena el móvil. Fernanda. Ya decía yo que me faltaba algo. Al parecer tiene una casona por aquí. Fernanda y las casas. Yo tengo que mirar en la web de la Escuela cuándo arranca el cotarro otra vez. Linica me envía una foto de James y ella abrazadísimos en algún lugar de Gales. Padre y yo vamos a la compra. Me dice que al parecer van a abrir otra vez lo de Madre. En algún momento iba a pasar. Él carraspea. Yo respiro hondo. Todo se andará. Sea. Hacemos un pedido gigantesco. Todo vuelve a su cauce. Mi video sigue teniendo vida propia. Ya hace menos calor. Fernanda se muda a la casona. Está a diez minutos a caballo de la mía. Vuelvo a montar. Linica y James se pasan el día hablando por videollamada. Chisco y yo colaboramos en la radio. Lluvia y frío. Vuelvo a la Escuela. Me da la impresión de que hace cien años que la pisé por última vez. Me siento por el medio. Martín se me sienta al lado. Ha estado tres meses de mochilero por Australia. En el OutBack. Sin móvil ni acceso a Internet.

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