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Alquimista de Historias

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Un hombre bueno

03 domingo Mar 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Azu no podía hablar. Estaba pálida y los ojos grises se le hundían en las cuencas, invadidas de ojeras. Su pelo castaño claro caía despeinado a ambos lados de su demacrado rostro, lo que provocaba pareciese la viva imagen del desamparo. A pesar del calor reinante, un chal de lana fina rodeaba su cuello, y, casi acurrucada en la silla en la que estaba sentada, se abrigaba con una bata de casa acolchada azul cielo. Ante ella había dispuesto una serie de cuartillas de papel y un bolígrafo, con el que jugaba haciéndolo rodar sobre éstas con el dedo índice de su mano izquierda.

-Y además tienes fiebre- Su prima Alicia ocupaba una silla frente a ella, de alguna manera se parecían, si bien el estado de Azu no daba lugar a comparaciones entre ellas, el ovalo de la cara era el mismo y compartían las mismas facciones finas. Alicia tenía el pelo trigueño, los ojos verdes y su tez algo pecosa brillaba saludable en comparación con la enfermiza palidez de su muda interlocutora. Alicia la miraba interpretando sus gestos, como quien intenta comunicarse con un sordomudo. Azu asintió lentamente con la cabeza a la afirmación que había hecho su prima, mientras escribía “39 1/2” con la zurda. Alicia enarcó una ceja- Ya, entonces…qué hacemos?

“Te pones mi uniforme y te presentas allí”- Alicia leyó y la miró abriendo mucho los ojos- Pero van a  saber que no soy tú-Azu tragó saliba con suma dificultad- “ Los compañeros te cubrirán, el gefe no se va a dar cuenta….demasiado curro”- “Gefe” es con jota, Azu- Corrigió Alicia, Azu abrió la boca para protestar algo, pero sólo consiguió que su rostro se mudase en una mueca de dolor, corrige la la falta de todas formas- Ya, y qué tengo que hacer?- Azu se encogió levemente de hombros.- “El mini-bus sale de la Plaza del Ayuntamiento a las ocho, llegáis allí a las nueve menos pico, y hay que poner las bandejas y todo allí encima”- Alicia asintió en silencio y se apartó un mechón inexistente de cabello de delante del rostro- Allí dónde?- Azu buscó inspiración en la ventana- “En las mesas del bufé”- Alicia pareció entender entonces lo que quería decir- Y después?- Azu mordió el bolígrafo- “Tu estás allí de pié y miras el panorama”- Alicia sonrió-Y los cuartos te los dan después. O cómo?- Se lo preguntó haciendo el gesto de acariciar el dedo índice y el pulgar de la mano derecha, Azu guiñó un poco los ojos y afirmó con la cabeza- “Juancho coge el sobre por ti, ya lo hablamos”- Alicia se arregló innecesariamente la cola de caballo, en la que llevaba sujeta su abundante melena- Y va mucho pijo?-Bromeó, Azu hizo rolar los ojos y ensayó sin conseguirla una sonrisa- “Mucha pasta y mucha tontería”- Alicia se rio y le cogió el bolígrafo para escribir “Te doy un beso”, Azu hizo una mueca de dolor y sus manos se elevaron en un gesto desvaído que quería ordenarle que cesase la broma, lo que no impidió que Alicia soltase una carcajada.

El sábado, Alicia se levantó a las seis y media. Tras ducharse, aún envuelta en la toalla, se tomó un café con leche y dos tostadas con mantequilla y mermelada de fresas, había optado por hacerlo antes de vestirse el uniforme que le había dado su prima, para no mancharlo. Después se vistió el pantalón negro y la especie de casaca blanca de cuello mao, tuvo que buscar un cinturón para  ajustar el pantalón a su talla. El conjunto se completaba con una chapita con el nombre de su prima, sujeta con un imperdible sobre el bolsillo a la izquierda de la pechera de la casaca y una pañoleta azul con el emblema del catering en blanco, que debía de llevar anudada al cuello. Tras peinarse el pelo en una cola de caballo, se sujetó los mechones,que a veces se desprendían de los lados, con varias horquillas color cobre claro y se contempló un instante en el espejo del baño. Ensayó su mejor sonrisa varias veces, y alzó una ceja. Lista. Completó su atuendo con una gruesa chaqueta de lana azul, un bolsito mínimo de cuero marrón, y las deportivas blancas de su prima.

Cuando llegó a la todavía desierta plaza del Ayuntamiento, Juancho le hizo señas desde uno de los laterales. Un grupo heterogéneo de personas, todas vestidas con la misma indumentaria, se entretenían charlando entre si unas, fumando otras, mientras esperaban el microbus.

-Cualquiera diría que sois gemelas…Buenas- Saludó Juancho dándole dos besos, Alicia se encogió de hombros y se arrebujó un poco más en su chaqueta, si bien más tarde, con toda seguridad, haría mucho calor, a esas horas de la mañana una brisa traicionera y fría cruzaba la plaza de parte a parte.- Te explico: De aquí a la finca donde se celebra es una hora más o menos, allí tú no te separes de mi y déjame hablar si el jefe pregunta algo, va a estar tan liado que ni se va a enterar. Primero tenemos que poner las cosas sobre las mesas, esa es la parte divertida, te dan un plano y todo de cómo tiene que lucir, no hay pérdida. Después toca esperar a que llegue la gente, esta boda es de “bufé”, no hay que servir platos y toda la jarana, aquí ellos se lo guisan y ellos se lo comen, literalmente- Y le dio la risa, Alicia asintió y metió las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta- Tú simplemente estás tras tu mesa y miras el panorama, sonríes, les aconsejas si te lo piden , pero normalmente pasan de ti. Mucha tontería, te aviso, pero tu sonríes y ya está…después de un rato se les va a dar por bailar y todo el rollo, y viene la barra libre. Pero de eso ya no nos encargamos nosotros, para eso vienen los otros que ya se quedan hasta que “el último que apague la luz” como quien dice..- Y volvió a darle la risa, Alicia sonrió levemente, Juancho tenía, a su modo de ver, un increíble buen humor a tan tempranas horas de la mañana.

Alasteir Parker-Wyatt y González de Robles se levantó a las ocho de la mañana. Un sábado. De todos los eventos a los que debía acudir, el que más le enervaba era las bodas de mañana los sábados. Los sábados estaban hechos para dormir hasta tarde, una frase que siempre había dicho su padre y que él había hecho suya, si bien no acostumbraba a madrugar nunca. Angelines ya le había dispuesto el desayuno en la antesala de su dormitorio, en la mesa junto a la ventana. Café con leche, cuatro tostadas, un huevo duro y seis tiras de bacon, además de mantequilla y mermelada de fresa. Cogió la taza sin sentarse, y , descorriendo la cortina, miró hacia el exterior. El cielo estaba impecablemente azul, sin atisbo de nube alguna. Sin necesidad de abrir la ventana, sabía que a esas horas aún había brisa fresca, que después desaparecería, para dar paso al calor sofocante. Suspiró y bebió un trago del café. Tras dar buena cuenta del desayuno, se dirigió al baño. Para la ocasión, Amadora le había preparado un traje azul oscuro con chaleco un tono más claro y camisa a juego, la corbata de seda, con finas vetas azules y lilas, completaba el conjunto, los zapatos eran nuevos, negros y de cordones, los gemelos de plata, en forma de elefante. Los últimos que había añadido a su colección, que ya ocupaba tres gavetas de su vestidor. Pensó que tendría que guardarlos de otra forma. Pero aquel no era el momento. En realidad nunca lo era. Y en cuanto abandonó el vestidor, ya lo había borrado de su mente.

Bajó las escaleras, y al llegar al segundo piso se dirigió a un salón, ya inundado de sol que entraba por cuatro grandes ventanales del suelo al techo. Una mujer de larga melena negra, vestida con un vaporoso kimono de seda con motivos florales, estaba de pie ante uno de los ventanales.

-Aún estás a tiempo de venir, Ebra- Anotó él acercándose a una de las cómodas, la mujer se volvió a medias, para volver a mirar hacia el exterior, sin contestar- Como quieras, no creo que vuelva muy tarde- Informó él cogiendo una pitillera de plata de uno de los cajones, luego se dispuso a irse.

-Teir…la camisa va a juego con tus ojos- La voz de ella cruzó el salón casi como una queja, más que una afirmación, él sonrió a medias y abandonó la estancia.

En la iglesia ocupó uno de los últimos bancos. Así podría salir a fumar sin molestar a nadie,si se hacía muy larga, y, cuando todo acabase, se ahorraba tener que tirar arroz o pétalos, o lo que se les hubiera ocurrido tirar al nuevo matrimonio, y llegaba antes al coche. Condujo sin prisa hasta la finca en la que iba a tener lugar la celebración, la familia tenía cuatro hijas, esta era la última que les quedaba por casar, todas las bodas anteriores habían sido celebradas en el mismo lugar. Para él no había ya lugar para las sorpresas. Un aparcacoches le libró de tener que buscar aparcamiento para su Bentley, antes de despedirse le informó que lo aparcaría en la zona verde y le entregó una ficha, él asintió sin prestarle demasiada atención y se dirigió al portón de entrada.

Alicia, desde su posición tras la mesa del buffet, en el segmento de panecillos y cremas para untar, había ya llegado a la conclusión de que todas las mujeres asistentes debían de haberse puesto en contacto previamente a la boda, para no llevar el mismo vestido cocktail. No había una igual a otra. Y luego estaban los zapatos. Los había de todas formas y tamaños, pero todos con, al menos,diez centímetros de tacón. Ella era más de zapato bajo, y por ahora las deportivas les estaban siendo cómodas, aunque ya comenzaba a acusar las horas de pie. Juancho se acercaba de vez en cuando, todavía envuelto en buen humor, y le daba un poco de conversación, pero ella no tenía ganas de romperse la cabeza con nada en aquel momento, bastante tenía con mantener la sonrisa perennemente colgada de sus labios.

-Sabes si este queso tiene lactosa?- La pregunta de una mujer ante ella, la sacó de sus pensamientos, si le hubiera preguntado por la deuda externa de algún país lejano quizás hubiera tenido más idea, se disponía a decirle algo, cuando otra mujer se acercó a la de la lactosa, dando grititos medio histéricos.

-Ven, Ven, tía! Que ya llegó el Dj….está como un queso tía!- Y agarrándola de un brazo se la llevó de allí, Alicia levantó una ceja y miró hacia el fondo del pabellón de carpa, donde parecía estar montándose un alboroto por la llegada de alguien, pero no supo a averiguar quién.

-Ahora van a empezar el bailongo, ya podemos ir recogiendo velas- Juancho se acercó a ella frotándose las manos, ella le imitó y le siguió hacia la salida de la carpa.

Teir observaba a las dos mujeres desde lejos, llevaban un rato queriendo captar su atención. Una movió la melena y se arregló el cinturón del vestido de cocktail, la otra enderezó los hombros y ensayó una sonrisa equívoca, que él interpretó sin tomar en cuenta. Se preguntó si cambiarían alguna vez de estrategia, o si cejarían en su empeño de tratar de sacarle de su obstracismo hacia ellas.

-Hola moreno- Saludó zalamera la más alta, y, adelantándose a darle dos besos, apoyó sus manos en los antebrazos de él, rozándole las mejillas. Él se anticipó a la otra y la besó en el aire. Ellas miran a su alrededor, distraidamente, como para asegurar su territorio. Él sacó un pitillo de la pitillera, les ofreció, la una aceptó gustosa, la otra lo quiere dejar. Llevaban demasiado perfume y él no entiende cómo pueden conservar el maquillaje con el calor reinante- No se te ve por el club- Anotó la menuda, sus ojos le escrutan sin querer perder un detalle de sus gestos, él expulsó el humo hacia un lado y eligió una excusa de su lista.

-Muy ocupado últimamente, ya sabéis, aquí y allá- Explicó moviendo el cigarrillo en el aire, mientras buscaba a alguien hacia donde huir, hubo sin embargo de rendirse a su destino, y les ofreció una sonrisa casi amable, pero sólo casi, tampoco había que exagerar.

-Ebra no ha venido- Se lo afirman, pero se lo preguntan, a pesar de que su ausencia era obvia, como siempre. Él negó con la cabeza, y tomó una calada, pero no les explicó nada. No hay razón. Se hizo un silencio entonces, en el que los tres miraron hacia algún lado.- Te vas a pasar por Madrid?- Avanzó la alta, tendiendo un puente. Él se encogió levemente de hombros, a veces se pasa por Madrid, pero no piensa desvelarles cuándo.

-De vez en cuando, tú también?- Ella se retocó la flor que llevaba junto a la oreja, dejando ver sus desmesurados pendientes, le sonrió de nuevo equivocamente y le arregló la pechera, de por si impecable, él quiso apartarse, pero optó por tomar una calada y expulsar el humo hacia arriba.

-Creo que aún tienes mi teléfono, no?- Él asintió, y saludó a alguien invisible en la distancia. Se disculpó.

-Ya nos vemos entonces- Y se alejó hacia la zona del bar, aún sintiendo sus miradas a su espalda. La voz de su primo Teo le sacó del hilo de sus pensamientos, encaminados a abandonar ya la fiesta.

-Impresentable- Le insultó plantándose delante de él, como el Capitán América o cualquier superhéroe capaz de aparecer de pronto ante una persona como por arte de mágia. Él casi se asustó. Pero se alegró de verle. Siempre se alegra de verle, aunque no se lo demuestre.

-Tratante de mulas- Le responde, Teo arqueó una de sus cejas tras sus gafas de concha, y fingió un gesto de contricción, para luego quitarle el pitillo y robarle una calada, se lo devolvió mirando a su alrededor, como cuando eran chicos- Elvira está dentro, quieres uno?- E hizo ademán de ofrecerle la pitillera. Teo negó con las manos mirando hacia la carpa, y Teir sonrió para si. Teo es asmático, y tiene facultativamente prohibido fumar, ni por activa ni por pasiva. Su mujer, Elvira, le vigilaba como un cancerbero. Como antes había hecho su madre. Pero Teo siempre le robaba caladas a su primo, sabiéndole su aliado en todas las batallas.

-Vamos a traer dos yeguas de allá,tienes que venir a verlas- Le anunció, señalándole con el dedo índice de la mano derecha. Si había algo que irritara a Alasteir Parker- Wyatt era que le dijesen lo que tenía que hacer. Le daba la impresión de ser tratado como un niño pequeño. Miró a su primo un instante, y optó por alejarse de él sin decir nada, no tenía ganas de discutir. Teo le siguió pertinaz, como siempre, como de chicos- El jueves a las tres, te paso a buscar- Dio por sentado siguiéndole el paso, Teir se paró y quiso decirle algo, pero Teo dio una palmada y sonrió triunfante, sólo que Teir no sabía qué premio acababa de entregar- Dos y cuarto entonces….las Hernández- Prieto están por ti….qué envidia….y si te vas espérame que yo también me voy, caballero sin espada….- E hizo un gesto marcial de su mano contra su frente, para luego darle una palmada en el hombro y alejarse acomodándose la chaqueta del traje. Teir le siguió un momento con la mirada. Definitivamente se quería ir.

Eran ocho. Arturo, uno de los organizadores de la boda, les había indicado que debían esperar el microbus de regreso al pueblo en uno de los laterales de la finca, junto al muro. Llevaban allí ya cerca de una hora, la tarde había empezado ya a caer, y  todavía no había rastro del microbus. Juancho había intentado localizar a Alfredo, el encargado de la empresa de catering y su jefe, pero al parecer estaba fuera de cobertura.

-Sin cobertura le iba a dejar yo….

-Me parece rarísimo, normalmente esto no pasa….

-Dale otro toque a ver….

-A lo mejor por Instagram…

-Me matan los pies, la próxima vez me muevo un poco más…

-Es que no tengo red…

-Qué red…

-Y mañana el bautizo, no, si voy sobrao este fin de semana…

-Vamos a esperar- Alicia había optado por sentarse en una piedra que sobresalía del muro, y asistía a la conversación sin tomar parte, desde algún lugar llegó el eco de música y los gritos de los invitados.

-El que pincha…es verdad que es Dj Jones?

-Dj Jones?….pero cuánto dinero tiene esta gente?- Antes de que nadie pudiese contestar, vieron acercarse a Alfredo. Venía corriendo, y parecía muy contrariado.

-Gente! Los del autobús…los del autobús han llamado, que ni para delante ni pa trás….que no arranca!…- El desánimo se abrió paso entre el pequeño grupo, ya que eso suponía que tendrían que llamar taxis, y aunque Alfredo les prometió que les devolvería el dinero después, no todos estaban conformes. Estando en medio de la discusión, sobre quién llamaba al taxi, y cuánto dinero ponía quién, un Bentley Bentayga negro con lunas tintadas y un Range Rover azul de alta gama se detuvieron junto a ellos. Y se hizo el silencio. El primero de ellos bajó la ventanilla del copiloto.

-Me han comentado algo de un autobús estropeado, son ustedes los afectados?- Preguntó una voz de hombre desde el interior, ninguno de ellos pudo distinguir de quién se trataba, la luz del día comenzaba ya a bajar y el hombre sólo era una sombra al volante, Alfredo se asomó a la ventanilla para explicarle la situación, tras lo cual los seguros de las puertas se abrieron automáticamente. De segundo coche salió otro hombre, en mangas de camisa y si corbata, que se acercó al primero. Tras una corta conversación, rodeó el vehículo y se acercó al grupo, era un hombre de mediana edad, con el pelo negro muy corto y gafas de concha.

-Yo puedo llevar a cuatro de ustedes en mi automóvil, en este pueden ir los otros cuatro…y el problema estaría solucionado- Explicó señalándoles el Range Rover, todos estuvieron de acuerdo, y decidieron entre ellos quién irían con quién, al tiempo que Alfredo se deshacía en agradecimientos.

A Alicia le tocó ir en el asiento del copiloto del primer coche, detrás se sentaron dos compañeros más y Juancho, quien al entrar no pudo evitar soltar un silvido al descubrir el lujoso y amplio interior.

-Muchas Gracias, Señor, nos ha sacado usted de un gran problema- Agradeció uno de los chicos, al tiempo que se ajustaba el cinturón de seguridad, el conductor del coche le miró fugazmente por el espejo retrovisor.

-Encantado de poder ayudar- Contestó sin darle mayor importancia, Alicia se quitó la pañoleta, y se ajustó también el cinturón.

-El asiento, bien?- Le preguntó el hombre antes de arrancar, ella le miró y sonrió levemente como respuesta, el le correspondió y se incorporó después a la carretera.

El trayecto transcurrió en silencio, sólo roto en algún momento por la radio, que el conductor del coche encendía de vez en cuando para escuchar la situación del tráfico. Poco antes de abandonar la autovía para dirigirse a la carretera de acceso al pueblo, se interesó por los respectivos domicilios, si bien le ofrecieron que les dejase en la plaza del Ayuntamiento, él insistió en llevarles, ya que, según su opinión, un favor se hace completo o no se hace. A lo cual, hubieron de darle la razón.

El primero en bajar fue Juancho, los otros dos se bajaron juntos, ya que eran vecinos. Alicia se quedó sola entonces, por un momento pensó en bajarse ella también, pero después lo pensó mejor. Para una vez que alguien la acercaba en un coche como ese a algún sitio, tenía que aprovecharla.

– Esta señorita nos dirá la ruta…si quiere…veamos- Indicó el hombre al volante al tiempo que deslizaba sus dedos por la pantalla del navegador- Camino del Río 54?- Alicia asintió afirmativamente y él pulsó un último botón- Allá vamos pues…- Y la voz femenina del navegador dio la primera instrucción- Trabajas desde hace mucho es esto del catering?- Preguntó él, Alicia se decidió a mirarle por fin, le recordaba a alguien, pero no sabía a quién, tenía el pelo castaño oscuro y los ojos claros, y una expresión seria, le pareció que casi triste, pero lo achacó al cansancio propio de todo aquel que acaba de asistir a una boda.

-Yo no trabajo en esto, sustituí a mi prima Azu, que está enferma, esta es mi primera boda en mucho tiempo…

-Pues yo tengo invitaciones a bodas cada fin de semana hasta octubre, hay uno en que incluso tengo dos, además de bautizos,cumpleaños, pedidas de mano…juntas de accionistas…

-Juntas de accionistas?- Y casi le dio la risa, él también sonrió a medias y la miró fugazmente.

-Son insufribles….en serio….de una boda te escabulles mejor- Y a ella le dio la risa, él se decidió a sonreir.- Yo me llamo Teir…bueno, Alasteir…pero nadie me llama así nunca, y tú?.

-Alicia, Alicia Gómez Reino..

-Alicia Gómez Reino….bonito nombre

-Gracias..

-No hay de qué, las cosas como son…- E hizo un gesto explicativo con su mano derecha, fingiendo seriedad, y ella rio otra vez, nunca le habían dicho tal cosa. La voz de mujer del navegador indicó que faltaban cincuenta metros para llegar a destino. Ya habían casi abandonado el pueblo, y se adentraban en unas calles de casas bajas y aceras casi inexistentes, carentes de alumbrado publico y con tramos sin asfaltar,

-Aquí es

-Espera que doy las largas, para que veas algo más…

-Gracias, y que te sea leve con tus juntas…- Él sonrió y meneó negativamente la cabeza, como dándolo por imposible, ella volvió a reir y salió del coche. Él esperó a verla desaparecer tras la puerta de una de las casas bajas y se alejó calle abajo.

El martes Teir se despertó a las nueve. Amadora descorrió las cortinas del cuarto y abrió las ventanas de par en par, su método particular para despertarle desde que era niño, no contenta con eso le retiró las mantas de la cama y las arrojó al suelo.

-El almuerzo ya está , niño, ducha y puerta, que tienes muchas cosas que hacer- Sentenció , Teir protestó algo ininteligible desde debajo de la almohada bajo la que había escondido la cabeza- Y no me hables en inglés, que sabes que no te entiendo- y desapareció en el baño, donde abrió el agua de la ducha.

Bajó las escaleras, recién duchado ,vestido,desayunado y no de muy buen humor, media hora después. En el segundo piso, le salió al paso Ebra, peinándose su larga melena con un cepillo, descalza y envuelta en una bata de seda azul que tenía como motivo mariposas verdes.

-Buenos Días…te has caido de la cama?- Preguntó irónica clavando en él su intensa mirada verde, él le quiso dirigir una mirada a la altura, pero, incapaz, negó con la cabeza y soltó un buche de aire, mientras continuaba bajando las escaleras.

-Cálzate, Ebra…te vas a enfriar…

-Andar descalzo es bueno…no sé para qué…pero es bueno…lo leí en el Telva!…- Le aclaró ella a través del hueco de la escalera, sin dejar de peinarse sus largos mechones.

-Niña, no grites, que no es de recibo…- Acarició la voz de Amadora ya junto a ella, Ebra, se volvió y ladeó la cabeza, pero permaneció en silencio- Ven, que te hago la trenza, que ya pareces El Último Mohicano…

-Daniel Day Lewis y Madeleine Stowe…una película preciosa..

-Ya, tú ven- Y ,del brazo, bajaron juntas las escaleras.

Teir, entretanto, ya estaba en el garaje, a punto de salir con el coche. Tenía que ir a la capital a una junta de accionistas y a la comida posterior, maldecía para si mientras acomodaba un portadocumentos sobre el asiento del copiloto, cuando algo llamó su atención en el suelo. Era una pañoleta azul, con un monograma en blanco, por un momento no supo cómo podía haber llegado aquello a su coche. Entonces se acordó de Alicia. Se le tenía que haber caído cuando la había llevado a casa. Dobló la pañoleta y la colocó sobre el portadocumentos. Luego se mesó el cabello aún húmedo.

-Alicia Gómez Reino- Musitó para si. Sin saber por qué sonrió. Accionó el contacto y acarició la pantalla del navegador con un dedo, para acceder a la dirección.- Alicia Gómez Reino.

-Comprar un lavavajillas sería una estupenda idea- Paco González Reino, primo de Alicia y hermano de Azu, estaba sentado a la mesa de la cocina tomando un café solo, de pie junto a las alacenas,su compadre Moisés, que pasaba más tiempo en aquella casa que en la suya propia,le miró sin dar crédito.

-Y quién lo agencia? Tú?- Preguntó irónico, al tiempo que liaba un cigarrillo, tenía el pelo pelirrojo, muy rizo, y los bucles le caían por delante del rostro. Paco se encogió de hombros y tomó otro sorbo de café, luego guiñó levemente sus ojos azules y alzó las cejas.

-A lo mejor..de segunda mano- Ideó, Moisés meneó negativamente la cabeza y ligó el papel del cigarrillo con la lengua.

-Siempre salen malos…por algo las gente los da- Paco hubo de darle la razón y meneó la cabeza, aún tratando de encontrar una solución.

Entonces sonó el timbre de la puerta, ambos se miraron, y Moisés se escabulló hacia las habitaciones de atrás. Todos los conocidos de la gente de la casa sabían que la puerta estaba siempre abierta, ya que la cerradura estaba estropeada. Todo aquel que llamaba al timbre significaba algún problema. Paco se incorporó entonces cuan largo era y se dispuso a enfrentar el problema, fuese cual fuese, con la taza de café en la mano.

-Buenos Días, qué se le ofrece?- Saludó al ver a Teir, quien en ese momento daba al seguro de su coche con el mando a distancia, al haberse dado cuenta, poco a poco, de a dónde había ido a parar. Luego se volvió,todavía un tanto confundido, hacia Paco,.

-Buenos Días, mi nombre es Teir Parker…y…- Comenzó, sin saber muy bien cómo continuar, con la pañoleta en una mano y las llaves del coche en la otra. Paco tomó un sorbo de su café y asintió con la cabeza.

-Supongo que usted viene de parte del casero, por lo de la parte de atrás- Supuso Paco, dándole paso, Teir carraspeó y casi sin atreverse entró en el reducido y oscuro recibidor, presidido por un enorme cuadro de un ciervo que saltaba una valla, Paco, al notar la expresión de Teir al verlo, lo señaló con un vago gesto de la mano.

-Este no es nuestro, ya estaba aquí- Explicó, Teir parpadeó varias veces y volvió a carraspear, sin saber qué comentar al respecto, Paco le indicó que le siguiese al interior.

-No…yo, en realidad,venía…- Comenzó otra vez Teir, que tropezó entonces con dos pares de botas de goma de caña alta, Paco levantó las cejas contrariado.

-Son las botas de Berta, de cuando iba a las salinas, quedó de venir a buscarlas y ahí siguen…si le interesan…- Ofreció señalándolas, Teir declinó el ofrecimiento amablemente y Paco le dejó entrar primero en la cocina.- He hecho café, no está mal, creo que es etíope, o algo así, quiere una taza?- Ofreció cogiendo ya la cafetera italiana, Teir pensó que, otro café no le iría mal si después quería aguantar despierto una eterna junta de accionistas, así que aceptó la invitación gustoso- Siéntese por ahí, esa azul cojea mucho, el resto van- Invitó señalándole las sillas que rodeaban la mesa de la cocina, Teir optó por quedarse de pie, había tenido que agacharse para pasar por debajo del dintel de la puerta, al igual que Paco, y la estancia era tan reducida, y tan llena de cosas, que no salía de su asombro de todo lo que aquella cocina contenía en tan poco espacio.- Lo quiere solo?- Teir asintió con la cabeza, mientras observaba las alacenas, llegando a la conclusión de que en realidad no eran alacenas de cocina, sino pequeñas mesillas de noche de madera, bien cuadradas unas contra otras- Es usted del Ayuntamiento?- Preguntó Paco, tratando de localizar a Teir en alguno de los problemas que podían llamar a la puerta, Teir guardó las llaves del coche en el bolsillo de su americana y le agradeció la taza de café humeante.

