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Alquimista de Historias

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Training

12 miércoles May 2021

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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  • Hei
  • Hi
  • Qué pasa?
  • Ya ves, por aquí…
  • A dónde vas?
  • Voy a comprar pasas…
  • Pasas?
  • Mi madre, que quiere hacer un postre y no tiene…
  • Tan lejos vas?
  • Es que quiere las de un sitio en concreto, ya sabes…y tú?
  • A entrenar..
  • Sigues en Rugby?
  • Sí…y tu nadando, no?
  • Yo a lo mío, en mi elemento…
  • Todo bien?..
  • Sí…por?
  • Te noto un poco down…tienes stress por algo?
  • No, yo no….es por mi hermano..
  • Tu hermano? Qué le pasa?…
  • Quiere cambiarse de nombre…y la bronca que se trae con mis viejos no tiene nombre, Marlis ya me ha dado asilo político…
  • En serio? Cómo quiere llamarse entonces?
  • 1314
  • Mil trescientos catorce? Qué pasó en esa fecha para que…
  • No..13 14, 13 14 como la banda callejera de Los Angeles, „Los 13-14“..
  • Y eso por qué?
  • Ni idea, tío, llegó un día y dijo que quería llamarse así…de repente…es que ni siquiera ha estado nunca en Los Angeles, sabes?…
  • Ni es chicano…
  • Tampoco…mi madre dice que le ha debido dar algo en la cabeza, y que se manifiesta así…
  • Puede ser…
  • Ya…
  • Cómo se llama tu hermano?
  • GuillermoAlejandro
  • Ah, como el Rey…
  • Qué Rey?
  • El Rey de Holanda, se llama así…
  • Ni idea…no, por mis dos abuelos, uno Guillermo y el otro Alejandro…
  • Ya…13 14, buah…
  • Mi hermana dice que entonces yo sería 15 16 y ella 17 18….se trae una coña, pero a mis viejos no les hace puta gracia…
  • Supongo que en el Registro ya no le dejarán…
  • Qué Registro?
  • El Registro Civil…
  • Ah…pues no sé, con lo terco que es…
  • A qué huele?
  • Qué?…ah, es una que está ahí detrás…yo pensé que alguien había derramado zumo de manzana o algo, pero no…
  • Manzanas no…es como a Whisky con Fanta…
  • Dirás Cola..
  • No, por eso, con Fanta…una cosa así…
  • Ah…me bajo aquí? Vienes?
  • Vale, tengo tiempo de sobra…
  • Vas a ir a lo de Basti?
  • Todavía no lo sé, tú?
  • Supongo que sí….por hacer algo..
  • Matar el tiempo…
  • A quién?
  • Pasar el rato, digo..
  • Ya..

Sideral

30 viernes Abr 2021

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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„…..y en otro orden de cosas, la Agencia Espacial ha anunciado a través de un comunicado que el satélite K327Bdx8, por causas que todavía se desconocen, se ha desviado de su ruta, lo que podría causar algún problema en el ámbito de las predicciones meteorológicas. La Agencia Espacial espera solventar el imprevisto con la mayor brevedad posible….Senderismo: Con o sin bastones de Nordic Walking? He aquí la pregunta, tenemos para contestarla a Paco Fernández, hola Paco….“

Cami apagó la radio y metió la taza y el plato del desayuno en el lavavajillas. Lo suyo no era el senderismo. La última vez que lo había intentado, habían ido a aquel lugar ignoto. El mapa se lo llevó el río, Luisa se torció un tobillo, perdieron a Miguel, que más tarde había tenido que regresar a dedo desde Guadalajara sin saber muy bien cómo había ido a parar allí, Juana rompió con Luís, Magda pensó seriamente en asesinar a Ginés y esconderlo en la espesura, y después se pasó mucho tiempo en el psicólogo, y ella había saltado sobre un charco que había en una roca en lo alto, y resultó ser un agujero tan hondo como los siglos que tenía la roca. Lo único bueno es que había aprendido que no importa lo hondo que caiga uno, siempre se vuelve a la superficie. Sólo hay que seguir la luz. A la luz y a Ripoll, el guarda forestal que los sacó de allí. Ripoll. Ella seguía llamándole así, por el apellido, si bien su nombre era Jorge. Él cuando la quería hacer rabiar la llamaba Weissmüller. Entre campo y ciudad habían encontrado un término medio de armoniosa convivencia. Él con sus bosques y ella con las cosas de la Gestoría. Las cosas de la Gestoría, antes de que le diese tiempo a pensar en ellas, le llegó una notificación al móvil. Tenía un nuevo seguidor en Instagram. Con este ya tenía treinta y siete, tampoco es que hiciese mucho caso a las redes, a decir verdad la mayoría de la gente que la seguía eran amigos y un par de familiares, y ella a su vez les seguía a ellos y a otros cientos de personas que no conocía de nada, pero que hacían cosas interesantes. O al menos eso es lo que le parecía a ella. Era como ir al cine diez minutos. Siempre había algo interesante que ver. Su nuevo seguidor tenía un nombre raro. Eria Wabee. La foto de perfil era algo que parecía un paisaje en tonos lilas con burbujas de colores, deslizó el dedo por la pantalla para ver el resto de fotografías, paisajes en gamas de colores increibles, amaneceres y anocheceres, burbujas de jabón flotando en niebla azul. Cómo conseguía la gente hacer semejantes fotos, la última suya había sido de sus cactus, eso sí, con un filtro que le había dado un color verde casi eléctrico. A Eria Wabee no la seguía nadie, ni ella seguía a persona alguna, sólo a Cami, quien se encogió de hombros, y aceptó la solicitud de amistad ; siempre había una primera vez para todo el mundo y suponía que los que ahora tenían millones de seguidores en algún momento sólo habían tenido uno. Dejó el móvil sobre la mesa, y decidió comenzar con la labor de doblar la ropa, no era mucha, así que no iba a cansarse demasiado de estar de pie.

Estaba decidiendo si separar en dos montones las camisetas blancas de las con motivos de colores, cuando recibió otra notificación en el movil. Eria Wabee le había enviado un mensaje privado.

„Todo se ilumina!“

Cami se dirigió a la ventana, y miró hacia el cielo, ni gris ni azul ni todo lo contrario, también se cercioró de que la luz del foco de fuera estaba apagada, ya que ultimamente se encendía sin motivo aparente. Se encogió de hombros, le envió a Eria Wabee un emoticono con corazones en los ojos, y regresó a su labor de doblar ropa.

„ Las lunas rotan y los soles filtran la niebla! Tu asciendes?“

Cami leyó el nuevo mensaje y dibujó un gesto de confuso escepticismo. Había mucha gente rara en las redes, no ya con problemas mentales, que suponía que eso también, pero rara había más. A lo mejor Eria Wabee era una combinación de ambas cosas. O simplemente estaba utilizando el traductor de Google con autocorrector, y ella había querido escribir otra cosa. Ella. Suponiendo que era „ella“. Suspiró. No la iba a bloquear, tampoco había que ser tan borde, todo el mundo tiene derecho a expresarse y dar su opinión sobre las cosas. Ea. Todo dentro del respeto. Sólo te falta un púlpito, Cami. No, lo que me falta es hacer pis. Otra vez. A lo mejor le compensaba quedarse ya sentada en el vater todo el día. Le dio la risa. Que si asciendo, dice. Pues a lo mejor.

„Hoy pizza y Netflix. Mantita ya no hace falta 🙂 „

Y le añadió un par de emoticonos con fuegos artificiales, antes de sentarse a hacer pis.

Antes de volver a doblar ropa, fue a la cocina a buscar un yogur bebible de limón. Los había descubierto hacía poco, y era lo único que le quitaba la sed. Un estante de la nevera estaba habilitado ahora sólo para esos yogures, de limón, bebibles, en botellas de diferentes tamaños pero del mismo color. Amarillo chillón. No confundir con el amarillo plátano. Plátanos. Sólo pensar en ellos se ponía mala. Lo suyo ahora eran los limones. En yogur.

„Ascender es sublime cuando todo se comunican“

Cami leyó el nuevo mensaje de Eria Wabee mientras tomaba un trago largo del yogur. Luego dejó la botella sobre la mesa.

„Estoy contigo!Hablando se entiende la gente!“.Le contestó. Muy manido pero no dejaba de ser verdad. Le añadió un emoticono que hacía el símbolo de la paz con los dedos. Porque supuso que a eso se refería. Estaba empezando a entender a Wabee. Se acordó de cuando Manuela y ella habían asistido a una manifestación por la Paz. En general. No para que reinara otra vez la Paz en algún lugar en concreto, ni en contra de un determinado conflicto bélico. Por la Paz, simple y llanamente. Manuela había llevado una bandera blanca, porque, según le había explicado, qué mejor símbolo de entrega y ánimo de dialogo había que una bandera blanca, que significaba lo mismo en todas las culturas. Ella no había llevado nada. Habían coreado el „Let´s give peace a chance“, también „Libre“. Como el sol cuando amanece eran libres. Hasta que, nunca supo porqué, Manuela y ella se vieron en el medio de un campo de batalla en el que la bandera blanca que portaban no significaba nada a nadie. Tampoco al que había dirigido contra ellas el chorro de agua desde una especie de tanqueta. Nadie se hace una idea de la potencia a la que salen esos chorros, ni ellas tampoco hasta aquel momento. Ella había sentido la misma impresión de cuando, de niña, se la había tragado una ola. Manuela, al parecer, había salido despedida y alcanzado cuan proyectil humano a Benito Cáceres, caballero legionario con el grado de teniente, quien, en su día libre, también había decidido alzar la voz por la Paz. En general. No por una razón en concreto. Se habían salvado mutuamente de ahogarse. Aún estando a cientos de kilómetros de cualquier mar. O río. Manuela le llama San Benito. Él a ella Marimanuela. Lo que la Paz ha unido, que no lo separen los hombres. Ni la mujeres, pensó ella. Habría que cambiar eso. Observó la ropa doblada en perfectas torres y sonrió satisfecha. Un detalle sin importancia para la humanidad, un hito para Cami.

„Las lunas y los soles iluminan los globos. Todo se ilumina!Todo se ilumina!“

Cami se dirigió otra vez a la ventana. Todo seguía igual. A lo mejor más tarde aún llovia. El foco de fuera seguía apagado. Wabee le envió una foto. Burbujas multicolor contra un fondo lila y azul de lo que parecía un paisaje montañoso. Dónde conseguía esa gente esos filtros?. Le contestó con un muñequito sorprendido. Y un corazón. Wabee le contestó con un efecto sonoro, como el que hacen muchas burbujas de jabón al explotar. Cami abrió mucho los ojos y rio. Ella también quería eso. Deslizó su dedo sobre la contestación y pulsó la opción de guardar. A lo mejor tenía suerte y era así. Las lunas y los soles. Estaba preguntándose qué cielo veía Wabee, cuando la puerta de la calle se abrió y entró Ripoll.

  • Todo se ilumina!- Exclamó Cami al verle, Ripoll levantó la cejas sorprendido y se volvió a medias a mirar el foco de fuera.
  • En serio? Otra vez? Pues debe ser el fusible…- Musitó, Cami iba a explicarle de dónde había sacado esa forma de saludo, pero no dijo nada.
  • Ripoll…una cosa..
  • Dime…
  • Sólo hay una luna, verdad?
  • Sí, sólo una..
  • Y un sol…sólo uno..
  • Cami, te pasa algo?
  • A mí, no, por?
  • No tendrás el síndrome de la Vena Cava..
  • El qué?
  • El peso comprime la vena cava inferior…y provoca falta de riego…a ver, cómo se llama tu madre?- Cami le miró realmente sorprendida.
  • Lupe..pero de qué peso hablas?- Ripoll arqueó una ceja y la señaló con un dedo en silencio, Cami bajó la mirada entonces y se topó con el globo aerostático en el que se había convertido su abdómen en los últimos días, ya no se veía los pies. Se llevó las manos a la boca, y rio con ganas.
  • Dos por cuatro?- Preguntó Ripoll, por si a caso.
  • Ocho…- Y volvió a reir.
  • Pues nada, ponte los zapatos y vamos a caminar que sólo me falta que te desmemories…
  • Zapatos? Dirás chanclas…
  • Lo que sea, damos una vuelta a la manzana y listo..- Decidió mientras le alcanzaba unas Crocks de él, único zapato en el que ahora le cabían los pies a Cami.
  • Todo se ilumina!- Rio ella al ponérselas.
  • Pues será el fusible…

„…...La Agencia Espacial acaba de notificar que el satélite K327Bdx8, que como ya vinimos informando, por razones que todavía se desconocen,se había desviado de su ruta, causando con ello problemas con la telefonía móvil, ha podido ser restituido a su órbita original. La Agencia Espacial se disculpa por lo problemas que haya podido causar. El Juego de las Tabas. Quién no ha jugado alguna vez a las Tabas?, aquí conmigo en el estudio tengo a Renata Paniagua, Campeona Regional de Tabas…“

Eria Wabee se acomodó en su burbuja azul y se dejó llevar por la ligera brisa hasta lo alto de la Cumbre Oval, donde ya se encontraban sus amigos, cada uno sentado en su burbuja. Las dos lunas giraban alrededor de los tres soles, en una danza llena de luz y colores de insuperable belleza. Wabee creó una pantalla ante si, y se llenó de alegría al ver de nuevo a su nueva amiga, que ahora parecía desplazarse con alguien hacia algún lugar. Había calculado la distancia hasta su planeta. Sólo diez años luz. Una excursión.Todo se ilumina, pensó. Y las lunas, comenzaron a cantar.

El Tanque

11 domingo Abr 2021

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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La tormenta de nieve le había venido de perlas. Gorro de lana calado, gafas de snowboard, chal tapando el resto del rostro y un amplio abrigo plumífero negro hasta la media pierna, nadie le reconocería. Tampoco su coche. Se había hecho con un Todoterreno de lunas tintadas, como tantos otros que circulaban por la zona, y alquilado un apartamento de vacaciones a tres pueblos de distancia. En realidad no era un apartamento, sino una pequeña vivienda anexa a la casa de un joven matrimonio con niños pequeños, que se había alegrado mucho de poder alquilarla en temporada baja. Todo contacto había sido online y el apartamento tenía entrada independiente.Las llaves las encontró dentro de la caja con código dígital junto a la puerta.Había hecho los trámites a nombre de una de las dos únicas personas que sabían que estaba allí. Era algo que quería hacer él, no podía delegar en otros. Esta vez no.

Llegó el jueves a media mañana, entre bocanadas de ventisca y cortinas de nieve. Tal como lo recordaba. Había guardado las pocas cosas que había traído en el armario, y llenado la nevera y las alacenas de la pequeña cocina americana con la compra que había hecho de camino.

Esperó a que amainase un poco la nevada tomando café. Una de las cosas que le habían hecho decidirse por ese apartamento en contra de otros similares, había sido la especificación de la presencia de una cafetera automática del mismo modelo que tenía él. No era la más cara, tampoco la más bonita. Pero hacía buen café. Esta vez largo con una nube de espuma. Su vicio confesable.

Volvió a disfrazarse antes de salir.

Si bien todo el paisaje estaba cubierto por un manto blanco de nieve, apreció lo mucho que habían crecido las poblaciones por las que tuvo que pasar hasta llegar a su pueblo. Su pueblo. A él no le gustaba llamarlo así, pero la verdad era que gracias a él estaba en el mapa. El cartel que anunciaba el comienzo de los límites de la población, ahora era de metal, y más grande. También aquí había más casas, otros negocios. Una rotonda. Giró hacia donde entonces estaban los caminos de acceso al bosque, el trecho de carretera era nuevo y a ambos lados había casas de reciente construcción. El acceso al bosque, sin embargo, seguía allí. Aparcó el coche junto a otros dos en una pequeña explanada y se internó en el bosque.

  • Hola Rosa, soy yo..cómo estás?
  • Hola, bien..gracias..
  • El jueves estaré ahí..
  • Nos encantará verte, pero la prensa y la gente…
  • Lo sé…
  • Cuando vengas entra por el bosque, ya hacen guardia en la puerta…
  • Lo haré…

Una vez había conocido aquel bosque como la palma de su mano, ahora el camino estaba mejor pavimentado e incluso habían puesto flechas indicativas para las distintas rutas de senderismo que se podían seguir desde aquel punto. Pero él no siguió mucho rato el camino, lo abandonó hacia un sendero que se perdía entre los árboles, invisible bajo la tupida capa de nieve y ramas caidas. El sendero de Hoffmann. Sonrió bajo el chal. No había flecha indicativa. Sólo él lo llamaba así. Era el sendero que llevaba al acceso a la parte de atrás de la casa de los Hoffmann.

Había conocido a Hoffmann un viernes. Se acordaba porque era el día en que el Sr.Lindner devolvía los exámenes o trabajos corregidos para que los firmaran los padres. Aquel viernes les había devuelto una redacción que habían tenido que hacer en la asignatura de Lengua, sobre el tema „ Las Estaciones del Año“, y él había suspendido. Las dos hojas apenas tenían correcciones, pero el Sr. Lindner había escrito en rojo „Suspenso“al bies justo junto a su nombre. Él, al acabar el colegio, se había sentado en un escalón de las escaleras que llevaban al gimnásio y,tras leer una y otra vez su redacción, no había entendido el porqué de aquel suspenso, y desahogó su impotencia en un silencioso llanto. Una voz a su lado le había hecho borrarse las lágrimas con el brazo e incorporarse. La voz pertenecía a un hombre alto, de pelo corto castaño entrecano y gafas de pasta , que le observaba preocupado y le preguntó qué le ocurría. Él le mostró la redacción y le explicó que estaba triste porque no entendía qué había hecho mal. El hombre se había ajustado las gafas de pasta y había leído con atención las dos hojas, después carraspeó, miró un instante hacia el techo, suspiró y regresó a él con la más amable de sus sonrisas. Le preguntó su nombre, y él mismo se había presentado como Klaus Hoffmann. Le pidió entonces que le acompañase un momento a la sala de profesores, y, juntos, habían cruzado el patio. Aquella había sido la primera vez que había visto la Sala de Profesores por dentro, mesas, sillas, aparadores con libros, y el Sr. Lindner fumando mientras leía el periódico. Hoffmann se había acercado a él, y le había pedido que le explicase qué exactamente estaba mal en aquella redacción, y el Sr. Linder le había dicho que no sabía a qué se refería, y Hoffmann le había dicho al Sr. Lindner que era demasiado joven para padecer demencia y que si no se acordaba de los trabajos que había corregido en aquella misma habitación a primera hora de la mañana debería consultar un neurólogo, y al Sr. Lindner se le había caido el cigarrillo, y se había incorporado para decir algo pero sólo se topó con la redacción ante sus narices. Hoffmann había repetido otra vez su pregunta, como si no la hubiese hecho antes, y el Sr. Lindner había dicho que seguramente se había confundido, y el Sr. Hoffmann le había dicho que entonces borrase el „Suspenso“y pusiese en su lugar „Sobresaliente“, porque eso era exactamente lo que merecía, y el Sr. Lindner había querido decir algo, pero el Sr. Hoffmann le entregó un bolígrafo rojo que sacó de su cartera, y el Sr. Lindner había borrado el „Suspenso“y escrito „Sobresaliente“al lado. Después, el Sr. Hoffmann se había reunido con él, que se había quedado junto a la puerta, le había entregado la redacción y antes de salir de la Sala le había aconsejado al Sr. Lindner que, quizás, al que debería visitar era un oculista. No habían esperado a ver la reacción del Sr. Lindner, y, juntos, habían abandonado el colegio. Él le había dado las gracias, porque aquel era el primer sobresaliente de su vida, y Hoffmann le había dicho que a partir de aquel momento él querría ver todos los trabajos que recibiese corregidos, antes de que se los llevase a casa para ser firmados, y él estuvo de acuerdo.

Esa misma tarde su padre y él habían llevado una cesta repleta de huevos a casa de los Hoffmann. Habían recorrido ese mismo sendero.

Le abrió la puerta Sigmund, el hijo mayor de Hoffmann, y los dos se unieron en un fraternal y sentido abrazo. Ya dentro se reunió con el resto de la familia Hoffmann, que él consideraba también era la suya, compuesta, además de por Sigmund, por su esposa y dos hijas, su hermana Fabiola con su marido y un hijo , y Rosa, la ahora viuda, quien no pudo evitar emocionarse al verle. Compartieron café y una de las innumerables tartas, que, entre otros dulces y viandas de todo tipo, las visitas habian ido trayendo consigo desde el comienzo del duelo. La familia había dicho que necesitaba descansar antes del que ya suponían sería un azaroso fin de semana, y pudieron hablar con calma. De lo rápido que había sido todo, de cómo la enfermedad se lo había llevado en seis meses, sin que nada hiciera efecto para evitarlo, él había podido verle por última vez en el hospital, cuando nada presagiaba aún el abrupto final, y con eso se quedaba. Al menos. Rosa le dijo que entendería si no quisiese asistir al funeral, los periodistas ya habían tomado posiciones delante del lugar donde se celebraría, y alguno, incluso, le había preguntado a Sigmund para cuándo esperaban su presencia, el pueblo era un hervidero de comentarios y cada movimiento de la familia era vigilado con lupa, por si con él le delataran. Él les aseguró que ellos no le verían, pero que él estaría presente, evitando a toda costa, que, su presencia, convirtiese aquel momento en un Disneylandia de tumultos, fotos y curiosos. No habían podido evitar reirse con Disneylandia. Pero así era como denominaba él lo que provocaba su presencia en cualquier lugar. No dilató mucho la visita. Sigmund y él quedaron en llamarse para tratar el asunto que tenían entre manos, y se fue.

Antes de regresar al apartamento, decidió dar una vuelta por las calles del pueblo con el coche. Todo seguía prácticamente igual. Ahora había un semáforo. Un autobús de linea. El ayuntamiento estaba pintado de blanco, el colegio de azul con ventanas amarillas, los mismos negocios, supuso que la misma gente. El Aldi. Ahora era más grande, y tenía un enorme aparcamiento por el que ahora pululaba gente con carros de compra. Se acordó de Helmut Wilhelms y de cómo animaba a los otros a reirse de él porque la ropa que llevaba era de Aldi, pero él no se había dado por aludido,ya que nunca había pasado frío ni llevado los pies mojados y duraba mucho. Y porque creces más rápido que las coliflores, le decía entonces siempre su madre . De hecho aún le compraba ropa interior allí, sonrió, eso era algo que nunca iba a cambiar. Se preguntó que haría ahora Wilhelms. El hijo del director de Caja de Ahorros. Capitán del equipo de voleyball. Porque en su pueblo entonces todo se hacía en aras del voleyball, ya que era el deporte favorito del único alcalde que había tenido el pueblo desde que alguien había decidido que los pueblos como ese tenían que tener alcalde. Al suyo le gustaba el voleyball. Y todos tenían que practicar ese deporte, incluso construyó un pabellón. Todos menos él. A él le gustaba jugar al fútbol. Aquellos que, como él, tampoco disfrutaban jugando al voley, jugaban en un campo, no muy lejos de ese mismo Aldi. Cuatro piedras como portería, las mochilas como corner, y ya tenían partido. Dominar la pelota, hacerla una con sus pies y llevarla a entrar en la portería le regalaba una paz indescriptible. Su forma de aislarse del mundo. Pasó por delante del campo. Ahora había un taller mecánico y de limpieza de coches. Suspiró, y regresó conduciendo sin prisa al apartamento. Se preparó un plato de pasta con tomate de cena, y se quedó dormido viendo un reportaje sobre las rutas de las ballenas.

A la mañana siguiente se despertó temprano, realizó su tabla de gimnásia diaria que no era otra cosa que una mezcla personalizada de estiramientos de Pilates, yoga y ballet, y tras la ducha, decidió regresar al pueblo, para, esta vez, recorrrerlo a pie de incógnito, parapetado tras las desmesuradas gafas de snowboard, deporte que, por otra parte, no practicaba, y enmomiado en el chal. Tenía curiosidad por ver si realmente todo seguía igual.

Aparcó el coche otra vez en la explanada de la entrada del bosque, y se dirigió caminando sin prisa a lo que podía considerarse el centro del pueblo, al concentrarse allí todos los negocios esenciales.Comenzó a nevar de nuevo. Las aceras estaban libres de nieve, que se acumulaba formando pequeños icebergs a los lados, y alguien se había ocupado ya de echar sal. Su primera parada fue la panadería. Mismo local,misma campanita anunciando clientes, mismos expositores. Ahora servían también café. Le pareció más pequeña, además de él sólo había dos clientes más y parecían multitud. Nadie se extrañó de su aspecto, los otros dos también parecían momias. Del obrador salió un hombre joven, con camiseta blanca y pantalones de faena, portando una fuente de horno con bollitos de mantequilla recién hechos, cuyo delicioso olor invadió de pronto el espacio y provocó comentarios al respecto por parte de los otros dos clientes, él prefirió continuar en silencio. Aquel olor le transportó a aquel mismo lugar, en otro tiempo, cuando aquel hombre que ahora mostraba orgulloso la bandeja de bollos, hacía pandilla con Wilhelms y se consideraba parte integrante de una élite para la que él no era más que lo más parecido a un cero a la izquierda, fácilmente descartable. Al que ofrecer los panecillos del día anterior, por estar a más de la mitad de precio, delante de la clientela, o ignorar a la hora de preguntar quién da la vez. Recorrió las paredes con la mirada, y descubrió una foto, ampliada y enmarcada, de él mismo con el padre de ese hombre, dedicada y firmada. Se alegró de no acordarse de esas cosas. Una voz de mujer le sacó de sus pensamientos. Una chica joven, con mandilón azul cielo, le preguntaba sin demasiado interés qué deseaba. Por un momento pensó en no querer nada, e irse. Pero después lo pensó mejor, y le dijo su deseo. Toda la bandeja de panecillos de mantequilla. En caja, y una bolsa, a poder ser. Y un café con leche,para llevar, por favor. La chica abrió mucho los ojos, parpadeó varias veces y después desapareció en el obrador para regresar con una caja para tartas, en la que fue depositando todos los bollitos desde la bandeja con la ayuda de una pinza. Cuando hubo terminado, introdujo la caja en una bolsa , le preparó el café con leche,y le dijo el importe tras teclear unas cuantas veces en la caja. Él le pagó y se marchó tras desearle un buen día, sin esperar a su respuesta. Definitivamente eran demasiados bollitos para él solo. Algo se le ocurriría. Por lo de pronto abrió la caja y se contentó con saborear uno. Seguía nevando, pero no tan copiosamente, casi a cámara lenta.

Recorrió la calle mientras comía el primero de lo que después fueron cuatro bollitos, alternándolos con sorbos del café con leche y observando los cambios que pudiera haber. Alguien había abierto una floristería, antes había que ir cuatro pueblos más lejos; la oficina de correos ocupaba ahora dos bajos, un negocio de Doner-Kebap todavía cerrado a esas horas, una tienda de prensa, tabaco, lotería y papelería, cruzó la calle, si bien solía leer los periódicos online, podía comprar un par de ediciones impresas para leer qué contaban de él que él no supiese. La tienda estaba tan iluminada que le pareció entrar en una nueva dimensión, otros cuatro clientes esperaban a ser atendidos, así que aprovechó para escoger con calma entre los periódicos y revistas que había en los expositores. Para lo poco que hablaba él con la prensa, daba para bastantes titulares. Se dedició por una revista y dos periódicos, y se dirigió al mostrador. Sólo había una clienta antes que él, que se quejaba sobre la humedad, la oscuridad, la nieve y su reuma, ante la paciente mirada de la empleada. De la trastienda salió entonces un hombre, que le invitó a pasar por su caja, y él aceptó gustoso. Fue al dejar lo que quería comprar sobre el mostrador cuando reparó en quién le estaba atendiendo. Helmut Wilhelms. Casi soltó una carcajada, pero pudo contenerse a tiempo. Wilhelms le miraba tratando de descubrir algo tras las enormes gafas y el chal, mientras pasaba las revistas por el scanner. En algún momento Wilhelms había dejado de crecer a lo alto y había comenzado a crecer a lo ancho, también había perdido su mata de pelo, y lucía una brillante calva, además de gafas, tras las que sus ojos castaños trataban de desenmascarar a quel nuevo cliente. Según parece aún viene más nieve el fin de semana. Él asintió con la cabeza, mientras buscaba el importe entre las monedas que llevaba en el bolsillo. Es lo ideal para el Snowboard. Él le miró, en serio, Helmut? Pensó, y volvió a asentir antes de darle las monedas exactas con sus manos enguantadas. Wilhelms las guardó en la caja. Bolsa? Tenemos de tela con nuestro emblema, por sólo un euro. En su cabeza se imaginó subiéndose las gafas y contestándole que no quería nada de ese puto pueblo, ni siquiera su puto emblema, Helmut, y poniéndolsela de sombrero. Pero después pensó en Saulé, que coleccionaba ese tipo de bolsas y a la que a lo mejor, le haría ilusión tal cosa. Y asintió en silencio, al tiempo que ponía un euro sobre el mostrador. Hay un mirador, a tres kilómetros bajando por la carretera, ideal para selfies sobre todo ahora con este paisaje nevado. De repente sintió que no tenía nada que decirle a Helmut Wilhelms. Absolutamente. Se quedaron quietos en silencio unos segundos, uno frente a otro, el uno detrás de sus gafas de snowboard, el otro tras las suyas de miopía y astigmatismo. Sólo pudo volver a asentir, y se despidió con un gesto de la mano antes de abandonar la tienda. Helmut Wilhelms, el todopoderoso, entonces el más alto, el de la ropa de marca, el mejor en volley, el que hiciera lo que hiciera siempre sacaba el diez en todo, especialista en hacerle entonces la vida imposible,llamado a ser, como mínimo, sucesor de su padre en el banco, o en todo caso director del Banco Mundial. Tanto ensañamiento y tesón, para esto. Ya fuera, por fin, pudo soltar la carcajada. A su Saulé le iba a encantar la bolsa.

Continuó con su paseo, riéndose cada vez que se acordaba de la expresión ofuscada de Wilhelms tratando de ver un rostro a través de la mampara de espejo. Una risas infantiles le hicieron mirar hacia el fondo de la calle, donde dos niños jugaban a tirarse uno a otro bolas de nieve y golpear una mochila contra otra imitando lo que ellos suponían era el ruido que hacen dos superhéroes al chocar las armaduras. Los niños torcieron en una bocacalle y él los siguió, seguramente se dirigían al colegio. El colegio. A él siempre le había gustado ir al colegio. Su camino hasta llegar a él era distinto al de aquellos niños, ya que entonces su casa quedaba a las afueras del pueblo, y tenía que caminar mucho hasta llegar, pero nunca le había importado ya que desde el primer día se reunía al llegar a las primeras casas con otros que también hacían la misma ruta. Y las mochilas también eran armaduras, o alas de aviones, o cohetes espaciales.