-No, yo he venido a devolver algo a su propietaria- Explicó al fin, tomando un sorbo, tuvo que admitir que estaba realmente bueno.

-Su propietaria?….créame, ninguno de nosotros posee nada en especial, está seguro de que no se ha confundido de calle?- Preguntó irónico Paco volviéndose a sentar en la silla de antes, Teir se estaba preguntando lo mismo, pero su sistema de navegación era el más caro del mercado, no había lugar a dudas. Iba a explicarle el motivo de su visita, cuando escucharon abrirse la puerta de la calle. La persona que entró también tropezó con las botas de Berta.

-Pero bueno! Estas botas un día desaparecen…- Casi maldijo la voz de Alicia, quien apareció después en la puerta de la cocina, su cola de caballo casi deshecha, con una blusa verde agua y vaqueros gastados, su mínimo bolso de cuero en bandolera, parecía tener un largo camino tras si, habida cuenta de su expresión de cansancio. Sus ojos no pudieron abrirse más de sorpresa al descubrir a Teir en la cocina, éste sonrió al verla.

-Et voilá- Dijo señalándosela a Paco con la taza, Paco guiñó levemente los ojos y bebió un sorbo de café, tratando de entender lo que estaba pasando, Alicia no salía de su asombro y miró a Paco buscando una explicación, éste optó por alzar las cejas y mantenerse al margen- Yo soy Teir, el que te trajo la otra noche, y tú eres Alicia Gómez Reino- Y se adelantó a darle dos besos, que ella correspondió con una atónita sonrisa, Paco se acomodó en su asiento, como quien se dispone a ver por fin el final de una película de suspense. Teir le mostró a Alicia la pañoleta y ella dio una palmada al reconocerla.

-Concho!Pensé que la había perdido!, muchas gracias!- Agradeció tomándola de sus manos, Teir no pudo evitar reir, y cayó en la cuenta de que hacía mucho tiempo que no lo hacía.

-Perdona el retraso…la descubrí hoy- Se disculpó, ella hizo un gesto con su mano, quitándole importancia.

-Está bueno el café? Creo que hay galletas en alguna parte- Indicó ella tratando de corresponder de alguna manera, Paco le señalo una de las alacenas y ella sacó de ella un paquete empezado de galletas de nata, Teir observaba sus movimientos en silencio, incapaz de desterrar la sonrisa.- Por favor, siéntate, la azul cojea…- Invitó liberando un poco la pequeña mesa, Teir se sentó entonces junto a Paco, quien seguía intentando encontrar el posible universo paralelo en el que aquellos dos podían haber coincidido, Alicia colocó las galletas en un plato y lo puso sobre la mesa, luego se volvió para preparar otra cafetera.

-Pues qué bien…- Acertó a decir, poniéndola sobre el fuego. – Y cómo diste con esto otra vez?

-Mi navy, este fue el último destino- Explicó Teir, Paco le miró y parpadeó lento, para luego concentrarse otra vez en su café- Desde entonces no volví a coger el coche…pero hoy tengo una cita en la capital…y por eso…

-Con el médico?

-No, junta de accionistas, nada de particular- Paco y Alicia le miraron en silencio, cada uno sacando sus própias conclusiones, hasta que la cafetera anunció que el café ya estaba listo.

-De quién va a ser el coche sino? Es del Gumer fijo…

-Pues ha debido robar un banco, o dos, o algo así…porque el que tenía era un corsa, y viejo….

-O eso o algo del Moisés….

-Y viene a buscarle el ministro de justicia en persona….pues ya le vale….

-Ay!…estas botas…si veo a la Berta se las tiro, así, ves? Tras!

-Quién abrió ya el café etíope? Que lo tenía para…- Azu y su madre Camelia se quedaron clavadas en el umbral de la puerta de la cocina. Camelia cogió de la mano a su hija y se llevó la mano al pecho, al ver a Teir sentado en su cocina, quien se incorporó automáticamente al verlas.

-Teir Parker…mi tía Camelia y mi prima Azu..- Presentó Alicia, Teir les ofreció la mano y ellas se la estrecharon, sin todavía poder articular palabra.

-Nada me gustaría más que quedarme, pero me tengo que ir, muchas gracias por el café….etíope dijísteis?, realmente riquísimo- Comentó Teir, el grupo murmuró algo indistinto y Alicia se dispuso a acompañarle a la puerta.

-Gracias otra vez..- Musitó ya en la calle, sin saber qué hacer con las manos, Teir sacó las llaves del coche de la americana y abrió el seguro sin volverse.

-Gracias por el café y las galletas….dónde las comprásteis?- Se interesó, de repente sus ganas de asistir a la junta de accionistas eran mínimas, si por el fuera se quedaría toda la mañana allí tomando café y comiendo galletas de nata, se mesó el cabello para intentar apartar la idea, sin conseguirlo del todo.

-En el super, 1,20 € un pack de tres- Y por un instante se quedaron en silencio, ella se apartó un mechón inexistente de delante del rostro, y él hizo amago de ir hacia el coche.

-Pues nada, hasta luego- Se despidió él yendo hacia el coche como quien aún quiere decir algo, pero no sabe qué.

-Cuidado en la carretera…- Anotó ella, él se volvió y sonrió.

-Lo tendré, gracias Alicia- Y metiéndose en el coche, tras arrancar se marchó calle abajo, no sin antes dar un golpe de claxon como despedida.

Alicia volvió a entrar en la casa, y se encontró a toda su familia, incluido Moisés, reunida en la cocina. A su entrada, su tía volvió a cogerle la mano a Azu y se llevó la mano al pecho.

-Pero niña…tú qué hiciste?

Ginebra Parker-Wyatt y González de Robles entró midiendo sus pasos en el salón de la planta baja. Éste se extendía en tres amplias estancias acristaladas, que se abrían a una de las terrazas, protegida del sol por toldos de lino ocre. Las tres estancias estaban decoradas en tonos y estilos combinados, que iban del marrón al beij claro, traducidos en sofás, sillones, butacas ,sillas y mesas bajas, que se repartían con mano maestra, de forma que al entrar daba la impresión de atravesar un paisaje de dunas. Teir estaba sentado en un butacón al fondo, en la zona marrón, junto a la ventana. No la había visto entrar, así que se sorprendió un poco al oir su voz.

-Alasteir?- Preguntó, sólo le llamaba así cuando le quería pedir una favor grande, Teir le respondió con un sonido ininteligible sin levantar sus ojos de los papeles que le ocupaban- Tienes algo que hacer hoy?- Teir la miró entonces, estaba impecablemente vestida con un traje pantalón de lino azul y deportivas del mismo color. Amadora le había peinado una trenza que le alcanzaba la media espalda. Teir le mostró los papeles que tenía en la mano.

-Estoy muy ocupado, Ebra, no lo ves?- Dijo queriendo resultar convincente, sin conseguirlo. Ebra se sentó frente a él en un reposapiés y permaneció en silencio sin apartar sus enormes ojos verdes de él. Teir parapadeó varias veces y miró hacia la ventana, suspiró, no tenía uno de sus mejores días, y lo último que necesitaba era una discusión con su hermana, que, igual cómo, no llevaría a ninguna parte.- Qué quieres, Ginebra María del Perpétuo Socorro?- Claudicó, dejando los papeles a un lado, Ebra pareció alegrarse de ser por fin centro de su atención.

-Tengo cita en el fisio, y necesito que me lleves- Explicó arreglándose un poco la blusa.

-Aún mantenemos a Paulo, que te lleve él….

-Pero es que hoy quiero que me lleves tú.- Teir miró al techo buscando paciencia y se incorporó, ella le imitó y le arregló el cuello de la camisa, para después acariciarle la cara. Teir sonrió a medias y se alejó entonces hacia una de las puertas, atravesando la zona beij.

-Diez minutos- Le oyó decir antes de que abandonara el salón. Ebra se colocó mejor tres cadenitas que llevaba al cuello y ensayó algo parecido a una sonrisa. Luego volvió a sentarse en el reposapiés a esperar.

La carretera discurría entre los olivares, se extendían hasta donde alcanzaba la vista,rudos, y en perfectas hileras. “Qué vamos a hacer con esto”, la voz de Ebra rompió el silencio en el coche, y, por un instante, él,no supo a qué se refería, ni se molestó en mirar, quiere responderle que mandará talarlos ,donará la madera para leña y aplanará los terrernos con bulldozers. Pero guardó silencio. Se limitó a encogerse de hombros y poner la radio. No tenía un buen día. Ella tampoco.

La dejó delante de la puerta de la consulta del fisioterapeuta, antes de salir del coche ella le dice que pase a recogerla en dos horas, el trato era llevar nada de recoger, pero ella se alejó antes de que pudiera protestar. No le compensaba volver a la casa, así que decidió acercarse a la tienda donde tenían la lista de boda los Remirez- de las Cuevas, tenían plazas de aparcamiento para clientes y se ahorraba dar vueltas. Titina le recibió como si no le hubiera visto en años, si bien había visitado la tienda hacia dos semanas por el mismo motivo, pero para otra boda.

-Tienen unos candiles preciosos y muy bien de precio- Él se preguntó para qué necesitaría nadie un candil, pero asintió y la siguió por la tienda sin mirar los muebles y todo tipo de objetos decorativos que casi la abarrotan, por encima del hilo musical hizo su aparición el ruido de una aspiradora, Titina se disculpó- Perdona, pero es que prefiero estar yo cuando vienen a limpiar, la anterior no paraba de romperme cosas y no era plan- se arregló un poco el pelo, ya de por si arreglado, y le sonrió, el intentó localizar la aspiradora, pero los muebles se lo impidieron- Este buzón es ideal- Es una caja rectangular de madera azul con tapa en su parte superior y la palabra Post labrada en rojo , el la examinó escéptico,Titina lo volvió a poner donde estaba y continuó su periplo por la tienda explicandole cosas. Y allí estaba la aspiradora. En la zona de aparadores y cómodas, aspirando con cuidado entre dos mesitas de te. La chica estaba de espaldas, el pelo trigueño en una cola de caballo, pantalones vaqueros y camiseta azul, no notó su presencia, estaba a lo suyo. Titina quiso explicarle algo, pero el ruido lo hace imposible y se acercó enervada a la chica- Alicia, Alicia!..por Dios!, tengo una lista, haz el favor de pasar el plumero por la porcelana anda-casi le rogó acariciandose una sien, como si el ruido le fuese a provocar dolor de cabeza, la chica asintió y se volvió. Entonces Teir la reconoció. Alicia Gómez Reino.

-Hey, tú aqui?-Se descubre a si mismo preguntándoselo al tiempo que se acerca, Alicia le miró y sonrió, hace un gesto explicativo con las manos- Trabajo aqui-y extendió sus brazos a los lados como quien abre un cortinaje, Titina les miraba a ambos sin saber en qué contexto aunarlos. Por un momento se quedan los tres en silencio. Titina rio un tanto forzada dando una especie de palmada y le tomó del brazo- Ven, los mosaicos están aqui detrás- Teir se soltó con delicadeza – Creí que trabajabas en catering- Alicia negó con la cabeza al tiempo que recogía el cable de la aspiradora- Sustituí a mi prima, estaba pachucha, lo mio es esto…-explica señalando la aspiradora con un gesto con los ojos. Los tiene verdes. Teir asintió y notó la ligera crispación de Titina- Creo que me llevaré un jarrón- concedió, Titina levanta las cejas y esconde un mechón de pelo tras una oreja- Ahora te busco algo- Y se aleja tras mirar de forma sesgada a Alicia quien seguía en su labor de recoger el cable. Él iba a comentarle algo, pero Titina apareció ante él con un pesado candelabro con infinidad de brazos.

-Estos candelabros de plata de ocho brazos, por ejemplo, con peana de marmol rosa- Y se lo entregó para que pudiera apreciar a qué se refería- Quinientos la pieza, nada mal.- Alicia, a la espalda de Titina, miró entonces a Teir abriendo mucho los ojos, queriendo así desaconsejarle semejante compra, y le señaló disimuladamente, haciendo como que pasaba un paño, una caja-joyero de madera rojiza y brillante, que, como único adorno tenía una bonita cerradura de plata con una llave de la que colgaba un bordón dorado.Teir entendió lo que quería decirle y dejó el candelabro a un lado.

-Muy bonito, pero…quizás esta caja- Decidió cogiéndola de encima de la mesa, Titina arqueó una ceja y se colocó bien las pulseras.

-Como quieras…no es mucho…

-Lo importante es el gesto, no?…pues ya está…- Terminó Teir entregándosela, Titina maquilló una leve sonrisa y se alejó con la caja. Teir aprovechó para acercarse a Alicia.

-Muchas gracias….al final siempre acabo comprando jarrones- Admitió casi disculpándose, ella sonrió y se apartó un mechón invisible de delante del rostro, guardándolo tras una oreja..

-“Una caja así viste una mesa”, no es mía, lo leí en algún sitio- Delató sin apenas alzar la voz y pendiente del posible regreso de Titina, él también miró en la dirección por la que se había alejado.

-Para la próxima encomienda, te pido consejo- Anunció, ella rio y se tapó la boca para no llamar la atención, él asintió fingiendo seriedad- En serio, no se hable más- En eso regresó Titina, con una tarjeta para adjuntar al regalo. Alicia hizo como que recogía el cable de la aspiradora.

-Alicia, arriba habría que deshacer cajas, Carmen ya está en ello….si pudieses ayudarla- Comentó Titina, sin dedicarle siquiera una mirada, Alicia contestó que sin problema, y se alejó con la aspiradora en la mano. Teir la siguió con la mirada, e iba a decirle algo, pero Titina reclamó su atención.- He de insistirte en que es poco….pero tú verás.

Él cogió el bolígrafo que le ofrecía, y, apoyando la tarjeta sobre una cómoda, escribió la frase que siempre rezaba en sus tarjetas de regalo. “Os desean lo mejor, Teir y Ebra Parker-Wyatt G.d.R.”

-Buenas tardes, Beautiful, te puedo acercar a algún sitio?

Alicia soltó una especie de chillido y se apartó automáticamente de un salto del borde de la acera por la que caminaba hacia casa, cuando alzó la vista y descubrió a Teir al volante del coche del que provenía la voz, no pudo sino reirse. Él abrió la puerta del copiloto para dejarla entrar.

-Si me dices que me estás siguiendo, me bajo y llamo a la Guardia Civil… -Anunció ella antes de ponerse el cinturón, él sonrió y dudó un instante.

-Yo sólo pasaba por aquí….- Argumentó levántando las manos abiertas en el aire, como muestra de su inocencia, ella le miró y arqueó una ceja, para después concederle también una sonrisa y apartarse una mechón invisible de delante del rostro.

-Tengo otra encomienda..

-Qué raro!

-Una comunión, gemelos..

-Niños o Niñas?

-Niñas…

-Si les compras dos casas de la Barbie, le da un disgusto a la madre..- Él rio y le señaló la guantera.

-En la guantera está la lista…

-Ah! Hasta tienen lista…acabáramos!- Y ella hizo un falso gesto de sorpresa, antes de abrir la guantera, él negó con la cabeza y le volvió a dar la risa. Había olvidado dónde la había guardado, y ahora la volvía a encontrar. Alicia Gómez Reino, pensó.- “Estancia de dos semanas de campamento en Irlanda..”, “Dos juegos completos de desayuno de Villeroy & Boch”….parece la lista de regalos de los premios Nescafé….

-Tal cual…

-Pues casi me inclino por las casas de las Barbies, fíjate…

-Pues sea….y eso dónde se compra?

-En Sánchez Juguetes, tú dale que yo te guío…- Él volvió a reir, y se incorporó a la carretera.

Comenzó entonces una colaboración eficaz y bien orquestada. Las celebraciones a las que Teir estaba invitado y para las que necesitaba regalo estaban planeadas con meses de antelación, con lo cual hicieron una lista de prioridad temporal, que iban trabajando a medida que iban comprando el presente correspondiente. En un principio quedaban una vez a la semana, pero después la frecuencia fue aumentando hasta encontrarse casi todos los días, Teir le mandaba un mensaje por Whatsapp para saber dónde tenía que pasar a recogerla, según dónde ella estuviese trabajando o no, y juntos iban a los negocios donde estuviera la lista, excepto a Titina, donde iba él solo y ya con la pieza escogida de antemano.

-Hoy no te viene a recoger Kennedy?- Preguntó su tía Camelia, Alicia y Azu sentadas junto a ella a la sombra de la parte de atrás de la casa, hojeaban un catálogo de muebles de jardín, Alicia la miró y sonrió.

-No, hoy no….y por qué le llama Kennedy, tía?

-Porque se le da un aire….sólo que en alto, el Kennedy otro no era alto- Puntualizó Camelia levantando el dedo índice de la mano derecha, Alicia rio y pasó otra hoja.- Vive en la casa grande del alto del olivar?-Alicia asintió con la cabeza, y Camelia se santiguó dos veces besando después la cruz de oro que llevaba al cuello en una cadena, Alicia la miró sin esconder su sorpresa.

-Ay tía…y por qué se santigua usted?-Indagó, Camelia levantó las cejas, pero guardó silencio.

-No nos deje así, madre…qué pasa?- Insistió Azu, pero Camelia , que tenía una revista de crucigramas en el regazo, se puso las gafas y volvió a ellos.

Alicia cerró el catálogo y se volvió en la silla hacia ella, para insistir, pero le sonó el móvil.Sonrió al ver el número y deslizando el dedo sobre la pantalla entró en la casa para contestar.

-Digamelo, madre, ahora que no está….qué pasa?- Camelia guiñó los ojos para leer mejor algo.

-“Dícese del que sufre”….”sufridor” de toda la vida…por mucho que en la radio digan “sufriente”…- Y dio por terminada el turno de preguntas, Azu negó con la cabeza. En eso, Alicia regresó arreglándose la cola de caballo y ya con el bolso en bandolera.

-Pues al final sí…..que no fue a la capital- Explicó.

-Viene hasta aquí?- Ella asintió, y las dos mujeres se incorporaron casi a la vez, ella rio.- Es que nunca nos lo perdemos, verdad, madre?.

El Bentley negro paró delante de la casa apenas veinte minutos después, Teir se bajó y le abrió a Alicia la puerta del copiloto, dándole paso al coche con una leve reverencia imitando a un lacayo, ella soltó una carcajada y se subió, antes de rodear el coche para volver a subir, Teir se despidió con la mano de las dos personas que observaban la escena desde el interior de la casa, a través de la ventana de la cocina, luego el coche desapareció calle abajo.

-Y esto cómo acaba, madre?

-Como tenga que acabar.

Las dos semanas que siguieron, no hubo compras, ya que Teir tuvo que ausentarse a arreglar asuntos a Madrid y Valencia. Alicia, repartió su tiempo entre los trabajos de limpieza de locales y ayudar en el cuidado de su primo Juanlu, quien, tras un accidente de trabajo, yacía en la cama sin poder moverse. Su mujer, Flori, para solventar su ya de por si precaria situación económica, había comenzado a trabajar de interna en una casa en el pueblo vecino, y la famila, a turnos, se ocupaba del cuidado de Juanlu y de los dos hijos.

-Si lo giras hacia ahí, yo lo aguanto por aquí, a la de tres y yo estiro- Explicaba Paco, él y Alicia estaban en los lados opuestos a la cama dónde se encontraba Juanlu, le acababan de lavar y cambiar el pijama, ahora se disponían a mudar las sábanas, Alicia se separó un mechón rebelde que le caía por delate de la cara con un soplido y asintió- A la de tres? Venga va….con cuidado- Ella entonces giró a Juanlu, que gimió quedo y Paco estiró la sábana mientras le sujetaba la espalda con la otra mano, luego volvieron a acostarle con suma lentitud, lo que no evitó que Juanlu se quejara otra vez- Listo, limpio como una patena- Sentenció Paco, limpiándose el sudor con un kleenex, Alicia recogió la ropa del suelo y salió del cuarto para poner la lavadora, Paco entreabrió la ventana y corrió la cortina, para tamizar el sol.Luego la siguió.

-Después vuelvo y la cuelgo, que en nada se seca- Dijo Alicia, mientras metía la ropa en la lavadora, Paco se apoyó en el quicio de la puerta del cuarto de baño.

-Alicia, yo quiero que sepas que por mi no hay problema- Ella le miró y se apartó el pelo de delante de la cara, sin saber a qué se refería, él alzó las cejas- “el inglés” me refiero, la gente va diciendo cosas, que ni les van ni les vienen…y yo quiero que tú lo sepas, que por mi aquí paz y después gloria…- Ella se recogió los mechones tras las orejas, y frunció algo el ceño.

-Primero que no es “inglés”, y segundo que ayudar a elegir regalos no es nada malo…pero gracias Paco, ya sé lo que me quieres decir…- Paco sonrió y sacó una cajetilla de tabaco blanda del bolsillo del pantalón.

-Las que tú tienes, salgo al vicio y hacemos la cocina?- Ella cerró la puerta de la lavadora y dio una vuelta a la rosca del programa, luego pulsó la tecla para que comenzase a lavar. Acto seguido, dio una palmada y le sonrió, Paco le correspondió con un beso en el aire y ambos salieron del cuarto de baño.

Después de arreglar la cocina, se sentaron a la sombra a esperar la llegada de Azu, quien tomaría el relevo. Alicia se fue en cuanto su prima llegó, Titina le había pedido a Alicia si podía ayudarles a desembalar cajas y no quería llegar tarde.

-Hola Beautiful- Su voz desde la oscuridad la asustó al salir del negocio, ya de noche, y ella se llevó la mano a la boca para reprimir mal un grito, le adivinó apoyado contra la pared.

-Y a tí qué se te ha perdido a estas horas aquí?- Preguntó a media voz, acercándose a él, y mirando al tiempo a su alrededor, la calle estaba desierta. Él le tomó una mano y la atrajo hacia si con suavidad. Sin darle tiempo a reaccionar, la buscó.

-Esto- Dijo, como respuesta a su pregunta,mientras escondía el rostro de ella entre las manos, ella acertó a sonreir y se las acarició, buscándole entonces a su vez.

– Siempre pensé que érais seres especiales, que no teníais que ver con la gente de este planeta – Musitó ella, casi hablándole a la penumbra, envuelta en una fina manta que cubría su denudez, medio acurrucada en una de la butacas junto a la terraza, Teir descalzo y sólo vestido con los vaqueros, se sentó junto a ella en la otra butaca al tiempo que le entregaba una cerveza helada.

-Pues no, también vamos al vater por la mañana y nos duelen los pies- Aclaró recostándose en la butaca y tomando un trago de la cerveza, ella le miró y rio, con su risa de catarata, que contagió en él una franca sonrisa.

-Y también os gusta hacerlo a horas intempestivas…

-Si, pero sólo con rubias pecosas…- Y otra catarata cruzó la penumbra.

-Y este es tu picadero…o qué?- Comentó ella tras un largo trago, él alzó las cejas un instante y, cerrando los ojos, se pasó la botella helada por la frente.

-No…los compramos sobre plano, una inversión como otra, en total cuatro, este es el único amueblado- Explicó, concentrado en sentir como su frente se enfriaba por momentos.

-Te duele la cabeza?

-No, es la manera más rápida de resfrescar las ideas- Alicia sonrió y le imitó, descubriendo la peculiar sensación. Permanecieron un rato así, pasándose las cervezas por la frente, en silencio.

-Si nos ve alguien…nos toman por una secta- La voz de ella rompió la oscuridad que se había apoderado del salón, Teir soltó una carcajada, hacía tanto tiempo que no lo hacía que después hubo de toser y beber lo que quedaba de la cerveza.

-Beautiful?

-Dime, Kennedy…

-Nos tenemos que ir…

La dejó en la puerta de su casa casa entrada la noche. Él acaricia el volante con la palma de la mano derecha. Ella le pregunta si pasa algo. El niega con la cabeza, sus ojos en algún punto de la oscuridad. Se decide a mirarla y ella a él. Silencio. No necesitan explicarse nada. A ella le da la risa. Él vuelve a menear la cabeza. Sonríe. Y apoya la cabeza sobre el volante, como dándose por vencido. Ella ríe y le acaricia la espalda. Hasta mañana. Él le da un último beso. Hasta por la tarde. Ella salió entonces del coche, y él esperó a verla desaparecer en la casa, antes de seguir camino.

-Pues sí que estaba sucia la tienda…- La voz de Azu la recibió desde la puerta de la cocina, ella sonrió y se apartó un mechón invisible de delante de la cara- Espera…espera una momento, déjame que te vea, niña…-Y cogiéndola de la mano, la hizo entrar en la cocina, dando la luz. Ninguna de las dos pudo contener la risa.-Tú has salido hoy por la Puerta Grande- Alicia quiso soltar una carcajada, pero se tapó la boca, Azu hizo lo mismo.-

-Tanto se nota?- Preguntó Alicia, sin saber muy bien qué hacer con las manos.

-Te tiene camelada, no lo puedes negar…- Azu le dio un azote cariñoso, y Alicia rio escondiendo la boca, para no despertar a nadie, luego ambas salieron de la cocina hacia su cuarto.- y él….dio la vuelta al ruedo?

-A hombros!- Y entonces si que no pudieron callar la risa, y al ver encenderse la luz bajo la puerta de su tía, se apuraron a entrar en su habitación.

-Y tú?….de dónde vienes?- Preguntó la voz de Ebra desde la oscuridad del salón principal, Teir dio la luz del recibidor y dejó las llaves sobre la cómoda, mientras se dirigía hacia las escaleras.

-De por ahí….con Miguel y estos…- Mintió como explicación, subiendo ya las escaleras, Ebra salió al recibidor entonces, el kimono hoy era rojo con gruyas amarillas, estaba descalza, como de costumbre y su larga melena negra caía en cascada sobre sus hombros. Cruzó los brazos y le siguió un trecho escaleras arriba, guiñando los ojos inquisitivamente.

-En Londres?- Preguntó irónica, a sabiendas de que el tal Miguel se encontraba en la capital inglesa, él cesó un instante en su ascensión, pero continuó sin volverse.

-Ebra….- Advirtió cuando ya alcanzaba el segundo tramo de la escalera, de peldaños alfombrados en verde.

-Ebra, qué?!….Si yo me fuera a ir por ahí una noche…te avisaría…no?- Su voz retumbó en todas las paredes, Teir se frotó los ojos con las palmas de las manos y se volvió.

-Tú nunca te vas una noche, Ebra, y si así fuese, y no me llamases…no te haría una escena, Buenas Noches- Y a buen paso la dejó tras de si, desapareciendo en sus dependencias del tercer piso. Ebra le siguió con la mirada, y esperó un instante a verle aparecer de nuevo, para disculparse, como normalmente solía ocurrir. Pero Teir no regresó. Ella bajó entonces la escalinata de nuevo, lentamente, y sacando un peine de uno de los bolsillos del kimono comenzó a peinarse uno de los largos mechones mientras dirigía sus pasos de nuevo al salón.