Alguien había decidido en algún momento pintar el colegio de azul y sus ventanas de amarillo. Cuando él lo visitaba era un triste edificio gris cemento con ventanas de madera. Observó cómo los niñ@s iban accediendo al recinto, entre juegos, risas, llamándose unos a otros, y haciendo todas las cosas que hacen los niñ@s antes de entrar al colegio. Y él también volvió. Al último año, antes de tener que cambiar de escuela. Como habían acordado, él le había ido mostrando todos los exámenes a Hoffmann antes de llevarlos a casa para ser firmados por sus padres, y Hoffmann había tenido que ir todas las veces a protestar la nota al Sr. Lindner quién en más de una ocasión le había preguntado si no le resultaba realmente cansado tomarse la molestia y Hoffmann le había contestado que la única manera de que cejase en su empeño sería que el Sr. Lindner le matase, y que sólo entonces dejaría de tomarse la molestia, y el Sr. Lindner se había atragantado con su té, pero finalmante cambió de mala gana la mala nota que lustraba su examen por un aprobado, y Hoffmann le había acompañado a él a casa. El problema llegó en enero, después de los exámenes de reválida, cuando el Sr. Lindner le entregó los papeles,ya cubiertos, firmados y cuñados, que le obligaban a matricularse en una escuela para niños con necesidades especiales. Cuando Hoffmann los leyó, se limitó a, como era su costumbre, mirar hacia el cielo y suspirar, después le había dicho que les dijese a sus padres que esa misma tarde a las cinco pasaría a buscarles para tratar el asunto.

Papá decidió que él no iría, que él no era de esas cosas, que lo mejor era que fuera mamá con el Sr. Hoffmann y que luego les contara lo que había pasado. Mamá se había puesto la blusa beis de cuello bordado que usaba sólo para ir a alguna celebración, la falda marrón y los zapatos salón negros de los entierros, también se había puesto las hebillas bonitas en el pelo y, aferrada a su bolso bueno, se había despedido de ellos sin saber qué hacer con las manos para después salir de la casa y subirse al coche del Sr.Hoffmann. Después les contó que la directora del colegio,la Sra. Schmidt, y el tutor, el Sr. Lindner, les esperaban ya en el despacho. Que el Sr. Hoffmann según se sentó a la mesa frente a ellos, comenzó a hablar sin darles tiempo ni a abrir la boca, señalándoles con el dedo a ambos y después los informes que había sobre la mesa, que el Sr. Lindner quiso incorporarse y el Sr. Hoffmann le había había hecho volver a sentar con un puñetazo a la mesa que había hecho temblar los vasos, y aún dio dos más, y les había dicho, entre otras muchas cosas, que si aquella madre había decidido poner aquel nombre a su hijo era porque ese nombre constaba en el santoral, que parecía mentira que no supieran el santoral, que la Sra. Schmidt se había puesto muy colorada y quiso decir algo, pero el Sr. Hoffmann la había señalado con el dedo y le había dicho que no podía echarle la culpa a ningún niño de los movimientos de masas en Europa en los últimos siglos, y el Sr Lindner le había preguntado que qué tenía que ver la masa de nada en aquello, y que ella misma tampoco supo de qué masa hablaba el Sr.Hoffmann, pero que no había dicho nada, y que el Sr.Hoffmann había soltado una especie de carcajada rara y le había dicho al Sr. Lindner que era lamentable un hombre de su posición no conociese la historia, y después había señalado las crucecitas que estaban marcadas en los informes, y había dicho cuatro frases muy bien dichas, que mamá no pudo volver a repetir, pero que casi había tenido ganas de incorporarse y aplaudir, y después el Sr. Hoffmann había sacado otros informes de la cartera y les había dado una pluma a los otros dos, que estaban muy pálidos, y la Sra.Schmidt había puesto las crucecitas en el lugar que el Sr. Hoffmann le indicó con el dedo, y el Sr.Lindner había firmado y puesto el cuño del colegio. Papá había sacrificado después su mejor cordero, y los Hoffmann no habían tenido que ir a la carnicería por mucho tiempo. Él había podido matricularse en el instituto, que estaba a dos pueblos de distancia, y como entonces no había autobús de línea, papá se había comprado un Volkswagen de segunda mano para acercarle todas las mañanas, pero quien le acercó finalmente fue mamá, quien descubrió de nuevo lo mucho que siempre le había gustado conducir.

Fue allí donde por fin pudo jugar al fútbol en un campo creado para tal fin y siendo parte de un equipo. Jugar le liberaba la cabeza y le hacía centrarse en los estudios, no necesitaba más. No tardaron en nombrarle capitán. Gracias a sus goles, el equipo subió de categoría. Y entonces hicieron su aparición los avistadores. Tantos, que Hoffmann tuvo que intervenir para que no entrasen en conflicto entre ellos. Todos le querían, y todos hacían ofertas difíciles de rechazar. Sus padres, si bien estuvieron presentes en todo momento, decidieron que fuera Hoffmann quien llevase las negociaciones con unos y otros. Hoffmann puso como condición principal, que el equipo que quisiese tomarle bajo contrato tenía que tener internado y centro de estudios, siguiendo el lema „Mens sana in corpore sano“ ya que nunca se sabía lo que podía deparar el futuro y una buena formación académica era muy importante. Finalmente el Club por Excelencia había ganado la partida y el septiembre siguiente había ingresado en su internado.

Sólo le faltaba una cosa: un agente. En ese momento había entrado en su vida Lafrange. Aymeric Lafrange era un amigo de Hoffmann, desde su época de estudiante en Paris, licenciado con honores de la ENA ,hombre de negocios varios, de impecable elegancia, mirada perspicaz y ya entonces de pelo muy blanco, que había aceptado gustoso el papel de representar al „Tanque“.

Porque a él le llamaban „El Tanque“, así, con mayúsculas, porque decían que cuando él alcanzaba el área con el balón demolía todo lo que encontraba a su paso y siempre tiraba a matar. Si bien tenía que admitir que era casi imposible pararle, él nunca había causado lesión alguna a nadie en ninguna de sus jugadas. Sólo en una ocasión Hernández había chocado contra Stanic, ambos del mismo equipo, por ir el primero mirando hacia la grada y no prestar atención a quién le venía encima en sentido contrario mientras él, el Tanque, enfilaba imparable por el otro lado del area a asestar un gol. Él no había tenido nada que ver. Pero no celebró el gol. Fue él quien había evitado que Hernández se ahogase en su propia sangre y lo acompañó hasta que se lo llevaron del campo. Gladiator. Hermanos de sangre. Habían sido los titulares después, con la imagen de él embadurnado en sangre, ayudando a un Hernández con la cara destrozada. Stanic sólo se había torcido una muñeca. Aquello había sido el comienzo de una sólida amistad. Hernández se pasó meses pareciendo el fantasma de la ópera, con una máscara ortopédica, y él, sin querer, comenzó a convertirse en leyenda. Sonrió al acordarse de la boda de Hernández. Aquello sí que había sido de leyenda. No coment.

Regresó al coche caminando bajo una ya profusa nevada, y volvió al apartamento. Antes de entrar, dejó la bolsa con la caja de bollitos de mantequilla colgada de la puerta de la cocina de la familia de la que era huesped. Después se sentó cómodamente a leer el periódico. Una cosa tan sencilla, tan difícil de conseguir. Cuando le sonó el móvil, supuso quién sería.

  • Sinceramente creo que te has pasado con las gafas….
  • Las compré por Amazón, no pensé que fueran tan grandes…pero tienen un espejo fantástico.
  • Tú sí que eres fantástico…
  • Dónde estás?
  • En casa de mi hermana..
  • Cuál de ellas, tienes cuatro..
  • Número siete, la dentista..
  • Llegaste hoy?
  • Ayer por la noche..primero pensé en secuestrar el boeing y aterrizarlo al bies en la calle principal en medio de la nevada, en plan Willis, no te rías, me lo llegué a plantear, pero después convencí al del shuttle para que me trajera hasta aquí…
  • En serio?
  • Por algo soy Comandante, no?….no te rías, yo sólo soy Comandante y tú eres un puto Tanque…
  • Vas mañana?
  • Vamos todos…y cuando digo todos, somos todos…sólo nosotros llenamos el local, pero en fin…tú de incógnito?
  • No quiero „Disneylandia“..
  • Fui una vez y casi me peleo con Pluto….te entiendo…cuándo vuelves?
  • El domingo por la mañana…
  • Me llevas? Me reconocerás porque llevaré una gorra de plato azul…
  • Idiota…
  • A propósito de „idiotas“, al parecer Mona hasta ha ido a la peluquería…
  • No me puede importar menos…
  • No esperaba otra cosa de ti..
  • Soy un hombre de recursos..
  • Te veo entonces…a tí y a tus recursos..
  • Idiota..
  • Tanque!

Anne-Mona Heinrichs. Mona. La hija del alcalde. Lo suyo entonces eran los caballos y el volley. Él regresaba a casa desde el internado del Club en contadas ocasiones, una de ellas era Navidad, y ella se había hecho la encontradiza. Con dieciocho años uno no da importancia a semejantes detalles, y no tardaron en encontrarse a propósito. La gran promesa del fútbol patrio con la hija del alcalde, una pareja ejemplar con un brillante futuro ante si. Y así fue, hasta un fin de semana que el Club dio libre a determinados jugadores, entre los que se encontraba él. Decidió no decir nada, e ir a casa por sorpresa para celebrar que unos días antes le habían hecho titular, convirtiéndose así en el jugador más joven de la historia en conseguirlo. Lafrange no tuvo nada en contra, pero decidió que era mejor si en esa ocasión viajaban juntos, por si se diera la circunstancia de que hubiera periodistas en el pueblo, además aprovecharía para visitar a sus padres y a Hoffmann. Llegaron al pueblo a primera hora de la tarde, y como el sabía que Mona ese día tenía entrenamiento de volley, la primera parada fue el pabellón. Lafrange le acompañó al interior, por pura casualidad, no se acordaba el motivo. Lafrange iba algo adelantado, y él le seguía tratando de quitarse la abrigosa sudadera, e iba a doblar hacia la puerta que daba acceso a la cancha, cuando Lafrange le detuvo y le ordenó silencio con un gesto. Escuchó entonces la voz de Mona. Hablaba con Lydia, su mejor amiga quien sonaba un tanto confundida. Entonces cómo vas a hacer, él va a saber que no es suyo, las fechas no coinciden. Y Mona se había reido. La culpa fue mia por no hormonarme como me dijo Jessy, dos veces lo hicimos y nada, con hormonas hubiese sido plis-plás, Carsten me interesa tanto como ese extintor de ahí, pero ya ves, funciona, dos faltas ya, cuando venga se lo digo y ya planeamos todo, lo importante es tener el anillo en el dedo,después tengo otro enseguida y arreglado, que tiemblen los Beckham. Y Lydia todavía había dicho algo, pero él ya no lo había escuchado. Salió corriendo del pabellón y se metió de nuevo en el coche. Lafrange había tardado un rato en regresar. No tienes que preocuparte por nada, le había dicho sin apartar su mirada de zorro astuto del parabrisas, ya lo he arreglado yo, si hay algo que no miente es el ADN, llegado el caso se harían las pruebas, y ahora desaparezcamos, tú nunca has estado aquí. Y habían abandonado el pueblo por carreteras interiores. A mitad de camino, él había tenido que bajar del coche a vomitar. Lafrange había aparcado a la orilla de un campo en barbecho, y él se había adentrado un poco a vaciar su estómago de, le pareció a él, todo lo que había comido en su vida. Lafrange le había observado en silencio, apoyado en el coche, mientras fumaba un cigarrillo.

Aquella había sido la última vez que había puesto pie en el pueblo. En cuanto pudo, compró dos casas que compartían propiedad a las afueras de la ciudad en la que se encontraba el Club, y llevó allí a sus padres, quienes, con ayuda de Lafrange vendieron la granja a una cooperativa. Después el Club le blindó por contrato, y Lafrange le había dicho que ahora sí tenía motivos para llamarse Tanque.

Para relajarse, Lafrange practicaba el tiro al plato en su finca de Normandía. Un aparato lanzaba el plato al aire, y Lafrange lo destrozaba de un solo tiro de escopeta. Él prefería no pensar que pasaba por la cabeza de Lafrange en esos momentos, su mirada fija y fría mientras apretaba el gatillo se lo decía todo.

Después de Mona, a la que nunca más volvió ver ni intercambiar palabra, pasó una temporada sin querer tener nada que ver con mujer alguna. Hasta que conoció a Saulé, la primera bailarina del Ballet Nacional de Lituania, durante la celebración de una gala en la que ambos recibieron un premio. Ella siempre le dice que se enamoró de él nada más verle, y él supone que le pasó lo mismo porque a partir de aquel momento había sido incapaz de separarse de ella. Y no lo habían hecho desde entonces.

Se preparó de cena un revuelto de huevos con verdura y arroz, y se quedó dormido viendo una película sobre astronautas perdidos en el espacio.

Se despertó temprano, y tomó su café mientras observaba el cansino caer de la nieve que, durante la noche, había hecho desparecer el paisaje. Después se duchó. Tras la ducha, antes de vestirse, se observó en el espejo de cuerpo entero del armario. Para todos los años que llevaba en activo a alto nivel, no había sufrido muchas lesiones. Ninguna grave. Pero, como todo el mundo, él también tenía sus secretos. Se acordó del momento. Había tenido la sensación de que le habían pegado un tiro en el pie. Y se cayó. Sin poder hacer nada para evitarlo. Sólo pudo gritar de dolor y aferrarse a su pie. La foto dio la vuelta al mundo en minutos. El Tanque se rompe. El Tanque se quiebra. Dolor y Hierba. Sólo fue un aviso, había dictaminado el médico, su tendón pedía un descanso. Y él se lo había dado. Pero después tuvo que volver a ser El Tanque. El problema con su tendón era el secreto mejor guardado, dudaba que hubiera secretos de estado mejor protegidos. Lafrange se ocupó de dar una versión creíble a la prensa, el Club se plegó a él y el médico guardó silencio. Levantó su pie derecho en el aire y lo hizo girar lentamente. Su gesto se encogió de forma fugaz. Había aprendido a convivir con aquel dolor. Había llegado el momento de parar el Tanque. Lafrange sabría cómo.

La ceremonia iba a tener lugar a las doce de la mañana, en la sala grande de un centro cultural de nueva construcción no muy lejos del pueblo. Hoffmann no había sido una persona especialmente religiosa, y la familia se había decidido por una ceremonia laica para despedirle. Seguramente habría mucha afluencia de gente, así que buscaría un lugar discreto desde el que asistir, sin despojarse de su disfraz.

No se equivocó. Le costó trabajo encontrar un sitio para aparcar el coche. Seguía nevando con insistencia y se había levantado viento, así que a nadie le extrañó la presencia de alguien con su apariencia. El centro cultural estaba literalmente tomado por una multitud, que ya abarrotaba su interior y se extendía hasta casi el portal de entrada al recinto. Estaba preguntándose cómo podía acceder sin dar demasiados codazos, cuando un silbido familiar le hizo mirar hacia uno de los laterales del edificio. Oh Comandante, mi Comandante, pensó, al ver a su amigo haciéndole señas. Su amigo era el quinto de un total de diez hermanos, quienes le habían guardado un sitio en la sala, en la que ya no cabía un alma más. Si te subes las gafas, hay que llamar a los bomberos, le susurró Número Cuatro, una de las hermanas de su amigo, y él rio para si, confirmándose a si mismo que allí era donde tenía que estar.

La familia había situado la urna sobre una mesa, decorada con flores secas y velas. Él recorrió los rostros en la multitud, y la encontró. Mona Heinrich se había situado muy cerca de la mesa, había ganado un poco de peso, pero por lo demás seguía igual, en la peluquería le habían hecho un moño digno de exposición, junto a ella había un chico de unos quince o dieciséis años que era la viva imagen de Carsten Schroeder a su edad,y que estaba detrás. Divisó a Wilhelms al fondo. Pero también vio a todos aquellos niños, ahora ya adultos, a los que Hoffmann de una u otra manera había dedicado su vida a ayudar. Se prometió que no iba a llorar, pero no pudo evitarlo. Su amigo,quien junto a sus hermanos, contaba entre ellos, tenía razón. Estaban todos. Los niños de Hoffmann.

La ceremonia estuvo cargada de emoción, recuerdos, música y lecturas a cargo de sus hijos, y otros voluntarios. Por espacio de dos horas, de alguna manera, Hoffmann también estuvo allí.

Cuando todo acabó, aprovechando el desorden propio que se produce cuando se dispersa una multitud, él abandonó el local camuflado entre todos los integrantes de la familia de su amigo y después en el coche de uno de ellos, ya que la prensa había tomado posiciones en el exterior,y, ellos le reconocerían aún con disfraz. Pasó el resto del día en casa de Número Dos, y antes de que se hiciera demasiado tarde Número Nueve le acercó a buscar su coche para regresar al apartamento.

Se quedó dormido nada más apoyar la cabeza en la almohada, y cuando se despertó por la mañana, le dio la impresión de que no había cambiado de postura en toda la noche. Después de desayunar, recogió las pocas cosas que había traido, y abandonó el apartamento. Antes de subirse al coche, todavía con las gafas puestas, se hizo un selfie con el paisaje de fondo. Lo subiría a Instagram cuando ya estuviera en casa.

Recogió al Comandante delante de la casa de su hermana, y enfilaron la carretera para abandonar el pueblo.

  • Entonces la Fundación no lleva tu nombre..- Comentó el Comandante.
  • No, será la Fundación Hoffmann….Fundación Tanque suena fatal…
  • Como a conflicto bélico…y tú de bélico tienes poco.
  • De eso ya te ocupabas tú…
  • Idiota
  • Atención les habla el Comandante…
  • Tanque, más que Tanque…

* El sistema escolar alemán está basado en la fórmula de la una vez denominada „Reválida“. Tiene lugar en el cuarto curso de la Escuela Básica, cuando el niñ@ cuenta diez años. Después de la Escuela Básica, hasta hace relativamente poco, el sistema ofrecía tres posibilidades de formación posterior: Gymnasium, Realschule y Hauptschule. Esta última, afortunadamente, fue eliminada como opción ya que diversos Organismos Internacionales dictaminaron que iba contra los Derechos del Niñ@. Actualmente sólo hay dos opciones: Gymnasium y Realschule (o Werkrealschule). Hasta hace relativamente poco, era el profesor quien, unilateralmente decidía a qué institución debía ir el alumno, los padres no tenían opción alguna a protestar la decisión y ésta era muy dificil de revocar. Esto llevó durante los siglos que tuvo vigencia, a una cantidad ingente de injusticias, falsas decisiones y rencillas personales. Actualmente, la decisión ha dejado de ser unilateral y los padres son informados en todo momento del proceso, también tienen la posibilidad de enviar a su hijo a la institución que deseen, independientemente a la opinión que de él tenga su profesor.

Desgraciadamente, muchos niñ@s son prejuzgados por su nombre, apellido, nacionalidad, profesión de sus padres o todos estos factores unidos. Eso no ha cambiado. Todavía hay muchos „Tanques“, para bien y para mal.

Marabú,Marabú..

03 miércoles Mar 2021

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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La Señorita Pérez pegó por fin el último pompón y suspiró satisfecha. En realidad su nombre era Isabel, pero desde hacía treinta años era llamada Señorita Perez. Desde hacía treinta años era profesora de infantil en el mismo colegio, muchos de los que una vez habían sido sus alumnos traían ya a sus hijos a que ella les diese clase, y eso la llenaba de orgullo. Un orgullo como ahora sentía por si misma al observar el mural de cartulinas de colores repletas de pompones de lana también multicolor, que quería representar la primavera. Se ajustó las gafas y sonrió. Ya se podía ir a casa. Los niños se iban a llevar una sorpresa cuando entrasen en la clase al día siguiente. Alcanzó su bolso, se lo puso al hombro y abandonó el aula. Avanzaba por el pasillo mirando distraida hacia las ventanas que daban al patio, cuando escuchó una especie de quejidos, que parecían provenir del cuarto del bedel al final del corredor, apuró un poco el paso hasta alcanzar la puerta, abierta de par en par.

  • Hanibal?….Qué le ocurre?- Preguntó preocupada al descubrir a Hanibal Yáñez, el bedel del centro, apoyado contra uno de los armarios y abrazado a si mismo, presa de lo que parecía un intenso dolor.
  • La puñetera piedra…- Alcanzó a articular, la Señorita Pérez se ajustó las gafas y entró en el cuarto, mirando a su alrededor.
  • Qué piedra?- Quiso saber, mirando también hacia el techo, Hanibal negó con la cabeza.
  • La del riñón…que se ha vuelto a mover…ya viene la Libertad…
  • La Libertad?
  • Mi mujer…ya está de camino, vivimos aquí al lado…- Hanibal apretó mucho los ojos y dejó exhalar un gemido de dolor.
  • Necesita usted algo…?- Se interesó la Señorita Pérez, sin saber muy bien qué hacer, Hanibal asintió con la cabeza y le señalo la mesa con un gesto desvaido.
  • La llave…necesito que entregue usted la llave..- La Señorita Pérez se fijó en que sobre la mesa había una llave prendida a un llavero de plástico con la forma de una pera azul.- Necesito que la entregue usted en los edificios azules que están en la perpendicular….me ocupo a veces del mantenimiento…
  • Los de tejados tan altos…
  • Exacto…la puerta es también azul, muy grande, no tiene pérdida…
  • Y a quién se la entrego?
  • A cualquiera…ellos ya saben qué es…diga que la manda Hanibal….- Dicho esto, Hanibal dejó escapar un nuevo gemido de dolor.
  • Ay Hanibal…está usted seguro que…
  • La Libertad está a llegar….usted vaya…vaya…- La Señorita Pérez cogió la llave y la metió en su bolso, después se ajustó las gafas.
  • Pues nada…espero que no sea nada…me voy pues..- Se despidió, Hanibal asintió sin abrir los ojos, concentrado en su dolor.

La Señorita Pérez salió del colegio y mientras atravesaba el patio para salir del recinto, sacó su móvil del bolso para llamar a su marido.

  • Hola Gerónimo, soy yo…
  • Hola, dime..
  • Sólo es para decirte que a lo mejor me retraso un poco, porque tengo que hacer un recado…
  • Qué recado?…
  • No..nada, una cosa sin importancia…y quería decirte que la cena está ya en el horno, sólo tenéis que calentarla calor arriba y abajo, a 150 y pongamos buenos cuarenta minutos…también hay natillas…
  • Tanto vas a tardar?..
  • Qué va…es para que ya vayáis empezando, yo llego enseguida..
  • Perfecto….un beso..
  • Dos…

No le resultó difícil encontrar los edificios que le había dicho Hanibal, tampoco la puerta azul. Tras abrir la puerta y entrar, se encontró en un recibidor de suelo de goma y paredes amarillas al fondo del cual había otra puerta. Se disponía a avanzar hacia ella, cuando un hombre, que parecía tener mucha prisa por la velocidad de sus pasos,con unos enormes auriculares en la cabeza y un portafolios en las manos apareció desde algún lugar y se acercó a ella con cara de pocos amigos.

  • Hola Buenas Tardes…..- Comenzó la Señorita Pérez, el hombre negó con la cabeza, como el que está a punto de perder la paciencia.
  • Por fin!ya era hora…dónde se había metido usted?!
  • Pues mire, es que yo…
  • Yo no miro nada, venga por aquí…
  • Es que…
  • Tschhhh!
  • Yo me llamo…
  • Tschhh!Le estoy diciendo, yo no puedo saber quién es usted, eso sería un desastre…yo soy Remigio, eso es todo lo que tiene que saber…
  • Remigio?
  • Sí, por?
  • Por nada, es que…
  • Tschhhh! Venga por aquí…- Y le indicó le siguiese, cosa que ella hizo sin atreverse a soltar palabra. Remigio abrió una puerta, recorrieron juntos un corto pasillo y abrió otra a la derecha.
  • Leire! Aquí la tienes…
  • Ya le estaba yo poniendo a usted las mantas en el hospital…es que vamos…a mí no me pagan para estos picos de stress..- Quien así los recibió era una chica pelirroja, con el pelo recogido en un complicado moño y que lucía un ajustado vestido de lamé dorado. Pero eso no fue lo que sorprendió a la Señorita Pérez al entrar en la estancia, lo que le hizo ajustarse las gafas para asegurarse de que estaba viendo bien ,y, sin querer, abrir la boca, fue un peludo y gigantesco muñeco en forma de folívoro en pijama que dominaba el espacio.
  • Pero esto…- Acertó a decir, señalándolo con un dedo, Leire suspiró impaciente y parpadeó varias veces con sus enormes pestañas postizas de purpurina.
  • Bueno..ya…desnudese…- La Señorita Pérez la miró sin dar crédito a sus palabras.
  • Yo?..pero…
  • Yo pero nada…usted viene a lo que viene, no?
  • Sí..pero..
  • Venga, todo menos el sujeta y las bragas…no voy a flipar…rápido!- Y Leire dio una palmada, tras la cual la Señorita Pérez dejó el bolso sobre una mesa y comenzó a sacarse la ropa que llevaba ese día: un traje chaqueta de lana fina marrón, una blusa de cuello barco beis, camiseta interior tipo spencer, medias y zapatos de medio tacón también marrones. Leire, que había ido doblando la ropa dentro de una caja de cartón, no se paró a mirarla y se dirigió todo lo rápido que le permitía el ajustado traje de lamé y los zapatos de tacón que llevaba hacia la parte de atrás del gigantesco muñeco.
  • Uy! casi se me olvida! Apague el teléfono móvil y métalo ahí dentro…rápido!…a mi no me pagan para esto, de verdad…ya está?..pues nada…adentro…- Y abrió una especie de compuerta,de la que salió una escalerita,en la espalda del peludo folívoro, la Señorita Pérez se colocó mejor las gafas.
  • Adentro dónde…?
  • Aquí dentro „adentro“…dentro de Foli…venga…métase y ya le explico cómo funciona- Apremió Leire, la chica en lamé. La Señorita Pérez, ataviada sólo con sujetador, spencer y braga, obedeció y se introdujo dentro del gigantesco animal . Leire cerró la compuerta tras ella, y, pulsando tres botones, pasó un cerrojo electrónico pulsando una combinación en una especie de tablet.

La Señorita Pérez se vio entonces en lo que a ella le pareció el interior de una nave espacial, o al menos lo que de ellas se veía en documentales o películas. Estaba en un habitáculo oval, solo iluminado por la luz tamizada que entraba por una rejilla muy tupida a la altura de su cabeza. Ante ella encontró un cuadro de mandos con dos pantallas y multitud de botones y clavijas, dos portabebidas con sendos botellones de dos litros de agua, y a sus pies dos compuertas con la forma de un pie. Antes de que pudiese decir nada, la voz de Leire le llegó desde algún lugar.

  • Vamos a ver…frente a usted tiene dos pantallas..pulse el botón verde a la derecha de cada una..- La Señorita Pérez así hizo, en la pantalla de la derecha apareció el rostro de Leire, que achinaba los ojos tras las pestañas de purpurina como el que trata de ver algo careciendo de gafas,en la pantalla de la izquierda el borde del vestido de lamé de Leire y la punta de sus zapatos- A la derecha ahora me ve a mí, a la izquierda el suelo, así cuando avance sabrá por donde anda…ahora…vamos a ver…accione la clavija con el número 1- La Señorita Pérez así hizo- Diga algo…
  • Yo querría…
  • Tschhh…por favor, no me desconcentre…que después pasa lo que pasa y la culpa es mía, encima…no sabe?…a ver…la clavija 1 es su voz de verdad, que no podrá usar bajo ningún concepto, después le diré la excepción…accione la clavija 2- La Señorita Pérez obedeció- Diga algo..
  • Yo no sé…- Su voz sonó como la de un ser que hablase mientras bosteza y ella no pudo evitar reirse, su risa sonó como un bostezo corto, Leire asintió con la cabeza.
  • Esta es la voz que ha de utilizar todo el rato…conmigo, con Remigio, con todo quisqui vamos…nunca su voz real, estamos?…a ver..a sus pies hay dos siluetas de pies, para avanzar con Foli pulsa usted el botón amarillo y las dos siluetas descenderán por las piernas…es como hacer step..un paso cada vez, y usted puede agarrarse a esas dos barras y..despacito se llega a todos lados, las palancas a los lados son para los brazos, por si quisiera moverlos…Foli también parpadea y gira la cabeza, los botones tienen el símbolo…para no estar todo el rato de pie, si se cansara usted, acciona usted el boton 3 y aparecerá un asiento desde un lado…si quisiera ir al baño, me lo dice y yo la llevo, tiene usted cuatro litros de agua…si precisase más..pídala ..qué más?…Usted es Foli, nada de nombres, estados sociales o datos comprometedores, estamos?…estoy segura de que se me olvida algo..en fin..- En eso sonó un timbre muy potente, Leire se asustó, la Señorita Pérez también, pero Foli no se movió un ápice- Ay!…que ya empieza..venga usted…las pantallas ya están, botón amarillo y marchando..-

La Señorita Pérez pulsó el botón amarillo, y, efectivamente, las dos siluetas se hundieron en las piernas del muñeco, tal como le había explicado Leire, comenzó a pedalear muy lentamente, al tiempo que se agarraba a las barras laterales, y Foli comenzó a moverse, sin querer exhaló un casi grito de satisfacción por haberlo logrado, que hacia el exterior sonó como un sonoro bostezo. Muy lentamente siguió a Leire, que, a su vez tampoco podía caminar muy rápido por culpa del vestido y los tacones, por varios pasillos, hasta que la chica en Lamé, abrió un portalón negro. Ambas accedieron entonces a una especie de hangar, por el que muchas personas que a la Señorita Pérez le parecieron técnicos se movían de un lado a otro. Pero eso no fue lo que le hizo abrir mucho los ojos y dejar de avanzar. Aquel hangar estaba tomado por muñecos gigantescos, tan grandes como el de ella o de más envergadura, en colores y formas cada cual más llamativa. Escarabajos rojos , pingüinos amarillos, pulpos irisados, avestruzes rosas, gallinas de fieltro verde, armadillos carmesí, leopardos azules, búfalos de plata….Leire la guió hasta un grupo de estos muñecos, que parecían charlar entre si, cada uno en su voz enlatada.

  • Pues ya estaría…ahora a esperar que la llamen…ya sabe como funciona…usted sale por ese portón, da lo mejor de usted…si bien entra usted por el mismo portón…si mal…pues Remigio le dirá…
  • Y cuándo uso mi voz de verdad entonces?-Se atrevió a preguntar la Señorita Pérez con su voz de bostezo perezoso, Leire parpadeó varias veces y sus pestañas de purpurina brillaron a la luz.
  • Pues para cantar, Foli…para cantar…sólo para eso..no lo olvides…
  • Y…qué canto?
  • Eso es Remigio….yo me tengo que ir….mucha mierda!- Y sin más, Leire se alejó a pasos cortos por entre técnicos y muñecos, tratando de no pisarse el vestido.
  • Y tú quién eres?- Preguntó una voz nasal engolada, la Señorita Pérez se movió un poco hacia la derecha, hasta poder ver en su pantalla a su interlocutor, una especie de calamar gigante con plumas vestido con frack.
  • Yo soy Foli..- Contestó, el calamar hizo mover una plumas que tenía sobre la cabeza, y acto seguido produjo un extraño ruido, como de tren al expulsar vapor.
  • Yo Tintu…tienes que discupar…es que soy alérgico al marabú…
  • Como Ginger Rogers!…Ay pobre…- Y la Señorita Pérez hizo parpadear lento a Foli.
  • De todas las plumas…tenía que ser marabú…en fin…no sabía que Ginger Rogers fuese alérgica también…
  • Ella odiaba el marabú…
  • Yo cuando todo esto acabe también..- Y volvió a producir el extraño ruido de tren al expulsar vapor, Remigio se presentó entre ambos con una hojas y sin decir palabra alguna las introdujo dentro de los muñecos por una ranura invisible, para después volvera desaparecer en la multitud. La Señorita Pérez recogió la hoja y se ajustó las gafas.
  • Yo tengo que cantar „La Puerta de Alcalá“ de Ana Belén…pues ya leeré la letra porque más allá del „miralamirala…“ no me acuerdo… y tú?- Tintu hizo arquear una ceja.
  • Yo una de DJPeque…
  • Es un niño?
  • No, es su nombre artístico…y tengo que cantar su rap, ese del desierto „Soy el zorro del desierto y me convertiré en leyenda..“..
  • Pues mira que dedicarle un Rap a Rommel…ya no saben qué inventar.
  • A quién?
  • A Rommel, el „Zorro del Desierto“y leyenda es sobre todo su muerte, le asesinaron, claramente, pero…
  • Terroristas o cómo?…ay vaya, dónde?..
  • No, su propia gente…
  • Qué gente?
  • Los Nazis, Tintu, los Nazis, qué gente va a ser?
  • Ay! Y a mí cómo nadie me avisa!
  • ….
  • Yo no canto una cosa así…ya tengo yo bastante , como para que encima me acusen de enaltecer a gente…y ahora qué hago?
  • „Bella Ciao“
  • Qué?
  • El „Bella Ciao“ siempre queda bien…bodas, bautizos, manifestaciones, series…
  • Pues ya está…Remigio!!..Remigio!!- Y Tintu se alejó todo lo rápido que le permitía su personaje. La Señorita Pérez accionó la clavija que le facilitaba un asiento, y se sentó a leer la letra de la canción que tendría que cantar. Si había algo que le encantaba era cantar. Sus alumnos acababan el curso sabiendo un montón de canciones. MiralaMiralaMiralaMirala….La Puerta de Alcalá…

Una voz desde un altavoz ordenó silencio. Y se hizo el silencio. Llegó entonces el eco de las palmas de un público entregado, y una potente voz de hombre, en algún lugar, entonó „Alguien cantó“.

A la Señorita Pérez le llegó el turno cerca de una hora después, para entonces ya había refrescado la letra y estaba segura de poder hacer un buen papel donde quisiera que tuviera que cantarla.

  • Esto es así..usted sale por ese portalón, blablí-blabló-blablí-blabló…risitas aquí y allá..y usted canta…que no la eliminan vuelve para aquí por el mismo portalón…que la eliminan, pues entonces va por el otro lado sin desvelar en ningún momento quién es usted..ha entendido ?- Remigio le hablaba desde algún lugar fuera de pantalla.
  • Cuántas rondas hay?- Quiso saber, un ojo de Remigio la miró entonces a través de la pantalla.
  • Ve usted todos estos gigantes o cabezudos?…pues hasta que queden sólo tres…échele..- La Señorita Pérez hizo parpadear lento a Foli y ella misma se ajustó las gafas, definitivamente no iba a llegar a la cena.

El público la recibió con un suspiro de cariño, y ella hizo que Foli les enviase un adormilado beso, no fue hasta que avanzó un poco por el gigantesco escenario que se dio cuenta de que estaba participando en un programa de televisión, se alegró de estar metida en aquella especie de mecano, no se podía imaginar voladura mayor que salir en ropa interior en la hora de más audiencia. Y la Señorita Pérez cantó. Al final de su actuación se había metido al público de tal manera en el bolsillo, que como un solo hombre se levantó para ovacionarla en pie. Consiguió su pasaporte a la ronda siguiente y regresó al hangar aún enviando adormilados besos al público.

Mientras esto sucedía, Florita Ramos, La Chanteclera, antigua vedette y reina del espectáculo, que había planeado su regreso a los escenarios con una actuación sorpresa en un nuevo programa de televisión en el que la identidad de los participantes permanecía oculta bajo una máscara, asistía a la misma desde la cama de la clínica donde esa tarde había tenido que acudir de urgencia al haber sufrido un nuevo ataque de ciática. Nadie sabía que estaba allí, ni nadie sabía que ella tendría que haber ido al programa, ni su agente, que ni siquiera sabía que estaba de nuevo en el país. Ella misma sólo sabía que su máscara iba a ser un oso folívoro.Había intentando llamar sin al teléfono que le habían dado, sin éxito. También marcó el número de su ex, le saltó el buzón de voz. Al menos eso, su voz. Respiró tranquila en su nebulosa de calmantes. Ahíestáahíestá viendo pasar el tiempo la Puerta de Alcalá. Cómo seguía?.

La Señorita Pérez se sentó por fin y se bebió, con ayuda de una pajita, lo equivalente a tres vasos de agua. Allí dentro reinaba una temperatura más que agradable, pero cantar le había dado sed. Suspiró. Pues si hay que cantar, se canta. Antes de que pudiese perderse en sus pensamientos, una vocecita como de muñeca la hizo mirar a la pantallita.

  • Hola soy Gambi, La has bordado…yo salgo después del segundo corte para publicidad, qué canción te toca después?- Quien así le hablaba era una gamba gigante, envuelta en un vestido palabra de honor rosa y rojo, de la cabeza, de purpurina y lentejuelas, le salían dos antenas al final de las cuales había dos ojos verdes con grandes pestañas, que parpadeaban rápido. La Señorita Pérez sonrió e hizo que el muñeco también lo hiciese pulsando el botón adecuado.
  • Todavía no lo sé…y tú?- La gamba agitó las antenas en el aire.
  • „Corazón Contento“…pero no tengo yo el cuerpo para contenturas…
  • Por?
  • Mi novio…hace días que no me llama, ni contesta a mis mensajes, ni nada…he tenido que dejar el móvil allá atrás, no sé si me habrá contestado, pero no creo…la culpa es mía…porque después me viene con „estaba muy liado, lo siento tanto“ y caigo otra vez…
  • No, la culpa no es tuya….el que no llama es él, no?, y está claro que tú sientes algo por él, y que le perdones…
  • Yo digo que lo nuestro es como un chicle, que se estira y se estira…
  • Hasta que se rompe – Gambi pareció asentir con su enorme cabeza e hizo girar sus antenas en el aire.
  • Pero no sé cómo…- La Señorita Pérez hizo que el folívoro se rascase la cabeza y parpadease lento.
  • Pues díselo cantando…
  • Y cómo?
  • „Se acabó“ de María Jiménez, y se la dedicas „va dedicada a mi futuro ex“ o algo así…y creas intriga por saber quién eres…
  • Es que además yo no canto, yo hago hago otras cosas…
  • Por eso, la gente se va a romper la cabeza y después…
  • Después la que no le llama soy yo…-Gambi hizo brillar los ojos, Foli parpadeó lento.- Y a quién tengo que decir la canción?
  • Remigio..
  • Es verdad…SuperRemigio…- Y Gambi se rio con una risa enlatada de muñeca- Gracias..quien quiera que seas..suerte después, voy a buscarle- Se despidió haciendo brillar los ojos verdes y se alejó lentamente para ir a buscar a Remigio. La Señorita Pérez se quedó otra vez sola. Y se acordó de su marido. Sonrió. Seguro que cuando recuperase el teléfono tendría varias llamadas y mensajes de él y de sus hijos, preguntándole dónde se había metido. Y por lo minutos del horno. Los platos hondos o llanos. La ensalada con aceitunas o mejor queso fresco. En la mesa o en bandejas. Se ajusto las gafas y suspiró. Ya se las arreglarían. En eso una hoja de papel se coló por una ranurita. Ella la recogió y al leer el título levantó las cejas. „Como tu mujer“ en la versión de Rocío Durcal. Pena no tener un vestido maravilloso para defenderla. Se hará lo que se pueda.

La llamaron al poco para que volviese al plató. El público la recibió con gritos de „Foli,Foli!“, de pie y aplaudiendo. El presentador era otro, este tenía un objeto volador no identificado sobre la cabeza. O era un tupé. O exceso de laca. No se paró a averiguarlo. Respondió a sus preguntas de la forma más diplomática posible, es decir, hablando mucho sin decir nada y dejando buena impresión. El escenario es tuyo, le dijeron. Y cuan „Porta Gayola“ ella se dispuso a defender la pieza. Pena de vestido maravilloso, pensó cuando entró la música. Y la defendió hasta las últimas consecuencias, poniendo el alma en cada reproche. Cuando acabó, el plató vibró con la explosión del público. Su actuación se hizo viral en minutos. Cuando entró de nuevo en el hangar el resto de monstruos y muñecos la recibieron con un concierto de lo que para ellos, cada uno en su disfraz, fue una ovación en toda regla, si bien fue un compendio de bocinazos, grititos, alaridos, bufidos, carcajadas nerviosas y ruídos extraños, como el que hacen los trenes al expulsar vapor.

Florita Ramos, La Chanteclera, bajo los efectos de una nueva tanda de antiinflamatorios y calmantes, tras ver la actuación volvió a llamar a su ex, y esta vez tras el pitido le recordó que aquella vez en Teruel no había sentido en su vida tanto frío, pero no por la nieve, si no por su desdén, y que sin embargo te quiero hijo de tu madre que no tiene culpa ninguna la pobre que bastante tiene con lo que tiene que sólo lo sé yo porque yo y tu madre estamos así, así como te lo digo y ella no se lo explica y yo no sabía que los folívoros fueran osos siempre pensé que eran monos fíjate y porque lo miré en gogle. Fin de mensaje. Suspiró y dejó caer el teléfono sobre la cama. Pues mira tú, cómo te ríes, cómo juegas tú…con la esperanza que yo he puesto en tí…nananá..hijo de tu madre..

Esta vez la Señorita Pérez se tuvo que beber el equivalente a cuatro vasos de agua, y Leire la acompañó al baño. Ahora Leire llevaba un vaporoso vestido de tul gris, que más parecía nube que vestido, del que emergía la cabeza de Leire con el pelo recogido en un moño coca y los ojos en look smokey. La Señorita Pérez la ayudó también a hacer pis, ya que a Leire le era totalmente imposible dominar tal cantidad de tul, aprovechó también para preguntarle qué era exactamente lo que llevaba el presentador en la cabeza y Leire le confesó que nadie lo sabía ni se atrevía a preguntarlo, que ya había aparecido así de casa. Ella suponía un viaje a Turquía fallido, o algo así. La Señorita Pérez le dio la razón, si bien no supo en aquel momento hilar qué tenía que ver viajar a Turquía con peinarse raro.

Después regresaron al hangar, charlando sobre lo bonito que es el Jerte en primavera.

  • Yo en cualquier momento salgo por peteneras-Dijo de pronto una voz como de misterioso tunel, la Señorita Pérez miró hacia las dos pantallas, pero no vio a nadie.
  • Pónte delante, es que si no me tengo que girar y es un lío..- Dijo con su voz de eterno cansancio, ante ella en la pantalla se presentó entonces un montruo que era la perfecta mezcla entre un rinoceronte y un cocodrilo, ataviado con uniforme de piloto.
  • Yo soy Hastaluegococodrilo así todo junto…ni idea de quién piensa los nombres..
  • Yo Foli..
  • Según parece vas de primera con diferencia, yo de quinto…pero es que me quiero ir a llorar en paz..- La Señorita Pérez hizo parapadear lento a Foli y con uno de sus brazos logró acariciar las solapas del uniforme de Hastaluegococodrilo , este le enseñó su flamante dentadura.- Ayer tuve que despedirme de mi perro, ya era muy mayor y no podía más y el veterinario me dijo que era lo mejor…pero aún así,aún así…- Y exhaló una especie de bufido-rugido que sonó como lo hacen los retretes de los aviones.
  • Vaya hombre…cuánto lo siento..
  • Tienes mascotas?
  • Tenemos un pez, Blub..
  • Pues entonces ya te haces una idea del disgusto..- La Señorita Pérez se ajustó las gafas, aquel Blub ya era su quinto Blub, pero era verdad que le tenía cariño.
  • En algún lado leí que, al parecer, existe el Cielo de los perros…estoy segura de que está allí..- Consoló parpadeando lento, Hadtaluegococodrilo volvió a soltar su bufido-rugido.
  • Ya…pero entonces ni allí lo voy a volver a ver, yo no soy un perro…ay qué llorera!
  • Ya verás como al cantar se te pasa..
  • Mi próxima canción es „Cae la nieve“ de Adamo…piensa tú positivo con esa..
  • Pues canta otra, se pueden cambiar…
  • En serio?…pues no sé…
  • „La Romería“ de Victor Manuel…más alegre que esa…
  • Tienes razón…además yo canto justo después del „Porompompero“ del marciano bicéfalo, y pasa bien..dónde está Remigio?
  • Eso ya…es brujo quien lo sepa..
  • Verdad? Ese hombre es como el 3 en uno…
  • O el Reflex en spray…

Y llegó el momento de verdad. La final. Y la Señorita Pérez estaba en ella. Alguien, en quien ella supuso a Remigio, le coló la hoja con la canción. Ella se ajustó las gafas y achinó los ojos para leer bien el título, luego echó un buche de aire y suspiró. Por un momento pensó en cambiarla, buscar a Remigio y elegir otra. Pero después cambió la idea. Aquella era una canción de Final. Para bien o para mal. Sonó el timbre y con el corazón en la garganta se dirigió despacio al plató, recibiendo a su paso palmadas de ánimo y suerte, alguno ya la llamaba campeona. No te lo creas Isa, que aún tienes que dar el do de pecho, literalmente. Nada más acceder al plató la recibió un ya entregado público con pancartas y coreando su nombre. Si hay que cantar, pues se canta Isa, que todo sea eso. La conversación con el presentador fue breve. Se hizo el silencio. Y la orquesta entonó los primeros acordes de „Himno al amor“ de Mireille Mathieu.

Cuando la orquesta remató el final, no quedaba un ojo seco en todo el plató, ni manos sin agarrar, ni pañuelos de papel que prestar, el presentador, por primera vez en su carrera se quedó sin palabras, Leire arruinó a gusto sus ojos smokey, Remigio la cantó para si en francés, el público aupó a Foli al estatus de leyenda en su ovación posterior y Florita Ramos, la Chanteclera, llamó a su ex para confesarle que le había amado, le amaba y le amaría por siempre jamás, dijera lo que dijera la gente, y que si nunca había dicho quién era el padre de su hijo era porque era clavado a él y que si la gente no lo notaba pues qué sabe nadie y te llevo en la cartera y todavía guardo aquel billete de tren a Burgos que nos dejó tirados te acuerdas pero yo estaba contigo y todo me daba igual ni vi la catedral, mi vida!que me van a operar y si no te vuelvo a ver al menos ya lo sabes todo,mi perdición de ojos verdes!.

Por unanimidad y con una sideral diferencia en puntos con los otros dos finalistas, Foli fue desvelada como la ganadora del concurso „No es monstruo todo lo que parece“ y llegó el momento entonces de desvelar su identidad, extremo que se llevó a cabo abriendo justo una ventana a la altura de la cabeza de la Señorita Pérez.

De toda una nación, sólo doscientas cincuenta personas reconocieron a la Señorita Pérez. Que era la gente que conocía a la Señorita Pérez. Entre ellos su marido y sus dos hijos, a lo que se les cayó el tenedor de la mano al plato al descubrir a su esposa y madre tras Foli, y no tuvieron tiempo ni de reaccionar ya que acto seguido se vieron abrumados por un alud de llamadas al teléfono fijo, whatsapps a los tres móviles, y el timbre de la puerta. También los alumnos de Infantil B, que habían clamado durante todo el programa que aquella era la voz de su Señorita, pero nadie les había hecho caso. Florita Ramos, la Chanteclera, se enteró al día siguiente de boca de su ex, quien se presentó en la clínica con un enorme ramo de flores como propósito de enmienda.

La Señorita Pérez, en cuanto pudo dominar su emoción y desbordante alegría, anunció que donaría el dinero que le correspondía de premio al colegio para renovar el gimnasio.

Y entonces alguien abrió las puertas de los hangares, y el plató se llenó de monstruos y muñecos, que fueron la señal para dejar caer millones de globos y bombas de confetti, y la Señorita Pérez recordaría aquel momento como uno de los más felices de su vida.

Y, por supuesto, después entregó la llave.

Si tú me dices ven…

14 domingo Feb 2021

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Ella catorce, él veintidós. Malas cartas. Como amigo de su hermano le ve todos los días. Él busca quedarse a solas con ella. Nadie desconfía. Es verano. Demasiado calor. El principio de algo.El uno para el otro. Nadie lo sabe. Sólo ellos dos.

  • Ven…
  • Nos van a ver…
  • No hay nadie, ven…
  • Pero…
  • Tu también quieres…o no?
  • ….
  • Ven
  • Y si vienen?
  • Están todos en la piscina de Juan…
  • Tú crees..?
  • Ven..

Él la busca contra la pared de una de las habitaciones de atrás, perdiendo sus manos bajo la ligera camiseta, le deshace el nudo del bikini, que cae a sus pies, sus incipientes pechos en sus manos, que se deslizan por dentro de los shorts, que le baja lentamente sin dar tregua a su boca. Ella le agarra las manos insegura, él sonríe contra su boca, esa sonrisa canalla que la vuelve loca, y le deja bajarselos. Le quita la camiseta y el se quita el bañador, ella sonríe nerviosa.

  • No es la primera vez que la ves…- Susurra él en su oído.

Consuelo les observa mientras se ponen el casco para ir en la vespa de él a la piscina de Juan, se habían quedado en la casa con la excusa de las matemáticas de ella para septiembre, él le iba a explicar unos ejercicios. Desaparecen por la avenida que lleva a la casa, ella ríe rodeándole la cintura, la sonrisa de él podría derretir un glaciar.

  • Estos dos se entienden- Comenta Consuelo volviendo a la mesa de la cocina, donde hace los preparativos para la cena, hoy la familia come en casa de Juan, Amanda la mira mientras pela las patatas.
  • Quién?
  • Gonzalo y la niña- Amanda se encoge de hombros.- Él pasa más tiempo aquí que en su casa, y tanta sonrisa, y ella como embobada…
  • Es un chico muy guapo…
  • También ella lo es, pero ahí hay algo…- Y saca el pollo adobado de la nevera, Amanda sonríe para si, pero continúa en silencio con las patatas. Hacía unos días les había visto comiéndose a besos en la bodega, ellos no la habían visto a ella. Tenía que darle la razón a Consuelo, se entendían muy bien esos dos.

Invierno: Ella en el colegio, él en la Universidad. Los sábados excusa de ir al cine con más gente. De vuelta la lleva a la antigua casa de su tía. Ella se entera de que tiene una novia. No le dirige ni palabra ni mirada durante semanas. Él le jura que es sólo para aparentar. Ella hace lo mismo. Él la amenaza con partirle la cara al chico si no acaba con el teatro. El hermano de ella sospecha algo. Pero no llega a ninguna conclusión. Él tiene un accidente de moto y se rompe una pierna. Élla casi se muere del disgusto y le visita todos los días. Se cela de las enfermeras. Le hace reir.

Primavera: A ella la quieren enviar a Inglaterra a un internado. Élla no quiere ir. Él le asegura que la irá a visitar siempre que pueda. Lo cumple. Ella se emborracha en una discoteca y la trae la policía a casa. Él le monta una bronca peor que la de su padre. Ella tiene una falta. Los dos en vilo y tensos. Falsa alarma.

Verano: Verano de piscinas y casas de veraneo. Él se lo deja caer al hermano de ella. Como de nuevas. No tiene nada en contra.

  • Y eso desde cuándo?
  • Un par de meses…nosotros…
  • Por mi encantado que „ todo quede en familia“-Se ríe- Pero te estoy vigilando tío….es mi hermana pequeña….!. Y cuidado con lo que haces…- El ríe y asiente, si él supiera toda la historia otro gallo cantaría, piensa.

Otoño: Ella en Inglaterra él en Madrid. Él va cuando puede.

Lo hacen oficial cuando ella regresa del internado. Ya tiene dieciseis. Él veinticuatro. Todo es legal.

Se casan el verano en el que ella acaba la carrera de enfermería. Tres hijos. Pasa el tiempo. Y el verano siempre regresa. Y las piscinas.

  • No vienes a casa de tu tío?- Ella se lo pregunta a su hija, es verano, en la casa de siempre, la chica se encoge de hombros.
  • Javier me va a explicar los algoritmos que no entiendo…- Explica, Gonzalo, que lee el periódico sonríe para si.
  • No hace falta que se tome la molestia, te los puedo explicar yo- Decide, la chica sonríe y asiente, se le acerca y le da un beso.
  • Qué alivio papá! ….es que es un pesado de verdad…- Y se aleja canturreando hacia el jardín. Ella se sienta a su lado y le mira sonriendo.
  • Algoritmos- Dice ahogando la risa, él le rodea los hombros y se asegura de que nadie esté cerca.
  • Tu y yo hicimos muchos…no te acuerdas?- Y le roza los labios, sigue teniendo esa sonrisa canalla, que la vuelve loca, él le muerde levemente el cuello- Algoritmos y algoritmos…- Ella mira hacia el jardín- Ven…- Y cogiéndola de la mano se pierden en el piso de arriba.
  • Nos van a oir…
  • Ven….

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04 jueves Feb 2021

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Los murciélagos ven el mundo al revés. Eso al menos pensaba Marcel mientras, colgado boca abajo de un puente metálico, recorría con la mirada la explanada del parque infantil en el que se encontraba. Inexplicablemente estaba desierto. Pensaba en dónde podían haberse metido todos los niños que normalmente lo abarrotaban un sábado por la tarde,cuando, en su campo de visión al revés, descubrió a su amigo Linus. Linus avanzaba hacia él por la explanada, portando una bolsa negra de deporte al hombro, que parecía muy pesada ya que, para ser capaz de transportarla, Linus caminaba con el cuerpo algo combado hacia un lado.Cuando llegó a su altura, Marcel se fijó en las botas de monte de Linus, marrones con cordones rojos y doble suela, ahora que las veía al revés se fijó en que la puntera derecha estaba más desgastada que la izquierda. O al contrario.

  • Hola, qué haces?- Preguntó Linus, mientras dejaba la pesada bolsa en el suelo. Marcel le miró achinando los ojos. Desde esa perspectiva, Linus era mucho más alto.
  • Así duermen los murciélagos, nos lo dijo la Sra. Benz..- Explicó Marcel, para después cruzar sus brazos contra el pecho y cerrar los ojos. Linus se acuclilló ante él ladeando la cabeza contra un hombro.
  • Marcel..
  • Qué..
  • Baja de ahí, que vamos a hacer una cosa…- Marcel abrió los ojos, y se topó con los de Linus que le miraban sin parpadear, exhaló una especie de grito, se tapó la cara con las manos y rio.
  • Ah! tu cara al revés!…qué cosa, Linus?- Se balanceó un par de veces, y, cogiendo impulso alcanzó la barra, después se sentó sobre el puente metálico y se tapó la cabeza con los brazos.- oh!…Linus, mi cabeza hace bumbumbum…-Volvió a reir al tiempo que se daba ligeras palmadas contra la cabeza, Linus empujó la bolsa con un pie.
  • Encontré esto y podemos ir al bosque a jugar a Saturno..- Explicó, Marcel se frotó los ojos y miró hacia la bolsa, después se encogió de hombros.
  • Qué es?-Preguntó al tiempo que estiraba los brazos en el aire y miraba hacia el cielo- Linus, veo puntitos grises, pimpimpim…- Y rio mientras hacía como que tocaba los puntos con el dedo índice de su mano derecha, Linus agarró la bolsa y miró a su alrededor.
  • Baja y te lo enseño..- Dijo, para después colgarse de nuevo la bolsa al hombro. Marcel bajó del puente metálico de un salto y juntos se dirigieron a la casita de madera que había en el centro del recinto de arena. El interior de la casita era todavía lo suficientemente amplio como para albergarles a ambos, así que se metieron dentro y se sentaron frente a frente, con la bolsa en el medio. Linus abrió la cremallera y dejó ver a Marcel lo que contenía. Marcel abrió mucho los ojos, se llevó las manos a la cabeza y por último abrió mucho la boca, luego miró a Linus sin saber salir de su asombro.
  • Buah Linus…dónde encontraste esto?!- Preguntó alzando la voz, Linus le indicó indicó silencio llevándose un dedo a los labios y dándole un ligero empujón.
  • Shhhh…debajo de la cama de mis padres….son de papá…- Le susurró adelantándose hasta casi decírselo al oído, Marcel asintió con los ojos todavía muy abiertos y apretó por un instante los labios, como si con ese gesto sellase en su boca el secreto. Miró a Linus en silencio, sin moverse. Linus suspiró y se rascó la cabeza.- Podemos subir al bosque y jugar a „La gente de Saturno“….- Marcel parpadeó dos veces.
  • Pero para jugar a eso necesitamos la tele, los mandos…y mi papá no puede ahora en casa para…
  • No…podemos jugar de verdad..- Marcel abrió mucho los ojos de nuevo, parpadeó sólo una vez, muy lento y por último frunció el ceño de los que no acaban de entender algo.
  • Pero en nuestro bosque no hay dinosaurios magnéticos ni momias eléctricas..Linus…
  • Ya lo sé…pero podemos jugar igual…de verdad..- Marcel se encogió de hombros.
  • Vale…pero antes tengo que ir a casa, tengo hambre…- Dijo, dispuesto a salir de la casita, Marcel le retuvo y le volvió a sentar.
  • No, después, primero vamos al bosque y después comemos…- Marcel asintió con la cabeza a la idea, y después salieron de la casita.

El bosque les recibió con el derroche de tonos rojizos que le regalaba el recién empezado otoño, que ya se hacía presente en la gran cantida de hojas que alfombraban sus caminos. Decidieron adentrarse lo suficiente para poder jugar con tranquilidad.

  • Aquí está bien…no pasa nunca nadie..- Decidió Linus dejando caer por fin la bolsa al suelo, sobre la mullida cama de hojas, Marcel miró a su alrededor.
  • No hay nadie..- Confirmó, Linus se acluclilló junto a la bolsa y él le imitó, luego suspiró- Tengo sed..- Linus abrió la cremallera.
  • Un rato sólo…y después ya bajamos a casa..- Dijo sin mirarle, Marcel asintió en silencio sin dejar observar lo que Linus hacía con la bolsa. Linus ensanchó un poco la apertura, y, con ambas manos, sacó de la bolsa el contenido. Un fusil de asalto con mira telescópica.
  • Buahhh..- Exhaló Marcel abriendo mucho los ojos al poder por fin adminar la pieza en toda su plenitud, Linus sonrió.
  • Son dos, coge el tuyo..- Invitó, Marcel no dudó en hacer lo que su amigo le había ordenado y se hizo con el otro fusil de asalto con mira telecópica. Permanecieron así unos instantes. Acuclillados y en silencio, admirando boquiabiertos aquello que sostenían en sus brazos.
  • Por ahí arriba vienen los DinosauriosMagnéticos!!PiumPiumm!ZschhhZschhh!!- Gritó Linus apuntando con el fusil, que era casi tan grande como él, hacia algún lugar en la espesura, Marcel apuntó en dirección contraria.
  • Las MomiasEléctricas vienen por allá!! Ftschhh Ftschhh!!! PiumPiumm!!- Gritó mientras hacía que afinaba la puntería a través de la mira. Linus se adelantó unos pasos corriendo.
  • Hemos pasado de fase!! Ahora atención a los CocodrilosZombie!! TraaaTraa PiumPiumm…Polvo sideraal!!ZschhhZschhh!!
  • Polvo Sideraal!!FtschhhFtschhh!! Los cocodrilos y las momias huyen!!!
  • Bieeennn!!!

En eso, un ruido tras ellos les hizo volverse. Eran dos hombres montados en sendos caballos, ambos, equinos y monturas, les miraban en silencio, y por la expresión de los jinetes, sin dar crédito a la escena.

  • Qué estáis haciendo?- Acertó a preguntar uno de los jinetes, incorporándose levemente en su montura para verles mejor, su compañero le imitó.

Linus se adelantó un paso y quiso mostrarles su fusil. Al alzarlo, sin querer, su dedo índice de la mano derecha apretó el gatillo. La potencia de la ráfaga le arrojó hacia atrás, y ambos jinetes se vieron impelidos de la cabalgadura al suelo por una cantidad ingente de bolas de pintura azul y amarilla que impactaron en sus rostros y pechos. En cuanto fueron capaces de incorporarse, convertidos en dos peleles embadurnados en una mezcla pegajosa y gelatinosa de pintura y polvo, sin pararse a pensar en qué les acababa de ocurrir, casi trompicones, huyeron dando gritos monte abajo. Marcel, que había sido testigo mudo de la escena, permaneció anclado en el mismo punto y en la misma postura, con los ojos tan abiertos como la boca, sin entender nada de lo ocurrido. Linus, se incorporó trabajosamente, aún aferrado a su fusil, y se unió al silencio de su amigo y de los dos caballos, que abandonados a su suerte parecían también aguardar su reacción.

  • Buaah…Linus…qué fue eso?- Acertó a preguntar Marcel, sin moverse aún, y casi sin alzar la voz. Linus, se encogió de hombros y se pasó la mano por la cabeza, manchada ahora de polvo del camino.
  • No lo sé…pero yo ahora tengo cien puntos, ok?- Sentenció acercándose lentamente a él, Linus le miró, parapadeó lento y asintió con la cabeza.
  • Y ahora qué hacemos?- Quiso saber, Marcel suspiró y miró a su alrededor.
  • Ven…nos montamos en los caballos y seguimos…- Decidió, acercándose a los caballos, Marcel, que ya no sabía muy bien cómo sostener su fusil, expulsó un buche de aire y meneó la cabeza contrariado.
  • Pero yo no sé andar a caballo…y tengo hambre, y mucha sed, Linus, y…Linus? cuando digo mucha es super mucha…y además en Saturno no hay caballos…- Protestó, Linus negó con la cabeza.
  • Sí que hay caballos en Saturno…cuestan veinte céntimos si quieres añadirlos…pero ya no tenemos más dinero para añadir cosas..y…y..y mi abuelo me los va a regalar por Navidad o así…pero..pero..yo los quiero con alas..estos no tienen pero da igual, Marcel…- Aclaró, Marcel levantó la cejas sorprendido, pero no dijo nada- Ven, sube…
  • Y cómo se hace?….Linus?…Cómo es?- Linus le ayudó a auparse a la silla, y después él mismo se aupó a la de la otra montura. Por un momento los dos tuvieron vértigo.
  • Cuélgate el coso, Marcel…así, ves? Y después agarras estas tiras con las manos..- Explicó Linus colocándose al mismo tiempo el fusil en bandolera, Marcel lo imitó y después ambos agarraron las riendas.
  • Y ahora qué, Linus?…cómo funcionan?…-Linus se encogió de hombros, y casi sin atreverse le dio una palmadita a su cabalgadura, y el caballo comenzó a avanzar, Linus rio y Marcel hizo lo mismo con el suyo.
  • Si tuvieran alas, Marcel…imagínate…gruammmmhhffff!!…

A trote lento, casi cansino, fueron avanzando por el camino del bosque, los caballos, que parecían conocer la ruta eligieron por ellos las sendas, mientras que sus dos pequeños jinetes se entretenían inventando batallas siderales con caballos alados, sin atender a que el sol, poco a poco, iba ya perdiendo altura.