-“Una escena” dice….el tiempo que hace que no hago yo “escenas”…

Lo primero que hacía Teir nada más despertarse era llamar a Alicia. Normalmente pasaba a buscarla hacia el mediodía, así que Alicia había acabado por acudir a sus labores de limpieza en las primeras horas de la mañana, para poder estar con él el resto del día. Iban a la capital a resolver los encargos correspondientes y después regresaban al apartamento, lejos de miradas curiosas y comentarios que ya empezaban a inundar el pueblo, algunos más benignos que otros, pero que todavía no habían llegado a más y ellos procuraban no alimentar, llevando su relación de la forma más discreta posible.

-Me tengo que ir…- Alicia se levantó de la butaca junto a la terraza, y se arregló la blusa, dispuesta ya a colgarse el bolso, habían pasado toda la mañana eligiendo una vajilla en la capital, y después se habían traido un menú chino para comer en el apartamento. Teir, recostado en la butaca vecina, la miró contrariado.

-A dónde? No tenías hoy el día libre?- Alicia se calzó las zapatillas de deporte y se arregló la cola de caballo.

-A casa de mi primo Juanlu, desde lo de la obra no se puede mover y, como Flori no está en toda la semana, nos turnamos entre todos…. hoy me toca a mí- Se lo explica sin darle importancia, como a todas las cosas buenas o malas que le pudieran pasar. Teir se incorporó en su asiento y tardó un instante en reaccionar. Parpadeó. Alicia sonrió para si, sabe que cuando Teir no entiende algo parpadea varias veces, como si hacerlo aclarase sus dudas.

-Lo de la obra? Qué obra?- Alicia intentó resumir toda la historia en su cabeza, y abrió las manos en el aire, buscando como empezar al tiempo que buscaba las palabras en algún lugar de la lejanía. Suspiró al fin y dejó caer los brazos, dándose por vencida, sin llegar siquiera a intentarlo. Teir la miró, y alzó las cejas, dejándole tiempo.

-Trabaja en la construción?- Preguntó finalmente, Alicia asintió y, lentamente, se volvió a sentar.

-Él andaba a las obras, y hace un año se cayó por el hueco de un ascensor…bueno, me explico, por donde tendría que haber estado el ascensor, cinco pisos….- Y dejó caer la palma de su mano sobre su rodilla, en caida libre, como lo había hecho su primo. El ruido de la palmada sobre la piel, disgustó a Teir, quien torció el gesto, al imaginarse la escena.

-Pero esas cosas las hace el seguro, lo de mandar una persona que ayude y eso…por qué tienes que ir tú?- Quiso saber, sacando su pitillera del bolsillo, para encender luego un pitillo, que movió en el aire con un gesto desvaido al tiempo que expulsaba el humo- Y, además, supongo que habrá tenido una indemnización- Su mirada encontró la de Alicia, errante por las montañas que se distinguían a lo lejos, con los ojos un poco guiñados, como tratando de distinguir algo impreciso en la distancia. Negó lentamente con la cabeza, para luego inclinarla y arreglarse la bastilla de la falda con la punta de los dedos.

-Cómo que no…?Sean cuales fueran las circunstancias, estuviese o no allí el ascensor, se trata de un accidente laboral claro- Explicó Teir, moviendo el pitillo a la vez que hablaba y expulsando el humo hacia arriba, Alicia se encogió de hombros y entrelazó las manos contra la rodilla, mirándole de soslayo.

-Le dijeron que nones- Su frase quedó suspendida en el aire por un momento, en el que Teir la miró sin comprender, mientras parecía recorrer de memoria todos los artículos legales que aún tenía atesorados en algún lugar de su cabeza.Tomó otra calada y soltó el humo despacio. Alicia le miró casi sin atreverse, la mirada de él estaba clavada en algún lugar de la terraza. Sin parpadear.

-Estaba en nómina?- Ella respondió afirmativamente con la cabeza.

-Bueno, me explico….creo que estaba en una de esas empresas que mandan gente a otra empresa y….- Teir tomó ora calada del cigarrillo y asintió sin dejarla terminar.

-Una subcontrata- Aclaró y apagó el cigarrillo contra un cenicero en el suelo, Alicia se encogió de hombros. Teir se levantó de la butaca y le ofreció la mano, ella se la cogió y él la ayudó a incorporarse.- Cómo dices que se llama tu primo?- Alicia le miró sin saber a dónde quería llegar.

-Hola,soy yo, necesito un pasante

-Para?

-Para qué voy a necesitar un pasante………..?Para bailar un tango?

-Podía ser, tengo una ahora, la hija de Silvestre Aguilar el que se casó con la pequeña de…

-No me importa quién es, sólo que trabaje rápido.

-Qué tienes entonces?

-Te envío a Paulo, mañana a las ocho.

-La dejarás desayunar…

-A las ocho

Y le colgó el teléfono a su primo Teo sin despedirse, para continuar con la labor de separar los papeles en distintas pilas encima de la mesa del comedor. Contratos, subcontratos, pólizas, circulares, cartas, recibos, recetas, volantes , atestados e informes médicos, además de tres montones de tarjetas telefónicas prepago, billetes de autobús, facturas de productos de higiene y fotos. Cuando lo tuvo todo organizado, abrió uno de los aparadores y fue sacando piezas de una colección de dragones de porcelana china, que fue colocando sobre los distintos montones a modo de pisapapeles. Luego sacó un pitillo de la pitillera y, tras encenderlo, expulsó el aire despacio recorriendo la mesa con la mirada. Volvió a coger el móvil.

-Hola Satur, soy Teir……….., ya, bien, te llamo por el siguiente tema:Tu sigues haciendo peritajes?

 

-Déjale en paz- La voz cargada de insulto y desfachatez, hizo que Alicia se volviese, pero no le dio el gusto de alterarse, se limitó a alzar una ceja y enderezar los hombros, la mujer la miró aviesamente, con un gesto de desprecio tenaz- Te crees que le importas? No eres más que un pasatiempo, cuando se canse te dejará, como tiene que ser. Él tiene ya bastante con lo suyo, como para perder el tiempo contigo. Este es un primer aviso, no me hagas darte un segundo- Y la señaló con un dedo largo y delgado del que pendían varios anillos, Alicia no cambió un ápice su expresión ni se molestó en hacer uso de su voz, pero le mantuvo la mirada hasta que la otra no tuvo otra opción sino apartar la suya,y, con un golpe de su profusamente enlacada melena se alejó, castigando las baldosas del hall de entrada del edificio de oficinas en el que se encontraban en la capital para entregar documentos del caso de Juanlu. Alicia la siguió con la mirada, hasta que desapareció por la puerta, pensando en todas las cosas que podía haberle dicho, cuando la voz de Teir interrumpió su retaíla mental.

-No te preocupes por ella, Beautiful, su marido tiene otro desde hace años, y está amargada, yo también lo estaría…la verdad- Comentó mientras ordenaba una serie de papeles de colores, Alicia sonrió levemente, todavía ordenando sus ideas- Creo que voy a mandar a Marta, porque hay que volver….tú sabías que todavía hay que entregar cosas por triplicado y en persona?

-Pues claro, tú en qué mundo vives?- Él casi le dio la razón con un gesto y le ofreció su brazo.

-Y ahora a comer…no tienes hambre? Una hora esperando….yo no me explico- Ella le miró incrédula y negó con la cabeza dándole por imposible.

-A ti te pasa algo y no me lo quieres decir…- Comentó él ya en el coche de vuelta, ella continuó mirando por la ventanilla.

-A mí? No….qué me va a pasar?- Preguntó sin dejar de mirar el paisaje.

-Si has dicho cinco palabras desde que salimos del restaurante ya son muchas- Ella se aparató un mechón invisible de la cara y cruzó los brazos en silencio- Beautiful….?

-La tipa esa…me dijo que “ya tenías bastante con lo tuyo”….mira Kennedy, si es que estás casado o algo así….me bajo aquí mismo, sabes?….yo…- Las facciones de Teir se endurecieron por un instante, luego la miró fugazmente.

-Nadie te ha contado aún nada de “lo mío”?- Ella negó con la cabeza casi asustada.

-Pues entonces, te lo cuento yo.

-Mis padres, mi mujer Carmen, su hermana Laura, su marido Guillermo con sus hijos Álvaro y Manuel, mi hermano Oliver, su mujer Paula con sus hijos Carlota y Ben, y mi cuñado Pedro con sus hijos Juan y Jacobo. Ebra fue la única del grupo que sobrevivió…yo, tenía que hacer unas llamadas, iba a subir más tarde, lo último que me dijo Carmen fue “No te olvides los guantes”…lo guantes…Y les vi irse hacia los telesillas, tirándose bolas de nieve y riendo. En las películas se oye un estruendo, o vibran cosas….allí no. Cuando bajé a recepción había una mujer gritando fuera de si….aún tengo sus gritos en la cabeza,…y el personal del hotel corría de un lado a otro, como pollos sin cabeza. Preguntas qué pasa y te dicen que un accidente. No te preocupas. Entonces un señor inglés, lívido como una sábana te dice la palabra que lo explica todo. Avalancha. Me quedé clavado. Como en una campana de vacío. Sin poder moverme. Y acto seguido piensas que ellos seguro que no estaban allí, ellos seguro que no. Pero sí. Nos llaman “esa gente”, como si fueramos de otro planeta, como dijiste tú. Pero no tienen ni idea.Y “esa gente”soy yo. Que qué llevaban puesto. Alguna característica especial?. Y tú no te acuerdas si el pantalón de esquí de tu sobrino pequeño era verde o lila. O si tu madre llevaba gafas. Si el reloj de tu mujer era Tissot o Longines, si tu hermano tenía un lunar en la palma de la mano…No te los dejan ver. Sólo polaroids de cosas. De dedos con anillos y cascos rotos. Catorce cadáveres. Catorce autopsias. Y regresas en un avión con catorce ataudes. Ebra estuvo en coma mucho tiempo, rota, tiene clavos por todo el cuerpo. La nieve se llevó a sesenta. Sólo sobrevivieron cuatro. De alguna forma…Ebra se quedó allí también…Pasó dos años enteros sin decir una palabra. Deshice casas. Vendí coches. Compré guardamuebles. Doné ropa. Mis suegros convirtieron la que había sido mi casa en una especie de mausoleo…así que me mudé aquí. Era la casa matriz de mi padre. Nunca la habíamos usado, así que no nos recuerda a nada ni a nadie. Y allí estamos Ebra y yo desde entonces, con la buena de Amadora. Ellos se van….y nos dejan con sus recuerdos. Siempre están ahí. Aunque los quieras olvidar…..No es fácil convivir con fantasmas.- Se lo explicó con calma, estaban sentados en un banco en un alto del olivar, desde el que se divisaba el imponente paisaje de árboles y el pueblo, casi escondido en un rincón del valle, Alicia le había cogido una mano y se secaba las lágrimas de las mejillas con la otra, incapaz de cesar el llanto, él la atrajo hacia si y le besó la cabeza, ella apoyó la cabeza en su hombro cerrando los ojos.

-Y tú?- Preguntó él después de un rato en silencio, ella le miró y volvió otra vez a cerrar los ojos.

-A mí….me dejó por otra…- Dijo recogiéndose un mechón tras la oreja, él alzó la cejas sorprendido, acariciándole la cabeza.

-Imposible…en serio?- Ella le miró otra vez y asintió sonriendo levemente, callando que la otra venía en bolsitas de gramo a gramo, y una de aquellas bolsitas había sido la de más, de alguna forma ella también era viuda, pero su duelo ya se había ido hacía mucho tiempo, sólo le había quedado el recuerdo de algo que había sido y después no fue, aquel tiempo de muerte lenta. Sacudió la cabeza por un instante y entrelazó sus dedos con los de él. Él le levantó la barbilla con suavidad y le secó las últimas lágrimas con la palma de la mano.

-Ven, vamos, te voy a presentar “lo mío”.

Encontraron a Amadora tratando con la cocinera la cena en la cocina, amplia y bañada en la luz del porche al que daba, al verles entrar la cocinera se fue. Teir presentó a las dos mujeres, y luego se marchó a buscar a Ebra. Amadora llevaba un vestido mandilón negro y unas zapatillas planas del mismo color, el pelo cano lo recogía en un moño mínimo en la nuca. En cuanto se quedaron solas, Amadora la observó desde el extramo de la cocina, con las manos entrelazadas contra el vientre, sin apartar un ápice la mirada. Alicia, cabizbaja, se separó un par de mechones invisibles y respiró hondo ensayando una sonrisa, al alzar la vista se encontró con la sonrisa de Amadora, leve, pero amable.

-Tú eres la de Antonio el de los Cuencos- Dictaminó sin más, Alicia suspiró otra vez, ahora de alivio, y sonrió ante el recuerdo de su abuelo.

-Falta desde hace dos años…- Comentó con el respeto debido, Amadora asintió y se colocó bien una de las ebillas, tenía unas manos anchas y fuertes , pero bien cuidadas. Se acercó a ella despacio, hasta tenerla ante si, y le cogió una mano con suavidad, sus ojos negros, pequeños y audaces escrutaron los de Alicia, sin mudar el gesto.

-Escondió a mi padre….y nos dio su pan- Su voz queda deshizo algo en la garganta de Alicia, quien se llevó las manos a la mejilla, Amadora le recogió un mechón tras la oreja casi como una caricia- Tienes sus ojos- Y asintió como confirmándose algo a si misma, las voces de Ebra y Teir en el pasillo hicieron que se apartara, no sin antes apretarle levemente la mano, sin apartar sus ojos de ella, transmitiendole algo que sólo ellas entendieron y sellaron con lágrimas que no llegaron a derramar.

– Hola Alicia…yo soy Ebra- Hoy la bata era de seda amarilla con nenúfares verdes y azules, la melena en cascada, los pies descalzos, ladeó levemente la cabeza y pareció querer sonreir, luego se acercó a ella y la cogió del brazo- Ven, que te enseño nuestro casoplón….que este es un soso…- Y abandonó con ella la cocina, Amadora y Teir se miraron sin ocultar su asombro de ser testigos de volver a ver a Ebra mostrar interés por algo, y se dispusieron a seguirlas.

Un vehículo especial para transporte de minusválidos aparcó delante de la casa de Juanlu y Flori a la hora acordada. Tres hombres le sacaron de la casa en una silla de ruedas adaptada, y la rampa del coche hizo el resto. Flori se había puesto el vestido de flores que había llevado a la boda de su hermana, y una de sus sobrinas le había dejado unos zapatos salón que casaban con los pétalos azules del vestido, Azu le había hecho el pelo y las uñas. Escogió una cartera de mano, para después decantarse por un bolso charol, que dejó sobre la cama para elegir un bolso grande gris, Alicia acabó por entregarle un bolso cuadrado negro de piel, y, cogiéndola del brazo la guió fuera de la casa. Ella misma se había decidido por un camisero y sandalias blancas. Teir les abrió la puerta de su coche, y la comitiva se puso en camino al despacho de su primo Teo, que también era el suyo, donde iba a tener lugar la reunión con “la otra parte”, como habían acabado por definirlos.

El encuentro entre las partes iba a tener lugar en la sala de reuniones más grande de las que contaba el despacho, presidida por una larga mesa de caoba rodeada de doce sillas. Tras las debidas presentaciones, Teir se sitiuó en su lado de la mesa junto a Marta, la chica que le había servido de pasante durante la preparación del caso y Juanlu en su silla de ruedas, los cuatro letrados de la parte contraria se acomodaron frente a ellos. Alicia, Flori y Teo se sentaron en tres butacas a cierta distancia, de forma que podían presenciarlo todo como si estuvieran sentados en un teatro.

Lo que sucedió durante la hora siguiente, se podría describir como una opera en tres actos. En el primer acto, Teir, con el aplomo y minuciosidad de un experto narrador de historias, detalló los hechos que les ocupaban sin olvidar dato alguno, y blindó su versión de forma que la otra parte sólo pudo asentir visiblemente incómoda. En el segundo acto se fraguó un ataque masivo, contundente y por varios frentes, como el arranque de las sinfonías, sin alzar un momento la voz ni perder la calma mientras con batuta maestra les robaba los argumentos que habían pensado esgrimir en su defensa,antes siquiera de que pudieran hacer uso de ellos. En el tercero, un invisible ejército avanzó a paso seguro, desmontando todo halo de argumento, defensa o protesta a su paso, y sin tomar prisioneros, hasta que no quedó nada más que admitir, sino el triunfo de su verdad. En ese momento, Teo, se hubiera incorporado de su asiento y aplaudido mientras gritaba la bravura de la acción, como haría cualquier espectador extasiado ante un final sublime, pero se limitó a sonreir más que feliz y a dar una única palmada; Alicia sintió de pronto que su corazón no le cabía en el pecho y por un momento fue incapaz de moverse, ya que temió que, si lo hiciera, le saldría por boca, así que se la tapó con la mano; Flori,llegado ese momento, sólo pudo hundir el rostro entre sus manos, y romper por fin a llorar.

-Perroflauta- Le alcanzó junto al buffet de golosinas, Teir se dirigía hacia el exterior a fumar. Le había prometido al padre de la novia que se quedaría al discurso de los postres, pero después se iría. Teo le tiró de la levita del chaqué, él por un momento no supo si enervarse o imitarle.

-AmanteBandido- Le soltó buscando la pitillera, Teo le miró un tanto confundido, la última vez que se le hubiera podido tachar de algo semejante quedaba casi veinticinco años atrás, Carolina Revuelta Ortiz, ella tenía entonces diecisiete años y había contado con su total consentimiento, se preguntó cómo Teir podía saberlo. Teir sacó un pitillo y,sin ofrecerle, salió a la terraza.

-Deberías plantearte volver por el despacho, qué pena no haberlo grabado….nos alegraste el día….sin contar la nueva cartera de clientes que nos ha traido el caso- Teo se apoyó en la balaustrada y cruzó los brazos, mirándole un tanto espectante, Teir soltó el humo despacio y se encogió de hombros.

-Sabía que Juanlu tenía razón. Otros no tienen tanta- Sentenció mientras observaba a los niños de arras jugando a pillar por el jardín, uno se resbaló entonces en la hierba y todos estallaron en risas, Teir también sonrió levemente, Teo iba a decirle algo, pero él se le adelantó- Sé lo que vas a preguntar, Alicia está conmigo. Nada más que añadir.- Teo, que no había llegado ni a abrir la boca, se pasó la mano por el cabello ralo y rio, Teir le pasó el pitillo- Elvira está al fondo- Anotó sin mirarle, Teo echó un rápido vistazo al interior de la sala y apuró una calada, expulsando el humo hacia arriba.

-Parece una chica seria- Teir le volvió a coger el pitillo y asintió en silencio.

Y compartieron silencio y pitillo. El llanto de un niño de arras les hizo volver a la realidad. Para sorpresa de Teo, fue Teir el primero en reaccionar y bajar la escalinata de dos en dos para acercarse a la criatura que lloraba sin consuelo tirada sobre uno de los caminos de grabilla. Teo le observó cogerle en brazos e inspeccionar la lastimada rodilla, algo debió de decirle al niño, porque paró de llorar y rodeó su cuello con sus bracitos mientras lo acercaba a la casa. Hacía unos meses ni se hubiera inmutado. Algo había cambiado en su primo, y se alegró de volver a tenerle. Como antes.

Tras los discursos, como había prometido, Teir se fue de la boda. Había quedado con Alicia de pasar a buscarla por la tarde, pero antes quería pasar por casa a cambiarse el chaqué, del que ya se quitó la levita y el chaleco antes de entrar en el coche.

-La Ebra se ha ido- Amadora no esperó a que entrase en la casa, salió a recibirlo casi corriendo en la medida que le permitían las piernas, el nerviosismo en su voz se traducía en su gesto, una mezcla de preocupación y profunda pena. Teir no cerró la puerta del coche, se mesó el pelo con las manos y miró al cielo, tratando de mantener la calma- Se llevó el coche, niño, Virgen Santísima!…cuando quise ver ya iba lanzada por ahí abajo- Se explicaba al borde de las lágrimas, señalando hacia algún lugar en la distancia, Teir se borró el sudor de la frente con una manga y le cogió las manos a Amadora con delicadeza.

-Llama al Dr. Bohórquez…yo la busco- Y volviendo a meterse en el coche, se marchó de nuevo, dejando a Amadora con las manos entrelazadas contra el pecho.

“La Repleta” es una maciza construcción blanca en forma de U que se eleva como única nota de color en el paisaje marrón y beig, en parte está rodeada por un muro blanco y en etapas por empalizadas. Cuando Teir llegó, el portón de acceso a la propiedad por su lado norte está abierto de par en par, confirmando sus sospechas. La calzada que llevaba a la plaza en semicírculo que se abría ante la puerta principal de la casa, ha sido invadida por las malas hierbas y tierra que lleva y trae el viento. Con algún desconchado, la fachada del edificio se yergue blanca e imponente,aún con los postigos cerrados,ante el visitante.

Un Audi está aparcado en el centro de la plaza. Cuando sale de su coche le recibe el silencio. Incómodo y con su peso específico. No hay brisa, y el sol cae a plomo. Cerró la puerta del coche y se atrevió a afrontar la casa. Por un instante la angustia vuelve. Respiró hondo y se frotó los ojos con las palmas de las manos, obligándose a dirigir sus pasos hacia ella.

La puerta sólo estaba echada, el silencio del exterior se extendía hacia el interior. Como un amusoleo de paredes blancas y ralas, con suelos de cerámica de gres ocre. Lentamente cruzó el amplio recibidor, para subir la antaño majestuosa escalera bifurcada con pasamanos de madera labrada, que aún conserva su alfombra roja. Se detuvo en la bifurcación a la derecha, y se apoyó un instante en el pasamanos para secarse el sudor de la frente con la otra manga, la camisa ya se le ha pegado a la espalda y siente que le cuesta respirar. Respiró hondo y encaró el resto de los alfombrados peldaños. En la planta principal se paró a escuchar, un suave ronroneo lejano rompía el silencio pertinaz, dirigió sus pasos por un ancho pasillo que rodeaba el balcón a la escalera y abriendo una puerta de dos hojas, avanzó por una amplia estancia de suelos de madera y vigas artesanadas. El suelo cruge bajo sus pies, en la penumbra de los postigos echados. En el otro lado abre otra puerta de doble hoja y avanza por otro largo pasillo de suelos ocre y paredes blancas desnudas. Se detuvo a escuchar. El ronroneo es ahora más cercano. Se obligó a continuar, y tras borrarse de nuevo el sudor con la manga, se mesó el cabello. Se detuvo en un pequeño recibidor con tres puertas. Logró distinguir de dónde provenía el ronroneo y se decidió por la puerta a su izquierda.

Ebra estaba sentada en el suelo dándole la espalda, abrazada a si misma y meciéndose de lado a lado, parecía repetir una y otra vez la misma frase, como si fuera una oración que sólo ella pudiera entender. Teir se quedó en el umbral, incapaz de dar un paso más. Ella había abierto los postigos de las ventanas y la luz inundaba la amplia estancia, vacía como las otras.

-Mira lo que hago mamá mira loque hago mamá mira lo que hago mamá mira lo que hago mamá…- El llanto no interrumpe su cantinela, Teir miró hacia algún lugar, tratando de contener el suyo y se frotó los ojos con las palmas de las manos. La llama, casi en susurro, pero ella no le escucha, sigue meciéndose y repitiendo su oración. La vuelve a llamar, esta vez alza un poco más la voz, pero con cuidado, como si se fuera a romper. Ella se detiene un instante y ladea la cabeza, para continuar en su movimiento, pero ahora en silencio. Teir avanzó un paso y buscó ponerse en cuclillas.

-Ven conmigo Ebra- Su voz en un ruego, Ebra se detuvo de nuevo, y se volvió a medias, él no podía ver su rostro.

-Has tirado…sus cosas, has …tirado sus cosas….ya no me queda nada de ellos…cómo has podido?- Le echó en cara rota en llanto, casi sin articular las palabras, gime, y se encoge como presa de un dolor, Teir negó con la cabeza y acarició el suelo con los dedos.

-No es verdad…Ebra, todo está guardado, aún lo tienes si lo quieres- Se lo dice con cuidado, buscando las palabras, midiendo su propio dolor, Ebra gime de nuevo y vuelve a encogerse.

-Mira lo que hago mamá….hacían ángeles sobre la nieve…sobre la nieve mira lo que hago mamá…ángeles sobre la nieve…hacían ángeles…- Y lo repite meciéndose de nuevo de lado a lado, Teir se incorporó y se acercó a ella, sentándose a su lado. El rostro de ella es una máscara de llanto, arrasado y ausente, Teir la rodea con un brazo y la atrae hacia si con cuidado, ella se deja abrazar, pero no le mira.

-Quieres tener sus cosas?- Le preguntó besándole la cabeza, Ebra asintió y cerrando los ojos con fuerza dejó libre un gemido casi animal, al tiempo que se encogía contra él. Teir escondió la cabeza de ella bajo su mano y se la acarició, cerrando los ojos a su vez.

Alicia estaba ya pagando la compra en el supermercado del pueblo con Azu, cuando recibió el mensaje de Whatsapp. Sin dar explicación alguna a su prima, salió casi corriendo del establecimiento, Azu cogio las dos bolsas que habían comprado y la siguió asustada.

-Pero qué pasa?…no me asustes….- Advirtió, Alicia deslizó un dedo por la pantalla del móvil para hacer una llamada, pero antes de que pudiera hablar con nadie , el coche de Teir apareció ante ellas y mal aparcó en la acera de enfrente- Pero…qué pasa?…- Alicia cruzó la calle, con el corazón en la garganta, Teir salió del coche y buscó su abrazo, ella le miró un instante y le acarició el rostro, viva imagen del cansancio y la tristeza- Todo bien?- Le pregunta casi en susurro, él asiente sin hablar, y,sin soltarla, tarda en responder- Ven- Susurra casi sin voz, y vuelve a coche, ella lo rodeó y abrió la puerta del copiloto. El coche desapareció entonces a gran velocidad calle arriba. Azu, que había observado la escena, miró a su alrededor sin saber muy bien qué hacer, y cogiendo las bolsas decidió poner rumbo a casa.

Teir conducía en silencio, con la mano iquierda, mientras mantenía cogida la de Alicia con la derecha. Alicia no apartaba su mirada de él, como quien observa una bomba de relojería, tratandode adivinar qué puede haber pasado.

-Está bien?- Se atreve a preguntar, él niega con la cabeza.

-Ella…nunca va estar bien…- Concede, casi diciendolo para si.

-A dónde vamos?

-A visitar fantasmas.

El guardamuebles se encontraba en una nave industrial a pocos kilometros del pueblo. El encargado les salió al paso en cuanto Teir aparcó el coche delante del edificio, con ayuda de dos operarios ya había localizado las cajas que Teir quería recuperar. Eran seis. Tres cajas de cartón con una E pintada y tres contenedores grandes de plastico, uno con la letra P y los otros dos con una J. Entre todos cargaron el coche con las cajas que cupieron, el encargado les seguiría en el suyo con el resto.