(- Antes de nada, me interesaría saber por qué tiene usted armas al alcance de menores, desde ya le advierto que es constitutivo de delito…- El capitán Schröeder miró alternativamente a la mujer y al hombre sentados frente a él, nerviosos y asustados, pero no a partes iguales, no sabían qué hacer con las manos.

  • Es que son casi de juguete…no pensé…- Se atrevió él, ella iba a decir algo, opta por callar.
  • Ya, no pensó…usted..ya, „de juguete“ ..posee usted algún otro tipo de arma?
  • Pues…no..
  • Sí…sí que la tienes..el arpón..- Se atrevió ella, él se pasó las manos por la cabeza.
  • Arpón?-Quiso saber Schröeder.
  • Bueno…sí…de cuando quise hacer pesca submarina…un arpón..de..bueno..pesca submarina…
  • Y dónde se encuentra?- El hombre y la mujer se miran interrogantes, ella vuelve a Schröder.
  • En algún lugar del sótano…créame…allí no se puede encontrar nada…- Casi bromeó, Schröeder no hizo visos de querer ni sonreír.
  • Dónde estaban ustedes cuando su hijo abandonó el domicilio familiar con las armas?
  • Yo..verá usted…nosotros tenemos cuatro hijos…quince, trece, once…y Linus con ocho…antes de irme a la compra les dije a los mayores que le echasen un ojo…y me dijeron que lo harían…
  • Por qué no llevó al niño con usted?- La mujer abrió mucho los ojos .
  • A la compra?…voy siempre sola…si quiere saber dónde estaba mi marido ya se lo digo yo….tenía cita en el taller para poner los neumáticos de invierno al coche…- En eso desde algún lugar llega el llanto desesperado de varios bebés, acompañado de desorden de voces que desembocó en la apertura de la puerta de la sala que de pronto se vio tomada por un gigantesco buggy-gemelar de color malva, un hombre y una mujer que hablaban a la vez mientras cargaba cada uno de un bebé gritón y varios colegas que ayudaban a portar dos bolsas-nursery, dos mochilas y un bolso de mano. La pareja interrogada se unió al jaleo al incorporarse a saludar efusivamente a los recién llegados. El capitán Schröeder se apretó el puente de la nariz con los dedos „Después de la tormenta siempre viene la calma/ pero sé que después de ti, después de ti no hay nada…“ le gustaba mucho esa canción, sólo se sabía esa frase, por lo de la „calma“ y el „después de tí no hay nada“. Calma y nada. Lanzarote. Ese era su refugio mental. Dónde acudía en momentos como ese. Lanzarote.
  • Cuándo se dieron cuenta de que su hijo Marcel había desaparecido?…
  • En realidad…cuando vinieron ustedes…- El hombre sostenía a uno de los bebés mientras le daba un biberón de té, su mujer hacía lo mismo con el otro bebé. Eran dos niñas, gemelas idénticas. El hombre y la mujer le miraban con la expresión de aquellos que salen de un after-hours, pero sin la palidez correspondiente.
  • Las niñas tienen diarrea…las dos…desde ayer…y en esto no hay turnos de ahora tú y ahora yo…es una labor de equipo…y en eso estábamos cuando me parece que nos dijo algo así como „mamá, voy al parque a jugar“ o „Me voy a jugar…“, no?- Explicó ella, que también le daba un biberón al otro bebé, el hombre asintió.
  • Y ustedes no se preocuparon por ir a ver si se encontraba allí…- La mujer levantó una ceja y parpadeó varias veces, el hombre suspiró.
  • Pues mire…no, Marcel es un niño muy tranquilo, en eso estábamos mal acostumbrados…y si dice que va al parque…pues va al parque y luego vuelve…y esas cosas…
  • Qué llevaba puesto?
  • Encontré su chaqueta en el buggy…así que se fue sin chaqueta…vaqueros y jersey supongo, no me acuerdo..- Rememoró ella, en eso la niña que tenía en brazos acabó el biberón y acto seguido comenzó a llorar, la otra al escucharla soltó la tetina y la retó a competir a quién alcanza la nota más alta. Schröeder suspiró. Calma y Nada. Lanzarote“)
  • Mira Marcel…ahí, ves? es una casa…podemos entrar y comer algo..- Linus señalaba una casa semioculta entre la arboleda, ya casi había anochecido, y ya había luces en las ventanas, pequeñas luminarias adornaban los árboles que rodeaban el jardín delantero.
  • Yo quiero irme a casa, Linus, quiero ver a mi mamá…y tengo super mucha sed…- La voz de Marcel casi era un puchero, Linus se bajó de un salto del caballo, y luego se acercó al de Marcel para ayurdarle a bajar a él.
  • Seguro que tienen chocolate…y agua, todo el mundo tiene agua…-Marcel asintió en silencio, y le siguió hacia el jardín; éste no era muy grande, y servía de exposición a numerosas esculturas de piedra tallada con formas de animales mitológicos.
  • A lo mejor es una bruja…Linus…o algo..- Susurró Marcel al observar las esculturas, Linus se encogió de hombros.
  • Pero nosotros tenemos superpoderes, Marcel…- Aseguró para tranquilizarle, Marcel no contestó.

La puerta de la casa estaba abierta, Linus sólo tuvo que empujarla y se encontraron en la cocina, un espacio pequeño y acogedor, de muebles de madera y repleto de ramos de flores secas colgados del techo y de los aparadores, dos lámparas de sal sobre la mesa, con su luz anaranjada, le daban el ambiente de un escenario de cuento. Linus abrió la puerta de la nevera, para ver qué podía encontrar, Marcel miraba al techo con la boca abierta, admirando el tapiz de flores secas. En eso estaban cuando Cordelia Karpinski apareció de pronto desde detrás de una cortina. Cordelia Karpinski era, además de una virtuosa de la escultora, amante de los animales, vegana, violinista ocasional, florista de formación y viajera incansable, una mujer muy valiente.

  • Os cogí!!- Gritó separando la cortina teatralmente, al tiempo que daba una zancada hacia la cocina. No le dio tiempo a decir nada más. Marcel, que hasta ese momento había sostenido indolentemente su fusil con las manos mientras observaba las flores del techo, se asustó tanto con la aparición inesperada, que, gritando él mismo, pulsó involuntariamente el gatillo de su fusil al tiempo que levantaba los brazos. Una ráfaja de bolas de color verde alcanzó a Cordelia Karpinski de lleno en el rostro y la arrastró al suelo, donde se quedó tumbada cuan larga era. La potencia del disparo catapultó a Marcel contra una encimera y luego al suelo.
  • Ah! Linus!….está muerta!- Exclamó Marcel al incorporarse y observar que Cordelia Karpinski no se movía, Linus se acercó a ella, y, agachándose, pasó el dedo índice de su mano derecha por la masa verde que cubría la cabeza de la mujer.
  • No…no está muerta, Marcel…es sólo verde…- Aclaró, luego se incorporó.- Ahora tienes tú también cien puntos Linus…y..Linus?….no tiene agua…ni chocolate..ni nada….
  • A…lo mejor es una bruja…o algo…
  • Ven…vámonos…

Cuando salieron de nuevo ya era de noche. Los caballos no se habían movido de donde les habían dejado, pero no se volvieron a montar en ellos, decidieron avanzar por el camino, hacia algún lugar, arrastrando los fusiles, los caballos les siguieron , lo que regaló al grupo el aspecto de último contingente de un ejército derrotado.

  • Tengo frío, Linus…y me duele la cabeza, quiero irme a casa…- Casi susurró Marcel al rato, Linus lo cogió de la mano y escudriñó en la casi absoluta oscuridad, luego salió del camino y se adentró en el bosque,los caballos les siguieron. No tardó en encontrar lo que buscaba, un árbol con una raices lo suficientemente prominentes como para ampararles a los dos. Y allí, se acurrucaron.
  • Ya verás como vienen a buscarnos…Marcel..
  • Quién…Linus?- La voz de Marcel no era ni un susurro.
  • La Gente de Saturno….tenemos muchos puntos, Marcel…seguro que nos ayudan…
  • …..
  • Marcel?…no hay que tener miedo…aunque no se vea el sol está ahí, lo sabías?…nos lo dijo la Sra Benz…Marcel?…hoy no hay estrellas…- En eso algo llamó su atención a lo lejos, una linea de luces azules en el oscuro horizonte, que se movía hacia ellos entre los árboles, escuchó también ladridos de perros, y voces que llamaban sus nombres- Marcel? Marcel! Ves?…ya te lo dije…han venido por nosotros! Marcel despierta!…Yupiyeiii!!!
  • Están aquí!! Aleluya!! Luz! Mantas!!….
  • Hola…yo sabía que vendríais…Marcel no me creía, se ha dormido…
  • Pues claro, campeón, ya está despierto otra vez , ves?….rápido!!…
  • Te puedo preguntar una cosa?
  • Claro, campeón, tú no pares de hablar, tú habla, amigo…cuéntame cosas…
  • En vuestro planeta….tenéis chocolate?

No grites

30 miércoles Dic 2020

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Laura se despertó antes de que sonara la alarma del reloj. Ella pertenecía a la minoría de gente de su edad que utilizaba un reloj-desperador para salir de las garras del sueño, acostumbraba apagar el teléfono móvil antes de irse a dormir. Antes de apagar la luz leía un rato, no demasiado tiempo, de diez minutos a un cuarto de hora, ahora estaba leyendo uno de un arquitecto de jardines japonés donde explicaba su manera de entender la creación de un jardín. Desde que lo leía tenía sueños tranquilos y musicales, aunque cuando despertaba nunca se acordaba de las melodías. Ella también pertenecía a la minoría de gente que no se desperezaba al despertar, así que salió de la cama y fue directa al baño a darse una ducha. La ducha de la mañana no era larga. Lo justo para despejarse. Solía dejar el uniforme del colegio preparado en un galán de noche que había pertenecido a su abuelo. Su colegio, aunque femenino, daba la opción de usar pantalón de lana gris, y ella solía hacerlo en invierno, chaqueta verde ribeteada en azul con el escudo del colegio en la pechera, camisa blanca, con o sin corbata, ella optaba siempre por una pañoleta, que anudaba al cuello, zapatos negros de cordones. Si de algo tenía mucho, era pelo, abundante, liso y castaño en melena hasta los hombros. Ella no era ella sin su cola de caballo. No necesitaba más. A veces protector labial, por hacer algo.

Camino del comedor de diario, pasó por delante de la habitación de sus padres, la puerta estaba abierta, la habitación seguía tan intacta como los días anteriores. Su padre estaba de viaje, y su madre al parecer también, o no, no estaba segura. De vez en cuando recibía whatsapps de ella, plagados de emoticonos de muñequitos mandándole besos, u osos amorosos bailando. Ella le respondía con un gif de un koala comiendo hojas de eucalipto.

Cuando ella llegaba al comedor de diario, Marita ya le tenía preparado el café con leche en taza pequeña y la tostada con mantequilla que tomaba como desayuno. Eso era lo único que era capaz de tomar a esas horas. No se sentaba, bebía el café y se marchaba al colegio,chal de lana, bolso con libros y carpetas en ristre, tostada en mano.

Su autobús pertenecía a la ruta 5. La parada estaba a diez metros del portal de su casa. Durante mucho tiempo había compartido viaje con Adelaida Vázquez Campa, pero desde que ésta se había mudado a Oslo con su familia, se sentaba junto a Lourdes Paniagua Guzmán, a la que desde siempre habían llamado Lorde, antes de la aparición de la cantante del mismo nombre, como ella gustaba de aclarar, le intersase a su interlocutor o no.

  • Mira Lau, Nachete me acaba de enviar una foto…- Informó Lorde mostrándole la pantalla de su móvil, en la que se podía apreciar a un chico haciendo el símbolo de la victoria con ambas manos e imitando una mueca de ganster, sentado en lo que parecía un coche. Lorde negó con la cabeza, como quien da algo por imposible- Fíjate tú qué mérito, una foto desde el asiento de copiloto del coche de su padre a las ocho de la mañana…voy a enviarle una de nosotras aquí, de sufridoras en el bus…bueno, di tú que si aún fuera urbano, calladita estás más guapa Lorde…mi padre dice que a Nachete le falta una bugía, no un hervor…una bugía..y tiene razón…pero por eso funcionamos, porque justo esa bugía la tengo yo…o no?- Y la miró guiñándole un enorme ojo azul tras sus gafas de pasta verde. Lorde llevaba el pelo rubio liso cortado a lo chico, con un flequillo que le caía a uno u otro lado del rostro, según le viniese en gana colocarlo, y que enmarcaba un rostro pequeño y pecoso, como de eterna niña, que rompía el encanto con una voz rota y profunda.- Porque lo que tengo claro es que me voy a casar con Nachete…y ya sé cómo voy a ir, me voy a poner una pamela gigante de paja de estas que llegan hasta el suelo, un vestido lencero y sandalias, así me ahorro peluquería y maquillaje…como no me van a a ver…- Laura soltó una carcajada, sólo de imaginársela, ya que Lorde no se caracterizaba por su altura- crecer aún tengo que crecer…o eso nos dijo el especialista..así que la pamela para entonces me queda de vicio…no como a mi madre, que cuando se pone una parece el sombrero de „El Principito“, no te rías, c´est vrai….- En eso le llegó un mensaje de Whatsapp- hablando de la reina de Roma…“Dónde estás?“…dónde voy a estar mamá…en el puto bus..a ver..“En el bus con Lau“, ponte mona para selfie…- Y se hicieron un selfie sonriendo exageradamente a la cámara- „Llama a tu tía para la merienda“…vale, pero qué tía, tengo ocho, para ser exactos…- Recibe otro Whatsapp- „Hola Lorde, cuando salgas del cole avisame para la merienda y te recojo en la parada, seré la del Mini-Verde.Besousss“…entonces es Irene..qué le envío?- Lorde acarició la pantalla de su móvil en busca de un emoticono.
  • El Koala comiendo hojas suele gustar- Apuntó Laura, Lorde asintió con la cabeza y se lo envió a su tía como respuesta, quien a su vez le respondió con Jennifer Aniston dando palmas.

La mañana en el colegio transcurrió sin acontecimientos salientables, exceptuando que en la primera pausa, Laura recibió un mensaje de Whatsapp de su modista, con la que aquella tarde, tras el colegio, tenía una cita para probar el vestido que iba a llevar a la boda de su prima. La cita no sería en el taller como de costumbre, sino en otra dirección que le indicaba en el cuerpo del mensaje. Calle Amazonia, Torre 4, Fase 2, Piso 10G. Laura buscó la dirección online. Ni idea de dónde podía ser. Para llegar allí tenía que tomar el autobús de la Zona3.

Ella fue la última en bajar del autobús de la Zona3. El conductor, antes de abrir las puertas del bus, le preguntó si estaba segura de que tenía la dirección correcta, ella se la había enseñado en el mensaje de su modista, y él, aunque no muy convencido,la dejó bajar. Ante ella se abrió entonces un paisaje urbano totalmente desconocido, dominado por la presencia de infinidad de torres de pisos, rodeadas por un complejo entramado de calles. Calle Amazonia, Torre 4. Activó la búsqueda en su móvil, y éste le mostró casi inmediatamente un mapa con el trayecto a seguir. Tuvo que desandar dos veces una calle, y dobló donde no debía, pero por fin llegó a su destino. La Calle Amazonia era idéntica al resto de las calles, estrecha, larga, con torres de pisos a ambos lados y pasarelas de un edificio al otro, tanto aéreas como subterráneas. No tardó en encontrar la Torre 4, pero una vez ante el portal, no supo encontrar la Fase 2.

El portal estaba abierto, así que se decidió a entrar, encontrándose entonces en una especie de patio interior del que partían varios pasillos. Iba ya a llamar por teléfono a su modista, para que la guiase, cuando un chico, portando una pequeña bolsa de deporte negra apareció, caminando hacia ella.

  • Hola, perdona, sabrías decirme cómo llegar a la Fase2?- Le preguntó casi sin atreverse, el chico, un tanto contrariado por su pregunta, la miró un instante de arriba a abajo y asintió levemente con la cabeza, para luego indicarle que le siguiese con un gesto desvaido de la mano- Gracias…- El chico no contestó, se limitó a avanzar por el pasillo que les quedaba a la derecha, y ella le siguió.

Llegados al ascensor, él pulsó casi con rabia el botón para llamarlo. Era un chico alto,tenía el pelo muy corto y sus facciones marcadas no disimulaban su mal humor, una cicatriz en su ceja derecha no le daba un aspecto más amable. Llevaba una cazadora de piel vuelta forrada de borreguillo, pantalones vaqueros y zapatillas de deporte, parecía estar convencido de que el ascensor descendería más rápido si mantenía su mirada clavada en los números que se iban sucediendo en el visor sobre la puerta. Laura se colocó mejor su chal de lana, un viento helado se colaba por todas las rendijas, se arrepintió de no haberse puesto un abrigo aquella mañana. Cuando por fin llegó el ascensor, el chico abrió la puerta y la dejó pasar primero. Laura se situó al fondo del habitáculo, él junto al cuadro de botones, sobre el que alguien había pintado un grafiti amarillo.

  • Qué piso?- Preguntó, como de trámite.
  • Perdón?
  • Que qué piso…
  • Ah..décimo, gracias- Él pulsó el botón con el número 10. Le dio entonces la espalda, apoyándo el hombro contra la pared. Laura se arrebujó en su chal, mientras observaba el avance verde de los pisos en los números del visor. Silencio. El ascensor hizo de pronto un ruido extraño. Acto seguido se quedó parado entre el quinto y el sexto. Silencio.
  • No grites..- Dijo él entonces sin volverse, Laura aferró sus manos a su bolsa, y le miró con los ojos muy abiertos, sin poder disfrazar su pánico.
  • Perdón?..- Él suspiró, y miró hacia arriba, todavía sin volverse, como buscando algo en el techo del habitáculo, si bien lo que parecía buscar era paciencia.
  • Que no grites…se ha quedado trabado, suele pasar..
  • Y qué…hacemos?- Él se encogió de hombros, y apoyó la espalda contra la pared, luego la miró sin mostrar un ápice de empatía.
  • Esperar- Dijo casi irónico, ella miró hacia los botones.
  • No hay alarma?- Él ni se dignó a buscar el símbolo en el cuadro, fijando su atención en el móvil que sacó del bolsillo del pantalón.
  • No funciona- Informó, sin ánimo de darle conversación. Ella asintió en silencio, y sacó también su móvil, iba a decir algo, pero él se adelantó.
  • No hay cobertura- Ella le dio la razón con un leve gesto, y volvió a guardar el móvil en el bolsillo del pantalón. Silencio. Ella se cansó de estar de pie y se sentó. El hizo lo mismo. Silencio. Entonces se fue la luz.
  • No grites…
  • Yo no..yo no soy de gritar..
  • No se va a caer…suele pasar..
  • Ya..
  • Cómo te llamas?
  • Laura…y tú?
  • Luz..
  • Luz?
  • Sí, justo la que ahora no hay- Ella intentó no reirse, quien pareció reirse fue él- Riéte si quieres, no me importa- Su voz sonaba ahora más tranquila.
  • Perdona..
  • Suele pasar…y qué se te pierde por aquí?
  • Mi vestido…quiero decir, mi modista me ha citado aquí..excepcionalmente..
  • Modista?
  • Sí..Lola Alberdi, 10G..
  • Ni idea..
  • Vives aquí?
  • No, mi primo..
  • De visita, entonces..
  • No, a recuperar lo mío..
  • …
  • Se confundió con la bolsa…
  • Invirtió mal, o cómo?- Él tardó unos instantes en contestar.
  • No, esta que llevo es la suya..se llevó la mía por error, porque son iguales..
  • Ah comprendo…
  • 10G?
  • Sí..por?
  • Por nada..

La luz volvió con un topetazo que les asustó a ambos, y con ella el avance del ascensor.

  • Si quieres te ayudo a buscar el 10G..- Propuso Luz cuando llegaron al décimo, ella le sonrió sin poder disfrazar su alivio.
  • Pues sí…muchas gracias, esto es un laberinto

Salieron del ascensor y se encontraron en un inmenso rellano, del que partían tres pasillos, Luz le indicó que debían seguir el de la izquierda.

  • Tu primo vive también en esta parte?- Se interesó Laura, Luz asintió con la cabeza.
  • Sí, al dar la vuelta..- Explicó señalándole el final del pasillo por el que avanzaban, que no parecía tener fin. A, B, C, D, E, F. La puerta del apartamento G estaba entrebierta.
  • Alberdi, es aquí, mira está abierta…- Dijo Laura, para luego dar dos toquecitos con los nudillos contra la puerta antes de entrar- Lola?…
  • Laura…espera..- Advirtió Luz, pero Laura ya había entrado en el apartamento 10G. Alcanzó a avanzar un par de pasos, hasta escuchar un ruido desde algún lugar y darse cuenta de que estaba pisando sobre un rastro de sangre que se perdía en el interior de la vivienda. Una fuerza, que por un instante le recordó al rebufo de un tren de mercancías, tiró entonces de su brazo derecho y la arrastró sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo fuera del apartamento, al tiempo que explotaba lo que a ella le pareció un ráfaga de petardos. La fuerza la hizo recorrer el pasillo a tal velocidad que sus pies no tocaban el suelo, abrió puertas, descendió escaleras sorteando varios escalones a la vez, más petardos, un cristal estalló en algún lugar, más puertas, otro pasillo, más escaleras sin atender a peldaños, gritos, voces, más cristales, más gritos, ráfagas lejanas, más puertas, los petardos fueron quedando atrás, más escaleras, patios oscuros, pasarelas subterráneas, más patios, en un avance infernal que parecía no tener fin y al que sus piernas respondían mecánicamente, sin saber hacía dónde.

La huída cesó como había empezado, de golpe. Y se vio acurrucada contra la puerta de una sala de calderas, incapaz de respirar bien, aferrando con una mano su bolsa, y con la otra la mano de Luz, quien junto a ella, había apoyado la cabeza contra la puerta, y, con los ojos cerrados, trataba de volver a respirar con normalidad.

  • Luz..
  • …
  • Luz..- Luz se volvió hacia ella, y la abrazó en silencio.
  • Laura…- Susurró aún casi sin encontrar su voz, luego le acarició el rostro con suavidad- Laura..no grites…-Ella negó con la cabeza, pero no pudo evitar que un llanto descontrolado manase de sus ojos, él tragó saliba y la volvió a abrazar.
  • Por..qué..me dices..siempre..que no grite..?- Articuló ella contra él, Luz la apartó un instante y la miró, su rostro había perdido todo rastro de dureza, ahora sólo había tensión y miedo, Laura fijó sus ojos en los de él, eran color miel, y sintió que allí estaba a salvo, sólo allí
  • – Porque si gritas..tú, entonces también grito yo…entiendes, Laura?…y eso no lleva a nada…ahora tenemos que…

No le dio tiempo a acabar la frase. Una explosión hizo retumbar el suelo, y todo se vio envuelto en una nube de polvo, humo y cristales. Después se hizo un silencio de plomo.

  • Qué hacemos ahora, Luz?
  • Ir a buscar a mi tío…él sabrá que hacer.

Buscando siempre la protección de los edificios, y cerciorándose de que, en el caos que siguió a la explosión, nadie se fijaba en ellos, se alejaron del lugar. La zona de polígonos industriales se encontraba casi anexa, comunicada con el área de viviendas por varias calles, que ahora eran un hervidero de policía, bomberos, guardia civil, ambulancias, y gente que trataba de huir, o de buscar a familiares. Luz y Laura lograron acceder a través de una pasarela subterránea, desde los sótanos de una de las torres. El tío de Luz poseía una nave industrial, en la que guardaba lo que que había sido su medio de vida durante cerca de cuarenta años: dos plataformas de coches de choque. Su hijo no había querido continuar con el negocio, y ahora todo estaba guardado bajo polvorientas lonas. Luz accedió a la nave por una pequeña puerta lateral. No encendió los neones. Laura buscó sentarse sobre unos sacos, le daba impresión de haber estado corriendo toda la vida. Luz sacó su móvil del bolsillo, y le envió un mensaje a su tío diciéndole que se precisaba su presencia en la nave, una mentira a medias.

Clemente Barbera Fernández, tardó menos de diez minutos en presentarse en la nave. Entró por la portezuela del portón principal, y encendió los neones. Era un hombre muy parecido a su sobrino, con el pelo blanco. Luz y Laura le esperaban ante las lonas que tapaban los coches, cogidos de la mano, única manera con la que Laura dejaba de temblar, aún cuando Luz ya le había dejado su chaqueta.

  • Luz?..Si es una broma, me cago en tu madre Dios la tenga en su Gloria…- Espetó Barbera, nada más descubrirles, Luz negó con la cabeza.
  • No tío…no es una broma…es..es..muy complicado…- Comenzó Luz, sin saber cómo explicarse, Barbera se acercó despacio a ambos.
  • Tiene que ver con la explosión de gas?- Luz y Laura asintieron en silencio- Y este bebé quién es?- Quiso saber Barbera señalando a Laura con las llaves.
  • Soy Laura
  • Se llama Laura
  • Hasta ahí llegamos todos….llamamos a Tito y no responde, dejé a tu tía con un ataque de ansiedad, lo que tengas que contarme tiene que estar a la altura…
  • Nosotros fuimos los que iniciamos todo…quiero decir…ella tenía una cita en el 10G, yo la ayudé a buscar el piso..ya sabes como es aquello….la puerta estaba abierta…y ella entró, claro, qué vas a pensar…vi la sangre, escuché el click y salimos por patas…- Barbera le escuchó con atención, y se pasó la mano por la cabeza y el rostro.
  • Yo ahora lo que necesito es un SolySombra joder…
  • Yo he pensado que…
  • Ah..has podido pensar..qué suerte chaval!…
  • Que podrías llamar a Rincón…
  • Rincón?…ya no está en primera linea, está jubilado…
  • Ya, pero cómo quieres que me explique..que nos expliquemos…va a ser más fácil si ya vamos con él…- En eso a Barbera le sonó el móvil, tras responder, se llevó la mano libre al rostro, después suspiró y se santiguó dos veces, se despidió con un monosílabo, por último se apretó los lagrimales y les miró a ambos.
  • Han encontrado al Tito, de esta sale…lo han llevado volando…literalmente, ya no sé ni lo que digo….Clemente céntrate…
  • Rincón..
  • Eso.. Rincón…

Manuel María Rincón Acevedo se había jubilado como inspector de policía hacía cinco años. Primero habló por teléfono con Barbera, después con Luz y por último con Laura, quien pálida, engullida en la chaqueta de Luz y sin soltarle de la mano, repitió lo que ya Luz le había contado, además de darle el dato del cambio repentino de emplazamiento de su cita con la modista. Se marchó de su casa sin dar explicación alguna a su mujer, y haciendo caso omiso a señales de tráfico y límites de velocidad, llegó derrapando hasta la puerta de la nave industrial. No se bajó del coche. Tras una perdida a Barbera, éste Luz y Laura salieron del edificio y se metieron en el coche, que salió a toda velocidad en dirección a la ciudad.

  • Y estos?…Los amantes de Teruel, o qué?- Salinas observaba a Luz y Laura a través del espejo de la sala de interrogatorios, ella apoyada en su hombro,la cola de caballo casi deshecha, pálida, con los ojos cerrados, agarrada de su mano, medio hundida en el borreguillo de la chaqueta, alguien le había puesto delante un café que ni siquiera había probado, Luz parecía hablarle con suma tranquilidad, y de vez en cuando le acariciaba la cabeza, él mismo parecía tenso, y exhausto, pero no a partes iguales. La inspectora Leguineche sonrió levemente a las palabras de Salinas, y negó con la cabeza, para después apoyarse en la mesa ante ella.
  • Ante tí tienes al minuto 0 del desastre de Amazonia 4: Luciano Gómez Barbera, 22, estudiante de Grado de Informática de Gestión en la Complutense por el día, trabajador en la Planta de Reciclaje de cristal Pristec en turno de noche, y Laura Montaner de Garza y Gómez de Lanera, 16, cuarto de ESO en el Colegio WITEC- Explicó con calma, Salina alzó las cejas.
  • Y se han encontrado en un universo paralelo, justo en Amazonia 4…
  • Algo así, él es sobrino del mejor amigo de Rincón….Laura tenía una cita hoy con su modista, y ésta le envió un mensaje de Whatsapp esta mañana cambiando la localización, del atelier de costumbre, a Amazonia 4, hasta ahí todo sería correcto, si no fuera porque hemos encontrado muerta a Lola Alberdi en su atelier y suponemos que llevaba muerta desde ayer, quien quiera que le envió el mensaje a Laura le tenía una trampa muy bien preparada…
  • Y algo salió mal….
  • Con el gas borraron qué salió mal exactamente….pero no saben que nosotros lo sabemos…
  • Están los padres de camino?..
  • Ilocalizables, en domicilio familiar atiende la mujer de servicio….
  • Y qué se hace?
  • Luciano sólo vio una sombra y escuchó un click, ella ni eso…pero los otros sí les vieron a ellos…sabemos que al menos uno murió en la explosión, el otro huyó a tiros y robó un coche, quien se toma tanta molestia para conseguir borrar rastros no va dejando cabos sueltos…
  • Crees que volverán a por ellos…
  • No si podemos evitarlo, ellos no saben que les tenemos, y lo más importante, no saben que hemos descubierto el plan de secuestro, si realmente tienen interés en Laura volverán a intentarlo…
  • Y entonces seremos nosotros los que hagamos trampa…
  • Salinas, a veces eres brillante…pero sólo a veces, no te lo vayas a creer. La inspectora Leguineche explicó a Luz y Laura el plan a seguir. Luz se quedaría en las dependencias policiales donde se podría velar mejor por su seguridad, Laura haría creer que regresaba sola a casa, cuando en realidad lo haría acompañada de la propia Leguineche y su gente. Laura retomaría al día siguiente su vida normal, nada podía desvelar el plan. Luz tuvo que despedirse de ella en el pasillo, Laura se negaba a soltarle la mano.
  • – Luz…no entiendo nada…- Laura entrelazó sus dedos con los de él, y miró a su alrededor sin ocultar su miedo.
  • Ya somos dos…pero ahora tienes que irte con la inspectora Leguineche, todo va a salir bien, ya verás…- Aseguró Luz con toda la calma que pudo reunir.
  • Y tú? Qué vas a hacer?…- Luz le levantó con suavidad la barbilla y le hizo mirarle a los ojos, ella casi sonrió. Allí estaba segura. Sólo allí.
  • Yo me quedaré aquí, no me pasará nada…sólo espero que en algún momento se les ocurra darme de cenar- Susurró casi en confidencia, logrando así que ella, al menos, se riera, después desenlazó con cuidado sus dedos de los de ella y le dio un último abrazo. La inspectora Leguineche la tomó del brazo y la guió por el pasillo hacia la salida. Laura se volvió una vez , antes de cruzar la puerta, pero Luz ya había desaparecido.

Laura no se despertó antes de que sonara la alarma. Fue la inspectora Leguineche quien la arrancó de las garras de un sueño profundo en el que había entrado de golpe, gracias a una pastillita mágica que una de las personas que había invadido su casa la noche anterior le había dado para que pudiera descansar mejor. Por primera vez en su vida, sintió la imperiosa necesidad de desperezarse, después se dió una ducha larga y muy caliente, bajo la que se lavó el pelo. Tuvo que buscar el uniforme de repuesto en el armario, no se paró a buscar pañoleta. Tampoco se hizo una cola de caballo. Se puso un abrigo. Marita le había preparado su café y su tostada, pero sólo consiguió beber un trago. Su casa seguía tomada por un montón de gente.

  • Laura, cuando salgas por esa puerta has de hacerlo como todos los días, como si no hubiera pasado nada, no has de tener miedo, no nos vas a ver, pero nosotros estaremos ahí en todo momento, de acuerdo? Ten siempre el móvil a mano- La inspectora Leguineche se lo explicó con la tranquilidad necesaria como para infundirsela, Laura sonrió levemente y se ajustó su bolsa al hombro, para después abandonar la vivienda.

Hoy Lorde llevaba una diadema de flores de colores.

  • Mi tía me la trajo de México, me queda como a un Cristo dos pistolas, pero le dije que me la pondría hoy, y es lo que estoy haciendo, a ver, prueba gráfica- Se hizo un selfie sonriendo feacientemente a la cámara- ala ya está, la quieres?…ay hija que sosa estás hoy..tienes mala cara, „estás en tus días“? Cómo dice mi abuela?-recibe un Whatsapp- Nachete me quiere, qué bonito, le envío el koala, gracias por el consejo, arrasa el dichoso koalita…te has enterado del desastre? El del gas de ayer? Hay dos desaparecidos, no me extraña…tú viste cómo quedó todo?…zona catastrófica nada más y nada menos…y por supuesto mi madre ya loca con el gas…y nosotros no tenemos gas en ninguna parte, pero ella ya hasta olía gas- Laura sonrió levemente, pero continuó mirando por la ventana, aferrada a su móvil, Lorde levantó las cejas- Tú te has tragado un sable..- En eso a Laura le llegó una notificación al móvil, lo que la asustó, Lorde rio, era una notificación de Instagram, tenía un nuevo seguidor, ahora tenía doce- A ver? Quién es? John Light, sólo tiene una foto y sólo te sigue a tí…bloquéalo ya, no traen más que spam..- Laura abrió el perfil de su nuevo seguidor, y pulsó la foto, era de un amanecer con niebla, en tonos lilas, sonrió y se relajó al leer el único hashtag que jalonaba la instantánea: #nogrites

Luís

20 domingo Dic 2020

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

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Ni un alfiler. Ni uno cabía. La multitud que se agolpaba en el andén de la estación de metro, aterida en una gama de prendas de abrigo multicolor, en la que primaba el verde y el gris, se le representó a Olivia un bosque espeso e infranqueable, por el que ella avanzaba forzando un surco sin soltar de la mano al niño. La ventisca que arrasaba el exterior, silvaba en forma de lenguas de viento helado también bajo tierra, colándose por los túneles y escaleras. Olivia levantó la vista un instante para mirar a la pantalla que anunciaba la llegada de los trenes, y confirmó así que el ruido que ya avanzaba por el tunel era el del que ellos debían alcanzar. El convoy llegó a la parada, y Olivia se vio succionada por la fuerza de la voluntad común de acceder a los vagones, a uno de los cuales accedió sin que sus pies apenas rozasen el suelo. Como una cuña, a presión entre incontables muros de abrigos y plumíferos, entre los que sólo podía mirar hacia los parpadeantes neones del techo, apretó la mano del niño para confirmar su presencia, y éste, desde algun lugar le devolvió la señal. En cada una de las paradas que no eran la suya, se vio obligada a luchar contra la corriente de gente que deseaba abandonar el vagón, como aquel que lucha contra las olas en su intento de no ser arrastrado a la orilla. Cuando llegó la suya, aprovechó el empujón general para ganar velocidad y poder alcanzar el anden ya a la carrera, sin embargo se vio envuelta en un torbellino de bolsas, mochilas, maletas, barbas, sombreros, cables de earpods, biberones,guantes, bufandas, manos, codos, caras, pecheras, ramos de flores, palos de escoba, periódicos, vasos termo, manillares de patinete, gafas y corbatas, del que salió totalmente desorientada para zambullirse en otra marea humana. Apretó la mano del niño de nuevo, y éste se demoró un instante en devolverle la señal, desde algún lugar allá abajo, pero lo hizo, y eso la animó a apurar el paso y abrir un surco al bies para alcanzar las escaleras de salida.

La ventisca había arreciado, y les recibió ya a mitad de la escalera con ráfagas de aguanieve indiscriminadas a bocajarro, que ella combatió cuerpo-a-cuerpo hasta poder alcanzar la calle, donde la situación no era mejor.

Avanzó entonces tratando de no resbalar, esquivando a las momias empapadas medio cubiertas de nieve que encontraba a su paso, sin caer en la cuenta que ella tenía el mismo aspecto. El niño pareció decir algo entonces desde detrás de la bufanda, pero ella no le entendió.

  • Ya, mi vida…ya casi estamos- Respondió mecánicamente, el niño insistió.- Ya llegamos…sólo una calle más…- Animó tratando de caminar más rápido.

Tal como había dicho, llegó a la que era su calle, y pronto a su portal. El niño volvió a decir algo desde detrás de la bufanda, mientras ella buscaba las llaves en el bolsillo interior de su chaqueta.

-Ya…- Contestó, para después abrir la puerta. El edificio carecía de ascensor, así que, subieron cansinamente los cuatro pisos por la escalera, el niño aún dijo algo, pero ella no le contestó, concentrada en subir los bloques de peldaños de una vez. Cuando por fin abrió la puerta de su apartamento, y después la cerró tras si, dejó exhalar un sonoro suspiro de alivio apoyándose contra ella.

  • Por fin…pensé que no llegábamos nunca….ay..- Sentenció mientras se quitaba el gorro, el voluminoso chal, la chaqueta y las botas. El niño permanecía inmóvil junto a ella, sin hacer visos de quitarse nada. Ella sonrió- Ay Luís, tú tampoco das más…verdad mi vida?…ay pobre..pareces un enanito del bosque – Olivia rio y lo cogió en brazos, para dirigirse al baño- Ven, te voy a preparar un baño calentito-calentito, con la espuma de colores y los dinosaurios, vale?…y después el puré tan rico de verduras también calentito-calentito…a ver…ven..- Abrió el agua caliente de la bañera, se arrodilló en el suelo, y comenzó a liberar rutinariamente al niño de todas las prendas que llevaba encima mientras canturreaba una canción que había escuchado en la radio, fue poniendo todas las prendas en el bolsón de la ropa para lavar, las botas,empapadas, las colocó bajo la calefacción. Hasta que el niño estuvo completamente desnudo ante ella. Olivia le miró sonriente. Fue entonces cuando se dio cuenta. Aquel niño no era Luís. Se llevó la mano al pecho, y de pronto su capacidad para respirar desapareció, como si de pronto, sus torax no albergase dos pulmones. Sólo fue capaz de descansar su postura contra los pies y abrir la boca, sin apartar sus horrorizados ojos del rostro del niño-que-no-era-Luís, quien la miraba a su vez con una mezcla de sorpresa y sonrisa a partes iguales.
  • Entoces tú quién eres?….Ay es que si empiezo a gritar no paro….supongo que esto es hiperventilar…o algo…pero no..claro…si caigo redonda…tú qué haces?…a ver…calma Olivia, calma…- Respiró hondo y, con manos temblorosas, le acarició la carita al niño-que-no-era-Luís, quien le regaló una dulce sonrisa.- Cómo te llamas?- El niño-que-no-era-Luís continuó sonriendo, pero no contestó, Olivia carraspeó.
  • Quién eres tú?- Optó por preguntar rozándole con suavidad la punta de la nariz con un dedo, el niño-que-no-era-Luís le contestó con una risa de voltereta e imitó su gesto con su dedito.
  • Quén erez tú?- Rio divertido, Olivia no pudo, aunque lo intentó, sólo maquilló su angustia con una sonrisa.
  • Yo soy Olivia…Tú..eres..
  • Tú..erezz..
  • Cómo se llama tu mamá?- El niño-que-no-era-Luís dio dos palmadas.
  • Mamá..
  • Claro….dónde está tu casa?
  • Casa…mamá casa…- El niño-que-no-era-Luís volvió a aplaudir y de pronto un halo de puchero recorrió su rostro, y Olivia supo que tenía que actuar rápido.
  • Mira…mira! Cuánta agua…qué bien! Qué bien…mira…ven, vamos a jugar a una cosa…- Y aupándole en brazos le sentó en la bañera con agua, luego alcanzó un bote de la estantería y echó unos polvos en el agua, automáticamente se formó una ingente espuma multicolor. El niño-que-no-era-Luís comenzó a reír y a chapotear, ella introdujo dos dinosaurios en la montaña de espuma, y él los recibió con una exclamación de sorpresa. Olivia se sentó junto a la bañera. En qué momento había dejado de la mano a Luís? En qué momento no le había tenido pegado a ella? En qué momento había sido el momento?Y ahora qué se suponía que tenía que hacer. Llamar a la policía. Ya, y cómo lo explicas, vamos a ver, porque tú has secuestrado a un niño, o como dicen ellos „has sustraido un menor“. Y cómo no se dio cuenta, señora?. Y me quitan a Luís. Encima. Y la otra madre con los nervios en rompan filas, supongo, como estoy yo, me pondrá verde. Espera, vamos a ver. Se incorporó y sacó del bolsón de la ropa para lavar la chaqueta que había llevado encima el niño-que-no-era-Luís. Azul oscura, acolchada, sin marca aparente, buscó la etiqueta en el forro, dónde es posible escribir el nombre del propietario. Aquella chaqueta había pertenecido a Paul, Inka, Josephine, Damian y Amilcar. No había teléfono ni dirección. Quién de todos ellos eres tú?. Pues tendré que dar parte a la policía. Qué hora es?. Sea la hora que sea, ya es de noche y esta criatura está cansadísima- miró al niño-que-no-era-Luís, quien en ese momento se restregaba los ojos con las manos hechas puñitos en medio de una fantástica nube de espuma- y llegarán con tutútatá, y luces, y saldrán los vecinos, y a ver cómo me explico, y dirán que yo siempre he sido una chica muy normal, que siempre daba los buenos días, y que no, nunca habían visto al padre, y a ver como le explico si le localizan. Y dónde está Luís entonces? Yo voy a llorar mucho y salir horrible en la noticias. Estornudó. Y encima me voy a acatarrar. Mañana a primera hora. Voy yo en persona a la comisaría. Dónde está a todo esto?. Entro y digo: Hola Buenos Días, vengo por lo del niño sustraido. Olivia, parece mentira, con lo bien que te explicas normalmente. Bueno algo diré, ahora mismo sólo quiero abrir la ventana y gritar. Entonces si que vienen los tatútatá. Te voy a dar a ti tatútatá. Sacó al niño-que-no-era-Luís de la bañera y le envolvió en un toallón. Le vistió con un pijama y calcetines anti-resbalón. Iba a llevarle en brazos a la cocina, para darle la cena, cuando sonó el timbre de la puerta. Fue a abrir. Ante ella apareció una mujer enmomiada en azul-cielo, con los ojos muy abiertos, y llevando de la mano a un niño pequeño, también enmomiado y con gorro de pompón, que le daba todo el aspecto de un enanito del bosque, quien nada más verla, se avalanzó contra sus piernas abrazándose a ellas clamando „mamá“. El niño-que-no-era-Luís hizo lo propio con la mujer enmomiada en azul-cielo.

Su nombre era Ute, y su hijo se llamaba Malte. Había dado con ella, porque su nombre y dirección estaban cosidos al interior de la chaqueta de Luís bajo un letrero bordado en letras rojas que rezaba „Si me pierdo“. Tampoco ella sabía en qué momento había soltado a Malte de su mano. Lloraron las dos, por lo que había podido ser y no fue. Por cansancio y por querer llorar, que a veces viene bien si se hace acompañado.

Ute y Malte pasaron a formar parte de la vida de Olivia y el niño-que-sí-era-Luís, porque dos y dos son cuatro, y a veces, sólo a veces, la ventisca trae consigo cosas buenas.

Nuestro hombre en Wisconsin

14 lunes Dic 2020

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Le habían llamado un martes. Que hubiera sucedido en ese día de la semana carecía de importancia. Lo que realmente le sorprendió había sido la llamada. No era el medio utilizado para comunicarse con él, si tenían que hacerlo. No había durado mucho. Instrucciones concisas. Lugar y hora.

Había hecho el trayecto en tren. No tenía coche, y siempre usaba el transporte público en sus desplazamientos. Tanto en cortas, como en largas distancias. De esta forma se le brindaba la oportunidad de observar y escuchar lo que ocurría a su alrededor, fijándose en los cambios del paisaje, conversaciones, escaparates, vallas publicitarias, obras públicas y privadas, desvíos no previstos y sus causas, la gente y la vida que fluía a su paso. La parte que más le gustaba de su trabajo.

El encuentro no tuvo lugar en la Central, sino en las dependencias de una oficina de una empresa de seguros, que ocupaban toda una planta de un edificio del centro de Washington. Le recibieron con la cortesía habitual. Una mesa auxiliar con botellines de agua y una máquina de café le indicó que la reunión iba a ser larga. Y lo fue. Más tarde alguien trajo sandwiches. Le felicitaron por su labor en Wisconsin.

„Si te felicitan por algo, has te estar preparado para dos posibilidades: O te comunican un ascenso o te apartan de tus labores. En ambos casos no has de preguntar la razón. En el segundo, tu interés recaerá en cuál será tu siguiente misión. Entonces te dirán el porqué de tu relevo. Todo es predecible, amigo mío, menos el desarrollo de un parto natural…pero de eso te hablaré otro día“. Maldonado. Se había dado la segunda posibilidad, y a él no le había parecido mal, si bien no delató en ningún momento su opinión, ni con palabras ni con gestos. Conocía Wisconsin de frontera a frontera, y no había nada que ocurriera en aquel estado que se escapara a su observación, incluso había hecho suyo el acento y nadie hubiera podido decir que no era oriundo de aquel estado, si bien sólo llevaba residiendo allí tres años. La explicación a la causa del cese en sus funciones le vino en forma de una gruesa carpeta azul, que uno de sus superiores le pasó deslizándola sobre la mesa a la que todos estaban sentados. España. Él leyó la primera hoja del informe y comprendió lo que esperaban de él.

En el colegio había elegido Español como segunda lengua, y con el tiempo se había preocupado por aprender el idioma y conocer las culturas que lo hablaban. Ya en la universidad, había conseguido una beca y había pasado un año en Madrid, aprovechando la ocasión para recorrerse todo el país. Después lo había visitado periódicamente. Poseía el diploma que acreditaba que su nivel era bilingüe, y había conseguido hablar español sin acento, de forma que podía pasar sin problemas por un ciudadano español. Y esa sería su misión. Cuando el río suena agua lleva, había dicho otro de los presentes, y está sonando demasiado, tu cometido será decirnos la causa.

Una semana después dejaba de ser Mathew Mulligan, para meterse en la piel de Miguel Bello Queipo. El suyo era Mackenzie Robinson.

Decidió recorrer el país de sur a norte, comenzando por Andalucía. Elegía siempre ciudades medianas, cercanas a las capitales de provincia, lo suficientemente pequeñas para conocerlas rápido, lo suficientemente grandes para pasar inadvertido. Tardó parte del verano en recorrerla, y después siguió camino hacia la costa mediterránea, que cruzó durante el verano restante y parte del otoño, momento en el que enfiló, siguiendo la línea de los pirineos, hacia el norte que le recibió con lluvia y frío. Siempre en tren o autobús, filtrando la información que precisaba recabar, observando lo que nadie repara en ver, escuchando lo que nadie oye, leyendo prensa, escuchando radio, podcasts, viendo telenovelas y telediarios, siguiendo a influencers minoritarios, analizando las opiniones de youtubers, asistiendo de oyente a clases en las universidades, públicas y privadas, que encontraba a su paso; acudiendo a misa, reuniones de vecinos, romerías campestres, e inauguraciones de centros comerciales, conciertos y recitales, discotecas, bares,garitos, antros y afterhours, manifestaciones y protestas, reuniones sindicales, desfiles de moda, catas de vino, urgencias médicas, gimnásios, entrenamientos con grupos de runners, deporte que practicaba activamente y utilizaba para conocer mejor las ciudades o pueblos donde se iba quedando, sin olvidar Spas, y cursos de pilates . Llegó a Galicia en pleno invierno, caminó parte del Camino de Santiago, no le encontró sentido a la Ciudad de la Cultura, tomó la costumbre de llevar siempre consigo un paraguas, aprendió a hacer caldo, decidió que cenaría tortilla hecha con patatas de Coristanco y huevos de corral el resto de su vida, supo por qué Finisterre había sido bautizada como Finisterre, quedó incomunicado por nieve, y celebró la Navidad con auténticos desconocidos. Escribió dos informes, habló durante dos horas en una videoconferencia, y ya iba a dar por finalizada su estancia, adentrándose un poco en Castilla, cuando un elemento, que hasta aquel momento le había parecido marginal y sin verdadera importancia, cobró vida propia demasiado rápido, lo que le obligó a cambiar de estrategia.

Fiel a su costumbre volvió a elegir una ciudad mediana lo suficientemente cercana a Madrid, como para poder moverse entre ambas con facilidad. Una ciudad con su ayuntamiento, su hospital, su emisora de radio y su biblioteca pública, lugar en el que pasaba gran parte de su tiempo, leyendo prensa y haciendo uso de su Wifi.

Fue allí donde conoció a Natividad González Solaza, Nati, una chica que trabajaba en la biblioteca en calidad de empleada contratada, con la que trabó amistad por el contacto diario, amistad que se convirtió en ese algo más de tránsito, para acomodarse en una relación fija, que él dejó ir a más, hasta ese punto de no retorno, que aceptó como un riesgo que él estaba dispuesto a asumir, pero siempre manteniendo intacto su doble juego. Para Nati, él era Miguel Bello Queipo, un periodista freelance, con poco apego familiar y que en tiempo record se había instalado en su vida, para hacerla feliz, justo lo que él quería que pensase. Porque, al menos, en parte, era la verdad.

  • Hay nombres muy raros de paises…Islas Fidji, por ejemplo..- Ella se lo decía mientras observaban el techo, los dos tumbados completamente vestidos sobre la cama de ella, él sonrió.
  • Islas Feroe..
  • Nagorno- Karabaj- Dice ella, y él se acuerda entonces de repente. Nagorno-Karabaj. Su clase de la escuela pública. Su compañera de pupitre. Sus padres eran de allí. Él era junto con Tommy Hills el único neoyorkino por los cuatro costados, daba igual hacia dónde se rastreasen sus orígenes, todos tenían su comienzo en Nueva York. El resto de los alumnos provenían de todas las partes del mundo. Nagorno-Karabaj. Margaid Salisian. Sin darse cuenta lo dijo en alto.
  • Y eso dónde está?- Él volvió la cabeza hacia ella realmente sorpendido.
  • Qué?
  • Margaid Salis…o algo así..-Él carraspeó.
  • Es…una república, sí, una antigua república en el Cáucaso…
  • Pues ya debe ser pequeña, porque nunca la había oído antes..
  • Posiblemente…
  • Te hace tortilla…
  • Siempre me hace tortilla…
  • Pues venga…

No le resultó complicado encontrarla. Margaid Salisian ahora Baltritsch trabajaba como profesora de equitación en Connecticut, casada con Paul Baltritsch, dos hijos, un perro, GrandCherokee azul, hipoteca a veinte años.

  • La chica..
  • No te preocupes, todo en orden..
  • OK
  • Déjala ser mi problema
  • OK
  • Lo sabe?
  • No
  • Mejor
  • Sí
  • Déjala a oscuras
  • Cuánto tiempo?
  • El necesario…
  • OK..
  • Algún cambio salientable?
  • Tienen más presencia mediática, se les ve más…
  • Va más rápido de lo que esperábamos..
  • Mucho más…
  • Ten tu código a mano..
  • OK
  • Hasta nuevo aviso..
  • Hasta nuevo aviso..

Nati compartía piso con Melanie Fuentes Pérez, amiga suya desde la infancia que además trabajaba en la misma biblioteca que ella, y el compañero de ésta, un hombre llamado Bosco Gonçalves Valenzuela, que sostenía que él se pasaba la vida decepcionando a la gente, ya que cuando leían su nombre se hacían en la cabeza una imagen, y después se encontraban con él, que se la desmontaba: Bosco era un hombre ni alto ni bajo, moreno, sin características físicas dignas de mención, hijo de padre portugués y madre burgalesa, que trabajaba de técnico de logística en una empresa de servicios, al que Mac dio en apodar Mr. Entusiasmo, ya que siempre estaba de buen humor y dispuesto a hacer cosas.

Ocupaban un piso de dos dormitorios,con una amplia cocina, un salón mínimo y un baño equivalente en tamaño a un salón de baile de tamaño mediano, cruzado todo ello por un pasillo que no parecía tener fin. Pero el alquiler era barato, y estaba bien situado para todos. Mac, se convirtió en seguida en el cuarto habitante, ya que, además de estar más céntrico que el suyo, tenía acceso a más información de lo que pasaba en la ciudad y por ende en el país, a través de lo que contaban los otros.

  • Ya verás como la montamos del revés y además nos sobran piezas- Comentaba Bosco mientras leía las instrucciones de montaje de una estantería KALLAS 112×147, que Mac y él habían ido a comprar a Ikea, Mac recorrió con la mirada todas las partes de lo que al parecer era una estantería, repartida ahora por el suelo del dormitorio de Bosco y Melanie, y no pudo disfrazar su escepticismo.- Veamos, figura 1… Tres horas, dos fracasos, incontables pérdidas de tornillos y un abandono después, las estantería estaba montada. Bosco colocó entonces las cosas que debían ocuparla, entre ellas cuatro marcos de fotos familiares y un colgador de collares de hierro fundido en forma de frondoso árbol, del que colgaban innumerables rosarios.
  • Mi padre faltó pronto, el pobre, y estas son las únicas fotos en las que estamos todos, en Portugal, no sé…mirarlas me da alegría, en fin, y esto es la colección de rosarios de Melanie…mira, este lo encontró en un tren, y este tan antiguo se lo regaló una señora a la que cuidó y que había sido madame en un famoso burdel…porque Melanie, ahí donde la ves es ATS, pero encontró lo de la biblio y no se lo pensó, tal y como está la cosa…- Explicó Bosco mientras colocaba con sumo cuidado el colgador en la estantería, los rosarios oscilaron levemente y chocaron unos con otros, haciendo un curioso ruido, como de cuentas al caer. „Los días, Mac, son siempre iguales. Las rutinas se repiten, las tuyas y las ajenas. Las mismas caras, los mismos coches, las mismas conversaciones, nada cambia. Cuando eso sucede, ese cambio mínimo en el discurrir de la rutina, esa será tu señal, por absurda que te parezca, y tendrás que seguirla…“.Maldonado.
  • Tiene que ser una equivocación..yo no pedí nada por Amazón, pero el chico que lo trajo me pidió la firmita y se largó sin más…- Nati regresó de ir a abrir la puerta al mínimo salón , donde todos se disponían a ver la tele un rato tras la cena, portando un paquete entre sus manos.
  • Tienes un admirador!- Exclamó Melanie, dando fingidas palmadas de alegría- Miguel, ten cuidado…- Advirtió en broma, Mac rio y negó con la cabeza.
  • Al menos no es un ramito de violetas…míralo por el lado positivo..-Anotó Bosco, Nati se sentó en una de las butacas y comenzó a abrir el paquete- Será un libro..
  • Pesar, pesa..- Se ayudó de un bolígrafo que había sobre una mesita, para abrir la caja, y después liberarlo de una cantidad ingente de papel de embalaje- No.
  • Qué es?- Preguntaron los otros casi a la vez.
  • El set de „Downton Abbey“…la serie completa- Nati sostenía el set entre sus manos, sin poder disimular su estupefacción, Melanie volvió a aplaudir y lo tomó entre las suyas.
  • Pues nada…maratón y mantita en cuanto llueva..- Anunció, Nati se encogió de hombros.
  • Me gusta la serie..pero..quién me regala el set porque sí?…Miguel?- Mac la miró y negó sinceramente con la cabeza, para luego guiñarle un ojo.
  • No he sido yo, yo soy más de bombones..- Confesó, luego le pidió a Melanie el set para observarlo de cerca, y lo inspeccionó con atención. En uno de los laterales había pegada una pequeña etiqueta con un código de barras, bajo el que había números y letras. Casi soltó una carcajada, pero pudo contenerse y se limitó a sonreír para si.

La exposición „La Actitud y el Instante“ tenía lugar en la galería de arte Gallagher en la capital. Mac llegó antes de la hora a la que estaba fijada su cita, la exposición había tenido mucho eco mediático y esperaba mucha afluencia de público. No se equivocó en su suposición, y nada más entrar se vio rodeado por una silenciosa muchedumbre, que deambulaba por entre los expositores y observaba los cuadros. No tardó en localizar a su contacto. Raymond Griffith había elegido para la ocasión un traje de tweed marrón con chaleco en verde, corbata y zapatos abotinados a juego, ahora llevaba el pelo trigueño oscuro en un impecable corte que ponía el último acento a su porte de aristócrata británico. En aquel momento observaba con escepticismo una escultura abstracta hecha con galletas Príncipe.

  • Muy amable de tu parte proponer encontrarnos aquí, tuve un enlace que programaba los encuentros en Ikea, aún tengo pesadillas…en fin, por ti no pasa el tiempo, pásame tu contacto con el diablo…sigues siendo mi tipo..- Ray ajustó mejor el dispositivo al interior de su oído y se fijó ahora en una fotografía.
  • Buenas Tardes Ray, gracias por el cumplido…no hace tanto que no nos vemos..-Mac leyó un cartelito junto a una montaña de sacos de arena mojados.
  • Siempre es demasiado…oh Dios qué se supone que es esto? „Beso de Judas“, vale, y quién se supone que es Judas aquí?…yo y el arte..
  • Cuéntame cosas Ray..
  • Cómo envidio a Bond, cuando le preguntan por su nombre él dice“Bond, James Bond“ con esa pausa legendaria…yo en cambio cuando me preguntan, y lo intento „Griffith, Raymond Griffith“ no les hace tanta gracia…en fin…Cuando me notificaron la misión pensé que era un castigo…con quién te has acostado Ray y no deberías haberlo hecho?, yo de profesor de inglés en un colegio…me consta que mi gramática es correcta, pero de ahí a sentar cátedra hay un mundo, en fin…a todo se acostumbra uno menos al té de jazmín, por dónde iba…es un colegio privado,según ellos elitista,- Hace que suelta una carcajada irónica- proclaman que es británico y bilingüe, aunque los dos únicos británicos allí dentro somos yo y mi asistente de conversación Paul…que lo creas o no es de Liverpool y toca la guitarra- Mac disfrazó su carcajada con una leve tos mientras leía uno de los carteles ante un cuadro- el resto de docentes son de aquí..Paul es el yerno del Jefe de Estudios, Carmelo de la Fuente, que envió a su hija a Liverpool a mejorar el inglés justo después de acabar el colegio…y digamos que mejoró la vida de un inglés, esto es, Paul Higgings, y se quedó de paso embarazada, no sólo una, sino hasta tres veces en los últimos tres años, boda solemne mediante, por supuesto, y es un deporte que no está dispuesta a abandonar según tengo entendido, ya que en su círculo está bien visto y se practica mucho….Paul es otro cantar, en fin…se declaran elitistas y segregan niños y niñas, nosotros damos clases en ambas partes, los niños el pelo corto, las niñas largo, muy largo…demasiado largo en mi opinión, podríamos celebrar un Woodstock en el recreo y no desentonarían….tiene que ver con la religión, que allí se escribe con mayúsculas….“Felicidad“..un girasol, y lo enmarcas?…en fin….- Ray suspiró, y metiéndose las manos en los bolsillos, se acercó a observar una escultura en forma de helado de cucurucho derretido.
  • Quién lo financia? Nuevo Poder?- Mac se acercó a una jaula para pájaros rellena de cojines de pluma.
  • Si están detrás no lo llevan por bandera, pero el dinero se ve, desde las intalaciones hasta los materiales, todo es nuevo y cuando deja de serlo se repone, la comida es digna de una estrella Michelin, los uniformes tienen un corte y un color elegante…lo único que les falta es nivel académico, por lo demás quedarían muy bien en cualquier portada de revista, los apellidos son sinónimo de dinero, algún abolengo hay, nannys uniformadas, aupairs japonesas, coches con chofer…
  • Contacto fluido?- Ray aceptó una copa de champán que una chica iba ofreciendo a los presentes, y se lo brindó a Mac sin dejar de observar una muñeca „pepona“ vestida de luces.
  • Sí, gracias a Paul…como ya te he dicho, es un chico que promete, si hubiera un X-Factor en lo nuestro yo ya hubiera pulsado el botón rojo…todo se andará…Ay al menos el champus es bueno, a dónde se ha ido la muchacha?…en fin…Se celebró un brunch en casa del dueño del colegio, Cristóbal Velázquez Puig, en una de esas urbanizaciones con garita en el acceso, y Paul me invitó, mansiones con jardín y doncellas con cofia, lo típico..nos recibió la Sra. De Velázquez, acompañada de una doncella portando una bandejita de plata tapada por un pulcro pañito blanco bordado…y por un momento pensé que iba a hacer un número de magia o algo por el estilo, pero después, querido Mac, oh después…la Sra.de Velázquez, todo sonrisas, destapó la bandeja mientras exclamaba „Bienvenidos, Trooping de Colour!“…y entonces supe que íbamos a morir. Todos…- Mac no pudo evitar reir y buscarle un tanto sorprendido por entre los brazos de una escultura que representaba dos bailarines hechos con cigarrillos, Ray parecía concentrado en leer un cartelito explicativo ante una lata de cerveza aplastada- La lengua escalata, que es lo que había en la bandejita, estaba realmente deliciosa..Paul y yo tenemos ahora nuestro propio Inside-Joke, no es maravilloso?…yo reciclando latas, y resulta que son obras únicas „Amor Incondicional“, qué cosas…- Y abrió mucho los ojos, para después acabarse la copa de vez.
  • Entonces ya estás dentro…- Mac buscó a la chica del champán con la mirada, pero no la encontró.
  • Estoy en las listas de invitados y acudo a todas las reuniones…un derroche, „sigue al dinero“ recomendaba aquel…y es lo que estoy haciendo, te haré saber los hechos salientables en cuanto sucedan…en ese caso te llegará de regalo por Amazon el DVD de „55 días en Pekín“…
  • Downton Abbey es una serie muy buena…
  • Mac…cómo es tener una novia llamada Navidad?
  • Natividad…
  • Sea como fuere…le va el nombre, muy alegre ella…hacéis buena pareja..
  • En algún momento recibirás una caja de DunkinDonuts…
  • De colores y rellenos, por favor….
  • Como gustéis…
  • Lo dicho, sigues siendo mi tipo Sr. Robinson….“Trooping the Colour!“ – Ray hizo un gesto desvaido con el brazo, a modo de despedida,Mac sonrió para si, y le observó alejarse entre los asistentes a la exposición hacia la puerta de salida.