Ebra dormía cuando llegaron a la casa, entre los dos hombres dejaron las cajas en el salón del segundo piso, para que pudiera verlas cuando despertara. Después Teir, acompañado de Alicia, se retiró al tercer piso, a darse una ducha, y, tratar por fin de encontrar algo de calma.

-Mi primo Henry se casa el sábado doce- Se lo dijo mientras encendía un pitillo, era el cuarto del día, claramente estaba bajando el ritmo, Alicia, que hojeaba un catálogo de armarios chinos sentada en el sofá, no le mira, algo había llamado su atención.

-Veinte mil pavos por un armario rojo, que no digo que no sea bonito, pero bueno, en aquel otro sitio al que fuimos costaban muchísimo menos….- Y pasó la hoja, Teir expulsa el humo despacio.

-Quiero que vengas conmigo

-A dónde?- Compara escéptica armarios en diferentes hojas, Teir sonrió para si.

-A la boda de Henry- Alicia levantó la vista de los armarios, la dejó vagar un momento por la mesa de centro y la alzó incrédula, como si hubiera escuchado mal. Silencio. Teir le sostuvo la mirada. Y ella supo que no bromeaba.

-Contigo juntos?- En su voz casi la risa, Teir toma una nueva calada y expulsa el humo hacia arriba, como ella sabe que hace cuando algo le apremia y no sabe como solucionarlo.

-Es ridículo continuar así. Estamos juntos y punto….creo que está más que claro, al menos para mi…y quiero que lo esté también para el resto- No gesticulaba, se explicaba con calma, sin apartar su mirada de ella, percibe su miedo como en ráfagas, él sabe que Alicia nunca se pone nerviosa, pero ahora respiraba más rápido. Ella desvió la mirada hacia algún lugar y volvió a él, pero continúa en silencio.

-Y Ebra?- Su voz casi un susurro, como si hubiera pensado en alto, Teir no contestó, sólo se encogió de hombros, y toma una larga calada, el humo se perdió hacia la terraza, buscando salida por el ventanal abierto.

-Vienes o no?- Alicia se incorporó y se colgó el bolso, no sabe qué hacer con las manos.

-No lo sé..

-Cómo que no lo sabes?

-No lo sé…la gente…

-La gente, la gente….siempre la gente, estoy hasta los cojones de la gente…- Alzó la voz, y casi se exasperó, ella se alejó hacia la puerta- Beautiful…Alicia…ven, perdona, dime si vienes o no…espera..- Su voz casi un ruego, Alicia se volvió, un tanto confundida, aún sin saber qué hacer con sus manos, frunce fugazmente el ceño.

-No lo sé- Y abriendo la puerta se fue, cerrandola con cuidado tras si.

Teir se quedó solo. Miró al techo y respiró hondo. Luego se acercó a la ventana de la terraza, buscando algo sin distinguir nada. Volvió entonces al salón midiendo sus pasos y mirándose los pies. Escuchó el silencio. Su mirada vagó otra vez hacia el exterior. Parpadeó levemente. Sus facciones se relajaron entonces por un momento ante el escarceo de una sonrisa.

Alicia enfrentó los días siguientes como un autómata. Se levantaba temprano, ponía el café, le abría la puerta al perro, ponía la lavadora, tendía lo que se habia lavado por la noche, despertaba a Paco, le llevaba los polvos de la tensión a su tía y le daba el primer aviso a su prima. Ningún mensaje en el móvil. Ni ella mandaba alguno. Intentó hacer la vida que hasta hacía no tantos meses había sido la suya, sin cambios resaltables y en su orden. Sin embargo había un vacío, imposible de llenar con nada, que se llevaba toda su energía, y le regalaba los síntomas de una gripe de verano, sólo quesin fiebre ni dolor de cuerpo.

-El Kennedy….se ha esfumado ya?- Acertó a preguntar su tía una mañana, mientras pelaba patatas sentada a la mesa de la cocina. Alicia, que leía el periódico sin leer, negó con la cabeza para luego incorporarse y abandonar la cocina. Su tía la siguió con la mirada y alzó las cejas, formando un rictus escéptico con la boca.

-Pues será que sí…- Supuso, cogiendo otra patata.

-Me han llamado de arriba, la Ebra quiere que la peine el sábado, porque le gustó cómo la dejé la última vez- Alicia no había visto a su prima Azu tan entusiasmada desde que, con quince años, Jano el de Picos la había llevado a dar una vuelta en moto. Asintió con la cabeza, y continuó sacandolas hojas secas a los geranios de la ventana. Azu se le acercó un poco más.

-Pero a tí qué te pasa? Ni sí, ni no, ni todo lo contrario….pareces un fantasma…te ha hecho algo?- Y la cogió de las manos, que habían comenzado a sacar hojas sin tino.- Alicia, corazón, mírame…- Y Alicia por fin se rindió y la miró con ojos vidriosos.

-Es que no lo sé, Azu, no lo sé…- Azu la miró sin comprender, pero antes de que Alicia pudiese explicarse, una furgoneta de reparto de Mensajería Grenoble, aparcó junto a la casa.

-Alicia Gómez Reino?- Las dos mujeres,aún cogidas de la mano, le miraron extrañadas y le confirmaron que era la dirección que buscaba. El chico abrió la puerta trasera de la furgoneta y sacó dos cajas blancas con lazada roja, con las que se acercó a ellas.

-Envío urgente…si haces el favor…- Y les indicó con los ojos una máquina de acuse de recibo portátil. Azu salió de una vez de su asombro y le cogió las cajas, que, aunque grandes, apenas pesaban, Alicia alcanzó la centralita y firmó con el bolígrafo que pendía del ella- Gracias guapísimas, hasta más ver…- Y a paso vivo, volvió a subirse a la furgoneta y desapareció.

Azu llevó las cajas al interior de la casa, y las posó sobre una de las camas gemelas de su habitación, Alicia se rodeó el vientre con los brazos sin apartar sus ojos de las cajas, de un blanco inmaculado y con un meticuloso lazo rojo. Azu acarició el discreto logo grabado en negro en uno de los vértices y se volvió hacia ella sin poder contener la emoción.

-Blanco y en botella….leche.

Alasteir Parker-Wyatt y González de Robles llevaba cerca de veinte minutos sin apartar la vista del fondo de la plaza. Había intentado matar el tiempo charlando con otros invitados, controlando sus mensajes de Whatsapp, fumando su ya décimo cigarrillo del día y contando los pasos que había desde su posición hasta la puerta de la iglesia. Pero ahora miraba hacia el fondo de la plaza, sin permitirse apenas parpadear. Y entonces la vio. Al fin. Se había puesto el traje y los zapatos que él le había enviado. Su prima le había arreglado el pelo en un moño bajo. Sin saber muy bien qué hacer con ella, llevaba en la mano la cartera a juego con el traje y los zapatos de tacón. Avanzó sin prisa, con la mirada fija en él, hasta que le alcanzó.

-Hola Kennedy

-Buenas, Beautiful…

-Y tú?…Cómo has acertado mi talla?

-Es que yo, entre otras cosas, soy experto en pesos y medidas- Contestó él, arreglándole con delicadeza un detalle de la manga, Alicia se apartó un mechón invisible de la frente e iba a decirle algo, cuando la voz de Ebra la hizo volverse.

-Alicia!- y casi se le cae la cartera de la mano, que finalmente se colocó bajo el brazo, y notó como un calor insólito le subía a la cara y le pareció que muchos mechones se apostaran de una vez sobre su frente, robándole el don de la palabra- Qué bien que has venido…me encanta tu cocktail, ven, que te presento…que este es un soso…- Ebra llevaba el pelo en una media melena medio recogida a un lado con un bonito tocado de plumas y lucía un traje azul cobalto, sin mediar más palabra la cogió del brazo y la guió hacia la iglesia.

Teir las observó perderse en el interior del templo, y, tras ajustarse mejor los gemelos de la camisa, las imitó, alegrándose, por primera vez en mucho tiempo, de asistir a una boda de mañana.

David

24 domingo Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Yo nunca sería capaz de tomar al asalto una comisaría, ni de hacer una huelga de hambre, o morir por una causa. David sí. Y por eso tenemos lo nuestro. Nos conocimos en la biblioteca. Los dos queríamos el mismo libro de derecho civil, él estaba matriculado en Agrónomos y yo no acabé de entender por qué tenía interés en el mismo libro que yo, que estudiaba Derecho. Decidimos compartirlo. Y ya no nos volvimos a perder de vista. Es el único que me llama Maravillas. Por mi nombre. Porque le gusta. Una vez me dijo que yo parecía la típica rubia que no come, y yo le contesté que él era lo más parecido a un okupa. Pero funciona.

Acabamos a destiempo, en junio terminé yo, y un septiembre después él. Él consiguió una beca en Agricultura y yo empecé a trabajar en el Centro Comercial, en el departamento de perfumería. La primera vez que me vio en uniforme me preguntó desde qué puerta salía el avión para Bilbao. Lo único que es distinto es que mis tacones son más altos. Y a mí no me gusta volar. Yo lo que quiero es ser notario.

El piso lo encontramos por casualidad. Ni muy grande ni muy pequeño, pero con techos altos y ventanales. A los dueños les urgía la venta, y el banco nos facilitó la hipoteca.

Primero llegó Simón y once meses y una semana después Levi. Fue entonces cuando mi madre entró en nuestras vidas. David empezó a trabajar en una empresa de pozos, yo volví enseguida a vestirme de azafata con tacones altos, y alguien tenía que cuidar a los niños. Que conste que ella se ofreció voluntaria a tamaña empresa. Siempre dice que su día estaba vacío, y los niños se lo llenaron.

En un principio, el proyecto iba a dirigirse desde la central en la capital. Pero después cambiaron de opinión y les comunicaron que tendrían que trasladarse con frecuencia a Sudán, para dirigirlo in situ. A mi no me hizo mucha gracia. Me alegré por la gente, que iba a tener después pozos, pero las noticias que leía sobre la zona no me parecían muy alentadoras. David me tranquilizaba, nos contaba que la gente era muy amable y agradecida, y que la zona problemática estaba muy lejos de donde ellos estaban trabajando. La zona siempre estaba lejos.

Primero me llamó mi primo. Y después un ministro. No sé cual. Mi madre dice que empecé a gritar. No me acuerdo. Y la casa se llenó de gente triste, que me agarraba las manos. Y yo les oía como si estuviese tras un cristal. Alguien me dio un vaso de agua. Y me envolvió una profunda tranquilidad. Y me dormí. Horas o días. No lo sé. Según parece asistí al funeral y al entierro. Nadie supo que, tras las enormes gafas oscuras, seguía durmiendo. Todo está fundido en negro. Con voces mate y lejos. Y esa tranquilidad. Esa paz absoluta.

Ni se enteró. Y me lo dijo mirándome fijamente, como para querer convencerme. La Hermana Celeste. En mi tranquilidad artificial se me ocurrió que tenía nombre de grupo indi. Y me dio por reír. Me cogió la mano y me la acarició. No tenía manos de monja. Tenía las manos de mi tío Crisanto. Albañil. Y otra vez la risa. Ella también sonrió. Al menos. Había traído “las cosas”, como ella las llamó, en un macuto enorme de lona azul.

Cuando se fue me quedé mirándolo sin poder siquiera tocarlo. Mi madre lo cogió y despareció con él por el pasillo.

En algún momento me di cuenta de que David no iba a volver. Que no iba a escuchar el ruido de sus llaves en la puerta, ni vaciar sus botas de arena, verle convertir nuestra bañera en una cubeta para el estudio de las olas del mar, escuchar su risa, verle cargar con los niños a la espalda, oir como le llama Beckenbauer a Fran para luego presumir de ser el único hombre sobre la faz de la tierra capaz de robarle el balón, los domingos sin prisa, o saberme poseedora de su total y sincera atención.

Ellos se van, y los que dejan atrás tenemos que volver a construir nuestra vida, como si un inesperado bombardeo la hubiese hecho saltar en mil pedazos.

Volví a trabajar un mes después, para mover mi cabeza hacia algún lado, y ver gente. Volví a funcionar, una nueva rutina sin esperar su vuelta, una rutina para aceptar su ausencia.

Lo encontré un domingo por la mañana. Buscando una bolsa de deporte y guantes de goma para Levi , el lunes tenía una excursión con el colegio y una bolsa de deporte era la mejor opción para meter todo lo que me habían dicho que debía llevar. Estaba en el armario de los productos de limpieza. En la lista, en rojo, habían escrito “Guantes de goma”, me pregunté qué tendría que hacer mi hijo con guantes de goma en Andorra, pero aún así aparté varios cachivaches para alcanzar la bolsa de guantes y allí lo descubrí. Grande y de lona azul. Empotrado contra la pared del fondo. Cogí los guantes y volví a cerrar la puerta como si hubiese visto una bomba a punto de explotar. Tuve un nudo en la garganta todo el día. No se fue ni con un par de chupitos de orujo.

La mejor manera de solucionar un problema es aceptarlo. Así que, en cuanto los niños estuvieron dormidos y mi madre se marchó, volví a abrir la puerta.

Observándolo ante mi, sentada en el suelo, se me ocurrió que tenía algo de macuto de soldado. Pero en azul. Aflojé la apertura superior, y decidí ir sacando las cosas una a una, sin mirar el contenido total, siendo juez y parte de mi propio sorteo.

Una lata con lo que parecían billetes de autobús, papelitos de colores con garabatos escritos a mano, algunos con letras impresas y a un ridículo precio, le gustaba viajar en los medios de transporte público del lugar donde le tocara trabajar, decía que así se podía hacer una idea de la distancia real entre las poblaciones, mejor que en un jeep o en un camión de la Organización. Veinticuatro papelitos de colores en dos semanas. Dejé la lata en el suelo junto a mí. Un paraguas negro plegable, una linterna, tres cuadernos con informes escritos a mano, y medidas, no solía llevar dispositivo electrónico alguno, ya que solía moverse por zonas donde la electricidad era un artículo de lujo y sin conexión a internet, lo documentaba todo por escrito , y una vez en la central lo pasaba al ordenador, sonreí al tratar de entender su letra ilegible, siempre le decía que debería haber sido médico. El me respondía que no le gustaba la sangre. Y otra vez el nudo. Dos cajas de lápices y una de gomas, tres collares de cuentas de madera de colores, su maquinilla a pilas y una bolsa de cuero marrón. Abrí la cremallera despacio, casi temiendo que algo fuese a salir volando de dentro. Su Canon EOS. Perdí mi batalla contra las lágrimas, pero me las borré con la mano. A través de esa cámara había recorrido África de su mano, de cada viaje traía un reportaje gráfico, una especie de diario con el que me explicaba lo que había hecho. A mi propuesta de publicarlas, había contestado que hacerlo sería como vender el alma de aquellos lugares y de sus gentes, las solía revelar él mismo en el trastero. Sin querer, mi mirada vagó hasta una foto que adornaba nuestro salón,y que él había titulado “Cántaros”, una mujer de espaldas con un enorme cántaro sobre la cabeza, una mano lo sujetaba, la otra en la cadera, en un paisaje ocre y marrón, ella misma vestía de naranja.

Volví a borrar las lágrimas y cogí la cámara entre mis manos, alguien la había limpiado, pero aún había restos de algo. Supuse de qué y mi estomago se dobló, me tapé la boca y respiré hondo, cerrando los ojos. Cuando mi estomago volvió a su posición normal, encontré el valor para examinarla.

Todavía tenía batería, así que pulsé un botón y con un breve pitido encendió su piloto verde. En un arranque de valentía toqué el botón para ver las fotos en la pantalla.

Y allí estaba. LA foto. LA última foto. No pude borrar las lágrimas. Me quedé mirando la pantalla, incapaz de moverme.

Cuando pude forzar en mí alguna reacción, apagué la cámara y la devolví a la bolsa de cuero, apretándola contra mi,mirando al vacío, tratando de hilar siquiera un pensamiento. Hacía meses que no lo hacía. Había dejado a otros hacerlo por mi. Noté como me invadía un cansancio casi mineral.

Una a una volví a meter las cosas dentro del macuto. Todo menos la bolsa de cuero. Guardé ambas cosas en las profundidades de una balda con jerseys de invierno.

La primera persona a la que se me ocurrió podría consultar fue Don Robusto, mi antiguo párroco, aunque para nosotros siempre fue Robusto. A secas. Más allá de toda confesión o voto. Pero la última vez que había ido a visitarle, la edad ya había hecho mella y la enfermedad del olvido no le había permitido reconocerme. Así que hube de buscar otra opción.

Si siempre he querido ser notario, ha sido por Don Sisenando. Cada familia tiene un médico de cabecera. Nosotros teníamos un notario. Recuerdo acompañar a mi madre a hacer algún trámite, el despacho estaba en un segundo piso y la escalera era una suerte de ampliación de la sala de espera, donde la gente aguardaba pacientemente ser atendida, respetando el orden de los peldaños a modo de turno. Pacita era entonces la oficial y salía a intervalos regulares a resolver asuntos menores entre los que esperaban. Y a repartir Chupa-Chups. Para nosotros niños no suponía ir a solucionar papeleo. Nosotros íbamos por los Chupa-Chups.

Pero Pacita se jubiló hace años y ya no se reparten turnos por peldaños. Ni Chupa-Chups. Si bien las riendas de la notaría las lleva ahora su hijo, Don Sisenando conserva su despacho. Y de alguna manera el mando. Cuando yo era una niña, el ya era un hombre muy mayor. Cuando el oficial me abrió la puerta de la estancia, se me ocurrió que aún debía ser posible hacer tratos con fuerzas innombrables para detener el paso del tiempo. Y Don Sisenando había firmado uno años atrás, conservándose tal y como le recordaba.

Sentado a su mesa de caoba maciza, levemente encorvado en su impecable traje azul marino con chaleco del que pendía la leontina dorada de su reloj, y corbata con nudo Windsor. Era portador de unas gafas de miope rectangulares, sin pasta y minúsculas, lo que me había llevado muchas veces a pensar que eran totalmente insuficientes para la amplitud de su mirada azul, con la que observaba a su interlocutor por encima de ellas. Tenía menos pelo, muy blanco y bien cortado. La máquina de escribir había sido sustituida por un moderno ordenador portátil con impresora inalámbrica. Único cambio reseñable en la decoración caoba, maciza y profusa. “Eres igual a tu madre” y me señaló con un dedo indice largo y curvo, al tiempo que se incorporaba sin demasiado trabajo, le di dos besos y el me acarició la cabeza, como entonces, intenté no mirarle para no emocionarme, y casi lo logré. El me ofreció su pañuelo de todas formas.

Me volvió a dar el pésame que ya había recibido de su hijo en su momento, y mirándome por encima de sus minúsculas gafas, entrelazó sus largos y abigarrados dedos para preguntarme en qué me podía servir. Yo aferraba la bolsa de cuero contra mi, como si de un salvavidas se tratase y no sabía muy bien por donde empezar. “Lo mejor es empezar siempre desde el principio” y esa frase en su voz como de hojas secas, borró como por pincel mágico mis dudas y empecé desde el principio.

Me situé junto a él y accioné el botón de encendido de la cámara, para luego pulsar la tecla de visionado de fotos en la pantalla. Y allí estaba otra vez. LA foto. Por primera vez en mi vida vi a Don Sisenando ajustarse las gafas al tiempo que guiñaba imperceptiblemente los ojos. Se hizo un silencio que no supe romper. Su mirada azul multiplicada por diez a través de sus lentes rectangulares se encontró con la mía, que por algún motivo no podía parar de parpadear. “Criatura, vamos a necesitar refuerzos”. Mi abuela me había contado una vez que Don Sisenando había sobrevivido al acoso de Belchite, con lo que tras escuchar tal frase de su boca, no pude más que sentarme a esperar.

Llamó a Hernán, su hijo. Y éste a su primo Amable, abogado que tenía su oficina a dos calles, pero que apareció en el despacho apenas Hernán colgó el teléfono.

Los tres contemplaron LA foto en el visor, al tiempo que intercambiaban comentarios a media voz que yo desde mi asiento no podía oir.

Me explicaron, de forma que yo pudiera entenderlo, las diferentes posibilidades que se daban con respecto a LA foto. Me ofrecieron unos días de plazo para pensar. Pero no los necesité. Me decidí por la única opción que para él hubiera sido posible. No podía ser de otra manera.

Doné la foto al Museo de Arte Moderno. Le dedicaron una sala en exclusiva. Los beneficios de cualquier tipo de reproducción se destinaron a la Fundación Silev, una combinación de los nombre de nuestros hijos, destinada a la construcción de pozos. Sus pozos. Ahora nuestros pozos.

A veces me siento en el banco que han situado frente a ella. Y escucho su voz en mi oido. Casi un susurro. Llamándome. Maravillas. Porque es mi nombre.

Tres cucharadas.(Microcuento)

19 martes Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Ha adelgazado mucho. No hay mejor dieta que la preocupación y una criatura agarrada a tu falda. Aún guarda la esperanza de que todo se pueda arreglar, de que él abra la puerta con las llaves que conserva, y todo, como en moviola, vuelva atrás. A antes. Si alguna vez lo hubo.

No es buena cocinera, pero cuando se decide a preparar algo comestible, le reserva su porción. Se la lleva a su lugar de trabajo. Tan alta, tan delgada, tan sola. No tiene apetito, le dice, no es bueno para el colesterol. Pero ella siempre reserva su porción.

Quiere darle tiempo a que vuelva. A que se replantee su decisión. Mide el tiempo. Es como caminar a oscuras sin ser ciego, palpando el aire, temiendo el siguiente paso. Temiendo caer.

Pero ella le reserva su porción.

Como antes.

Sugar,Sugar…

17 domingo Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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-Ahora ya te toca a tí…

-Ponla otra vez, que me quiero cortar las uñas de los pies…

-Pero no te las cortaste en la ducha?

-Ya me lavé los dientes mientras me lavaba el pelo, ya sin suavizante para hacerlo corto, si encima me corto las uñas….

«Sugar, ah honey honey
You are my candy girl
”….

-Tengo que hacer pis….

-Tres minutos….sólo tres minutos….

«And you’ve got me wanting you
Honey, ah sugar sugar»

-Yo ya voy hacia el vater….

-Ay espera….pues sólo me corto las de…espera….
“You are my candy girl
And you’ve got me wanting you
”

-Le gusta más si saltas un poco….

-Tres pasos para adelante,tres para atrás, lado, lado…

-Tú verás….

“I just can’t believe the loveliness of loving you
(I just can’t believe it’s true)
”

-Ves?

-Pues yo salto…y hasta se ríe…

-Todavía no se ríe, Ray, hará una mueca….a ver…acabas?

-Y yo te digo que se ríe….
“
I just can’t believe the one to love this feeling to

(I just can’t believe it’s true)”

(Amago de llanto)

-Cógela que me tengo que vestir….

-Ya te dije yo….

-Pues después salto…ahora me voy a vestir….

When I kissed you, girl, I knew how sweet a kiss could be
(I know how sweet a kiss can be)
Like the summer sunshine pour your sweetness over me
(Pour your sweetness over me)”
..

-Uy…

-Ay!…pues no saltes…no la muevas…aaalaa…todo fuera….te ha puesto fino….

– Pues me voy a tener que duchar….otra vez….no te rías…

-Me visto y…

-Y cómo hacemos?….

-Espera que me pongo algo….tres minutos….

-”Mi vida en tres minutos”…..dónde vas?…shhhhshhhhh….eaeaeaea…ponlo otra vez!…shhhhhshhhhh…yuyuyuyuyu….

«Sugar, ah honey honey
You are my candy girl
”…

-Ya estoy….pásamela así…cuidado con la cabeeeeza….

-Se ha hecho caca….

-Tiene caquita…mi cosita piquiñiiita….qué haces?

-Pues sacarme la ropa vomitada, Maribel, qué voy a hacer….y muévete, que sino…

(llanto)

-Ves?

-Ya…ya….yoyoyoyooyoy…..a ver….a ver…

“When I kissed you, girl, I knew how sweet a kiss could be
(I know how sweet a kiss can be)
Like the summer sunshine pour your sweetness over me
(Pour your sweetness over me)”

(LLANTO)

«Sugar, pour a little sugar on it honey
Pour a little sugar on it baby….”
–
Salta, Maribel…..dónde tengo calzoncillos?

(LLANTO)

-…..

«Sugar, pour a little sugar on it honey
Pour a little sugar on it baby
I’m gonna make your life so sweet, yeah yeah yeah
Pour a little sugar on it oh yeah”

-Calzonzillos?

-En la cesta….shhhhhshhhhh…oooyoyoyoy…..

-Dámela anda….

-Pero vístete….

-Aaaala…..ves?…ya está…. la cosa está en saltar…

-Hay que cambiarla….

-Ponla otra vez entonces….

-Voy….

«Sugar, ah honey honey
You are my candy girl
”….

*»Sugar,Sugar» The Archies, 1969.

Valdeálvaro

14 jueves Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Cuando Remigio Céspedes emergió de detrás del mostrador, Catalina Orihuela ya estaba allí. Con su abrigo de lana de alpaca, su pelo trigueño recogido en un moño- coca y su dulce mirada azul, dedicándole la más bonita de sus sonrisas. Se había decidido finalmente a comprarle a su hijo mayor los gemelos de plata que hacía meses le pedía, y así evitar discusiones familiares absurdas. Sí, definitivamente eso era lo que iba a hacer a primera hora de ese lunes.

-Gemelos de plata?, por supuesto Señora, ahora mismo le muestro tres modelos de corte juvenil…- Contestó Remigio atentamente , sumergiéndose otra vez tras el mostrador, al tiempo que oía una musiquilla como de campanas. Cuando volvió a incorporarse, Catalina Orihuela había desaparecido. Evaporado. Sin dejar más huella que su vacío ante el mostrador. Remigio Cépedes oteó la casi desierta planta de joyería y cosmética. Pero ni rastro de la mujer del abrigo de alpaca.

En la hora de la pausa para comer, Céspedes le pidió el favor a Mario Muerzo, el de seguridad que trabajaba en el cubículo de monitores, de buscar el segmento de las nueve de la mañana. Quería estar seguro de que la mujer del abrigo de alpaca no era un espíritu. Había oído que, a veces, se aparecían ante los que se querían llevar al otro mundo. Y quería estar prevenido.

La noticia sorprendió a Laura Mendoza en plena discusión con su marido. Las monjas habían escrito una nota formal de queja, acerca del largo del uniforme de Laurita. Veintisiete centímetros por encima de la rodilla, era indecente e indecoroso.

-Indecoroso- Repetía Luís mientras aventaba la hoja que contenía la queja, como queriendo que su contenido desapareciera en el aire con el gesto. Laura, que llevaba varios minutos sin decir nada, trató de intervenir alegando que la falda le quedaba bastante larga a la niña de todas formas. Luís cesó en su labor de aventar la hoja y la miró, durante un par de segundos, en los que la radio que la empleada tenía encendida en la cocina pudo oirse con nitidez, hasta ese momento había sido una especie de ronroneo de fondo- “De todas formas” dice…- Enlazó Luís haciendo amago de volver a hacer aspavientos con los brazos. Pero Laura ya no le escuchaba. Había entrelazado sus enjoyados dedos, y parecía de pronto concentrada en algo que hacía que sus ojos vagasen inquietos por el salón, mientras murmuraba algo ininteligible.