„NuevoPoder“ era el motivo por el cual Mac había aplazado su marcha del país. De una nota al margen sin apenas resonancia mediática, había pasado a ser un partido político con voz y voto después de las elecciones municipales, en las que había conseguido colocar concejales prácticamente en todas las provincias. Poco a poco su presencia en prensa y redes sociales se había hecho mayor. Su fundador y cabeza de partido, Leandro Cabral, aparecía diariamente en radio y televisión, siempre rodeado de un equipo de hombres y mujeres jóvenes que transmitían buen humor y optimismo. También contaban con un grupo musical, llamado „El Grupo“, que les había acompañado durante la campaña de las municipales, con guitarras y canciones pegadizas que enaltecían la alegría, la esperanza y una buena actitud frente a la adversidad, que sonaban continuamente en la radio, de música de fondo en los supermercados, cantadas por aspirantes a estrellas en el metro, como música de bailes en TikTok, y de acompañamiento de stories en Instagram. La actitud. Eso era muy importante. Tener buena actitud, según „Nuevo Poder“, abría las puertas de los corazones. „NuevoPoder“ prometía un cambio, pero no dejaba entrever hacia dónde, marcaba nuevos horizontes, pero no la dirección hacia la que mirar, se hacía cada vez más grande, y la misión de Mac era averiguar el cómo.

  • Me voy a matricular en alemán en la Escuela de Idiomas- Anunció Bosco una tarde a su regreso del trabajo, lo dijo como aquel que se da por vencido y da por aceptada su derrota.
  • Pero no querías meterte en chino?- Preguntó Melanie, que ayudaba a Nati a meter las cosas que habían comprado en el supermercado en las alacenas de la cocina, Bosco se dejó caer en una silla junto a Mac, que parecía consultar algo en su móvil.
  • Tenemos nuevo jerifalte, sólo habla alemán, y si no lo entiendes te jodes…- Explicó Bosco dando una leve palmada sobre la mesa.
  • Ya no es Mariano?- Preguntó Melanie, mientras se subía a un banquito para colocar algo en un estante alto.
  • Mariano ahora lleva la zona Este…fíjate tú, tiene que salir tres horas antes de casa para llegar, le coge totalmente a desmano, pero no le dieron ni opción „Tú para allá y este para aquí“, hechos consumados…
  • Pero algo de español sabrá…- Supuso Nati, al tiempo que doblaba una de las bolsas de tela en las que habían traído la compra.
  • Nada, sólo „Deutsch“ o como se diga…y no está solo, a mi me tienen pinta de neonazis…y, ojo, no porque sean alemanes, que los hay majos que en Portugal tenemos a unos de vecinos y son un amor de gente…no, estos son distintos…como que les damos igual, no sé cómo explicarlo..- Bosco intentó explicarse gesticulando con las manos, como buscando una forma geométrica que se adaptase a sus palabras. Mac, dejó el móvil sobre la mesa.
  • Cuántos son?- Preguntó interesándose por el problema, Bosco pensó un instante.
  • Diez…no, doce…y ni uno nos dirige la palabra..
  • Y quién los contrató, entonces?- Se interesó Mac, para beber después un trago del café que tenía delante.
  • Eso mismo se pregunta nuestro enlace sindical, porque a él se los presentaron sin más…es todo muy raro, por eso yo, por si a caso..me matriculo y punto…- Luego suspiró, rindiendose a la evidencia.
  • Vosotras también tenéis jefes alemanes?- Preguntó Mac, Nati y Melanie se miraron escépticas.
  • No…pero ahora que lo dices…a Guadalupe la han ascendido, ahora ella es mi supervisora, por así decirlo…y yo llevo más tiempo que ella..pero lo peor es de lo que va ahora…- Comenzó Nati, Melanie rio.
  • Es verdad…ayer, Nati y yo estábamos riendonos de no se qué mientras colocábamos los comics nuevos…y vino ella, y qué nos dijo Nati?
  • Sí…“Se puede saber qué os hace tanta gracia? Menos reír y más trabajar….cuando lleguemos nosotros eso se va a acabar“- Citó Nati imitando la voz de la tal Guadalupe, Melanie soltó una carcajada.
  • Y claro, yo le pregunté „ Quién va a llegar? Otra como tú, pues vamos apañados“ y ella me miró con cara de estreñida cabreada, y yo le dije que si le picaba algo que se rascase a gusto…se fue bufando..- Explicó entre risas, Nati negó con la cabeza y se sirvió un vaso de agua.
  • Te has quedado de piedra..- Comentó Melanie riendo, refiriendose a Mac, quien con su taza en la mano,parecía no saber si continuar bebiendo su café o no. Mac carraspeó y buscó sonreír, y casi lo consiguió, pero continuó en silencio.
  • Bärbel Zimmermann había tardado cerca de un año en conseguir una melena larga, rubia, sana y reluciente para poder lucirla el día de su boda. Había sido el día más feliz de su vida. Justo después había tenido que teñirse el pelo dos tonos más oscuros que el suyo y dejarse hacer un corte imposible. Rapada al dos desde la coronilla hasta la nuca, dejando dos mechones defilados a ambos lados de la cabeza y un flequillo recto hasta la media frente. Había salido de la peluquería llorando. El pelo crece, Bärbel, suénate los mocos y camina derecha. Y eso había hecho. Ahora se llamaba Gudrum Gerkow, llevaba un piercing en la aleta derecha de la nariz del que colgaba una cadenita que se unía con un pendiente en el lóbulo de su oreja derecha. Los piercings, casi diminutos, tenían forma de esvástica. Se había teñido las cejas de rubio platino y se maquillaba sus casi transparentes ojos verde agua con kajal, de forma que daba más dureza a su mirada, de normal dulce y sonriente. Sonreír. Echaba de menos sonreír. Gudrum Gerkow no sonreía nunca. Era lo más parecido a un Rothweiler. En el trato y a la hora de hablar. Intratable. Ella lo había querido así. Cuanto menos tuviese que hablar con la gente de la que se rodeaba, mejor. Su misión era observar y recabar información. No darla. Cada uno de sus dedos estaba adornado por dos o más anillos de plata labrada con lobos y cabezas de águilas ,algunos de ellos con cristales azules en los ojos, unidos entre si por diminutas cadenitas. El del dedo anular derecho era ancho y simple, y tenía grabada por dentro una estrella de David, sólo visible bajo luz azul. Bärbel Zimmermann era judía. Gudrum Gerkow sólo el personaje que se calzaba cada mañana. Ahora vivía en una barriada muy populosa en Madrid, ciudad a la que había llegado hacía seis meses formando parte del grupo neonazi Eckpfosten33 en el que estaba infiltrada como „mujer-V“* para el „Bundesnachrichetndienst“,Servicio de Inteligencia alemán. El suyo no era el único grupo. Habían venido más, repartidos estratétigamente por todo el país, y seguían llegando. Su grupo había sido contratado en bloque por una empresa de Servicios Integrales, en la que a ella le había tocado hacerse cargo de labores de logística. Aquel día se había levantado muy temprano y después de desayunar había sacado a pasear a los dos perros de raza Husky que tenía a su cargo, una vuelta a la manzana por el barrio. En la pausa del mediodía, poniendo como excusa que no le gustaba la comida de la cantina, hecho que hizo patente arrojando con rabia la bandeja, con todo su contenido, contra una pared, había podido irse sola y llegar a la cita con su contacto. Ella siempre hacía el mismo recorrido con los perros, y pasaba por delante de un negocio abandonado, cuyos escaparates estaban forrados de carteles, anuncios, graffitis y propaganda multicolor. Si alguien tenía la necesidad de contactar con ella, lo haría variando la apariencia de esos escaparates. Y eso había sucedido aquella mañana. Entre el cartel que anunciaba un concierto de acordeón, un anuncio de rebajas en una perfumería y un pasquín en el que alguien denunciaba la pérdida de su gato, había ahora un folleto con los productos estrella de un ultramarinos. Ella sólo tuvo que buscar la hora, disfrazada en el precio del bacalao de las Islas Feroe. Ultramarinos Celso. Tuvo que buscar la dirección en el mapa de papel que siempre llevaba consigo, para no dejar huella alguna en su móvil.
  • Te recomiendo las sardinillas, con tortilla son un manjar- Bärbel no se giró al escuchar la voz de Mac hablándole en inglés a través de los earpods, esta vez el canal funcionaba a la perfección, se limitó a sonreir a las latas de sardinillas en aceite que tenía en la estantería ante si, Mac a su vez parecía tratar de decidirse entre dos paquetes de arroz que tenía en las manos.
  • Te sigue gustando cocinar?…
  • Soy adicto a la tortilla en todas sus opciones…
  • Yo al chocolate con churros…
  • Cuándo llegaste?- Bärbel cogió una latita de sardinillas y la metió en su cesta.
  • Hace seis meses, nos contrató Inversac S.A., somos ciento veinte, vivienda incluida, también transporte, buen sueldo, no hace falta saber el idioma..
  • Objetivo?
  • Seguridad y Servicios, esta semana llegan seis grupos más…
  • Sólo Inversac?
  • Depende de la provincia, aquí es Inversac, pero hay más por todo el territorio, contratos indefinidos, despidos masivos…
  • Descontentos?
  • Cada vez hay más, buscan desestabilizar la situación….
  • Agitadores?
  • También, están tomando posiciones, haciéndose con el control…
  • Sólo alemanes?
  • No, también húngaros y supremacistas…- Mac la buscó entonces sin esconder su sorpresa por entre dos latas de aceite de oliva virgen, y se encontró con su felina mirada en feroz kajal, que sin embargo le sonreía dulce, al fin.- Esta semana llegan tres grupos más, hay un federal dentro, Koa Miniver, en la sierra, cuando sea seguro te buscará no tú a él, fin del mensaje…
  • Cuánto tiempo tienes?
  • Las elecciones son el límite, desapareceré antes, además echo de menos a Humphrey…nos instalaremos en Londres…Gabón no es una opción, París para mi sería demasiado cerca después de esto y él lleva toda la vida allí así que…
  • A lo mejor entonces te permiten repetir el examen…- Ella miró a los botes de ColaCao fingiendo un mueca cansina, él le regaló una queda risa a los espárragos Cojonudos.
  • He llegado a ir a terapia para aceptarlo, la culpa no fue mia, mi padre llevaba muriéndose meses y justo se murió aquel día…el pobre, en fin, todo a una carta…y la jugué mal*…
  • En teoría eres abogado…
  • Sólo en teoría…pero era la mejor de mi promoción…por eso me hicieron una propuesta que no pude rechazar….como a Mer..- Los dos guardaron silencio unos instantes- Cómo está?- Mac cogió un bote de tomate frito y cambió de pasillo.
  • Bien, fuera de todo…- Ella bajó un instante la mirada, y luego suspiró.
  • Si la ves…
  • Lo haré..
  • El sábado Nuevo Poder celebra un mitin, nosotros llevamos la organización…
  • Interés?
  • Alto, nombres importantes, caras conocidas, comida…
  • Comida? -Ve y lo entenderás….oh Dios mío, tienen polvorones! Sabes si hacen envíos internacionales?

Aquella semana subió el precio del pan y se cancelaron dos líneas de autobús, además se anunció una huelga de transportistas de mercancías y un ministro hubo de dimitir al hacerse público su problema con el juego. A Nati y a Melanie les cambiaron otra vez el tipo de contrato, ahora por horas y a rescindir en tres meses, con posibilidad de renovación, a ninguna de las dos les gustó el cambio, pero se contentaron con al menos poder seguir trabajando. Bosco comenzó a seguir la serie „Doctor en los Alpes“ en versión original con subtítulos, para logar avanzar un poco con el alemán.

  • „Nervös es una palabra transparente“- Dictaminó Bosco mientras dejaba la carpeta y el libro de alemán sobre la mesa de la cocina. Todos le miraron sin entender a qué se refería.
  • A tí el alemán te está afectando…- Concluyó Melanie, para después continuar con el empanado de los bisteks que había para la cena, Nati rio mientras pelaba las patatas, Mac, que limpiaba la lechuga sonrió a la ocurrencia.
  • En serio…es transparente- Insistió Bosco, para después echarse a la boca un tomate cherry.
  • „Subanempujenestrujenbajen“ significa „Autobús“- Bromeó Nati, todos se rieron, también Bosco quien levantó el dedo índice de su mano derecha, dispuesto a sentar cátedra.
  • Son palabras que con sólo leerlas ya se sabe qué significan…- Dijo imitando el tono de los eruditos, Melanie le envió un beso.
  • Como tú…un libro abierto- Ironizó, él le envió otro de vuelta y entre risas se fue a llevar los libros a su cuarto.
  • El sábado vienen mi madre y mi hermana para elegir la decoración del local de celebración….no os sorprendáis si salimos en las noticias si acabamos mal- Comentó Melanie.
  • Manteles azules, girasoles en jarras…- Inventó Nati, Melanie hizo rolar los ojos al tiempo que exhalaba un suspiro de resignación.
  • El sábado hay un mitin de „Nuevo Poder“, y tengo que asistir- Soltó entonces Mac mientras cortaba los tomates, las dos mujeres le miraron sin rastro de sonrisa en el rostro.
  • Ni jarta´grifa voy- Anotó Melanie sin dudar para luego ponerse a buscar una sartén, Nati se encogió de hombros.
  • Si quieres ir solo, por mi de perlas…me provocan urticaria- Mac levantó las cejas.
  • Es por ver el ambiente y qué dicen, es para un artículo- Mintió a medias sin mirarla, concentrado en los tomates, Nati suspiró, como quien se da por vencida y le rodeó el talle, apoyándose en su brazo.
  • Vale..iré contigo, pero no aplaudo ni canto..- Avisó, él sonrió y la besó fugazmente.
  • Cómo es la canción dichosa?…“vamos y venimos…“ no „somos y seremos“…- Intentó acordarse Melanie probando distintas melodías.
  • Ni la nombres…me ponen mala- Anotó Nati volviendo a sus patatas.

El mitin se celebraba en un estadio multiusos. Mac y Nati dieron con el lugar siguiendo una marea de camisetas blancas con el lema „Nuevo Poder“ en la pechera, que brotaba del metro y de innumerables autobuses alquilados para la ocasión. El ambiente era festivo, animado por grupos de jóvenes que cantaban al ritmo de guitarras la canción-insignia de „Nuevo Poder“ y otras melodías que la multitud acompañaba con coros y palmas mientras esperaba a la apertura de las puertas. Mac se fijo en que no había una franja determinada de edad en los asistentes, los había de todas las edades, si bien eran los más jóvenes los que hacían más ruido. Guitarras y camisetas blancas con el logo en negro. No había banderas. Nati le cogió de la mano y entrelazó sus dedos con los de él.

-No sé a tí, pero a mí todo esto me da escalofríos…- Le dijo mientras miraba a su alrededor casi con miedo, Mac asintió y aprovechó para hacer un par de fotos del ambiente, distendido y casi festivo, como el que se crea antes de un concierto de rock. Nada dejaba entrever que se tratara de un mitin político.

Cuando se abrieron las puertas, la multitud accedió al multiusos ordenadamente, sin dejar de cantar ni jalear.

  • Navidad en verano o cómo?- Se preguntó Nati sin salir de su asombro nada más traspasar las puertas de entrada al estadio, Mac se dio cuenta de a qué se refería cuando también vio las largas mesas engalanadas con flores de colores y manteles blancos, sobre las que había cientos de cestas de mimbre con comida, que, según rezaban los carteles, eran gratis y cada uno de los asistentes podría llevarse las que quisiera. Tras guardar una cola, llegaron a una de las mesas, tras las que había hombres y mujeres, todo ellos ataviados con vaqueros y camisetas blancas con el lema del partido organizador, que, amablemente y sin perder la sonrisa, entregaban las cestas a todo aquel que lo desease.
  • Pues podemos llevar dos, una para nosotros y otra para Melanie y Bosco, tengan lo que tengan son preciosas…- Opinó Nati mientras se interesaba por el contenido, Mac les hizo varias fotos, estaban decidiendo cuál escoger, cuando una de las mujeres al otro lado les señaló dos de las cestas más voluminosas, Nati se fijó en sus manos, manicuradas en negro y repletas de anillos de plata labrada con formas de animales, al alzar la vista para darle las gracias por su consejo, se topó con un zarpazo en forma de mirada azul casi transparente agazapado en kajal, que, sin embargo, pareció sonreír al coincidir con su mirada.Nati sintió un escalofrío que le recorrió la espalda,y casi dio un paso hacia atrás, llevándose una mano al pecho. Mac le rodeó el hombro con el brazo.
  • Pues nos llevaremos estas entonces…muchas gracias- Acotó , la mujer asintió en silencio, ya sin atisbo de sonrisa en sus frías facciones, y les indicó con un gesto que podían llevárselas, Nati cogió casi sin atreverse una y Mac la otra, para después alejarse entre la multitud hacia el recinto.
  • Como para encontrársela en un callejón oscuro….qué susto..- Sentenció Nati, aún recuperándose del escalofrío, Mac se encogió de hombros.
  • Seguro que en el fondo es una buenísima persona…- Dijo, pasándole de nuevo la mano por el hombro,Nati le miró escéptica.
  • En el fondo, muy en el fondo… Decidieron ocupar dos asientos en las gradas, de forma que pudieran ver mejor lo que pasaba en el escenario, montado en el centro de la pista del estadio. Poco a poco el recinto se fue llenando de gente, hasta formar una uniforme y ordenada multitud, que ocupaba las sillas dispuestas alrededor del escenario y las gradas, los pasillos estaban reservados para lo que parecía personal de seguridad, también con camisetas blancas con el logo en la pechera, pero con „Seguridad“ en la espalda. Mac se fijó en que las gradas situadas tras el púlpito del orador estaban repletas de asistentes con la camiseta blanca, logrando el efecto de un muro en movimiento. El acto comenzó en punto, y dos hombres jóvenes, vestidos con un traje a medida azul y corbata, salieron al escenario, recibiendo aplausos y silbidos de bienvenida. Tras un par de bromas refiriéndose a la cantidad de gente que asistía al acto, pasaron a recordar, casi como un maestro haría con sus alumnos, el motivo por el cual se encontraban todos allí reunidos.
  • Fíjate tú, por si no lo sabíamos- Le susurró Nati a Mac, sin esconder la ironía en el tono, él sonrió y hubo de darle la razón. Los dos hombres de traje se alternaron en un juego de preguntas y respuestas que se hacían el uno al otro, y que alguna vez, estudiadamente dejaban responder al público, que acompañaba cada oportunidad de respuesta con aplausos y jaleadas. Mac se fijó en la ausencia absoluta de banderas. Sólo un inmenso manto de camisetas blancas con logo en negro en la pechera. Tampoco pancartas. Parecía más una charla TED que un mitin político. Tras media hora de interacción con el público, ya entregado a todo lo que pudiera ocurrir sobre aquel escenario, uno de los hombres con traje azul a medida pasó a hacer la introducción a la siguiente persona que se uniría a ellos. Cada uno de ellos, como de costumbre en alternacia, fue enumerando las virtudes y logros vitales de la persona, alzando la voz cada vez más a cada logro, como aquellos que, en un programa de variedades, se dispusiesen a presentar a una estrella del rock. Hasta que uno dijo su nombre y el otro el apellido. Leandro Cabral. Y el júbilo del público atronó el estadio, de tal forma, que las gradas vibraron. Nati buscó la mano de Mac, un tanto asustada, ya que todo el público a su alrededor se incorporó a la vez dando voces y repitiendo a coro el apellido del que ahora accedía al escenario. Desde su posición, Mac pudo apreciar a un hombre alto, de una edad difícil de determinar, pero que ya peinaba alguna cana, si los trajes de sus presentadores eran hechos a medida, el de él, un tono azul más oscuro,se lo había hecho un maestro de la alta costura, al igual que los zapatos. Sonrisa en su justa medida. Saludando con sólo una mano. Disfrutando con suficiencia del baño de masas. Una vez el público se hubo calmado, Cabral comenzó a hablar. Y lo hizo durante la siguiente hora, sin pausas y sólo con programadas interrupciones por parte del público, en el momento en que él, cesando en su discurso, les llevaba a hacerlo. Un discurso que parecía empezar una y otra vez cada vez que comenzaba un nuevo argumento, ya que repetía siempre el mismo encabezamiento de frase. Una y otra vez, como el que lee un dictado a una clase. Las mismas palabras. Distinto argumento. Pero que era similar al anterior, o incluso parecía el mismo pero usando distintos verbos para hilarlo, hilvanando las tesis y dándoles la vuelta, para después insistir en la repetición del encabezamiento de la frase. Hasta que, antes que la pronuncie, surge automáticamente en la cabeza, como un saco vacío, que él llena después con otro argumento que recuerda a todos los anteriores, pero no lo es, aunque realmente lo parezca. Una y otra vez. Moviéndose por el escenario, gesticulando con elegancia y sin estridencias. Mac observó al público, que bebía de sus palabras, en silencio, todas las miradas hacia él, atentos a cada uno de sus movimientos, casi hipnotizados. Se giró hacia Nati, quien atendía al discurso guiñando levemente los ojos, como él sabía que hacía cuando trataba de entender algo que se le escapaba, más que hipnotizada, parecía tensa. En el culmen de su disertación, cuando ya parecía imposible que Cabral pudiera volver a repetir otra vez el comienzo de frase para desgranar otro argumento sobre una idea original, que, se había diluído en el aire y Mac había conseguido aferrar y escribirla a tiempo en su móvil para no perderla, Cabral señaló casi acusador con el dedo índice de su mano derecha a su entregado público, y repitiendo lenta y feacientemente otra vez el comienzo de su frase, en lugar de otro intrincado argumento, sin más, dio paso a „El Grupo“, lo que causó una especie de terremoto al alzarse todo los asistentes a la vez y dar rienda suelta a un júbilo desatado. „El Grupo“ eran cuatro hombres y dos mujeres, blandiendo guitarras, que accedieron al escenario saludando y haciendo reverencias al público. Eran jóvenes, ataviados con pantalones vaqueros y camisetas blancas con el nombre del partido en la pechera, ellas tenían el pelo muy largo con la raya al medio, ellos cortes modernos, pero dentro del canon general. Sin más comenzaron a tocar entonces la canción insignia de „Nuevo Poder“, y todos los presentes se incorporaron de sus asientos, buscaron cogerse de las manos y alzaron los brazos a lo alto, mientras la entonaban a coro como una sola voz. Mac y Nati se miraron, ellos parecían ser los únicos que no lo hacían, lo que les valió alguna que otra mirada displicente de los que estaban a su alrededor. Nati optó por cruzarse de brazos, Mac por grabar un video del momento. La canción le recordaba a una canción de misa, o de escuela dominical, sobre luces, alegrías, principios, fines e ilusión, mucha ilusión y actitud.
  • Como nos manden después „darnos la paz“ me voy…- Le susurró Nati, que ya no podía maquillar sus ganas de que todo aquello acabase para irse, Mac rio y la rodeó con el brazo atrayéndola hacia si para infundirle ánimos, ella suspiró en busca de paciencia sin encontrarla realmente. „El Grupo“ todavía cantó dos canciones más, muy parecidas en temática y ritmo a la primera. Para la última canción accedieron al escenario Leandro Cabral y su equipo de colaboradores, momento que Mac aprovechó para hacerles un par de fotos. Esa noche envió el material que había logrado reunir, junto con la palabra que resumía el discurso de Cabral: „Niebla“.

Mac se levantaba todos los días a las seis de la mañana para hacer su ruta diaria de running. De esta forma, conocía las ciudades por las que iba pasando, variando la rutas, conforme ya le eran conocidas. Era su manera de ordenar su cabeza, y mantener el equilibrio en lo que le ocupaba. Pero ninguna de las rutas que hiciera en cualquiera de sus misiones, se podían comparar con su ruta favorita, la de Randall´s Island en Nueva york. Cruzar el puente de peatones desde Manhattan justo cuando amanece, para después olvidarse de los coches. Nueva York. Hacía mucho tiempo que no iba. Si había algo que echaba de menos, era reunirse con su hermana Cecilia, a la que todos llamaban Silia, a desayunar en el Russ&Daughter de la Orchard Street, sin prisa, mientras hablaban de todo y nada, mirando a la gente pasar. Silia. Era la única de toda la familia que sabía a qué se dedicaba él en realidad, a cambio él era el único de toda la familia que sabía que Silia no soportaba a su cuñada Heather. O ayudar a su madre en el vivero, hacer experimentos culinarios imposibles con su padre. En cuanto acabase la misión, se cogería todas las vacaciones que tenía atrasadas y volvería a casa por un tiempo, a ser él otra vez, para variar.

  • Y tú…? Y tú?…dónde has aprendido eso…? Creo que me han oído en la calle…- Nati se lo decía con la respiración aún entrecortada, buscando las palabras, el rostro encendido y los ojos brillantes, casi riendo, los brazos extendidos contra el colchón, sin acabar de creerse lo que acababa de vivir. Dos orgasmos practicamente seguidos de una intensidad sin parangón. Mac se dejó caer junto a ella riendo, tapándose el rostro con un brazo.-
  • Clases particulares..- Se arrepintió de la elección de las palabras, otra vez las S, pero ella ahora no se daba cuenta,estaba demasiado ocupada en volver a respirar, le miró sin creer lo que había dicho.
  • Cursos Intensivos, diría yo…MadreMía…deberías patentarlo…- Sugirió, para luego arrimarse a él y buscarle la boca en un beso fugaz, y apoyar su cabeza sobre su pecho- Pero eso sí…sólo conmigo- Él rio, pero no contestó, su rostro aún tapado con el antebrazo. Mejor reir. Eso siempre sirve como respuesta. Si le tuviera que contar como llegó a saber la técnica, le faltaría tiempo para marcharse y no volver. „ A follar se aprende follando, Mac, eso escríbelo. Y a follar bien, follando con gente que sabe hacerlo bien. Si follas bien a una mujer, después te dirá lo que quieras…no te confundas con violar o obligar, no, te estoy hablando de un acto sexual consentido por las partes, como dice el código penal. Hay que ganársela y llevarla al más allá del sexo,créeme que después será un libro abierto….“. Maldonado.Y desaparecer sin dejar rastro. Pero él ahora no quería desaparecer. Quería sentir el cuerpo de ella contra el suyo, el roce del pelo de su puvis todavía húmedo contra su muslo, el peso de su cabeza contra su pecho, enredar sus dedos en su pelo, observar las sombras del techo y no pensar en nada. Ella deslizó su mano entre las mantas, al tiempo que hacía que le mordía el cuello, él cerró los ojos y se dejó llevar. A veces también era necesario para mantener el equilibrio.

Ramiro González Solaza tenía los andares de aquel que considera que la calle por la que avanza es de su posesión. No era muy alto, ni se caraterizaba por su presencia física, eso lo contrarestaba con la eterna presencia de su mejor amigo, Costa, un hombre de gran estatura y compacta complexión que le seguía siempre como una callada sombra. Ramiro compartía con su hermana Nati los ojos claros, si bien en ella lucían ensoñados y expresivos, mientras que en él tenían una pátina mate que los hacía sombríos. Era lo único en lo que los hermanos coincidían, por lo demás, Nati, tras la muerte de sus padres, había buscado la distancia como mejor forma de relación.

Ramiro Gonzalez Solaza pertenecía a la suerte de personas que considera su presencia por supuesta en los sitios a los que iba. Sin necesidad de anuncios previos. Como aquel sábado.

  • Pues porque hoy tengo libre, si no te ibas a quedar plantado…- Ramiro se encogió de hombros y levantó las cejas al recibimiento de Nati, quien, todavía en pijama, les dio paso y guió hasta la cocina, donde preparaba el desayuno.
  • Qué vacío está esto…los has despachado a todos?- Preguntó Ramiro mientras la seguía, mirando a su alrededor.
  • Melanie tiene turno hoy, y Bosco se fue temprano- Explicó ella mientras continuaba preparando el café, su hermano y Costa se sentaron a la mesa de la cocina.
  • Si estás sola, quién se está duchando entonces?- Preguntó Ramiro, Nati se volvió a medias, pero no contestó, él levantó las cejas y se sentó mejor en la silla para después carraspear- Yo solo y sin azucar, Costa cortado y con una cucharilla mediada..
  • Desean ustedes bollería?- Preguntó ella irónica, Ramiro sonrió pero no contesto, Costa leía algo en su móvil. En eso entró Mac, en bermudas y camiseta, todavía descalzo, secándose el cabello con una toalla, se quedó clavado en el umbral de la puerta fingiendo una sincera sorpresa ante la presencia de los dos hombres en la cocina, ya que había estado atento a quién era la visita desde que había sonado el timbre.
  • Miguel, te presento a mi hermano Ramiro y a Costa..- Nati hizo las presentaciones sin demasiada ilusión, como quien presenta a los participantes en un debate, Miguel buscó su mejor sonrisa y se adelantó a dar un apretón de manos a ambos hombres, quienes le observaban sin saber muy bien qué pensar.
  • Miguel…también vives aquí, o qué?- Preguntó Ramiro, Mac se puso la toalla al hombro y se arregló algo el pelo con las manos.
  • Prácticamente- Anotó, sin entrar en más explicaciones, Nati preparó las tazas de su hermano y Costa, y se las puso sobre la mesa, ella misma se apoyó en la encimera a beber el suyo, junto a Mac.
  • Trabajas también en la Biblio?- Se interesó Ramiro, mirándo al destinatario de su pregunta por encima del borde de la taza, Nati hizo rolar los ojos.
  • A tí qué te importa…- Mac le indicó con un gesto que no tenía importancia, ella sin embargo negó con la cabeza mientras bebía un trago de su café.
  • No, soy periodista..- Ramiro y Costa se miraron en silencio, Costa no dio ni una muestra de ánimo en su rostro , siempre impertérrito,a cerca de lo que Mac acababa de decir, Ramiro casi rio.
  • De periódicos o de esos que buscan fotos de la gente famosa?- Ahora fue Mac quién rio.
  • No, de esos no…soy autónomo- Ramiro soltó un silbido y levantó las cejas.
  • Dios te coja confesado! Y comes aire, o cómo?- Preguntó haciéndose gracia a si mismo, Nati optó por cortar el pan para hacer tostadas y así no contestarle, Mac se lo tomó con calma.
  • Mucho- Acotó, Ramiro asintió sin apartar de él su mirada.
  • Eres de por aquí?
  • Sí, de Madrid, por?-Si las preguntas de Ramiro le eran incómodas, Mac no lo dejó ver. Ramiro se encogió de hombros y se acabó su café.
  • Por nada-Dejó caer, acariciando el borde de la taza con los dedos.
  • Y tú? Tanto interés por los demás…dónde trabajas ahora?- Preguntó Nati finjiendo interés, Ramiro hizo un gesto de apático escépticismo.
  • Cómo se dice ahora?…trabajo en el Sector Servicios, verdad Costa?…o como se decía antes „En todos lados“..me va bien, muy bien…cada vez mejor..- Y se acomodó levemente en la silla, como para dar más peso a sus palabras, Costa se limitó a mirar a Nati y Mac fugazmente, para luego tomar de un trago su café.
  • Y qué quieres hoy de mi?- Espetó Nati, Ramiro se encogió de hombros.
  • Sólo saber de ti, si estás viva y esas cosas…
  • No exageres hermanito…
  • La edad todavía es un rango…- Nati iba a contestarle algo, pero un móvil, el de Ramiro, comenzó a sonar. Con la melodía de „Yo tenía un camarada“. Nati abrió mucho los ojos e iba a decir algo, pero optó por callarse la boca llenándola de café, Mac observó el gesto, y optó por lo mismo, Costa a su vez, se incorporó despacio a dejar su taza en el lavadero, gesto que Nati le agradeció con una leve sonrisa, él se limitó a asentir levemente con la cabeza, Ramiro atendió a la llamada- Dime…sí, no hay problema, dónde?…allí estaremos..- Y colgó, al tiempo que se incorporaba de su silla- Lo bueno si breve dos veces bueno, no?…ya te dejo en paz, hermanita- Dijo yendo ya hacia la puerta, Nati se limitó a parpadear tras la taza- Hasta más ver…y, encantado, Miguel era no? otro día vengo con más tiempo..- Y sin más se marchó seguido de Costa, dejando su taza sobre la mesa de la cocina. Nati se cercioró de que se iban, y un vez se cerró la puerta, soltó una especie de bufido.
  • No os lleváis bien, por lo que veo- Supuso Mac, ella respiró hondo.
  • Mi hermano es una persona con la que es imposible llevarse bien….has oido su tono de móvil? Pues eso ya te da una idea…“Yo tenía un camarada“, ya era lo que me faltaba…en fin, me voy a duchar y después vemos…- Y desapareció despotricando para si por el pasillo, Mac se quedó en la cocina y se sirvió otro café. Ya sabía a qué iba a dedicar el lunes: canciones y consignas con mensaje.