-Dios Mío Virgen Santa- Musitó por fin, llevándose una mano al pecho, y sus pulseras tintinearon, sacando a Luís del hilo de su monólogo- Dios Mío Virgen Santa- Repitió Laura, y sin dar explicación alguna abandonó el salón casi corriendo. Luís,que seguía sin entender nada, alcanzó a oir la puerta principal cerrarse de un portazo, y se dejó caer en una de los sillones, tratando de encontrar una explicación a la reacción de su mujer.

“….Así pues el proyecto de Valdeálvaro ya es un hecho, pronto el aire fresco de la sierra será asequible para todos aquellos que decidan comprar una de las casas en la futura urbanización Valdeálvaro”

La rutina diaria de Remedios Casanova consistía en levantarse a las cinco y media, encender la cafetera ya preparada de la noche anterior, ducharse, desayunar en ropa interior, ya que,indefectiblemente, si desayunaba ya vestida, se mancharía de café, vestirse, meter las llaves en el bolso y marcharse a trabajar. Entre las seis y media, y las siete y media siempre había un atasco en la circunvalación a la altura de su salida, así que tenía que calcular de una hora a una hora y media más, si quería llegar a tiempo al trabajo.

Aquella mañana la radio se activó automáticamente en el canal de noticias y música que siempre escuchaba. “Quiero una motocicleta, que me sirva para correr/y quiero una camiseta que tenga el número diez”, pues mira, sí, una motocicleta ahora mismo no me vendría mal, pensaba ella observando el lento avanzar del tráfico ante ella.

Cinco minutos más tarde Remedios Casanova se salió por la izquierda de la fila de vehículos, y circuló por el arcén hasta alcanzar las cadenas entre los bloques de cemento que conformaban la mediana. Ante la incrédula mirada de los ocupantes de otros coches, abandonó el suyo y desenganchó la cadena de su sujeción con la mayor autoridad de la que fue capaz. En algo se tenía que notar que ella trabajaba para el Ayuntamiento. Volvió después a su automóvil,y sin más dilación, esperó la oportunidad para incorporarse al tráfico en dirección contraria.

“ ….Valdeálvaro. No se hablará de otra cosa en los próximos meses. Luz, espacio, calidad de vida, vistas. La urbanización del futuro….un proyecto ambicioso. Valdeálvaro..”

-Si toma Ibuprofeno podrá conducir sin ningún tipo de problema…

-Y si lo combino con Tiroxina L?

-Tampoco, no hay problema…

-No sé si llevar también C efervescente…

-Puede combinarlos…

A Majo San Martín, de pronto, algo le llamó la atención en la puerta de su farmacia. Tres mujeres que, a su vez, la miraban a ella sin pestañear y con tenaz concentración.

-Quién ha muerto?- Les preguntó, casi sin voz, llevándose la mano al pecho, como siempre hacía cuando algo la sobrepasaba.

-Vamos a la carcel fijo

-Vamos? A mí no me incluyas…

-Tú fuiste cómplice, no digas que no….

-Ya….

-A lo mejor a estas alturas…ya ni hay nada….

-Algo queda fijo…

-Y saldremos en la tele…..cómo nos llamarán?…”El grupito salvaje”…

-“Las Vengadoras” si te parece…Laura…céntrate…

-Entonces…qué hacemos?

-Nada

-No, algo tendremos que hacer…

-Ya, pero qué?

-Podemos ir….y ver si hay algo…

-O alguien..

-Yo no cavo….nunca….ni en mi jardín…

-No creo que esté enterrado….estará por allí….

-Mira esta…”por allí”….

-Ay hija! Y yo qué sé!

-Majo, tú eres la de los planes….qué se hace?

-Por qué regla de tres?

-Por el Carajo 29…

-Esa boca!

-Lo decía mi padre….pasa algo?

-Veamos….

Estaban sentadas alrededor de una mesa camilla, que ocupaba la casi totalidad de la minúscula rebotica de Majo. De vez en cuando la auxiliar de farmacia asomaba la cabeza entreabriendo la puerta, para preguntar algo, y ellas se callaban, y hacían que hacían, y la auxiliar volvía a desaparecer sin ocultar su escepticismo.

-A tí Rubén nunca te dijo qué hizo con él?….a propósito….cómo sigue?- Y Majo miró a Remedios por encima de las gafas bifocales, apuntándola con el bolígrafo con el que se disponía a trazar un plan sobre una hoja de papel, todavía en blanco, ante ella. Todas miraron entonces a Remedios, que se encogió de hombros.

-Pues no, él me dijo que se había ocupado y punto…..y ahí sigue…todavía en el coma inducido…supongo que un día de estos le despertarán….no sé…- Y se pasó la mano por la cara, Laura le acarició un brazo y ella se lo agradeció con un gesto.

-Y en veinticinco años no se te ocurrió preguntarle?

-Pues no….

-Otras cosas le preguntarías….

-Déjala, bastante tiene ya….

-Lo que está claro es que tú al tipo lo empujaste….

-Y qué iba a hacer?! Se estaba pasando….

-Si! Que lo vi yo! Estaba intentando meter mano ahí!….

-Ahí dónde?- Preguntó Catalina, como perdida en el hilo de la conversación.

-Pues ahí! Cati, hija, dónde sino!- Aclaró Laura,señalando algún lugar impreciso de la falda de la camilla con el dedo índice de su mano derecha, e hizo tintinear con eso sus pulseras.

-Y le empujé….y se cayó a lo oscuro….

-Y palmó…

-Ay Laura, por Dios!

-A callar todas, que tengo que pensar….tiene alguna una aspirina?- Todas la miraron a la vez sin creerse la pregunta, teniendo en cuenta dónde se encontraban- en fin…lo que podemos hacer es lo siguiente…Encarna, tú, como trabajas en el Ayuntamiento, te puedes acercar a las obras y de paso de que te informas sobre cualquier cosa, miras si ves algo…

-Que trabajar en el Ayuntamiento no me da “Patente de Corso” para ir por ahí informándome de nada…

-Pues te lo inventas, seguro que alguna ordenanza habrá que no cumplan….

-Por haber…

-Pues eso, tú vas…y nosotras…

-Seguimos tus movimientos desde el cerro…-Continuó Laura.

-Qué cerro?- Preguntó el resto al coro.

-El Cerro de Valdeálvaro, cuál va a ser?

-Aquello es plano….que yo sepa…

-Pues en Google-maps aparece un cerro…espera…

-Yo podría cogerle los prismáticos a Ernesto….ahora sólo los usa para vigilar a gente desde la azotea…-Comentó Catalina.

-A qué gente?- Se interesó Majo.

-Gente…no sé…lejísimos…ni idea…ya sabes cómo es Ernesto-Majo levantó las cejas, pero se abstuvo de contestar.

-Yo tengo dos sillitas como las de Carlos de Inglaterra…las puedo llevar…- Catalina posó su mirada en Laura, guiñando levemente los ojos, Majo y Remedios se miraron entre si- Las que usa para pintar…monísimas…ya las veréis…las compré en Amazon para cuando fuimos a Roma, con tanto adoquín, al final, se agradecen…- Catalina asintió y se pasó dos dedos por la nariz al tiempo que cerraba brevemente los ojos, Majo pareció querer hilar ideas, sin éxito, e iba a decirle algo, pero Remedios le agarró el brazo con suavidad.

-Buena idea,Laura, tú tráelas….

Al Alto de Valdeálvaro sólo se podía acceder a pie. En realidad era una especie de montículo o protuberancia del terreno, en un paisaje plano y sin demasiada vegetación. Catalina, Laura y Majo dejaron el coche de ésta aparcado detrás de unos palés abandonados, después de dar varias vueltas inútiles buscando un lugar mejor para dejarlo. Catalina, al ver el improvisado sendero,horadado sobre la tierra por el continuo pasar por el mismo sitio de aquellos que subían la pendiente, dijo que ella esperaría al pie y les enviaría un whatsapp si venía alguien, a ella no le gustaba escalar, ni cuando iba a Baqueira, y tampoco había traido los zapatos adecuados. Pero Majo la cogió del brazo y la hizo acompañarlas sendero arriba, haciendo caso omiso de sus quejas. Laura las siguió cargada con dos bolsas de hule y una mochila, contándoles cómo su marido, una vez, había caido ,rodando,tras tropezar, por la Duna de Corrubedo y que un señor alemán le había imitado pensando que era lo que se tenía que hacer, y que ella sólo había tenido miedo de que la Duna se moviese y los aplastase, porque esa Duna es móvil, lo creyeran ellas o no.

-Pero no los aplastó- Sentenció casi sin aliento al llegar a lo alto del promontorio, dejando las bolsas en el suelo y secándose el sudor con un kleenex.

-El qué?-Preguntó Catalina sin apenas voz, sin saber a qué se refería, fijando sus gafas oscuras contra el puente de la nariz, y buscando sentarse sobre un pedrusco.

-La Duna Móvil…

-A quién?- Quiso saber Majo, arreglándose un poco la melena y mirando ya hacia algún lugar en la distancia, Laura comenzó a sacer cosas de las bolsas.

-A Horst y a Luís- Anotó, Catalina repitió ambos nombres para si, tratando de hilarlos con algo,y, dándose por vencida, negó con la cabeza. Majo suspiró e hizo visera con la mano, para ver mejor.

Lo que desde allí se divisaba era un inmenso areal tomado por grúas y escavadoras, sembrado de desmontes, antigüos caminos, montañas de escombros, aparejos de obras, camiones y containers de oficinas, en el centro del cual todavía resistía un edificio cuadrado y macizo de cinco plantas,ya casi desprovisto de paredes y que, en tiempos, había sido una construcción espantosa, a la que el abandono no había hecho ningún favor. Para ser una mañana de entre semana, no había demasiado movimiento de obreros y las máquinas estaban paradas.

-Ahí llega- Anunció Majo, al divisar el Golf de Remedios acercarse a uno de los accesos, Laura le pasó unos prismáticos de considerables dimensiones y de color camuflaje, que pesaban tanto que a Majo casi se le caen al cogerlos, Catalina, ya sentada en una de las sillitas de pintor amateur que había traido Laura,se encogió de hombros e hizo un gesto desvaído con la mano al respecto.

-Os hago un sandwich? Tengo fuet…- Preguntó al tiempo que sacaba dos tuppers y un envase de Pan Bimbo de una de las bolsas, Catalina, sin ocultar su asombro se atrevió a asomarse a la bolsa para saber qué contenía, Majo declinó la invitación y trató de ajustar los prismáticos.

-Ah, qué horror!

-Qué pasa!

-Tan cerca lo puse…que le veo los pelos de la nariz a alguien….

Remedios salió del coche y respiró dos veces hondo, después sujetó la carpeta con documentos que llevaba contra si y se mesó la nuca para arreglar, innecesariamente, su peinado, de pelo rojizo corto estilo chico. Después oteó la distancia, sin encontrar lo que buscaba, y se dirigió al acceso de la obra. Dos hombres con casco le salieron al encuentro, ambos en vaqueros y forro polar verde, portaban unos planos bajo el brazo.

-Tú dirás- Invitó el que se había presentado como ingeniero a cargo del proyecto, Remedios abrió su carpeta y sacó varios papeles grapados.

-Vengo por el alicatado del suelo- Y se los entregó, ambos hombres se miraron un instante, y el ingeniero hojeó los documentos tratando de leer a qué se refería.- Es un alicatado hidráulico muy antiguo, y debe ser restaurado.

-Pero ya tenemos permiso de demolición….- Apuntó el otro, que se había presentado como jefe de obra, Remedios carraspeó y sacó otro papel.

-Nuestros técnicos vendrían a extraerlo y llevarlo, después el edificio es todo vuestro….

-Y eso cuándo sería…- Remedios miró fugazmente el reloj, como si eso le fuese a dar una idea de lo que tenía que contestar y luego señaló el edificio ante el que se encontraban.

-Necesito ver el estado en que se encuentra, si no os importa- Decidió, ambos hombres se encogieron de hombros y la invitaron a seguirles.

Tras proporcionarle un casco, la guiaron a través del destartalado coloso, surcado en su medio por un hueco de grandes dimensiones, que, en tiempos, le explicaron, había dado cabida a un ascensor industrial. En un momento del paseo, estando en el tercer piso, Remedios se asomó al hueco. En el fondo sólo pudo discernir escombros.

– Y ese escombro?

– Cuando desaparezca esta preciosidad, se lo llevarán. No contiene amianto ni nada peligroso…si es a lo que te refieres- Explicó el ingeniero asomándose junto a ella, Remedios se sujetó el casco y trató de sonreír.

-Entonces….cuándo dices que vienen a por el alicatado?- Se interesó el jefe de obra deslizando un dedo por una tablet, Remedios volvió a mirar el reloj y soltó un buche de aire, maquillado en un suspiro.

-Mañana.

 

 

-Y no viste nada, una calavera, un femur….

-Ay, por Dios, Laura!- Exclamó Catalina haciendo girar los ojos, Remedios tomó un sorbo de café.

-Qué?! Pues en CSI siempre aparecen huesos….

-Sólo escombro…y escombro, nada más.

Volvían a estar reunidas en la rebotica, alrededor de la mesa camilla, Majo les sirvió un trozo de bizcocho de zanahorias y nueces a cada una.

-Pues hay que ir otra vez, con el cuento no pego ojo…- Dijo, para tomar después una cucharada del suyo.

-Yo-no-vuelvo…..las vueltas de papeleo que tuve para que fuesen a buscar el dichoso alicatado….y aún me queda elucubrar dónde lo ponen…yo, lo dicho, no-vuelvo….- Sentenció Remedios moviendo el dedo índice de su mano derecha en el aire y meneando a la vez negativamente la cabeza para hacer más énfasis.

-Pues vamos al hospital y despertamos a Rubén….-Decidió Catalina sirviendose un café, Remedios soltó una especie de chillido.

-Tú estás loca! Ya le despertarán….esto es cosa nuestra…

-A ver por qué tuviste tú que empujar a nadie….- Recordó Majo, Remedios se limitó a suspirar.

-Catalina….podemos ir tú y yo a pasear con Tor, y mientras él hace sus cositas, nosotras buscamos el cadaver..- Sugirió Laura cortándose otro trozo de pastel, Catalina dejó a medio camino una cucharada entre el plato y su boca, y parpadeó varias veces, sin acertar a contestar.

-Quién es Tor?-

-El perro de Catalina….más rico….tan simpático…- Explicó Laura ondulando la voz, como quien habla de un bebé, Majo y Remedios se miraron entre si y luego a Catalina, quien parecía muy concentrada en encontrar las nueces perdidas en su trozo de bizcocho.

-Desde cuándo tenéis perro?

-Cosas de Ernesto….a ver…la niña me estaba enseñando un video de perros de esos de Instagram….y yo dije “Qué bonito!” pero en plan…a ver….como si hubiera dicho “Llueve!”, sabéis?…y va Ernesto, al día siguiente me trae un cachorro de Setter clavado al del video….y bueno, pues se llama Tor.- Majo se llevó una cucharada grande de bizcocho a la boca, Remedios levantó las cejas.

-Yo creo que si esta le dice a Ernesto, “Tírate por la ventana” va él…y se tira- Zanjó Laura, Catalina hizo girar los ojos y negó con la cabeza.

-Pues vais con Tor….en serio, Tor a un Setter?

-Majo…ya sabes cómo es Ernesto…

-Y le dejamos suelto, que corra, y con la excusa de buscarle, pues buscamos huellas….

-Tanto como huellas, Laura…

-A lo mejor lo encuentra ya él….- En eso se abrió la puerta de la rebotica y entró un chico joven, alto, con una cazadora de motorista negra con adornos verdes y un casco en el brazo, tenía el pelo castaño claro algo largo y sus ojos, en combinación con su sonrisa, iluminaron aquel reducido espacio.

-Rubénhijo!

-No lo puede negar- Dictaminó Majo a la vista del chico, Remedios sonrió orgullosa al tiempo que se acomodaba mejor en el asiento.

-Supuse que estarías aquí….Buenas Tardes Señoras!- Saludó Rubénhijo acercándose a la camilla y comenzando a repartir besos, su madre le arregló un poco el pelo, él le regaló otra sonrisa.

-Lo dicho….ni aunque quiera…- Apuntó Majo, Remedios le dio un codazo.

-Sólo decirte que me voy a….- Comenzó Rubenhijo, pero antes de que pudiese continuar, la puerta se volvió a abrir y apareció una chica, de melena castaña y cara pecosa,con un abrigo azul y unos libros bajo el brazo.

-“El Camarote de los Hermanos Marx”- Dijo divertida, soltando una carcajada después.

-Hola Ana, cuánto tiempo!- Saludó Rubénhijo dándole dos besos, ella volvió a reir.

-Rubenhijo!Lo mismo digo!Mamá…que me voy a la Biblioteca, vuelvo para la cena…

-A la Biblioteca?Me coje de camino y tengo otro casco, si eso te acerco…

-No!- El veto en las voces al unísono de las mujeres sentadas a la mesa camilla, hizo que ambos jóvenes las mirasen más que sorprendidos.

-Lo que ….queremos decir es…ponte el casco, Anita, eh?, póntelo…- Acertó a salvar la situación Catalina con la más dulce de sus sonrisas, los dos asintieron y tras despedirse salieron juntos de la rebotica. Remedios iba todavía a decirles algo, pero Majo le cogió la mano y la miró por encima de las gafas.

-Llevan casco.

Laura eligió para la ocasión el conjunto que se había comprado cuando a Luís se le había dado por el senderismo de montaña. Compuesto por unos pantalones verdes elásticos que se metían por dentro de una botas de montaña beig, un jersey de cuello vuelto negro y una chaqueta acolchada, verde musgo, tipo amazona con coderas de pana, todo ellos azicalado con un sombrero tirolés que su cuñada le había traido de recuerdo de un viaje, lo que la hacía parecer una suerte de guardabosques bajito, sin bosque que guardar. Catalina había optado por un mono tipo chandal, un abrigo de lana rojo hasta los tobillos, zapatillas de deporte y un gorro de uno sus hijos, también de lana, que le tapaba la cabeza casi por completo. Esta vez aparcaron el coche un poco más cerca de la obra, detrás de un galpón para materiales. Habían elegido las últimas horas de la tarde para llevar a cabo su plan, así que la obra estaba desierta de obreros y sus accesos cerrados. Ellas, sin embargo, se dirigieron a un camino que la bordeaba y que en algunos tramos se perdía en ella, entre vallas y muros móviles. Tor trotaba ante ellas, sujeto a la correa que llevaba Catalina de la mano.

-Pues yo soy más de reguetón, fíjate…

-Nada, yo tengo que cantar a voz en cuello, porque voz tengo, ya sabes que la eduqué…

-…

-No me mires así, Cati, que bien sabes que canté en el coro y la Hermana Ginesa siempre me decía “Da el tono Laurita” y yo lo daba…

-Ya…pero tanto como “educar”…

-“Yo te doy, toda mi vida y hasta más quisieraaaaa, sabes bien que soy tannn tuuuya hasta que un díaaa me mueraaaaa!!!!”

-Laurita por Dios!!

-Doy el tono..o no?

-Das, das…Jesús…qué dices…lo dejamos que corra entonces?- Preguntó Catalina mirando a su alrededor, un inhóspito lugar de zanjas, caminos de tierra y vallas, Laura se encogió de hombros y ella dio via libre a Tor, que, acto seguido salió disparado,y, salvando grácilmente un vadén, se adentró sin dejar de correr en la zona de zanjas. Catalina se llevó las manos a la cabeza, Laura soltó una media carcajada.

-Ven, que sé como hacen unos del ejército inglés en la tele….- Y a paso vivo se acercó al badén y comenzó a trepar por él, para desaparecer después tras él con un chillido, Catalina parpadeó varias veces.

-Pues…si hay que ir…se va- Y la siguió.

-Tú qué dices?….bajamos y las ayudamos, o dejamos pasar la cosa…

-Es que….qué hacen?

-El chucho, que saltó a la poza gigante esa que se forma cuando llueve… sabes?

-No sé….

-Es que la gente no las piensa…

-O sí, vete tú a saber….- Los dos vigilantes de la obra, observaban desde una de las terrazas que hacía el terreno, cada uno con un café en la mano, cómo dos mujeres,desde lo alto de un talud, habían tratado de convencer a un perro de abandonar la poza, en la que el animal parecía pasárselo muy bien nadando, la mujer que llevaba un sombrero había tratado entonces de bajar hacia la poza, había resbalado y caido medio dando volteretas al agua, la otra ,al asustarse, había caído del talud hacia el lado contrario y tras trepar otra vez, había tirado un tablón al agua, asustando entonces al perro, que había huído hacia el fondo del areal dando aullidos. La mujer del gorro había intentado salir de la poza sin conseguirlo, al tener las ropas completamente empapadas, la otra entonces había accedido a bajar a ayudarla, para acabar ella misma hundida en el barro que rodeaba la poza.

-Pero mi amor, si querías venir a ver el Chalet Piloto, me lo podrías haber dicho, y veníamos juntos…- Ernesto Sáenz, marido de Catalina, se lo decía mientras conducía su coche de vuelta a la ciudad, junto a él, en el asiento del copiloto, Catalina, arrebujada en una manta, se había calado la cabeza por completo en el gorro y no había dicho una palabra en lo que llevaban de trayecto, bajo la manta, sólo llevaba la ropa interior, lo que antes había llevado puesto, Ernesto había tenido que meterlo en una bolsa de basura en el maletero.

-No quiero volver allí jamás en la vida!- Masculló bajo el gorro.

-Piloto….te voy a dar a tí yo Pilotos- Protestó la voz de Laura desde el asiento trasero, también envuelta en una manta y acariciando la cabeza de Tor, que, más un ser de barro que un perro, se había acostado contra ella, y dormía plácidamente.

-Nada, ahora a casa, os preparo un baño relajante y como nuevas, mañana puedo llamar a Jiménez y que nos los enseñen sobre plano, como inversión o así….- Continuó Ernesto con calma, Catalina pareció patalear bajo la manta.

-No quiero volver jamás!Jamás Nunca!!

-Nunca Jamás, amor..

-Como sea!!

-Sobre plano, dice…..

-Laura, por Dios!!

El hombre del tiempo había anunciado chubascos moderados, pero se habían quedado en un par de nubarrones que se habían ido deshilando en el cielo con ayuda del viento a lo largo de la mañana, hasta dejar un cielo casi despejado, que ahora contemplaban cuatro mujeres sentadas en cuatro sillas de camping sobre el Alto de Vadeálvaro, al que, además de las sillas, habían subido dos neveras portátiles, varias bolsas de hule, cuatro mochilas y dos paragüas tipo sombrilla.

-Tenéis que admitir que no se está tan mal- Anotó Remedios cerrando los ojos contra el cielo.

-Yo después no quiero volver más nunca…

-No era “Jamás Nunca”, Cati?

-Dejadme en paz…- Y ella también cerró los ojos, apoyando la cabeza en el respaldo de la silla.

-A y media acaban con él…

-Con quién?

-Con quién va a ser Remedios? Con el edificio…

-Mira que si nos pasa como en Fukushima….

-Y de dónde nos iba a venir la ola? Laura…piensa…

-O nos afecta la onda…

-Estamos a cinco kilómetros….voy ir sacando las copas…

-Qué copas?

-Ay, esto lo vamos a bañar en Gin-Tonic…

-Y quién conduce de vuelta, rica?

-Llamamos a Ernesto, y en paz…

-Señor…por qué yo?

-Podemos hacerlo más veces…

-Aqui?

-No, dónde nos dé la gana.

-Además, ahora que Anita y Rubenhijo se van a ver más…

-Y tú eso cómo lo sabes??…

-La experiencia es un grado….

-Qué ha sido eso?

-Un bombardeo…

-Laura!

-Ya empiezan….ay qué emoción…

-No sé vosotras, pero yo estoy nerviosísima…

-Ay Reme, un poco de por favor….

-Sonreid!!…#alabimalabamalimbambuuum la cuelgo y nos hacemos virales…

-Yo sólo quiero llorar….

-Ay Cati por Dios, toma el Gin y calla….

-Estoy segura de que con estos prismáticos, si los ajustas de alguna manera, es posible leer los pensamientos de la persona que observas…..

-Por…

-Este, claramente, se depila las cejas…

-Majo!

-Ahí van, ahí van….niñas las copas!

-Pam!

-Salud!

-Y porque sigamos juntas!

-Eso!

-Dónde nos dé la gana!

-Y cómo nos dé la real!

-Cuando nos salga de ahí!

-Laura!

-Por Jamás Siempre!

-Siempre Jamás, Cati…

-Como sea!

RUBÉN

Sé que viene porque huelo su perfume. Sigue usando el mismo, Eau de Courreges. La de veces que tengo ido al Corte Inglés a hacerme con tiritas de prueba, las llevaba en el bolsillo y me daba la impresión, que, de alguna forma, también la llevaba a ella. No me habla, sólo está ahí. A veces la oigo llorar, pero muy bajito, se suena casi sin hacer ruido. Antes de irse, me acaricia la cabeza, como entonces. Yo no puedo hacer nada. Sólo hilar mis pensamientos y recuerdos, que dan vueltas en mi cabeza sin encontrar salida alguna. No me puedo mover. Tampoco hablar. Ni abrir los ojos, y aunque pudiera, no lo haría, estoy mejor así. Rubénhijo viene también. Ha salido a mí. También es terrible. Se lleva a las enfermeras de calle. La manzana no cae muy lejos del árbol, se dice, no?. Y listo como su madre. Me lee el periódico, el fútbol y los sucesos. Pero sólo los sucesos graciosos. Los que leíamos juntos. Sólo que ahora sólo se puede reír él. Yo ni siento ni padezco. A veces me duele algo, pero no sé exáctamente qué. Y enseguida vienen, y el dolor se va como vino. Toda la vida montando a caballo, y me caigo de una mula terca. Sólo me acuerdo de llegar a la finca de Pancho. No sé cuándo. Desde entonces estoy aquí. He intentado moverme o dar alguna señal, pero no he sido capaz. Sólo puedo oir y oler.

Hoy ha venido a última hora. Eau de Courreges. Mi niña. Porque para mi siempre será mi niña. Y sé que a ella le gusta que la llame así. Aunque diga que no. Por llevarme la contraria. Y me ha contado una retaíla de cosas. Ella que sólo lloraba bajito. Me he perdido por la mitad. Algo con las otras chavalas y una urbanización. Hace mucho que no tengo que pensar, debe ser por eso. Se fue apuradísima. Eso sí, me acarició la cabeza.