En algún momento de esa semana, Nati llegó a casa anunciando que todos los negocios chinos de la zona estaban cerrados, pero no por una causa determinada, sino que las rejas estaban bajadas y el interior vacío. También los restaurantes. Mac se acercó hasta el polígono de Cobo Calleja, para confirmar sus sospechas. Todas los negocios tenían las rejas bajadas, sin más explicación que el cartel de „Cerrado“. El máximo goleador de la liga abandonó su equipo de un día para otro y ficha por un equipo en Emiratos Árabes tras comprar éste su ficha, subió el precio de la gasolina, clausuraron tres líneas de metro para efectuar obras, NuevoPoder anunció que si llegase al poder el paro desaparecería, las manifestaciones por uno u otro motivo se volvieron cada vez más violentas por la presencia de instigadores.

La Biblioteca les anunció a Nati y Melanie, que a partir de septiembre, no se les renovará el contrato. Melanie y Bosco, deciden entonces que aprovecharán las circunstancias para ir a Portugal a entregar en mano las invitaciones de boda a la familia de Bosco. En un principio, querían hacerlo después de las elecciones, que iban a tener lugar el primer domingo de septiembre, pero Mac les convenció de que podían irse antes y votar por correo, cosa que ellos no habían pensado, además animó a Melanie a llevar consigo a su madre y hermana, ya que, con toda seguridad iban a querer estar presentes en el momento de la entrega de las invitaciones, como también iba a estar la madre de Bosco, lo que evitaría futuras rencillas. Mac se sorprendió de su capacidad de convicción, ya que Melanie le agradeció en el alma que hubiera pensado en ese factor, en el que, con el agobio que tenía con la boda y los vaivenes del trabajo, no había tenido en cuenta en absoluto. Él por su parte, sorprendió a Nati con un viaje para dos a Nueva York, cosa que a ella le entusiasmó, el único problema fue que ella quería votar presencialmente porque no se fiaba de que su voto llegase a ser contado. Mac intentó convencerla de que, en realidad, por una vez que no votase, no iba a ser tan importante, pero ella le contestó que sus padres le habían inculcado el valor de la democracia, y ella votaría presencialmente el primer domingo de septiembre. Lo que obligó a Mac a replantear de nuevo toda su estrategia, sin dejar de mostrarse de acuerdo con su decisión ni perder la sonrisa, si bien sentía que el tiempo se le escapaba entre los dedos.

Los estudiantes universitarios se pusieron en huelga por la subida del precio de las tasas. También los empleados de limpieza municipales. Se modificaron las condiciones para la recepción de becas estatales. Gracias a mociones de censura y maniobras tránsfugas „Nuevo Poder“ se hizo con numerosas alcaldías repartidas por toda la geografía. Empezó a escasear la harina.

Una mañana, al regresar de su carrera diaria, Mac se encontró con el suelo de su portal casi empapelado de panfletos de publicidad de una discoteca, que anunciaba una „Fiesta del Verano“. Los recogió y los leyó uno a uno antes de ir tirándolos a la cesta de basura. Encontró lo que buscaba en el penúltimo.

– Koa Miniver

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  • Nos han puesto a uno por el medio, que ordena y manda que ni un capitán de corveta..- Explicaba Bosco mientras ponía la mesa.
  • Y también es alemán?- Preguntó Melanie, al tiempo que removía las albóndigas en salsa de tomate que había para cenar, hoy con arroz. Bosco negó con la cabeza.
  • No, este es de aquí, Paulo, se llama, Paulo no sé que más…
  • Mientras no te echen..- Anotó Nati, que cortaba el pan, Bosco se encogió de hombros.
  • Llevo cinco años y nunca un problema, no creo que los vaya a tener ahora…yo me mantengo más bien al margen- Explicó colocando los platos, que le entregaba Mac.
  • Oir, ver y callar…que sé que no es lo correcto, pero qué quieres? Como está la cosa…- Sentenció Melanie apagando el fuego de la cocina.
  • Por lo de pronto este finde libro..- Anunció Bosco, haciendo el signo de la victoria con ambas manos, alzándolas al aire y dando saltitos fingiendo alegría.
  • Nosotras también…qué casualidad!- Rio Melanie, y situó la tartera con las humeantes albóndigas en el centro de la mesa.
  • Pues habrá que armar plan, no? Qué dices Miguel?- Preguntó Bosco haciendo como que se marcaba unos pasos de baile. Mac colocó la jarra del agua junto al pan.
  • Tengo uno imbatible..- Anunció, todos le miraron espectantes, y él sacó del bolsillo del pantalón un panfleto de la discoteca- Discoteca „Oh the On“, „Fiesta del Verano“ con todo esto y mucho más- Y movió el panfleto en el aire, para dar más efecto a sus palabras.
  • Discoteca „Odeón“?- Preguntó Bosco, Mac le entregó el panfleto.
  • No, „Oh the On“…en Ayales de Mulas- Aclaró sentándose a la mesa, los otros se miraron compartiendo la ignorancia sobre dónde estaba la discoteca.
  • Ayales de Mulas?…pues mira que no habré recorrido yo pueblos y pueblos llevando y trayendo…pero ni pajolera..- Bosco le entregó el panfleto a las chicas.
  • Pinta bien…además hay HappyHour y hasta concurso de baile..- Nati levantó las cejas, Melanie rio al tiempo que comenzaba a servir.
  • A lo mejor nos descubren….a ver tocan tres por cabeza, salsa aparte o sobre el arroz?

„Oh the On“ estaba situada a las afueras de Ayales de Mulas. Mac había alquilado un vehículo todoterreno para llegar hasta allí, un lugar en medio de la nada castellana. Antes habían recorrido la zona, y cenado en una venta que encontraron por casualidad. La discoteca era una edificación muy similar a una nave industrial con una fachada pintada en negro y plagada de luces de neón multicolor, entre las que resaltaba un enorme rótulo con todos los colores del aroiris y que sobrepasaba el borde superior del edificio, con el nombre del establecimiento imitando letra cursiva. El aparcamiento estaba ya casi repleto, y ellos caminaron en el medio de una multitud hasta la puerta del local, en la que personal de seguridad cobraba la entrada.

-Yo hasta estoy nerviosa y todo…lo que hace que no voy a una discoteca- Exclamó Melanie, Bosco rio y la cogió de la mano.

  • Yo de aquí a „Mira quién baila“, así te lo digo..-
  • Si llegamos a entrar…porque cada vez llega más gente..- Apuntó Nati mirando a su alrededor, Mac hacía lo mismo, pero él buscaba, sin éxito, un rostro determinado en aquel mar de gente que los rodeaba.

Media hora después conseguían franquear la entrada. Nati y Melanie entraron gratis, Mac y Bosco pagaron sólo la mitad por ir acompañados, además todos recibieron un número para una rifa, pero no les dijeron de qué. Se adentraron entonces en la vibrante oscuridad del local, decorado con lo que parecían cientos de bolas de discoteca multicolores que pendían del techo y focos de neón que se encendían y apagaban en trepidante alternancia. A partir de ese momento les fue imposible intercambiar palabra alguna sin tener que gritarse unos a otros en el oído. Casi empujados por la muchedumbre llegaron a la amplia zona de baile.

Les recibió una Bulería-Bulería que acabó convenciéndoles de que el ritmo le sobraba a Salomé, y sintieron los cristalitos que se rompían, Tra-Trá, para comprarse luego un one more ticket to the blues, sin dejar atrás a MackauleyKulkin Mackauleykulkin y su error sin solución, porque no hay como el calor del amor en un bar, ObladíObladá, ahí ahí hasta perderlo todo como un Gentlman e irse a los toros toritos que tienen botines, no van descalzos y están enamorados de la luna, aunque para ser realmente feliz sólo hace falta un camión, litros de alcohol que corran por las venas y Tusa, mucha Tusa, bebé, con Cosquillita porque pase lo que pase siempre puede ser la gran noche de alguien. Hasta que llegó Rasputín.

Fue entonces cuando Mac encontró a su contacto. Bosco se unió a una larga fila de gente que, al ritmo de la canción, agarrándose unos a otros por los hombros, se pusieron a bailar como los cosacos, ante la algarabía general. En ese momento, Mac, observando la multitud, se fijó en un hombre, al otro lado de la pista, que, a su vez le miraba a él. Si bien la luz era cambiante, y la multitud danzante se movía incesante entre ellos, apreció que era un hombre alto,rubio, que llevaba el cabello recogido en un moño medio deshecho en lo alto de su cabeza, con vaqueros y una camisa de lino, estaba con un grupo de gente, y una chica de pelo largo estaba abrazada a él. Koa Miniver.

Mac le dio a entender a Nati que iba un momento al baño, y se alejó como pudo, abriéndose camino entre la gente. Como era de esperar, él no era el único que quería ir al baño y éstos estaban prácticamente colapsados. Se fijo entonces en que alguien había abierto la salida de emergencia de par en par, para liberar un poco el aforo del local, con un único vigilante para controlar la situación, que no era otra que clientes que deseaban fumar u orinar en el exterior. Y eso es lo que hizo Mac. Después volvió a entrar, y cuando cruzaba la puerta, un hombre que salía en con otros, chocó contra él sin querer. Se disculpó en inglés, Mac no le dio importancia, el hombre se colocó mejor un moño, que apenas sujetaba su abundante melena rubia,sobre la cabeza y, sin prestarle más atención, salió al exterior siguiendo a su grupo. De camino a la pista, Mac metió la mano en el bolsillo de su pantalón, para confirmar la presencia de un lápiz de memoria.

En la rifa, a Nati le tocó una tiara de purpurina rosa con piedrecitas azules, que no dudó en ponerse inmediatamente, a Melanie unos guantes de boxeo, a Mac un molde para freir huevos en forma de corazón y a Bosco un Pocoyó gigante con trompeta incluida.

Sin previo aviso, en un determinado momento, en el local se hizo la oscuridad total, y con ella el silencio. Entonces, el DJ, un hombre que había dejado los cincuenta atrás hacía un tiempo, cogió un micrófono, e imitando la voz en off de Thriller, articuló un nombre con sumo cuidado.

M A R I C A R M E N

Y antes de que la multitud pudiese reaccionar, tres cosas sucedieron a la vez: se hizo de nuevo la luz, una bomba de confetti con purpurina estalló desde el techo y la canción con ese nombre comenzó a sonar. Y se desató el fin de fiesta.

No fueron los últimos en salir de la rave, pero casi, cuando lo hicieron ya comenzaba a amanecer. Salieron rebozados en confetti, purpurina y sudor, pero todavía cantando, Mac tuvo que ayudar a caminar a Bosco a quien se le habían subido los gemelos y cojeaba aferrado a su Pocoyó gigante, y las dos chicas avanzaron hasta el coche agarradas del brazo coreando algo entre carcajadas.

Tras un domingo, en el que lo más productivo que Mac pudo hacer fue buscar series en Netflix, el lunes, en cuanto pudo, inspeccionó el contenido del lápiz de memoria de Koa Miniver:

„Si estás viendo este video, es porque o bien he muerto y lo has encontrado en algún lugar de mi cuerpo al hacer la autópsia, o he conseguido pasártelo de alguna manera que ahora mismo no me puedo imaginar. Soy Koa Miniver, agente del FBI, infiltrado dentro del grupo supremacista alrededor del Senador William Malborough. El grupo tiene su zona de acción en Arizona. Cuando hablaron de irnos a España, yo pensé que sería una ciudad con ese nombre en Arizona, o en México. Pero no. De un día para otro me vi en un avión hacia España, el país. De eso hace diez meses, en los que he estado totalmente desgajado de mis puntos de contacto y referencia. Supongo que a estas alturas me creen muerto. Nos instalaron en una urbanización de alto standing, en algún lugar, rodeada de otras urbanizaciones muy parecidas, en un recinto al que se accede a través de una garita vigilada. Nuestro cometido en supervisar la llegada de armas y formar a grupos paramilitares en prácticas de tiro. Llegan dos cargamentos por semana, cada vez a puertos distintos, son recogidos por camiones y repartidos. Adjunto a este video, suministro listas y mapas. También nombres y fotos. Mi grupo se mueve con gente de mucho poder adquisitivo, el dinero se ve y no tienen miedo de mostrarlo. Hacen muchas reuniones sociales. Las mujeres tienen un papel importante como nexo de unión entre todos los miembros, se conocen unas a otras o están emparentadas y se parecen mucho entre si. Al poco de llegar me presentaron a una de ellas, llevamos juntos desde entonces. Yo las denomino las „Merys“ con „e“, porque todas se llaman así, o se hacen llamar así, aunque su nombre sea otro. Hace poco que descubrí que la mía, en realidad, se llama Estefanía…no Mery. En fin. En este tiempo he asistido a una cantidad ingente de bodas, parece ser a lo que aspiran todos ellos. No entra en mis planes casarme con Estefanía, supongo que me echará de menos si me voy, pero si eso ocurriera, si puedo irme en algún momento antes de que esto estalle, para ella supondrá un incidente pasajero, que en seguida tendrá solución…no sé si me estoy explicando. Mi físico me abre muchas puertas,alto, melena rubia, ojos azules, soy el sueño de toda suegra, supongo que si supiesen que soy así por culpa de algún algorítmo genético, la cosa cambiaría… porque mi familia es nativa hawaiana, toda ella, soy el único rubio de ojos claros en cinco generaciones, mis hermanos me decían en broma que era adoptado…pero no…la genética tiene esas cosas…en fin, me estoy yendo del tema…a lo que iba… Están muy nerviosos, y desean que algo suceda ya. Mi suposición es que quieren hacerse con el sistema y echarlo abajo. El peor momento hasta ahora ha sido un ensayo de fusilamiento…sólo disparaban contra sacos, pero acabé vomitando. Voy a intentar escapar. Si no lo consiguiese, querría decir a mi familia que siempre les llevo en el corazón“

Su enlace dentro del Servicio de Inteligencia español tenía como nombre clave „Tundra“. Región biogeográfica polar, cuya vegetación es de bajo crecimiento. Su verdadero nombre era Octaviano López López, un hombre de mediana estatura,que se había rendido a su calvicie rapándose su escaso pelo y portador de unas gafas bifocales de fina montura metálica cuadrada que aumentaban el tamaño de sus tranquilos ojos negros. Mac se había puesto en contacto con él nada más llegar al país, y regularmente le había tenido al corriente de dónde estaba, y lo que le ocupaba. Cuando su lugar de residencia se acercó a la capital, el contacto se había hecho más contínuo, si bien nadie podría jurar nunca que se hubieran encontrado jamás. Si „Tundra“ quería verle, publicaba un anuncio por palabras en „El País“ en su edición dominical, en la sección de „Varios“, ofreciendo para su venta un arpa birmana en buen estado, y el número de contacto eran el día y hora estipuladas. Mac por su parte publicaba uno en la sección „Motor“ ofreciendo una ChevyVan de tercera mano.

Esta vez, la venta del arpa birmana urgía.

  • Creo que es mejor que empieces tú- Concedió Mac, mientras revisaba la contraportada de un libro de suspense en la mesa de Superventas de la Fnac, „Tundra“, justo frente a él, hojeando impaciente un comic gótico levantó las cejas sobre el borde de la montura de sus gafas.
  • Todas vuestras conjeturas son ciertas, están preparando algo gordo, ya hemos dado parte…- Dejó el comic gótico y pareció interesarse por un libro de cocina jamaicana.
  • -Pero…- Conjeturó Mac adivinando el final de la frase, „Tundra“ hojeó el libro de cocina.
  • No le dan importancia, „que ya hablarán las urnas“ dicen, que no hay que dar alarmas innecesarias…nosotros por si acaso hemos sondeado los cuarteles…-Mac le miró un instante, tratando de traducir algo de su tranquila expresión, pero „Tundra“ leía atentamente una receta siguiendo los renglones con un dedo.- También estaban al tanto…pero ellos no se unirán a lo que quiera que hagan…ningún cuerpo.- Mac dejó el libro de suspense, y escogió otro sobre pesca submarina.
  • Qué váis a hacer?- „Tundra“ suspiró hondo y achinó levemente los ojos.
  • Nosotros ya hemos hecho nuestra parte…ahora sólo falta que se convenzan..
  • Podéis ir más arriba?- Sus miradas coincidieron un instante a través de las torres de libros, y ambos negaron a la vez con la cabeza, sin entrar en más explicaciones.
  • Necesito que hables con Monlieva, el Secretario..
  • Sé quién es..
  • Hasta ahora es el que más nos ha escuchado…si tú le convences, a lo mejor aún logramos dar volantazo sin más inconvenientes…
  • Puedo intentarlo…y tú? Qué harás?…-“Tundra“ se decidió ahora por un cuaderno de crucigramas y se pasó despacio la mano por su calva cabeza.
  • Cuando ya creíamos que no podía ser, Lucía, mi mujer, está embarazada…de alto riesgo, salimos de cuentas la primera semana de septiembre, no puedo hacer otra cosa que esperar, no puedo arriesgar nada…- Le miró arqueando una ceja, Mac asintió en silencio.
  • Niño o niña?- Una sonrisa se abrió paso en el rostro de „Tundra“, quien se encogió de hombros para después coger un libro sobre potajes.
  • No lo queremos saber…- Anotó, Mac sonrió también y se decidió por un libro sobre alpinismo.
  • A treinta metros del portal de la casa de tus suegros hay un kiosko de prensa, cuando tenga día, hora y lugar pondré un Telva detrás del último ejemplar de Hola Colecciones…- „Tundra“ asintió al tiempo que pasaba una hoja de un libro de paisajes nórdicos.
  • No te preguntaré cómo sabes dónde viven mis suegros…- Dijo casi sin ocultar una sonrisa cómplice, Mac levantó las cejas a una vista aérea del K2.
  • Cuídate „Tundra“…- Casi susurró, para luego escoger un libro de recetas con patatas y alejarse de la mesa.
  • Tú también „Wisconsin“..- Contestó „Tundra“ observando como se alejaba con su relajado andar por el pasillo, Mac levantó una mano entonces como despedida sin volverse, y „Tundra“ sonrió para si, para después volver a la foto de la costa noruega.

Tundra organizó el encuentro entre el Secretario de Estado Arturo Monlieva y Mac en un parque de Ávila, un día de entresemana, a primera hora, gente paseando perros, joggers, alguna mamá madrugadora, jardineros comenzando su jornada. Y dos hombres sentados en un banco con vistas a la ciudad.

  • Siempre he querido hacer esto, como en esas películas en las que dos se sientan en un banco con vistas al Capitolio y traman conspiraciones mientras dan de comer a los patos…- Dijo Monlieva, un hombre ancho, que ya había dejado atrás los sesenta, que había elegido para la ocasión un pantalón vaquero y una camisa de cuadritos azules.
  • Vistas las tenemos, y el banco, sólo faltarían los patos- Anotó Mac sin mirarle, contemplando las vistas que le ofrecía el banco.
  • Y la conspiración..
  • Como ya le he dicho, no es una conspiración, es más bien un plan trazado desde hace tiempo
  • Planes como esos los hemos tenido muchas veces, y ninguno ha llegado a buen puerto, España no quiere otra guerra civil..- Monlieva afianzó sus palabras dando golpecitos con el dedo índice de su mano derecha contra la madera del banco.
  • No se trata de una Guerra Civil, Sr. Monleva..- Cortó Mac.
  • En unas semanas se celebran las elecciones, que yo sepa de unas elecciones democraticas, y, le puedo asegurar que limpias, no va a salir una dictadura, de dónde?..
  • Nuevo Poder
  • Hay millonarios que se compran equipos de fútbol, otros pueblos en el Pirineo, a Cabral se le ha dado ahora por jugar a los partidos políticos…ya se cansará, además, las urnas no mienten y caerá por su propio peso…
  • Cabral y su gente no van a esperar a que hablen las urnas, Sr. Monleva, y lo que caerá será todo su sistema…- Desveló Mac, Monleva fingió reir y negó con la cabeza
  • „Cabral y su gente“, de qué „gente“ me está hablando?, un par de bolsillos pudientes a los que les gusta salir en las fotos y hacer actos multitudinarios, eso sólo no echa abajo un sistema, Sr. Robinson…y los militares no creo que estén por la labor..-
  • Ahí lleva razón, están buscando ya Cuarteles de Invierno…
  • Creo que no le entiendo…
  • Para decirlo de forma concisa, Sr Monleva, el aparato militar no entra dentro de la ecuación..
  • Cómo lo sabe?- Monlieva le miró sin ocultar su sorpresa.
  • También lo sabe usted, tengo entendido que ya ha sido informado…
  • Si hay una cosa que se me da mal, Sr. Robinson, son los Sudokus, y la conversación que estamos manteniendo está tomando la forma de uno…para decirlo de forma concisa..no sé de lo que me está hablando..
  • Yo también seré conciso, Sr.Monleva. Nuevo Poder tiene un plan para hacerse con el sistema, pero sin ayuda militar, contarán sin embargo con colaboradores, reclutados para tal fin más allá de las fronteras…
  • Nuevo Poder se limita sólo a nuestro país, y en cuanto carezcan de votos, desaparecerán, como antes lo hicieron otros. No es algo que me quite el sueño, Sr. Robinson..
  • Pues haga curas de él, Sr. Monleva, pronto le será muy difícil conciliarlo…
  • Ustedes acostumbran a hacer informes sobre sus misiones, si tan convencido está de sus suposiciones, querría leerlas sobre papel y así analizarlas mejor…
  • Está usted en lo cierto, pero esos „informes“, como usted los llama, los realizamos una vez finalizada la misión…y la que me ocupa todavía está en curso, me he permitido la licencia de avisarle personalmente, para que pise usted sobre seguro….
  • Le agradezco su interés, pero créame cuando le digo que todo quedará en nada, como el humo después de los fuegos artificiales…
  • Pero el olor de la pólvora permanece, Sr. Monleva, y no se ve…

Después de dejar a Monleva, Mac regresó a Madrid y dio un paseo largo, para tratar de despejar la sensación de impotencia que le había causado la entrevista.

Mac entro en el piso de Nati con su llave, y se sorprendió de ver a Bosco en el pasillo, delante de la puerta de la cocina, por su postura y la expresión de su rostro al verle aparecer supo que algo iba mal.

-Hola Bosco..- Saludó, Bosco le saludó con un gesto de la cabeza, y Mac se asomó a la puerta de la cocina. El motivo de la actitud de Bosco, era la presencia en la cocina de Ramiro, el hermano de Nati,y de Costa. Nada más entrar supo qué iba mal. Costa estaba apoyado contra la pared del fondo, Ramiro, se había sentado a la mesa, ambos vestían ahora trajes de buen corte y zapatos hechos a mano, pero eso no fue lo que centró su atención, tampoco la presencia muda de Nati y Melanie, que estaban apoyadas muy juntas contra la encimera. Lo que centró su atención fue el revólver que Ramiro había situado ante si sobre la mesa, un Smith&Wesson 629-5“, cuya presencia resultaba absurda entre las tazas de café.

  • Hombre! El que faltaba! Entra, hombre, entra…como si fuera tu casa, que ya lo es para el caso, tengo entendido…Natividad ponle un café también, que no se diga..- El tono de Ramiro era de todo menos festivo, y la expresión de sus ojos más sombría que de costumbre, Nati no supo qué hacer, parecía estar al borde de las lágrimas, aferrada a la mano de Melanie, quien se tapaba a su vez la boca con su mano libre.
  • Ya he tomado uno, gracias Ramiro…- Mac se movió despacio hasta situarse junto a Melanie, de forma que tenía a Ramiro y Costa de frente, éste último le miraba a su vez sin dar muestra de sentimiento alguno, con los brazos cruzados ante el pecho.
  • Ah que te acuerdas de mi nombre…pues qué bien, no?, es lo primero para que a uno le respeten, que se sepa el nombre, vamos digo yo…
  • Por supuesto, Ramiro, tienes toda la razón…- Dijo Mac con calma, Ramiro se sentó mejor arreglándose la chaqueta del traje y se pasó las manos por su impecable corte de pelo.
  • A partir de ahora, el que no me respete sabrá quién soy yo, las cosas se van a poner en su sitio…verdad Costa?, van a saber todos esos dindundis cómo se tiene que hacer la cosas…por las buenas o con este señor de aquí, le has visto?- Y señaló el revolver sonriendo con suficiencia.
  • Si, lo he visto, Ramiro, es impresionante…- Mac asintió despacio y sonrió denotando verdadera admiración con su expresión.
  • Verdad? Me preguntaron, cuál quieres? Y yo vi a este bebé…y no me corté, es que ni notas el peso…mira- Y sin más agarró el revolver con su mano derecha, Mac notó como Melanie comenzaba a temblar y Nati ya no podía reprimir la lágrimas, Bosco se quedó paralizado en el umbral de la puerta, Costa no se movió ni un ápice.
  • Ya lo veo, ya…me lo dejas coger, Ramiro? Debe ser una pasada sentir esa culata..- Propuso Mac adelantando la mano, pero sin apartarse de la encimera, Ramiro sopesó el revolver y rio.
  • Es que ni la sientes…- Pavoneó, para luego incorporarse y adelantarse un paso apuntándole con él, Mac sonrió maravillado y se hizo con el revolver que Ramiro le tendía, para, nada más tenerlo en sus manos girarlo con rápida precisión, abrir el tambor y hacerse con la munición, seis balas, que se metió en el bolsillo, ante la atónita mirada de Ramiro.
  • Cómo se hace eso, tío?….es que ni lo he visto!…- Exclamó, como quien se maravilla ante un truco de mágia, Mac levantó las cejas y regaló a su sonrisa un halo de misterio.
  • Todo mago tiene sus secretos, Ramiro..- Anotó con calma aún sosteniendo el revólver entre sus manos, Ramiro rio y quiso recuperarlo, pero fue la mano de Costa quien lo hizo.
  • No te acostumbres…que es mío, Costita- Regodeó, Costa ni se inmutó, y sin más salió de la cocina, teniendo que apartar a Bosco, quien se había tenido que apoyar en el borde de la puerta con la mano en el pecho.- Pues bueno…hasta más ver „grupito“…ya queda menos…- Tras decir estas palabras, Ramiro se ajustó la chaqueta del traje y siguió a Costa. Todos esperaron a escuchar el cierre de la puerta. Melanie se dejó caer al suelo, ahogando sus gritos contra sus manos, Nati permaneció de pie, paralizada, con la mirada perdida enjuagada en lágrimas, hasta que Mac la abrazó y comenzó a temblar casi sin control. Bosco buscó sentarse en el suelo, con la mano aún en el pecho, su rostro carecía de color.
  • Si alguien..ve mi corazón..que me avise..- Susurró.

Dos compañías aéreas echaron el cierre de la noche a la mañana y dejaron a cientos de empleados en la calle, a Nati le cambiaron el contrato a semanal, no había día en que algún sector no se manifieste por algo y todas las manifestaciones acababan en batallas campales de mayor o menor envergadura. El ritmo de actividad de Mac apenas sufría cambios, la relación con Nati era un hecho, de forma que él , practicamente, se convirtió en el cuarto habitante del piso de ella, acudiendo al suyo sólo regularmente como mero trámite. El verano avanzó tranquiló, sin sobresaltos. Fue entonces cuando hizo su aparición Dolores.

Nati comenzó a hablar de una persona que trabajaba con ella en la biblioteca y que tenía ese nombre, Mac en un principio dio por sentado que se trataba de una mujer, pero para su sorpresa se trataba de un hombre, que de no aparecer en las conversaciones, pasó a ser protagonista asiduo, detalle al que no dio demasiada importancia, ya que las narraciones de Nati eran corales, es decir, siempre tenían mucho elenco. Hasta un miércoles terco en lluvia.

  • Hoy Dolores ha encontrado un atlas mundial del 1920, imagínate, ese mundo ya no existe..- Comenzó a explicar Nati, mientras disponía el tendedero de ropa en el pasillo, Mac, que sacaba la ropa de la lavadora en la cocina, con la intención de después poner la siguiente, continuó con la labor sin más- y estuvimos buscando países, y él nos fue explicando a su manera lo que había sido de muchos de ellos…
  • A su manera?- Se interesó Mac al tiempo que trataba de rescatar un calcetín del fondo del tambor, Nati agarró la primera pieza de ropa de la tina para colgarla.
  • Sí, porque es mudo, no te lo había dicho?.. no sordomudo, él es sólo mudo, oye mejor que tú y que yo…no sé porqué yo siempre había dado por sentado que no era así..en fin..
  • Y cómo os entendéis?
  • Él se comunica con lengua de signos, poco a poco, a fuerza de “palique” ya casi le entiendo todo…yo antes no lo trataba mucho porque él estaba en almacén abajo, y yo estaba arriba, pero ahora él está también arriba conmigo y por eso hablamos más…es venezolano, calla que tiene una historia como para no dormir…-Mac le dio la razón con un sonido indistinto, ocupado ahora en separar la ropa blanca de la de color para la nueva colada- él vivía en Venezuela tan tranquilo, y cuando todo se complicó pues se tuvo que marchar…y aquí viene lo bueno, pudo abandonar el país y tuvo que hacerlo haciendo parada en Estados Unidos, en Wisconsin…fíjate tú qué vueltas hasta llegar aquí…- Mac dejó lo que estaba haciendo y la miró un instante, ahora sí que tenía su plena atención.
  • Wisconsin?- Preguntó sin esconder su sorpresa, ella se encogió de hombros mientras tendía distraída la siguiente pieza.
  • Sí, yo también flipé…de Venezuela a Wisconsin, y de Wisconsin aquí…sólo de pensarlo ya me canso…-Mac carraspeó y continuó con su labor de separación de ropa.
  • Pues ya me lo presentarás, seguro que tiene muchas cosas que contar…- Insinuó, ella le miró y sonrió. – Claro!…ya le he hablado de ti, cuando vengas a la biblio te lo presento….no eso es lavar a mano, ahí está la tina..