Me ha contado el segundo capítulo de su retaíla. Y ya sé de qué me habla. Valdeálvaro. Allí estaba la fábrica de neumáticos del padre de mi amigo Martín. Que después se casó de penalti con aquella. Cómo se llamaba?. La fábrica cerró que yo sepa. Y es un monumento ruinoso al feísmo. La de parrandas que hemos tenido allí. Y de eso iba la retaíla. De una de las parrandas. Aquella del hueco del montacargas. Me acuerdo de que vinieron a buscarme medio histéricas, porque Reme había empujado a un chico al hueco. Porque se estaba pasando. Y estaban convencidas de que se había matado. Porque estaba muy oscuro, decían, y no respondía. Yo era terrible. Jugaba a ser el heroe o el perdonavidas. Según cuadrase. Y me cuadró el héroe. Hice como que iba a mirar y les dije que yo me ocupaba. Y le di un beso, la llamé „mi niña“, la abracé y se las encargué a Javi y Marcos para que las llevasen a casa. Mi palabra la ley. Faltaría más. Yo era terrible. Me quedé solo. Y bajé a los almacenes. No era un montacargas. Era una especie de contenedor gigante que subía y bajaba los neumáticos. Ahora estaba abajo. Hasta arriba de llantas. Trepé y allí estaba. Cómo se llamaba?. Abelardo. Eso. Abelardo Conesa. Durmiendo la curda como un bendito sobre las llantas. Le desperté y le ayudé a bajar. Luego le llevé a casa en mi moto. Se fue al poco a Suiza a trabajar para la Nestlé. O algo así. Y allí sigue,que yo sepa. Pero muerto no está. Fijo. Le dije a Reme después que yo me había encargado de todo, que se olvidase del asunto. Yo era ahora su héroe en carne y hueso. Nunca le conté la verdad. Y estas montándose la película. Las estoy viendo. En la rebotica. Como antes. Si sólo pudiera reirme. A ver la que lían. Lo que daría por volver a ser el héroe. Pero para eso tendría que salir de aquí. Pero cómo. Ya lo he intentado todo.

Ya lo tengo.

Riesgo Calculado (Microcuento)

08 viernes Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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El baúl de los juguetes está cada vez más vacío. El primero en marchar fue Pancho, se aupó sobre Splash y saltó al suelo, ni adiós dijo. Lucas y Esmeralda, al menos, avisaron la noche anterior, Sam les prestó su escalera. Los dos caballos, la vaca y el elefante optaron por evadirse durante la visita diaria al parque, cruzarían el lago, por la parte de los juncos. El Hombre Araña se encaramó al borde de la cómoda, de ahí al pomo de la puerta y desapareció. Gran Héroe Volador arriesgó por el resquicio de la ventana. Sam, como buen capitán, se irá el último. Hoy toca baño. En contacto con el agua me haré invisible, y me iré, como vine. Sin hacer ruido.

 

Subinspector Naveira. „Tengo una muñeca“(V y Final).

03 domingo Feb 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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V- Manhattan

-Y como verás, tienes unas vistas espectaculares- El hombre de la inmobiliaria le presentó lo que se veía a través de la ventana del salón con un gesto teatral de la mano, como si Naveira, a través de esa ventana,fuera a presenciar, en cuanto se asomase, un número de circo. Pero no. La ventana se abría a un patio de luces, ni grande ni pequeño, de paredes de cemento y tendales de ropa, Naveira se volvió tratando de entender la broma, pero la convincente sonrisa del comercial le dio a entender que se lo decía en serio. Buscó sonreír también, y se asomó otra vez para mirar hacia el trocito de cielo que se podía divisar desde esa altura.

-Va a llover otra vez- Dictaminó, y cerró la ventana, el de la inmobiliaria le guió hacia la siguiente estancia, que también daba a ese patio, y, según él, no necesitaría siquiera calefacción porque le daba el sol todo el día. Iba a decirle lo que pensaba a cerca de esa afirmación, cuando le sonó el móvil, al ver quién le llamaba sonrió y luego fingió falsa seriedad al dirigirse al comercial- No sabes lo que lo siento, pero me tengo que ir, ya te llamo para ir a los otros cuando pueda, de acuerdo?- Y le ofreció la mano, el otro asintió y se la aceptó, para pasarle después una hojas con fotos de pisos a todo color.

-Nada, ya me dices, sin compromiso…- Anotó como despedida.

Naveira marcó rellamada en cuanto llegó a la calle, enclavada en la laberíntica barriada colindante con El Corte Inglés.

-Alégrame el día neno…

-Esa sería mi frase

-Siempre quise decirla, debe molar mazo con la pipa..

-No creas…qué me queres amor?*

-Contarte mi vida…en serio, tengo que narrarte rollos…

-Cuándo te va?

-A las dos en el Manhattan?

-No te pilla mejor por el puerto?

-Non ho…que las paredes tienen ojos neno…flipas …

-Oidos

-Bueno, pasa mía, tu ya me pillaste…en el Manhattan?

-Va

-Aburiño*

José Ángel Núñez Abuín, Gelo, siempre había sido un niño alto y flaco. Con el tiempo, sin embargo, había evolucionado hasta convertirse en un coloso, de espaldas del ancho de un armario y brazos de remo que se desplazaba sobre unas piernas tan largas y fuertes como troncos. Trabajaba como estibador en la lonja del puerto, y, según él no necesitaba otra cosa para mantenerse en forma. Naveira le divisó ya desde el momento en que dobló la esquina desde Juan Florez hacia la Plaza de Pontevedra, se había decidido por acudir a la cita dando un paseo, por hacer algo de ejercicio, ya que si bien pagaba regularmente las cuotas de un gimnasio, hacía mucho tiempo que no iba y caminar le ayudaba a pensar. Gelo y él se habían criado juntos, ya que habían vivido en la misma calle en Montealto. Juntos también al colegio y después al instituto, después sus caminos se habían bifurcado, Naveira había sido admitido en la Escuela Nacional de Policía y Gelo había tirado hacia la mecánica, para después recalar en el puerto, como antes lo había hecho su padre. No se veían con frecuencia, pero el vínculo seguía siendo el mismo.

-Siempre que entro aquí me parece que voy romper algo neno…no sé por qué…- Comentó Gelo cuando ocuparon una mesa en la cafetería Manhattan, a Naveira le dio la risa.

-Es que casi se ruega etiqueta..

-Ya lo notara ya…

-Qué es de tu vida? Tus mujeres bien?

-De sultán tengo poco eh?…

-El bellezón de tu hermana…?

-Tu no sabes la frase “Tropecé de nuevo con la misma piedra”…bueno, pues ella lo hizo no una, flipa, sino dos veces, neno….y claro, ahora tenemos dos piedras preciosas en casa, ella se fue de cocinera allá arriba a una plataforma petrolífera y está con un galés que también está allí….

-Un galés…

-Una chorba* de Montealto y un galés se encuentran en una plataforma petrolífera….suena a coña de chiste…pero no, es lo que hay…

-Y tu madre?

-De mi vieja va el rollo que te tengo que narrar..- Naveira dejó de remover el café que les acababan de servir y se le quedó mirando sin entender a dónde quería llegar.- No me junes así, neno, que yo también flipé…

-Sorpréndeme….

-Pues resulta que mi vieja cholla para una gente de guita del 15004*, lo típico, la de Mosquera, en fin, que esa purila tiene una hermana que está pa llá…pero pa llá total, no rige…creo, y el cuento es que mi vieja ahora salió con que la tipa que está pa llá es la que birló a la chavala del aeropuerto…ahí la tienes báilala, como dice el otro- Y se bebió de un trago el resto de su café solo, Naveira, que le había escuchado atentamente, miró fugazmente hacia el exterior, y se bebió él mismo su café de un trago.

-Y en qué se basa?

-La Mosquera se fue fuera una semana, y dejó a mi vieja a cargo de la que está pa llá, pero se le fue…y justo coincidió con lo de la chavala, y con que no sé qué rollo de muñecas rotas y ataques de pánico…una muvi* total, lo dicho…y ella no quiere achantar después con el marrón, entiendes?- Naveira se pasó una mano por el rostro y maduró la información unos instantes.

-No te puedo contar nada, pero desde que apareció Rebeca…la niña, se llama así, no avanzamos ni un ápice ni llegamos a ninguna conclusión….así que me vendría de perlas hablar con tu madre, primero extraoficialmente…porque si es humo…es humo….pero si no lo es…

-Pues te pasas por “territorio enemigo” esta noche si puedes y listo….- Naveira rio descreido y miró hacia el exterior.

-Viven allí todavía?

-Se llamará Fe tu ex, pero a tí no te tenía ninguna eh? je,je  Neno….es lo que hay…siguen, siguen…y no me entrará nunca, neno, porque tú no sólo tienes pelasso, eres guapo del copón que decía mi hermana- Naveira soltó una carcajada y negó con la cabeza, para mesarse el pelo después imitando los anuncios de champús.

-Es que yo lo valgo…

-Lo copas, neno, total…

-Le viene bien a tu madre a las siete?

-Allí estaremos.

Xoxón Mosquera llamo a su hijo Amadeo, que estudiaba en Madrid, por video-llamada de Whatsapp, nada más sentarse a desayunar, Amadeo le cogió el teléfono a punto de hacer exactamente lo mismo.

-Buenos Días, corazón!Te desperté?-Amadeo se ajustó las gafas de pasta y alejó un poco el teléfono, para poder verla mejor, luego sonrió.

-Qué va!…tengo clase dentro de una hora…

-Te llamo para darte una alegría…

-Papá vuelve a tocar la harmónica…- Xoxón rio con ganas.

-No, Gracias a Dios…verás…te damos nuestro Audi!- Amadeo guiñó levemente los ojos, y acercó un poco más el móvil.

-El qué?…creo que no te oigo….

-El Audi, corazón, te damos el Audi!- Exclamó Xoxón, llamando entonces la atención de su marido, quien entraba en el comedor en ese momento, y se sentó junto a ella, sin entender a qué se refería.

-Pero qué dices?- Susurró Pancho haciéndole gestos con las manos.

-Mira! Papá está aquí! Te lo lleva hoy mismo, y él vuelve con el Ford K…

-Pero es que con el jaleo que hay por lo del centro….- Quiso objetar Amadeo, buscando a su padre en la pantalla.

-Sale esta misma tarde, y vuelve, ida por vuelta….y nos haces un inmenso favor, mi vida….

-Bueno, vale…pero el seguro y todo eso….

-De eso no te preocupes, ya hablo yo después….

-Y cuándo dices que llega?…yo tengo clases hasta…

-Cuando llegue te llama y ya está…- Pancho frunció el ceño y negó con la cabeza, incapaz de seguirla.

-Ok….gracias!

-De nada, corazón, ya te digo cuando sale…adiós- Y le envió un beso, que Amadeo respondió con otro, antes de poner fin a la llamada.

-Pero nena! Qué está pasando!?- Exclamó Pancho incorporándose, más confundido que enfadado, Xoxón alzó su mirada inundada de lágrimas hacia él, para luego sepultar el rostro entre sus manos, y dar rienda suelta al llanto.

Naveira cumplió su promesa, y acudió a la cita pactada con la madre de Gelo. Cuando llegó, se la encontró ya vestida y arreglada para salir, Gelo se limitó a encogerse de hombros.

-Hay otra persona que te puede contar más que yo, ya la llamé y nos está esperando….no sabes lo que te lo agradezco filliño…es que no pego ojo con la trécola*…ven, vamos, vive en Adelaida Muro…- Y sin darle tiempo siquiera a darle las buenas tardes, lo cogió del brazo y les guió calle abajo.

Hermosinda Tren López, Sinda, en su juventud había sido una mujer alta, muy rubia y de enormes ojos azules. Ahora, superados los ochenta y cinco años, el pelo rubio se adivinaba en las ligeras vetas que jalonaban su impecable pelo corto y blanco, los ojos azules, sin embargo, grandes y despiertos seguían iluminando su rostro, casi libre de arrugas. Les recibió sentada a la mesa del comedor, en la que su hija Lina había dispuesto una merienda que bien podría saciar a un batallón, presidida por un gigantesco bizcocho borracho. Después de las consabidas presentaciones, servidos el café y el bizcocho, Piluca pidió a Sinda que le contase a Naveira lo que sabía de la familia Mosquera.

– Á Santa puxo-a así o pai, non por nada…veulles des anos despois da Xoxón, polo menos, xa non contaban e veu ela. „Culo veo, culo quiero“, mercaballe o de Dios es Cristo con perdón. E eles cartos tiñan e teñen a mansalva. Ela era mais ghuapa ca outra. Tiña os ollos do color de aquela actriz, cómo se chama Lina?, si muller, a da pelicula aquela tan longha, que puxeron ambigú e todo no meio, boeno, aghora non me ven, pero son dunha cor rara. Eles xa as levaban sempre moi ben vestidas, os calcetís cos lazos, os abrighos cos ghuantes…deso era á Fina, qué rolliño lle daban, e daquela có almidón, si muller, que despois casou có de Cortizo. Bonecas pa parar un tren, teñenme dado bonecas por un tubo, escusaba mercar. Alghunhs sen abrire. Si casou Santa? Sí, él era dos Dapena, un rapaz moi bo, pirlouse por ela, e ela por él…boeno, en Santa non se sabe, como é así, o mellor non, pero boeno. O vestido trouxeronllo de Madrid, aquelo foi unha apoteosis, que di meu neto. Ainda teño por ahí o recordatorio, mira na comoda Lina. Foranse vivir ó pazo alá a Alvedro, cando Alvedro era aló no quinto pino. Quería que fose con ela, pero quedeime na Barrié….eu qué facía alí?..Ainda hoxe é incómodo. E eu xa o dicía, pero….Non durou nen dous anos. Por ahí, dous anos cortos. Ela volteu pa casa e él foise. Tivo que irse. Porque ela presentabase-lle onde el vivía, e tal, como se non pasara nada, ela era como é. Eu coido que non o aceptou nunca eso. O caso é que el foise, non sei a donde, pero lonxe. A Felisa, a do Cosme, traballaba nos pais del, contoume que él seica volveu casar, pero non volveu por aqui, iban eles….a Felisa? A Felisa xa morreu muller, onde vai, era maior ca min. A preghunta de Santa de pequena era „Sinda por qué no andan? Por qué no andan y hablan mis muñecas?“a sua cousa era que quiría que a bonecas falasen e se movesen…e…como no o facían rompía con elas. Unhas perrenchas!. Pero nada…traían novas e listo. Qué dis? Si, colleu unha nena do xardín….Ay pero eso foi terrible, calaron á xente con cartos, muitos, e non se soupo nada por fora. Colleu-na, e levou-na a un piso que tiñan na Falperra, …alá se fora o pai. E daquela con Franco….calaron a xente con cartos, e ninghién dixo nen pio. Mandarana a un sanatorio en Suiza seica…pero nada. Santa é así, hay que querela como é, che mira con eses ollos…e xa perdiches.*

Naveira y Jon observaban desde la acera de enfrente la entrada al Parking situado debajo de la Plaza de Vigo, sin decidirse a entrar a cotejar una sospecha que a Naveira se le había ocurrido tras escuchar el relato de Sinda. Se lo había contado todo a Jon a primera hora de la mañana, y desde hacía un cuarto de hora sopesaban pros y contras.

-Entramos, miramos si el coche está y por las ventanillas por si hay algo a la vista…..si no está pues ya es otra cosa…

-Ya, pero con qué derecho inspeccionamos el coche, sólo tenemos la sospecha de Piluca y lo que me contó ayer Sinda…el coche es de la hermana.

-Pues ya es algo…llevamos dando palos de ciego casi dos semanas….

-Vamos pues….

Atravesaron hacia el parking, Piluca le había dicho que el coche era un Audi A6 de color gris metálico y le había dicho la letra y el número de plaza. Cuando la alcanzaron, se encontraron ante un Ford K blanco.

-Empezamos mal- Comentó Jon y trató de distinguir algo del interior haciendo visera contra una de las ventanillas traseras.

-Subimos y preguntamos…..- Decidió Naveira, y a paso vivo abandonaron el aparcamiento.

Santa

A veces se acordaba de Carlos. Y de la forma que tenía de afeitarse. Trazando surcos perfectamente verticales con la maquinilla en la espuma de las mejillas. Para luego limpiarla en el agua del lavabo. La miraba a través del espejo, y le guiñaba un ojo. Y ella a él. Pero sólo a veces. Tenía más cosas de las que acordarse. Listas enteras. Que iba escribiendo en libretas. Nadie podía leerlas. A nadie le gusta que escudriñen en su vida. A ella tampoco. Por eso las escondía. Y sólo ella sabía dónde. Como el manojo de llaves. Ellos creen que ella no se da cuenta. Pero ella lo nota. Ella sabe perfectamente lo que hace, y cómo. Otra cosa es que se lo diga a ellos. Sólo a papá, pero él ya no estaba. Como Carlos. Le gusta volverse invisible. Es fácil. Es cuestión de prática. El mundo está lleno de cosas obvias de las que nadie se da cuenta. Lo había leido en alguna parte. Y era verdad. La gente mira sin ver. Y eso jugaba a su favor. Ya no llovía. Sus ojos, de delicado color lila, acariciaron la niebla de cubría el puerto a la primeras luces del día, y sus facciones, de pálida filigrana, normalmente impasibles, se asustaron levemente con el eco de una sonrisa. Ahora voy, mi vida. Ahora voy.

Blanca y radiante va la novia…

Piluca les abrió la puerta, pero su cara de preocupación no les hizo augurar nada bueno.

-Al Señor le dio un infarto ayer cuando volvió de Madrid….se cayó redondo en el portal, menos mal que estaba el portero sino….

-De Madrid?

-Con todo el jaleo no te lo pude decir….fue a llevar el Audi…

-Y traer un Ford K blanco?-Preguntó Naveira, sacando ya su móvil de servicio del bolsillo de su cazadora

-El de Amadeo..-Confirmó Piluca retorciéndose ya las manos- Ay Dios Mío….

-Dónde está la señora?- Preguntó Jon adentrándose en la casa, Piluca le siguió ya muy nerviosa.

-En la Residencia….digo…el CHUAC*…se fue con él en la ambulacia….y no volvió…

-Y Santa?- Quiso saber Naveira, Piluca hizo un gesto con la mano señalando el pasillo que llevaba hacia la puerta que unía los pisos, y los dos policías se adentraron en él casi a la carrera. El piso anexo estaba a oscuras, como de costumbre, Piluca dio la luz y la llamó, pero sólo les respondió el silencio, Jon y Naveira recorrieron todas las estancias de la vivienda, pero Santa no estaba, Piluca se sentó en una butaca y se llevó una mano a la boca.

-Ay, Dios Mío- Naveira marcó un número en su móvil, y se agachó ante Piluca cogiendole una mano.

-Necesito que nos digas la matrícula del Audi y la dirección de Amadeo……nos ayudaste mucho Piluca…no te preocupes- Piluca asintió sin poder borrar la preocupación de su rostro, y se incorporó para ir a buscar los datos que necesitaban.

Una vez Naveira los tuvo, dio la orden de localizar el coche en Madrid e inspeccionarlo. Después, ya camino de la calle, llamó a Corcubión, para que pidiese una orden de registro mientras él y Jon iban al CHUAC a hacerle un par de preguntas a Xoxón Mosquera.

-Como comprenderán no estoy en condiciones de atenderles- Espetó Xoxón, abrazada a sí misma, viva imagen del cansancio, desmadejada y lejos de querer ser amable, después de una noche en vela en la Unidad de Cuidados Intensivos, en la que su marido estaba ingresado.

-Sentimos mucho lo que le ha pasado a su marido, Sra Mosquera, pero necesitamos que nos de razón de un par de cosas…- Comenzó Naveira, Xoxón le lanzó una mirada furiosa.

-Diga usted una palabra más y la próxima „razón“ que escuche usted por mi parte será una demanda de mi abogado….

-Díganos al menos si sabe el paradero de su hermana….- Xoxón cerró fuertemente los ojos tratando de frenar el llanto y dándoles la espalda, se alejó por el pasillo sin contestar.

-Pues si que ha sido de mucha ayuda…- Comentó Jon siguiéndola con la mirada.

-Volvamos a Barrié…

Atravesaban el Puente del Pasaje cuando casi simultaneamente, recibieron dos llamadas, la primera desde Madrid, el Audi había sido ya localizado, y en su interior habían encontrado, entre otras cosas, restos de purpurina, que coincidían con las muestras tomadas a Rebeca. La segunda desde la central, la voz de Regueira, entrecortada y casi sin aliento, sonaba como si estuviese hablando al mismo tiempo que se moviese a gran velocidad.

-Hay otra….hay otra….le dio un golpe a la madre y se… llevó a la cría en el coche……ahora sólo saber a dónde…- Naveira, que iba de copiloto, abrió la ventanilla, colocó la sirena sobre el capó,la accionó y no dejó acabar a Regueira.

-Llama a Penedo, ellos están más cerca, que vayan al viejo Pazo de los Mosquera, colinda con el Aeropuerto…nosotros vamos para allá- Jon, al oir esto, y sin previo aviso hizo un giro de U hacia la izquierda entre crugir de ruedas y bocinazos de los coches que circulaban a su alrededor en ambas direcciones, Naveira aferró una mano a la puerta y la otra al techo , una vez hubo estabilizado de nuevo el vehiculo en el carril de dirección contraria, Jon soltó una especie de grito vaquero al tiempo que golpeaba el volante con la palma de su mano derecha.

-Siempre había querido hacer esto, macho!! Vamooos, Vamoos!!- Y pisó todavía más a fondo el acelerador, Naveira le miró todavía recuperándose del medio trombo, tratando de que su estomago volviese a su sitio.

Saltándose todos los límites de velocidad, llegaron a la zona del aeropuerto del Alvedro. Tras las diferentes ampliaciones del aeropuerto, las casas que colindaban con él, abandonadas y tapiadas, habían quedado en parte sin acceso directo desde la carretera, hayandose algunas ya dentro del recinto vallado del aeropuerto, otras del otro lado. El antiguo pazo de los Mosquera pertenecía a las segundas, en otro tiempo imponente edificio señorial de piedra y madera, ahora abandonado invadido por maleza y escombro. Jon y Naveira se guiaron por las luces de las sirenas de los coches de la Guardia Civil. Un agente les salió al paso en la carretera que circundaba el aeródromo haciendo aspavientos.

-Hay que ir a pie…- Alcanzó a decirles, tras salir del coche, le siguieron adentrándose en la hierba alta y maleza, tras recorrer medio centenar de metros, llegaron al que había sido el portalón de entrada a la propiedad, cerrado con tres gruesas cadenas oxidadas. Penedo y otros tres agentes ya estaban allí, Naveira descubrió con asombro a Xoxón Mosquera, sentada sobre una piedra, custodiada por uno de ellos.

-Cuando llegamos trataba de abrir el portón…- Explicó Penedo, Naveira se acercó a ella, Xoxón evitó mirarle.

-No…responde al teléfono..-Susurró ella, casi sin voz, mirando, rendida, hacia algun lugar. Naveira se dirigió entonces a Penedo.

-Tiene que haber otro acceso…- Desde lo profundo de la maleza, otro de los agentes llamó su atención.

-Aquí!!….- Todos, incluida Xoxón, siguieron su llamado. El agente había dado con una pequeña cancela a la que se accedía por un sendero de graba proveniente de una servidumbre de paso que daba acceso a una de las casetas de trabajo de Obras Públicas, junto a la que estaba aparcado un coche. Mientras dos de ellos se dirigieron a inspeccionar el vehículo, Naveira y Jon, seguidos de Penedo, Xoxón y otro agente cruzaron la cancela.

No hizo falta llave para abrir la antigua puerta del servicio, ya que estaba entornada. Les recibió el rumor de música, desde algún lugar y el eco de una voz infantil que parecía cantar. El grupo se adentró en la casa, sumida casi en la oscuridad, ya que la mayoría de sus ventanas estaban tapiadas, hasta alcanzar lo que había sido el salón. Una criatura vestida con una vestido azul de tul y descalza jugaba a recorrer la enorme y destartalada estancia con un triciclo, mientras hacía volar dos globos de helio en forma de unicornio rosa que estaban sujetos a una de sus muñecas. Cuando les vio, cesó en su carrera, y su boquita se frunció en un puchero, Jon se acercó a ella y la cogió en brazos.

-Traed mantas! Está helada!- Grito abrazándola contra si, mientras otro agente corría en busca de las mantas, Naveira, Penedo y Xoxón subieron las escaleras que llevaban al primer piso, de donde provenía la música que les guió hasta lo que había sido el dormitorio principal.

El cuarto estaba iluminado por innumerables pequeños quinqués de colores en los que ardían velas, colocados sobre los restos de los viejos muebles, la música provenía de un radiocassette a pilas, que envolvía la estancia con „La Flauta Mágica“ de Mozart. Y en el centro, presidiéndola, una cama de dosel de madera azul cielo y ajados cortinajes morados, sobre la que yacía Santa, recostada sobre un cojín sobre el que se extendía su cabello caoba, ataviada con un camisón de tul blanco que la cubría hasta los tobillos, sus pies en unas sabrinas de charol rosa, sus manos descansaban sobre su vientre, y sus inmensos ojos lila, sin luz, miraban al vacío. Xoxón se acercó despacio a la cama, ya incapaz de contener el llanto, Naveira la detuvo con suavidad.

-Déjeme al menos..cerrarle los ojos.

-Sabe que no puedo.

Piluca le abrió la puerta. Esta vez le regaló una sonrisa y le abrazó, le guió hasta el salón, ahora ya casi desmantelado, y con cajas de madera y de cartón apiladas a lo largo de las paredes. Xoxón estaba junto a la ventana, se volvió levemente a oirle entrar, pero continuó mirando hacia el exterior. Libre con cargos, sólo debía presentarse una vez al mes en comisaría. Piluca les dejó solos.

-Muchas gracias por venir, Sr. Naveira.

-Gracias a usted por la invitación, no creí que quisiera volver a verme…

-Le debo una disculpa, a veces, se dicen cosas que no ha lugar.- Naveira asintió, pero optó por el silencio.- El viernes estará todo listo.

-Piluca ya me dijo que se mudaban a Madrid.

-Ya no hay nada que me ate aquí, Sr. Naveira, y esta casa es demasiado grande…

-Su marido?

-Mejor, gracias, él ya está allí…necesita tranquilidad..no una mudanza- Y casi sonrió, Naveira la secundó.-Tengo una propuesta que hacerle, Sr. Naveira

-Usted dirá…

-He oído que busca piso…

-Ha oido bien…

-Por supuesto este es demasiado grande para usted, pero sé que dentro de poco quedará otro libre, yo podría hablar por usted para que se lo concedan…

-Muchas Gracias…pero por qué quiere usted ayudarme?

-Algo bueno tiene que salir de todo esto, Sr. Naveira- Y posó en él una mirada tranquila y sin acritud.

-Esperemos.

-Esperemos.

 

 

*Qué me queres amor?: Qué me quieres amor? (Es también un libro de Manuel Rivas)

*Trécola:Según la Real Academia da Lingua Galega „Razoamentos empregados para defenderse dunha acusación, para non comprometerse nunha resposta ou promesa ou para librarse de algo.“, también se utiliza para definir algo complicado o de difícil factura.

*Gelo: El personaje de Gelo se expresa en Koruño, forma de hablar o variedad idiomática utilizada en A Coruña, recomiendo este enlace para entender los términos: http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Koru%C3%B1o .

*CHUAC : Complexo Hospitalario Universitario A Coruña, antes conocido como Juan Canalejo y que en A Coruña se conoce también como “La Residencia”.