Dolores era un hombre corpulento, tenía la piel morena y el pelo liso muy negro con un corte en visera, lo más llamativo de su rostro, de facciones finas pero marcadas, eran unos inmensos ojos verdes que observaban a su interlocutor con una tranquila expresión que se tornaba en sonrisa con mucha frecuencia. Nati se lo presentó a Mac dos días después de su conversación, nada más llegar a la biblioteca fue a buscarle a la zona en la que trabajaba.

  • Dolores, mira, te quiero presentar a Miguel, mi chico, que tanto le hablé de ti que quiso conocerte- Le explicó Nati señalándole a Mac, quien se adelantó a estrecharle la mano, Dolores le correspondió y gesticuló algo con sus manos.- Dice que encantado de conocerte..- Tradujo Nati, Mac sonrió.
  • El gusto es mío, voy a estar por aquí toda la mañana, tengo trabajo atrasado…seguro que habrá tiempo para un café- Propuso, Dolores asintió con la cabeza, regalándole su amplia sonrisa y se expresó de nuevo con las manos.
  • Que no hay problema…y algo de buscar?- Supuso Nati riendo, Dolores le dio la razón y sin más se despidió para volver a su puesto- A lo mejor hago un curso de lengua de signos, me parece fascinante…en fin, yo también tengo que entrar, te veo por ahí..- Y se despidió de Mac con un beso, para después desaparecer por un pasillo. Mac se dirigió a la zona de periódicos. Apenas una hora después Dolores pasó por el fondo de la sala, portando varios libros, y desapareció por entre dos estanterías. Mac le siguió.
  • Me alegro de que mi sonda haya llegado a su destino- la voz de Dolores hizo eco entre las paredes del archivo al que fueron a dar, después de bajar dos pisos y abrir varias puertas cerradas con llave, tenía un suave deje caribeño al hablar español, que casi desaparecía tras su marcado acento ruso.
  • Wisconsin, Evgeni, de verdad?- Preguntó Mac divertido, Evgeni Petrovich Ilianov De la Senda rio con ganas, tenía una risa grande, casi como él.
  • Te vi ya hace un par de meses, pero no tenía contacto con Nati, logré que me cambiasen de zona…era la única manera de que diera resultado- Rio, sentándose sobre una mesa, Mac se sentó a su lado.
  • Me despistó que dijese que Dolores era mudo…y venezolano
  • Ser venezolano aquí, ahora mismo, te abre muchas puertas..y tú tienes mucha suerte, no tienes ni un viso de acento…
  • Las “S”, y las terminaciones en “ar”…trabajo en ello..
  • Yo ni trabajando podría, yo nací ya en Moskú, y hablo como hablo, no puedo hacerme pasar por nadie que no sea yo mismo…normalmente no vengo a cosas de primera línea…
  • Qué pasó?
  • La apendicitis pasó, el que tenía que venir tuvo que ingresar de urgencia, y por no perder el tiempo vine yo en persona, cuando sucede eso me hago pasar siempre por mudo, domino seis lenguas de signos…
  • Viniste también siguiendo la estela del dinero de “Nuevo poder”?
  • No…por otra cosa que no tiene nada que ver, y que supongo te llegará en algún momento..me encontré con el problema después, y me quedé para ver cómo terminaba, pero eso no va a ocurrir..
  • Cuál es tu límite?
  • Cuál es el tuyo?
  • Yo creo que harán coincidir lo que sea que planeen con las elecciones…desapareceré antes..
  • Yo no voy a esperar tanto, si la cosa se complica como creo que se va a complicar, prefiero estar ya muy lejos…
  • Tundra y su gente ya han pulsado todas las alarmas, pero no han tenido éxito..yo mismo he hablado con Monleva…
  • Estamos en el el país de “Nunca Jamás”, querido Mac, nunca pasa nada…hasta que pasa..
  • A lo mejor hay alguna reacción…
  • La esperanza es lo último que se pierde, justo antes del sentido del oído….o eso dice mi mamá, también sostiene que yo debo tener algo descalabrado en ese sentido, porque soy totalmente arítmico…- Mac soltó una carcajada y Evgeni negó con la cabeza como quien se rinde a su destino- Qué sale de la mezcla de un ingeniero aeroespacial ruso y una bailarina cubana? Un químico arítmico, no te rías…yo no bailo, parece que me está picando un enjambre de avispas…siempre según mi señora madre, tan bailarina ella…
  • No te creo…
  • Algún día te lo demostraré…qué vas a hacer con Nati?- Mac levantó las cejas y miró al techo.
  • Lo correcto sería preguntar qué voy a hacer sin Nati…
  • Hagas lo que hagas, hazlo a tiempo, yo ya he arreglado mi asunto…cuando me vaya definitivamente le regalaré un libro a Nati, eso te avisará..
  • Nati y los libros..
  • Tiene el trabajo perfecto…
  • El nuestro no está mal…
  • Los hay peores…
  • Eso también es verdad…

Bosco, Melanie y sus respectivas familias se marcharon a Portugal unos días antes de las elecciones. Melanie y Nati se despidieron como si nunca más se fueran a ver, haciendo grandes aspavientos y teatro, entre risas. Mac no pudo encontrar la suya.

  • Se te acaba el tiempo, no lo pierdas
  • Sólo tres días más
  • Va más rápido de lo que esperábamos..
  • Me consta. Tres días..
  • La chica
  • Todo controlado.
  • No te haces una idea de lo complicado que es aterrizar un helicóptero en una terraza, y la de nuestra embajada de Madrid no sería mi primera elección…
  • No entiendo..
  • Me tocó aterrizar en una de aquellas terrazas en el caos de Saigón, juré no volver a tener que hacerlo. Y no lo haré..
  • Todo controlado
  • Tres días
  • Tres días
  • ok
  • Koa Miniver
  • Todo controlado
  • ok

El sábado por la mañana, víspera de las elecciones, Mac intentó alquilar un coche on-line, de forma que sólo tuviera que ir a recogerlo, pero le fue imposible. Probó con varias empresas, pero o bien la página web estaba en construcción o no le permitían hacer su trámite. Acabó por ir él mismo a la empresa de alquiler de coches que le quedaba más cerca, y la encontró cerrada, lo mismo sucedió con las otras dos. Intentó entrar en la web de Uber, pero estaba fuera de servicio. Regresó al piso de Nati empapado en sudor, contrariado y agotado por la caminata. Encontró a Nati ultimando su maleta, feliz y ajena a todo, eso lo tranquilizó un poco. Pero apenas pudo probar bocado en la comida, Nati se había reido y dicho que ella también estaba muy nerviosa, ya que era su segunda vez en un avión y encima tan lejos. Consiguió convencerla de que metiese en la maleta la colección de libros que había ido trayendo de la biblioteca, que ya llenaban dos baldas de la estantería de su habitación, a ella le parecía totalmente innecesario, pero él argumentó que iban a tener tiempo para todo y que podía aprovecharlo para releerlos, y ella acabó cediendo. Los repartieron en las maletas de los dos. Cuando la supo dormida, él entró en el cuarto de Bosco y Melanie, y recogió las fotos familiares enmarcadas que Bosco le había dicho que guardaban tantos recuerdos para ambos, también la colección de rosarios de Melanie. Lo guardó todo en su maleta y la cerró con la clave, por si a Nati se le ocurría abrirla. Antes de volver a la cama a intentar dormir, se asomó un momento a la ventana del salón, cerró los ojos al fresco de la noche y respiró hondo para después expulsar despacio el aire. Alguien había apagado el sonido a la ciudad, y el silencio le pareció de pronto atronador. „Las olas grandes, Mac, se forman mar adentro,van cogiendo volumen y velocidad a medida que van alcanzando la orilla, y cobran toda su altura…entonces sucede, el silencio, esos segundos en los que la ola permanece plena y encaramada en lo alto, antes de derrumbarse sobre si misma y romper la orilla con su embestida llevándose todo lo que encuentra por delante…ese silencio, Mac, te avisará de lo inevitable, y entonces será demasiado tarde…“. Meredith Honig. En su caso lo inevitable había sido una bomba, de la que sabía el quién, el porqué y la hora, pero no el dónde y cuando lo había averiguado la onda expansiva la arrastró consigo. Algo de ella había muerto allí, si bien ella continuó viviendo. Mac sonrió levemente al imaginársela en su taller de alfarería para niños. Volvió a respirar hondo.Todo era cuestión de estar lejos de la rompiente en el momento de la caida de la gran ola. Miró el reloj. Normalmente a esa hora solían pasar los camiones de la basura. Esa noche no lo hicieron. Había llegado el momento de desaparecer. Cerró la ventana y se fue a intentar dormir.

El primer domingo de septiembre amaneció luminoso y sin una nube en el cielo.

  • De verdad que no vas a votar?- Nati se lo preguntaba mientras acababan de recoger la cocina antes de abandonar la casa para ir al colegio electoral,él sonrió y negó con la cabeza.- Pues no lo entiendo, tu sabrás…- Él se encogió de hombros y continuó en silencio, en eso le sonó el móvil, pero él no hizo visos de atender la llamada- No lo coges?
  • No..
  • Por?
  • Es mi madre, ya la llamaré…
  • Micky, está claro que viajar te afecta…estás rarísimo…- Él fingió reír. A pesar de ser muy temprano, ya había gente por la calle, y las cafeterías estaban abiertas. Tuvieron que ir andando hasta el colegio electoral que le tocaba a Nati por zona, arrastrando cada uno su maleta, ya que alguien en la parada del autobús que pretendieron coger, les había dicho que no había pasado uno en dos horas. De camino se cruzaron con varios grupos de gente, con camisetas blancas con „Nuevo Poder“ en la pechera, que avanzaban por el medio de la calle, parando el tráfico, cantando la canción que había sonado en el mitin, a voz en cuello. Nati les llamó locos, mientras negaba con la cabeza sin poder creérselo, Mac se paró un instante a hacer una foto y un video corto, cosa que ella no entendió y él puso por excusa que después lo subiría a Instagram con algún comentario. Nati le creyó. Al menos. La cola de espera para entrar al colegio a depositar el voto llegaba ya hasta la mitad de la calle en la que se encontraba. Mac miró la hora. Su vuelo salía a la una, eran las nueve, Nati no entraría antes de las diez y todavía no sabía cómo iban a llegar al aeropuerto. Trató de respirar hondo, y Nati le cogió de la mano, para luego darle un beso fugaz.
  • No te preocupes, llegamos fijo..- Quiso tranquilizarle, y la alegría en su mirada casi le convenció. Pero sólo casi, y entrelazó sus dedos con los de ella. La cola avanzó lenta, y nati entró a depositar su voto a las diez y media. Él esperó fuera, observando cómo la cola, poco a poco iba alcanzando el final de la calle y daba vuelta a la esquina. Los grupos con camisetas blancas seguían pasando, cada vez más numerosos, interrumpiendo el tráfico, uno de ellos entró en el colegio con el fin de alborotar y crear confusión, buscando confrontaciones innecesarias con aquellos que ya estaban dentro y con los que esperaban pacientemente en la cola. Nati salió justo en el momento en el que dos de los alborotadores se subían a la mesa sobre la que estaban las urnas. Alguien salió vociferando que dónde estaba la policía. Mac cayó en la cuenta de que no había visto una patrulla en toda lo que llevaba de mañana.
  • Están armando una buena ahí dentro, por suerte mi voto ya está a buen recaudo- Nati llegó junto a él tras abrirse paso entre la multitud que se había formado en la acera al romperse la cola, Mac la cogió de la mano y ella entrelazó sus dedos con los de él- No sea que me pierda…- bromeó, él asintió mientras miraba infructuosamente a su alrededor en busca de un taxi, Nati sacó su móvil del bolsillo- Espera que llamo a la central de taxis…supongo que podrán mandarnos uno..- Y deslizó el dedo por la pantalla. Una voz enlatada le comunicó que por problemas técnicos, su llamada no podía realizarse.- „Problemas técnicos“ dice…- Y le miró extrañada, encogiéndose de hombros, Mac se pasó las manos por el cabello. Ella miró hacia lo lejos.- A lo mejor aún pasa el bus…- Supuso haciendo visera con la mano. En eso, una multitud de gente vociferante apareció por el fondo de la calle.- La gente está loca o qué?- Se preguntó Nati, a Mac le sonó el móvil, pero no atendió la llamada- Tu madre?- El asintió, pendiente de la envergadura que estaba tomando la improvisada manifestación. Sintió el corazón en la garganta. La ola comenzaba a caer. Fue entonces cuando un audi azul cobalto se paró ante ellos tras dar dos bocinazos, y alguien abrió desde dentro la puerta del copiloto.

„Tienes que tener siempre en cuenta que en todo lo que hagas, siempre tendrás un „ángulo ciego“, algo que no has podido controlar porque no sabías siquiera de su existencia. Para bien o para mal, siempre está ahí. Sólo debes estar alerta cuando se haga ver. Para bien o para mal“.Maldonado. Se acordó de sus palabras cuando se acercó a ver quién era. Costa. Sin dar explicaciones, salió del coche tras abrir el maletero y, cogiendo una de las maletas como si fuera de papel la introdujo en él.

  • Metéos dentro, hay que salir cagando leches – Exhortó, mientras se ocupaba del resto del equipaje.
  • Qué casualidad, Costa! Te manda el Cielo!- Rio Nati sin ocultar su alivio, para después meterse en la parte de atrás del coche, Mac ocupó el asiento del copiloto. Costa se incorporó al tráfico haciendo caso omiso de las protestas de los otros conductores. También hizo caso omiso de las restricciones de velocidad.
  • Cómo …?- Comenzó Mac, Costa le miró de reojo, atento a avanzar en el, de pronto, denso tráfico.
  • Sabía que volábais hoy…
  • Pero cómo nos encontraste?- Quiso saber Nati, Costa se encogió de hombros y miró fugazmente a Mac, quien trataba de ordenar la piezas del puzzle. Costa encendió la radio, que sólo ofrecía bandas sonoras de musicales en cualquiera de sus emisoras, y subió algo el volumen, de forma que en la parte de atrás se escuchase más alto que en la de delante.
  • „Sonrisas y Lágrimas“!…me encanta- Dictaminó Nati, para después relajarse en el asiento y comenzar a cantar „Do,re,mi“.
  • Es cuestión de horas…- Costa deslió su voz por entre la música, de forma que sólo Mac podía escucharle.
  • Tú también estás dentro?…
  • Ramiro está muy dentro, yo no..
  • Qué plan tienes?
  • Primero llegar al puto aeropuerto, después se verá…
  • Cómo lo supiste?
  • Tú eres tan de Madrid como yo de Albacete, de primeras pasó, pero después te me quedaste como una mosca detrás de la oreja…y decidí seguirte..-Mac negó con la cabeza sin dar crédito.
  • Nunca te vi…- Costa sonrió casi para si, atento al tráfico.
  • Soy tan grande, que no se me ve…
  • Qué sabes?
  • No sabía dónde meterte, hasta que te vi cogerle la pistola a Ramiro…sabías cómo hacerlo, el leve acento de ninguna parte, periodista sin periódico, que habla solo sin dispositivo aparente….blanco y en botella, qué más quieres?
  • Y Ramiro?
  • A Ramiro le dejé a oscuras, y ahí sigue, mi madre no me crió sin principios…Ramiro ahora es otra persona..- Mac le miró, sólo le faltaba la última pieza del puzzle, aunque ya sabía cuál iba a ser.
  • Por qué nos ayudas?- Costa siguió atento al tráfico, entre el que avanzaba a gran velocidad, a punto de alcanzar la autopista.
  • La quiero desde hace tanto tiempo que ya ni lo cuento, pero..como ya te dije, soy tan grande, que no se me ve, y ella tampoco…por eso quise saber quién eras, para protegerla…
  • Qué hubiera pasado si…
  • Te hubiera roto el alma, en tanto trozos como estrellas tiene el firmamento…pero no tengas cuidado, me consta que tienes buen fondo, si no no te la llevarías contigo…
  • No sabe nada..
  • Mejor, a toro pasado siempre se cuenta mejor la faena…déjala que duerma..- Y Costa miró por el espejo restrovisor a Nati, quien se había quedado dormida escuchando „Tomorrow“ de „Annie“. Cuando habían recorrido pocos kilómetros de la autopista, se encontraron con un atasco, producido, al parecer, por un camión atravesado en la calzada. Costa buscó algo debajo de su asiento, y Mac supo lo que buscaba cuando vio un foco de luz de sirena policial entre sus manos.
  • Mejor no preguntes…- Acotó Costa, para luego enchufarla en algún lugar del tablero de mandos, y, tras bajar la ventanilla, colocarla sobre el capó del coche. Después la puso en funcionamiento, y aceleró- y ahora a quemar rueda.- Anunció. Acto seguido el coche salió disparado por el pasillo que los coches iban dejando a su paso, y Mac se aferró al sujeta manos sobre su puerta para vencer el vértigo. Al llegar a la altura del camión, Costa viró a gran velocidad hacia el arcén derecho y salvó el obstáculo que representaba el enorme vehículo, para después continuar camino, haciendo caso omiso a los bocinazos, voces y pedradas que dejaba detrás. Sin reducir un momento la velocidad, ni apagar la sirena, solventaron varios atascos más, también provocados por camiones o furgonetas atravesados en la vía, y llegaron al aeropuerto Adolfo Suarez. Costa utilizó varias tarjetas que le dieron paso a zonas de acceso restringido, y acabó aparcando el coche ante uno de los accesos a „Salidas“ de la T4.
  • Ahora a correr..- Dictaminó Costa mientras depositaba en el suelo todo el contenido del maletero, donde además de las dos maletas de Mac y Nati, también había una bolsa grande de deporte, que él se colgó al hombro. Nati, que se había despertado a pocos kilómetros de destino, se desperezó y miró a su alrededor un poco confundida.
  • Tampoco hay tanta prisa, no?…llegamos bien…por qué pusiste esa sirena?- Quiso saber, Costa sonrió levemente y se encogió de hombros, sin contestar. Después entraron en la terminal, que bullía ya casi sin control aparente. Mac buscó estrecharle la mano, y Costa aprovechó para darle un abrazo.
  • Cuídamela- Le susurró al oído.
  • Lo haré..- Respondió Mac.
  • A dónde vas?- Quiso saber Mac antes de que se separasen sus caminos, teniendo que alzar la voz para hacerse entender entre el gentío, Costa le guiñó un ojo.
  • Sabrás encontrarme, Inglaterra no deja de ser un isla grande- Dijo, luego buscó abrazar a Nati por última vez, y se alejó por entre la multitud sin mirar atrás.

Mac y Nati se abrieron paso entre el desorden de gente, carros de maletas y bultos en que se estaba convirtiendo la terminal,y lograron llegar a uno de los mostradores de American Airlines, ante el que la cola no era demasiado larga. Mac sólo tuvo que proporcionar un código guardado en su móvil y los pasaportes, Nati, entretenida en mirar el jaleo a su alrededor, no deparó en qué nacionalidad tenía el de él. Después , casi a la carrera, se dirigieron al control de seguridad del paso hacia las puertas de embarque, donde los empleados del aeropuerto intentaban mantener el control de la situación ante la ausencia total de policia o Guardia Civil. No hizo falta que guardasen ninguna de las interminables colas, Mac mostró los billetes a uno de los hombres que custodiaba la puerta de acceso para viajeros con prioridad y les dejó pasar. Tras ellos, gran parte de los integrantes de las colas, intentaron hacer lo mismo, entre gritos y protestas. Pero para entonces, Mac y Nati ya avanzaban hacia su puerta de embarque por uno de los pasillos mecánicos, para llegar más rápido. Alcanzaron la puerta en el momento en que se abría para el embarque del vuelo.

  • Más justos no pudimos…si no llega a ser por Costa no llegamos- Dijo Nati aliviada, Mac la cogió de la mano entrelazando sus dedos con los de ella y asintió, poco a poco dejaba de sentir su corazón latir en su garganta. Algo llamó su atención a lo lejos, una persona. Era un hombre alto, vestido con un pantalón tipo hippy de lino marrón y una camisa larga azul, llevaba el pelo, rubio, recogido en un moño medio deshecho en lo alto de su cabeza y protegía sus ojos con unas amplias Ray-Ban modelo Wings de cristal tintado en verde, caminaba rápido por uno de los pasillos mecánicos. Cuando estuvo más cerca, miró en su dirección y le saludó llevándose el dedo índice y corazón de la mano derecha a la frente en un gesto casi desvaido,para luego perderse en el fondo. Koa Miniver. Mac sonrió como respuesta y justo después Nati y él pudieron acceder al pasillo que llevaba al avión.

El suyo fue uno de los últimos vuelos que salieron. Poco después se cerraron todos los aeropuertos del país, así como las estaciones de tren y autobús, los puertos y las fronteras. Por último se desconectó la señal de los satélites. Y con el caer de la ola, se hizo la oscuridad.

Ya en el aire, en el momento en que pasó el servicio de comida a bordo, además de dos menús completos, Mac pidió dos botellines de jugo de naranja. Cuando ya se encontraban sobrevolando algún punto sobre el océano Atlántico, le ofreció uno a Nati para que bebiera. Sin darse cuenta, Nati se hundió entonces en un profundo sueño. Tan profundo, que no se despertó cuando llegaron al aeropuerto de destino, ni en el viaje hasta una casa buscada para la ocasión, donde continuó durmiendo ajena a todo lo que pasaba a su alrededor.

  • Pronto despertará…
  • Tienes que contarle todo
  • Ya lo sé..
  • En el caso de que..
  • Ya lo sé..
  • Informa en cuanto ocurra..
  • Lo haré..
  • Ok

Nati despertó a media mañana del primer martes de septiembre. En el centro de una enorme cama tipo Box-Spring, casi totalmente tapada por un edredón muy abrigoso y ataviada con un pijama que no era suyo. Cuando abrió los ojos, le dio la impresión de que su cabeza pesaba una tonelada, y tardó en poder incorporarse para saber dónde estaba. A través de las cortinas echadas, se filtraba la luz necesaria para regalar a la habitación una agradable penumbra, además de la cama sólo había un armario empotrado de pared a pared, y una butaca orejera junto a la cama. Nati miró a su alrededor achinando los ojos, tratando de recordar cómo había llegado allí, sin conseguirlo. Quiso llamar a Mac, pero no le salió la voz, sólo pudo toser, tenía la boca seca y mucha sed. Como si hubiera leído sus pensamientos, Mac entró en la habitación en aquel momento, portando una botella de agua y un vaso.

  • Buenos Días, Bella Durmiente..- Saludó sentándose en la cama junto a ella, al tiempo que le ofrecía una vaso de agua, ella sintió un alivio inmenso al verle y aceptó el vaso, que bebió hasta dejarlo vacío.
  • Cómo he llegado aquí?…Qué pasa..? Es raro..- Preguntó después mirando a su alrededor sin saber qué pensar. Mac colocó la botella y el vaso en la mesilla de noche, y le cogió las manos, para luego buscar su mirada.
  • Nati, tengo que contarte algo..

Le contó todo lo que tenía derecho a saber. De principio a fin, sin dejar un detalle. Con calma, sin soltarle las manos ni desviar un ápice su mirada de la de ella, quien le escuchó atentamente, abriendo mucho los ojos en ocasiones, preguntando algo en otras, siguiendo el hilo de su narración, que trajo lágrimas a sus ojos que dejó rolar por sus mejillas sin pararse a secarlas. Cuando hubo terminado la explicación, permanecieron cogidos de las manos, mirándose en silencio. Nati separó sus manos de las de él, y también su mirada, después volvió a acostarse sobre la cama dándole la espalda y tapándose completamente con el edredón. Mac se incorporó y abandonó el cuarto, entendiendo por su reacción que deseaba estar sola.

La puerta de la habitación permaneció cerrada hasta las cinco de la tarde, momento en el que Nati la abrió para salir de ella. Mac, que había intentado ocupar la espera haciendo muchas cosas, había claudicado y había acabado por sentarse en uno de los sillones mirando hacia la puerta, cuando la vio aparecer se incorporó sin saber muy bien qué esperar. Nati se acercó a él despacio, y buscó abrazarle apoyando la cabeza en su pecho, al tiempo que exhalaba una especie de suspiro de alivio.

  • Ay Macky, yo también te quiero mucho…-Mac la abrazó también, sintiendo como toda la tensión que se había acumulado en su cuerpo desaparecía de pronto y casi temió perder el equilibrio.
  • No te imaginas cuánto me alegro…- Alcanzó a decir, Nati alzó la mirada hacia él y sonrió.
  • Te hace tortilla?
  • A mí siempre me hace tortilla..

*“Nuestro hombre en Wiskonsin“ forma parte de un proyecto mayor en el que estoy trabajando.

*Mujer-V: V-Frau/Mann> Infiltrad@

*En Alemania sólo se puede considerar Abogado aquella persona que haya superado con éxito los dos Exámenes Estado posteriores al término de la carrera universitaria en si. Si el candidato suspende el Primer Exámen de Estado pierde la opción de presentarse al segundo y con ello la oportunidad de algún día poder ejercer como abogado. Existe la posibilidad de repetir el exámen, pero sólo en casos excepcionales. Aquellos que suspenden el segundo, en su mayoría,han de contentarse con sólo poder ser Notarios.

*Todo parecido con la realidad es pura coincidencia

*https://open.spotify.com/playlist/6u5w7X01ccqM0JuQOXDqPP

Hasta que se demuestre lo contrario…

10 sábado Oct 2020

Posted by Alquimista de Historias in Relatos

≈ Deja un comentario

  • Buenos Días Señora Martínez, qué bien que haya podido venir tan pronto..
  • Buenos Días, tan pronto? Antes de empezar, he de decirle que voy a necesitar un justificante de mi presencia aquí ,con el cuño del colegio,para presentárselo a mis jefes…con el montón de trabajo que tenemos ahora y me hacen venir así, sin más…
  • Señora Martínez, sin más no lo hemos hecho, es debido a su hijo Carlos..
  • Carlos? Yo misma le he traido esta mañana hasta la misma puerta y me he asegurado de verle entrar, así que no me vaya a decir que ha vuelto a faltar..
  • No es eso..la cosa es..
  • La cosa, ah, que es una cosa? Carlos es un chico con una imaginación desbordante y disfruta demostrándoselo a los demás, si a veces les quita cosas a sus compañeros y las esconde, o cambia el contenido de sus mochilas por otro que no es de su agrado, ha de entenderse como una forma de expresión de su ingente potencial….
  • No se trata de eso, Señora Martínez, es un asunto un tanto complicado…
  • Complicado? Carlos no es complicado, como ya le he dicho tiene un potencial que todavía no sabe utilizar de forma eficaz, y todo es una cuestión de madurez…si se trata otra vez de la chica esa, cómo se llamaba?..Natalia, Noelia, Amalia?..bueno, usted ya sabe a quién me refiero…podía llevar el pelo recogido en una cola de caballo, o en una trenza, pero no, lo llevaba suelto y al estar sentada en el pupitre de delante de Carlos, pues claramente le molestaba, y se lo cortó, por supuesto, como lo hubiera hecho yo o cualquiera en esas circunstancias…
  • Con una tijera de jardín a la altura de la nuca…
  • No sé si ha intentado usted alguna vez leer con una melena tapando su libro de texto, pero le aseguro que es imposible…la chica está ahora en otra clase, al parecer, no? Así que ya no hay más que hablar…
  • No se trata de Magdalena…
  • Ah que se llamaba Magdalena?…él me había dicho Natalia, o Noelia..en fin..
  • Noel fue el chico al que rompió con un punzón las zapatillas de deporte…Señora Martínez, verá…
  • A Carlos se le ha dado siempre muy bien el deporte, ya de pequeñito ganaba medallas en lo que quiera que compitiese, tiene ese agarre de los campeones, las ganas de ganar, el aguante…y si no gana pues se frustra,como cualquier deportista, sólo que él lo demuestra más vehementemente que otras personas….aquellos remos que rompió estaban muy viejos y condenados a la hoguera, por así decirlo, sólo les hizo el gran favor de ahorrarles el trabajo de hacerlos astillas…y no venga ahora a decirme que los jugadores de la NBA no se dan balonazos unos a otros cuando no les hacen un buen pase, además no me cansaré de repetir que el uso de protector bucal es obligatorio en el rugbi y semejantes…no es culpa de mi hijo si algún jugador no lo lleva y se queda sin dentadura, faltaría más!…
  • Señora Martínez…
  • Señora Martínez, Señora Martínez…no he venido aquí a que me recuerde mi apellido…en otras culturas podría haber adoptado el apellido de mi marido „Sáez de Olea“…lamentablemente aquí no es posible, de todas formas, de facto, en todos sitios soy la Señora de Sáez de Olea…si le parece me puede llamar así también, lo digo para que no se canse de llamarme Señora Martínez…a mi marido ni le avisé, para qué?..les iba a decir lo mismo que yo…
  • Ah! Comisario Fernández, pase por favor…
  • Comisario? Si lo llego a saber venía ya con nuestro abogado, si se buscara en un diccionario la definición de „Exageración“ justo después se podría apreciar una foto de su institución, le rogaría me explicase a qué se debe semejante atropello…
  • Señora Martínez, si la hemos hecho venir es para hacerle saber que su hijo Carlos ha agredido hoy en la pausa a un compañero y…
  • Y para eso me hacen venir? Para decirme que un chico con toda seguridad ha molestado a mi hijo y éste se ha defendido de la mejor manera que pudo, como ha de hacerse cuando uno se ve atacado…ya en la Biblia se nombra el „Ojo por Ojo“, y no es que yo sea una defensora a ultranza, pero en ocasiones no hay otra opción…
  • Su hijo golpeó a un compañero repetidas veces con una piedra en la cabeza…hasta matarle, Señora Martínez..
  • Quiero saber entonces qué le hizo ese chico para…
  • Mis hombres han interrogado a los testigos, el chico estaba solo, sentado en un banco comiendo pipas, cuando su hijo se acercó a él por detrás portando una piedra de grandes dimensiones y le golpeó la cabeza con ella hasta acabar con su vida…he venido a comunicarle que su hijo ya ha pasado a disposición judicial…
  • Se puede saber qué hacía ese chico en ese banco comiendo pipas?
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