*Sinda: Se expresa en gallego, aquí la traducción:

“ A Santa la puso así el padre, no por nada….les vino diez años después de la Xoxón, por lo menos, ya no contaban y vino ella. “Culo veo, culo quiero”, le compraba lo de Dios es Cristo con perdón. Y ellos cuartos tenían y tienen a mansalva. Ella era más guapa que la otra. Tenía los ojos del color de aquella actriz, cómo se llama Lina?, si mujer, la de la película aquella tan larga, que pusieran ambigú y todo en el medio, bueno, ahora no me viene, pero son de un color raro. Ellos ya siempre las llevaban muy bien vestidas, los calcetines con los lazos, los abrigos con los guantes….de eso se ocupaba la Fina, qué rollo le daban con eso!, y entonces con el almidón!, si mujer, que después se casó con el de Cortizo. Muñecas para parar un tren, me tienen dado muñecas por un tubo, ya ni compraba. Algunas sin abrir. Si se casó Santa? Sí, él era de los de Dapena, un chico muy bueno, se enamoró perdidamente de ella, y ella de él….bueno, en Santa no se sabe, como es así, a lo mejor no, pero bueno…El vestido se lo habían traido de Madrid. Aquello fue una apoteosis, como dice mi nieto. Aún tengo por ahí el recordatorio, mira en la cómoda Lina. Se fueron a vivir al pazo allá a Alvedro, cuando Alvedro era allá en el quinto pino. Quería que me fuese con ella, pero me quedé en la Barrié…qué iba a hacer yo allí?. Aún hoy es incómodo. Yo ya decía, pero…No duró ni dos años. Por ahí, dos años cortos. Ella volvió para casa y él se fue. Tuvo que irse. Porque ella se le presentaba donde él vivía, y tal, como si no hubiera pasado nada…ella es como es. Yo creo que nunca aceptó eso. El caso es que él se fue, no sé a dónde, pero lejos. La Felisa, la del Cosme, trabajaba en la de los padres de él, me contó que al parecer él se volvió a casar, pero no volvió por aquí, iban ellos….la Felisa? La Felisa ya murió mujer, dónde va ya!, era mayor que yo. La pregunta de Santa de pequeña era “ Sinda, por qué no andan?, Por qué no andan y hablan mis muñecas?” su cosa era que quería que sus muñecas hablasen y se moviesen….y…como no lo hacían las rompía. Unos berrinches!. Pero nada….le traían nuevas y listo. Qué dices? Sí, cogió una niña del jardín….Ay pero aquello fue terrible, callaron a la gente con cuartos, muchos, y no se supo nada por fuera. La cogió, y la llevó a un piso que tenían en la Falperra,….y allá se había ido el padre….Y en aquel tiempo…con Franco…callaron a la gente con cuartos, y nadie dijo ni pío. La mandaron a un sanatorio a Suiza al parecer….pero nada. Santa es así, hay que quererla como es, ella te mira con esos ojos….y ya perdiste”

Subinspector Naveira. „Tengo una muñeca“(IV)

31 jueves Ene 2019

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IV- Xoxón

Ella hubiera escogido otro estampado para las cortinas. Verde musgo de fondo con unicornios alados amarillo mostaza no entraba dentro de sus baremos del buen gusto, tenía que admitir que al cerrarlas regalaban discreción y oscuridad, a falta de persianas, ausentes en toda la casa. Hacían juego con los cobertores de las camas, afortunadamente sólo en el tono de verde,y las mesillas de noche. Loreto le había hecho caso y se había decidido por poner dos camas en el dormitorio de invitados, puestas juntas parecían una de matrimonio. De matrimonio malavenido, ya que a ella le parecía de un ancho exagerado. Pancho y ella dormían también en dos camas juntas, que en comparación le parecían ahora diminutas. Y luego estaba el suelo. Loreto les había dado en la mano, nada más llegar, unas zapatillas de fieltro grises, las suyas con bordados dorados, las del padre con renos azules, y había metido los zapatos en un armario empotrado en la entrada. Les había dicho el tipo de madera que era, pero a ella ya se le había olvidado; era oscura, suave, y muy cara. No se podía andar con zapatos por encima. A lo mejor le copiaba la idea del armario, la de las zapatillas también, pero tenía que madurarla.

La semana se le había pasado volando, tenía la impresión de no haber podido hablar demasiado con Loreto, pero la veía feliz y eso era lo único que le importaba. Archi y ella seguían tan enamorados como el primer día, y la niña era una cucada, si se la cogía de la mano ya intentaba caminar y articulaba balbuceos que Loreto interpretaba como “mamá” y Archi como “papá”, a ella le parecían las gárgaras guturales de cualquier bebé. La chica que tenían para la niña era japonesa, y le hablaba en japonés. Loreto les había explicado que así Zoe, con el tiempo, tendría de base ya tres idiomas muy importantes para su futuro, el inglés por Archi, el español por ella y el japonés con Aiko. Pancho encontraba la idea brillante, ella se había unido a la opinión, abrigando esperanzas de poder hablar con su nieta algún día en algún idioma inteligible para ambas.

Se habían decidido por volver el lunes por la mañana, para aprovechar mejor el domingo pero al final se habían tenido que quedar en casa porque no paraba de llover, así que había dedicado parte de la tarde a hacer las maletas, no quería dejarlo para última hora, además, como de costumbre, había comprado demasiadas cosas que temía no cupiesen. Cuando acabó, bajó escaleras y por las risas y conversaciones que provenían de la cocina, supuso que se habían puesto todos a hacer la cena. Si había algo que no le gustaba, era cocinar, así que miró el reloj y sigilosamente volvió sobre sus pasos al piso de arriba. Era hora de llamar a Santa.

La llamó al móvil. Contestó al segundo tono. Tranquila, demasiado tranquila.

-Hola, soy yo, todo bien?- Preguntó Xoxón dando un tono festivo a su voz, que contrastaba con la forma con la que involuntariamente jugaba con el bordón que adornaba las cortinas, un unicornio verde musgo de raso.

-Si, todo bien- Contestó la voz de Santa, estaba demasiado tranquila, Xoxón carraspeó y buscó la risa, casi nerviosa.

-Ya no queda nada, mañana ya nos tienes por ahí- Dijo mientras recorría el contorno del unicornio con el pulgar. Silencio.- Santi? Sigues ahí?

-Mañana? No volvíais pasado?- Xoxón soltó el unicornio para rodearse el talle con el brazo, y alzó la vista hacia el cubrepersianas, una de las costuras había dejado a uno de los unicornios sin cabeza. Volvió a buscar la risa, se le daba bien, podía haber sido una buena actriz.

-Lo cambiamos a última hora….no te lo había dicho? Se me debió pasar, en fin, quieres algo de Londres?- Algo no iba bien. Silencio- Santi? Estás bien?

-Si, ya te dije que todo bien María Encarnación. No traigas la lluvia, por favor- Ahora no tuvo que fingir, y la risa le vino sola, volvió a carraspear. Quizás sólo eran cosas suyas. Todo bien.

-Bueno pues, hasta mañana….está Piluca por ahí? Tengo que…-

-Está tendiendo atrás- La respuesta llegó antes de que ella pudiera terminar la frase, asintió con la cabeza automáticamente y sonrió.

-Pues nada, mañana nos vemos entonces –

-Si, adiós- Y la comunicación se cortó. Demasiado tranquila. Meneó la cabeza tratando de descartar la idea, y buscó su pitillera en el bolsillo de atrás del pantalón. Esa era otra, en la casa no se podía fumar. Entró en el baño anexo y abrió la ventana de par en par, la primera calada la aspiró profunda para expulsar el humo lentamente hacia el exterior,que se perdió en los hilos de niebla. Todo bien.

La sobrecargo les anunció el desvío al aeropuerto de Santiago de Compostela poco antes de aterrizar. No dio razón alguna. Así que pensaron que sería por la niebla. Más vale prevenir, le dijo Pancho, ella se limitó a seguir admirando el mar de nubes por la ventanilla. Nada más aterrizar, buscó el teléfono de su amiga Irene, que vivía en Santiago, para que les hiciese el favor de ir a recogerles y llevarles a La Coruña, encargo que la otra aceptó gustosa.

-Años que no voy a Londres, fíjate, ahora voy más a Paris…-Comentaba Irene cogiendo del brazo a Xoxón.

-Esa cae en Semana Santa- Apuntó Pancho, que llevaba el carrito con las maletas.

-No me extraña que os desviaran con la que hay montada en Coruña..

-Y luego que pasó?- Y Pancho paró en seco para volverse hacia ellas.

-Claro, vosotros no os enterásteis…pues que apareció una niña solita por las pistas de Alvedro…así de repente…y además como disfrazada y no saben cómo llegó allí ni nada…mira..- E Irene sacó su móvil del bolso y deslizando el dedo les mostró algo en la pantalla, Xoxón se llevó la mano a la boca y su rostro se desencajó- Xoxón? Jesús…estás pálida…

-Si…puede ser…espera, me voy a…sentar…

-Estás mal, nena? Eso es de las turbulencias fijo…- Se preocupó Pancho, Irene la guió hasta un grupo de asientos y Xoxón se sentó, pasándose la mano por la frente, su rostro aún del color del papel.

-Pancho…busca agua…esto es de la tensión seguro- Anotó Irene ayudándola a sentarse mejor, Pancho se alejó a paso rápido hacia una de las máquinas de venta de bebidas. Después de beber un par de tragos, el color regresó poco a poco al rostro de Xoxón, si bien no pudo desmaquillar de él la expresión que le había regalado el visionado de la pantalla del móvil de su amiga.

Xoxón Mosquera residía en un edificio de corte señorial conocido como “Casa Barrié”sito en la avenida que discurría paralela al puerto, dos pisos unidos comunicados por una  puerta, y que se abrían a él. En el derecha vivía ella, en el izquierda su hermana Santa. Nada más dejar las maletas en el recibidor de su piso y mientras Pancho e Irene se ponían cómodos en el salón, Xoxón, con la excusa de ir al baño, se dirigió a la puerta que comunicaba su piso con el de su hermana. Se sorprendió de encontrar el pasillo a oscuras, encendió una de las lamparitas de pared, desde algún lugar le llegó un rumor de voces, pero no supo distinguir si era la radio o la televisión.

-Santi?…- Preguntó mientras recorría el pasillo ahora en penumbra, pero nadie contestó, las puertas de las habitaciones estaban cerradas, y según se iba adentrando en la casa la oscuridad se hacía mayor, optó por encender otra lamparita, que le regaló algo más de luz, y se dirigió al salón desde donde le llegaba el murmullo de voces y tras doblar el codo del pasillo los reflejos azules de la televisión. Alcanzó el umbral y entró, las persianas estaban bajadas y las cortinas echadas, la estancia sólo la iluminaba una intermitente y siempre cambiante luz azul del programa que había en el aparato, a un volumen un tanto alto. Su mirada vagó por los muebles hacia el sofá, antes había estado de lado, ahora de frente a la televisión, al igual que las dos butacas. Algo llamó su atención entonces. Una gran cantidad de bultos que, debido a la oscuridad y sin gafas, no pudo distinguir, y que ocupaban los asientos, retrocedió dos pasos y dio la luz de la lámpara del techo. Muñecas. De todos tipos y tamaños. Unas sentadas junto a otras. En perfectas hileras.Sobre el sofá y las butacas. Mudas espectadoras de la programación de tarde. Se llevó la mano a la boca.

-Te pedí que no trajeses la lluvia….- La voz cristalina de Santa a su espalda la hizo dar un respingo y un chillido involuntario, cuando se volvió su hermana ya era una sombra que se alejaba despacio por el pasillo, fumando un pitillo y regalándole una de sus sonoras carcajadas- Nunca aprendes, Encarnación, nunca aprendes…- Y desapareció en la oscuridad del fondo del pasillo, Xoxón se apoyó en el marco de la puerta del salón y se llevó la mano al pecho, tratando de volver a respirar a un ritmo normal, negó con la cabeza y cerró los ojos. Tenía razón. Ella era de las que no aprendían.

-Piluca…hola, buenas tardes…no tendrás por ahí una aspirina..- Xoxón entró en la cocina de su piso y buscó apoyarse en uno de los armarios-alacena del suelo al techo, Piluca, la mujer que que trabajaba para ella haciendo las labores de la casa la miró preocupada.

-Qué mala cara tiene…le preparo la cama? O le hago una sopa..la comida ya está en la mesa- Xoxón cerró los ojos y meneó la cabeza negativamente acariciándose la frente con los dedos de una mano.

-Una aspirina bastará…otra cosa…qué tal fue todo?- Piluca abrió uno de los cajones y sacó una caja de aspirina efervescente, luego se apoyó en la encimera, y miró fugazmente hacia el patio- Qué pasa?- Xoxón crispó sin querer el tono, y volvió a cerrar los ojos contra su mano.

-Su hermana se fue…luego volvió, pero se fue…..

-Bueno…como las otras veces…

-Ya…pero quiero que lo sepa…..y ahora las rompe..- Xoxón levantó la vista hacia ella, sin entender a qué se refería.

-Qué es lo que rompe, Piluca?

-Las muñecas….el viernes entré es su habitación y estaban todas estradas y rotas…

-Pues te doy el dinero y le compras otras…qué problema hay?

-Yo? ay yo ahí ya no…cómpreselas usted que sabe cuáles le gustan…porque ya sabe que…

-Ya lo sé, Piluca, ya lo sé…- La voz de Xoxón sonó de pronto enervada y cansada, al igual que sus gestos, sin embargo respiró hondo, miró al techo y buscó una media sonrisa.

-Perdona…es la cabeza, me va a estallar….después salgo y se las compro yo- Piluca asintió y le pasó una aspirina con un vaso de agua- Gracias…debió de ser la presión del avión- Piluca, levantó las cejas y se secó las manos al mandil.

-Si, seguro- Anotó, para después salir de la cocina.

 

Por la luz que nos alumbra

Cuando Gelo llegó esa tarde a casa, se encontró a su madre limpiando los azulejos de la cocina con un cepillito mínimo, que mojaba a intervalos regulares en un cubo de playa lleno de agua jabonosa, tan concentrada estaba en su labor, que no pareció darse cuenta de la llegada de su hijo, sin embargo cuando éste iba a dar media vuelta y seguir camino hacia la sala, le llamó.

-Ven aquí- Instó, sin cesar de cepillar con fuerza el borde de un azulejo, Gelo volvió a entrar en la cocina y se apoyó en una encimera, metiendo las manos en los bolsillos. Cuando su madre se ponía a limpiar los azulejos de la cocina con tanta fruición, era señal de que tenía un problema que no sabía solucionar,así que  esperó a que acabase de cepillar el azulejo de turno.

-Qué tes*?- Piluca, con el ceño fruncido de aquellos que se concentran en una ardua labor, le miró fugazmente, luego se pasó el embés del brazo derecho por la frente, y contempló el cepillito- A ver mulleriña….desembucha- Piluca se quitó los guantes y se apoyó a su vez en la encimera frente a él con los brazos cruzados.

-Se me volvió a ir….y yo qué iba a hacer….xa me dirás….

-Quién? No te pillo…

-Santa….la hermana de la Mosquera, y si sólo se fuera de paseo pero…- Y torciendo el gesto de su pecoso rostro giró la cabeza hacia la ventana del patio, llevándose su mano derecha al cuello, mientras dejaba la otra abarcando su ancho talle.

-Que buya hizo entonces?

-Yo creo…yo eh?….por esta luz que nos alumbra…que ella fue lo de la chavala del aeropuerto…- Y le miró arqueando una ceja, como retándole a demostrarle lo contrario. Gelo soltó un silbido y se ajustó innecesariamente el gorro de lana negro que llevaba puesto.

-Tu flipas neno, y cómo….me explico…que no rige está claro…pero birlar una chavala ya es otro rollo….

-Cuando rompe las muñecas es que le va a dar lo que le da a ella…..que no la quieras ver…y el otro día rompió una morea de ellas….la hermana pretendía que yo le comprara nuevas….ponte aquí e ves A Coruña* le dije básicamente…..sólo me faltaba, no sabes? Para que a colla eu xusto do revés*…que no la quieras ver….- Gelo miró la hora.

-Yo me tengo que pirar a buscar a las chavalas a natación….con todo eso qué me quieres decir…me explico….yo qué pinto?- Piluca respiró hondo y recompuso su postura,como quien se prepara a dar una sentencia,sin apartar de él un ápice sus vivos ojos verdes.

-Quiero que llames a Naveira

-A Naveira? Para qué?…me explico…tu te montas películas…

-Ya, pero si resulta que es ella, la madre que te parió, que es esta de aquí, eh?, es la que va a achantar con todo…..porque eses son así non sabes?….la culpa fue de Piluca que lo sabía y no dijo nada…..y no me da la gana….Tu hermana en esa plataforma de Dios que sólo le pido a la Virgen Santísima que no se los lleve una ola, tú doblando turnos y con sus chavalas de arriba para abajo, y yo, además de todo lo que tengo que hacerle a esa gente, ahora de cancerbero…non filliño non*..buena es Piluca Abuín….porque la hermana hoy tenía el cuerpo roto…por algo será…no perdemos nada por hablar con él..

-Bueno, pues ya lo llamaré…

-Non, chama-o xa *

*Qué tienes?

*Te pones aquí y ves La Coruña (Dicho coloquial que se utiliza cuando una persona no se cree lo que le están contando)

*Para que la coja justo del revés.

*No hijo no.

*No, llámalo ya.

Subinspector Naveira. „Tengo una muñeca“(III).

28 lunes Ene 2019

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III- Chisco Valbuena.

Se lo habían dicho ya dentro, pero la voz enlatada de Ginés se lo confirmó por el walky cuando preparaban el transportín para acercarlo al avión. Cancelado por niebla, mejor prevenir, y esas cosas, se iba a montar una buena, pero eso a Chisco no le importaba, después de diez meses en paro le habían llamado para este trabajo y pretendía hacerlo lo mejor posible. Riles, su compañero esa mañana, comprobaba algo en unas hojas que le habían entregado los de equipajes y tarareaba ,como siempre, una canción que Chisco no logró identificar. La niebla había bajado de pronto, como si una mano caprichosa la hubiera arrojado sobre ellos, y ya no se distinguía siquiera la pista.

-Esto no levanta hasta mañana- Dictaminó Riles mirando hacia donde tendría que estar la pista, ahora sólo una pared de niebla densa y blanca, Chisco cargó dos mantas y se puso los cascos para protegerse del ruido. Ambos se subieron al transportín y Riles condujo hasta el lateral del avión, que había sido bautizado con el nombre Magallanes, Chisco se preguntó por qué le habrían puesto el nombre de un marino a una aeronave, Albatros le quedaría mejor, o Tucán, por ejemplo.

-Hay cinco tablas de windsurf con las velas! Son ganas de llevar cosas!- Le gritó Riles separándole uno de los auriculares de los cascos para que pudiera oirle, Chisco se encogió de hombros y sonrió, Riles meneó la cabeza al tiempo que se ajustaba sus cascos.

Riles subió por la rampa sobre la que pondrían los equipajes para pasarlos luego al transportín y se introdujo en la bodega, volvió a aparecer con dos maletas amarillas duras que pasó a poner sobre la rampa, Chisco pulsó entonces el botón rojo para que comenzase a rotar. Colocó esas dos primeras maletas de canto contra una de los laterales del remolque, aunque eran duras, si se ponía demasiado peso sobre ellas podrían romperse, y él no podía permitirse ese error. Él quería hacer su trabajo lo mejor posible. Les siguieron dos juegos de maletas Louis Vuitton, una blanda Samsonite blanca con el emblema del Real Madrid, un trolley azul y dos bolsas de deporte de neopreno verde. Nunca apartaba la vista de la rampa. Pero se volvió a mirar hacia donde debía estar la pista. Nunca supo por qué. Y la vio. La criatura llevaba el pelo en dos coletas y lucía un vestidito de tul verde de manga corta con purpurina, que brillaba según los pliegues que el viento helador brindaba a la tela, llevaba agarrado una especie de perro de peluche que arrastraba por el suelo, deshilando la niebla con pasitos inseguros de charol rojo.

-Esta gente no las piensa….esta gente no las piensa!- Y salió corriendo hacia ella, esquivando apenas el remolque, Riles, ajeno a lo que acababa de ver, recogía en ese momento la primera tabla y al verle salir corriendo casi la deja caer sin dar crédito.

-Eh! Y me como yo las tablas solo…o qué!!- Le gritó, gesticulando nervioso dejando ahora caer sobre la rampa la funda de la tabla de surf.

Pero Chisco no le oía, corría todo lo rápido que le daban las piernas hacia aquella aparición, extendiendo los brazos y gritando, la criatura también extendió sus bracitos hacia él y por un momento le pareció que le sonreía. Alcanzó a agarrarla por debajo de los brazos y la sujetó ante si, casi sin aliento y fijando la vista, para convencerse que era real. Tenía el pelo azul y sus ojos parecían de cristal, trataba de decirle algo y entonces fue cuando se fijó en sus labios morados, sin soltarla se desabrochó la zamarra del uniforme y la abrigó contra él, rodeándola con sus brazos. Mientras volvía sobre sus pasos la sentía tiritar, y se dio cuenta del temblor de sus propias manos, casi incapaces de sostenerla. Acercó su rostro a su carita helada, sintiendo su aliento entrecortado. Y entonces pudo volver a recuperar el suyo.

El teniente Penedo se quitó la gorra reglamentaria y se secó el sudor con una manga, para luego volver a ajustársela a la cabeza, notaba la camisa pegada al cuerpo por debajo de la casaca del uniforme. Lo curioso es que no tenía calor, sólo demasiadas cosas a qué atender. Hasta hacía dos horas el lunes había comenzado como cualquier otro, con la excepción del banco de niebla que se había posado justo encima del aeropuerto y había hecho anular vuelos , eso entraba dentro de lo previsible, y no entraba dentro de sus responsabilidades tener que explicárselo a los perjudicados. Alguna vez alguno alzaba más la voz que el resto, pero todo se mantenía bajo control. Hasta hacía dos horas su mayor preocupación había sido el control de cinco tablas de surf que debían ir como equipaje pesado en el vuelo a Barcelona de las siete. Ahora estaba en una de las dependencias de aduanas, rodeado de un grupo vociferante de agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional que trataba de ponerse de acuerdo en el siguiente paso a seguir. Ya había ordenado silencio varias veces, y hasta dado un puñetazo en la mesa, pero el silencio sólo había durado justo la frase que había querido decir, para desaparecer en una maraña de conversaciones indescifrables. Se fijó entonces en Chisco. El único que estaba en silencio, como él. Sentado a una de las mesas, aferrado a una botella de Aquarius, aún encasquetado en el uniforme de faena y con la mirada perdida en algún lugar, su nerviosismo era patente en el temblor de una de sus piernas que movía sin cesar bajo la mesa.

-Quieres otro?- Preguntó ofreciéndole otra botella de la bebida isitónica, Chisco pareció sobresaltarse al oir su voz, le miró casi asustado y asintió con la cabeza.

-Pero la niña está bien, no?- Quiso saber al tiempo que hacía ceder la rosca del Aquarius, Penedo hizo un leve movimiento de cabeza que denotaba sus dudas.

-Allá se la llevaron a mil por hora, estaba ya azul la pobre, menos mal que tu la encontraste- Y le dio una palmada en el hombro, Chisco se llevó la botella a la boca y bebió un trago largo, sólo tenía sed, y el estomago revuelto, daría cualquier cosa por fumar un pitillo pero justo en la pared de enfrente colgaba un cartel en cuatro idiomas que lo prohibía.- Y ahora qué tengo que hacer- Y miró a Penedo con la expresión de aquel que espera la solución absoluta a su problema en la respuesta del otro.

-Eso mismo me gustaría saber a mi- Suspiró Penedo dándole otra palmada en el mismo hombro, Chisco dibujo un gesto de escepticismo y volvió a la pared del Prohibido Fumar.

Naveira entró al poco acompañado de Jon, llevaba en una mano un móvil de servicio que estaba sonando,mientras con la otra atendía una llamada por otro. Recorrió los rostros de todos los presentes y se paró en Chisco, sin dejar de atender la llamada, le indicó algo a su compañero con una gesto y éste se acercó a la mesa.

-Francisco Valbuena?- Preguntó, Chisco se incorporó como un resorte cuan alto era y asintió con la cabeza- Te importaría acompañarnos?- Chisco miró a Penedo como pidiéndole permiso y éste se lo confirmó con una leve sonrisa.

-Y entonces qué se hace aquí? -Preguntó uno de los presentes dirigiéndose a Naveira, éste levantó las cejas sin dejar la llamada que atendía y volvió a desaparecer, antes llamó a Penedo con la otra mano.

-El perímetro ya lo cerrásteis, ya lo vi , nadie sale y nadie entra, los que estén aquí para volar los trasladáis a Santiago, ya hablé con Mariñas, los autobuses están de camino, el resto se cancela hasta nueva orden. Ahora os toca la prensa, te aviso…- Detalló, Penedo se pasó la mano por la cara y carraspeó.

-Qué tal está la niña?-

-En la U.C.I, pero estable- Penedo respiró hondo y llevándose la mano derecha recta a la gorra ,a modo de despedida,volvió a entrar en la estancia de aduanas.

Escoltado por los dos policías, Chisco recorrió un par de pasillos por los que nunca había pasado y le hicieron entrar en otra estancia. Otra vez, como antes había tenido que hacer para para la Guardia Civil, repitió lo que había hecho desde que se había levantado esa mañana a las cinco, cómo Charo la de Cafetería le había recogido delante de la estación de tren, ya que él no tenía carnet, y a ella le pilla de paso. Explicó que él vivía en Los Mayos, ambos policías parecieron comprenderlo, Jon escribía lo que les iba contando en una tablet. Naveira, silenció los dos móviles, que no habían parado de sonar, desde que había recibido el primer aviso; Jon le había pasado a recoger con un coche y a golpe de sirena habían realizado el trayecto desde la ciudad hasta el aeropuerto en un tiempo record. Chisco les explicó que su turno había comenzado a las seis, y su compañero fue Roberto Pérez, al que todos conocían bajo el apodo de Riles, no sabía por qué, primero habían dicho que el avión iba a salir, pero según la niebla se fue poniendo peor, fue un ir y venir, hasta que les habían mandado volver a sacar el equipaje otra vez, y en eso estaban cuando había visto a la cría, pensó que veía mal o que era una muñeca, y después ya había corrido a auxiliarla.

-Está bien? Quiero decir…en serio, es que pensé que se me moría en los brazos- Y se pasó las manos por la cabeza mesándose el cabello,negro y algo largo, su mirada vagaba de uno a otro esperando una respuesta, Naveira se fijó en el color de sus ojos, solía hacerlo, como otras personas se fijan en las manos, los de Chisco Valbuena eran difícil de dilucidar, se decantó por el azulmarino,si bien era un color poco común, y algo rasgados, lo que no restaba fuerza a su mirada, tensa, a tenor de la situación que acababa de vivir.

-Está estable, no se va morir, tranquilo.

-Cómo se llama?

-Pues eso nos gustaría saber a nosotros, te dijo algo?, su nombre, o el nombre de alguien?

-No, creo que no, sólo temblaba

-Ya,y no viste a nadie más merodeando…

-No, todo estaba cubierto de niebla, sólo la vi a ella

-Bueno, pues, por nuestra parte ya está, pero los compañeros de la Guardia Civil también quieren que les contestes una cosas, ahora llamo a Penedo y vas a tener que contarlo otra vez…- Chisco se encogió de hombros y casi dibujó una sonrisa en su rostro de facciones marcadas, en el que se empezaba a acusar cansancio, se pasó una mano por él y carraspeó.

-No hay problema

Un coche patrulla le dejó delante de su edificio a las seis de la tarde. Una vez delante del portal le dio la impresión de que había salido hacía días de casa, todavía llevaba el uniforme fluorescente de faena, que de pronto le pareció pesara toneladas.

-Y luego que te pasó para que te trajese la poli?- La voz de Chente, el dueño del bar del mismo nombre que había en el bajo de su casa, le sacó de su ensimismamiento, echó un soplido y se pasó la mano por la cara.

-Es que hubo un problema, pero ya está- Resumió, Chente se mostró escéptico con la explicación, pero volvió a entrar en el bar sin preguntar nada más, Chisco a su vez entró en el portal.

Llevaba todo el día explicando lo mismo, primero a la policía, después a la Guardia Civil y cuando ya creía que podía irse, a los periodistas que estaban apostados tras el cerco, y fotos, muchas fotos, y cámaras de televisión, llegó un momento que no sabía a dónde tenía que mirar ni a quién contestar, le iba a agradecer toda la vida a Penedo que llegara para sacarlo de allí, sino aún estaría atrapado entre micrófonos.

En su casa no había nadie, como siempre, pero la tele estaba encendida, señal de que su primo Pedro había pasado por allí. La apagó y se sacó la casaca de faena, que tiró sobre el único sofá que había en la sala, pequeña y casi sin muebles, a excepción del sofá, una mesa de centro y la televisión sobre una estantería baja. La nevera para variar estaba vacía, pero alguien había dejado un post-it pegado sobre una tartera grande sobre la cocina“Lentejas con chorizo, bon proveito!”, sonrió, su primo Pedro trabajaba en un mesón y a veces traía comida que sobraba. Supo el hambre que tenía cuando acabó el segundo plato y bebió, en total, cuatro vasos de agua. Camino de su habitación se despojó del pantalón y las botas y se tiró tal cual sobre la cama.

-Chisco! Chisco, joder, despierta!- La voz de Pedro le sonó lejos, se incorporó incapaz de abrir los ojos- A ver hombre!- Su primo Pedro le tiró del brazo y le hizo levantar.

-Pero qué pasa? Déjame tio, no puedo con el culo…

-El culo se te va a caer cuando veas esto, veña!- Chisco le siguió aún con los ojos cerrados hasta la sala, donde de nuevo la televisión estaba encendida.

– Sales en todas, tío, hasta dicen que en Estados Unidos, un tipo te hizo una foto cuando corrías a por la chavalita, toda la serie, en plan desde que corres hasta que la aquelas contra ti…casi lloro…y tu no dices nada- Y le dio un empujón, Chisco guiñó un poco los ojos y se vio a si mismo en la pantalla, en medio de un mar de micrófonos, y la foto de él corriendo hacia la niña, y él en primer plano, y otra foto protegiéndola contra si, ahora sí que se le revolvía el estomago, buscó sentarse en el sofá.

-Fue una movida de tres pares de cojones,ya te contaré con calma, pensé que se me moría, pobriña- Y mesándose el pelo, se tumbó hacia atrás cerrando los ojos- ahora sólo quiero dormir.

-Ahora vas a ser famoso y todo

-Ya, seguro, de momento tengo libre toda la semana, flipa, hasta tengo baja…por no sé qué emocional….la coña – Pedro sacó un pitillo y le ofreció a él, que aceptó gustoso y lo encendió, mientras su primo iba cambiando de canal, Chisco y su hazaña copaban la parrilla.- Qué hora es?

-Las diez

-No trabajas hoy?

-Tuve comidas, por eso las lentejas, y ahora tengo que volver a recoger, hoy hay costilletas de cordero..

-Si puedes traes patatas fritas porfa..

-Quién te verá en Ana Rosa “Pues mira AnaRosa yo es que te soy moi neneiro…”- Chisco le dio un empujón de lado y soltó una carcajada, Pedro se incorporó y le pasó el mando.-Marcho que teño que marchar.

-Lleva llaves

-Ya, lo que voy a fardar…bue!

-Vai de ahí- Pedro se ríó y le revolvió exageradamente el pelo, para después irse, aún riendo.

Se despertó por el ruido de algo que no pudo identificar, y que resultó ser el telefonillo, volvió a hundir la cabeza en la almohada y miró de reojo la hora, las nueve de la mañana, pensó en no abrir, Pedro tenía llaves, y no solían tener visitas, pero quién quiera que fuese insistía. Se levantó sin gana.

-Francisco?- Nadie le llamaba Francisco, a veces ni reaccionaba al nombre.

-….

-Somos de La Voz, tienes tiempo?- Chisco carraspeó y se presionó el puente de la nariz.

-Si….esperadme en el Chente, ahora bajo- Se apuró a escoger una muda de ropa y se dio una ducha rápida, no se paró a afeitarse, sólo se arregló un poco el pelo en el espejo, si algo no era, era ser presumido.

 

 

-Rebeca González Rey, el mes que viene cumplirá tres años, ingresó en nuestro centro hace seis meses, para resumir las causas diré que por abandono, está a la espera de entrar en el plan de acogida familiar. El sábado se celebró en Santiago el Festival Internacional de Marionetas y el Ayuntamiento nos invitó formalmente a asistir con todos nuestros niños….bueno, a nosotros y a todas las instituciones como la nuestra de Galicia….lo aclaro para que se hagan una idea de la cantidad de personas que había entre menores y responsables, nosotros fuimos en dos autobuses. Los nuestros llevaban un gorro verde fosforito y un cartelito identificativo a la vista, con su nombre y el centro al que pertenecían…por si acaso alguno se perdía….- Áurea Blanes paró un instante en su explicación, para pasarse una mano por los ojos, Naveira, sentado junto a ella, le pasó un vaso de agua, que ella aceptó y del que bebió un par de sorbos, luego carraspeó y se arregló, con mano casi temblorosa, el flequillo- Perdón…nuestro espectáculo tuvo lugar en la Praza da Quintana vimos tres funciones, unos gigantes con zancos se pasearon por entre el público, vinieron cabezudos…en fin, todo precioso, y los niños encantados…qué les voy a contar…después volvimos a los autobuses…y ahí fue cuando, al contarlos, la echamos de menos….y ya…- Se volvió a pasar la mano por los ojos y carraspeó, tratando de no perder la compostura- el resto ya lo saben…

Los integrantes del grupo llamado a investigar el caso, se habían reunido en una de las salas de reunión de la Comandancia de la Guardia Civil, un grupo mixto conformado por agentes de ambos cuerpos de La Coruña y venidos desde Santiago, además, debido a la notoriedad que había alcanzado, habían llegado mandos de Madrid y un equipo especial de policía científica. Todos ellos escuchaban en silencio la explicación de Blanes, que era la directora del centro de acogida de menores, dependiente de la Xunta de Galicia, que era el responsable de Rebeca. Por un instante nadie se atrevió a romper el silencio que se instaló en la sala.

-Rebeca está estable, pero faltó muy poco,de verdad, muy poco, para que ahora estuviesemos investigando su muerte…..todavía no sabemos cómo llegó a Coruña, dónde estuvo retenida, ni cuánto tiempo estuvo expuesta al frío, pero lo que es seguro es que fue el suficiente como para provocarle neumonía, os hice una copia del informe médico inicial, para que os hagáis una idea, también le dieron un perro de peluche, pero es distinto al de Paula y de otra marca, además como veis en las fotos, fue maquillada, se le pintó el pelo de azul y…llevaba puestas lentillas de color lila…alguien quiso hacer de ella una muñeca…y lo consiguió…- Naveira accionó el botón del mando del beamer entonces, que proyectó las fotos que se le habían hecho a Rebeca aún disfrazada y después las de su atuendo y complementos, ya analizados individualmente.

-Ya visionamos todas las cámaras de vigilancia posibles…..nada, como si se la hubiera tragado la tierra…-Comentó uno de los guardias civiles provenientes de Santiago.

-Sabemos que posiblemente es una mujer, y que tiene los ojos lila…-Informó Naveira

-O azul claro…-Anotó otro

-Paula insiste con el lila, es un color raro….pero se da…

-Como los de aquella actriz…cómo se llamaba?- Supuso alguien al fondo, pero nadie supo encontrar respuesta a su pregunta. El responsable de la unidad de policía científica se levantó entonces, miró a su alrededor, como buscando un interlocutor, y pareció encontrarlo en Regueira, que se había mantenido en un más que discreto segundo plano, y en el coronel de la guardia civil sentado a su lado.

-Entonces..ahora, por dónde empezamos?- Y su pregunta se quedó, por un instante, suspendida en el aire.

Subinspector Naveira. «Tengo una muñeca » (II)

25 viernes Ene 2019

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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II-Habituales

-Ricardo Rivas Ponte, alias “Palito”, y Deodato Rodríguez Hoz, alias “Deos”, ya no están entre los vivos, uno hace dos años, el otro el verano pasado, los otros seis son otra historia. Pallarés cumple en Alicante, Landero y Brañas están localizados en Barcelona y Canle sigue en Conxo, nos quedarían Quintans y Lérez que están por aquí, según el último informe – Duarte leía y repartía los papeles según la situación del sospechoso, fallecidos a la derecha, localizados a la izquierda, pendientes encima de la carpeta. Alrededor de la mesa de reuniones se sentaba el que él consideraba su equipo, formado por Jon Lerchundi, que había venido destinado desde Bilbao hacía cinco años, Luís Meizoso, al que todos llamaban Corcubión, si bien era natural de Oza de los Ríos, y él lo achacaba a bromas del colegio que no llegaba nunca a explicar con claridad, Mariola Alcalde, única mujer que integraba el equipo, que había cambiado las filas de infantería por las de la policia sin que nadie le hubiera pedido razones, ni ella las había aclarado, fiel a su carácter discreto y observador, y Manu Boutureira , informático de carrera, quien había dedicado muchos años de su vida a opositar y había aprobado las del cuerpo de policía cuando ya iba a tirar la toalla y poner rumbo a Alemania.

-No me parece que sea cosa de Quintans, su tipo son niños casi adolescentes, once, doce….suena mal diga como lo diga, “su tipo”, pero ya me entendéis- Apuntó Jon,pasando la palma de su mano derecha por el folio en blanco que tenía ante si, Corcubión se adelantó en la silla y apoyó los antebrazos sobre la mesa.

-Y el de Lérez, sin bien son niñas, no tan pequeñas pero aún no adolescentes, no sé vosotros, pero a mi los casos de este tipo me ponen mal cuerpo…- Y se pasó las manos por el rostro como para apartar ideas inconvenientes, Duarte asintió con la cabeza y se sentó entrelazando las manos sobre los informes.

-Paula sólo sufrió principio de hipotérmia,no hay delito sexual, y según los padres se comporta de una forma normal, de todas formas les hemos enviado a Paz y su gente, para tratar de saber más- Explicó, a Manu se le escapó la risa sin querer, pero todos parecieron entenderlo.

-Una psicóloga infantil que se llama Paz, no sé, me hace gracia, y además ella es tan, como lo digo tan…

-Aplacada- Anotó Mariola casi irónica, pero sin dar cabida a la broma, Manu hizo sonar el dedo anular y el pulgar de su mano izquierda y la señaló con el índice, un gesto muy suyo que le hacía parecerse a un presentador de concursos.

-Hete aquí, aplacada. Paz- Y pintó un punto en el aire, para sonreir después meneando la cabeza y abrir el ordenador portátil que tenía ante si.

-Les hemos pedido a los padres discreción, a lo mejor es un hecho puntual , no queremos crear alarma, por ahora se atienen a su palabra- Continuó Duarte, abriendo una carpeta- Jon, tu y yo vamos a hacerle una visita a Quintans, Mariola y Corcubión hacéis lo propio con Lérez, lo haremos al mismo tiempo, para que no se avisen, ya sabéis como son, Manu, tengo esto para ti- Y le pasó varias fotografías de un perro de peluche beig y un lápiz de memoria, Manu se puso entonces sus gafas, que sólo usaba cuando no quería perder detalle alguno de lo que debía ver- Paula no se separa de él, ni de día ni de noche, Paz opina que no sería bueno quitárselo, así que lo fotografiamos desde todos los ángulos posibles, incluida la solapa de la marca. Necesitamos fabricante, distribuidor y puntos de venta. La científica ya sacó lo que pudo, osea, nada.

-Se hará lo que se pueda- Suspiró Manu, al tiempo que se fijaba con más atención en las fotos.

-Y Regueira?- La pregunta de Jon quedó en el aire de pronto, Duarte entrelazó las manos de nuevo.

-Nos ha dado via libre, le mantendremos informado, él está liado con los okupas- El resto del equipo dejó exhalar un bufido indistinto, que Jon acompañó de una carcajada, Corcubión agitó las manos como quien aparta algo de si y Mariola enarcó las cejas como toda muestra de opinión, Manu les miró achinando levemente los ojos tras las gafas sin entender muy bien a qué se referían.

Jon y Duarte decidieron utilizar uno de los coches que normalmente se usaban para vigilancia, para acercarse al último domicilio conocido de Quintans en A Silva. No querían levantar alertas innecesarias, al fin y al cabo sólo querían hacerle un par de preguntas. Siempre que tenía que ir a A Silva, a Duarte le parecía que abandonaba la civilización para sumergirse en un paisaje de campos valdíos, casas viejas de planta baja, huertas y carreteras estrechas, si bien se encontraba a escasa media hora de la ciudad.

La casa donde supuestamente residía Quintans, era una casa de dos plantas de cemento visto y ventanas de aluminio, alguna grieta jalonaba ya su fachada , floreada de humedades, y todas las cortinas, de un indescifrable color oscuro, estaban echadas, a pesar de que el día estaba nublado. Estaba rodeada de una franja de tierra con matojos de hierba a ratos y de un murete bajo hecho de bloques de ladrillo con una cancela que pretendía cerrar el acceso, si bien carecía de manilla y colgaba de un gozne. Lo que impedía realmente el acceso a la casa era un dogo argentino blanco, sentado ante la puerta y que alzó las orejas al verles aparecer.

-Seré muchas cosas, pero kamikaze no – Apuntó Jon sin perder de vista al perro, Duarte alzó las cejas y miró hacia las ventanas, ya que le había parecido ver moverse una de las cortinas del piso de arriba.

-Ya nos vieron- Una cortina se descorrió a medias y una silueta abrió la ventana, una mujer de pelo blanco en una cola de caballo y mandil de cuadros se asomó, no parecía muy contenta por la inesperada visita.

-Os perdisteis luego?- Preguntó, para después secarse la nariz con un pañuelo.

-Buenos Días, querríamos hablar con Manuel Quintans Reboredo – Informó Duarte, la mujer volvió a secarse la nariz.

-Y luego que le queréis?- Quiso saber, el dogo argentino se incorporó entonces y ambos hombre dieron un paso atrás al mismo tiempo.- No hace nada…

-Sólo queremos preguntarle unas cosas…y puede que no haga nada, pero podría prenderlo por favor?- Instó Duarte, la mujer se apartó de la ventana y la volvió a cerrar. Poco después la puerta de aluminio y celosías se abría, la mujer salió con una correa en la mano, ajustó el enganche al collar del perro y se sonó la nariz.

-Entrar, que ya se levantó- Invitó, perdiéndose con el perro en el interior de la casa, Duarte y Jon traspasaron la cancela y la siguieron.

El interior de la casa estaba en penumbra, si bien el exterior dejaba mucho que desear, una vez dentro les recibió un orden y limpieza que no se esperaban, las ventanas hacia la parte de atrás tenían las cortinas descorridas de modo que a medida que avanzaban hacia el interior la penumbra desapareció. De algún lugar les llegaron los ladridos del perro, al que la mujer había encerrado en alguna habitación. Manuel Quintans les esperaba de pie en la cocina, era un hombre de mediana estatura de pelo algo largo castaño, ataviado con un chandal dos piezas verde con franjas blancas a intervalos y unas zapatillas de felpa marrones, cuando ellos entraron en la cocina se disponía a preparar café.

-Buenos Días Manuel- Saludó Duarte desde el umbral de la puerta, Manuel se volvió a medias y dio lumbre al hornillo de gas.

-Hombre! Buenos Días Naveira y…compañía, queréis café?- Preguntó, tenía la voz algo cascada y con un tono nasal causado por un catarro más que evidente en la rojez de su nariz.

-No gracias, ya llevamos varios hoy- Declinó Jon mientras se apoyaba en el marco de la puerta, Duarte entró en la amplia y recogida cocina, Quintans se apuró entonces a ofrecerle la mano a ambos, y les invitó a tomar asiento a la mesa, Jon optó por quedarse en la puerta, Duarte aceptó la invitación.

-Y qué es lo que me queréis?- Preguntó Quintans, sacando un pañuelo de papel del bolsillo del chandal y sonándose con estruendo. Duarte sacó un sobre del bolsillo interior de su chaqueta, y de él una fotografía 13×18 de una niña morena, de pelo castaño en media melena recogido a un lado por una ebilla con forma de pez y grandes ojos negros que sonreía a la cámara.

-La conoces?- Preguntó Duarte deslizándola sobre la mesa hacia él, Quintans se secó los ojos acuosos con el pañuelo y acercó un poco más la foto.

-No,de nada, quién es?- Duarte miró fugazmente a Jon, quien a su vez le miró a él, para después volver a observar la vista al patio que ofrecía la ventana.

-Paula Covas Laiño, tiene tres años – Informó, Manuel hizo un gesto de escepticismo y volvió a deslizar la foto hacia Duarte.

-De nada, de verdad, qué le pasó?- Quiso saber, para luego verse presa de una ataque de tos bronquial, del que acabó librándose tras varios carraspeos- Perdonar, no me lo quito de encima.

-Alguien quiso llevársela del Marineda el sábado por la tarde- Quintans alzó la cejas y volvió a toser, para luego negar con la cabeza.

-Pues yo no fui,como dijo el otro, porque el sábado por la tarde tuve que ir a la Residencia que me ahogaba, no me dejaron allí de milagro- Explicó incorporándose y se acercó a la cocina para apartar la cafetera que acababa de anunciar que el café ya estaba listo- No queréis no?Lo compra mi hermana en Froiz, no tiene nada que evidiar al caro- Duarte negó con la cabeza, Jon se limitó a cambiar de postura.

-Y cuándo dices que fuiste a la Residencia?

-Cuando me levanté eran las once y ya pitaba, a las doce y pico ya mi madre llamó al 112, porque ni sprays ni hostias, con perdón, así que a diez por minuto me chimparon para allá, de mucho no me enteré, pero sería la una cuando entré y me dejaron ir ya de noche a las diez o así, querían dejarme allí, pero yo no quise…- Y un nuevo ataque de tos le hizo apoyarse e una alacena, se limpió los ojos con un pañuelo y abrió la alacena para coger una taza- Así que,como dijo el otro, yo no fui.

-Y tampoco oíste nada

-Qué iba a oir? Si estuve aquí todo el tiempo, voy de cama a la tele y a veces ni eso, Qué iba a oir?- Insistió Quintans mientras se servía un café solo largo.

-Si llegases a enterarte de algo, ya sabes dónde estamos…

-Sé, sé…si tal no os preocupéis que ya os digo, pero a mi que me registren, como dijo el otro..- Anotó Quintáns tomando un sorbo del humeante café, Duarte se incorporó y volvió a guardar la foto en su pechera.

-Pues nada, que te mejores

-Se intentará, se intentará Naveira, perdonar si no os acompaño, pero no puedo estar al frío- Y les miró por encima de la taza, al tiempo que les guiñaba uno de sus ojos acuosos, Jon y Duarte asintieron y abandonaron la cocina hacia la puerta de salida. Cuando la puerta se cerró tras ellos, la mujer de mandil entró en la cocina con el dogo agarrado a la correa.

-E logo que che querían eses?*

-Mamai…*

-Mellor calare logo…*

-Eso- Y la mujer se alejó por el pasillo seguida del dogo, perdiéndose ambos en la penumbra.

Jon y Naveira regresaron a comisaría. Mariola y Corcubión estaban también de vuelta, habían traido detenido a Lérez y el Grupo de Menores se estaba haciendo cargo de una niña, casi adolescente, que, un tanto confundida, no parecía saber lo que estaba pasando.

-Al parecer es su sobrina, que está de visita…- Explicó Corcubión, Naveira le miró descreido, Jon soltó una falsa carcajada.

-Visitar una niña a Lérez, justo a él..

-Ya, por eso está aquí

-Y la niña qué dice?

-Nada, se la llevan ahora, pero llegamos a tiempo…- Naveira meneó la cabeza, Jon se alejó por el pasillo maldiciendo en vasco y Corcubión volvió a su ordenador para seguir con su informe. Manu llamó a Naveira desde la puerta de la sala de ordenadores.

-Ya revisamos las grabaciones de las cámaras de vigilancia del Marineda- Anotó invitándole a pasar. Naveira se sentó junto a él para ver las imagenes- Efectivamente la madre entró en la confitería, con los cuatro, Paula iba de su mano, el mayor va suelto, el pequeño dormido, y Germán cogido de la silla. Ella compra los bollos de leche, y se los va pasando al mayor, aquí entra un grupo de chicos haciendo el monas. La madre coge el carrito, y sale. Pero Paula ya no está. Lo ves?. Hemos mirado desde todas las perspectivas posibles. Y he repetido la escena, una y otra vez. Paula parece haberse desintegrado en el aire. No la vemos. Tampoco en el aparcamiento. La persona que lo haya hecho sabía dónde están las cámaras. Una obra maestra de secuestro…

-Vio que la buscábamos y tuvo que dejarla, mira a ver si consigues alguna vista general de la plaza…

-Ya lo hice, demasiado oscura, demasiada gente, filtré gente bajita y niños, pero ni rastro…

-Gracias, sigue intentándolo, a ver si hay suerte…- Manu asintió y se puso manos a la obra.

-Por la tarde te podremos decir más del perrito de marras, por ahora sólo te puedo asegurar que no se comercializó en España, es de factura y distribución polaca…

-Polaca?…- Manu se encogió de hombros y volvió a sus cámaras del Marineda.

Naveira miró el reloj, eran casi las dos, decidió que iría a casa a comer algo y por la tarde volvería para ver lo del peluche y hacerle un par de preguntas a Lérez.

Después de que Fe, su ex-novia, decidiera que él ya no formaba parte de su vida y se quedara en el piso que habían compartido durante cuatro años, él había tenido que buscar otro lugar dónde,al menos,dejar sus cosas, y había alquilado un apartamento en la zona de A Gaiteira. De eso hacia un año, y todavía tenía muchas cosas en cajas de mudanza, de vez en cuando se decidía a deshacer una. Pero sin demasiado empeño. Al principio había abrigado la esperanza de que Fe se replantease su decisión, pero poco a poco había tenido que rendirse a la evidencia. Fe amaba ahora a una mujer. Pero él, tenía que admitirlo, la seguía queriendo a ella. Su nudo gordiano particular, que intentaba sobrellevar lo mejor que podía. Cuando se lo había contado a Jon, éste le había dicho que podía darse con un canto en los dientes, ya que a él la suya, entonces, le había dejado por una idea, al menos tienes algo físico al que culpar. Y había conseguido hacerle reir.

Encontró en el correo una carta informativa del jefe de su comunidad de vecinos , en la que le comunicaba el reciente hallazgo de asbesto es los materiales con los que estaba construido su edificio, y se le instaba a buscar otra vivienda con la mayor prontitud, para facilitar las futuras obras que se tenían que realizar en el inmueble para combatir el nocivo mineral, como habían dado en llamarle. Él se dejó caer sobre el sofá del salón, único mueble en toda la estancia y recorrió el techo con la mirada,  buscando infructuosamente alguna señal externa que delatase el peligro que le acechaba. En eso estaba cuando le sonó el móvil de servicio.

-Hola, soy Paz. Te necesitamos aquí.

-No hay problema, dime dónde es aquí..

-Ya, perdona, en casa de Paula..

-Conseguisteis algo?

-Tú ven..

La casa de Paula era un piso en el, a su modo de ver, complejo entramado de calles y bloques que conformaban Matogrande, todas las casas le parecían la misma y daban a la misma plaza. Estaba a punto de llamar a Paz para preguntarle otra vez el número de bloque, cuando atisbó la figura de Jon haciéndole aspavientos desde un portal al otro lado de una de las plazas.

-No se separa del perrito, ni de día ni de noche, y pinta, ya pintaba antes, pero ahora es distinto, todo es lila…- Paz le hablaba en susurro, en el recibidor de la vivienda.- Tienes mi permiso y el de los padres para hacerle preguntas…pero te aviso…es muy suya.- Naveira la siguió al salón, una estancia amplia pero atestada de muebles, o al menos eso le pareció a él, teniendo en cuenta que el suyo estaba vacío. Paula dibujaba arrodillada ante la mesa de centro en la zona de sofás. Llevaba el pelo castaño oscuro en dos coletas a los lados de la cabeza, adornadas por sendos lazos verdes, y le habían puesto un mono de forro polar rojo demasiado abrigoso. No levantó la vista de lo que estaba haciendo cuando Naveira buscó sentarse en el sofá frente a ella. Los padres y Jon optaron por manterse cerca de la puerta, para no entorpecer la entrevista, Paz ocupó una de las butacas .

-Hola Paula, te acuerdas de mi?

-No, quién elles?- y continuó coloreando la hoja con un lapicero lila.

-Yo me llamo Duarte Naveira, y quiero saber cómo estás, ya no tienes frío?

-No, que quielles?… ahora estoy pintando, no lo ves?, mira, es el cielo y esto es el sol y aquí es el campo…

-Qué bien pintas!, pero me estoy fijando en tu perrito, y es precioso, me lo dejas?

-No, es mío, cómpiate tú uno si quielles, pero este no…- Y eligió otro lapicero en otro tono de lila, sin regalarle ni el atisbo de una mirada.

-Y quién te lo dio a ti, Paula? Quién te dio el perrito?…

-Ella- Paz abrió mucho los ojos un instante y se incorporó en su asiento.

-Ella…es una señora?- Se atrevió a intervenir, articulando la frase con suma prudencia. Paula retocó el cielo con otro lapicero lila.

-Ella es no es una señolla, ella es mi amiga no tuya…

-Y cómo era tu amiga? Nos lo puedes decir?- La niña ladeó levemente la cabeza, mientras parecía observar su obra, sin coger otro lapicero, en silencio- Nos la puedes pintar, Paula?

-Clallo, mira…- La niña cogió una hoja nueva y un lapicero lila claro, con mano segura pintó toda la hoja de ese color, sin dejar un resquicio de blanco.

-Muy bien, Paula…y por qué es lila?- Preguntó Naveira, Paula levantó la vista y clavó en él su profundos ojos negros.

-Porque ella mira así.

*-Qué querían esos de ti?

*-Mamá

*Mejor callar,entonces

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